14 Juguetes Y Corazones
"He estado rompiendo corazones por un largo tiempo.
Y jugando con esos chicos mayores,
son sólo juguetes para mí.
Para usar"
Don't Blame Me – Taylor Swift
Viernes 2 de junio de 1944
Por fin empezaba el festejo anual donde todos los parroquianos y fieles de la iglesia católica asistían y cooperaban cantidades generosas de dinero. Sobre todo los Park. Ellos nunca escatimaban en sus aportaciones para el festejo, porque tontamente creían que con eso se ganaban el reino de los cielos.
Pura hipocresía, pensaba JiMin. Para él no era nada genuino, porque a estas alturas conocía perfectamente a sus padres y los motivos por los cuales se regían. Aunque realmente no le daba importancia, no ahora que tenía la mente demasiado ocupada como para pensar en esas cosas.
Desde que hizo el amor con JungKook, porque así decidió definirlo, su mente no ha parado de pensar y sus instintos habían despertado por completo. Ahora reaccionaba ante cualquier toque o cercanía que viniera de él y eso podía ser malo para él, ya que sus reacciones y expresiones no se inmutaban en lo absoluto, en algunas ocasiones.
Esas actitudes no pasaban desapercibidas para el padre Min y tampoco para SoYoon. Ella había decido no indagar en la vida de JiMin. Pensó que lo correcto era respetar su privacidad y conformarse con lo que anteriormente le había confesado. Pero aun así le daba vueltas al asunto y se preguntaba si realmente era posible que un hombre se enamorara de otro hombre. No iba a juzgar a JiMin, sólo intentaba comprenderlo y darle su espacio, pero le preocupaba que aquello llegara a los oídos de SeHun o de Sana, porque lo más probable es que le darán un castigo muy severo del que no quisiera imaginar.
No volvió a hablar con él desde ese día, pero una tarde mientras hacía compras con su hijo, vio a JiMin y al sacerdote caminando por las calles mientras aparentemente hacían la colecta para el festejo. Al principio pensó que podía acercarse para saludarlos e invitarles una de las frutas que había comprado, pero luego de pronto pensó en algo y recordó lo que el rubio le había confesado. Se preguntó nuevamente quién podía ser ese hombre si no parecía que conviviera con los hombres del pueblo. Luego apareció el padre Jeon en su mente mientras veía la curiosa cercanía que había en ambos, sobre todo cómo se sonreían. Vio que JiMin se ponía tímido y cómo miraba al mayor, con esos ojos brillantes que no a cualquiera se dedican, como los que ella le dedica a NamJoon porque está profundamente enamorada.
Después los vio marcharse a otro lugar y se quedó con la duda incesante en su interior.
El único hombre con el que JiMin convive todos los días es el padre Jeon, pero sonaba una locura el tan sólo pensar que ellos pudieran tener algo o que el rubio estuviese realmente enamorado de él.
Se quedó un poco preocupada, pero intentó no darle tanta importancia. Al final pensó que sólo era su imaginación y decidió dejarlo como si nada. Como si JiMin no le hubiese contado semejante secreto.
Ahora estaba en el festejo de la mano de NamJoon y, para su mala suerte, con sus queridos suegros. Al menos hoy le han dado la libertad de relajarse un poco, ya que últimamente Sana demanda su presencia en la casa, como si realmente fuese una sirvienta. Pero esa queja no es algo que diría en voz alta, mucho menos se lo diría a su esposo.
Detrás de ella venía JiMin con ChaeWon a su lado y completamente aferrada a su brazo. No esperaba que viniera en un día como este. De hecho, planeaba estar con JungKook fingiendo que hacían algo importante, pero no tenía tanta buena suerte, o al menos no le duraba tanto.
Esa noche despertaron juntos y con las piernas enredadas debajo de las mantas. Tuvieron otro encuentro en la madrugada, pero esa segunda vez se masturbaron al tiempo y fue lo mejor que pudieron experimentar en su vida.
No importó que JiMin tuvo que decir una mentira piadosa de por qué no volvió a casa esa noche, por fortuna Sana le creía todo y no se habló más del asunto. Pero ahora no podía escaparse aunque quisiera, porque ella le exigía que pasara tiempo con su prometida. Al menos por hoy.
JungKook estaba cerca del altar que se coloca en el centro del pueblo mientras observaba cómo funcionaba todo alrededor. El padre Min estaba con él y le hablaba sobre que la cooperación de este año fue mejor que el anterior, sin embargo, dejó de escucharlo cuando su atención fue acaparada por cierto chico de cabellera rubia que caminaba con una señorita colgada en su brazo.
Había varios sentimientos que no conoció durante toda su vida y uno de esos era los celos. Ahora mismo sentía ese nudo en su estómago y que se le sube por la garganta. La imagen del hombre que hizo suyo en la intimidad hacía casi una semana que venía con su prometida no era algo que le agradara demasiado. No quería que nadie más lo tocara ni mucho menos que descubrieran lo grandioso que era. No quería que la señorita Kim ChaeWon tuviera la osadía de sonreír así, como si realmente fuese la afortunada de tenerlo.
Ella no lo tenía. Él sí, pero aunque se repitiera una y otra vez en su cabeza que JiMin no se interesaría en ella en ese aspecto, no podía evitar sentir celos, no podía evitar desear ser él quien lo lleve en su brazo y poder presumirlo ante todo el pueblo. Pero no se podía y eso le estrujaba el corazón. Aunque era bueno para él pensar que JiMin sólo la usaba para aparentar. Sólo era un juguete en este enredo, uno que desechará quizá en cualquier momento.
Era malo decirlo de ese modo, pero Kim ChaeWon no tenía otra función y lo peor del caso es que no sabía ni se imaginaba absolutamente nada. Era mil veces mejor que no lo supiera, hasta que ellos sepan qué hacer con todo esto.
¿Cómo terminará su situación? ¿Tienen un futuro juntos? JungKook se preguntaba eso mientras lo veía con esmero, esperando a que se diera cuenta de que estaba ahí y que deseaba tenerlo a su lado. Pero no lo hacía, aunque el padre Min sí lo hizo y es por eso que guardó silencio y sólo se dedicó a observar.
No sabe por qué, pero desde el principio tuvo una corazonada con ellos dos. Tal vez fue el hecho de que desarrollaron cercanía demasiado rápido pese a que JiMin estaba demasiado cohibido. Era como si hubiesen congeniado a la perfección sin importar la diferencia de edad ni tampoco que JungKook fuese un sacerdote. No quiere sacar ese tipo de conclusiones tan tempranas, pero ellos no le dejan mucho a la imaginación.
—Dios les bendice—habló Park SeHun para saludar a los sacerdotes.
—Dios igualmente les bendice—respondió el padre Min en vista de que JungKook estaba muy ocupado con sus pensamientos.
JiMin se paró a un costado de sus padres también mirando al padre Jeon para tratar de llamar su atención, pero parecía que éste estaba muy ocupado viendo el suelo o sus zapatos. Creía saber el porqué de esa actitud y no podía culparlo. Si él lo viera del brazo con alguna señorita, seguramente estaría hirviendo en celos. Así que, motivado por eso, deshizo el agarre de ChaeWon en su brazo sin importar que a ella pudiera afectarle.
— ¿Sucede algo, oppa? —susurró ella.
—Quiero respirar un poco—respondió mirando hacia otro lado.
JungKook se sintió aliviado, porque aunque se esforzara por mantener la vista en el suelo, estaba observando todos los movimientos que el rubio hacía, sobre todo si se trataba de su linda prometida. Entonces por fin pudo alzar la vista y lo vio luciendo tan lindo como siempre con esos trajes elegantes que eran confeccionados sólo para él. Cuando traía sus rulos cayendo por su frente era adorable, era tierno y era hermoso. Pero ahora con su cabello peinado hacia atrás era sexy, precioso y encantador.
Nuevamente tenía envidia de ChaeWon, pero a la vez tenía un poco de lastima. Si ella se enterara que sólo estaba siendo usada como un juguete, lo más probable es que termine con el corazón roto y con el ego muy herido.
Una parte de él quería decírselo. Quería gritárselo.
"¡Ese hombre es mío!"
Pero vaya que eso desataría una guerra fría.
—Ya que los encontramos aquí y sin que estén ocupados—habló Sana después de que SeHun terminara de dar su discurso barato de por qué donaba tanto dinero a la iglesia—Me gustaría invitarlos a ambos el domingo a una comida. Padre Jeon, usted siempre frecuenta nuestra casa, así que nos gustaría que el padre Min también nos acompañara.
JungKook lo miró suplicando que aceptara. Bien sabía que no quería hacerlo porque él disfrutaba de estar solo y haciendo cosas para Dios, además de que, en ámbitos personales, no le gustaba convivir con la gente. Pero quizá esta vez podría aceptar.
—Lo siento mucho, pero tengo una reunión ese día fuera del pueblo—informó el sacerdote—Pero cuenten con la presencia del padre Jeon. Creo que se siente cómodo frecuentando su casa—dijo y lo miró con lo que parecía ser sorna.
— ¿Padre Jeon? —Sana insistió.
—Ahí estaré, hija. Siempre es un gusto—asintió amable.
Los ojos de JiMin brillaron y sonrió medianamente al escuchar eso. Le emocionaba que JungKook estuviese en su casa, no importaba si no podía estar cerca de él, se conformaba con tenerlo cerca. Era como vitamina para su existir.
—Siempre estaremos agradecidos, padre Jeon—le sonrió la menuda mujer y luego continuó—Como se puede dar cuenta; mi querida nuera está de visita nuevamente y posiblemente se quede varios días como ya acostumbra—decía con gracia para conseguir lo que quería—Nos gustaría que le diera un lugar en la iglesia como voluntaria o como asistente. Tengo entendido que el padre Min no tiene a nadie que le ayude.
Tanto el aludido como JungKook se miraron a los ojos. A ninguno de los dos les agradaba mucho que la mujer se la pasara haciendo peticiones todo el tiempo y que buscara meter a su familia de lleno a la iglesia. Lo agradecían, pero eran fieles creyentes de que las cosas debían ser de corazón y no desde la obligación. Además, el padre Min tenía el presentimiento de que a JungKook no le agradaría mucho tener a la señorita Kim ChaeWon como ayudante o voluntaria.
—Lo siento, pero ya no hay lugares—se apresuró a responder el padre Jeon— ¿Cierto? —inquirió mirando al otro sacerdote.
El padre Min lo miró con esa serenidad que ya le caracterizaba, aunque en su mente había muchas curiosidades sobre su comportamiento y como en su mirada existía la negación de aceptar a la señorita dentro de la iglesia. Todavía tenía dudas y había cosas en las que sentía que no podía ser cómplice, pero también existía ese sentimiento del que alguna vez fue consciente.
—Le agradezco, señora Park—habló el sacerdote Min—Pero yo no requiero de un asistente por el momento. No tengo tantas actividades como el padre Jeon—completó con un deje de complicidad.
—Oh, ya veo—respondió la mujer—Entonces puede ser su asistente también, padre—sugirió al tiempo que miraba a JungKook.
—No necesito otro asistente—él se negó enseguida—JiMin-ah y yo ya estamos acoplados a nuestro ritmo.
—Pero sería bueno que tuvieran más ayuda—insistió Sana.
—Yo estaría encantada de ayudar—intervino ChaeWon—Además, sería bueno para mí ya que podría pasar más tiempo con mi JiMinie—dijo y nuevamente se colgó del brazo del aludido.
Los ojos oscuros de JungKook adquirieron una tonalidad que a cualquiera le hubiera dado miedo, pero al parecer nadie se dio cuenta, sólo JiMin, el sacerdote Min y SoYoon que observaba todo desde atrás. Miró a ChaeWon con molestia y con cierto resquemor, después sólo intentó contenerse y llevó la vista hacia el suelo para no quedar en evidencia.
—A la iglesia se viene a servir a Dios—por fin decidió hablar y alzó la mirada, una que era severa—No se viene a perder el tiempo o a pasar el rato con tu prometido. JiMin-ah y yo estamos ocupados en todo momento. Revisando catecismos, visitando a los parroquianos, limpiando la iglesia y haciendo oraciones para velar por el bienestar del pueblo y del mundo. Así que, señorita, si lo único que quiere es entretenerse, mejor quédese en casa leyendo la biblia—sentenció con absoluta autoridad.
Todos se quedaron en silencio mirando en dirección al padre Jeon quien parecía muy molesto. Nadie esperaba que respondiera de esa manera ni mucho menos que tuviese esa aura intimidante que a todos los hacía sentirse inseguros. El padre Min lo observó de principio a fin y con eso terminó por confirmar sus sospechas. Mientras que SoYoon estaba más confundida que antes.
Era cierto que JiMin y JungKook hacían muchas cosas relacionadas con la iglesia, pero si ahora demandaban más tiempo era porque sostenían un secreto oscuro y amoroso. Era obvio que no querían a nadie más dentro de su pequeño espacio especial. Fue por eso que el sacerdote no pudo contenerse ante la insolencia de la chica, sobre todo porque ahora mismo sigue colgada del brazo del hombre al que le hizo el amor hacía unos días.
—Kim ChaeWon—habló Sana con voz autoritaria—Discúlpate con el sacerdote ahora mismo—ordenó molesta.
—Lo siento mucho, padre Jeon—enseguida respondió e hizo una reverencia completa—Siento mucho haberle faltado al respeto.
—Que no vuelva a suceder—pidió aún con un tono molesto.
—Así será—respondió ella.
—Y por si no quedó claro; no hay lugares—aclaró y caminó unos pasos hacia atrás—Qué tengan una bendecida noche.
Y se fue bajo el escrutinio de todos ahí. JiMin sintió la necesidad de correr hacia él para abrazarlo y para ir juntos a su casa, pero hoy podía ser imposible. Tenía que resignarse a soportar a su prometida y todas las estupideces que salgan de su boca, como siempre tan entrometida y molesta.
El padre Min también se retiró para continuar con su trabajo, mientras que los Park decidieron sólo disfrutar de la noche después de ese momento tan incómodo provocado por su encantadora nuera. Más tarde arreglarían ese asunto en casa. Y JiMin, por su parte, volvió a deshacer el agarre para liberarse de ella, y esta vez no estaba dispuesto a permitir que lo tocara de nuevo.
—Creo que al padre Jeon no le agrado—dijo ChaeWon al tiempo que lo seguía.
—Tú te lo buscaste—respondió y la miró de mala manera—Tienes que aprender a cerrar la boca y a no hablar si nadie te lo pide.
—Yo sólo quería pasar tiempo contigo—dijo en un hilo de voz.
—Pues yo no—se detuvo y le dedicó una mirada molesta—Respeta mi espacio y mi tiempo en la iglesia. No te quiero detrás de mí todo el tiempo. Ya basta de eso. Deja de ser una molestia.
La actitud de JiMin iba cada vez más en decadencia y ChaeWon no sabía qué más hacer para agradarle o para que le quisiera un poco. A veces se sentía como un juguete que sólo era usado por un tiempo y que después sería desechado.
Ella no sabía que su único error fue nacer mujer... mejor dicho; su error era no ser Jeon JungKook.
Domingo 4 de junio de 1944
Tal vez no se habían dado cuenta de la magnitud del asunto hasta ahora que estaban compartiendo el mismo lugar, pero no podían acercarse ni mucho menos podían besarse. Para JiMin era demasiado incómodo tener que comer con JungKook frente a él y con ChaeWon a un lado dándole bocados para consentirlo. No quería que hiciera eso, porque era algo que acostumbraba a hacer con el mayor y no se sentía bien recibir esa atención de otra persona que no sea él. Pero éste, lejos de estar incómodo, estaba molesto.
Al principio creyó que podía manejar la situación, y quizá podría hacerlo, siempre y cuando Kim ChaeWon no esté cerca. Ahora entendía muchas cosas y le preocupaba que en algún punto no pudiese controlar los sentimientos negativos que había en su interior. No soportaba ver que lo tocara, que le diera de comer ni mucho menos que le diera besos en la mejilla. Aunque en esa última acción JiMin puso un límite.
—Ay, oppa...
—He dicho que basta—la miró con molestia—Me estás atosigando.
ChaeWon hizo una mueca y se sentó correctamente en su silla, mientras que JiMin le dedicaba una mirada suplicante a JungKook para que se relajara. Pero ya era tarde; estaba molesto. Aunque no con él. Era consigo mismo de no poder tener una solución que le ponga fin a la situación de ambos. ¿De verdad habrá?
—Será una boda linda—decía Sana con toda la presunción del mundo—Aunque algo muy íntimo. Tampoco invitaremos a gente del pueblo, sólo nuestras personas más cercanas y de confianza—hizo una pausa y miró hacia el sacerdote quien estaba muy perdido en sus pensamientos—Padre Jeon, sería un honor también que se quede a la recepción después de la ceremonia.
JungKook la miró fugazmente y se obligó a mostrarle una media sonrisa mientras asentía. Hablar sobre la boda de JiMin le ponía los nervios de punta y le provocaba dolor de cabeza. Tan sólo imaginarlo en el altar con ella mientras ambos dicen sí ante Dios, sentía que la vida se le escapaba y eso que su vida misma estaba frente a él mirándolo con ojos de cachorro asustado.
"¿Qué vamos a hacer?" pensaron los dos al mismo tiempo.
—Creo que cada vez estamos más cerca de que ocurra—continuó hablando Sana—Lo único que hace falta es que ChaeWon termine la escuela católica y estará lista para ser desposada.
— ¿Sólo va a estudiar la escuela católica? —se atrevió a preguntar JungKook—¿No quiere estudiar algo más?
—Oh, no—negó Sana y manoteó—No hace falta. Es mujer, así que sólo tiene que preocuparse por ser linda, dedicada al hogar y darme nietos que puedan continuar la dinastía Park.
Era obvio que Sana respondería algo como eso, pero JungKook quería ver si podía plantar una semilla de duda para que la dichosa boda sea aplazada más tiempo. Sin embargo no iba a suceder. Entonces habría que pensar en muchas cosas y replantear todo lo que tenían. Aunque quería mantener la esperanza, hoy por hoy sentía que lo que tenía con JiMin estaba destinado al término repentino o incluso había un futuro incierto detrás de ello.
Era triste pensar en eso, mucho más ahora que estaba acostumbrado a su presencia y a todo. Entregarse a él en cuerpo y alma sólo era como echarse la soga al cuello, fue como navegar en aguas desconocidas, aunque realmente no se arrepiente. Lo volvería a hacer una y otra vez sin importar las consecuencias.
—Hacen una linda pareja, ¿no? —alardeó Sana con esa sonrisa que ya tenía bastante cansado a JungKook—Me recuerdan a mí y a mi apuesto SeHun cuando nos casamos. Imaginen cómo serán mis nietos. Sin duda se parecerán mucho a mi JiMinie.
El aludido bajó la vista y cerró los ojos, porque tan sólo pensar que debía intimar con ChaeWon, le provocaba escalofríos y un sentimiento de asco. ¿Cómo haría algo así? De sólo escuchar su voz se sentía fastidiado y agotado. Siendo como es la chica, lo más seguro es que todo será un caos y no tardará en descubrir que su gusto ya no va por el mismo sentido que el de todos los demás.
—¿Me disculpan un momento? —el rubio dijo de pronto y se puso de pie.
—¿A dónde vas? —preguntó Sana con ese tono autoritario que tanto odiaba.
—Al baño, madre—dijo y le hizo una reverencia.
Ella quiso decir otra cosa, pero JiMin fue rápido a la hora de caminar. Aunque anteriormente le haya dicho que reflexionó sobre sus acciones y sobre lo que dijo, ella estaba segura de que seguía sin estar convencido de este matrimonio. Pero realmente era algo que no le importaba, sólo esperaba que no arruinara todo lo que habían hecho para él.
—Me parece que no se siente bien—intervino JungKook con dobles intenciones— ¿Le gustaría que hable con él?
—Se lo agradecería mucho, padre Jeon—respondió SeHun—Este chiquillo es más rebelde de lo que llegué a imaginar. Y creo que no hay nadie mejor que usted para hacerlo entrar en razón.
"Yo soy mejor para él que todos ustedes"
—Claro. Veré qué puedo hacer—asintió y se puso de pie.
No sabía en dónde buscar y estaba seguro de que en el baño no estaba. Buscó entre sus recuerdos aquella vez que llegó hasta su habitación y se dirigió rápidamente por esos pasillos. La casa de los Park era un poco confusa, pero los latidos de su corazón sabían por dónde guiarlo. Y lo consiguió, porque pronto estuvo frente a la puerta de la habitación de JiMin.
Los recuerdos de aquella vez llegaron rápidamente. Cuando le dijo que no perdiera la Fé y que le diera tiempo a Dios para hacer sus cosas. Qué curioso que hayan llegado a esto, casi dos meses después. Pero quizá no había otra forma. Quizá y queriendo que de verdad sea así, Dios está de su lado y les bendice de alguna u otra forma, sin importar que las cosas estén en su contra.
— ¿Ángel? ¿Estás aquí? —preguntó después de tocar la puerta.
Se quedó parado unos segundos esperando a que le abrieran, pero no escuchaba nada. Cuando se giró para marcharse escuchó el cerrojo moverse y enseguida se devolvió.
— ¿Saben que estás aquí? —preguntó el rubio muy sorprendido.
Pero JungKook no respondió y, contrario a eso, entró en la habitación cerrando la puerta detrás de sí. Lo primero que hizo fue besar los labios de su chico, porque estar cerca de él y no poder hacer eso era como una tortura y también porque quería que supiera que ahí estaba para él sin importar las dificultades.
—JungKookie, no podemos hacer esto aquí—le dijo con voz tenue.
—Tranquilo—susurró y lo abrazó—Tus padres saben que vine a buscarte para hacerte entrar en razón—sonrió burlón.
—Esto parece una pesadilla—dijo con un puchero—Mi madre me presiona con el tema de la boda alegando que ya es hora de que comencemos con los preparativos y yo no sé qué hacer para detenerla. Siento que no puedo.
Escuchó sus palabras y lo abrazó aún más fuerte. Tampoco sabía qué decirle o cómo responderle. Ambos estaban atrapados en esta situación que parecía no tener fin. Cuando iniciaron lo que tenían no se pusieron a pensar en todo lo que conllevaba y que fingir sería una completa tortura
—Recuerda confiar en Dios—intentó consolarlo—Yo intentaré estar alrededor de ti para que no te sientas solo.
— ¿Te vas a quedar conmigo? —preguntó y lo miró con ilusión.
—Lo haré—aseguró sin pensar—Quiero protegerte, porque eres mi ángel caído del cielo que no merece sufrir. Si pudiera tomar tus lágrimas para hacerlas mías, créeme que lo haría. Si yo tuviera el poder suficiente para sacarte de aquí ya lo hubiera hecho. Aunque por ahora sólo puedo estar aquí para ti, para sostenerte y para decirte lo mucho que este corazón late por ti—le sonrió y acarició su mejilla con mucha devoción—No te agobies tanto. Yo me haré cargo, ¿de acuerdo?
Había una Fe ciega que JiMin tenía por JungKook. Si él decía ese tipo de cosas le creía sin cuestionar y sin dudar. No sólo ponía su alma en manos de Dios, también en las de ese hombre que se ha encargado de hacerlo volar por las nubes del cielo y por hacerlo sentir querido como nunca en su vida.
—Te quiero—le dijo el rubio en un susurro.
—También te quiero—correspondió.
Y sus labios se atrajeron como imanes en una poderosa necesidad de sentirse. Pero no fue lindo ni cariñoso. Desde que probaron sus cuerpos ha habido más tensión que antes y ahora un solo beso significaba fuego. No les importó que estuviesen en terreno peligroso, porque lo único que querían era consumirse entre ellos hasta que no les quedara nada, al menos por ahora.
Sus lenguas se tocaron en el proceso y fue ahí donde salieron más jadeos e incluso gemidos. Todo se sentía bien. Todo se sentía perfecto. Todo se sentía correcto. Eran cómplices de sus acciones y de sus sentimientos, así que no les importó entregarse de más, e incluso tocar partes de sus cuerpos sin importar que trajeran ropa puesta.
Se empezaron a escuchar chasquidos y lentamente caminaron hacia la cama, pero antes de siquiera llegar, JungKook tuvo que obligarse a mantener la cordura o estarían completamente perdidos.
—Será mejor volver. No quiero que sospechen ni un poco—le dijo al rubio al tiempo que acariciaba su mejilla.
—Aún no te irás, ¿cierto? —lo miró con súplica.
—Claro que no—le sonrió—No voy a dejarte solo.
JiMin sonrió y se dio el lujo de tomar la mano del sacerdote para caminar hacia la puerta de su habitación, aunque al salir tuvo que soltarla para volver a su realidad. Ambos caminaron por el pasillo sin darse cuenta de que SoYoon atisbaba desde el otro extremo y cuidándose de no ser descubierta.
Sana le pidió que revisara si todo estaba correcto con JiMin, pero no llegó a tiempo, ahora lo veía salir de su habitación a lado del padre Jeon y le pareció ver que estaban agarrados de las manos.
Ellos se fueron, pero SoYoon se quedó parada en el mismo lugar pensando y sospechando cosas que le hacían sentir culpable.
JiMin confesó que estaba enamorado de un hombre pero, ¿qué posibilidad había de que ese hombre fuese el padre Jeon?
No, no.
Eso no podía ser.
¿O sí?
Holiii!!!!
Bueeeno. Yo quisiera saber si en este punto tienen teorías de lo que va a suceder
Los dos están descubriendo y entendiendo la situación, sobre todo su realidad.
Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar.
Las tkm!!!
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