01 Paraíso Oscuro
"Algo sucedió la primera vez
en el pequeño paraíso más oscuro"
Don't Blame Me - Taylor Swift
Jueves 9 de marzo de 1944
El lugar era bastante oscuro para su gusto. Aunque no podía esperar menos de una parroquia con estilo gótico. Pero estaba bien. El diseño por dentro era bueno y podía sentir mucha paz a sus alrededores. Además, la hospitalidad del sacerdote Min le resultaba muy acogedora y un tanto hogareña.
Con veintisiete años de edad, Jeon JungKook era uno de los varios sacerdotes jóvenes que han consagrado su vida a Dios y a predicar su palabra. Quedó huérfano desde muy pequeño debido a que sus padres murieron en una epidemia de gripe española, pero su abuela lo crio durante casi toda su vida, sin embargo, ella murió hacía cuatro años, pero al menos tuvo la dicha de verlo siendo un seminarista.
Decidió convertirse en sacerdote debido a que en ningún momento de su vida pudo desarrollar sentimientos hacia alguna chica, y vaya que salió con muchas cuando fue más joven. Ahora mismo no puede arrepentirse, porque estando bajo el cobijo de Dios, ha encontrado la paz suficiente para sobrellevar el hecho de que perdió a sus padres siendo tan sólo un niño y que ahora le espera un largo camino solitario por el mundo, pero muy consciente de que el señor todo poderoso está con él caminando a su lado.
Veía a la iglesia como su hogar y tal vez pronto al sacerdote Min podría considerarlo como una familia. Al menos hasta este momento se estaban llevando bien.
—El sacerdote anterior se fue hacía casi un mes—informaba el padre Min mientras caminaban por los pasillos de la parroquia que conducían a la oficina personal que el padre Jeon tendría—Le dieron una parroquia en Alemania debido a que la segunda guerra mundial nos ha traído tragedia tras tragedia y el sacerdote de ahí decidió que participaría en defensa de los civiles y del pueblo.
—Vaya, qué acto tan valeroso—expresó el padre Jeon con asombro—No me imagino estar envuelto en medio de la guerra, sobre todo en este momento tan tenso.
—Desde mil novecientos treinta y seis todo ha sido un caos y una verdadera tragedia—decía el sacerdote—Se han perdido muchas vidas y, el motivo por el cual inició, es realmente devastador. Un pecado total arremeter en contra de nuestros hermanos judíos.
—Estoy totalmente de acuerdo con eso—asintió y colocó las manos detrás de su espalda baja—Pero me ha llegado el rumor de que Hitler está perdiendo la guerra.
—Que así sea—alzó las manos al cielo—Dios quiera que esto se termine pronto. No es justo que más vidas inocentes se pierdan sólo por esos motivos egoístas y desalmados.
—Dios nos escuche—alzó también sus manos.
Entraron a la oficina que al padre Jeon le correspondería y éste la observó por largos segundos. Era espaciosa, con una gran ventana que tenía una linda vista hacia el pueblo y por donde justo entraba el sol de las tardes. En el centro hacia el fondo estaba su escritorio y detrás un librero donde justamente colocará todas las novelas que ha podido adquirir a lo largo de su vida. A un costado estaba un altar con un gran Cristo en el centro y el resto esperando para ser decorado a su gusto. Cerca de la entrada había dos sofás a los costados y en el centro una mesita baja donde espera poder tomar un té relajante en algún momento del día. Ser sacerdote no era un trabajo riguroso ni cansado, pero a veces requería de tomarse espacio para pensar y reflexionar sobre la vida.
—Puede acomodarla como mejor le parezca—habló el padre Min—El sacerdote anterior no hizo mucho con este lugar debido a su corto periodo, pero en vista de que usted posiblemente estará durante un largo tiempo, pues puede disponer de él.
— ¿Cómo oficiaremos las misas dominicales? —preguntó mientras se sentaba en uno de los sillones.
—Haremos dos—respondió—Usted al medio día y yo por la tarde noche.
— ¿Y las confesiones?
—Es durante todos los días—informó—Un día está usted y otro yo.
— ¿Acostumbra a salir a predicar?
—Así es. Ocasionalmente.
—Perfecto—asintió complacido.
Se quedaron un momento en silencio mientras miraban el lugar. El padre Min revisó la hora en su reloj de bolsillo y se puso de pie de inmediato.
—Me retiro para hacer mi oración privada—informó con un poco de afán—La hago en la cascada que está cerca de aquí. Quizá le gustaría hacer sus oraciones en ese lugar.
—Suena interesante—asintió y también se puso de pie—Tal vez mañana pueda mostrarme.
—Con gusto lo haré—dijo e hizo una reverencia—Nos vemos más tarde.
—Hasta luego—correspondió a su reverencia.
Lo vio salir apurado del lugar y luego se dirigió a la ventana para correr las cortinas blancas y transparentes. Desde ahí podía ver una calle del pueblo y gente transitando por el lugar. De forma inesperada apareció en su mente la imagen del chico rubio que vio mientras caminaba con el sacerdote. No logró detallar su rostro, pero sí la forma en que corrió hacia un hombre que parecía ser su padre, mismo que le llamó la atención por alguna razón.
Era la única persona que recordaba de todas las que vio esa mañana y quizá no abandonaría sus pensamientos por el resto del día.
Domingo 12 de marzo de 1944
La gente era curiosa en ese pueblo de Busan, sobre todo cuando llegaba un sacerdote nuevo, joven y atractivo. Las muchas señoritas no podían evitar desviar sus pensamientos con respecto a que era un desperdicio que tuviera esas facciones tan varoniles siendo un sacerdote y completamente prohibido para ellas. No era muy común conocer padres así ni mucho menos que fuesen tan jóvenes como para llevar a cabo una misa dominical y por eso a muchos les causaba curiosidad.
Entre ellos estaba JiMin, quien ponía mucha atención a cada palabra que el sacerdote decía. Su familia siempre se sentaba en la parte de enfrente como buenos devotos y comulgaban todos los domingos y en cualquier misa que se oficiara. Incluso las personas del pueblo respetaban su lugar y nadie lo tomaba, no importando que llegasen retrasados.
Desde ahí podía apreciar los gestos del sacerdote. En más de una ocasión se perdió en sus pensamientos donde se preguntaba su nombre, su edad y muchas otras cosas más. Y aquella atención fue bien recibida por el contrario, quien también había fijado sus ojos en él debido a que lo recordó al instante. Su cabello rubio lo hacía inconfundible. No importaba mucho que las personas en la misma banca tuvieran el cabello del mismo color. Llegó a la conclusión de que, si ese chico tenía la capacidad de resaltar de ese modo, es porque tenía algo especial.
—Dios escucha nuestras plegarias siempre—decía el sacerdote Jeon—Estamos viviendo tiempos difíciles y no porque la guerra no haya llegado hasta estos rincones significa que estamos exentos de vernos envueltos en esa situación. Debemos ser compasivos con nuestros hermanos que viven en la tragedia, sobre todo por los judíos que no tienen culpa alguna de su creencia—habló con total seriedad y dio la vuelta para bajar hacia el pasillo donde estaba toda la gente—Le rezamos al mismo Dios... al mismo señor Jesucristo y él nos escucha en todo momento. Es por eso que hoy oficio esta misa y alzo las plegarias hacia el cielo. Para que el hijo de Dios interceda por esas personas que ahora necesitan de una salvación... de pie y oren conmigo.
Al instante las personas se levantaron de sus asientos y alzaron sus manos al cielo esperando por la oración que el sacerdote iba a extender.
—Querido Dios. La ofrenda de hoy es con la plegaria especial de que nos escuches. Te imploramos que ablandes los corazones de aquellos que han atentado contra las vidas inocentes. Escúchanos, te lo suplico. Todas estas personas están aquí y compadecen a nuestros hermanos. Por favor, no los dejes solos y líbralos del mal que los acecha... amén.
—Amén—respondieron al unísono.
—Pueden sentarse.
Así continuó la misa, con el sacerdote Jeon leyendo algunos versículos de la biblia y posteriormente reflexionándolos a profundidad. Al final llevó a cabo la eucaristía donde la mayoría acudió con mucha devoción. Uno de ellos fue JiMin y, por primera vez en su vida, se sintió muy nervioso de tomar su comunión. No sabría por qué, pero sintió alivio cuando se alejó de la intensa mirada del sacerdote.
Al final hicieron una corta oración para terminar y decidió presentarse con el pueblo.
—Gracias por asistir a esta misa dominical, la primera de muchas que tendré con ustedes—dijo y sonrió con gracia—Mi nombre es Jeon JungKook y estaré para servirles a ustedes y a mi Dios. Cualquier cosa que necesiten no duden en venir a la iglesia. Sus puertas siempre están abiertas para ustedes.
"Jeon JungKook"
Resonó en los pensamientos de JiMin en más de una ocasión. Era un nombre poco usual. En realidad nunca lo había escuchado y le causaba curiosidad saber muchas cosas de él, sobre todo, de dónde venía.
Los asistentes comenzaron a irse, no sin antes acercarse al sacerdote para tener una presentación más personalizada. A todos los recibía con una sonrisa grácil y se dejaba besar las manos por ellos. No era algo que le gustara demasiado debido a que no le agradaba sentirse superior, pero tampoco quería ser descortés.
Los Park aguardaron pacientes en su lugar porque querían tomarse cierto tiempo y privacidad con el sacerdote. Además de que a SeHun no le agradaba mucho mezclarse con la gente. Él fue primero en acercarse para mostrarse como cabecilla absoluta de su familia y JiMin fue el último en llegar. Siempre con la mirada hacia abajo y con las manos en los bolsillos.
—Alza la mirada—le susurró su madre; Sana—Comportarte como tal.
—Sí, madre—asintió enseguida y se paró recto, como si fuese un robot.
—Buen día, padre Jeon—saludó el patriarca con una sonrisa exageradamente amable—Me presento con usted. Soy Park SeHun y ellos son mi familia—dijo, tomó su mano para besarla y se hizo a un lado—Mi esposa; Park Sana. Mi hijo mayor; Park NamJoon. Su esposa; Park SoYoon. Mi nieto, Park SooBin. Y mi hijo menor; Park JiMin.
Cada miembro de la familia se aceró al sacerdote para hacerle una reverencia y besar su mano. Pasaron en el orden que los mencionaron, así que por ende JiMin fue el último en acercarse a él. Cuando sus labios pomposos tuvieron contacto con la mano del sacerdote, éste experimentó un sentimiento inusual que le recorrió todo el cuerpo, algo que jamás le había pasado con las demás personas.
Sus ojos se clavaron en los miel del chico y recibió una suave sonrisa de su parte. Correspondió con amabilidad y lo siguió con la mirada hasta que vio cómo se posicionaba a un costado de su hermano mayor. Devolvió su vista a la familia en general y les hizo una reverencia completa.
—Es un gusto poder conocerlos—les expresó con amabilidad—Espero que podamos llevarnos bien. Dios les bendice a todos.
—Muchas gracias, padre Jeon—habló Sana—Bendiciones también para usted.
—Le agradezco—hizo una corta reverencia y luego preguntó— ¿Acuden a misa todos los domingos?
—Así es—respondió SeHun, como siempre tomando el control de la situación—Cada domingo estamos aquí en primera fila y, por supuesto, cuando se requiere entre semana.
—Eso está perfecto—respondió el sacerdote muy complacido—Acudir a escuchar la palabra de Dios nos abre camino en el reino de los cielos. Purifica nuestra alma y nos brinda mucha paz.
—Qué palabras tan sabias—habló Sana con gracia—Es bastante joven y es agradable ver que tiene bien presente las palabras de Dios nuestro señor... si no es indiscreción... ¿Qué edad tiene, padre Jeon?
—No es ninguna indiscreción—respondió obligándose a ser amable. No le agradaba mucho abordar detalles de su vida privada—Tengo veintisiete años.
—Oh, sí es bastante joven—respondió la mujer con asombro—Aunque el padre Min arribó a Busan cuando tenía veinticinco.
—Sí, eso me comentó—asintió y colocó las manos detrás.
Al sacerdote no le agradaba mucho este tipo de conversaciones, así que buscó cualquier excusa para volver a su oficina. No era como que no le gustara congeniar con el pueblo, simplemente prefería que abordaran temas de Dios y no detalles personales.
—No quisiera ser descortés con ustedes—habló y les sonrió—Pero me temo que debo retirarme para realizar unos pendientes.
—Oh, descuide, padre Jeon. Nosotros entendemos—respondió SeHun—Fue un gusto conocerlo.
—El gusto ha sido mío—les hizo una reverencia—Ahora vayan con Dios.
—Gracias, padre Jeon—respondieron todos al unísono.
Volvió a hacerles una reverencia y, con cierto afán, se dirigió hacia la parte trasera del altar, no sin antes dedicarle una breve mirada al rubio que se encogía en su lugar. Por alguna razón, éste se sintió un tanto cohibido con la presencia del sacerdote, algo que no le había pasado con ningún otro, pero quizá se debía a que lo conocía poco.
Como sea, no le prestó tanta atención aunque, mientras caminaba, pensaba en él y en las palabras que dio hoy en la misa dominical.
La curiosidad sobre él era grande y también era algo que no podía controlar aunque quisiera.
Son pensamientos que no se atrevería a externar con nadie.
Martes 14 de marzo de 1944
Despertó esa mañana con ganas de salir a respirar un poco. Hoy estaba exento de sus tareas en los negocios de su padre y sólo tenía escuela los lunes y los miércoles. Estaba estudiando contabilidad y manejo de negocios en la escuela católica. No le gustaba en lo absoluto, pero no tenía otra opción. Al igual que su hermano mayor.
Ahora se dirige a su casa para poder platicar con él. Sabía que hoy tampoco tenía que asistir a trabajar y hacía mucho que no tienen un desayuno juntos. Además le encanta la comida que SoYoon prepara y también le gusta observarla cuando teje o cuando está confeccionando. Nunca se lo ha dicho, pero le gusta aprender eso aunque se lo enseñe indirectamente.
Cuando llegó encontró la puerta abierta que casi siempre estaba así. Tenía que recorrer un corto camino a la segunda entrada y, en tanto lo hacía, observó detenidamente todas las flores que ahí estaban. SoYoon tenía un talento para hacerlas florecer y mantenerlas siempre hermosas. Y las visitas siempre se lo halagaban.
La mucama lo recibió con una reverencia y lo dejó entrar guiándolo hacia donde se encontraba NamJoon y su familia. Llegó al comedor donde estaban a punto de tomar su desayuno y se anunció con una sonrisa alegre, como siempre que venía a este lugar.
—Buen día para todos—les hizo una reverencia.
—Gracias a Dios que vienes, JiMin-ah—habló NamJoon y se acercó para saludarlo—Qué gusto tenerte aquí.
—Gracias, NamJoon-hyung—le sonrió y luego corrió hacia donde estaba el pequeño SooBin— ¿Cómo está mi sobrino?
—Es demasiado travieso—respondió SoYoon—Qué bueno que nos visitas. Hacía un largo tiempo que no venías.
—He estado ocupado con los asuntos del campo y de la exportación de insumos—respondió mientras cargaba al bebé—Intentaré venir con más frecuencia.
—Eso espero—sonrió la mujer—Toma asiento, querido. Ya mismo te sirvo un plato.
En realidad SoYoon no tenía por qué ocuparse de las labores domésticas, pero no podía evitarlo. La mayor parte del tiempo la pasaba en casa con su hijo en tanto NamJoon volvía del trabajo, así que le gustaba ocuparse con algo, además de que no le agradaba abusar del personal que estaba a su disposición.
Los cuatro tomaron su desayuno mientras hablaban sobre temas de los negocios y asuntos de JiMin. Éste tenía muchas cosas que decir, pero no se atrevía a hacerlo. Por esa razón es que estaba aquí. Ya no quería cargar con tanto él solo, sobre todo porque sentía que el tiempo estaba contado.
—Me parece que tu compromiso está más que confirmado—NamJoon tocó ese tema—Ya conociste a tu prometida, ¿cierto?
—Así es. Ya la conocí—respondió cabizbajo.
— ¿No te emociona? —preguntó, porque enseguida lo notó.
JiMin dejó de comer y tomó un gran trago de jugo recién hecho por su cuñada. Sintió las miradas de ambos encima suyo y eso le hizo sentir muy cohibido, sin embargo, ya no quería guardarse las cosas para sí mismo. Había días en los que pensaba demasiado y se volvía inevitable. Quería sentir que tenía un poco de compañía y esperaba que su hermano mayor se la diera, ya que su madre nunca prestaba demasiada atención.
—No en realidad—se sinceró y lo miró con timidez—Yo... quería contarte algo, hyung.
—Claro—dejó de comer y le dio toda su atención—Dime de qué se trata y en qué puedo ayudarte.
—Sólo espero que me ayudes a entender—dijo con un hilo de voz—He conocido a mi prometida, pero... ella... no me... gustó—confesó y sus mejillas se ruborizaron.
—Oh, vaya... eso no lo esperaba—habló NamJoon un poco pensativo.
— ¿Es... normal? Es decir... ¿Te pasó igual con SoYoon? —preguntó y alzó la mirada.
Cuando NamJoon conoció a su esposa experimentó un sinfín de emociones que no sabría cómo explicar. Claro que estaba contrariado cuando repentinamente su padre le anunció que se casaría con una chica de descendencia japonesa porque le convenía a sus negocios. En pocas palabras; era un matrimonio arreglado y por conveniencia. Y, aunque quiso oponerse, ya no pudo hacerlo, porque Hwang SoYoon lo flechó con sólo una mirada. Y lo mismo le ocurrió a ella.
Estaban muy conscientes de que los obligaban a casarse, pero eso no les importó, porque su amor nació y creció fructíferamente. Y actualmente son felices. La prueba viviente es su pequeño hijo de un año de edad.
—Yo me enamoré de ella desde el primer momento en que la vi—confesó y la miró con mucha devoción—Era imposible no hacerlo, ¿sabes?
—Entonces... ¿por qué mi prometida no me gusta? —preguntó preocupado.
—Quizá no te atrae físicamente—respondió SoYoon—¿A tus ojos no es linda?
—Nada de eso—negó al instante—Ella es muy linda, pero... no sé... no me gusta y me siento incómodo cuando estamos juntos.
—Puede que necesites convivir un poco más de tiempo con ella—sugirió la mujer—Quizá no a todos nos pasa igual, ¿no lo crees?
—Me siento presionado... realmente—se atrevió a confesar—Es un matrimonio arreglado. Y papá dice que nos conviene hacer negocios con su familia ya que ellos vienen de Seúl. Dice que si nos unimos, podemos ser más poderosos de lo que somos. Pero a mí eso no me importa. ¿Qué caso tiene casarse sin amor?
Tanto NamJoon como SoYoon se quedaron en silencio mientras reflexionaban las palabras del menor. Podían darle un poco de razón, pero la realidad de los burgueses era otra, así que había cosas a las que no podían oponerse aunque ellos quisieran.
Park JiMin era el soltero más codiciado en Busan y quizá en muchos lugares de Corea que conocían de su existencia y la de su familia. Tenía sólo veintidós años, pero con una larga lista de señoritas de sociedad queriendo desposarse con él. Y eso le hacía sentir muy intimidado.
A veces creía que era demasiado y consideraba que era muy joven para contraer matrimonio. Al menos su hermano lo hizo cuanto tenía veintiocho y actualmente tiene treinta. Su tiempo de prórroga fue más extenso. ¿Por qué no podían darle a él ese mismo privilegio?
—Quizá sólo es cuestión de tiempo, JiMin-ah—le consoló NamJoon con una suave sonrisa—No te mortifiques tanto y dale una oportunidad a tu prometida. Puede que te sorprendas.
—No tiene nada de interesante—refunfuñó—Y es empalagosa. No me gusta que me toque sin mi consentimiento—hizo un puchero y se cruzó de brazos.
NamJoon y SoYoon rieron un poco ante el berrinche del menor. Les agradaba que aún conservara esa esencia que lo hace lucir como aquel niño adorable de mejillas regordetas y rosadas. Pero ahora era un adulto, uno que se rehusaba a asumir las responsabilidades que su padre le imponía.
—Por favor sé sincero conmigo—habló NamJoon después de cortos segundos— La razón de que estés tan renuente de abrirte a tu prometida, ¿es porque hay otra chica en la que estés interesado para desposar?
JiMin se tomó unos segundos para procesar esa pregunta, pero inesperadamente a su mente llegó el rostro del sacerdote Jeon. Eso le hizo sentir extraño y con un poco de calor en sus mejillas. ¿Por qué de pronto pensaba en él? Quizá se debía a que aún estaba curioso por saber un poco de lo que le rodea, así que desechó el pensamiento y continuó cruzando sus brazos.
—No—negó con la cabeza—Ninguna chica me interesa para desposar.
Y no mentía.
Ninguna chica le provocaba como para querer casarse a temprana edad.
Pero de alguna u otra forma deberá desposar a su prometida.
Porque lamentablemente estar con la familia millonaria Park era como vivir en un pequeño paraíso oscuro.
Les traigo otro cap más de esta su novela
Para que no se queden con el pendiente jajaja
Si puedo subo otro más al rato cuando vuelva del trabajo.
Es totalmente introductorio para saber un poco sobre los personajes y sobre lo que JiMin pinesa y siente.
Van a pasar muuuuchas cosas, mis queridas lectoras :)
Mucho de todo :)
Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar.
Las tkm!!!!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro