09 Cruzar La Línea
"Por ti
yo podría cruzar la línea"
Don't Blame Me – Taylor Swift
Viernes 5 de mayo de 1944
Había pensamientos que quizá ya no se podrían frenar y ambos podían estar al tanto de eso, pero preferían ignorar cualquier cosa que haya sucedido esa noche en la casa del sacerdote. Puede que no haya sido algo de qué preocuparse, pero cada uno es consciente de sus sentimientos y de sus emociones. JiMin sobre todo, quien se tomó el tiempo suficiente para pensarlo, pero también para ocultarlo en algún lugar de su corazón donde nadie podría llegar, ignorando por completo que podría haber alguien... alguien que ahora mismo lo observa mientras caminan tranquilamente por el bosque del pueblo.
El padre Jeon le aseguró que había hallado un lugar muy especial gracias al padre Min, y ahora quería mostrárselo, porque quizá también podría servirle cuando lo necesitara.
Desde temprano lo esperó afuera de la parroquia para hacer una oración matutina como era costumbre en la vida de ambos, pero que ahora podían hacer juntos. Era revitalizador unir sus manos y hablar con Dios en conjunto, ambos compartiendo las mismas peticiones y con una persona en sus mentes.
JiMin se sentía inusualmente contento, y claro que era debido a la presencia del sacerdote y que ahora estén haciendo algo ajeno a sus deberes en la iglesia. Se siente bien convivir con él fuera de eso e incluso observarlo sin su túnica cotidiana. Ahora lo ve con ropa casual, como quizá sólo él lo ha visto y ha encontrado cierta fascinación por verlo así, por detallar sus características.
A veces lo mira a hurtadillas y se sonroja un poco cuando sus ojos se encuentran accidentalmente con los ajenos. Siente una ráfaga de emociones que bien conoce, pero que prefiere dejar pasar.
Y el sacerdote, bueno, él también está feliz. Se siente cálido con la presencia del chico y le emociona compartir cosas con él que no tengan que ver con la religión, con aquello que los mantiene unidos por el momento.
Había una línea muy delgada que, estaba muy consciente, no debía cruzar, pero si le sonreía de ese modo era difícil mantenerse cuerdo o incluso quieto. Sus manos lo traicionan cuando buscan roces con las contrarias y su corazón de acelera cuando los toques son correspondidos.
Se quedó por un momento observando cómo JiMin apreciaba la vista y luego cómo iba en busca de flores lindas para observar. Le gusta que aprecie los detalles que Dios creó con tanto esmero y amor, además de que le encanta verlo contento y libre de preocupaciones.
La señorita Kim ChaeWon no había sido un dolor de cabeza por ahora, aunque amenazaba con volver en cualquier momento para reclamar lo que, según ella, le pertenecía. El sacerdote no podía evitar sentir cierta molestia al pensar que ella invadía un espacio en donde no era bienvenida, más le molestaba ver al rubio de mal humor a causa de ella, pero por fortuna hoy no era el caso... hoy estaba contento y eso lo agradecía.
Se acercó a él lentamente con las manos en su espalda y le sonrió cuando sus ojos se encontraron. Observó el color de sus orbes por varios segundos antes de desviar la vista hacia sus labios pomposos que hoy lucían más rojos de lo normal, o quizá así los percibía. Pero aún estaba ese llamado a la cordura, mismo que no le permitiría cometer una locura.
— ¿Y? ¿Qué te parece? —preguntó sin dejar de mirarlo.
—Es hermoso—le dijo mirando nuevamente hacia la cascada—Nunca había venido aquí. Gracias por traerme, JungKook.
El aludido sonrió complacido, no sólo por la evidente emoción en los ojos color miel del chico, también porque sentía cierta satisfacción al escuchar su nombre siendo emitido por su voz.
Después de esa noche curiosa en su casa, le pidió que dejara a un lado la formalidad y que se sentiría más cómodo si lo llamase por su nombre o como quisiera, pero sin duda quería que lo viera como su igual.
JiMin se sintió, inusualmente, especial. Tal vez era el único en todo el pueblo que podía llamar al padre Jeon por su nombre, incluso sabía y era testigo de que el padre Min no había dejado la formalidad de lado. Así que entendió rápidamente que ahora, no sólo los unía un lazo religioso, también uno amistoso y más personal.
Ambos estaban bien con eso... mejor que bien. Pero quien se siente de maravilla es JungKook, porque mientras JiMin está mirando la cascada, lo está viendo a él.
Es curioso que nunca miró a una chica, pero ahora no puede quitar los ojos de un hombre, uno que posee el rostro más angelical que haya conocido jamás en su vida. Es digno de admirar y de mirar cuantas veces tenga la oportunidad, porque el tiempo es corto ante una vida larga que enfrentar.
— ¿Te gustaría entrar a nadar? —preguntó y se acercó a él nuevamente.
Ahora tenía cierta necesidad por mantener esa cercanía y lo hacía de manera consciente.
—Claro... pero—se giró y sus mejillas se sonrojaron—no traigo bañador.
—No hace falta—negó con una sonrisa divertida.
JungKook dio unos cuantos pasos más hacia la orilla del río y comenzó a desabotonar su camisa con un poco de afán, mientras tanto, JiMin era testigo de cómo esa prenda caía sobre una roca seca y después de cómo el pantalón terminó en el mismo lugar. Se impresionó, obviamente, porque esto era demasiado repentino y su cuerpo parecía responder de una manera inusual.
Sus mejillas estaban encendidas, y cómo no, si tenía la espalda de JungKook completamente ante su vista. Vio que era ancha y que se acentuaba un poco su cintura. Pero también miró sus brazos e inevitablemente sus piernas. Se había olvidado incluso de respirar, porque en toda su vida no vio a un hombre semi desnudo, pero nunca pensó que le provocaría ciertas sensaciones que no podría considerar correctas. Sobre todo el deseo de tocar su piel para saber cómo se siente.
Lo vio entrar al agua y sólo en ese momento fue consciente de todo el aire retenido en sus pulmones. JungKook emergió rápidamente del agua y echó su cabello hacia atrás con las manos. Y nuevamente los ojos color miel del chico se perdieron.
— ¿No vas a entrar? —preguntó el mayor—El agua está perfecta para nadar. Ven aquí.
Por cortos segundos, JiMin intentó despejar su mente y luego simplemente asintió. No sabía qué haría exactamente, pero sólo pudo acercarse también a la orilla del río con cierta timidez. Aferraba sus manitos a su camisa sin estar muy seguro de sus movimientos, pero se repitió a sí mismo que esto era normal y que sólo era quitarse la ropa frente a otro hombre que bien podría saber cómo lucía, pues evidentemente tenían lo mismo.
Sin embargo, JungKook descubrió que el cuerpo del chico era completamente diferente al suyo y a algunos que haya visto en su vida. Tenía curvas, no sólo en su cintura, también en su espalda. Fue demasiado notorio para sus ojos cómo su trasero resaltaba, además de sus hoyuelos de venus y también su cinturón de Apolo.
Pensó para sus adentros que ninguna mujer tenía sus curvas ni su encanto. Estando sólo en ropa interior lucía perfecto, hermoso. Como si no fuese de este mundo. No sólo su rostro era precioso y delicado. También su cuerpo. Era un hombre con el encanto de una mujer, y eso, aunque pensaba que podía ser normal, le encantaba en lo absoluto.
Todavía con un poco de timidez, JiMin se adentró en el río lentamente hasta que por fin logró zambullirse. Disfrutó mucho del agua tocando su cuerpo y de lo relajado que se sentía en ese momento. El agua le llegaba a la cadera, lo suficientemente correcto como para que se viera su abdomen plano y ese cinturón de Apolo.
JungKook no perdió detalle de absolutamente nada, sobre todo de cómo lucía mojado. Sus labios incluso brillaron más y lo agradeció, al igual que sus ojos amielados. Su piel perlada por las gotas de agua la hacían lucir más atractiva para su vista, tanto, que era difícil apartarla.
—Tenías razón. El agua está deliciosa—habló JiMin cuando logró enchufar los cables de su cerebro.
—Qué bueno que te gustó, JiMin-ah—le habló con una sonrisa—Puedes venir solo cuando quieras.
—Realmente...—habló y avanzó un poco hacia el mayor—Es mejor para mí venir contigo.
JungKook lo miró e inevitablemente sus orejas se pusieron rojas. JiMin causaba ciertos efectos que no podía frenar, pero que sin duda debía esforzarse por ocultar. Por esa razón se zambulló nuevamente en el agua y luego emergió cuando se sintió despejado de lo abrumador.
—Vamos a nadar. Lo vas a disfrutar mucho—le animó.
Y el chico le siguió, tan fiel como desde el primer día en que fue a la iglesia para ayudarle como su asistente. Aunque antes se sentía incómodo con todo aquello, ahora no podía decir lo mismo. De hecho, nadar con JungKook estaba siendo gratificante y satisfactorio. Era como llenar ciertos vacíos que existían en su vida y ahora sentía que nada de eso importaba. No cuando podía ver la sonrisa del mayor, sobre todo porque le recuerda a un adorable conejo. Puede que tenga una pinta dominante y un tanto intimidante, pero sabe que es todo lo contrario. Puede ser adorable, aunque ahora se esté pasando de atractivo.
— ¿Vienes con frecuencia? —preguntó el chico mirándolo atentamente.
—Unas tres veces por semana. A veces cuatro—respondió sin dejar de balancearse en el agua—Hacer oración en privado mientras estoy en el agua me ayuda a conectar mejor con Dios y me hace sentir relajado.
—Siendo sincero, sí es un lugar muy bonito—JiMin dijo mirando hacia su alrededor.
—Lo es—JungKook respondió mirando hacia él.
Cada uno se refería a cosas completamente diferentes, eso era evidente, pero JiMin no fue consciente de eso porque estaba perdido en la cascada donde hacía un rato disfrutó de su agua. Detrás de ella había un pequeña cuevita donde cualquiera podría esconderse y eso le gustaba. Pensaba que este lugar era muy íntimo y el adecuado para cuando necesite hacer oración y conectar con Dios.
— ¿Te gustaría que hiciera una oración? —preguntó el sacerdote.
—Si me haces favor, te lo agradecería mucho—asintió contento.
JungKook se acercó a él y eso hizo que la respiración se le cortara. Fue inevitable que sus ojos se desviaran a sus pectorales y a sus abdominales, aunque al contrario no le importó que lo estudiara de ese modo.
Ciertamente, estar semi desnudos, les causaba sensaciones que justo en este momento están descubriendo, como el hecho de tomarse las manos cuando se están mirando partes del cuerpo que no deberían ponerlos nerviosos. Y aun así, sin importar nada, se miraban y desbordaban emociones que por ahora no podrían definir, pero bien que podían sentir en cada fibra de su ser.
—Querido Dios—habló JungKook mientras sostenía y acariciaba las manos del chico—Tú sabes cómo haces las cosas, aun así me atrevo a intervenir por él, porque es un buen hijo tuyo que no merece derramar lágrimas de tristeza, sólo de felicidad. Haz que su camino por la vida sea bueno. Dale las elecciones correctas para que pueda estar en paz y tranquilo. Escucha sus plegarias cuando te llame y concédele sus peticiones. No lo dejes solo.
Abrió los ojos y se encontró con los ajenos que brillaban de una forma muy peculiar, una que realmente le encantó.
Sabía que este chico había cruzado una línea que nunca estuvo consciente de que existía y ahora no sabía exactamente cómo manejarlo. Tal vez sería más fácil alejarlo para aclarar su mente, pero no quería hacerlo tampoco. Se sentía egoísta, pero realmente no le importaba, no cuando el chico le miraba y le sonreía así. Lo deslumbraba, aún más si tenía la imagen de la cascada cayendo en el río.
Sin duda era un ángel, uno que provocaba muchas sensaciones que ahora mismo le daban miedo.
Miércoles 10 de abril de 1944
Quiso creer que ciertas cosas cambiarían con el paso de los días, pero no fue así. Empezando por lo que estaba emergiendo en su interior y que sus acciones salían completamente naturales. Además de que ya estaba acostumbrado a la presencia de JiMin, ya sea en su oficina o en su propia casa.
Ha visitado la residencia de los Park para comidas amistosas que éstos mismos organizan para él, sin saber que sólo están contribuyendo con lo que el sacerdote y el parroquiano comienzan a sentir.
En este punto se podría decir que ambos hacen ojos ciegos a todo, pero JiMin no. Él no. Él estaba muy consciente de lo que ciertas emociones significaban, pero no lo había aceptado ni en voz alta ni en voz baja. También tenía miedo, porque hablando con Dios cayó en la cuenta de que faltaba a uno de los diez mandamientos de la iglesia católica, pero no era algo que pudiese frenar, mucho menos cuando estaba con JungKook completamente a solas.
Aquel día en la cascada no se quedó en algo casual. Al menos han acudido tres veces más y se han visto en paños menores fingiendo que eso no les causa absolutamente nada. Ambos saben que las mariposas en su estómago no son sólo porque sí ni por la emoción del momento ni mucho menos por la gracia de Dios. Él menos que nadie estaba involucrado en esto.
Lo dejaban de lado y para cuando estaban solos lo analizaban, llegando a una sola conclusión que les daba miedo admitir.
JungKook creía que sólo veía al chico como un hermano menor al cual proteger y lo hacía con gusto. A veces todo sucedía espontáneo, como mirarlo cuando piensa que nadie lo está haciendo o cuando está muy concentrado revisando algo, justo como ahora hace. De vez en cuando gesticula unos pucheros que JungKook no puede evitar mirar. Sus ojos se pierden, pero incluso van más allá; su cuello y parte de sus clavículas se ven debido a que la camisa no le queda lo suficiente y a que está encorvado hacia enfrente leyendo uno de los trabajos de los niños del catecismo.
Han estado ahí en su oficina por varias horas hablando sobre eso y otras cosas, sin embargo, JungKook ha estado inquieto debido a sus ojos traicioneros que se desvían imprudentemente e involuntariamente. Pero no es el único, porque JiMin también ha tomado sus oportunidades cuando el mayor está distraído haciendo alguna cosa. Vio que se arremangó las mangas de su camisa y no pudo evitar observar la forma en que las venas de sus brazos se marcan, mucho menos frenó las sensaciones que eso le provocó.
Todo en ellos se está volviendo inevitable y quizá Dios sería testigo de ello.
—Este trabajo es muy bello—habló JiMin después de mucho tiempo en silencio y tragando saliva—La pequeña hizo una bonita reflexión sobre el perdón de los pecados y lo que piensa de eso. ¿Quieres leerlo, JungKook?
El aludido tenía la vista fija en un lugar donde nuevamente no debía y JiMin se dio cuenta enseguida de eso.
Últimamente les absorbía una tensión bastante palpable cada vez que estaban solos. Esto se estaba haciendo frecuente y de alguna u otra forma no podían evitarlo. El rubio tenía pensamientos inapropiados cada vez que vía a JungKook mirarle los labios de esa forma y, como acto reflejo, pasaba su lengua por los mismos usando sólo la punta y haciéndolo de manera lenta y tortuosa.
No era la primera vez, de hecho, el primer día en la cascada ambos miraron sus labios en más de una ocasión, aunque al menos en esos momentos disimulaban. Justo ahora no lo hacen, JungKook, sobre todo, no repara en hacer un leve recorrido que JiMin observó a la perfección. Eso le hizo dudar de las convicciones que tuvo esta mañana con respecto a su papel como buen católico, incluso piensa en una posibilidad demasiado descabellada, pero que no ha parado de martillear en su cabeza.
Había una línea muy delgada entre ambos que en cualquier momento se podría cruzar. No estaban tan separados el uno del otro, incluso sus rodillas estaban juntas y podían percibir su calor corporal desde ahí, algo que les provocaba ciertas sensaciones completamente indescifrables para los dos.
¿Por qué sentían esto?
¿Por qué se siente como si ambos lo quisieran?
—JungKook—volvió a llamarle— ¿Quieres leer esto? —preguntó nuevamente y agitó la hoja en el aire.
El rubio se descubrió a sí mismo vacilando en su lugar con toda la intención de inclinarse hacia enfrente, pero logró encontrar claridad en el momento justo. Mientras tanto, el aludido logró subir la mirada, parpadeó unas cuantas veces antes de asentir y tomó la hoja para leerla en completo silencio.
JiMin tomó su oportunidad para observarlo creyendo que no se daba cuenta, pero muy equivocado estaba, porque aunque JungKook leía, su mente estaba en otro asunto. Sentía escalofríos de la forma en que el chico lo estudiaba y estaba seguro de que movía sus ojos por varias partes de su cuerpo. Hoy no usaba la túnica tampoco, de hecho, últimamente se sentía incómodo con ella.
—Sí es bastante interesante—logró decir después de no haber leído absolutamente nada.
Pero esta vez fue el turno de JiMin de perderse y es que no había estado tan consciente de la forma en que JungKook lo miraba hasta ahora, o mejor dicho, estaba en negación y tratando de luchar contra las corrientes que se formaban en su interior. Pero ahora no quería pensar demasiado, porque su mente sólo podía pensar en una cosa.
¿Qué se sentirá?
Tiene una sensación que le invade de pronto y que ya no puede frenar, porque incluso su cuerpo ya no vacila; se está yendo hacia enfrente. Y claramente está siendo correspondido.
Ambos han estado muy inmersos en los últimos días y demasiado distraídos como para concentrarse en lo que debían hacer. Ahora compartían el mismo pensamiento y el mismo sentimiento; miedo, pero que se mezclaba con deseo.
¿Qué se sentirá besar sus labios?
Ambos se preguntaron y por un momento olvidaron por completo dónde estaban, quiénes eran y lo malo que esto podría ser.
JiMin era el más curioso y quería descubrirlo. Ya no quería pensar demasiado, no cuando el rostro de Jeon JungKook, el sacerdote del pueblo, está a escasos centímetros del suyo. Él se ha quedado en un punto fijo, no se ha movido, pero el rubio está dispuesto a hacerlo por él. En este momento no tiene dudas y sólo elige ser valiente.
Y lo besó.
Sus labios presionaron con suavidad los contrarios que se mantienen completamente estáticos debido a la impresión, porque por un momento JungKook pensó que quizá sucedería, pero tampoco se atrevió a frenarlo. Ahora estaba ahí, sintiendo la calidez de los labios pomposos del chico que lo ha tenido flotando en una nube de muchos pensamientos que ya no puede controlar.
En su estómago hay una revolución que le impide pensar correctamente. Y es entonces que sólo cierra los ojos para dejarse llevar, para olvidar que es un sacerdote y un hombre que está besando a otro hombre... uno que no es cualquier hombre ante sus ojos. Es uno que, está seguro, le haría perder la cordura a cualquiera.
Pasan varios segundos sin que ninguno se mueva, hasta que nuevamente es JiMin quien toma la iniciativa de un beso más real, uno donde sus labios se mueven torpemente sobre los ajenos y en espera de que corresponda.
Ninguno sabe exactamente qué hacer, así que sólo se lo dejan a sus instintos que les ayudan a improvisar.
JungKook decide participar y permite que sus labios se muevan a la par de los contrarios. Descubren entonces que sincronizan perfectamente y nada se siente inusual, sólo son conscientes de lo mucho que esto les está gustando y de cómo su piel se eriza ante el acto.
JiMin es quien se empuja hacia enfrente para buscar por más y lo consigue, porque JungKook abre un poco más sus labios para dejar que se profundice y suba escasamente de nivel. Una de sus manos viaja a la mejilla del rubio y la acaricia con cariño, con delicadeza y con suavidad. Él se pierde en la sensación que esa caricia le brinda y se entrega completamente, no le importa que JungKook sea un sacerdote ni mucho menos le importa que sea un hombre, porque ahora está seguro de que le gusta y que es un sentimiento verdaderamente fuerte.
Por otro lado, el mayor piensa en lo mismo, ya no puede ser un secreto en su interior, porque ahora que puede probar sus labios puede sentirlo muy real. Puede estar seguro de que le gusta, de que se siente muy atraído por él y que ya no puede engañarse por eso, no cuando su cuerpo y sus ojos reaccionan de manera natural cada vez que lo tiene cerca. Ahora sus labios corresponden y no quiere que termine. No sabe cuánto tiempo ha pasado, pero realmente no le importa.
Sin embargo, sigue siendo un sacerdote. Y cuando piensa en que quiere tener más de esto de JiMin, es que recuerda ese gran detalle de su vida, sobre todo, que ambos son hombres y que ni Dios ni nadie aceptarían un pecado como este.
Se creó únicamente hombre y mujer con un solo fin.
¿Por qué le gusta un hombre, a él que ha consagrado su vida a Dios por una poderosa razón?
Esto es una locura, es...
—Dios Dios Dios—repitió una y otra vez cuando la cordura y la razón volvieron a su cuerpo después de haber experimentado una de las mejores sensaciones que ha podido conocer.
JungKook lleva una mano a sus labios y los toca; están calientes, están húmedos y... fueron besados por otro hombre.
Malditamente acaba de besar a Park JiMin, su joven discípulo que sólo estaba aquí para servirle a él, a Dios y a la iglesia.
— ¿Qué fue...? ¿Por qué? —inquiría para sí mismo mientras su respiración se agitaba.
—Dios mío—fue lo único que el rubio pudo decir en un soplido que salió de sus labios que ahora estaban más rojos que antes.
Fue consciente y le asustaba que no había ni un ápice de arrepentimiento en su interior. Sólo miraba cómo JungKook tenía una expresión de pánico... estaba aterrado y su mirada perdida en algún punto, hasta que la sintió encima suyo y vio que era oscura, era llena de resquemor y de un profundo rechazo que le afectó instantáneamente.
Había cometido un pecado enorme, seguramente era imperdonable, pero lo peor de todo es que seguía sin arrepentirse.
— ¿Pero que has hecho? —preguntó JungKook con la respiración agitada—¿Cómo pudiste? ¡¿Cómo?! —gritó.
JiMin se encogió y bajó la vista. Vio que el sacerdote se ponía de pie y comenzaba a caminar de un lado a otro mientras sacudía las manos desesperadamente. No estaba bien, ninguno lo estaba y no sabían ni qué decir al respecto.
El rubio sentía que lo arruinó todo.
— ¡Es un pecado! —volvió a gritar JungKook—¡Esto es un maldito pecado! ¡Eres un pecador! —dijo y juzgó al pobre chico con la mirada quien no era capaz de devolverle el gesto. Pero por un momento se detuvo antes de vociferar algo más—Soy un pecador—musitó muy consciente de eso.
Se hizo otro silencio, uno donde ya escuchaba que JiMin sorbía por la nariz debido a que estaba llorando. Y pese a todo, pese a que JungKook lo señalaba como un pecador y quizá como un incitador, aún no se arrepentía, porque besarlo le provocó el mejor sentimiento de su vida.
Se sintió contento, aunque ahora está muerto de miedo.
—Largo—de pronto JungKook le dijo con una mirada resentida— ¿No me escuchaste? ¡Lárgate de aquí ahora mismo!
Como un resorte, JiMin se puso de pie, pero antes de salir se atrevió a mirar al sacerdote para suplicarle perdón de manera tácita, sin embargo, sus ojos seguían siendo un par de remolinos oscuros que le amenazaban y le reprochaban. Sintió aún más miedo y cierto rechazo por sí mismo. Ahora que salía de la oficina y que caminaba bajo el escrutinio de los santos que estaban en la iglesia, era consciente de sus actos y que ya no podría mirar JungKook a los ojos.
Traicionó su confianza... traicionó todo lo que tenían.
Cruzó la maldita línea.
Lo dejó completamente confundido y con el corazón acelerado, aunque compartían eso mismo.
Cometió el pecado más grande de su vida.
Todo por querer saber qué se sentía besar al padre Jeon.
Lo peor de todo es que debe admitir que se siente bien.
Fue como tocar el cielo, lugar al que tal vez ya no podrá ir después de lo que hizo.
WTF!!!!!
Hermanas, yo les dije que iban a pasar cosas. De aquí pal real!!!!
Aunque habrá un poco de drama entre ellos, sólo para echarle más sabor al caldo. No se preocupen, que es algo pasajero. El verdadero drama es después :(
Ustedes decían que Jungkook sería el primero, pero fue Jimin jsjsjs, aunque JK está igual de jodido. Sólo le falta un pequeño empujón. Se escandalizó más debido a que es sacerdote y obviamente siente que cometió una falta grandísma, por eso reaccionó así. No se enojen con él plis!!!
En los siguientes caps siguen ocurriendo cosas inesperadas jsjs, así que preparense, porque la tensión se rompió jsjs
Actualizo el viernes y a partir del lunes subo uno diario. De ahí no hay maratón hasta que llegue el drama. Ya saben.
Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar.
Las tkm!!!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro