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26 Oscuro Perdón



"Hay oscuridad en la lejanía.

Estoy suplicando por tu perdón.

Pero sé que quizá me resista a él"

David Kushner - Daylight



Sábado 29 de julio de 1944



La incertidumbre y la pregunta constantes de si sobrevivirá estaban en su interior mientras se adentraba por tierras japonesas que para él eran completamente desconocidas. Pero intentaba tener Fe, porque los ojos brillantes y la sonrisa de JiMin que estaban en su mente lo mantenían a flote. Todo era por el anhelo de volver pronto para estrecharlo en sus brazos y no volver a soltarlo nunca. Ese era el propósito y quiere cumplirlo de verdad. No importa si debe encontrarse en situaciones precarias y de vida o muerte, por él es capaz de hacer cualquier cosa. Además quiere sentirse tranquilo con su consciencia y con Dios. Para él también es importe, porque si consigue eso entonces podrá estar con su ángel.

Madrugaron antes de que el sol saliera. Por lo que sabían y por lo que les informaron; los norteamericanos sí los invadieron y los japoneses estaban respondiendo. Se dieron cuenta de que necesitaban un lugar en donde refugiarse, porque Sapporo y Tokio estaban siendo devastadas con las luchas constantes. Así que ahí iban; caminando desde hacía un par de horas y con el cansancio sobre sus hombros.

Mina iba con JungKook para evitar que se perdiera o se desorientara, también porque no sabía nada del idioma y eso podían usarlo en su contra. Aún estaba en su papel de médico que debe cuidar a su paciente y eso mismo hacía por él.

— ¡Al suelo! ¡Al suelo! —gritó alguien.

El azabache no entendió lo que dijeron porque había sido un japonés, pero imitó las acciones de todos al tiempo que se escuchaban disparos por todos lados. A su lado llegó Mina con cara de espanto y con el rostro sucio por la tierra. Los dos se miraron con pánico y rezaron por que esta pesadilla terminara pronto. Pero no lo haría. Esto apenas empezaba. Se encontraban en medio de una batalla, al parecer, entre dos oponentes. Se suponía que viajaban por este camino porque era el más desolado, pero nunca se imaginaron que justo aquí podían estar acechando, y era bastante obvio.

También se escuchan distintos gritos en diferentes idiomas que JungKook no entendía. Sólo pudo cubrir sus oídos mientras se camuflajeaba con los grandes pastizales del campo. Había alrededor árboles, pero sería difícil llegar hasta ahí para cubrirse y luego intentar escapar. Y en su mente sólo estaba JiMin mientras suplicaba a Dios por su perdón y por todo, por el bien de su ángel e incluso por el suyo, por los implicados en esta situación.

—Tenemos que movernos—le dijo Mina a JungKook.

—Pero ¿cómo lo haremos?

—Arrastrándonos por el suelo—dijo ella.

En cuanto dijo eso se escuchó el estruendo de una granada y más gritos de los soldados que se enfrentaban. JungKook sentía desesperación de no poder mirar lo que sucedía a su alrededor. Y esta era sólo un poco de la realidad de aquellas almas inocentes que se ven envueltas en este caos sin tener culpa alguna de la lucha de poder.

Comenzaron a avanzar por la tierra y el pasto. Aunque constantemente se detenían debido a los fuertes estruendos que se escuchaban encima de ellos. La zona de árboles no estaba demasiado alejada, pero parecía una eternidad tener que ir hasta ahí. Sin embargo, lo intentarían, porque debían sobrevivir, cada uno por motivos distintos, aunque poderosos.

Cuando Mina estuvo más cerca se incorporó para correr hacia ahí, pero todo pasó muy rápido antes de que ella pudiera parpadear, pues el impacto de tres balas la hicieron volver al suelo y con sangre a su alrededor. JungKook heló en ese momento, viendo todo lo sucedido en cámara lenta y perdiendo noción de los disparos que pasaban encima de él.

— ¡Mina! —gritó sin importar que posiblemente no podría escucharlo.

Se arrastró hacia ella y la giró sobre el suelo para verla; tenía los ojos bien abiertos y respiraba con dificultad. Su kimono estaba empapado de sangre y esa misma le estaba haciendo perder la vida. JungKook nunca imaginó que viviría algo como esto. Quizá no había desarrollado cariño y aprecio por ella, pero se trataba de la mujer que le salvó la vida cuando estuvo a punto de morir por la mordida de una víbora, y ahora se siente impotente de no poder hacer lo mismo por ella.

—No por favor... Mina... no me hagas esto—decía entre lágrimas y sin poder incorporarse para mirarla.

Ella se giró y le dedicó una sonrisa débil. De alguna u otra forma estaba aceptando su destino.

Su misión en esta vida se había cumplido y estaba frente a sus ojos.

—Dios me llama—dijo con dificultad—Recuerda que... de-debes volver por... tu... tu hermano.

Fue lo último que dijo antes de que su mirada quedara perdida en la nada. JungKook entendió que su alma se había ido y que no podía hacer nada. Y aun así lloró, porque todo era tan injusto, más aún no poder hacer nada para traerla de vuelta, para agradecerle lo que hizo por él.

— ¡Retirada! ¡Retirada!

Gritaron, pero JungKook no escuchó porque estaba perdido mirando el cuerpo sin vida de Mina y pensando en JiMin, rogando por verlo una vez más.

"Dios, por favor. Acoge a esta hija tuya a tu lado. Ahora no me abandones a mí por favor"

Una bala pasó rozando por su hombro que enseguida lo hirió y eso le hizo pegar tremendo grito que incluso se escuchó por encima de las balas, pero aun así continuó rezando y rogando por un poco de piedad. Por una oportunidad más.

Se hundió en sus pensamientos, tanto, que ni siquiera escuchó que las balas ya no estaban cruzando por todos lados. Sólo se quedó en el suelo tocando su hombro herido y con la respiración agitada.

— ¡Identifícate!

Escuchó que alguien muy cerca suyo le gritó, pero no entendió el idioma porque le hablaron en japonés. Sólo pudo alzar un poco la mirada y vio a un par de hombres que le apuntaban con sus metralletas. Estaban cubiertos por cascos y mascarillas, pero sus ojos rasgados eran fáciles de ver. Quizá eran japoneses y eso no le hizo sentir tranquilo. Al contrario. Creía que su infierno apenas empezaba.

—No hablo japonés—negó respondiendo en coreano.

—Dinos tu nombre—ordenó uno de ellos contestando en el mismo idioma y sólo así JungKook sintió alivio. Era un compatriota suyo.

—Jeon JungKook... soy coreano...

— ¿Qué hacías aquí? —preguntó el otro mirándolo amenazante.

—Yo... yo...

— ¡Habla! —gritaron.

—Sólo estábamos yendo a... un lugar seguro—respondió con miedo. Sentía que en cualquier momento descargaban sus metralletas contra él.

— ¿Quién es ella? ¿Tu esposa?

—No, no—negó al instante—Era una amiga... era japonesa... Mina.

Ambos soldados miraron el cuerpo de la joven que yacía con sangre en el suelo, pero no podían sentir mucha lastima por los japoneses, no hasta saber qué papel desempeñaban en este encuentro.

JungKook alzó un poco más la vista vio que los soldados llevaban bordada una pequeña bandera de Inglaterra en sus trajes. Y supo entonces que ellos eran los invasores y que quienes habían perdido fueron los japoneses. Vaya enredo en el que se metió.

—Irás con nosotros—dijo un soldado al tiempo que se ponía de pie—Será mejor que ni te opongas, cabrón. Porque te clavo una de estas en la frente para que termines igual que tu amiga.

JungKook lo miró con recelo por haber hablado así de Mina, pero no tuvo otra opción que callar y dejarse arrastrar por ellos. Al ser levantado del suelo se encontró con el deplorable escenario a su alrededor. Muchos cuerpos de soldados tirados en el suelo, sangre derramada e incluso balas esparcidas. Un poco de fuego en la lejanía que amenazaba con hacerse grande, pero que intentaban controlar.

Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo al tener que caminar entre toda esa gente muerta que en su mayoría eran soldados. Pero a su vista llegó el padre de Mina; estaba tirado en el suelo y con sangre a su alrededor. Él también había muerto y no pudo evitar derramar lágrimas de culpa por eso. ¿Cuántas almas inocentes se habían perdido? Eran muchas, porque entre ellas estaba esa gente con la que intentaba escapar y era lamentable.

— ¿No se sienten culpables? —preguntó JungKook con la mirada en el suelo—Mataron a muchas personas aquí. Dios los está juzgando duramente.

—Dios sabe que nuestras razones no tienen opciones—respondió el que se veía más alto y se puso a su lado sin dejar de apuntarle con su arma—Y será mejor que te calles la puta boca si no quieres que te corte la lengua con una bala.

— ¿Piensas que soy el enemigo? —lo encaró y lo miró con desdén—Yo sólo pasaba por aquí...

—Eso es lo que el enemigo diría—respondió el otro y se puso de frente para apuntarle con el arma.

JungKook optó por no decir nada más y continuó caminando con su hombro sangrando levemente. Llevaba la mirada clavada en el suelo porque lo que estaba a su alrededor era imposible de ver sin tener la sensación de vomitar. Aunque fuesen soldados de guerra sentía lastima por ellos.

Lo llevaron a un camión donde subieron a más personas como él, aunque ellos eran japoneses. Unos eran soldados que estaban heridos y que eran prisioneros. Entonces comprendió que él era uno de ellos. ¿Y si lo llevan a Inglaterra? ¿Qué hará? No puede alejarse. No más de lo que ya está, pero si dice algo seguramente lo matan y se trata de mantenerse con vida.

Qué difícil se estaba volviendo tener que sobrevivir y no sentir miedo, sobre todo porque sólo pensaba en JiMin y en que no podrá cumplirle la promesa que le hizo antes de marcharse. Y por otro lado estaba el hecho de que Mina murió frente a sus ojos y que no pudo hacer absolutamente nada por ella.

Se quedó sentado en ese camión con las manos atadas mientras observaba el panorama y analizando las posibilidades para escapar, pero era más que evidente que no podría hacerlo aunque lo intentara. Estaba atrapado en esto y sólo podía suplicar por perdón a Dios para que estos soldados no le arrebaten la vida.

Vio que uno de sus captores se acercaba aún con el rostro cubierto. Lo miró aunque él no lo hacía y se dio cuenta de que cerraría las puertas del camión. Por eso se acercó y se apresuró a preguntar:

— ¿Qué harán con los cuerpos?

—Un lindo funeral en las fosas—se burló y luego rio.

—Estoy siendo serio al preguntar—lo miró desafiante.

—Yo también estoy siendo serio al responderte—volvió a burlarse.

El soldado quiso cerrar la puerta, pero JungKook puso el pie para que no lo hiciera mientras le dedicaba una mirada colérica y llena de advertencia. Se estaba cansando de su actitud arrogante y socarrona, como si de verdad no tuviera compasión de las almas perdidas en el campo de batalla.

—Quisiera que enterraran a mi amiga en un lugar decente y que no lo dejen en una fosa—pidió con súplica.

El soldado lo miró por varios segundos y luego se quitó el casco y la mascarilla. Quedó al descubierto el rostro de un hombre atractivo; sus labios regordetes y facciones muy únicas. No parecía que llevara tanta oscuridad en su mirada sólo si lo mirabas detenidamente. Parecía que su piel era clara, pero la suciedad no le permitía apreciarlo del todo. Y aun así resultaba demasiado apuesto para estar en una guerra como esta.

JungKook sintió pena por él.

—Escucha... ¿Jeon? Como sea—manoteó—No estamos en las complacencias, así que aplasta el culo ahí mismo y mantén esa boca de mierda cerrada si no quieres que te mate aquí para que después vayas a la fosa con tu amiguita—amenazó fuerte y claro—Lo mismo va para todos, inútiles hijos de perra.

Después de eso sólo cerró el camión y se escuchó silencio total. Pronto sintió que se movían y se limitó quedarse en el mismo lugar mientras su mente pensaba una y otra vez.

Se escucharon pequeños llantos detrás de él, y no era para menos. Eran prisioneros de soldados que aparentemente eran del bando de los ingleses y no tenían ni la más mínima idea de lo que podían hacerles.

JungKook sentía lastima por Mina y por su cuerpo que se quedó en ese campo de batalla. ¿De verdad sólo iban a desecharla así sin más, como si su vida no valiera nada? Pero tristemente así era la guerra; a nadie le importaban las vidas que se perdían, porque el único objetivo era ganar a toda costa.

Mina, su padre y toda esa gente eran un daño colateral, uno que ya no se podrá remediar ni aunque los años pasaran. Y tal vez esto lo atormentará durante mucho tiempo. Pero más será el hecho de no poder volver a Corea, porque lo más probable es que lo llevarán hasta Inglaterra o hasta podrían matarlo. Para ellos no importaba su vida.

Pasó un largo rato hasta que el camión se detuvo, pero no fue consciente de eso hasta que abrieron las puertas y pudo ver un poco de luz, aunque la noche ya estaba encima de él.

—Bájense ahora. No me importa si pueden o no—ordenó el mismo soldado que los encerró.

JungKook fue el primero en poner los pies en la tierra y fue escoltado por éste mismo. Cada soldado tomó un rehén para llevarlos a lugares apartados donde pudieran interrogarlos.

Pronto llegaron a una carpa de las muchas que estaban esparcidas en el bosque, al parecer los norteamericanos y los ingleses habían tomado el poder de esas tierras. JungKook no sabía cómo sentirse al respecto, pero sabía que era complicado. Que si lo interrogaban tenían que decir la verdad y esperar a que ellos creyeran en su palabra.

—Siéntate—ordenó el soldado, pero al tiempo lo presionó de un hombro para apresurarlo.

JungKook vio cómo se dirigía a una mesita de donde sacó un habano y lo encendió con un fósforo y éste terminó en el suelo aplastado por la bota militar. No se sintió para nada intimidado, al contrario, estaba cada vez más enfadado y sólo podía pedirle a Dios que los perdonara por su inconsciencia. Sólo están sedientos de poder.

—Si eres coreano, ¿por qué traes una bandera de Inglaterra en el uniforme?—preguntó JungKook con curiosidad.

—Tú no haces la preguntas, bastardo—le respondió con una sonrisa burlona y sacando humo por la nariz— ¿Cómo dijiste que te llamas?

—Jeon JungKook—respondió dispuesto a cooperar.

— ¿A qué te dedicas?

—Soy sacerdote.

El soldado se quedó serio mirándolo mientras fumaba más de su habano. Hoy había sido un día largo y de mierda donde, para su buena suerte, le ganaron a los incompetentes de los japoneses. No quería perder mucho tiempo interrogando al hombre que tiene frente suyo, pero debe hacerlo y por alguna razón le ha cagado que le diga que es un sacerdote. ¿Quién le va a creer esa mierda?

—No me mientas, cabrón...

—No lo estoy haciendo—refutó—Es lo que soy. Problema tuyo si no me crees y si sigues pensando que tenía algo que ver con los japoneses.

Se hizo otro silencio que el soldado utilizó para mirar a JungKook y luego caminó alrededor suyo para intimidarlo, pero realmente no le funcionaba del todo. Y lo sabía, por eso decidió ser un poco más flexible con él. Sólo un poco.

—Debemos entrar en confianza, ¿no es así, Jeon? —sonrió un poco y cogió un pañuelo para limpiarse la suciedad y el sudor del rostro. Sólo así se pudo apreciar que realmente era atractivo, aunque tuviese unas pocas ojeras—Para que eso pase te diré quién soy—se paró frente a él y le mostró una sonrisa—Soy el teniente coronel Kim SeokJin. Coreano de sangre, pero inglés de juramento para detener esta mierda de guerra.

— ¿Por qué con Inglaterra? ¿Por qué saliste de tu nación para entrar en este juego del infierno? —preguntó.

—Te voy a responder para que entremos más en confianza—asintió y tomó una silla para sentarse frente a él—Yo tenía cinco años cuando salí de Corea para vivir en Alemania. Ahí crecí durante este tiempo. Y bueno... tenía una buena vida, hasta que el hijo de perra de Hitler decidió que matar judíos y vengarse por la primera guerra mundial era una buena idea—hizo una pausa y se inclinó hacia enfrente para mostrarle una mirada llena de recelo que no iba dirigida hacia él—Mis padres murieron por el pecado de ser... judíos. Ese bastardo de mierda mató a lo más bello que tuve en mi vida. Por eso ahora no voy a descansar hasta que lo maten o hasta que él mismo lo haga. Además... hay muchos niños judíos que nos necesitan y yo voy a dar mi vida por ellos, por lo que no pude hacer por mis padres.

JungKook puso atención a cada palabra y a cada gesto del soldado que ahora conocía su nombre. Quiso cuestionar sus acciones, pero pensó en que, si algo similar le pasaba a JiMin, lo más probable es que no dudará de cobrar venganza con sus propias manos. Ahora que ve los ojos de SeokJin entiende el porqué de su actitud arrogante y fría. Porque no tiene motivos para ser bueno si ya le quitaron todo. Y ahora lucha por una causa. Le conmueve que piense en los niños a pesar de su sed de venganza.

— ¿No ha hablado el bastardo?

Se escuchó la voz de otro soldado que ingresaba en la carpa. JungKook lo miró y por la forma de sus ojos se dio cuenta de que era el otro soldado que lo capturó. Este par era quien lo metió en esto.

Lo observó por unos segundos; su cabello castaño medianamente quebrado y maltratado. Su tez morena debido al sol y a las circunstancias, pero vio que le mostraba una sonrisa cuadrada y alegre al otro soldado que se acercó a él para poner el habano en su boca. Después sólo sintió sus miradas encima y supo que había llegado su turno para responder preguntas.

—Dile tu nombre al padrecito—dijo SeokJin con sorna—Y confiesa tus pecados—se rio un poco.

— ¿Padrecito? —lo miró con sorna.

—Este hijo de puta dice que es sacerdote.

—Qué mierda.

Y ambos rieron estrepitosamente, aunque en el proceso el soldado que sostenía el habano tosió debido al humo y eso hizo que SeokJin riera más. Por un momento, pese a que se estaban burlando, JungKook percibió un ambiente más cómodo y... divertido, pero volvieron a la seriedad cuando ambos soldados lo miraron de nuevo.

—Está bien, padrecito—le dijo el de sonrisa cuadrada—Haré como que te creo—hizo una pausa y se sentó frente a él—Mi nombre es Kim TaeHyung y tengo... muchos pecados de los que no se puede imaginar. Seguramente hasta le da un infarto.

—Son bastante estúpidos para ser soldados—dijo JungKook con una sonrisa burlona.

—Debemos ser positivos en medio de toda esta mierda—respondió TaeHyung y tomó del habano—Ya dinos la verdad, porque ya queremos descansar.

—Esa es toda la verdad—respondió el azabache—Soy sacerdote. Lo juro por Dios.

—Y entonces ¿qué estás haciendo aquí? —habló SeokJin y se paró a un costado del soldado.

—Digamos que... cometí un pecado que para la gente del pueblo donde vivía era imperdonable—respondió pensativo.

Estaba consciente de que no podía decir toda la verdad. No ante ellos. ¿Qué tan malo sería que supieran que estaba enamorado de un hombre? No lo sabe y no quiere averiguarlo, no ahora que parecen más calmados y un tanto divertidos con la situación. Así que sólo responderá lo que le conviene y diciendo la verdad con la esperanza de que le crean. Después de todo ya conoce más al teniente coronel y al soldado que no sabe qué papel desempeña. Pero con esa información le bastaba.

— ¿Qué clase de pecado, padrecito? Cuéntanos—alentó SeokJin.

—Qué curioso, ¿los padres cometen pecados? —inquirió TaeHyung sorprendido.

—Más de los que te puedes imaginar—asintió—Seguimos siendo humanos después de todo... Agh—al final se quejó.

Al haberse movido sintió ardor en su hombro, lugar donde una bala le había rozado. El teniente coronel buscó un botiquín y le hizo curación al tiempo que lo dejaba hablar un poco sobre su historia.

—No es algo a grandes detalles—decía JungKook mientras hacía muecas por el ardor—Sólo que... me enamoré... me enamoré con locura y eso es imperdonable para la gente del pueblo.

—Qué ridículos—dijo SeokJin—Sólo es amor. No deberían escandalizarse por eso.

"Si supieras"

—Tsk... eso es verdad—habló TaeHyung— ¿Entonces qué? ¿Te cazaron como a las brujas? —se burló.

—Aunque parezca gracioso, eso hicieron, pero mi ángel me defendió—sonrió medianamente con un ápice de melancolía.

— ¿Tu ángel? —inquirió SeokJin— Tu mujer, supongo. Qué bella dama.

JungKook enmudeció para dar por hecho eso que decía, porque tampoco se atrevía a mentir con que su ángel era una mujer. Simplemente lo dejó así.

— ¿Y tu ángel está bien? —preguntó TaeHyung.

—Eso espero—suspiró e hizo un mohín por el ardor—Lo más probable es que le castigaron también.

TaeHyung sólo se puso de pie para tirar el resto del habano que quedaba. Después se acercó a SeokJin para darle bandas que cubrieran las heridas de JungKook. Al final ambos soldados se sentaron frente a él para mirarlo, pero esta vez no se veía mucha rudeza en sus ojos, sólo lo normal. Eso le hizo sentir más tranquilo.

—Te vamos a creer, padrecito—dijo el teniente coronel—Pero te vamos a estar vigilando.

—En cuanto a su amiga...—habló TaeHyung—La vamos a enterrar en un buen lugar y con flores. No nos creas tan desalmados. Es sólo que debemos tomarnos bien nuestro papel de soldados. Eso es todo.

JungKook asintió aliviado y no pudo evitar derramar una lágrima por su mejilla. Era una buena noticia saber que Mina tendrá al menos un entierro decente donde su cuerpo pueda descansar en paz. Es lo menos que se merece por ser tan buena y por haber dejado una huella imborrable en su vida.

—Se los agradezco mucho—hizo una reverencia con la cabeza— ¿Me permitirían despedirme de ella?... Me salvó la vida—los miró con súplica.

Ambos soldados se quedaron callados y se miraron mutuamente como si estuviesen hablando en sus mentes. Y tal parecía que estaban de acuerdo, así que sonrieron y luego miraron a JungKook.

—De acuerdo—asintió SeokJin—Pero no cometas imprudencias o te juro que te reviento el cuerpo a plomo.

—No se preocupen—les hizo una reverencia—Igual estoy agradecido con ustedes... por la curación y por... no matarme—se rio un poco.

—No podemos matarte, padrecito. Ya suficiente con los soldados que matamos hoy—se rio TaeHyung—Será bueno para nosotros tener un sacerdote. Mucha mierda nos hace quedarnos sin alma.

Eso era verdad. La guerra cambió drásticamente la vida de todos los soldados que estaban activos. Y continuaría cambiando a más personas que por obras del destino terminen envueltas en eso, tal como era el caso de JungKook. Pero al menos sentía que Dios le perdonaba y que se asomaba un poco de luz en la oscuridad. Quizá se resistía a esto aún, pero no podía hacer mucho, porque no se arrepentía de lo que hizo.

Sólo espera que a partir de eso las cosas mejoren.

Espera que la claridad llegue a él y a estos soldados que están dando su vida en el campo de batalla. 



Holiii!!!

Estoy intentando escribir lo más rápido que puedo jsjs

Había logrado acortar un cap, pero este me quedó más largo, así que quedamos igual jsjjs

Ya se unieron dos personajes más... ahora nos falta uno. 

Ojito ahí jsjsjs

F por Mina. No me gusta ser cruel, pero siendo realistas, la segunda guerra mundial fue peor. Sólo estoy apegándome un poco a la realidad.

Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y de comentar. 

Las tkm!!!!

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