39 Anhelos En Una Bóveda
"Mantengo estos anhelos encerrados
en minúsculas dentro de una bóveda"
Guilty As Sin? – Taylor Swift
Martes 01 de mayo de 1945
No estaba siendo nada fácil, al menos no desde que SeHun volvió en sí. La noticia del cáncer le cayó como un balde agua fría sobre su cuerpo. No quiso ver a nadie durante tres días, hasta que Sana entró gritándole:
—¡Deja de ser tan débil y asume tus responsabilidades!
Pero el hombre la tomó del brazo y la sacó fuera de la habitación. Desde entonces la relación que tenían se convirtió en algo más tenso. No era como que se quisieran sinceramente, pero al menos no discutían, y si lo hacían, era por la cosa más mínima.
Ahora debían enfrentarse al reto de las enfermedades. Sana no se daba cuenta, pero su salud también se estaba deteriorando. Porque cuando las emociones fallan, también el cuerpo. O quizá sólo era la cuenta que debían pagar por sus pecados, aun cuando no quieren aceptarlo.
El tiempo había corrido de esa manera y SeHun se obligó a salir de la cama para intentar atender sus asuntos, porque realmente no confiaba demasiado en las capacidades de su hijo. Aunque éste llevaba la situación bastante bien, sin embrago, las complicaciones estaban ahí.
La reputación de la familia Park estaba por completo mancillada y no había mucho por hacer en momentos así. NamJoon estimaba que las riquezas podrían mantenerse debido al oro, pero también está consciente que han explotado esa mina durante muchos años. Evidentemente algún día tendrá que agotarse y, sólo entonces, podrán preocuparse de su situación financiera.
Ahora llevaba el reporte de la última semana sobre las ventas de exportación y las malas noticias de aquellos socios que se habían retirado. Fue directo al despacho de siempre sin preguntar por su madre, porque realmente no quería verla ni mucho menos soportar su cantaleta donde le exige que traiga a SoYoon.
Antes de llegar a la puerta ya podía escuchar gritos y supo entonces que sería tal vez una reunión desafortunada con su padre. Además no era el único con el que luchaba todos los días.
— ¡Entiende de una vez, SeHun! —gritaba el médico—Debes viajar a Seúl para que te valoren.
— ¡Para eso te pago! —gritó también el aludido—¡No voy a perder tiempo viajando a otro lugar! ¡Busca la forma de curarme!
El médico se apretó el puente de la nariz por... no sabe en qué número se quedó, pero lo que sí sabe es que SeHun es un hombre muy escéptico de las enfermedades como el cáncer y entre otras. Creía que curarse sólo era cuestión de dinero, más no de esfuerzo. Esos ideales tan arraigados lo llevarían seguro por el camino de la muerte y le frustraba que no quisiera escucharlo.
—Escucha bien, SeHun—volvió a hablar el médico—Tu condición puede agravarse si no te atiendes lo antes posibles. Lo más probable es que necesitarás una cirugía y aquí en Busan no podemos hacer tal cosa—explicó lo más sereno posible—Nadie desea enfermar de eso, pero lamentablemente te ha tocado y debes asumirlo. Por ahora te recomiendo que descanses del estrés laboral.
—Lo pides como si fuese tan fácil—refunfuñó y lo miró de mala manera—Mejor lárgate. No me sirves si no das soluciones.
El médico quiso insistir, pero también entendía que no podía ayudar a alguien que no quería que lo ayudaran, así que optó por poner un frasco de pastillas sobre el escritorio y tomó sus cosas para salir del despacho con intenciones de no volver a esta casa. SeHun había sido su paciente más complicado debido a que exigía resultados en poco tiempo y presionaba con dinero. Tal vez eso era beneficioso, pero ahora que está en esta situación, no quiere agotarse tratando de convencerlo para que cuide su salud. Además, si tiene cáncer es simplemente culpa suya. Los malos hábitos traen grandes consecuencias.
— ¿Se puede pasar, padre? —preguntó NamJoon desde la puerta.
—Espero que me traigas buenos resultados—amenazó el mayor y lo miró con severidad.
NamJoon entró bajo el escrutinio de su padre quien lucía más cansado que cuando estaba en cama. No quería tomar sus reposos como lo habían recomendado y estaba en gritos constantes porque, evidentemente, tenía que desquitarse con alguien.
—La producción de las minas está igual que siempre—informó y se sentó frente a él—Pero me temo que hemos perdido dos socios más.
—Te ordené que hicieras hasta lo imposible por mantenerlos de nuestro lado—lo señaló con el dedo—Pero estás haciendo todo lo contrario. ¿Tengo que estar ahí para que las cosas funcionen? ¿No puedes siquiera ser un verdadero hombre de negocios? ¿Entonces para qué te entrené? ¿Para que seas un puto fracasado?
—Padre, yo entiendo que estamos en una situación complicada—habló para defenderse—Pero créame; ellos ya planeaban marcharse sí o sí. Sólo estaban buscando la más mínima posibilidad. Y ahora sólo nos quedamos con los que iniciamos.
— ¿A mí de qué me sirve eso? —alzó la voz y se puso de pie—¡Haz tu maldito trabajo!
Pero el constante sube y baja de sus emociones, sobre todo por esos ataques de ira que se estaban haciendo tan comunes, hacían que el cuerpo y la mente de SeHun se debilitaran. Él menos que nadie quería creer que tenía cáncer y se repetía constantemente que todo se trataba de un error. Pero ahora que siente un fuerte mareo y que se ve en la necesidad de dejarse caer en su silla, se da cuenta de que su situación está pendiendo de un hilo.
—Padre, ¿se encuentra bien? —preguntó NamJoon al tiempo que rodeaba el escritorio para auxiliarlo.
— ¡No te me acerques!
Le gritó y lo miró con rabia. Quiso decirle algo más, pero la tos repentina que ahora lo acompañaba se hizo presente. Se llevó una mano al pecho y cubrió su boca con un pañuelo blanco, mismo que comenzó a mancharse de sangre viva que salía por su boca. Al notarlo sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo y cómo la temperatura disminuía considerablemente. Su respiración se hizo irregular mientras muchas cosas pasaban por su cabeza y luego miró con súplica a su hijo. No sabía que estaba pasando, pero lo rechazaba completamente. No podía resignarse a esta vida cuando estaba seguro de que no había cometido pecado alguno.
— ¡Papá! —gritó NamJoon cuando lo vio desvanecerse en la silla—¡Llamen al doctor de vuelta!
Debía confesar que ver a su padre moribundo y luego a su madre entrando en el despacho con el rostro pálido y expresión de susto no era la mejor experiencia de su vida, incluso sentía un poco de lástima por ellos. Pero muy en el fondo sabía que cada suceso era lo que se merecían.
Su padre quedó totalmente indefenso en sus brazos, mientras que su madre lloraba desconsoladamente. Todos sabían que el cáncer de SeHun avanzaba rápido, pero quizá su actitud soberbia lo llevará directo al camino de la muerte.
Jueves 10 de mayo de 1945
Los últimos instantes del viaje fueron melancólicos para JiMin, sobre todo cuando miró por última vez el horizonte del mar mientras viajaba en un barco hacia Inglaterra. Cuando descendió en el puerto y pudo ver lo que estaba a su alrededor, la melancolía se esfumó y de pronto sintió mariposas en su estómago. Cuando salió de Corea en ese barco experimentó el glorioso sabor de la libertad y nuevamente le invadía dicho sentimiento.
Se sentía bien mirar y ver caras nuevas a su alrededor. Nadie ahí lo conocía y eso le encantaba. Nadie podía siquiera a atreverse a juzgarlo o señalarlo como en aquel pueblo de Busan, porque esta vez tenía la oportunidad de iniciar desde cero.
Hubiese querido tomar la mano de JungKook, pero le bastaba con caminar a su lado, sobre todo porque observaba cómo esos soldados ingleses lo saludaban y parecían mostrarle más respeto que en otros lugares.
Las hazañas de JungKook no eran secreto para nadie en ese lugar, sobre todo para los militares. El hecho de haber arriesgado su vida por un niño judío le daba un alto reconocimiento entre todos. Y lo hacía popular.
Tomaron un transporte que los acercara al centro de Londres. JiMin veía impresionado el río Támesis que pasaba tranquilamente frente a sus ojos, pero luego su vista se posó en esa torre que tenía un enorme reloj.
—Es el Big Ben—le dijo JungKook cerca de su oído— ¿Te gusta?
—Se ve impresionante—dijo con ojos brillantes.
—Desde la casa donde viviremos podrás verlo todos los días por la ventana—le informó—Te va a encantar, ángel. Tenemos un gran jardín para hacer días de campo cuando tú quieras.
JiMin sólo le sonrió y resistió el impulso de besarlo dado que no estaban solos en el transporte. Pero al poco rato llegaron cerca de su destino y se abrieron paso por un camino de árboles y casas que se situaban una lejos de la otra. Aunque en el centro había más edificios que daban el aspecto de ciudad a la capital de Inglaterra.
Todo lo que sus ojos veían era nuevo, era lindo, era como un descubrimiento. Pero sin duda lo que atrajo la atención de JiMin fue un par de hombres que estaban frente a una casa besándose sin temor a ser descubiertos.
—Ellos sí no tienen vergüenza—masculló JungKook— ¡Estamos en público! ¡¿No se han dado cuenta?!
Aquellos hombres voltearon enseguida y sonrieron en grande casi al tiempo que se echaban a correr hacia ellos. JiMin se quedó quieto en su lugar mirando a ambos y deduciendo al tiempo quiénes eran exactamente.
—Te esperábamos desde hacía tres semanas, padrecito—le dijo SeokJin— ¿Por qué tardaron tanto? ¿Qué estuvieron haciendo? —los miró coqueto.
—No te pongas así—le dijo TaeHyung y le dio un golpe—No seas cabrón. ¿Qué no ves que tenemos a un miembro de la aristocracia de Corea?
—Oh, es verdad—dijo y se rio un poco—Qué placer poder conocerte por fin, joven JiMin—le hizo una reverencia.
—Ay, el padrecito nos habló mucho de ti—le dijo TaeHyung al tiempo que lo tomaba de la mano para saludarlo—Ah, y sin duda eres muy hermoso. Ahora entiendo por qué este loco soñaba contigo todas las noches. Seguramente nada decente porque...
— ¡Cállate! ¡Carajo! —le habló JungKook.
—No te pongas tímido, padrecito—se burló SeokJin—Ya te habíamos dicho que es muy normal que esas cosas pasen.
—Ahora pondrás en práctica todo lo que te enseñamos—dijo TaeHyung y sonrió con sus cejas alzándose repetidas veces.
—Por el amor de Dios—suspiró y se pasó una mano por la cara— ¿Pueden dejar de ser tan desvergonzados? Van a asustarlo.
Ambos hombres se echaron a reír mientras que JiMin continuaba mirándolos con la misma expresión de estupor. Primero no se sacaba de la cabeza que se estaban besando aquí, afuera, donde algunas personas podían pasar y darse cuenta de ello. ¿Realmente no les importaba? ¿O es que acaso este lugar era seguro para ellos? Pero definitivamente no estaba asustado, de hecho, estaba maravillado con el comportamiento de los hombres. No temían a decir lo que pasaba por sus cabezas, aun cuando fuese algo fuera de lugar. Y eso le agradó, porque no llevaban una máscara de educación, simplemente eran ellos y no importaba más.
Ese par de sujetos le agradaban, sobre todo porque hacían reír a JungKook.
— ¿Sabes qué? Tiene razón el padrecito—habló TaeHyung después de reír—Ni siquiera lo hemos dejado hablar... Ya, por favor. Dinos tu nombre. ¿Cómo estuvo el viaje? ¿Qué tanto aprendiste con el padrecito? Aquí donde lo ves es una máquina mortal. Hasta se puso más guapo...
—Déjalo hablar—le gruñó JungKook.
Los tres se quedaron en silencio y pusieron su mirada en JiMin quien intentaba acomodar sus ideas en la cabeza. Tenía la impresión de que le preguntaba sobre temas íntimos que ha podido tener con JungKook y no estaba seguro de si debía responder o no. Lo único que pudo decir fue:
—Vaya, sí que están chiflados—sonrió medianamente.
Tanto TaeHyung como SeokJin pusieron la misma expresión y luego se miraron entre sí. Hubiesen esperado cualquier cosa menos aquello y miraron esta vez a JungKook con fingida expresión de ofensa. Aunque estaban de acuerdo con que esa palabra los describía perfectamente.
No podían negarlo.
— ¿Le dijiste que estamos chiflados? —preguntó SeokJin.
— ¿Y no lo están? —preguntó el azabache enarcando una ceja.
— ¡Pues sí! —alzó la voz TaeHyung—Pero el pequeño no tenía por qué saberlo tan pronto.
—Ustedes mismos se ponen en evidencia...
—Me agradan—dijo JiMin de pronto—Soy JiMin, es un placer—dijo e hizo una reverencia—JungKook también me habló mucho de ustedes durante el viaje.
—Ay, pero si eres un chico muy adorable—dijo TaeHyung y despeinó su cabello rubio—Presiento que tú y yo nos vamos a llevar muy bien.
—Por favor—intervino JungKook—No le hables de cosas indecentes.
— ¿Y quién va a instruirlo? —se quejó el castaño—Tú no vas a explicárselo como yo. Además te conviene... Ven aquí, JiMin-ah. Tenemos muchas cosas de qué hablar.
El rubio no estaba muy seguro de a lo que estaba refiriendo, pero de igual forma lo siguió en el camino que los guiaba hacia la casa que compartiría con JungKook el resto de su vida.
El lugar era tranquilo y con mucha naturaleza alrededor. Observó todos los detalles y se emocionó cuando por fin estuvo frente a la casa; era pequeña, construida con madera y que para sus ojos resaltaba como oro puro. Tal vez era mejor de lo que había soñado o quizá sólo era la emoción, pero sentía en su corazón que era el lugar perfecto. Cuando entró, el sentimiento fue mucho más cálido, con más emoción y más anhelo. En su lado izquierdo estaba la estancia, era pequeña, pero lo suficiente para ellos. Había una pared que dividía la concina, pero por el pasillo encontraba la entrada. Más al fondo estaba lo que parecía ser un estudio donde seguramente JungKook acomodará muchos libros, tantos, que ni siquiera podrá contarlos. Al final estaban tres puertas; una que era su habitación, el baño y la del patio trasero. Salió al jardín y comprobó que le habían dicho la verdad. Todo era perfecto, era hermoso para sus ojos, sobre todo porque había muchas flores y él amaba esa parte de la naturaleza.
Pronto sintió los brazos de JungKook rodeándolo por la espalda y entonces el sentimiento de calidez se intensificó. No podía desear nada más que esto y ahora estaba seguro de que el sufrimiento había valido completamente la pena.
Durante mucho tiempo mantuvo sus anhelos guardados en minúsculas dentro de una bóveda, pero ahora todo eso quedaba en libertad. Sus sueños se estaban cumpliendo. Nunca creyó que terminaría enamorado de un hombre y sin duda era mejor, porque su mayor anhelo era estar con quien ame de verdad.
—Todo se acabó, mi ángel—le susurró—Ahora sí podemos ser felices.
Los recuerdos salían a relucir en forma de lágrimas, sobre todo porque ninguno se imaginó que derramarían sangre en el proceso. A ambos les dolía imaginar cómo el contrario sufrió batallas y que no pudieron hacer nada para evitarlo. Pero ahora la recompensa era grande y estaba en sus manos. Nada ni nadie podrán quitárselos.
—Ay, ustedes sí que son adorables—interrumpió TaeHyung—Hacen una linda pareja.
—Supongo que quieren privacidad—se burló SeokJin—Está bien, lo entendemos. Nosotros también estábamos como que en medio de algo—sonrió coqueto y apretó descaradamente una nalga de TaeHyung.
—Agh, Jin-ah—gimió involuntariamente.
—Adiós, adiós.
JiMin sonrió divertido, aunque un tanto cohibido por el comportamiento de los chiflados. Pensaba en si también tenía que hacer ese tipo de cosas con JungKook o... cómo debían comportarse de ahora adelante. Al menos sabía que frente a ellos no tendría por qué fingir o contenerse de acercarse a su hombre, porque no van a juzgarlos, al contrario, se burlarían si no lo hiciera.
— ¿Tienes hambre? —preguntó de pronto JungKook.
Las mejillas de JiMin se encendieron, porque era evidente que estaba pensando en otras cosas. Y es que el hecho de estar consciente de que a partir de este momento estarán solos y la privacidad estará de su lado, le hace caer en la cuenta de algunas cosas interesantes. No puede negar que en el trayecto hacia acá pensaba en esa conversación que tuvo con él una única vez. Y claro que le asustaba el hecho de que posiblemente deben avanzar hacia ese punto, pero una parte de él ha estado deseando que suceda. Y sabe perfectamente que JungKook también lo quiere, sólo que está esperando a que le diga que está listo para eso.
Tuvieron su primera caminata en busca de un lugar donde comprar cosas para preparar comida. Aunque podía parecer algo simple, era como el descubrimiento de hacer algo nuevo a lado de su pareja y a ambos les resultaba perfecto. Se daban cuenta de que a partir de ahora compartirían momentos tan simples como este y no estaban conscientes de que quizá eso les serviría para llevar una mejor relación en el futuro.
