34 Almas Atadas
"Dos almas atadas y unidas
por el orgullo y la culpa"
David Kushner – Daylight
Viernes 16 de marzo de 1945
Un día para la boda.
Con cada segundo que pasaba la esperanza de salir de esto se desvanecía. No había tenido la oportunidad de hablar con el padre Min ni con nadie, pero al menos ayer se salvó de probarse ese asqueroso traje. Aun así se la pasó pensando toda la noche. En cada momento JungKook aparecía con esa hermosa sonrisa y luego reproducía sus palabras de aquel día, donde le prometía que volvería por él. Pero el tiempo ha pasado y no ha aparecido. No ha perdido la confianza en sus palabras, sin embargo, no quiere creer que algo malo le pasó. Se niega rotundamente a creer que ya no esté en ese mundo o que terminó en Roma en condiciones precarias.
¿Y si no lo perdonaron? ¿Y si por alguna razón se enteraron de lo que sucedió?
No. Se sacó esas ideas de la cabeza y se puso de pie para ir hacia su ventaba y observar mientras sostiene el Cristo de plata que lleva a en su cuello. Es la prueba y la fuerza de que todo pasará en algún momento y que no tendrá que esperar a la siguiente vida para ser feliz con él.
Mira el cielo y suspira mientras reza, mientras pide por una única señal... pero quizá nada llegará a él.
Escucha unos toques muy suaves en su puerta y mira en dirección hacia ella. Al instante ve cómo un sobre blanco se desliza por debajo de la puerta y se queda sorprendido de esa acción. ¿Qué significa eso? No puede tratarse de sus padres, porque sería algo extraño.
Con una corazonada insistente es que se acerca a recoger el sobre y lo toma en sus manos con ciertas dudas, pero la letra que adorna su nombre puede reconocerla y su corazón se acelera. Lo destapa con cierto desespero y desdobla la hoja que va en su interior. Y entonces lo sabe... esa letra... jamás la olvidará, porque aprendió cada detalle de ese hombre cuando estuvo a su lado, incluso su pulcra y linda caligrafía.
Mi ángel.
Soy yo, he vuelto y estoy más cerca de ti de lo que piensas.
Ha sido un largo tiempo, lo sé y lo siento mucho. Siento mucho haberte hecho esperar demasiado, pero ocurrieron un montón de eventos desafortunados que todavía estoy asimilando.
No sabes cuánto te he extrañado y me muero de ganas por estrecharte en mis brazos. Todo el tiempo pensé en ti, en tu sonrisa, en tu voz, en tus labios y en tu cuerpo que me ha consumido en la locura.
No dejé de amarte, jamás lo haría. Jamás dudé de lo que siento. Y si te contara todo lo que he descubierto no me lo creerías. Por fortuna podré hacerlo, así que necesito que pongas atención a lo que viene anotado.
Lee cuidadosamente, mi ángel, que en cuestión de horas iniciaremos con una nueva vida... una en donde estaremos juntos para siempre.
A las dos de la mañana van a abrir el cerrojo de tu puerta. Será SoYoon quien te esperará y te ayudará. Al igual que tu hermano NamJoon.
Se dirigirán a la parte trasera de la casa. Ella ya sabe exactamente en dónde. Y aquí es la parte en la que requiero que seas valiente, aunque sé que si fuiste capaz de empuñar un arma para salvarme, puedes hacer cualquier cosa.
Saltarás por la barda y SoYoon te ayudará. Pero necesito que empaques en una mochila sólo lo necesario, lo que creas más valioso para ti. Un poco de ropa, dinero, oro y lo que necesites, pero que sea lo menos posible, ya que nos espera un largo viaje.
Con todo eso saltarás y te adentrarás en el bosque. Seguirás el camino de cruces talladas en los troncos con una lámpara que SoYoon va a darte y sólo debes andar sin mirar atrás. No lo dudes ni por un momento, ángel. Y no tengas miedo. No muy lejos estaré esperando por ti... para que escapemos juntos.
Sé que puedes hacerlo, eres un hombre valiente y al cual amo con locura. Sé que todo saldrá bien, pero aun así no te olvides de hacer oración. Dios es nuestro mayor protector.
Estaré rezando por que todo salga bien.
Pronto nos volveremos a ver y jamás nos separaremos de nuevo.
Nuestra vida juntos es en esta, porque así lo hemos decidido.
Sigo siendo tuyo, recuérdalo.
Hasta entonces, mi ángel.
Estaré esperándote.
JungKook.
Muchas lágrimas se deslizaron por las mejillas de JiMin después de haber leído y releído la carta por si algo no había quedado claro. Buscó entre sus cosas el cuaderno de JungKook con el que se quedó después de que se fue y comparó la letra sólo para asegurarse de que no era una mala jugada. Y no lo era. Se trataba de su letra. Se trataba de su hombre por el cual estuvo esperando durante mucho tiempo. Y llegó en el momento más oportuno.
Rápidamente corrió a su guarda ropa para buscar una pequeña mochila donde sabía que cabría lo poco que llevaría. Buscó sólo dos cambios de ropa y un par de zapatos. Luego fue hacia su cama y quitó la tabla de la parte de abajo donde estaba todo el oro que le robó a su padre y otro que ganó con su trabajo.
"Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón" pensó mientras guardaba todo en la mochila y la dejó debajo de la cama para que no la viera su madre cuando entrara en su habitación. También guardó la carta después de haber dado un beso lleno de anhelo y con la ilusión de que más tarde podrá besar los labios de su amado.
En cuanto se puso de pie la puerta fue abierta por su madre que venía con el sastre y suspiró aliviado. Ahora mismo ni siquiera le importaba probarse ese traje, porque sabe que será la primera y la última vez en su vida que lo hará. A la próxima que se ponga uno, será para unir su vida a JungKook por el resto de sus días, porque sabe que así será.
—Sube al banco y compórtate—ordenó su madre en un susurro cuando se aproximó a él.
JiMin no se opuso esta vez y trató de actuar lo más natural posible, como si no estuviese a punto de escapar con el amor de su vida en la madrugada. Se limitó a seguir las órdenes y se probó el estúpido traje que para nada lo hacía lucir mal aunque, al verse al espejo, se dio cuenta de que su semblante no era nada comparado con el de meses atrás. Ahora había ojeras en sus ojos por no dormir lo suficiente, sus mejillas disminuyeron considerablemente y sus labios estaban secos. Pero escapaba un brillo de sus ojos, uno que era la luz de esperanza por la nueva vida que le espera y logra guardar la emoción para sí mismo, para que Sana no sospeche ni un ápice de nada.
—Será un novio bastante apuesto, joven Park—le halagó el sastre—Su prometida debe estar feliz de casarse con usted.
"Por supuesto que lo está" pensó para sus adentros y mostró una sonrisa malvada. Kim ChaeWon también era la más feliz probándose su vestido extravagante de novia dentro de la misma casa, pero bastante alejada de la habitación de JiMin. Aunque estaba consciente de que él no sentía ni lo más mínimo por ella, estaba segura de querer casarse, de querer ser Park ChaeWon toda la vida.
Mientras que el rubio deseaba no ser más un Park y sabe que, cuando cruce la barda de su casa, no lo será más. Ya desde hacía un tiempo se había convencido de que su nombre suena mejor con el apellido de JungKook.
Jeon JiMin.
Algo que parecía tan lejano estaba a punto de suceder.
Mientras continúan haciendo arreglos a su traje, observa por la ventana que da directo al patio donde se llevará a cabo su falsa boda. El personal está acomodando todo y su atención se centra en el altar donde se encuentra el padre Min dando indicaciones. Lo ve mirando hacia su ventana, como si supiera que lo está viendo y siente nostalgia al darse cuenta de que no podrá despedirse de él.
Unas dos horas más tarde el sastre termina su trabajo y el traje se lo lleva para afinar los detalles, asegurando que estará listo en la noche.
Vuelve a quedarse solo en su habitación con los pensamientos yendo y viniendo, también observando como el lugar de su falsa boda está listo para ser utilizado y no puede evitar sonreír lleno de satisfacción. Le gustaría poder ver las caras de sus padres y de todos cuando sepan que se ha ido y que no volverá nunca, porque para cuando se percaten de su ausencia, seguramente ya estará muy lejos con el amor de su vida.
El tiempo continuó pasando, pero demasiado lento para su gusto. Sólo iba de un lado a otro pensando y releyendo la carta de JungKook en su mente. Aún no se podía creer del todo que él estaba aquí, quizá, a unos cuantos pasos de él. Resultaba todo irreal que temía despertar en su cama y en el pleno día de su boda con Kim ChaeWon.
Rezaba para que no fuesen ilusiones suyas. Lo hacía al pie de su cama con las manos juntas y suplicándole a Dios por su piedad, por su misericordia y por su compresión. Tal vez tenía culpa de ciertas cosas, pero nunca fue su intención herir a alguien. Y justo eso era lo que le decía.
—Mi alma está atada a la de JungKook—decía en voz baja—Desde que se fue he sentido que me falta una parte de mi ser y ahora, que está cerca de mí, siento que estoy recuperando dicha parte. Sólo te pido que nos concedas el bendito capricho. Hay mucho orgullo de por medio, pero también buenos sentimientos. No nos abandones en esto.
Escuchó que abrían el cerrojo de su puerta y vio cómo entraba su madre con una de las mucamas. Ésta dejó una charolita en su mesita de noche con un pan y agua, como siempre. Ni siquiera un día antes de su boda se preocupaba por alimentarlo bien, para que al menos no tenga ese aspecto deprimente. Pero ya ni siquiera le dolían acciones como esa. No veía la hora para largarse de ahí.
—Come—le ordenó la mujer—Y más vale que duermas temprano. Esas ojeras son horribles.
JiMin no respondió y contrario a eso tomó el pan y un poco de agua, porque quizá va a necesitarlo. Todo lo hizo en silencio y mirando un punto fijo en el suelo. Evitando a toda costa los ojos de su madre.
— ¿Qué haces pidiéndole a Dios? —le dijo ella con un tono burlón—¿Tú crees que escucha a los pecadores como tú? —soltó una risa y dio unos cuantos pasos.
"Yo espero que Dios la escuche a usted cuando la decadencia llegue" pensó y continuó comiendo.
—Estás muy callado—volvió a hablar—Así debió ser desde el principio. Pero te fascinó arruinarnos la vida.
"Ustedes casi arruinan la mía" nuevamente pensó y guardó silencio mientras bebía agua.
La mucama volvió para retirar los trastes y se fue. Sana iba detrás de ella y miró a JiMin quien también la miró y, por primera vez, ambos compartieron un sentimiento de resquemor mutuo.
La puerta se cerró y JiMin sonrió con tristeza y con una lágrima cayendo por su mejilla.
—Adiós para siempre... madre—susurró y se recostó en la cama.
Sábado 17 de marzo de 1945
Tuvo miedo de cerrar los ojos y quedarse dormido, por eso la mayor parte del tiempo fue de un lado a otro y mirando por la ventana para distraerse un poco. Aunque pasada la media noche perdió todo rastro de cansancio que pudiera sentir.
Miró el reloj antiguo que estaba en su mesa de noche, contando cada segundo que la manecilla marcaba, hasta que por fin indició que eran las dos de la madrugada. Y entonces se escuchó cómo el cerrojo de la puerta se abría. Por un momento tuvo miedo de que fuse su padre o su madre, pero no fue el caso. SoYoon apareció ante sus ojos con una expresión ansiosa y enseguida buscó su mochila debajo de la cama.
Quiso decirle algo, pero la mujer le indicó que no hablara y sólo le hizo un gesto para que la siguiera. Volvió a cerrar la puerta con seguro y asegurándose de que nada se viese diferente. Después de eso tomó la mano de JiMin y recorrieron los pasillos inmensos de la casa en completo silencio y cuidando de no hacer ruido. Sintieron adrenalina cuando pasaron frente a la habitación de los señores Park, pero por fortuna el momento pasó rápido.
SoYoon llevaba una lámpara con la que alumbraba tenuemente el camino y también para asegurarse de que nadie estuviese cerca. Lograron salir por la parte trasera de la casa y se tomaron un momento para escanear la zona. Lo llevó a donde NamJoon le indicó y luego se detuvo para mirarlo a sus bonitos ojos color miel, porque tal vez esta era la última vez que los vería.
—Buena suerte, JiMin-ah. Y que Dios siempre te cuide a donde quiera que vayas—le dijo mientras lo abrazaba con fuerza.
—Gracias, noona—sonrió con una lágrima deslizándose por su mejilla—Espero que un día tú también puedas escapar de este infierno.
Ella también conservaba la esperanza. El primer paso para la libertad y la felicidad absoluta era que JiMin saliera de aquí y se fuese con JungKook. Así que lo abrazó más fuerte, no queriendo dejarlo ir, pero era necesario. Era el destino que debía cumplir.
—Ya sabes lo que tienes que hacer—le dijo la mujer—Dios quiera que nos veamos pronto después de esto... y que seas muy feliz.
—Dios te bendiga—le dijo JiMin y se desprendió del abrazo para mirarla—Nos veremos pronto—sonrió.
Se dieron un último abrazo y últimas palabras de aliento. Después JiMin escaló por el muro con ayuda de SoYoon y con un poco de dificultad porque jamás en su vida había hecho algo como esto, pero JungKook era su fuerza y al final logró subir. Aventó al otro lado su mochila y lámpara, después sólo dejó salir un suspiro antes de lanzarse hacia el suelo.
Fue inevitable una caída, pero por fortuna sólo fueron unos cuantos raspones, nada comparado con lo que tuvo vivir durante todo este tiempo. Se incorporó y tomó sus cosas mientras sentía un poco de nostalgia. Vio por última vez su casa, esa donde creció bajo duras reglas y estrictas peticiones de sus padres. Donde muchas veces lloró porque se sentía como un pez fuera del agua. Donde no fue tan feliz como le gustaría creer que lo fue. Sólo los momentos que compartió con NamJoon cuando fueron niños libres de tantas responsabilidades.
Al final se marchó, tal y como JungKook le dijo; sin mirar atrás. No tenía por qué hacerlo, porque no extrañará nada de este pueblo, mucho menos a sus padres. Sólo a SoYoon, a NamJoon y a SooBin. Será lo único que permanecerá en sus recuerdos cuando sienta nostalgia. Pero sabe que será feliz a donde va, porque el amor de su vida lo está esperando en algún punto del bosque.
No está siendo difícil para él divisar las cruces en los árboles y cada vez que avanzaba más y más sentía mucha adrenalina en su interior. Por un momento pensó que quizá algo había sucedido, porque creyó que había caminado demasiado tiempo y eso le hizo sentir asustado. ¿Y si siguió mal el camino?
Sintió pánico, pero aun así continuó caminando por el sendero guiado de cruces talladas en árboles, aunque en menor velocidad. Sólo rogaba a Dios por que todo estuviera bien.
— ¿JungKookie? —preguntó mientras daba pasos cautelosos.
Sintió miedo porque nadie le respondía y sus lágrimas amenazaban con caer por sus mejillas. Su corazón estaba acelerado y por un momento se detuvo para analizar la situación y el lugar donde estaba, pero no había manera de haberse perdido, porque aún había cruces talladas en los árboles.
—Ángel.
La respiración se le cortó cuando escuchó ese mote cariñoso con el que su amado sólo se dirigía a él. Alzó la lámpara al frente suyo y lo vio salir detrás de un árbol con una sonrisa y lágrimas en sus ojos. De pronto sintió débiles sus pies y los latidos de su corazón golpeando con fuerza.
—Lo hiciste muy bien, mi ángel—le dijo JungKook ya con sus lágrimas cayendo— ¿No vas a abrazarme?
El rubio sonrió y corrió sin más hacia donde los brazos del amor de su vida lo recibieron encarecidamente. Hundió el rostro en su pecho y de pronto sintió que recuperaba todo el calor perdido durante duros y largos meses alejado de él. La lámpara se había caído al suelo, pero no perdió su luz y los iluminó a ambos en medio del oscuro bosque que era testigo de su reencuentro tan ansiado. Ahora mismo no pesaban todos los meses separados y en los que estuvieron en tristeza constante. Ahora ya nada importaba porque estaban juntos de nuevo y no iban a permitir que nadie los separara.
Desde que se vieron por primera vez se convirtieron en dos almas atadas por el orgullo y la culpa.
Pero ellos no lo veían así, simplemente se amaban y eso era todo lo que importaba.
Pronto JiMin se permitió llorar como tanto necesitó en su vida. Sus sollozos se hicieron sonoros y evidentes en la mitad del bosque. Y JungKook lo abrazó con fuerza al tiempo que también se dejaba llevar por su llanto. Habían contenido tanto durante este tiempo que ahora sólo querían dejarlo todo para poder continuar sin nada negativo en sus corazones. Toda la tristeza y el dolor se iban con cada sollozo y con cada lágrima derramada, incluso con cada respiración y suspiro que se les salía.
La necesidad les hizo separarse un poco sólo para mirarse sus rostros. Se dibujaron un par de sonrisas inundadas de lágrimas, pero esta vez no eran de sentimientos funestos contenidos, era la felicidad de estar juntos de nuevo y con la certeza de que ya no retrocederán en sus pasos. JungKook lo sostuvo de las mejillas y no aguantó el deseo de besar sus labios pomposos, porque necesitaba curarlos, necesitaba sentirlos y transmitirle su emoción por verlo de nuevo.
No hicieron falta palabras, sólo se dejaron llevar un instante por la emoción del reencuentro. La espalda de JiMin chocó con el tronco de un árbol y no pudo sentirse más vivo. Dejó que JungKook lo envolviera completamente e incluso que metiera sus manos por debajo de su camisa, no iba a detenerlo, porque ese tacto fue un anhelo durante sus días de encierro.
Le permitió tocar su piel y meter su lengua en su boca. Dejó que acariciara la suya y disfrutó de tragar sus gruñidos llenos de satisfacción. Esos sonidos incluso en sus momentos de delirios pudo escucharlos, pero no tan claros como en este momento.
—JungKookie—gimió involuntariamente.
—Mi ángel—acudió igual de necesitado.
Continuó besándolo, aunque pronto se desvió por la piel de su cuello, justo para aspirar esa esencia que nunca olvidó. Sintió que se embriagaba de eso y de la forma en que JiMin estaba empujando su pelvis contra la suya. Cuando se dio el primer contacto supo que debía parar o ya no podría detenerse.
—Tendremos mucho tiempo para esto—le dijo con voz agitada y una sonrisa—Te extrañé mucho... mucho mucho, como no te puedes imaginar.
—Yo también te extrañé mucho—le dijo con sus ojos cristalizados—Me hiciste mucha falta.
—Sé todo lo que te hicieron—le dijo y conectó su frente con la contraria—Créeme que si pudiera quemaría en ese momento todo el maldito pueblo. De primera mano a tus padres.
—Ya está todo bien—sonrió con cariño y subió una manito para acariciar el rostro del hombre—Lo único que importa ahora es estar contigo por el resto de mi vida.
—Y así será... te lo juro—sonrió y besó sonoramente sus labios—Vamos, porque tenemos el tiempo contado.
JiMin tomó la mano de JungKook sin dudar ni un poco y le permitió que lo guiara por el camino que aún estaba marcado con cruces. Él llevaba la lámpara y dirigió el sendero con mucha cautela, a veces deteniéndose unos segundos para asegurarse de que estaba bien.
Aquella vez cuando escapó por este mismo bosque lo hizo siendo un completo inexperto y por eso una serpiente lo mordió, pero ahora no era el caso, no después de haber participado en la segunda guerra mundial. Las balas que atravesaron su cuerpo sólo lo recargaron de energía y del valor suficiente para huir con su ángel caído del cielo. Por eso lo llevaba con fuerza de su mano y por eso a ratos le sonreía con emoción.
Esta tal vez será la anécdota más importante que recordarán cuando estén juntos en su casa en la última etapa de su vida. Porque están seguros de que llegarán hasta viejitos y todo con la bendición de Dios que nunca los abandonó, aunque sí los hizo enfrentarse a una dura prueba.
— ¿Falta mucho? —preguntó JiMin con voz cansada.
—Estoy seguro de que no—respondió JungKook sin dejar de mirar al enfrente—Sé fuerte, ángel. Te juro que después de esto podrás descansar todo lo que quieras.
— ¿Hacia dónde iremos? —preguntó curioso.
—Pronto lo sabrás.
Se detuvo y lo besó por cortos segundos. Era inevitable no tener ese deseo de querer sentir sus labios a cada rato y a veces no se limitaba, no importando que tenían el tiempo contado. Después continuó y miró el cielo para darse cuenta de que se pintaba más claro, y eso significaba que estaban cerca.
Había medido el tiempo durante esa semana y estaba seguro que pasadas las seis de la mañana estarían llegando a la carretera. Contempló las posibilidades de sacar a JiMin por un camino menos escabroso que este, pero temía que los ojos de la gente del pueblo pudiesen verlos, entonces no hubo más opción que esta.
Pasada una media hora por fin logró divisar el fin del bosque y entonces apresuró el paso con JiMin siguiéndolo fielmente y aun sosteniéndolo de su manito. En cuanto salieron a la carretera pudo respirar con alivio y sonrió victorioso al tiempo que soltaba la lámpara y lo tomaba de la cintura para abrazarlo.
Sólo quedaban un par de cosas por hacer.
Las luces de un vehículo les hizo señas y JungKook tomó la mano de JiMin para dirigirse hacia él. Por un momento éste dudó y es que estaba paranoico, no quería que nada ni nadie los detuviera de su escapada, pero reconoció el coche en cuanto lo tuvo enfrente y sonrió en grande cuando vio quién era el conductor.
—Hyung—dijo con un hilo de voz.
—Sube, JiMin-ah. No tenemos mucho tiempo—respondió NamJoon.
Era muy loco pensar que su propio hermano mayor le ayudaba a escapar con el amor de su vida que era un hombre y que anteriormente fue un sacerdote. Pero todo estaba bien. Tanto su hermano como su cuñada estuvieron de su lado, al igual que Dios que ahora parecía ponerles las cosas fáciles.
Se adentraron rápidamente por el camino que conducía hacia los muelles en el puerto de Busan. JiMin lo supo al instante al ver cómo el mar se asomaba por el horizonte gracias a que el sol estaba saliendo. Su mano aún sostenía la de JungKook de manera encarecida y sin muchas ganas de soltarla.
Cuando el sueño y el cansancio comenzaban a ganarle llegaron al puerto donde no había tanta gente. Enseguida bajaron del auto para estirarse un poco y JungKook lo abrazó con mucho cariño y emoción.
—Dame un momento ¿sí? —le pidió—Debo cambiarme de ropa.
Lo vio alejarse hacia una zona donde podía tener un poco de privacidad y luego se acercó a su hermano con una sonrisa melancólica en los labios. No sería fácil esta despedida, después de todo era su sangre y su más grande héroe en la vida.
—JungKook fue muy oportuno—dijo NamJoon—Sino ahora mismo estarías preparándote para tu boda con la señorita Kim ChaeWon—se burló.
—Gracias a Dios eso no va a pasar—suspiró aliviado y luego preguntó— ¿Qué pasará con ustedes? ¿No se meterán en problemas por esto?
—No te preocupes por eso, ¿de acuerdo? —le pidió y lo tomó de los hombros—Todo está planeado minuciosamente para que nuestro padre no sospeche de nosotros. Ahora sólo enfócate en ser feliz... vive feliz, JiMin-ah.
—Eso haré, hyung—sonrió y sus ojos se cristalizaron—Gracias por ayudarme. Espero que Dios te conceda la oportunidad de marcharte también.
NamJoon asintió y lo abrazó con fuerza, porque tampoco era fácil para él dejarlo ir. Pero sabía que estaba con un hombre que sabrá cuidarlo y protegerlo, sobre todo que lo hará muy feliz por el resto de sus días.
—Ya estoy listo.
JungKook apareció después de cortos minutos usando su uniforme de soldado inglés. A JiMin se le cortó la respiración en cuanto lo tuvo enfrente y sus labios se abrieron involuntariamente debido al estupor. No lo podía creer. Jamás imaginó que lo vería así. Se veía verdaderamente guapo. Era muy apuesto, pero ahora lo era más.
Era todo un sueño hecho realidad.
— ¿Este es mi hombre? —preguntó JiMin con ojos brillantes.
—Sólo tuyo, ángel—sonrió y besó su frente.
Por fortuna no había tanta gente que pudiese mirarlos. Sólo NamJoon quien sonreía complacido por ver que su hermano era feliz con él y que ambos estaban genuinamente enamorados. Ese tipo de miradas no se las dedicas a cualquiera, ni mucho menos la luminosidad de sus sonrisas.
—Pero... ¿por qué estás vestido de soldado? —preguntó el rubio con curiosidad.
—Es una larga historia—sonrió y suspiró—Tenemos mucho tiempo para que pueda contarte todo.
JiMin lo miraba con ojos brillantes y sin poder ocultar su sonrisa. Era increíble que JungKook estuviese vestido de esa forma y realmente no quería entender por qué, simplemente le encantaba y sintió que se enamoraba de él nuevamente.
—Llegó el momento—avisó JungKook a NamJoon—Te agradezco todo lo que hiciste para que esto fuese posible. Ya te di la dirección del lugar donde estaremos. Espero que un día puedas ir.
—Yo también espero eso—sonrió complacido y estrechó la mano del azabache—Dios nos permita reencontrarnos pronto. Gracias por salvar a mi hermano. Y sé que le darás la felicidad que nunca pudo tener aquí.
Fue lo último que dijo para después abrazar a JungKook. Ahora ya podía considerarlo parte de su familia, aunque fuera de este plano. Segundos después se dirigió a JiMin para abrazarlo aún con más fuerza. No pudo evitar derramar lágrimas en el proceso y es que le hubiese encantado que no se fuese tan lejos, que al menos tenga la dicha de verlo en poco tiempo. Pero es necesario que sea de este modo, así nadie podrá acercarse a él ni le hará daño de nuevo.
—Te prometo que iré—le dijo NamJoon—Nos volveremos a ver pronto y en mejor situación. Ahora serás feliz como tanto querías. Fuiste muy valiente.
—Gracias a ti, hyung, que me defendiste cada vez que pudiste—le dijo con lágrimas en los ojos—Cuida a noona y al bebé. Ellos necesitan que sigas siendo valiente.
—Lo haré... te lo juro—dijo y se aferró más a él.
—Despídeme del padre Min—pidió—Y dile con quien me fui. Él lo sabe todo y me apoyó en tanto pudo.
—Lo haré—asintió.
Lloraron, porque no era fácil separarse después de tantos años compartidos, pero era necesario para poder avanzar y liberarse de su vida reprimida en ese pueblo. No hubo más tiempo, pues el sonido del barco avisando que estaba a puno de zarpar les dijo que era momento. Se separaron y se mostraron una sonrisa antes de que JiMin caminara a lado de JungKook hacia el barco, ese mismo que los sacaría de una vez por toda de una vida funesta y desdichada.
Una última vez JiMin miró hacia donde estaba su hermano y agitó su mano en el aire con mucha emoción para despedirse de él.
No era un adiós, era un hasta pronto.
Dios quiera que sí.
El barco zarpó y en él se fueron muchas ilusiones compartidas que por mucho tiempo se reprimieron, pero que ahora podían liberar con la esperanza de un mejor mañana.
POR FIN!!!!
Empezamos con una nueva parte en la historia, de aquí pal real, hermanas!!!
Para que estén tranquilas. Ya no hay drama entre el Kookmin. Ya no se van a separar.
Pero nos falta abordar más detalles de su viaje, de donde vivirán y cómo lo harán. Jungkook va a iluminar a Jimincito jajaja
Nos falta más por saber de Tae, del padrecito Min y Hobi y muchas cosas más.
Esta historia ya va más allá de la mitad, así que espero que pronto estemos entrando en la recta final :)
Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar.
Las tkm!!!!
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