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23 Sangre Derramada



"Me digo a mí mismo que no iré allí.

Oh, pero sé que no me importará.

Intento limpiar la sangre que he derramado"

David Kushner – Daylight



Lunes 3 de julio de 1944



Corría rumbo al barco que estaba por zarpar, con la respiración agitada y con el corazón en la mano. Sabía que lo estaba esperando ahí, porque se lo prometieron. Prometieron estar juntos sin importar nada.

Irían rumbo a su nueva vida, lejos de los opositores y de toda esa gente hipócrita que los juzgó y los lastimó sin compasión. Dios es compasivo, pero ambos aprendieron a la mala que sus seguidores no lo eran. Que confundían lo bueno con lo malo y lo malo con lo bueno. Y que nunca estarían dispuestos a hablar, a dialogar ni mucho menos a entender. Por eso era mejor huir lejos y empezar desde cero, donde nadie los conozca ni sepa de su pasado.

Llegó corriendo y mirando a todos lados en busca de él... la luz de sus ojos. Y a lo lejos pudo ver una cabellera rubia deslumbrante que le sacudía los sentidos. No tenía que detenerse a siquiera pensarlo, porque sabía que era él. Ese cabello era inconfundible y la forma de su cuerpo. Nunca podría olvidarlo.

—Mi ángel, estoy aquí—le dijo y lo tomó de la mano.

Suspiró ante el tacto, pero le pareció que estaba demasiado fría. No se sentía como su misma manito cálida y pequeña que solía sostener en aquellos ayeres. Y eso le hizo sentir inseguro, muy inseguro.

—Lo estás haciendo muy bien, querido—le dijo el rubio con una sonrisa.

Su voz. Siente que pasó toda una eternidad sin haber escuchado su voz. Siempre será la melodía más hermosa para sus oídos y siempre se sentirá derretido por él. Ahora que puede verlo después de haber atravesado un montón de dificultades, siente que vive de nuevo. Realmente no le importa mucho que su tacto siga siendo frío.

—Por fin estaremos juntos para siempre—le dijo con una sonrisa y se acercó a él—Iremos a algún lugar lindo, donde nadie nos conozca... donde podamos estar tranquilos.

—Sabes que eso no va a pasar—respondió JiMin con un gesto de melancolía—Todavía no podemos estar juntos...

—Pero, tú... tú estás aquí...

—Sólo vine a despedirme de ti—dijo y bajó la mirada—Tienes que irte, JungKookie.

El corazón de JungKook latió con fuerza y desbocado, como esa vez en medio de la catástrofe en la que tuvo que despedirse precipitadamente de él. No quería esto. No quería vivirlo de nuevo. No quería dejarlo solo.

No iré allí sin ti—se negó y lo sujetó fuerte de las caderas—Tú lugar es a mi lado.

—Lo es—asintió y subió sus manitos para tomarlo de las mejillas—Pero por ahora no se puede.

—No me digas eso—se recostó en su manito y cerró los ojos al tiempo que sus lágrimas bajaban— ¿Por qué no se puede?

—Porque debes cumplir una misión importante—alentó y le sonrió con amor—Debes ser valiente si quieres volver por mí. Yo voy a estar esperándote en el mismo lugar.

—No quiero, ángel. Yo te necesito—lloró.

—Debes ir—insistió—Es tu deuda con Dios. Aún no puedes volver.

En cuanto escuchó el nombre de Dios entendió. Por un momento se olvidó que era un sacerdote con una carga grande en sus hombros y debía buscar reivindicarse si es que quería vivir en paz el resto de su vida. Y sólo porque JiMin se lo pedía es que se armará de valor para afrontar todo lo que se venía.

Cumplir su misión.

—Te amo, ángel—le dijo en un suspiro.

—Te amo, amor mío— correspondió.

Subió al barco después de un abrazo largo y lleno de amor. Con su mano al aire se despidió del amor de su vida quien se desvaneció con el viento.

—Oh, ya despertó. Pero qué alivio... gracias a Dios—habló una voz femenina.

