Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

31 Luz De Noche



"En el fondo, muy en el fondo, señor,

lo intento.

Intento seguir tu luz,

pero es de noche.

Por favor, no me abandones en el final"

David Kushner - Daylight



Viernes 8 de diciembre de 1944



Durante un tiempo, el padre Min estuvo pensando en alguna forma y moviendo sus cartas por su cuenta. No supo nada de JungKook. En ningún pueblo sabían nada de él y dejó de preguntar para no levantar sospechas en otras iglesias de que estaba pasando algo malo. Pero estaba preocupado. Nadie lo había visto en ninguno de los pueblos vecinos y no había forma de que llegara a otros lugares sin que se supiera de sus movimientos.

Buscaba la forma de ayudar a JiMin, pero ningún plan le parecía lo suficientemente efectivo para que escapara de Busan. Además pensó; ¿qué pasa si JungKook vuelve y no está donde lo dejó? Había tanto que considerar y ninguna solución por emplear. Pero eso no significaba que se quedaría de brazos cruzados. No. Quería luchar esta guerra con ellos, por lo que no pudo hacer con HoSeok y porque lo creía correcto.

Ahora JiMin no se ha aparecido por la iglesia desde hacía varios días. Por lo regular se ausenta unos cuantos y luego vuelve, aunque con un nuevo moretón o un nuevo golpe. Pero le sorprende que ni eso le quita la esperanza que hay en su interior ni mucho menos que venga a la iglesia con todas las intenciones de acercarse a Dios. Le hubiese gustado ser como él. Así de alegre y optimista. Así de entregado a su amado aunque no estuviese cerca.

Sabe que debe hacer algo para ayudarle y que lo más probable es que SeHun otra vez lo encerró. Y así lo hizo; para evitar más escándalos que pudieran retrasar sus tratos con ChanYeol, decidió que lo mejor era mantener encerrado a su hijo y así no ocasionaba problemas. Pero el padre Min no lo iba a permitir ni siquiera por error. Y es por eso que ha entrado a la casa de los Park sin importar que lo hizo de mala forma.

Ser sacerdotes tenía sus ventajas, porque aunque sea descortés, todos le muestran respeto.

—Quiero hablar con Park SeHun ahora mismo—demandó a la servidumbre de la casa.

—Buen día, padre Min—saludó el aludido mientras bajaba por las escaleras— ¿Qué lo trae por aquí?

— ¿Dónde está JiMin, SeHun? —lo miró con rudeza.

—Está castigado, padre—respondió despreocupadamente—Creo que lo mejor es que se quede aquí. Ya suficiente habla el pueblo de él. No necesito que se crean más rumores que afecten la reputación de mi honorable familia.

— ¿La de tu familia o la tuya, SeHun? —inquirió desafiante—No puedes privarlo de los deberes que tiene en la casa de Dios. Aún tiene deudas con él que no ha pagado.

De acuerdo. Tal vez estaba mal que el padre Min utilizara el nombre de Dios para intentar rescatar al rubio de las garras de SeHun, pero no encontraba otras formas y sabía que con eso podía manipularlo un poco. No es equivocaba. Porque la expresión del patriarca de los Park cambió considerablemente y parecía que lo estaba analizando. Lo tenía donde quería.

—Podrá hacerlo después, por ahora debe estar encerrado...

—No vine a preguntarte, SeHun—lo interrumpió y se acercó a él para mirarle desafiante—Vengo por él para llevarlo ante Dios y para que cumpla con su penitencia. Así que sube ahora mismo y tráelo aquí frente a mí.

Por dentro SeHun sentía un hervidero de emociones que tal vez pronto explotarían. Por más que no le agradara la idea de que el padre Min quisiera llevarse a JiMin, tampoco podía oponerse del todo. Ya suficiente tenía con que NamJoon se le estaba revelando, pero al menos a él sí que podía aplacarlo, sin embargo, con un sacerdote no era el mismo caso.

—Supe que enfermó—habló el padre Min—La curandera me dijo que estuvo a punto de morir a causa de una fuerte gripa y que no está comiendo bien.

—La forma en que educo a mi hijo, padre, es asunto mío...

—No cuando prácticamente lo estás matando en vida—volvió a interrumpirlo— ¿Cuál es el pecado más grande, SeHun? Piensa bien lo que vas a responderme.

"Matar" fue lo que el señor Park pensó y no quiso responder. Contrario a eso, subió en silencio hacia donde estaba la habitación de su hijo quien estaba durmiendo en su cama después de haber llorado toda la noche. No había recibido buenas noticias. JiMin se molestó cuando lo despertó abruptamente, pero sintió alivio cuando vio al padre Min en su casa. Si Dios le había enviado a un mesías, sin duda, era él. También su hermano. Para su buena suerte lo llevaron al que siempre ha considerado su lugar seguro y tuvo la oportunidad de sentirse un poco tranquilo después de tantos días encerrado sólo viendo cuatro paredes.

— ¿Te ha golpeado? —preguntó el padre Min al tiempo que le daba un plato de comida y jugo recién hecho.

—En las últimas dos semanas no—respondió y comió, aunque había algo más que lo golpeaba por dentro.

—No me mientas—pidió y lo tomó de una mano.

—No lo hago—le mostró una sonrisa pequeña—No he comido nada delicioso, pero al menos me da de comer y respeta mi espacio.

— ¿No te parece que eso es muy raro? —lo miró con preocupación.

—De hecho... sí lo es—asintió pensativo.

Pasó una noche larga pensando y sintiendo desesperación de que los días seguían corriendo sin detenerse. Aunque pensaba que todo iba en cuenta regresiva, también pensaba que cosas malas se avecinaban y después de lo que le dijo su padre lo dio por hecho todo. La ausencia de JungKook era exasperante, sobre todo por la situación en la que se encontraba. Ahora tenía miedo de que, así como con HoSeok, se haya quedado atrapado a causa de la guerra. Aunque no tendría sentido porque no había ido tan lejos. Eso esperaba. Tenía Fe en que no se había olvidado de él.

—A mis espaldas, mi padre hizo varios arreglos y tratos con el señor Kim ChanYeol—informó mirando su plato de comida—Creí que me había librado de eso, pero no fue así.

— ¿A qué te refieres? —lo miró con cautela.

—A que retomaron los planes de matrimonio con la señorita Kim ChaeWon—dijo y miró el altar de Dios con anhelo—Hablaron con ella y aceptó casarse conmigo.

Por supuesto, pensaba el padre Min. SeHun estaba desesperado por las pérdidas en sus intereses y sobre todo de que la gente lo señalaba en la calle. De alguna u otra forma buscaría obtener beneficios y sacrificaría a su propia familia con tal de lograrlo. Esa era la única carta que le quedaba y estaba muy dispuesto a usarla. Lo que le sorprende es que Kim ChanYeol haya aceptado. Aunque su razón debe ser el maldito dinero. Como siempre.

No fue fácil convencer a la señorita Kim ChaeWon, después de todo, quitando lo que había sucedido, Park JiMin tenía todo lo que ella quería. Y algo le decía que podía intentar conquistarlo ahora que JungKook no estaba en el mapa. Su capricho no entendía de razones ni tampoco tomaba en cuenta los pecados cometidos. Le hacía ilusión ser Park ChaeWon para toda la vida. Lo mejor es que no tendrá que vivir en Busan cuando eso suceda. Todo gracias a su padre.

—Estoy desesperado—confesó e rubio con un hilo de voz—No sé cuándo se lleve a cabo dicha boda, pero no quiero que eso suceda—bajó la vista.

—No pierdas la Fe en Dios ni en un JungKook—intentó consolarlo—Él volverá.

—Tengo miedo de que se haya olvidado de mí—dijo y una lágrima rodó por su mejilla—No quiero dudar, padre Min, pero con todo esto que pasa siento que Dios está intentando decirme algo, y creo que es más que evidente qué es.

Después de no encontrar ningún rastro de JungKook, el padre Min también consideró la posibilidad de que decidió no volver nunca más, porque estaba muy consciente de que moriría si volvía. Pero buscaba en sus recuerdos todas las veces que lo vio junto a JiMin; cuando lo miraba y le sonreía exclusivamente a él. Cuando pasaban tiempo juntos en su oficina hablando por horas de nada que tuviera que ver con el catecismo. O cuando encontró los muchos tejidos que el mismo rubio hacía y que luego vio a JungKook comprando más estambre en el mercadito. Eran detalles... detalles que demostraban la pureza de los sentimientos que él tenía por el menor de los Park. No era cualquier cosa ni mucho menos cualquier capricho.

JiMin representaba mucho para JungKook. Y estaba seguro de que no volvía por alguna razón que no estaba en sus manos, no porque no quisiera.

—A estas alturas no te atrevas a dudar—le dijo y lo tomó de ambas manos—Y por tu matrimonio arreglado no te preocupes; buscaré la forma de que no sea válido o de hallar algo que la iglesia católica no permita para que se casen.

— ¿Se puede hacer eso? —lo miró con ilusión.

—No estoy muy seguro, pero buscaré algo, lo que sea—sonrió con convicción—Debes estar listo y libre de cualquier lazo para cuando JungKook vuelva.

De pronto el rubio sintió esperanza y mucha tranquilidad. Se había atrevido a dudar un poco de las promesas que su amado le hizo, pero era porque estaba entrando en desesperación. Ahora ya no podía decir lo mismo. Sólo debía confiar en Dios y en el padre Min que desinteresadamente le ayuda para que algún día pueda escapar y ser feliz.

Ha estado intentando seguir la luz de Dios, pese a que era de noche, podía verla al término del gran sendero que recorría.

Sólo era cuestión de no perder la Fe.

"Por favor, Dios. No me abandones en el final"


Miércoles 17 de enero de 1945



Por un tiempo los días fueron tranquilos para JiMin, todo con la incertidumbre de las muchas cosas que pasarían en cuanto el año iniciara.

A petición del padre Min, tuvo que comportarse y limitarse a no salir tanto al pueblo, salvo que fuese a la iglesia o fuera de vuelta a casa, así no tenía que enfrentarse a la gente, aunque parecía que éstos ya lo estaban dejando pasar ahora que sabían que estaba por casarse con la señorita Kim ChaeWon de Seúl. Dieron por hecho que estaba retomando el camino de Dios y que el amor de esa bella chica lo estaba cambiando.

Absurdo, quizá, pero a JiMin le funcionaba, sobre todo ahora que parecía que volvía a lo que tuvo antes de que JungKook apareciera.

No importaba que fuese la mitad de semana, porque los Kim decidieron aparecer para tener ese almuerzo tan ansiado que pondrá todo en el lugar que ellos desean. Se sentía como si el tiempo no hubiese avanzado, como si tanta tormenta jamás hubiese llegado.

ChaeWon estaba sentada a lado de JiMin mirándolo con una sonrisa, pero él estaba ahí nada más mirando su plato de comida con su mente y corazón con JungKook, en donde quiera que se encuentre. Para él todo esto era falso y un simple teatro donde debía desempeñar muy bien su papel para que la calma no se vaya. Confiaba en que el padre Min buscaría la forma de que su matrimonio no sea válido y qué, en cuanto parta hacia Seúl, pueda escapar en el camino para jamás volver a esta vida asquerosa.

—Ya habíamos hablado de los términos de este matrimonio—hablaba ChanYeol con una sonrisa llena de victoria—Verán que al joven JiMin le espera una buena vida en Seúl a lado de mi hermosa hija.

—No tengo dudas de eso—respondió Sana con gracia—Dios escuchó mis plegarias y estoy segura de que a partir de este momento las cosas volverán al lugar que les corresponde.

Milagrosamente, desde que SeHun le informó a Sana que ChanYeol y ChaeWon aceptaron de nuevo el matrimonio, pudo recuperarse de la depresión y de toda la tristeza que golpeaba a su egoísta corazón. Ahora se sentía como nueva, sobre todo porque los negocios se cerrarían en cuanto los jóvenes se hayan casado. Más aun sabiendo que JiMin se irá a Seúl. Ya no sería un dolor de cabeza para ella. Y confiaba en que ChanYeol lo mantendría completamente a raya.

—Así será, querida Sana—sonrió ChanYeol y bebió de su copa.

— ¿Y cuándo vamos a casarnos? —preguntó ChaeWon sin dejar de mirar a JiMin, tratando de ignorar el hecho de que le dolía ver su indiferencia.

—Estaba pensando que dentro de dos semanas sería bueno. ¿Te parece bien, ChanYeol? —habló SeHun.

Eso hizo que JiMin alzara la mirada sin poder ocultar su sorpresa y pánico. NamJoon lo vio y le dedicó una mirada lastimera, porque aún no entendía por qué de pronto había aceptado casarse con ChaeWon. Pero no pudo opinar lo contrario ni tampoco hablar con él; primero, porque no se presentaba la oportunidad. Segundo, porque si él aceptó entonces no había nada más por hacer. Pero ahora veía que no estaba convencido de lo que hacía y que con esos ojos le estaba pidiendo auxilio.

—Prefiero que sea dentro de dos meses—ChanYeol respondió pensativo—Tengo que hacer viajes de negocios, así que hasta entonces mi agenda estará liberada.

Tanto la expresión como los hombros se relajaron en JiMin. Pero el impacto y el temor no pasaron desapercibidos para ChaeWon. Eso le hizo enojar, sin embargo, no supo cómo actuar o qué decir. Al parecer estaba más que claro que todo era por conveniencia de los mayores y que el rubio estaba siendo obligado. Pero la esperanza estaba en ella. Débil, pero estaba.

—En dos meses será—dijo y aplaudió Sana—Ya que terminamos, ¿qué les parece si continuamos la charla importante en el despacho y con una buena botella de vino? —propuso.

—Me encantaría—asintió ChanYeol—Mientras tanto; JiMin y ChaeWon pueden salir a caminar. Así el pueblo se convence de que todo ha vuelto a las manos de Dios.

—Sí, yo sí quiero—asintió la menor y sonrió.

—Perfecto—Sana sonrió complacida—SoYoon. Recoge la mesa.

La aludida estuvo a punto de levantarse cuando su marido le sostuvo la mano con fuerza y le ordenó con la mirada que volviera a su lugar. No supo qué hacer, sólo acató el pedido tácito y se sentó de nuevo bajando la mirada. Esto no podía salir bien.

— ¿No me escuchaste? —la miró con dureza.

NamJoon vio cómo su padre y ChanYeol se iban bromeado rumbo al despacho, aunque no estaban lejos de todo. Realmente ya no le importaba nada. Tenía que proteger a su familia.

—La escuchó, madre—respondió sereno—Pero creí haberle dejado en claro que ella no es parte del personal. Es mi esposa y es su deber quedarse a mi lado.

—Tiene que ayudar con los quehaceres de esta casa—insistió la mujer y se puso de pie—Debe hacer todo lo que yo diga. Así que levántate, SoYoon. Y haz lo que te ordeno. No te escondas detrás de los pantalones de mi amado hijo.

—Ella no se esconde, madre. Yo la estoy protegiendo—NamJoon se puso de pie—No es parte del personal, así que no la trate como sirvienta. Es mi esposa y se va conmigo.

—Pero qué insolencia—Sana se mostró ofendida y se sentó de nuevo en su silla.

—Es mi última palabra y espero que deje de ordenarle cosas que a ella no le corresponden—NamJoon le dedicó ojos amenazantes—Sus únicos deberes son cuidar de mi hijo y ser mi compañera. No le exija nada más que eso. Permiso.

SoYoon se dejó hacer por la mano de su hombre mientras sonreía como una boba. ¿Sería muy atrevido decir que le había calentado ver cómo se ponía dominante ante su madre? Vaya que sí. Y es que no era para menos. NamJoon era un hombre alto, fornido y de cabello rubio que le quitaba el aliento a cualquiera. Pero ella era la afortunada que dormía a su lado todas las noches y la que es madre de su hijo. A la que sin duda le hará el amor en cuanto lleguen a casa.

La escena era observada tanto por ChaeWon como por JiMin. Éste se sentía satisfecho con la valentía que últimamente su hermano mayor tenía y estaba feliz de que por fin defendía el honor de su bella esposa. SoYoon no merecía menos. Ella merecía que le pusieran el mundo a sus pies y que la quisieran tanto como para defenderla de unos suegros abusivos.

Pero él no tenía tanta suerte, por ahora. No mientras sea ChaeWon quien está a su lado y no JungKook.

—Oppa... ya vamos a caminar—pidió la menor.

Los ojos de JiMin no se inmutaron en rodar cuando la escuchó hablarle de ese modo. Como si nada hubiese pasado. Como si ella no fuese la culpable de sus desgracias y de la pérdida del amor de su vida. Comenzó a caminar hacia la salida de su casa, no importándole que ella no podía seguirle el paso. Sólo esperaba que todo esto terminara pronto, porque hasta el aroma de su esencia le resultaba desagradable.

—Ay, oppa. Espérame...

— ¡No me llames así! —se giró para gritarle.

Ella lo miró y, debido a que sus ojos amielados eran bastante amenazantes, tuvo que bajar la mirada para evitar sentir temor. La última vez vio odio puro, como si quisiera golpearla, y justo ahora le hacía tener esa sensación. Sólo se limitó a caminar detrás de él hasta que consiguió ponerse a su par.

La gente del pueblo los miraban curiosos y con alivio. Aunque otros continuaban juzgando lo que podía ser bastante evidente, pero al menos ya nadie se detenía a atacarlo y eso lo agradecía. Por ahora no quería más problemas con los cuales lidiar. Con ChaeWon ya era suficiente.

Ella intentó alcanzarlo para tomarlo del brazo, pero nuevamente se ganó su desprecio total. Pensó que las cosas podían ser diferentes esta vez, pero ahora se daba cuenta de que estaba equivocada. JiMin seguía siendo reacio a congeniar y ahora no se inmutaba en demostrar el rechazo que sentía, pero le gustaría que fingiera un poco.

— ¿Podrías al menos tomarme de la mano? —pidió ella con ojos manipuladores.

JiMin detuvo su andar y la miró con desdén puro. Prácticamente le ordenaba con los ojos que no se le acercara y que ni siquiera se le ocurriera tocarlo. Las cosas ya no serían como antes y era mejor dejárselo en claro.

—Esto es falso y lo sabes perfectamente—le dijo con osca—Tal vez tú no has sido obligada, pero yo sí. Así que no te confundas. Este matrimonio no nos hace una pareja real.

Ella se sintió ofendida y rechazada, como todas aquellas veces que quiso acercarse a él para conquistarlo. Siempre recibió este trato de su parte y algo le advertía que, si se casaba, sería mucho peor. Pero aun así insistía, aunque es no significaba que estuviese molesta.

—Deberías agradecerme, estúpido—le escupió y lo miró con molestia—Nadie va a quererte con tu pasado mancillado y yo te estoy dando una oportunidad...

—No me importa—la interrumpió y mostró una sonrisa medio burlona—Si me quieres o no, es algo que me es insignificante. Nunca voy a sentir nada por ti, ni aunque nos casen a la fuerza—se acercó a ella y amplió su sonrisa—Que no se te olvide que todo esto es un teatro para engañar. Algo que les conviene a nuestros padres.

—Puedo hacer que todo esto se venga abajo—intentó amenazarlo—Este matrimonio no se lleva a cabo si yo lo ordeno. ¿No te das cuenta del poder que tengo sobre tu familia?

JiMin soltó una carcajada y la tomó del brazo con brusquedad, todo sin dejar de mostrar su sonrisa, aunque ahora tenía un ápice de odio y rencor.

—Hazlo. Ve y arma un escándalo. Diles que no te quiero... diles que te odio y que me fastidias. Si arruinas este matrimonio, realmente me estarías haciendo un favor.

No dijo más, sólo la soltó y continuó caminando. Por fortuna nadie transitaba por ahí. Era evidente que la llevaba por lugares poco concurridos por si llegaba a perder los estribos, algo que ya era muy probable sólo con mirarla.

En su mente le rogaba a Dios por que todo esto pasara pronto. Que sólo fuese el último capítulo de su desdicha y que en el siguiente aparezca JungKook con esa sonrisa que tanto le cautivó.

Aunque su noche seguía. Sólo la luz de Dios conseguía alumbrar un poco... sólo un poco.

Podría ser que el final estaba cerca, y esperaba que no lo abandonara cuando haya llegado.



Holis!!

Disculpen que no haya actualizado ayer, pero es que trabajé todo el día y salí cansada, la verdad. 

Pero aquí está. 

La parte que nos importra está muy cerca. Sólo tenga paciencia :)

Les daré lo que les gusta, creánme :)

Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar. 

Las tkm!!!

PD: Si puedo, actualizo más al rato :)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro