07 El Pánico Amenaza
"Tiemblo.
Tengo pánico.
Sólo te necesito a ti"
Don't Blame Me – Taylor Swift
Jueves 20 de abril de 1944
Los días en la iglesia solían ser repetitivos, sobre todo cuando estaba en el seminario. Pero ahora la perspectiva de muchas cosas ha cambiado gracias a cierto chico rubio que, cuando sonríe, sus ojos desaparecen en dos tiernas líneas que bien podría compararlas con la luna en cuarto creciente y cuarto menguante. Lucía adorable y le satisfacía bastante poder sacarle una sonrisa aunque sea.
Sabe que en estos días ha estado muy tenso debido a que la señorita Kim ChaeWon no ha querido devolverse a su casa. Así que fue su cómplice y lo tuvo lo suficientemente ocupado como para volver demasiado tarde a su casa. ChaeWon se veía en la necesidad de no molestarlo aunque estuviera desesperada... demasiado desesperada.
Pero las cosas no siempre saldrían de ese modo y el sacerdote lo sabía perfectamente. En algún momento JiMin se casará con ChaeWon y eso cambiará drásticamente todo. Ya no lo verá en la iglesia ni en los catecismos, porque lo más seguro es que estará todo el tiempo con ella y eso, de alguna manera, no le agrada en lo absoluto.
En estos días que ha notado la tensión y la preocupación en su rostro, pensó que sería bueno por fin comprarle los estambres que le había prometido hacía varios días. Estaba en el mercado buscando los colores que le había pedido, sobre todo el amarillo porque le dijo que era su color favorito. Uno de los muchos secretos que ya tenían.
Observaba con detalle y con cuidado, como si se tratara de algo que era muy importante. Y realmente lo era. Aunque ahora no lo ha pensado con detenimiento; JiMin se ha convertido en alguien especial para él. Nadie puede ser capaz de ver la luz que posee y ese don de encandilar a todos los que pasan a su alrededor. Se ha dado cuenta muchas veces que las señoritas lo miran con distintas emociones desbordando en sus ojos. Ya está muy consciente de que es muy codiciado y popular en el pueblo, incluso en otros lugares, y no puede culparlo, porque su atractivo llama a cualquiera, incluso a él que se ha pillado a sí mismo observando de más sus facciones privilegiadas.
No puede evitar sonreír al pensar que él estará muy contento cuando reciba los estambres y las agujas que le compró para tejer. Hoy despertó con esa meta y está dispuesto a cumplirla.
—Padre Jeon.
Una voz que recuerda le llamó justo a un costado mientras pagaba todas las bolas de estambre. Se giró al instante para encontrarse a Park NamJoon con una sonrisa en su rostro. Pudo ver que era bastante parecido a JiMin; un pensamiento que fue inevitable tener.
Le devolvió la sonrisa y se giró completamente para hacerle una reverencia, pero NamJoon fue más cortés al tomarlo de la mano para dedicarle un beso en sinónimo de respeto, sin embrago, últimamente, el sacerdote experimentaba cierta sensación de rechazo cuando le besaban la mano, algo que con JiMin no sucedía.
¿Por qué será?
— ¿Cómo se encuentra el día de hoy? ¿Está haciendo compras? —preguntó aún con su sonrisa.
—Oh, sí—asintió enseguida—Necesitaba unas cuantas bolas estambre y unas agujas para tejer—informó con naturalidad.
La expresión de NamJoon fue de sorpresa, pero nada relacionado con el desagrado como otras personas hubiesen reaccionado. Aunque le provocaba curiosidad el hecho de que un sacerdote y, evidentemente, un hombre, lleve consigo bolas de estambre para tejer. Según su educación familiar y misógina; eso era cosas de mujeres. Así como su esposa SoYoon a quien le encanta tejer y confeccionar.
— ¿Usted teje, padre Jeon? —inquirió con cautela.
— ¿Me estás juzgando, Park NamJoon? —lo miró con cierta burla.
—Oh, no. Nada de eso—se asustó un poco—Lo que pasa es que... se supone que las actividades de tejido y confección están destinadas solo a mujeres. Me resulta un poco sorprendente que usted sepa realizar aquello.
Con esa oración tan simple y que no ofendía a absolutamente nadie, el sacerdote entendió por qué JiMin se ocultaba del mundo. Tal vez NamJoon no lo rechazaría si le decía lo que le gustaba, pero éste terminaba por decir que aquello era cosa de mujeres y que los hombres debían encargarse de otros temas. Le gustaría que este hombre frente a él tuviese la capacidad de ver más allá de lo que supuestamente imparte un rol social.
—Bueno... es un poco relajante, sobre todo cuando tengo mucho tiempo de sobra—explicó y luego agregó—Soy un hombre solo, así que debo ser multifuncional para poder sobrevivir. También sé cocinar. El joven JiMin puede comprobártelo.
Aquello tomó a NamJoon por sorpresa, sobre todo porque dedujo al instante que su hermano comió comida hecha por el mismo sacerdote del pueblo y eso lo dejó pensativo. ¿Estaba bien que tuviesen esa confianza entre ellos? Es decir, siempre ha habido cierto límite entre sacerdotes y parroquianos. Todos creían que quizá no podía existir otro tipo de convivencia más que dentro del ámbito religioso. Pero ahora que lo piensa; JiMin ha pasado demasiado tiempo con él y tal vez ha sido suficiente como para crear un lazo amistoso entre ellos.
La cuestión aquí es: ¿eso es correcto?
— ¿Le preparó comida a mi hermano? —preguntó con cautela.
—Claro. Ya en unas cuantas ocasiones—respondió de lo más normal.
—Por lo que veo se llevan bien—continuó mirándolo con cautela.
—No más allá de sacerdote y parroquiano—aclaró porque notó las dudas en sus ojos—Debido a que consumo demasiado de su tiempo, he considerado unas cuantas ocasiones brindarle alimento como muestra de mi gratitud. Él es muy comprometido con Dios nuestro señor.
—Oh, claro... sí, sí. Entiendo—asintió varias veces y despejó sus pensamientos—Le agradezco que cuide así de mi hermano menor. Creo que ahora necesita mucho de alguien que interceda por él con Dios nuestro señor.
— ¿Lo dices por su compromiso? —no pudo evitar preguntar.
NamJoon siempre había sido muy inteligente y perspicaz, por eso, en ese mismo instante, se dio cuenta de que la relación que el padre Jeon y JiMin mantenían ya era muy cercana. Evidentemente le había hablado de su compromiso y quizá otras cosas que desconocía completamente. Queriendo y no le causaba conflicto.
—Así es, Padre Jeon—asintió—Está teniendo dificultades con respecto a eso.
—Y no es para menos—siguió el hilo de la plática—Prácticamente lo están obligando. Dime algo, ¿te parece justo que haya un matrimonio por conveniencia? ¿El tuyo fue de ese modo?
NamJoon se sintió un poco contrariado por la actitud del sacerdote. Parecía que estaba molesto y a la defensiva. Además, el hecho de que prácticamente le reclame sobre su matrimonio arreglado no es algo que le agrade en lo absoluto. SoYoon es el gran amor de su vida y eso sí puede agradecerle a su padre, si no hubiese sido por él, jamás la habría conocido.
No puede arrepentirse de su matrimonio por conveniencia. Y JiMin no debería ser tan reacio.
ChaeWon es la mujer perfecta para él.
—Sí, también fue arreglado—asintió seguro de sí mismo—Pero fue lo mejor que me pudo pasar en la vida. SoYoon es la única para mí y la amo con todo muy corazón. Yo jamás me arrepentiría de esto, mucho menos sabiendo que existe mi hijo.
El sacerdote pudo ver la certeza en los ojos de Park NamJoon y entendió que con él no era el mismo caso. Y se alegraba por él. Al menos el amor era compartido en su matrimonio y no había una lucha continua por buscar una salvación, no como con JiMin que se sentía atrapado y a veces con cierto pánico.
—Pues me alegro que tenga un matrimonio feliz. Dios le siga bendiciendo de ese modo—habló con sinceridad.
—Le agradezco, padre Jeon—asintió más relajado.
—Pero si me permite hacerle una sugerencia...—se acercó un poco—Debería escuchar a su hermano y prestar atención a lo que piensa respecto a su compromiso. No todos tienen la fortuna de tener un matrimonio como el suyo.
NamJoon lo miró por cortos segundo y luego bajó la vista. En eso no se equivocaba el sacerdote, porque incluso él sabía que entre sus propios padres no existía el amor verdadero, sólo era un interés monetario.
—Gracias, padre Jeon—asintió comprensivo—Lo voy a tomar en cuenta.
Después de intercambiar reverencias, NamJoon observó cómo el sacerdote se alejaba entre la gente y saludando a la misma. Se quedó pensativo con respecto a cómo había reaccionado cuando inesperadamente tocaron el tema del compromiso de JiMin. Le resultaba curioso que tuviesen demasiada cercanía, tanta, que el rubio le hablaba sobre sus intimidades. No sabía qué conclusiones sacar, pero creía de verdad que no era correcto.
"Sólo Dios sabe"
Miércoles 26 de abril de 1944
Inquieto y con cierto pánico.
ChaeWon por fin se había largado de vuelta a Seúl y JiMin sentía que respiraba un poco. Aun así pensaba y pensaba en que ya no podría soportar demasiado.
Pese a que colocó un límite para evitar que se le acercara demasiado, ella descubrió que frente a Sana no podía negarse porque debía hacer todo lo que le pidiera. Así que tuvo que soportar sus insistencias y sus malditas insinuaciones. Sin duda agradecía con todas sus fuerzas poder ir hacia donde estaba el padre Jeon, porque era el único lugar donde se sentía tranquilo y seguro.
Había tenido mucho tiempo aquí para practicar las puntadas que aprendió indirectamente de SoYoon. Y el sacerdote estuvo ahí observándolo y dándole algún consejo sobre cómo hacerlo. No le sorprendió mucho saber que también sabía tejer y que, en algún momento del seminario, llegó a hacerlo para no caer en lo monótono.
JiMin veía al padre Jeon como un hombre único en esta vida que no cualquiera podría conocer, pero él tenía el privilegio de compartir tiempo a su lado todos los días. Porque con la presencia de ChaeWon en su casa, sin duda, la pasaba todo el tiempo en la iglesia.
Ahora que ella se había marchado y, aprovechando que tenía un poco de tiempo, decidió que visitaría a su hermano NamJoon después de terminar sus deberes en la iglesia. Hoy el padre Jeon lo dejó ir temprano en vista de que el dolor de cabeza se había marchado, temporalmente, y es por eso que caminaba ansioso por las calles del pueblo que lo conducían hacia la casa de su hermano mayor.
Llegó y, como siempre, la puerta estaba abierta para su acceso. Entró rápidamente haciendo reverencias rápidas a las mucamas y caminó al jardín trasero donde la familia solía compartir tiempo después de todo un día. Los encontró sentados sobre el pasto disfrutando de su pequeño y pensó que ellos eran afortunados, porque tuvieron la dicha de enamorarse mutuamente y de incluso formar una familia.
—Buenas noches—se anunció—Dios les bendice.
—Oh, JiMin-ah—NamJoon se levantó rápido para recibirlo—Que Dios nuestro señor te colme de bendiciones—dijo y lo abrazó— ¿Por qué ingresas con tanta prisa? ¿Sucedió algo?
—En realidad sí están pasando muchas cosas—asintió aún con ese deje de afán—Quisiera hablar con ambos sobre algo importante.
NamJoon no había dejado de pensar en que JiMin compartía demasiado tiempo con el sacerdote Jeon y que quizá eso estaba influenciando su actual comportamiento. De hecho, ahora que lo reflexionó con mayor detenimiento, se dio cuenta de que su hermano se expresaba mejor y que alzaba más la mirada. Ahora parecía sonreír mucho y hablaba con más personas.
Pasar tiempo con el padre Jeon le estaba haciendo muy bien.
—Por favor, ven a sentarte con nosotros—le animó SoYoon—Y cuéntanos que está pasando.
JiMin se apresuró hacia donde su cuñada estaba y al tiempo SooBin se fue con una de las mucamas para que ellos pudiesen hablar. NamJoon se sentó a lado de su esposa y luego miró a su hermano menor con mucha expectativa.
—He decidido venir a ustedes porque necesito confiar en alguien—habló con un poco de rapidez.
—Puedes confiar en nosotros—nuevamente le animó su cuñada—Libérate un poco, ¿de acuerdo?
—Así lo haré—asintió aún un poco dudoso.
Estos días que estuvo ChaeWon en su casa llegó a la conclusión de que su presencia le irrita y le fastidia. No encuentra comodidad a su lado por más que lo intentó y no pasó ni un solo día deseando que ya se marchara. Sólo encontraba paz con el padre Jeon, aunque eso se lo guardaría para sí mismo.
—Crean en mi palabra cuando les digo que lo he intentado de muchas maneras—comenzó a hablar y se aventuró a alzar la mirada—Sé que mi prometida es linda y de buena familia, pero no me gusta en lo más mínimo.
—Otra vez con eso, JiMin-ah—intervino NamJoon—Te hemos dicho que tengas paciencia y que se lo dejes al tiempo...
—Por favor, escúchame—lo miró suplicante—Ya no quiero dejárselo al tiempo ni a las manos de Dios. Él más que nadie sabe que yo no quiero esto. ChaeWon es demasiado... invasiva y no respeta mis límites, no importando que se los he repetido una y otra vez.
—Park JiMin—esta vez intervino SoYoon—No está bien que te expreses así de una señorita, mucho menos de tu prometida. Debes respetarla.
—No estoy diciendo nada que no sea cierto—refutó y se puso rígido—Además, ella no me respeta a mí. ¿Yo por qué sí tengo que hacerlo?
SoYoon y NamJoon se miraron a los ojos con muchas incógnitas en ellos. Parecía que compartían los mismos pensamientos, pero buscaban la forma de hablarlo con JiMin. Podían entender su desespero por no contraer matrimonio tan repentinamente, pero seguían siendo fieles creyentes de que sólo era cuestión de tiempo para que él se enamorara de ChaeWon.
—Porque es tu prometida—habló NamJoon con un tono autoritario—Y ya es momento de que dejes este tema y te esmeres de verdad en quererla, porque el matrimonio está arreglado sin que se pueda dar marcha atrás.
— ¿Acaso me escuchas cuando te digo que no siento nada por ella? —lo miró con sus ojos cristalizados—Lo he intentado, hyung, pero simplemente no puedo. No sé qué pasa conmigo y estoy aterrado. Me da pánico de sólo pensar que viviré con ella a solas... y no estoy listo para eso.
—Ya no eres un niño, JiMin-ah—dijo y se puso de pie—Es hora de que asumas las responsabilidades que conlleva este apellido.
—Pero yo no quiero esto—también se puso de pie y juntó sus manos a modo de súplica—Habla con nuestro padre, te lo ruego. No quiero casarme aún y mucho menos con ella. No es la indicada para mí.
— ¿Y entonces quién lo es?
El rubio enmudeció y no sabe por qué, pero el padre Jeon llegó a su mente demasiado rápido y eso le causó un tremendo escalofrío, además de un rubor en sus mejillas. Fue entonces que NamJoon llegó a la conclusión de que existía otra mujer que impedía que JiMin pensara con claridad.
— ¿Estás engañando a tu prometida? —inquirió de manera acusatoria.
— ¿Qué? —abrió los ojos en grande—Para nada. Yo sería incapaz de hacer algo así.
—No entiendo—negó con la cabeza—Deja entonces esta rabieta innecesaria. No puedes detener lo inevitable.
—Sé que puedo hacerlo—volvió a insistir con más desespero—Sólo necesito que me ayudes, por favor, hyung. No me dejes solo en esto.
SoYoon sólo observaba y analizaba el comportamiento de su cuñado que no era nada similar a como solía ser. Había cierto brillo que no tuvo antes y ahora no puede asegurar que se debía a la presencia de Kim ChaeWon en su vida, porque ha dejado muy en claro que no desea casarse con ella. Mientras tanto, NamJoon intentaba ser razonable y ser lo más objetivo posible con sus palabras, sin llegar a herir a su hermano menor. Podía ver la frustración y el pánico que el inminente matrimonio le causaba, algo que le hacía dudar incluso de sus propios ideales. Sin embrago, es el mayor de ambos, así que es su deber hacerlo entrar en razón.
—Eres un Park y es tu deber cumplir con tus obligaciones—sentenció y lo miró con severidad—Vas a casarte con la señorita Kim ChaeWon y asumirás el rol de esposo pronto, así te guste o no. Debes actuar como hombre.
Esa última frase es la que constantemente usaba su madre para herirlo, manipularlo o maltratarlo. Causaba un efecto negativo que se encajaba con rapidez en su interior, peor aún si venía por parte de su hermano mayor; el único de su familia que creía que valía la pena.
—Ya veo que no tengo tu apoyo—negó con la cabeza y con las lágrimas surcando sus mejillas—Está bien. Yo lo haré por mi cuenta. Porque a ti sólo te importa el apellido y el dinero como a todos los demás.
Se dio la vuelta y salió corriendo hacia el último lugar que era su opción y que veía muy necesario enfrentar.
Podía sentir el pánico recorriendo todo su cuerpo y un miedo latente que casi no lo dejaba respirar. Pero estaba harto de que todos le dijera qué hacer y cómo comportarse, sobre todo que le ordenaran a quien amar en esta vida. Lo único que deseaba era libertad y la capacidad de decidir por sí mismo, sin que haya consecuencias ni golpes de por medio. Tal vez NamJoon no lo ayudará y eso estaba bien. Quizá lo correcto era enfrentar directamente a las personas que estaban arruinando su vida sin ningún ápice de empatía por su sufrimiento.
Sus padres estaban en una de las estancias de la casa donde acostumbran tomar el té. No le importó abrir la puerta de manera estruendosa e irrespetuosa, acción que nunca hizo y que sorprendió a Sana cuando escuchó el portazo. Incluso un jarrón muy costoso cayó al suelo debido al impacto, pero los señores Park sólo podían ver a su hijo menor parado en el marco de la puerta con un rostro completamente iracundo que llevaba una mezcla de miedo.
—No quiero casarme—anunció sin rodeos y con mucha determinación—La señorita Kim ChaeWon es hermosa y estoy muy consciente de que es de buena familia, pero a mí eso no logra cautivarme. Nada de ella lo consigue.
—Pero... —Sana se levantó de golpe y abrió los ojos exageradamente— ¿Qué cosas estás diciendo, mocoso insolente? Detente ahora con lo que estás diciendo y pídenos una disculpa de rodillas.
—No—se negó al instante y le sostuvo la mirada—Hacen conmigo todo lo que ustedes desean y dejan de lado todo lo que yo llevo en mi interior. Yo quiero casarme con alguien a quien ame de verdad, no sólo porque tenga buenos negocios en sus manos.
—De amor no se vive, JiMin-ah—habló SeHun con una serenidad que causaba miedo e inquietud—El amor no te dará de comer ni mucho menos va a vestirte. Es mejor casarse por dinero para asegurar un futuro, que creer ciegamente en un sentimiento que nos vuelve débiles.
JiMin dejó salir una risita sin poder evitarlo y vaciló un poco en su lugar. Las palabras de su progenitor eran, sin duda, como bofetadas en sus mejillas. Puede que tenga razón, pero no quiere dársela, porque está seguro de que puede demostrarle que es capaz de casarse por amor así como su hermano NamJoon. No quiere más esta prisión ni sentir que no puede siquiera gritar. Quiere disfrutar de los mismos derechos que cualquiera y la libertad de elegir qué es lo mejor para sí mismo.
—No es verdad—refutó y dio unos cuantos pasos—El amor de Dios es poderoso y eso nos mantiene vivos. Él más que nadie predica con ese sentimiento y estoy seguro de que no está convencido de que yo me case por dinero.
—Dime algo, JiMin-ah—nuevamente habló SeHun y se puso de pie— ¿Existe alguien más en tu vida?
— ¿Por qué todos piensan eso? —rio sin gracia—No hay nadie en mi vida.
Pero el sacerdote Jeon aparecía nuevamente en su cabeza y en un momento tenso que no era el adecuado. Aun así no podía evitarlo, porque cada vez que alguien le hacía ese tipo de preguntas, él llegaba como la luz del sol y le provocaba un sentimiento de calidez. Algo completamente involuntario.
—No encuentro otra explicación por la cual no quieras casarte con la señorita Kim ChaeWon—lo miró detenidamente.
—No existe nadie en mi vida, padre—nuevamente negó—Simplemente no quiero casarme con ella. No me gusta y nunca me gustará. Ella no es lo que quiero.
—Pero qué atrevimiento el tuyo...—habló Sana, pero su esposo la detuvo con una seña.
—Lo siento mucho—habló SeHun—Pero este matrimonio está casi consolidado. Nada de lo que digas ahora mismo cambiará los planes que he hecho para ti.
—Pero, padre. Por favor, escúcheme...
—No quiero hacerlo—le dio la espalda—Ahora vete de aquí.
—Se lo suplico...
—No, joven Park.
—Padre...
— ¡No! ¡No! —le gritó y lo miró con rabia contenida—Tú no eres nadie para decidir sobre tu vida. Así que acata lo que te ordeno y cásate con la señorita Kim ChaeWon.
—No—también se negó.
— ¡Te casarás con ella aunque no quieras!
— ¡No pienso hacerlo! ¡Ustedes no van a manejar mi vida!
Aunque hubiesen querido reprenderlo, no les dio tiempo de hacerlo, porque él ya corría fuera de su casa para adentrarse en la fuerte lluvia que caía en ese momento. Pero nada le inmutó de seguir un camino conocido de manera inconsciente y con sus lágrimas cayendo por sus mofletes sonrojados.
Las palabras de su padre y de su hermano retumbaban en su interior. No conciliaba la idea de tener que resignarse a vivir una vida que no quería. Una vida que sería de todo, menos feliz. Y a lado de una mujer que también poseía un corazón superficial. Nadie era capaz de entenderlo, porque lo único que veían era el signo de pesos volando por su cabeza. Le hacían sentir como mercancía que estaba lista para ser vendida o carne preparada para ser devorada.
Todo su alrededor caía pedazo a pedazo y sólo podía pensar en una sola persona que, quizá, podía salvarlo de pasar una noche bajo la lluvia.
"Dios mío, no me abandones por favor"
Suplicaba una y otra vez hasta que por fin vio la pequeña casa que estaba detrás de la iglesia. La luz de una vela iluminaba tenuemente el interior y eso le provocó un sentimiento de esperanza, pero justo ahora quería algo más que solo eso.
Se paró frente a la puerta y tocó suavemente. Esperó por unos cuantos segundos, pero el pánico y la desesperación lo estaban acechando. Ahora temblaba por el frío y por la lluvia que había empapado todo su cuerpo. Pensó que quizá nadie acudiría a su llamado, sin embargo, la puerta fue abierta cuando estuvo a punto de marcharse de ese lugar.
— ¿JiMin? Pero... Dios bendito. Estás empapado...
El sacerdote no pudo terminar la oración porque el rubio se lanzó hacia él para abrazarlo con fuerza. Al inicio estaba desorientado y estático en su lugar, pero pronto entendió que el chico le estaba suplicando por esa cercanía, misma que no dudaría en dársela.
Correspondió al abrazo y lo llevó consigo hacia adentro sin alejarse ni un centímetro. No le importó que estuviese empapado o sucio, porque lo único que quería era reconfortarlo. Se notaba que lo necesitaba demasiado.
Y con ese abrazo, el padre Jeon descubrió un nuevo mundo de sensaciones que jamás en su vida experimentó. Se vio conmovido cuando escuchó los ligeros sollozos que provenían de la boca del menor y no se inmutó en afianzar el agarre, e incluso se tomó el atrevimiento de acariciar suavemente su espalda.
Ahí en medio de la tormenta y temblando de pánico, JiMin se dio cuenta de que este abrazo era todo lo que necesitaba.
Ni su padre.
Ni su madre.
Ni su hermano.
Ni nadie.
Sólo lo necesitaba a él.
Hello!!!
Esto era para ayer, pero me ganó el sueño jsjsjs
Como les dije anteriormente; las cosas se van a poner interesantes con nuestra. Aunque no han definido nada porque realmente no sabrían cómo hacerlo, ellos ya sienten algo muy intenso y pronto esa bomba de tiempo va explotar.
¿Tienen teorías? ¿Quién será el primero en caer?
Las leo :)
Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar.
Las tkm!!!!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro