36 Maneras De Morir
"Con sólo un resbalón caigo
de nuevo en el laberinto de setos.
Oh, qué manera de morir"
Guilty As Sin? – Taylor Swift
Sábado 17 de marzo de 1945
Durante el trayecto de vuelta, NamJoon había pensado mucho en... demasiadas cosas. No sabía cómo ordenarlas en su mente, sobre todo porque está seguro de qué tipo de escenario encontrará en la casa de sus padres una vez que éstos se percaten de la ausencia de JiMin y que se fue sin dejar rastro alguno. Ya había ideado un plan con SoYoon y eran tan simple que podría ser patético; fingir que no sabían nada. Y la llave de la habitación de su hermano menor que guardó durante tanto tiempo, la devolvió a donde su padre tenía todas las de la casa. De eso se encargó su esposa.
Tuvieron muchas cosas en su favor, empezando por que redujeron considerablemente el personal de su casa, sólo para evitar soplones que los delataran ante el pueblo. Su paranoia fue oportuna y por eso no hubo ojos que pudieran ser testigos de la huida de JiMin.
Pensó que quizá Dios sí estaba de su lado, por eso, después de tanto tiempo en sufrimiento, les abría las puertas de manera fácil y oportuna.
Tanto él como su esposa ya saben lo que tienen qué hacer, así como también saben lo que esperan concretar dentro de poco.
JiMin no será el único que escapará de este infierno.
Comprobó que no se equivocó cuando llegó a su casa y vio que los empleados estaban arrinconados en el jardín mientras se cuchicheaban. Los miró, pero no les prestó atención. Sólo se limitó a entrar a su casa y se armó de valor. Por fortuna recogió las flores que serían usadas para la boda y eso sería su cuartada.
— ¡Quiero que busquen en todos los alrededores! —gritaba SeHun completamente iracundo—¡No pudo haber ido demasiado lejos! ¡Ese demonio tiene que aparecer ahora mismo!
En cuanto lo vio tan fuera de sí se quedó parado en la entrada tratando de fingir una expresión de sorpresa y confusión. SoYoon estaba pegada al pasillo con la cabeza hacia abajo y con SooBin en sus brazos. Esto no pintaba nada bien.
— ¡¿Dónde carajo estabas?! —le gritó su padre después de detectar su presencia.
—Salí desde temprano para traer las flores—informó tratando de fingir lo mejor que podía— ¿Qué está sucediendo, padre? ¿Por qué está gritando tanto?
— ¿Qué pasa? —rio irónicamente y se acercó hacia él con amenaza—Por tu bien y por el de tu esposa será mejor que no tengas nada que ver con la desaparición de JiMin, porque te lo juro, Park NamJoon, que no me tentaré el corazón para enviarla a Japón, justo donde está la guerra ahorita.
La sangre del menor hirvió, porque su familia siempre será su punto débil. Le sorprende en serio que no heredó la misma personalidad despiadada y podrida de su padre, porque entonces tendría completamente ganado el infierno. Agradece no ser narcisista y un miserable que abusa de las personas a su alrededor, incluso de sus propios hijos.
—Desconozco de qué me está hablando—lo retó con la mirada—Ya le dije dónde estaba. Puede comprobarlo usted mismo. Las flores están en mi auto.
Después de eso caminó hacia donde estaba su esposa que previamente ya fue interrogada, pero SeHun la subestimaba demasiado, así que no podía sospechar de ella. Realmente de nadie, porque se suponía que JiMin no tenía escapatoria, pero tal vez fue a él a quien sí subestimó. Tal vez nunca se dio cuenta que era tan inteligente como para arreglárselas al escapar sin dejar un indicio de cómo lo haya hecho.
— ¡Señor SeHun! —bajaba una de las mucamas por las escaleras—¡La señora Sana se desmayó y no despierta!
— ¡Llamen a un médico! —le gritó—A mí no me sirve de nada que esté muriéndose—espetó y subió por las escaleras—¡SoYoon, ven aquí!
Pero NamJoon la detuvo y le negó con la cabeza para ser él quien subirá para atender a su madre dramática y moribunda. En ese momento bajaba ChaeWon por las escaleras muy confundida por lo que sucedía, ya que había escuchado los gritos. Antes de que se le escapara, detuvo a NamJoon de un brazo.
—Hay todo un escándalo—habló sorprendida— ¿Qué está sucediendo, cuñado?
El aludido negó con la cabeza y sonrió internamente. Ella nunca fue de su agrado, incluso antes de que JiMin comenzara a quejarse de su comportamiento atrevido e indebido, así que será un placer destruir todas sus avariciosas ilusiones. ChaeWon también merecía pagar por las desgracias de su hermano, después de todo, fue ella quien lo llevó a la cruz para que lo crucificaran.
—Al parecer JiMin escapó—informó con una media sonrisa—Supongo que no habrá boda, señorita ChaeWon. No se moleste en bajar. Mejor vuelva a Seúl.
La chica lo miró con una autentica expresión de pánico y estupor. Cuando despertó sonrió porque sería el mejor día de su vida, pero los gritos le exaltaron tanto que salió de la cama para averiguar, y ahora se enteraba de que, su ex futuro esposo, había escapado así nada más. Eso hizo que su respiración se acelerara gradualmente y que su corazón latiera de forma extraña y desigual. Llevó una mano hacia su pecho y miró hacia donde estaba la puerta abierta de la casa. Bajó las escaleras con premura y con sus ojos inundados de lágrimas, porque no podía creer que JiMin la dejó plantada. Pero en una de esas sus pies perdieron cierta fuerza y cayó escaleras abajo. Rodó una distancia considerable y terminó en el suelo con una herida en la cabeza y con muchos raspones en su cuerpo y rostro.
Todas las mucamas se exaltaron y corrieron hacia ella que se quedó inconsciente, y posteriormente llegó ChanYeol gritando horrorizado por ver a su hija tirada en el suelo y mal herida.
SoYoon seguía en el mismo lugar observando todo el desastre que JiMin había dejado y no pudo evitar sonreír medianamente porque, después de tanto abuso, sufrimiento y maltrato, era libre para estar con el amor de su vida. Mientras que los señores Park y aquellos que abusaron de él, obtendrán lo que se merecen.
Dios no castiga, pero la vida es un caso diferente. Y a veces cruel.
Lo que les esperaba a los Park era una manera de morir lentamente. Era como quedar atrapado en un laberinto, el cual no tiene salida. Al menos nadie sale de ahí con vida.
Sábado 17 de marzo 1945
JiMin acariciaba los pectorales de JungKook con una sonrisa juguetona en los labios. Habían aumentado de tamaño, estaba seguro, y quizá se debía al arduo entrenamiento que recibió siendo militar. La vista que tenía de él mientras lo observaba sentado encima suyo era la mejor de toda su vida. Ni la del mar se comparaba con esta. Lucía tan sexy y tan varonil con esa sonrisa que le muestra y con esos ojos oscuros que brillan más que la luz de la luna en la noche oscura. Le gusta cómo lo mira; con deseo puro y amor sincero, ese que sabe que nunca encontrará en ningún lugar.
— ¿Te gusta lo que ves, ángel? —inquirió coqueto.
—Me excita, en realidad—sonrió de lado.
La erección de JungKook estaba encajada en su trasero, y fue consciente de eso cuando se deslizó un poco hacia atrás. Lo escucho soltar un pequeño gemido y él sintió un escalofrío en todo su cuerpo, como un deseo inusual que le pedía por algo más que sólo un simpe roce, pero aun así no se inmuta con lo que quiere hacer.
Cuando el pene de su mayor queda liberado lo toma con sus manitos y comienza a masajearlo lentamente. Está duro y la punta brilla gracias al líquido pre seminal. Su atención se planta en las expresiones que JungKook hace, en esa forma tan sexy con la que echa la cabeza hacia atrás y deja a la vista su exquisita manzana de Adán. Se ve sexy. Se ve varonil. Sus encantos logran hipnotizarlo en gran medida y con mucha intensidad.
Empieza lento y juguetón. A la vez dudando de si hacer lo mismo que él hizo con su erección. Pero realmente no sabría cómo y aún le apena preguntar. De pronto se detiene y desciende para besarlo con fogosidad y deseo, diciéndole mío en cada beso y apretando sus pectorales que, a partir de hoy, serán su almohada para dormir.
Ambos sonríen en medio del beso, con amor, con coqueteo y con deseo. JungKook toma a su hombre de las nalgas y las aprieta con fuerza. Lo levanta un poco para que su erección quede nuevamente atrapada entre ellas y eso le hace soltar un gruñido por lo bajo.
La sensación que recorre a JiMin es inexplicable y se da cuenta de que también le gusta. Se motiva a menear sus caderas con un poco de torpeza y timidez debido a lo que tiene en sus pensamientos, pero sus movimientos son suficientes para hacer gemir a JungKook e incluso sonreír.
Lo toma de las caderas para motivarlo y es entonces que recuerda ciertas palabras de su teniente coronel; "cuando te monte, tocarás las estrellas del cielo". Le habían contado de la manera más vulgar y peculiar posible cómo un hombre puede montar a otro hombre y vaya que la imagen mental que tuvo con JiMin fue excitante, tanto, que una noche tuvo un sueño de primavera con él en esa situación. Viéndolo ahora desde donde estaba; él encima suyo mientras menea sus caderas para frotar su pene es un placer muy grande, es excitante. Le vuela la cabeza y le hace desear aún más que sólo eso.
—Salta—le ordenó con voz agitada.
Tanto él como JiMin experimentaron un montón de sensaciones que ya no eran tan desconocidas, pero que esta vez eran más intensas. Sus cuerpos ardían y eso que eran simples roces. Ahora JungKook estaba seguro de que su pene encajaría perfecto dentro de su hombre, y éste piensa lo mismo.
Para él se siente bien la dureza que ahora impacta con sus nalgas, sobre todo cuando se encaja en medio de ellas. Son fuertes los escalofríos que recorren su cuerpo y es fuerte el deseo por que aquello se intensifique. Fue entonces que combinó sus movimientos entre saltos y meneos de cadera que a JungKook le estaban volviendo loco. No quería que parara, incluso lo sostenía fuertemente de sus caderas para que continuara y no se cansara.
Pero qué manera de morir.
Ambos estaban jadeando y gimiendo bajo. JiMin se había excitado de nuevo, pero por ahora quería encargarse del azabache para hacerlo sentir bien.
Tomó más avidez, no importando que sus piernas se sentían cansadas, hasta que, sin dejar de moverse, descendió para besarlo con amor y con mucha lengua. Sus gemidos se mezclaron con los sonidos de chasquidos que generaban e incluso el sonido de las nalgas de JiMin siendo golpeadas por JungKook. Eso fue nuevo y le fascinó, ni siquiera podía sentir ardor, sólo una excitación desenfrenada que se apoderaba de sus sentidos.
Volvió a incorporarse y esta vez se sujetó fuerte a los pectorales de JungKook para menearse mejor. Lo hizo durante un buen rato y quiso tomar la erección para terminar con el trabajo, pero antes de siquiera moverse, el azabache ya estaba teniendo su orgasmo que intentó aguantar. Sintió lo caliente y lo viscoso de su corrida y sonrió contento. Después sólo volvió a descender para besarlo lentamente y cariñoso. Con amor sincero.
No les importó estar sucios por sus fluidos, simplemente se entregaron a ese momento donde sus cuerpos sentían su calor y se sumergían en tranquilidad.
Sin duda un estado de gracia que habían necesitado mucho.
—Estás duro otra vez—le dijo JungKook muy cerca de su oído.
—En un rato lo resolvemos—respondió con un hilo de voz—No dejes de abrazarme, por favor. Te extrañé demasiado.
Se aferraron el uno al otro con la misma intensidad de anhelo por jamás separarse. Incluso en este punto no podían creer del todo que estaban juntos y que sus sueños se cumplieron. Tenían miedo de despertar en las mismas condiciones precarias que antes, pero por fortuna no sería el caso.
Ya no más.
Se quedaron callados, a veces suspiraban y acariciaban sus cuerpos con delicadeza. JungKook, sobre todo, pasaba sus manos sobre la espalda de JiMin, una y otra vez de arriba hacia abajo y viceversa. Nunca se cansaría de estar así, sobre todo porque desde la cama podía ver perfectamente a través de la ventana la noche estrellada.
Pero pasó un tiempo considerable en el que JiMin estuvo callado, porque ni siquiera estaba dormido. Podía sentir las caricias pequeñas que dejaba en uno de sus pectorales e incluso su aliento cálido cuando suspiraba.
— ¿En qué piensas, ángel? —le preguntó.
—En mi hermano—respondió—Espero que esté bien.
—No te preocupes; lo estará—lo consoló y lo abrazó con más fuerza—Me aseguró que iba a arreglárselas para pasar desapercibido y que pronto también se marcharía. Tu padre lo amenazó con SoYoon y con su hijo.
—Lo sé—asintió y suspiró—Escuché una de sus muchas pláticas. Mi padre es un miserable.
—Lo es—dijo y se incorporó para dejarlo sentado sobre su regazo—Pero Dios y la vida se encargarán de eso. Tal vez no ahora, tal vez dentro de mucho, pero lo harán.
Realmente a JiMin no le interesaba cómo terminaría su padre después de todo lo que sucedió. No le importaba si mañana moría, si enfermaba o si incluso se fuese a la quiebra. No quería sentir rencor, pero tampoco podía evitarlo. Fue tanto maltrato y manipulaciones que su corazón, en ese aspecto, estaba herido y resentido. Aunque JungKook era ese curita que logra cubrir todas sus heridas y le hace sentir mejor. Hace que todo lo malo se desvanezca a la nada y le hace sonreír como un tonto.
—Dios es justo, así que no voy a preocuparme por eso—le dijo y sonrió medianamente—Aunque me siento mal por no haberme despedido del padre Min. Él fue de mucha ayuda cuando te fuiste... oh, y no creerás lo que me contó... —se detuvo y lo pensó mejor—No sé si deba contarte.
— ¿Por qué no podrías? —lo miró con cautela.
—¿Recuerdas cuando decíamos que algo ocultaba? —preguntó y lo vio asentir—Pues sí tiene un secreto y no te imaginas cual.
—Cuéntame—pidió y sonrió divertido— ¿A quién podría decirle? No hay nadie.
Una parte de JiMin sentía que traicionaba la confianza del padre Min, pero otra se moría de ganas por contarle a JungKook, después de todo podía confiar en él y no habría ningún problema. Así que optó por resumir un poco de aquello que supo, pero fue imposible. Cuando dijo que el padre Min se había enamorado de un hombre, el azabache abrió los ojos llenos de estupor.
El sacerdote parecía un hombre bastante conservador y muy serio. Tal vez hubiese creído que se enamoró de alguna mujer por ahí, pero de un hombre... un seminarista exactamente, era muy increíble.
—El pobre parece no querer olvidarlo—dijo JiMin con una expresión melancólica—Y mientras contaba la historia se refería a él como "Sol", pero su nombre es Jung HoSeok.
Por unos cuantos segundos, JungKook se quedó mirando la perfección de su chico mientras su cabeza traía un recuerdo muy vívido y del que no había pasado mucho tiempo. Él conocía ese nombre y jamás lo olvidaría, porque aquel sacerdote fue amable y muy oportuno con sus palabras.
— ¿A dónde dijiste que se marchó el seminarista? —le preguntó para asegurarse de que no estaba loco.
—Oh, pues... en la carta que el padre Min encontró decía que lo enviarían a Alemania lo antes posible.
Berlín.
Alemania.
¿Sería siquiera posible? Es decir, ¿qué probabilidad habrá de que estén hablando del mismo hombre? Era loco pensarlo, demasiado a decir verdad, pero tal vez podría haber un solo Jung HoSeok que se fue a Alemania y que ya no pudo volver.
— ¿Sabes algo? —comenzó a hablar aún con estupor en su mirada—Yo conocí a un sacerdote en Alemania... y tenía el mismo nombre que ese seminarista.
JiMin lo miró con atención también pensando que esto sería una loca coincidencia. ¿O destino? ¿Será una señal de Dios avisando que incluso ellos tienen un final juntos? Les gustaría poder averiguarlo, pero por desgracia creían que no era posible.
— ¿Tú crees que sea el mismo? —preguntó JiMin con un gesto curioso.
—Quizá sí—asintió JungKook— ¿Cuántos sacerdotes coreanos podrían estar en Alemania, sobre todo con el mismo nombre? Dudo mucho que sea más de uno.
—Quizá—dijo—Le rompió el corazón al padre Min. Sus ojos decían a gritos que aún lo extraña.
—No considero que haya sido culpa suya—dijo y le acarició la mejilla—Alemania se encontraba en una situación crítica en la guerra. Si para nosotros fue complicado acercarnos, imagínate para él querer salir de ahí. Aunque hubiese querido volver no pudo. Era cuestión de vida o muerte.
Podría ser y JiMin no va a juzgarlo por eso, realmente le gustaría poder conocerlo... poder verlo a lado del padre Min quien tanto lo extraña y ha esperado por saber algo de él.
—Confío en que Dios será bueno con ellos—dijo JiMin con una sonrisa.
—Así como lo ha sido con nosotros—respondió coqueto y lo besó por cortos segundos—Te amo, ángel.
—También te amo, JungKookie.
Y mientras ellos disfrutaban de sus cuerpos desnudos y de otra ronda más de amor y pasión, en el pueblo se esparcía por todos lados la desgracia de los Park. Algunos aseguraban haber visto a JiMin escapar, pero eso no era cierto. Otros decían que quizá se fue a lanzar al río para matarse, porque no había forma de que hubiese huido sin dejar ni una sola pista. Pero obviamente tampoco era cierto.
Todos hablaban de eso. Y grande fue la sorpresa del padre Min cuando llegó a la casa de los Park para oficiar la boda y encontró todo un desastre. Supo que buscaban a JiMin por todos los lugares posibles, pero que no había nada que pudiera hacerlos llegar a él. No va a mentir; sintió mucha satisfacción cuando supo que se fue y le agradeció a Dios en silencio por su buena voluntad.
Antes de irse de vuelta a la iglesia, NamJoon se acercó a él para darle el recado del rubio y no pudo sentirse más feliz. Él estaba seguro de que el ex sacerdote volvería por su hombre. Ahora estaba sentado frente al altar de Dios después de haber encendido los siros en nombre de JiMin y JungKook, para que la buena fortuna siempre esté con ellos.
—Ojalá podamos vernos... algún día.
Aquello no sólo lo dijo para JiMin y JungKook.
Holiii!!!
Ayer ya no pude actualizar, pero pues aquí ando jsjsjs.
Espero subirles otro cap más al rato o mañana, sas.
El cap fue corto porque era complementario del otro. Se vienen más cosas, gente :)
Aún tenemos un recorrido por hacer.
Espero que les haya gustado.
No se olviden de votar y comentar.
Las tkm!!!
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