Ahora todo era diferente; debían aprender a convivir, a compartir el mismo espacio, a entenderse y también a conocerse en aspectos más íntimos y hogareños. Preparar comida era parte de ello, aunque por ahora era JungKook quien se encargaría completamente de eso sólo por el placer de continuar impresionando a JiMin.
Se sentaron juntos a la mesa y decidieron no pensar demasiado en planificar sus días posteriores, sólo se concentraron en ellos, en el momento y en la plática de JungKook sobre cómo preparar ese platillo.
Sin darse cuenta la noche cayó sobre ellos y continuaban en el mismo lugar hablando de todo y a la vez nada. La tranquilidad se sentía en el lugar y de pronto el cansancio de un viaje largo les cayó de peso. Ambos tomaron un baño por separado, ya que JungKook se encargaría de limpiar la cocina y de lavar los trastes sucios. Mientras tanto, JiMin intentaba relajar a su cuerpo y buscaba las palabras que necesitaba decir. En el proceso se dio cuenta de que la casa tenía todo lo que necesitaban. Tal parecía que el azabache preparó todo para su llegada, porque realmente tenía la certeza de que podrían escapar juntos.
Le gustó la comodidad del lugar, sobre todo la habitación. No era ni la cuarta parte de la que alguna vez tuvo en la casa de sus padres, pero sin duda esta no parecía una prisión. La ventana se abría hacia arriba y le daba una linda vista del Big Ben. Suspiró ante eso mientras secaba su cabello y sonrió cuando escuchó que la puerta se abría.
JungKook entró con una toalla envuelta en su cintura y con su cabello goteando sobre sus hombros. JiMin tuvo una mejor vista desde ahí y no pudo evitar concentrar sus ojos en los abdominales del mayor. Sus mejillas volvieron a tomar color cuando él se dio cuenta que lo estaba mirando y se quedó sin aliento cuando lo vio acercarse con todo el coqueteo desbordando en sus ojos.
Esta sería su primera noche juntos en su casa.
— ¿Por qué te pones tímido? —inquirió con una sonrisa y lo abrazó para atraerlo a su cuerpo.
JiMin sólo había optado por ponerse una camisa y ropa interior. Se habían acostumbrado a dormir de ese modo y ahora no sería la excepción. Sin embargo, su timidez se debía a algo más que sólo haber visto el cuerpo semi desnudo de JungKook, de hecho, no pasó desapercibido para sus ojos el bulto en la toalla.
Tomó el valor, porque esto era algo que quería, algo que incluso ya había vivido en sueños y supo que se sentía bien. No quería inmutarse ahora, porque incluso el brillo en los ojos de su hombre se lo pedían de manera tácita. Si no sale de su boca entonces no sucederá.
JungKook lo besó lento, con cariño, porque hoy era una noche especial para los dos. Y no hubiese esperado demasiado porque lo quería tanto que no se atrevía a presionarlo, pero la perspectiva cambió cuando él se lo pidió.
—Quiero hacerlo—dijo JiMin con timidez—Quiero saber cómo se siente... tenerte dentro de... mí.
Sus palabras, aunque tímidas, fueron contundentes y eso hizo que las mejillas de JungKook también se encendieran. Ahora se sentía nervioso, como si esta fuese su primera vez con JiMin, pero es que sentía que debía ser responsable de todo, por su placer y para evitar lastimarlo.
— ¿Me lo estás diciendo con seguridad? —quiso preguntar.
—Sí, JungKookie—asintió aún con un poco de timidez—Confío en ti... hazme completamente tuyo esta noche.
El aludido tragó grueso, porque casi enseguida su miembro sintió esas palabras y despertó rápidamente. JiMin tenía el poder de excitarlo sólo con un par de susurros o incluso con una mirada.
—Vas a ser mío toda la vida, ángel—le dijo con voz ronca.
Chocó sus labios con los de JiMin para iniciar con la unión de sus cuerpos y de sus almas.
Su anhelo más grande se hará realidad.
Hello!!!!
Primero que nada... FELIZ CUMPLE, YOLANDA!!! :)
Espero que te la pases bien hoy :)
Ahora sí, puercas. Se viene lo que han estado esperando jajajaja. Sólo que tendrán que esperar dos días más. Si esperaron casi dos meses para esto, no les afecta dos días más.
Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar.
Las tkm!!!
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