32 Elegir Religiosamente
"Si lo que quieren de mí
es la decencia sufrida durante mucho tiempo,
no saben cómo me has atormentado,
tan impresionantemente.
Nos elijo a ti y a mí.
Religiosamente"
Guilty As Sin? – Taylor Swift
Martes 30 de enero de 1945
AUSCHWITZ, POLONIA.
Los objetivos estaban más que claros. Y JungKook era tal vez quien se los tomaba enserio. Después de recorrer tanto territorio sigilosamente, por fin habían llegado al campo de concentración, quizá, más importante, donde los nazis se encargaron de maltratar a muchos niños judíos.
Durante ese tiempo continuó entrenándose de muchas formas. Y hoy consideraba que estaba listo para arriesgar su vida en esta misión. Está seguro de que con esto pagará todas las deudas pendientes que pueda tener con Dios. Además, no va a negarlo; está muy emocionado por lo que va a hacer.
Desde que se inició como militar ha estado ansioso por un poco de acción, para probarse a sí mismo que realmente es un hombre multifuncional. Es un experto siendo sacerdote y seguidor de Dios, pero nunca estuvo seguro de si cómo un hombre, uno que está en medio de la guerra, podía ser suficiente.
Su anhelo era ser digno de JiMin. Poder volver con la frente en alto y con su uniforme de militar para impresionarlo, para que viera que se esforzó por ellos, para que estén juntos siempre.
De cierta forma, al estar dentro de la segunda guerra mundial, sentía que aportaba su ayuda para el mundo, para crear uno mejor para las personas y para JiMin. Para que puedan tener una vida tranquila lejos de tanta mierda y donde nadie sea capaz de separarlos. Dentro de todo este caos aún lo elegía a él y luchaba por él. Siempre pensando en todos los momentos que pasaron juntos antes de que tuvieran que separarse. Con esos recuerdos es que se dirigía al campo de concentración mientras sostenía fuertemente su metralleta. No estaba nervioso, al contrario, estaba emocionado y ansioso. Iba detrás del teniente coronel Kim SeokJin que ahora se ha autoproclamado su hermano. Ha habido tiempo suficiente para congeniar con él y terminar de cimentar esa confianza que les hacía falta.
Entre muchas de esas pláticas donde se le instruía sobre cómo tener sexo real con un hombre e incluso intimidades de Jin y TaeHyung como pareja, logró conectar con ellos. Fue testigo de unas cuantas ocasiones de cómo se peleaban por celos o por diferencias que surgían en el ámbito militar. Lo que le resultaba curioso era el hecho de que Kim TaeHyung era mayor y aun así se dejaba someter por su novio que era menor por dos años.
El castaño tenía su edad y una historia un tanto triste y peculiar. Alguna vez le contó cómo fue que terminó en la segunda guerra mundial y lo hizo con unas cuantas lágrimas en sus ojos, aunque Jin estuvo ahí y le consoló en más de una ocasión diciéndole que lo ama y que él no lo abandonará jamás. Exageró diciendo que tenían que arrancarle el corazón si es que querían que dejara de latir por él.
Se convirtieron en amigos y ahora eran colegas que estaban a punto de ponerle fin a la pesadilla de muchos niños.
—La prioridad son las víctimas, especialmente los pequeños—susurraba SeokJin—Ya que tenemos un padrecito aquí entre nosotros, debería de hacer una oración— lo miró.
— ¿Te estás burlando, cabrón? —el aludido susurró también.
—No, realmente quiero que hagas una. Estoy nervioso—confesó.
JungKook sonrió, aunque no se podía ver ya que estaba cubierto del rostro, sólo sus ojos oscuros y redondos se asomaban. No estaba por demás que hablara con Dios antes de hacer esto, porque estaba muy seguro de que quizá se llevará más de una vida en sus manos. Aunque el precio era justo por los niños secuestrados.
—Querido Dios—comenzó entre susurros—Estamos aquí con motivos distintos, unos personales y otros no tanto. Pero tenemos un solo objetivo en mente. Sólo tú decides si los responsables del pecado sobreviven o mueren. Aunque me atrevo a pedirte que nos guíes y nos permitas salir victoriosos de esto. Protégenos, señor. Ahora más que nunca te necesitamos y te prometemos que seremos buenos hombres en el futuro... amén.
—Amén—susurraron todos.
—Mierda, voy a llorar—dijo TaeHyung y se acercó a Jin—Pero aún con lágrimas en los ojos me encargaré de aniquilar a esos hijos de puta.
—Eso haremos—respondió Jin un poco más tranquilo—Acabemos con esto y después vayamos a casa.
Todos asintieron y prepararon sus armas con valor. Tomaron la misma posición en la que habían logrado acercarse y posteriormente entraron uno por uno al campo de concentración que estaba casi a oscuras.
No quedaban muchos nazis alrededor, ya que cuando Hitler ser rindió, muchos lo hicieron con él. Pero hubo otros que tenían su criterio propio y no abandonarían sus tareas, porque su rencor por la pérdida en la segunda guerra mundial y por los judíos era intenso y era poderoso.
— ¡Inútiles hijos de perra!
Gritó Jin y lo siguiente que se escucharon fueron disparos por varios lugares, además de los gritos de niños judíos. Pero el pelotón que iba a su rescate era grande y era valeroso. Todos los soldados se dispersaron y se cubrieron como pudieron para poder enfrentarse al enemigo.
JungKook se escondió detrás de una pequeña casita que, estaba seguro, tenía a muchos niños dentro. La prioridad también eran ellos y sabía que por ninguna razón debían salir heridos, así que decidió luchar con eso en mente y con JiMin en su corazón. Hoy por fin terminaba todo y podría volver para buscarlo. Para ser felices.
Tuvo que cambiar de lugar para ayudar a sus compañeros y por fin experimentó la adrenalina de disparar su metralleta en combate. Sabe que les dio a varios nazis, pero justo en este momento no le importa manchar sus manos con sangre pecadora. Sabe que ellos merecen morir después de todo lo que habían hecho, porque no sólo secuestraron a los judíos, también abusaron de muchas mujeres y niñas. No se conformaron con eso, sino que buscaron dañarlos más.
Este mundo era oscuro y le afectó saber la realidad de todo. Hirvió en rabia cuando supo los detalles y se prometió que lograría arrancarles el corazón a todos aquellos que atentaron con vidas valiosas. En este momento no le importaba si eran de la misma religión o no, para él todos eran hijos de Dios y luchaba por ellos, por su bien y por su vida futura a lado del amor de su vida.
—Querido Dios, vengo a pagar mis deudas—decía mientras disparaba—Falté a mi promesa como sacerdote y de verdad lo siento.
En sus pensamientos, mientras intentaba acabar con los nazis, había un revoltijo que no sabía cómo acomodar. Tantas cosas qué decirle a Dios y no decía ni la mitad o terminaba por decir otras. Pero con un solo nombre en su mente y era el de Park JiMin. Su sonrisa aparecía en sus recuerdos y le servía de catalizador para continuar.
No estaba siendo fácil, y no lo sería, pues los niños judíos no estaban en ninguna de esas pequeñas casas. Parecía que todo lo tenían calculado para que no fuese fácil si es que los atacaban, pero la perseverancia de los soldados era infinita, sobre todo sus ganas de terminar con esto para poder iniciar una mejor vida.
SeokJin era quien dirigía a su pelotón, pero siempre cuidando de los movimientos de TaeHyung. Si algo le pasaba ardería en rabia y luego se quitaría la vida. Porque una sin él sería como el infierno. Aunque confiaba plenamente en que podía lograrlo. Ya no era más ese chiquillo grandote que todo le asustaba y que ni siquiera podía empuñar un arma porque lloraba como un bebé. Ahora ya no lo era mientras disparaba y acertaba con certeza. Se convirtió en un hombre fuerte y valiente. Y estaba muy orgulloso de él.
Así que sabía que podía confiar, tanto en él como en JungKook. También sabía cómo enfrentarse a esto. Su valor venía de un hombre que era importante para él y debía retribuírselo cuando lo conozca.
El momento llegará, pero por ahora los niños importaban y JungKook estaba seguro de que escuchó sus gritos no muy lejos de todo el caos. Miró a sus espaldas y divisó un muro que aparentemente tenía una puerta en el centro, pero que intentaban esconder con ramas de árboles. Sus instintos se pusieron en alerta y se acercó a SeokJin arrastrándose por el suelo.
—Ahí—señaló—Los tienen ahí. Hay que movernos.
—Lo haremos, pero antes tenemos que acabar con estos hijos de puta—ordenó.
Los disparos continuaron y JungKook perdió todo rastro de sensibilidad, aunque su plática con Dios persistía. Era como confesarse ante él y ponerle las cosas en claro, lo que estaba pidiendo y espera recibir. No era descaro, simplemente era sinceridad y esperaba que fuese suficiente para él.
—Dios—sólo quiero ser feliz—dijo y disparó—Sólo quiero este presente con el amor de todas mis vidas.
Disparó otra vez y pudo moverse hacia donde el muro estaba. Los demás militares los cubrieron mientras él, SeokJin y TaeHyung se encargaban de abrir la puerta hacia la victoria.
Y así fue. Los niños estaban reunidos en un rincón tapando sus oídos y había unas cuantas personas adultas alrededor de ellos. Enseguida corrieron hacia ellos y revisaron que estuviesen bien.
—Venimos a salvarlos—les dijo SeokJin con un fluido alemán y ojos brillantes—Ya pasará todo, sólo deben seguirnos.
Afuera del muro los disparos habían cesado y sólo quedaban cuerpos del enemigo y, por desgracia, uno que otro de los soldados valientes. Ayudaron a los niños a salir lo más rápido posible, pero una de las niñas lloraba y alegaba que su hermanito no estaba y que debían ir por él.
— ¿Dónde está? —preguntó JungKook.
—Dice que se quedó en un rincón escondido entre cajas—respondió Jin.
El azabache no lo pensó más y corrió de vuelta al interior del muro, ignorando completamente los gritos desesperados de su teniente coronel y TaeHyung. Necesitaba rescatar a ese niño, no podía dejarlo ahí, porque entonces no sería un buen soldado. Hacía esto por los niños, para darles un buen comienzo y para que sean felices. Ese niño merecía ser feliz.
Logró divisar un montón de cajas apiladas un poco más allá del muro. Corrió, quitó todo con desesperación y ahí lo encontró; asustado y hecho bolita en el suelo mientras temblaba involuntariamente. Su aspecto era deplorable y no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas de tristeza. Quiso sostenerlo en sus brazos, pero un disparo resonó como eco antes de que siquiera pudiera agacharse por él.
Aquel disparo le había perforado el muslo. Y luego se oyó otro. Y luego otro. Y otro más hasta que vio su propia sangre correr por el suelo y se desplomó en él. El grito del pequeño niño rezumbó en sus oídos y sintió su mirada asustada.
Tal vez todo se había acabado. Tal vez Dios había decidido que esta era la forma.
— ¡Malditos hijos de puta! ¡Asquerosos mierdas!
Escuchó los gritos de TaeHyung mientras éste disparaba con dos metralletas en sus manos hacia los hombres que habían herido a JungKook. El momento fue efímero, quizá, para el castaño. Pero a los ojos del aún sacerdote todo era borroso y lejano. Sentía ardor en todo su cuerpo y un dolor inmenso en su corazón.
"¿Es así como harás las cosas, señor? ¿No merezco tu perdón?"
Pensaba para sus adentros mientras miraba el cielo estrellado y la lejanía del universo. Parecía que todo estaba claro y que quizá la lucha ya se había terminado. Había cumplido con su misión. Todo estaba hecho.
— ¡Ni siquiera lo pienses, hijo de perra! —le gritó TaeHyung al tiempo que se dejaba caer al suelo con él—Dentro de este batallón no está permitido morir. No es el maldito momento. Dios no te está llamando. Así que no vayas a la luz. Quédate aquí—decía entre lágrimas.
— ¿Qué mierda? —habló SeokJin mirando el cuerpo sangrante de JungKook—¡Llévense al niño! ¡Rápido!
También se dejó caer al suelo para atender las heridas del que ahora consideraba su amigo. Lo hizo con lágrimas en los ojos y con el corazón acelerado. Por un momento sintió rabia con Dios, porque no merecía terminar así por haberse enamorado de un hombre. El amor no debería ser pecado. Ni la muerte debería separarlos así.
JungKook no merecía morir.
—A mí... no—intentó hablar el azabache—A... a los... niños. Corran.
— ¡Cállate! —le gritó TaeHyung—No vamos a dejarte.
—Tienes que resistir—habló SeokJin con lágrimas en los ojos—Tu hombre te está esperando. No puedes dejarlo.
JiMin.
Su bello ángel rubio de ojos color miel. Él era su fuerza, pero justo ahora siente que todo se le está yendo de las manos. Con cada suspiro, con cada gota de sangre derramada.
Tal vez no era en esta vida.
"Qué se haga tu voluntad, señor" pensó. "La acepto gustoso... sólo cuida de mi ángel"
—Sé que existes Dios—habló SeokJin al tiempo que cargaba a JungKook en sus brazos—Sálvalo. Por favor. Te lo ruego. Sálvalo.
Aquella petición desesperada, el azabache la escuchó lejana antes de cerrar los ojos y perder el sentido de todo.
Martes 6 de febrero de 1945
Una semana tediosa, viviendo en la incertidumbre y rezando como nunca lo había hecho en su vida. La última vez que lloró tan desgarradoramente fue cuando mataron a sus padres frente a sus ojos.
Los malditos nazis irrumpieron en su casa en diciembre de mil novecientos treinta y nueve. Se llevaron toda su vida por delante. Tenía sólo veinte años de edad y tuvo que aprender a sobrevivir. Y lo logró. Vengó a sus padres de la manera que le pareció justa. Conoció al amor de su vida y ahora tenía un amigo que, gracias a Dios, despertó por fin después de haber estado inconsciente durante una maldita semana.
JungKook recibió cinco disparos. Uno de ellos casi le perfora el pulmón. Tenía un muslo lastimado debido que ahí recibió dos y perdió mucha sangre. Él sabía que Dios fue grande y poderoso. Que le concedió una segunda oportunidad y que entonces esa era la respuesta a todas sus preguntas, aunque se cuestionaba si tal vez había más por hacer. ¿Será que con eso no fue suficiente?
—Maldito bastardo... hijo de puta—le dijo Jin al tiempo que se sentaba sobre la cama que descansaba.
— ¿Lloraste mucho por mí? —se burló con una sonrisa.
—Pues claro que lloró—entró TaeHyung en la habitación—Ni el niño lloró tanto como él.
—Cállate, puto—dijo y le aventó un cojín.
—Yo también te quiero, teniente coronel—JungKook se rio un poco, pero enseguida se quejó. Las heridas eran frescas— ¿En dónde estamos? ¿Seguimos en Polonia?
—No—respondió Jin—Logramos avanzar a Alemania. Estamos en Berlín.
JungKook abrió los ojos llenos de sorpresa y sintió un pequeño vacío en su corazón. Cada vez más lejos de JiMin y eso no sonaba bien.
— ¿Qué sucedió con los niños? —preguntó un poco inquieto.
—Ellos están bien—respondió TaeHyung—El pequeño está con su hermana ahora. Todo gracias a ti.
—Eres un idiota—le regañó SeokJin— ¿Cómo se te ocurre irte sin nadie que te cubra la espalda?
—Sólo quería salvar a ese niño—respondió—Gracias a Dios así fue.
—Definitivamente—asintió con una media sonrisa—Y ya terminamos con la misión. Ahora sólo hay pleitos entre Japón y Estados Unidos. El puto de Hitler sigue escondido. Pero eso ya no es asunto nuestro. Incluso la poderosa Alemania es nuestra—sonrió con orgullo—Ahora debes enfocarte en recuperarte para que puedas volver con tu hombre.
Era un verdadero alivio saber que todo estaba terminando, que la guerra estaba cesando. Sentía esperanza en su interior de poder volver con JiMin, aunque temía de que algo más sucediera para que eso no se llegara a concretar.
— ¿Puedo salir a caminar? —preguntó.
—Tendrás que usar un bastón—avisó TaeHyung y se lo dio—El médico dijo que la herida en tu muslo no te dejará caminar correctamente hasta que sane.
Eso era lo de menos. Sólo heridas que con el tiempo sanarán, pero por ahora necesitaba salir, necesitaba respirar aire fresco y un poco de tranquilidad. Aunque las calles de Alemania aún representaban estragos de lo que la lucha continúa había dejado, pero por fortuna la gente se paseaba por ahí con sonrisas llenas de esperanza.
El ambiente era tranquilo y el sol estaba en su punto más alto. Con cada paso que daba agradecía a Dios y, como si fuese cosa del destino, divisó una linda catedral de estilo barroco. No lo dudó y caminó hacia ahí para tener una extensa plática con el todo poderoso. Necesitaba tener la certeza de que todo estaba bien y que su amor con JiMin seguía siendo correcto. Que siempre lo fue.
Caminó lentamente apoyándose considerablemente en el bastón y se sentó en una de las grandes bancas de la parte de atrás. Cerró los ojos para hacer una oración rápida y de pronto sintió mucha paz... y una mano que lo tocaba del hombro sutilmente.
—Buen día—le dijo una voz masculina.
JungKook abrió los ojos de golpe y se encontró con un sacerdote que le sonreía resplandeciente y amable. Supo al instante que era coreano y eso le hizo sentir aún más aliviado. Era bueno encontrar a un compatriota suyo en un lugar como este.
—Buenos días, padre...—lo dudó por un momento— ¿Cuál es su nombre?
—Siento la descortesía—sonrió y le hizo una reverencia—Soy el sacerdote Jung HoSeok. ¿Con quién tengo el gusto?
—Soy el... soy Jeon JungKook—le hizo una reverencia.
Por un momento le iba a decir que era sacerdote, pero ya no sabía si considerarse como tal. Después de haber participado en la segunda guerra mundial donde, evidentemente mató a varios nazis, no creía correcto llamarse a sí mismo sacerdote, aunque tal vez siempre lo será, pero lo vivirá de otra forma.
—Es un placer, joven JungKook—le dijo HoSeok y se sentó a su lado— ¿Es soldado?
—Lo soy—asintió—Del ejercito de Inglaterra—habló con orgullo.
—Lo felicito—sonrió—Por fin terminaron la guerra. Me alegra saber que estaba del lado de los buenos.
—Gracias a Dios se terminó—asintió.
—Así es, gracias a Dios.
Ambos se sumergieron en un silencio mientras miraban el enorme altar que estaba al fondo y en el centro de la catedral. Ahí se respiraba mucha paz, pero no sólo por el ambiente, también porque el sacerdote tenía esa aura tranquila y amigable. Le daba tiempo a pensar en ciertas cosas, sobre todo si era momento de confesarse para cerrar ese ciclo, además quería una señal. Sólo una y la esperanza de que ya nada malo sucederá.
—Padre, Jung. Quisiera confesarme—pidió y lo miró—Si no le molesta, quisiera que sea ahora.
—No tengo ningún problema, hijo—sonrió y lo miró también—Para eso estoy, para servirte y ayudarte.
JungKook sonrió y se acomodó en su lugar buscando las palabras correctas que quería decir. Después sólo sintió tranquilidad y la esperanza de todo.
—Ave María purísima.
—Sin pecado concebido.
—Dime tus pecados, hijo. Sé sincero con Dios y contigo mismo.
—Primero que nada... maté a varios soldados en el enfrentamiento que tuvimos hace una semana—confesó porque así lo consideró necesario—No estoy seguro de cuántos fueron, pero... lo hice... tuve que hacerlo.
—Es una guerra—respondió el sacerdote con serenidad—Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón. Podemos considerarlo de este modo debido a las circunstancias en las que estabas implicado.
—Aun así... quería confesarlo—asintió y bajó la mirada.
—Y eso es bueno. Dios lo agradece—respondió y luego agregó— ¿Hay algo más?
—Sí—hizo una pausa y dejó salir un suspiro—Me enamoré de un hombre y lo extraño. Hacía más de medio año que no lo veo y... quisiera volver con él pero... con todo lo que ha pasado, siento que Dios no lo ve correcto.
Se hizo un silencio donde cada sacerdote lo ocupaba para pensar. HoSeok tenía sus luchas internas que aún intentaba ganar y, el hecho de que apareciera otro hombre que le confesaba que está enamorado de otro hombre, era como sentir una especie de alivio.
Ha sido un largo tiempo extrañando a YoonGi y se arrepiente de haberse marchado sólo porque tenía miedo. Intentó regresar, pero la guerra lo mantuvo prisionero en este lugar, sobre todo porque ayudó a esconder a muchos judíos y también les ayudó a escapar. Fue una larga misión y ahora por fin respiraba paz, por fin tenía la señal que necesitaba para volver por quien realmente le importaba.
Su hombre.
—El amor es diverso—respondió el padre Jung—Si lo que sientes es verdadero... entonces lucha por eso.
JungKook alzó la mirada y se giró para observar la expresión del sacerdote. Parecía muy sereno, muy tranquilo. Para nada escandalizado con lo que escuchaba. Y eso le hizo sentir mucho alivio. Por fin se liberaba de esa carga de culpa, así que sintió valor y decidió contar todo.
—También soy sacerdote—confesó con determinación—Oh, bueno... lo fui antes. Ahora no estoy seguro.
Sólo así se ganó la atención de HoSeok por completo. Éste lo miro curioso y sorprendido, porque aunque no le causaba ningún conflicto saber que estaba enamorado de un hombre, le causaba estupor saber que también era sacerdote y que, curiosamente, se encontraba en la misma situación que vivió hacía más de un año.
¿Esta era la señal?
¿Este era Dios diciéndole que no debía tener miedo?
— ¿Cómo pasó todo eso? —preguntó interesado.
JungKook contó cada detalle de cómo su amor floreció por JiMin. Desde que eran sólo sacerdote y asistente, hasta que pasaron a vivir su amor furtivo y a escondidas de todo el pueblo. Fue una historia extensa que los tuvo a ambos muy entretenidos, sobre todo a HoSeok, porque le sorprendía la cantidad de similitudes que tenía con su historia, provocándole una corazonada extraña, como si de pronto se sintiera cerca de YoonGi.
Lo único que el azabache omitió fueron nombres y lugares exactos de los hechos.
Parecía una locura.
—Yo te perdono por todos tus pecados—le dijo el padre Jung al tiempo que ponía una mano sobre su cabeza—Tu penitencia... ya la has cumplido. Te convertiste en un héroe que rescató a muchos niños judíos. Aun así realiza oración todos los días y a la hora que puedas. No te olvides de Dios nunca. Ya puedes ir en paz.
—Demos gracias a Dios—respondió JungKook y se persignó.
— ¿Volverás por él? —preguntó el sacerdote con evidente interés.
El azabache miró hacia el altar de Dios sintiendo esa convicción con la que se marchó de Busan, pero esta vez era más poderosa, más intensa. Si lo que querían era que sufriera durante mucho tiempo, pues lo lograron, pero hoy decidía ponerle fin a eso.
Ya no más sufrimiento.
Ya no más pretextos.
Si libró una parte de la segunda guerra mundial y sobrevivió a heridas de bala que pudieron haberle causado la muerte, entonces era por una sola razón.
"Te elijo a ti y a mí... religiosamente" pensó para sus adentros.
Había llegado el momento de volver por JiMin.
Por ahí alguien dijo que Jungkook se iba a encontrar con Hoseok... y pues le atinó jsjsjs
Se nos viene!!!!
Jungkook volverá por Jimin, ya es un hecho, casi se nos va al otro mundo jajja
¿Me creyeron capaz de matarlo? No soy tan cruel ksjs
¿Creen que llegue a tiempo para evitar que Jimin se case?
Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar.
Las tkm!!
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