21 Lejos Del Caos
"Dicen: ella ha ido demasiado lejos
esta vez"
Don't Blame Me – Taylor Swift
Domingo 25 de junio de 1944
La sangre le llegaba hasta la cabeza y sentía que no se movía correctamente. Había tropezado un par de veces de camino de vuelta al pueblo y, debido a la desesperación, perdió el rumbo que había tomado, pero logró encontrarlo justo antes de que el sol se ocultara, aunque en su interior había una oscuridad que la acechaba y que amenazaba con comérsela viva.
Llegó a la casa de sus suegros corriendo de igual manera, con los ojos hinchados y con su fino vestido hecho un desastre. En cuanto cruzó la puerta corrió hacia el cuarto de Sana y entró sin siquiera importarle la cortesía.
La mujer la miró estupefacta y con la cólera subiendo a sus orejas enjoyadas. Nunca nadie había tenido el atrevimiento de hacer semejante cosa y, cuando estuvo a punto de gritarle, la menor corrió hacia ella y se lanzó al suelo completamente abatida.
—Señora... se-señora Sana—dijo entre hipidos que ya no se contenían.
— ¿Qué pasa contigo? —la miró de mala manera—¿Cómo te atreves a entrar así en mi preciada habitación?
—Ocurrió... sacrilegio—respondió con dificultad.
En cierta parte Sana estaba cansada de que ChaeWon hiciera dramas debido a la falta de atención de su hijo. A ella lo único que debería importarle es vivir una buena vida y permanecer siempre linda. Pero contrario a eso exigía que el rubio le diera cariño y tiempo, y era ridículo, porque eso no iba a darles dinero.
—Sé más específica, querida—habló con desinterés y se dirigió al tocador para retocar su maquillaje— ¿Qué hizo el insolente de mi hijo esta vez?
Rápidamente vinieron los recuerdos a ChaeWon de aquel momento. Sentía un nudo en su estómago y ganas de vomitar. No conciliaba la idea de que dos hombres estuviesen desnudos bajo las aguas y besándose apasionadamente como si fuesen hombre y mujer. Era una locura. Era una pesadilla que uno de esos hombres haya sido su prometido del cual estaba locamente enamorada. Ahora sólo sentía profundo desprecio y asco por él.
No había más.
Definitivamente no se casaría con él.
—Es horrible—dijo y su respiración comenzó a acelerarse—Él cometió sacrilegio...
—Querida, estoy de vuelta en casa—se anunció SeHun— ¿Señorita ChaeWon? —la miró sorprendido—¿Qué está haciendo aquí? Pero... ¿qué le sucedió?
La menor comenzó a llorar otra vez, pero muy distinto a aquellas veces en las que se quejó por la falta de atención de JiMin y eso llamó la atención de los Park. Sana se levantó de su lugar con una expresión desconcertada y miró a su marido que estaba igual que ella.
— ¡Habla ya! —le ordenó la menuda mujer.
— ¡Es un pecado! —gritó ChaeWon— ¡JiMin cometió un pecado grande!
— ¿Pecado? —SeHun abrió los ojos en grande— ¿Qué clase de pecado? Dígalo—ordenó y se quitó su elegante saco.
—Uno imperdonable—dijo con un hilo de voz y suspiró—JiMin... el padre Jeon... ellos...
— ¡¿Qué fue?! —volvió a hablar Sana— ¿Qué tiene que ver el padre Jeon con el pecado que JiMin cometió?
—Déjala que hable—pidió SeHun—Señorita ChaeWon, debe calmarse y decirnos qué fue lo que pasó.
La menor se tomó unos cuantos segundos para respirar, pero le costaba un poco. Tenía las palabras en la punta de la lengua, pero algo le impedía decirlo. No sabía qué era, pero si era complicado pensarlo, entonces era peor tener que confesarlo, porque una vez que le echara la soga al cuello a JiMin, ya no había vuelta atrás. Esto estaba sentenciado.
—Pero qué fastidio contigo—habló Sana con exasperación—Di lo que tengas que...
— ¡JiMin y el padre Jeon se estaban besando! —chilló la menor—¡Ellos se estaban besando en la cascada! ¡Estaban desnudos! ¡Se besaban como si fuesen hombre y mujer!
Y después hubo silencio en toda la espaciosa y para nada humilde habitación. Sana dejó sus ojos clavados en la joven que aún yacía tirada en el suelo llorando desconsoladamente. Y SeHun se había dejado caer en la silla más cercana que encontró.
Las palabras de ChaeWon se repetían en bucle en la mente de los señores Park, no pudiendo creer en la veracidad de eso. Es que nunca habían escuchado hablar de algo igual; dos hombres besándose completamente desnudos. ¿Qué es esto? Es que de tan sólo imaginarlo parece una locura, más aun sabiendo que su hijo es el implicado con el sacerdote del pueblo.
Sin duda es un total sacrilegio.
— ¡Qué osadía la tuya! —gritó Sana y se acercó a la menor para levantar la del suelo con brusquedad— ¡No levantes falsos testimonios de mi hijo! ¡¿Estás loca?!
— ¡Estoy diciendo la verdad! —chilló— ¡Yo lo vi con mis propios ojos!
— ¡Es mentira! —gritó nuevamente y la sacudió.
— ¡No lo es!
Con fuerza impresionante, ChaeWon se quitó el cuerpo de Sana y la empujó lejos de ella. La miró con recelo, porque según ella era la única culpable de que JiMin haya nacido siendo un fenómeno. Sólo ella, porque no se encargó de educarlo como correspondía y ahora sentía profundo odio hacia ella y su asquerosa familia.
— ¡Se estaban besando! —volvió a gritar y trató de relajarse— Ahora podemos entenderlo todo. ¿Qué no se da cuenta? — la miró con suplica y miró fugazmente a SeHun quien tenía la mirada perdida en el suelo—Nunca me quiso. Nunca dejó que lo tocara. Pasaba demasiado tiempo con el padre Jeon y me atrevo a asegurar que usaban de excusas sus supuestos deberes en la iglesia.
—E-eso... eso es porque... porque—hablaba Sana con la respiración agitada—Eso es por cosas de la iglesia... debe ser...
—Ahora dudo mucho que sea eso—interrumpió SeHun con una inusual voz calmada—La gente del pueblo me dijo en varias ocasiones que los vieron entrar juntos a la casa del Padre Jeon... pero yo creí que sólo se trataba de cosas de la iglesia—terminó de hablar aun mirando a la nada.
Sana se tomó unos segundos, porque no conciliaba en su cabeza que su hijo menor lleve el diablo por dentro, así lo veía ella. Rápidamente comenzó a armar su propio rompecabezas donde podía ver a JiMin mostrarse tímido ante las personas. El hecho de que a veces lo regañaba porque parecía que actuaba como señorita. Todo eso. Las veces que el padre Jeon venía a comer los domingos y platicaba muy amenamente con JiMin. El hecho de que siempre estuviese en la iglesia y las varias veces que volvió tarde o... que no llegó hasta el día siguiente.
Y esa ropa... nunca olvidó esa ropa, no alguien como ella que siempre se fijaba en la forma de vestir de los demás.
—No puede ser... esto es—Sana se dejó caer en el suelo—SeHun... SeHun...
— ¡Esto es un maldito sacrilegio! —gritó el patriarca ya fuera de sí y se acercó a ChaeWon para tomarla de los brazos—Júralo por tu vida... ¡Júrame por Dios que esto es verdad!
— ¡Se lo juro por Dios! —gritó la menor—Yo los vi... yo los vi—nuevamente se dejó caer derrotada en el suelo para llorar.
Aunque SeHun quisiera creer que todo esto era una mentira, no había forma de que sucediera. ¿De dónde sacaría ChaeWon algo así? Nunca habían sabido de algo igual, porque era más que obvio que eran cosas que no sucedían. Cosas que no estaban en la biblia, aunque esto podría relacionarse con asuntos del diablo y eso lo horrorizó por completo.
El hecho de que el sacerdote fuese joven y muy atractivo era una tentación, no sólo para las señoritas, también lo fue para su hijo y no entiende por qué.
— ¡Llamen a NamJoon! ¡Que venga de inmediato ante mi presencia!
Gritaba mientras salía furioso de su habitación muy dispuesto a imponer una penitencia con sus propias manos.
Habían sido unas horas increíbles en compañía de JungKook.
JiMin había querido quedarse en su casa para cenar algo juntos, pero la noche había caído completamente y debía madrugar mañana para ir a la escuela católica.
Ahora volvía a su casa con una sonrisa de oreja a oreja que nadie podría siquiera quitarle, pues hoy estaba más enamorado que nunca.
Lo que sucedió en la cascada fue algo mágico, algo que va a recordar por el resto de su vida. Fue como casarse con JungKook y posteriormente vivir su luna de miel. Fue como si fuesen una pareja normal que sólo gritaba su amor a los cuatro vientos. Fue hermoso. Y algo le dice que Dios les otorgó su bendición. Aunque no podía evitar pensar que quizá antes debía cumplir una penitencia. JungKook seguía siendo un sacerdote y eso era una falta grande a la iglesia católica. Tal vez también tendría que hacer algo para compensar aquello y sólo así podrá vivir en paz con su amado.
Espera que sea rápido, algo que no duela o que no implique algo mucho más grande. No le gustaría para nada que JungKook recibiera un castigo fuerte.
Como le dijo en la cascada; daría su vida por él.
Cuando llegó a su casa la puerta estaba abierta, incluso la de adentro. Eso no era normal por las noches debido a que Sana era medio paranoica, pero no le prestó atención. Entró aun manteniendo su sonrisa, pero enseguida se percató de que había un bullicio en el salón principal donde acostumbran a hacer reuniones o festejos.
Se acercó con pasos cautelosos y se colocó detrás del marco para que nadie lo viera.
— ¿Tiene pruebas de que eso sea cierto? —preguntó alguien de los muchos que estaban ahí.
—La señorita Kim ChaeWon es testigo visual de los hechos—informaba SeHun—Ella pasaba por ahí cuando los vio.
—Es que esto es... difícil de creer—dijo alguien más, la voz de un hombre—Estamos hablando del sacerdote Jeon y de su hijo, señor Park. En la biblia no dice nada sobre amoríos entre hombres. Es un pecado muy grande.
—Creo en la palabra de la señorita ChaeWon—aseguró SeHun—Lo juró por Dios nuestro señor.
Se escucharon murmullos entre las personas de ahí. Algunos no podían creerlo, otros se escandalizaban con la información recibida. Y JiMin sentía que su cuerpo helaba, porque no fue difícil darse cuenta de lo que estaban hablando entre ellos.
SeHun había dado aviso a varias personas del pueblo y las juntó en su casa para informarles sobre la falta grande que se había cometido en contra de Dios todo poderoso. En ese momento no le importaba siquiera la integridad de su hijo, porque estaba en juego su reputación. Estaban mancillando el apellido de su poderosa familia que por tantos años fue respetada. No permitiría que eso sucediera, no importando que su hijo saldrá afectado.
—Puede que sea verdad—habló una mujer—Yo los vi entrar en la casa del sacerdote varias veces. ¿Creen que es normal que un padre y un parroquiano convivan tanto... y a solas?
—Tiene razón—se unió otra—Un par de veces los vi ir hacia las cascadas... solos.
— ¡Yo los vi justo ahí! —gritó ChaeWon—Ellos... Dios mío—y rompió en llanto.
La gente comenzó a sentirse horrorizada y escandalizada por semejante acontecimiento. Ni en un millón de años hubiesen imaginado algo igual y eso les perturbaba. ¿Qué pasaría si esto llegaba a oídos de sus hijos? No, no. Ni imaginarlo. Tenían que hacer algo en contra de ese par de pecadores que seguramente están siendo influenciados por el diablo. Ahora quizá entendían el castigo divino por las constantes guerras en el mundo, pero no entendían por qué ellos tuviesen que pagar un precio. ¿O es que acaso no se ha pagado lo suficiente por el sacrificio de Jesucristo? Pues parece que no.
— ¡Hay que quemarlo vivo! —gritó uno de los hombres— ¡Ese sacerdote trajo desgracia a este pueblo!
— ¡Estoy de acuerdo! —gritó una mujer— ¡El demonio vive en él! ¡Tenemos que deshacernos de él cuanto antes!
— ¿Qué hacemos con su hijo, señor Park? —preguntó otro hombre.
—Hagan lo que tengan que hacer—sentenció—Es tan pecador como el padre Jeon—escupió con desprecio.
—Al sacerdote sí deberíamos quemarlo—habló una mujer—Pero al hijo del señor Park... un castigo con azotes debería ser suficiente. Puede que haya sido influenciado por el maligno.
—Bien—asintió SeHun—Yo me encargo de mi hijo, pero al padre Jeon, por su falta grande a la iglesia y a su puesto, hay que matarlo. De otro modo no acabaremos con el demonio que lleva dentro.
— ¡Sí! ¡Sí!
— ¡Por el bien de nuestro pueblo!
Con pánico en sus ojos, JiMin se asomó y se horrorizó al ver que era demasiada gente gritando que matarían a JungKook esta noche. Vio que su padre dirigía todo parado en una silla y que ChaeWon estaba a un lado llorando como Magdalena. No tuvo que pensar demasiado para darse cuenta de que fue ella... ella los vio... y ahora los entregaba en las manos de parroquianos enfurecidos que estaban dispuestos a ejecutar la penitencia con sus propios medios.
No se quedó a escuchar cómo planeaban el resto, salió corriendo de su casa, misma que ya no reconocía y fue directamente hacia el amor de su vida para cumplir con la promesa que le hizo esta tarde en la cascada. Sus palabras no fueron echadas al viento, hablaba muy enserio. Y no permitiría que nada ni nadie le hicieran daño.
Llegó corriendo en tiempo record y con el corazón en su mano. Sabía que tenían el tiempo contado y que los parroquianos no tardarían tanto en llegar. Buscó la llave en sus bolsillos con manos temblorosas y, cuando la encontró, abrió la puerta de golpe mirando hacia todos los lado de la casa.
— ¡JungKook! ¡JungKook! —gritó desesperado.
El aludido salió de su habitación con la camisa abierta y con el pantalón a medio abrochar, estaba a punto de recostarse cuando escuchó los gritos desesperados de su amado.
—Ángel, ¿qué sucede? ¿Por qué vienes así?
— ¡Tienes que irte! —lloró con desesperación.
El sacerdote lo miró desconcertado y corrió hacia la puerta para cerrarla con seguro. Tenía un mal presentimiento y no era difícil suponer qué estaba sucediendo, pero aun así se tomó el tiempo de sostener a JiMin en sus brazos y enseguida notó que su cuerpo temblaba.
— ¿Qué sucedió? Por favor...
Pero el rubio lloraba de impotencia, de no poder hacer mucho por él. Bien sabía que le tocaba el peor castigo por ser sacerdote y tenía miedo de que los parroquianos de verdad lo quemaran vivo. Podía soportar los golpes por él, azotes, tortura, todo. Pero no verlo morir. Eso jamás.
—Ellos nos descubrieron. Tienes que huir antes de que vengan por ti—le dijo aún con lágrimas en sus ojos.
La sangre de JungKook heló y se desestabilizó un poco. Miró a los ojos dolidos de su amado e inmediatamente comenzó a llorar también. No quería que esto sucediera. No quería que las cosas fueran así. No quería irse si él no se iba a su lado, porque algo le decía que se quedaría aquí. Esa mirada se lo decía.
—No me puedo ir sin ti, mi ángel—dijo y lo abrazó con fuerza—No puedo dejarte aquí cargando con toda la culpa.
—Por favor, entiende—le habló con voz quebrada y se aferró a él—Ellos quieren matarte y yo no pienso permitirlo.
—Pero, ¿qué pasara contigo? —preguntó con pánico—Tampoco van a tener compasión de ti.
—No te preocupes por mí—le dijo y deshizo el abrazo para tomarlo de las mejillas—Ellos no me harán nada más que sólo golpearme, pero a ti, JungKookie... No quiero perderte, por favor, vete, vete.
—No, no—se negó y volvió a abrazarlo—Nos vamos los dos, Park JiMin. No podré resistir si te quedas aquí. No puedo...
—Debo quedarme para detenerlos—insistió—De otra forma no podrás escapar. Así puedo ganar tiempo para que te alejes lo suficiente. No te preocupes por mí. Te juro que voy a estar bien.
JungKook no quería... no conciliaba la idea de marcharse sin él y dejarlo con todo el caos. No quería estar lejos de él. ¿Por qué no podía ser de otra forma? ¿Por qué tenían que separarse? ¿Este era el castigo de Dios? ¿De verdad tenían que cumplir con la penitencia? Era demasiado fuerte tener que soltarse para enfrentarse a un futuro incierto, al riesgo de no volver a verse nunca más en sus vidas.
—Júrame por Dios que vas a estar bien—JungKook le pidió con lágrimas en sus ojos.
—Te lo juro por Dios nuestro señor—respondió y le dio la bendición—Que siempre te proteja y te cuide.
—Me iré, pero te juro que volveré por ti—aseguró y lo pegó a su cuerpo nuevamente.
—Hasta que vuelvas, amor mío, estaré amándote tanto como lo he hecho en todo este tiempo—respondió JiMin con total convicción.
—Y yo te amaré incluso más. No importa cuánto demore, estaré pensando en ti en todo momento... hasta que pueda volver por ti.
Lo tomó en sus brazos y lo besó con pasión, con amor, con todos los sentimientos que había en su interior. Le quemaba el alma tener que dejarlo solo, pero era verdad que lo matarían si llegaban a capturarlo. Decidió confiar en Dios y poner en todo en sus manos.
"Tú sabes cómo haces tus cosas"
JiMin le ayudó a empacar en un morral sólo lo más esencial. JungKook le dijo que trataría de no alejarse demasiado y se escondería en algún pueblo que no haya visitado. Le juró una y mil veces que volvería por él, que su amor no cesaría ni moriría con el tiempo.
Hubiesen querido un poco más para poder estar juntos, pero las campanadas salvajes de la iglesia les hizo tener que despedirse prontamente.
—Te amo con toda mi alma, ángel—le dijo JungKook con lágrimas en sus ojos.
—Yo también te amo, amor mío—respondió JiMin de la misma forma.
Un último beso... el beso del adiós, ese que quemó en sus pechos y que salió en forma de llanto. Pronto el sacerdote tuvo que salir por la ventana de su pequeño dormitorio, mientras que el rubio lo observó perderse en el bosque al tiempo que se tocaba el pecho con una mano. Ahora sabía que su corazón no estaba ahí, porque ese mismo se había marchado sin más. Pero al menos se sentía tranquilo de que no podían capturarlo, que ya estaba fuera de su alcance, que estaba demasiado lejos del caos.
Al poco rato escuchó gritos fuera de la casa y lloró más por el miedo que le invadía. Aunque sabía que hacía lo correcto no podía evitar sentir miedo... pánico de lo que podía pasarle. Pero decidió confiar en Dios y en que esto pasaba por una razón muy poderosa. Seguramente estaba poniendo su amor a prueba, así que iba a demostrarle a él y a todos que esto era real, muy real. Tan real como para dar su vida por la de JungKook.
Escuchó los fuertes toques en la puerta, así que se armó de valor y tomó la escopeta que JungKook guardaba en su pequeño armario. La sostuvo con fuerza y sin miedo, no como antes solía hacerlo cuando su padre le enseñaba a cazar. Esta vez lo hizo con poder y con seguridad de dispararle a quien quisiera intentar buscar a JungKook.
Salió con pasos valerosos y se enfrentó a la multitud que lo miró sorprendido cuando lo vieron pararse justo frente a ellos. No había más pruebas que comprobaran las acusaciones de ChaeWon. JiMin estaba ahí, a altas horas de la noche y con la verdad brillando en sus ojos.
— ¿Pero qué carajo estás haciendo, Park JiMin? —le habló su padre con una expresión escandalizada.
—Defender a quien amo, padre—habló con convicción—No estoy dispuesto a permitir que lo maten. No hizo nada malo.
—Vaya descaro el tuyo, jovencito—intervino una mujer— ¿Cómo osas enfrentarnos así? ¿Te das cuenta de lo que has hecho? ¡Es un sacrilegio!
— ¡No lo es! —gritó JiMin y les apuntó con valor—Es amor—afirmó—Él y yo nos enamoramos. Eso no es un pecado.
La gente se escandalizó y negó repetidas veces mientras lo insultaban. Sólo SeHun lo observaba como si fuese el mismo diablo en persona y, aunque no quería, eso le afectó, porque aún quería el cariño sincero de sus padres, pero ahora menos que nunca lo tendrá.
No puede culparlos. Jamás fue el hijo que ellos quisieron.
—Entonces es verdad—por fin habló SeHun— ¡Es verdad que te involucraste con ese sacerdote! ¡¿Cómo pudiste cometer semejante atrocidad?! ¡Eres un monstruo!
Las palabras de SeHun hirieron la frágil alma de JiMin, pero no quiso darlo a demostrar. No mostraría debilidad ni un poco, no si quería salir vivo de esto.
Ante él estaba una multitud con escopetas, palos, picos, hachas y antorchas. Era una cacería de brujas muy a la época medieval. No le sorprendió que tomaran esas medidas, pero al menos ahora ya tenía la certeza de que JungKook estaba lo suficientemente lejos de sus manos asesinas.
—Ya se lo dije, padre—habló y lo miró fijamente—El amor no es un pecado... y yo amo a JungKook.
Nuevamente se escucharon murmullos escandalizados, mientras que SeHun lo miraba con una expresión de rechazo... de asco. Era más que evidente que las cosas iban a cambiar drásticamente, pero no podía arrepentirse de nada. Había salvado al amor de su vida y con eso le bastaba.
—Vayan por él—ordenó SeHun.
—JungKook se fue—respondió JiMin y cargó la escopeta—No se atrevan a seguirlo o les juro que los mato.
Todos se sorprendieron por la osadía del chico, pero quien estaba más estupefacto era NamJoon. Él venía en la parte de atrás sin entender mucho y juraba por su vida que todo era mentira. Se sentía como entre la espada y la pared. No sabía qué hacer.
—No sabes disparar porque eres un maldito cobarde... eres un débil—le dijo SeHun con burla.
En ese instante alguien de los parroquianos quiso ir detrás de JungKook por donde suponía que escapó, pero JiMin fue rápido cuando le lanzó un disparo que pasó muy cerca de sus ojos y con eso respondió al ataque de su padre. Sin embargo, no contaba con que la escopeta sólo tenía una bala... ¡Una maldita bala! Y lo comprobó cuando quiso dar otro disparo.
Entonces sí entró en pánico.
"Dios mío... apiádate de mí"
— ¡Castíguenlo! ¡Es un pecador! —gritó uno de los parroquianos.
Todos miraron en dirección a SeHun quien se hizo a un lado para que hicieran lo que quisieran. De ahí todo pasó en cámara lenta para JiMin, aunque en un abrir y cerrar de ojos estaba en el suelo siendo atacado por rocas que impactaban contra su cuerpo. Lo único que pudo hacer fue abrazarse a sí mismo y cubrir su rostro y su cabeza con sus manitos. Todo bajo la mirada de su rencoroso padre que prefería mil veces esto que quedar mal con el pueblo. Eso jamás.
— ¡Ya basta! ¡Deténganse! —gritó NamJoon.
Todos se quedaron en silencio ante el hijo mayor de los Park que los miraba colérico. Y éste se dirigió a su progenitor que no tenía ni un ápice de arrepentimiento por lo que estaba permitiendo que pasara.
— ¿No es demasiado? —le preguntó—No mató a nadie. ¿Por qué permite que lo ataquen de ese modo?
—Es un pecador—respondió SeHun con la misma expresión fría—Debe pagar por eso.
— ¡Pero es su hijo, padre!
— ¡Ese demonio no es mi hijo! —gritó con rencor—¡Merece que lo castiguen por pecador! ¡Vamos! ¡Háganle cumplir su penitencia!
La gente acudió al llamado del señor Park y continuaron arrojando piedras al cuerpo de JiMin que se había arrastrado para alejarse de ellos en medio de lágrimas que salían silenciosamente.
— ¡No! ¡Déjenlo en paz!
—¡Cierra la boca, Park NamJoon! ¡O también voy a desconocerte como hijo!
El aludido se quedó paralizado ante las palabras de su padre, y es que valía tanto su opinión para él por el simple hecho de que así lo educó. Sin embargo, no pensaba igual. Odiaba ver a su hermano tirado en el suelo y tratando de cubrirse de las rocas que caían encima de él sin ningún tipo de piedad. Miró a su alrededor escuchando un pequeño pitido en sus oídos al tiempo que su corazón se aceleraba. Apretó los puños a su costado mirando como su padre no hacía nada y sólo estaba parado debajo de un árbol observando cómo apedreaban a su hijo menor. Ni en un millón de años permitiría que le hicieran algo así a SooBin... jamás.
— ¡Dije que basta! —gritó y echó tres tiros al cielo.
La gente se alejó horrorizada por la reacción del hijo mayor y retrocedieron debido a que les apuntó con su arma. Él se paró frente a JiMin para protegerlo y gritarles muchas cosas a las personas que se creían tan puras como para juzgar a un joven de tan sólo veintidós años.
—Recuerden que Jesús nuestro señor dijo; el que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra—les dijo con una mirada asesina.
Nadie estaba libre de cometer pecado y todos ahí lo sabían muy bien. Es por eso que las piedras cayeron al suelo y los parroquianos comenzaron a retirarse con murmullos por lo bajo y maldiciones hacia JiMin, prácticamente deseándole la muerte.
El rubio, con mucha debilidad, alzó la vista hacia su hermano mayor que yacía parado frente a él y se preguntó si él era su mecías salvador.
Pero pronto sus ojos se cerraron para caer inconsciente sobre la fría tierra del suelo.
Y en sus pensamientos sólo estaba JungKook, deseando que haya llegado lo suficientemente lejos y que esté a salvo.
"Dios... Cuídalo... Te lo suplico... Es el amor de mi vida... Si él muere... Yo también"
La neta las quiero un chingo. Y por eso me esforcé para traerles otro cap jsjsjs
Aunque creo que las voy a dejar peor :(
Ahora sí actualizo hasta el viernes y de ahí hasta el lunes. Quisiera traerles ya capítulos diarios, pero serán los XV de mi hermana el sábado, así que mientras ustedes mueren de angustia, yo estaré enfiestada jajaja
Si puedo el domingo les actualizo, pero si no hasta el lunes. De ahí soy toda suya hasta que el drama termine :(
¿Tienen más teorías?
Las leo :)
Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar.
Las tkm!!!
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