45 Quemaduras Del Karma
"Estás aterrado de mirar hacia abajo,
porque si te atreves,
verás la mirada furiosa de todos
los que quemaste para llegar ahí.
Todo se está poniendo en tu contra"
Karma – Taylor Swift
Martes 29 de mayo de 1945
NamJoon era bastante inteligente para muchas cosas, especialmente para los negocios. Tal vez había heredado esa habilidad de su padre, pero sin duda era un genio comparado con él, no sólo por todas las cosas que sabía, también por el tipo de hombre que es.
Sin embargo, ni su carisma le sería suficiente para sacar a flote nuevamente el barco de los negocios de su padre, ya que la abolladura era bastante grande. Se podría decir que también remaba contra corriente y cada vez se volvía más agotador, peor aún si SeHun no mejoraba su salud, al contrario, empeoraba con el paso de los días.
Todo se estaba poniendo en su contra, principalmente los trabajadores de las tierras de cosecha y del ganado que estaban en su poder. Ahora que veían a gran familia Park quemándose lentamente en el fuego, les daba valor a revelarse y a exigir sus derechos.
No fue grato para NamJoon descubrir las condiciones de esclavismo que existían dentro de las labores complejas de sus negocios. Los trabajadores ejecutaban largas jornadas laborales, a veces no tomaban sus turnos de comida y recibían una miseria de sueldo a cambio, además de maltrato por parte de los hombres que estaban a su cargo.
No había profundizado en esa parte del imperio familiar y sin duda fue un golpe bastante fuerte, ya que él, a diferencia de Park SeHun, sí era un hombre empático y sensible que no gozaba de abusar de los demás para generar dinero. No lo veía bien y lo consideraba un pecado mortal.
Al inicio no supo por dónde empezar exactamente, pero debido a que su padre continuaba enfermo y un tanto débil en su cama, decidió hacer cambios drásticos en cuanto al trato de los trabajadores, empezando por subirles el sueldo y reducir sus jornadas, después de todo, varios de sus clientes habían desistido después del escándalo que estaban atravesando, así que altas producciones no eran necesarias.
Tal parecía que la gente del pueblo no olvidaba y disfrutaba de señalarlos como una tragedia y un pecado mortal, incluso se alegraban de la mala condición de salud de SeHun.
NamJoon había escuchado muchos murmullos cuando caminaba por la calle, y la realidad es que no le molestaba que hablaran mal de su padre o de su madre, pero no era el mismo sentimiento cuando de sus bocas salía el nombre de su esposa o el de JiMin. Más de una ocasión se ha detenido a soltar unas cuantas verdades de frente con el fin de defender el honor de las únicas personas que consideraba importantes para él. Había optado salir siempre en su auto para evitar tener enfrentamientos absurdos y SoYoon sólo salía para lo estrictamente necesario.
Se sentía con el deber de proteger a su preciada familia hasta que tenga la oportunidad de salir de ese lugar.
La enfermedad de su padre era lo que le detenía a mantenerse de su lado. No se consideraba un desagradecido, además quería tener su consciencia tranquila, por eso se encargaba de todo y reunía dinero a espaldas de ellos para cuando el momento por fin llegue.
Hoy llegó desde temprano a la casa de su madre para hablar con ella sobre los avances de los negocios, ya que se lo demandó. Sana no tenía ni la más mínima idea de esas cosas, pero la única parte que le importaba era saber si el dinero se mantenía en montones y si no estaba en riesgo su vida de privilegiada.
—Estoy poniéndome en contacto con compradores de otros lugares que estén dispuestos a hacer negocios con nosotros—explicaba NamJoon con un tono sereno—Pero debo ser sincero con usted, madre; el rumor corrió rápidamente por varios lugares cercanos a Busan e incluso de Seúl. Parece que ChanYeol no se quedó callado y se encargó de mancillar aún más el apellido de esta familia.
—Mil veces maldito—masculló la mujer—Él y su estúpida hija fastidiosa. ¡Ja! Ahora que lo pienso mejor, fue bueno que no se quedara como mi nuera.
—Pero al inicio usted estaba muy interesada en ella—habló NamJoon con una pequeña mueca en su rostro.
—Lo que nos interesaba era hacer negocios con Kim ChanYeol—lo miró con obviedad—A estas alturas debes de saber que un matrimonio funciona sólo si tenemos los mismos intereses. Si SoYoon no hubiese sido de elección popular, no estarías con ella en este momento.
"Y me arrepiento de haberte casado con ella" lo pensó para sus adentros.
—Pero eso ya no importa—retomó la mujer—Lo que me interesa de todo este caos es saber en qué situación se encuentran las finanzas—lo miró con un poco de impaciencia.
—Lo único bueno es que no ha disminuido, pero tampoco ha aumentado lo suficiente—informó con pesar.
—Tú padre dio instrucciones claras de que esos números debían aumentar—lo regañó.
—Lo sé, madre, pero no es fácil—refutó con serenidad.
—Tanto prepararte... ¿para qué, NamJoon? No eres capaz de hacer lo mismo que tu padre—acusó despectivamente.
"Yo no soy capaz de quemar personas para llegar hasta aquí" pensó para sí mismo.
Tenía muchas ganas de levantarse de su lugar y arrojar todos los papeles de cuentas e informes al suelo. Tenía ganas de gritarle a su madre que durante todo este tiempo han jugado sucio y que si tienen mucho dinero ha sido por esclavitud e incluso negocios ilícitos. Nada de toda su fortuna era completamente limpia y legal. Quizá su abuelo descubrió oro y eso lo llevó a la cima, pero no todo fue correcto, pues supo que gran parte de esas minas las obtuvo después de haber asesinado a personas que confiaron en él, mismas que hicieron el descubrimiento del oro a su lado, pero que los traicionó para quedarse con todo. Y tal vez ahora pagan ese precio alto por las vidas robadas, por el cansancio injusto de sus trabajadores y por los malos padres que han sido.
Tal vez JiMin fue su karma... tal vez Dios decidió estar de su lado sin importar sus preferencias.
Lo mejor es que lo dejó fuera de esto para que pudiera ser feliz y libre a lado del hombre que ama.
No estaba seguro ni sentía la necesidad de romperse el alma por recuperar todo lo que habían perdido, porque para él todo ese dinero estaba mancillado con sangre, delitos y muchos pecados que no está dispuesto a cargar consigo para toda la vida.
—Sé cómo hacer mi trabajo, madre—respondió a la defensiva—Pero no soy Dios para hacer milagros. Las pérdidas no se recuperan tan fácilmente y lo único que nos mantiene a flote es el oro, pero una vez que todo eso se termine, será el verdadero peligro.
— ¡Entonces haz algo! —le gritó y se puso de pie.
—No puedo hacer más que lo suficiente—refutó y le dedicó una mirada de rechazo—Si usted supiera un poco de negocios entonces lo entendería, pero como no es así, le recomiendo que sólo escuche la información que le doy y se limite a esperar los resultados. Si Dios quiere, todo saldrá bien.
Pero eso no era suficiente para ella. Estaba más que claro que no entendía que, después de lo sucedido y de la forma en que el pueblo los estaba juzgando, no sería fácil recuperar todo lo que perdieron, si no es que jamás volverán a ser lo que eran. Su ansiedad la ponía de mal humor todo el tiempo, sobre todo porque ahora no puede encargarse de sus asuntos por estar pendiente de SeHun. Había contratado a una enfermera para sus cuidados, pero el hombre se negó rotundamente a recibir gente desconocida en su casa. Los dos estaban paranoicos. Pensaban que querían quitarles su fortuna así como ellos lo hicieron o como incluso el abuelo Park lo hizo. Estaban muy conscientes de las formas que utilizaron para llegar hasta ahí y les aterraba perderlo todo de la misma manera.
Para SeHun era una duda constante de saber cuándo mejorará su salud, pero aun así estaba renuente de viajar a Seúl para ser tratado por otro médico. Se empeñaba en que no había hecho nada malo y que el único culpable era JiMin. Nadie más que él merecía todas las desgracias.
—La salud de tu padre no mejora—dijo Sana al tiempo que se paraba frente al gran ventanal—Y saber esto lo pondrá peor. Por eso es tu deber resolverlo. Sé un buen hijo y haz que este negocio crezca.
—Ya le dije que no hago milagros—refutó nuevamente y esta vez se puso de pie—Hago lo que puedo, pero no es posible que haga volver mágicamente todo el dinero perdido. Tendrán que ser pacientes y, en cuanto a papá, debe convencerlo de viajar a Seúl para su tratamiento.
—Ese hombre es tan obstinado y tan idiota—se quejó aun estando de espaldas—No entiendo esta desgracia. Nosotros siempre hemos tenido todo—murmuró.
NamJoon se quedó en silencio pensando que esto sólo era el resultado de las malas acciones que no se quedaron únicamente con su abuelo. Y de alguna manera sentía que la maldición de todo esto podría caer en sus hombros, sobre todo en su hijo.
—Ojalá hubiera parido a mujeres—volvió a hablar Sana—Son más fáciles de casar y de controlar—agregó y se giró nuevamente a su hijo quien se quedó sorprendido por lo que dijo—Tendrás mucho trabajo que hacer con SooBin. Si tienes una hija será más fácil para nosotros. SoYoon afortunadamente es hermosa, así que seguramente heredará eso. Me basta con que sea la suficientemente linda para que un millonario quiera desposarla. Ya que no puedes reestablecer los negocios a como eran antes, al menos encárgate de criar bien a SooBin y de traer una buena niña al mundo para que sean adecuados para desposar. Con eso podríamos establecer buenas conexiones y nos devolverá la gloria.
Cada palabra que salió de la boca de Sana fue como pequeñas agujas que se clavaron en su pecho. Sintió miedo... pánico de tan sólo pensar que debía obligar a su hijo a casarse con alguien que les diera los suficientes millones en el futuro. Peor aún, pensó que Sana y su padre eran capaces de venderlo desde temprana edad. ¿Qué es esto? ¿La edad media? No conciliaba la idea de que eso sucediera, ni mucho menos sería capaz de traer a una niña a este mundo sólo como mercancía para venderla a algún millonario que quiera desposarla.
Con esto entendió que, efectivamente, sus padres los veían como mercancía.
—SooBin está por cumplir dos años—habló NamJoon tratando de contenerse y apretando los puños—En lo único que puedo pensar es en que quiero que tenga una infancia feliz. Que vaya a la escuela católica y que tenga buenos recuerdos.
— ¿Escuchaste lo que te dije?
—No, usted escuche—alzó la voz— Mi hijo no es mercancía para vender ni mucho menos un medio para generar más dinero y oro. Mi SooBin es un pequeño aún, así que lo mejor para su futuro lo decide él, o en todo caso mi esposa y yo. Le voy a pedir de la manera más amable que no interfiera en su educación ni en cómo llevo sus asuntos.
— ¿Qué no te das cuenta de la miseria en la que nos estamos hundiendo? —acusó con la mirada.
— ¿Y qué piensa hacer con mi hijo? —la miró molesto—Es sólo un bebé y usted ya está pensando en matrimonio.
—Si arreglamos las cosas desde ahora es mucho más fácil para el futuro—se defendió y abrió los ojos de más, como si estuviese loca—Lo prometemos desde ahora y cuando cumpla la mayoría de edad lo casamos. En tanto eso sucede, tú te encargas de engendrar una niña...
—No pienso hacer eso, madre—negó y dio pasos hacia atrás.
—No te lo estoy sugiriendo. Debes hacer lo que yo te ordeno...
— ¡Dije que no! ¡No! —gritó y apretó los puños—Con mi familia no, madre. Ellos no tienen por qué cargar con el peso de esto. Para eso trabajo yo todos los días y no pienso discutirlo.
Sana iba a refutar, pero unos golpes en la puerta la interrumpieron. Enseguida entró una de las mucamas avisando que el padre Min deseaba ver a SeHun, así que no tuvo más opción que dejar ir a su hijo.
—Mi familia queda fuera de esto—le dijo NamJoon antes de marcharse completamente furioso.
Cada día que pasaba era con más carga y se sentía muy agotado. Lo único que deseaba era que Sana olvidara este asunto y que SeHun mejorara. De cualquier forma no estaba dispuesto a cometer tal locura. SooBin era un bebé... su bebé y no permitirá siquiera que le toquen un solo cabello. No permitirá que lo mezclen en sus juegos sucios.
Mientras tanto, Sana se quedó en el estudio esperando a que el padre Min hablara con su esposo. Ella también tenía muchas cosas qué pensar y ahora fumaba cigarrillos para evitar que la ansiedad la consumiera.
Gradualmente se iba quemando en sus propias malas acciones.
Y en tanto ese cigarrillo se consumía, SeHun yacía en su cama con la mirada clavada en el techo y sintiéndose más débil que nunca. Saber que el padre Min estaba ahí no le agradaba, pero tampoco tenía las fuerzas para echarlo. No tenía otra opción más que escuchar lo que tenía para decirle.
—Todavía te empeñas en creer que Dios te salvará de esa enfermedad—le dijo el padre Min con un tono de burla.
—Se supone que concede milagros—dijo SeHun con voz tenue.
"Pero no a los pecadores" pensó el sacerdote.
—Realmente debes luchar con él—respondió—Tú pides, pero no debes dejárselo todo en sus manos. También debes tener fuerza de voluntad y demostrar que tienes ganas de vivir.
—Hay muchas cosas que atender aquí—respondió SeHun de mala gana—En Seúl sólo voy a perder mi dinero y mi tiempo.
El sacerdote suspiró y pensó que realmente era él quien perdía su tiempo. Durante los últimos días estuvo pensando en que ya no tenía mucho qué hacer en este pueblo, pero antes de siquiera dar un paso fuera, tenía la necesidad de hablar con SeHun y con Sana para ver si por lo menos hacía que dejaran a un lado los rencores, pero estaba difícil.
Se enteró de la enfermedad de SeHun y NamJoon le contó en confidencia la situación financiera de la familia, además de lo mancillado que estaba su oro y su dinero. Como el sacerdote que era se sintió con el deber de visitarlos en el nombre de Dios, al menos para interceder por ellos y por sus almas que poco a poco terminaban por condenarse.
Pero era complicado cuando ellos ya habían definido su criterio propio.
Y estaban tan errados.
—Debes asumir las consecuencias de tus errores, SeHun—le dijo de manera serena.
— ¿Errores? —inquirió brusco y lo miró de golpe—El culpable de que esté en esta cama y de que las cosas anden mal en mis negocios es JiMin... ese maldito engendro del demonio causó mis desgracias. El único error que cometí fue darle la vida.
Y entonces el padre Min entendió que Park SeHun continuaría siendo el mismo sin importar que esté muriendo por una enfermedad grave. Que incluso teniendo el poderoso karma frente a sus ojos no logra entender que son las consecuencias que se ganó. No deja de culpar a su hijo y él ahora está lejos... muy lejos de aquí.
El padre Min espera que esté siendo muy feliz.
—Reflexiona un poco sobre tus acciones pasadas, SeHun—le dijo con el mismo tono—No sólo estoy aquí para hacerte entender que debes cuidar de tu salud y hacer sacrificios, también para confesarte si eso deseas para purificar tu alma—hizo una pausa y lo miró—Dime, ¿deseas que te confiese?
El hombre soltó una risa sin gracia que se apagó al instante debido a la tos que le invadió. Nuevamente el pañuelo se manchaba de sangre roja e intensa, pero ni eso lo liberaba del rencor cegado que llevaba en sus ojos.
—Yo no tengo por qué confesarme—respondió después de recuperar la respiración—Déjeme decirle, padre, que sólo vino a perder su tiempo. Dios sabe que el único culpable es JiMin y nadie más.
El sacerdote suspiró y asintió derrotado. Sólo procedió a levantarse para acercarse a la cama de SeHun con sus manos juntas en modo de oración.
—Dios pueda ser justo contigo y que te absuelva de tus pecados aunque no quieras reconocerlos—dijo y SeHun soltó un bufido—Encenderé un sirio para pedir por tu salud, pero debes poner de tu parte.
—Quiero estar solo, padre—suspiró—Tengo mucho en qué pensar.
—Así es, SeHun... debes pensar mucho—asintió.
En completo silencio salió de la gran habitación que sólo estaba cargada de una tensión muy palpable y de una ira visible. Afuera se encontró a Sana fumándose su cuarto cigarrillo gracias a que la ansiedad se hacía cada vez más fuerte. No pudo evitar sentir lástima por ella.
—Tú también tienes mucho que reflexionar, mujer—le dijo con voz serena.
—JiMin fue quien cometió pecado—respondió con voz temblorosa y una sonrisa rota—Fue él quien se escapó y quien intimó con un hombre que era sacerdote, ¿y soy yo quien debe reflexionar? —inquirió y rio sin gracia—Sólo tuve desgracia tras desgracia. Dios sabe de los verdaderos pecadores, así que no tengo nada que reflexionar.
El sacerdote negó con la cabeza y suspiró cansado. Aunque no obtuvo las respuestas que deseaba, no sentía que hubiese perdido su tiempo. Al contrario, ahora estaba más convencido que nunca que ellos estaban condenados y que no podía hacer nada para salvarlos.
—Aun así encenderé un sirio para ti también.
Fue lo único que dijo y después se marchó, ya muy consciente de que esta sería la última vez que verá a los Park o que se interesará por ellos para hacerlos reflexionar. Entendió que el veneno los había consumido y que su egoísmo jamás les permitirá aceptar todos sus pecados.
Cuando llegó a la iglesia encendió los sirios e hizo oración. No sólo pedía por ellos, pedía por JiMin y por JungKook, por que estuvieran bien.
Pero al final pidió por sí mismo y una señal a Dios para saber qué debía hacer.
¿Es justo continuar siendo sacerdote después de todo?
Porque irremediablemente extraña al hombre que alguna vez amó, pero ahora entiende que él no volverá jamás y que debe resignarse, porque mantener la esperanza de verlo algún día es como quemarse lentamente en leña verde. Y sabe que el tiempo pasa... pasa para jamás volver.
Tal vez él no está destinado a ser feliz.
¿O sí?
Nos leemos de nuevo jsjssj
No piensen que me he olvidado de los demás personajes. Mucho menos del padre Min y del padre Jung... a ellos ya los tengo en el ojo jsjsjs
Ya vamos avanzando, cada vez más cerca del final jsjsjs :(
Hasta este momento me siento muy satisfecha de todo, sobre todo de que nuestro amigo naranja no se puso sensible jsjsj.
Agradecida con el de arriba. jsjsjs
Diosito es bueno :)
Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar.
Las tkkm!!
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