En un abrir y cerrar de ojos pasó de ver a JiMin a ver un teja de paja y palmas. Parpadeó varias veces tratando de orientarse y de recordar, pero el vacío en su pecho le hizo sentir incómodo, tanto, que se levantó abruptamente.

Sólo había sido un maldito sueño.

—Espere, espere, tranquilo—dijo la misma voz—Estuvo inconsciente durante una semana, aún no puede levantarse. Debe descansar.

JungKook miró a esa mujer que le hablaba y frunció el ceño al no saber quién era. Le causó conflicto el hecho de que vestía diferente y que su acento era extraño. La miró de arriba hacia abajo y luego miró hacia sus alrededores. Sólo era una pequeña habitación débilmente parada con paja, palma y tablas. Esto no es algo que exista en Corea, y de pronto sintió pánico de eso.

— ¿Dónde estoy? —preguntó con un tono desesperado—Dígame donde estoy.

—Cálmese. No le pasará nada—le dijo la mujer con un tono cauteloso—Está en Sapporo, Japón.

Japón.

Japón.

¡¿Japón?!

Sintió que su respiración se aceleraba y que los sentidos le traicionaban. No podía creer que esto estuviese sucediendo. Se suponía que el plan era esconderse en el pueblo vecino, no llegar hasta otro país. ¿Cómo fue que sucedió esto?

Mientras intentaba calmar a su respiración también intentaba recordar los hechos. A su mente volvió la última noche que estuvo en el bosque y que una serpiente lo mordió. Juraba por Dios que ese era su final, pero ahora estaba aquí, vivo, en Japón y más lejos de JiMin.

Tenía que volver cuanto antes.

—¿Cómo llegué aquí? Sabe hablar coreano—la miró con ojos desorbitados.

—Mi madre es Coreana y mi padre es Japonés—sonrió ella y sirvió agua en un recipiente que le entregó a JungKook—Lo encontramos en el bosque cuando nos marchábamos de uno de los pueblos de Busan. Le hice curaciones y lo trajimos con nosotros. No sabíamos quién era o a dónde llevarlo. Además no podía dejarlo solo en esa condición. El veneno de esa víbora es fuerte. Pudo haber muerto. Pero gracias a Dios que eso no sucedió.

Todo había pasado tan rápido que era difícil de procesar. JiMin había aparecido en sus sueños con un mensaje extraño y su presencia se sintió muy real. Ahora despertaba en Japón más perdido que nunca. Al menos sí debía ser agradecido con que estaba vivo y que su cuerpo no había quedado sin vida en el bosque solitario. Ahora la interrogante es: ¿qué va a hacer? Aún siente su cuerpo débil, además de que su tobillo duele. Lo más probable es que no podrá caminar correctamente en un rato.

Pero debía entender que si Dios lo envió a este lugar fue por una razón.

"Debes cumplir una misión importante"

Aquellas palabras sonaron fuertemente en su mente.

—Disculpe pero... ¿cuál es su nombre? —preguntó con curiosidad.

—Oh, siento mucho mi descortesía—habló la mujer—Mi nombre es Mina Myōi. ¿Cuál es el de usted?

—Jeon JungKook—respondió.

La mujer sonrió y le retiró el recipiente con agua para cambiarlo por arroz hervido y lo que parecía ser avena en papilla. No supo cómo reaccionar por eso, pero entendió que la mujer sólo estaba siendo hospitalaria y que prácticamente le debía su vida entera.

—Gracias por esto que está haciendo por mí—le dijo JungKook con voz tenue—No lo olvidaré nunca. Espero que mi Dios se lo pague abundantemente.

—Lo hago con gusto—asintió ella—Sé de herbología y de un poco de medicina. Era mi deber salvarle la vida. Lo más seguro es que por eso Dios me puso en su camino.

Dios.

JungKook estuvo de acuerdo con eso y ahora más que nunca está agradecido con él. No lo dejó solo cuando creyó que realmente lo estaba haciendo. Justamente le envió a una mujer japonesa que sabía cómo atender su situación y esta misma lo puso completamente a salvo de la catástrofe que estaba en su espalda, pero no se le hacía justo estar aquí mientras seguramente JiMin la pasa mal. También merece estar sufriendo como él.

—Lo dejaré tranquilo para que coma—habló Mina y se puso de pie—No se preocupe por la comida y el agua. Aquí no le faltará. Sólo debe enfocarse en sanar.

La mujer le mostró una sonrisa amigable y JungKook la vio salir del pequeño cuarto. Sólo en ese momento se permitió derramar lágrimas y se dispuso a comer mientras el nudo en su garganta se lo dificultaba. No podía estar del todo tranquilo sabiendo que JiMin no estaba ni un poco cerca y que no está en las mismas condiciones. Lo único que le quedaba era rezar por él.

"Dios mío. Estoy eternamente agradecido por estar vivo. Sólo quiero pedirte por él... por mi ángel. No permitas que sean tan duros con él. No dejes que lo castiguen severamente. Tú sabes que lo que nosotros sentimos es amor verdadero y eso no es un pecado. No merece derramar sangre por mí. Te lo suplico, señor. Protégelo"

Tenía buena comida en su charola, pero el sabor amargo que se había instaurado en su boca no le iba a permitir disfrutar de ella aunque quisiera.

Para NamJoon no estaba siendo fácil ver la situación que había en su casa y en sus propios ojos. Ver que JiMin sufría y que incluso lo torturaron durante tres días sin comer era algo que no podía manejar del todo bien. Pero más se enojaba por no poder hacer algo al respecto. Por no poder defenderlo como correspondía. Y se la pasaba todas las noches pensando en qué podía hacer para ayudarlo, porque sabe que puede morir si continua ese maltrato. Y no se lo va a perdonar nunca.

De momento le pidió a SoYoon que fuese con él para intentar entrar a hacerle curaciones. SeHun había encerrado a JiMin con llave y había mandado a ponerle reja en su ventana para que ni siquiera intentara escapar. Pero NamJoon conservaba la llave en su bolsillo, de la cual estaba seguro, SeHun no sabía que tenía. Y no debería saberlo nunca.

Entraron cautelosamente en la casa esperando no ser sorprendidos. Sana no estaba merodeando como acostumbraba debido a que no ha podido salir de cama, según ella, por la fuerte depresión que tiene. No quiere salir para enfrentarse a las fuertes críticas que el pueblo podría echarle. Como toda una cobarde, se escondía en su habitación y debajo de las cobijas.

— ¿Crees que haya comido ya? —preguntó SoYoon con preocupación.

—Supe que le dieron pan y agua solamente—respondió NamJoon con un mohín.

—Pobre JiMinie—suspiró la mujer—Lo siento mucho, querido, pero tu padre está siendo demasiado cruel.

—Lo sé, cielo. Créeme que lo sé—asintió desganado.

Iban por el pasillo que los conducía hacia el cuarto de JiMin. SoYoon iba detrás de NamJoon, pero antes de dar otro paso, su brazo fue tomado violentamente.

— ¿Qué es lo que intentan hacer? ¡¿Qué hacen aquí?! —gritó SeHun.

SoYoon no tuvo de otra que bajar la mirada ante el hombre que comenzaba a odiar con todas sus fuerzas.

—Padre, por favor. Suelte a mi esposa—exigió NamJoon.

SeHun miró de mala manera a la mujer que sujetaba y luego la soltó. Todavía era un poco racional como para no meterse con ella. Pero tenía en la mira a su hijo mayor y estaba pensando en hacer algo para reprenderlo, aunque bien sabe que lo necesita para continuar moviendo sus negocios, de lo contrario se irán a la ruina.

—Si es que van con JiMin, no tiene permitido ver a nadie—sentenció el mayor.

—Pero, padre. Es mi hermano. Sólo quiero saber cómo está y curarle las heridas.

—Ese pecador no merece que le tengan consideración—se burló— ¿O él nos la tuvo cuando hizo sus porquerías? Arruinó la reputación y el honor de esta familia.

—Todos cometemos pecados, padre—NamJoon se puso rígido—Sólo dele una oportunidad de reivindicarse.

—No voy a hacer eso—se negó.

En este punto SeHun no tenía muy claras ciertas cosas. No quería conocer exactamente los detalles de la relación que JiMin sostuvo con ese sacerdote. Pero por lo que ChaeWon había visto, resultaban ser muy íntimos. Eso era lo que más le enrabiaba. Pensar que su hijo se enamoraría de un hombre, y no de uno cualquiera, que incluso se atreva a mancillar de ese modo su apellido. Aún tenía muchos sentimientos encontrados. Porque todavía ni siquiera podía créelo.

—Puede morir si no lo atendemos—insistió NamJoon.

— ¿Tú crees que va a morir? —rio sin gracia—No se puede ir de aquí sin haber pagado todo lo que nos hizo.

—Pero...

—¡He dicho que no, NamJoon! —le gritó y luego miró a SoYoon—¡¿Y tú no puedes servir para algo?! ¡Tu deber es mantener a raya a tu marido!

—Estamos preocupados por JiMinie—respondió ella y dio un paso atrás.

— ¡No me respondas, insolente! —volvió a gritarle—No van a verlo y mucho menos le van a curar las heridas. Debe sufrir por lo que nos hizo.

No dijo nada más y se dio la vuelta para marcharse, sin embargo, al ver que la pareja no lo seguía, se detuvo para dar una orden más.

—Se quedan a comer—dijo y los miró—Bajen ya mismo.

— ¿JiMin comerá con nosotros? —NamJoon preguntó con esperanza.

—No—respondió seco—No lo quiero cerca de nosotros.

— ¿Entonces qué va a comer?

—Lo que yo decida.

SeHun tenía una mente retorcida bastante cuestionable. Creía que cualquier mal que JiMin tuviera en su interior se iría si debilitaba su cuerpo, y la única forma de hacerlo era quitándole comida. Además debía sentir verdadero arrepentimiento por sus acciones y debía decirlo en voz alta, cuando eso suceda, tal vez lo perdone.

Los tres bajaron al comedor donde, nuevamente, Sana se ausentaba. Pero nadie dijo nada al respecto. Las sirvientas comenzaron a preparar todo en la mesa para servir la comida, mientras tanto, SeHun tenía la vista en un punto fijo, pensando en qué era conveniente hacer con respecto a los negocios que se le vinieron abajo gracias a los pecados de su hijo.

—SoYoon, ayuda a servir la comida. No te quedes ahí sentada—ordenó el patriarca.

La mujer hizo caso rápidamente a la orden de su suegro y, por primera vez en su vida, se preguntó si su esposo algún día podría defenderla. Sabe que no. Y tampoco puede obligarlo a que lo haga. No puede pedirle que se revele en contra de su familia, porque sería como un pecado, según las creencias que le inculcaron.

NamJoon miró cómo su esposa se marchaba con el personal y sintió una profunda rabia en su ser. Miró a su padre que continuaba con la misma expresión perdida y decidió preguntar:

—¿Es necesario que ella sirva la comida? Para eso le paga al personal. Ella no tiene por qué hacerlo.

—Cállate, NamJoon—lo fulminó con la mirada—Es mi casa y se respeta lo que yo ordene.

—Pero, padre...

—Otra más, mocoso insolente, y te juro que la envío directo a Japón junto con tu hijo—amenazó con unos ojos muy oscuros.

NamJoon vio algo diferente en la mirada de su padre, algo que le causó miedo y, nuevamente, cedía por causa de su familia, porque no podía permitir que algo malo les sucediera, ni mucho menos que los alejara de él. Ellos eran su todo y no podría vivir si no están. Así que guardó silencio hasta que la comida se sirvió y hasta que su esposa se sentó a su lado. La miró y le mostró una sonrisa frágil, como si eso sirviera de justificación para su cobardía. Pero SoYoon sólo negó con la cabeza y le acarició la mano por debajo de la mesa. Después de todo, lo ama con todo su corazón.

—NamJoon, haz la oración—ordenó SeHun con los brazos cruzados.

—Sí, padre—el menor se puso de pie y juntó sus manos en el pecho al igual que los otros presentes. Después comenzó con sus palabras que hoy sentía como vacías—Querido Dios, tú que nos escuchas y que nos ves, te suplico que bendigas estos alimentos para que nos mantengan fuertes, para que se multipliquen y para que nunca nos hagan falta. También te pido por aquellos que no tienen de comer. Dales un plato aunque sea, señor, apiádate de ellos... amén.

—Amén.

Tomó asiento y comenzó a tomar sus alimentos que no causaban ninguna satisfacción en su interior. Ni él ni SoYoon se sentían cómodos comiendo y degustando rica comida, mientras que JiMin la estaba pasando mal en su habitación... completamente solo.

No importaba que le dieran de comer, realmente la tristeza no le permitía tener apetito. Sólo podía pensar en JungKook. Y es que en estos días se ha sentido inquieto e incluso ha soñado con él. Algo le dice que las cosas no andan bien y eso le aterra. No quiere creer que le haya pasado algo malo. Si se mantiene con vida es sólo por él y por la esperanza de verlo algún día de nuevo.

Se encontraba sentado al pie de su cama, sólo usando un pantalón flojo y una camisa de tirantes. Sobaba sus brazos que ahora tenían varios hematomas. Sentía frío, pero no quería taparse, porque quizá el frío provenía desde su corazón. La calidez que tanto le encantó se había marchado con el amor de su vida y ahora no había nada que pudiera devolverle eso.

Lo quería de vuelta. Anhelaba que el tiempo pasara tan rápido para poder ser feliz a su lado. Pero ahora todo parecía tan lejano. Tan irreal. Pareciera que todo fue un sueño y nada más.

Se levantó del suelo y quiso subir a su cama, pero su cuerpo aún dolía. Su espalda estaba enrojecida por los azotes de su padre, pero la molestia desaparecía rápido cuando pensaba en él. Aunque siempre estaba en su mente. Optó por quedarse en el suelo y miró su ventana que ahora tenía una reja que le impedía una buena vista del pueblo. Incluso desde ahí puede ver la iglesia y sabe que detrás de ella está la casa del hombre al que ama. Intenta imaginar que él está ahí y que seguramente prepara uno de los muchos ricos platillos que alguna vez le dio. Imagina que está sentado frente a su escritorio leyendo la biblia o algún otro libro que haya comprado recientemente. Sabe que le encanta leer y hacer anotaciones en su cuaderno. Sabe que le gusta ir a caminar y a nadar en el río. Y se imagina que eso hace. Que está bien. Que está con vida.

—Señor Dios—habló en un susurro—Puede que ahora no quieras escucharme, pero sigo creyendo en ti. Reconozco mis pecados y acepto la penitencia que me estás dando. Sólo pido que lo mantengas con vida. Que lo cuides y que te apiades de él. No permitas que le pase algo malo, por favor. Él es toda mi vida... es todo lo bueno que pude tener.

Y comenzó a llorar. Era imposible no hacerlo. Su cuerpo dolía, pero no tanto como su corazón y su alma que clama por el amor de su vida. Sólo ha pasado una semana y ya siente que fue una eternidad.

Sabe que tiene que quedarse en su habitación por mucho tiempo. Debe reflexionar e incluso limpiar su sangre derramada de estos días, pero no la que yace seca en el suelo, sino la de su alma que ha sido desgarrada de la peor manera.

—Cuida a mi JungKookie—pidió con lágrimas en sus ojos—Porque sin él no soy nada.

Y volvió a llorar durante un rato, hasta que el sueño por fin lo venció después de muchos días de insomnio y desolación. 



Holiii!!!

Gracias a Diosito he tenido tiempo de escribir :) jsjss

Nueva actu de esta su novela y seguimos con el drama :)

Si me apuro a los caps, puede que dure menos de una semana. Pude...

Me quedaban cuatro personajes por integrar. Ya entró uno y esa fue Mina. Faltan tres que pronto estarán apareciendo. 

Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar. 

Las tkm!!!


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