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Capítulo 1

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Mi llegada a Volterra coincidió con la hora de la cena. Los gritos son ensordecedores, cada alarido junto al sonido de piel y huesos desgarrándose rebota entre las paredes de piedra con tanta fuerza que me hubieran lastimado los oídos si fuera humana. El delicioso olor de la sangre impregna mis sentidos, tengo 200 años y aun así me cuesta concentrarme en mi objetivo. Si fuera una neófita ya habría enloquecido y peleado con uñas y dientes por una sola gota del precioso líquido. Pero Aro me ha mandado una carta escrita con su puño y letra, solicitando que volviera a casa. Y nada más importa, solo cumplir las órdenes de mi Amo. La quemazón en mi garganta y el dulce alivio que me daría un poco de sangre pueden esperar.

Las enormes puertas de roble y adornos de piedras preciosas se abren ante mí, y no puedo evitar sonreír cuando veo a Aro sentado majestuosamente en su trono junto a sus compañeros Caius y Marcus.

Cara mia¹, por fin te tenemos de vuelta —Su cabello negro se balancea con elegancia detrás de él cuando se levanta de su lugar y se dirige a mí. Por el rabillo del ojo veo la mueca de desagrado de Jane ante la muestra de aprecio de nuestro Amo y mi sonrisa se amplió aún más. Dichosa por robarle la atención de Aro.

Hago una sutil reverencia ante Aro. —Tal y como me lo solicitó, mi Señor.

Su translucida mano se coloca rápidamente en mi mejilla, ansioso por conocer mis pensamientos. Yo sonrío y espero pacientemente a que termine de recorrer cada rincón de mi mente, siempre abierta para él.

Ma veramente? Che notizia! ² Increíble, cara mía. Has hecho un trabajo impecable, como siempre. Me haces sentir tan orgulloso.

Vuelvo a inclinarme ante él, complacida por sus palabras. —Mi único propósito es servirle, mi Señor.

La expresión triunfante que brillo en los bermejos ojos de Aro fue suficiente recompensa para mí. E hizo que valiera cada segundo en compañía de los apestosos lobos.

—¿Compartirás tan maravillosas noticias con nosotros, Aro? —cuestionó iracundo Caius, y si no fuera una total falta de respeto para Aro le hubiera gruñido ahí mismo por el tono que empleo.

—Nuestra querida Iris ha logrado modificar la memoria de cada Hijo de la Luna que se encontraba escondido en África. ¿No es magnífico, hermanos?

La mueca burlesca de Caius casi me hace fruncir el ceño. —Si me dijeras que los exterminó estaría asombrado. ¿Y qué consiguió la querida Iris? ¿Qué pensarán que el cielo es verde?

—Oh no, Caius —Mi Amo abrió sus brazos disfrutando de cada segundo de dramatismo que podía—. A partir de ahora, tenemos cincuenta criaturas trabajando en manada a nuestra entera disposición.

—¿De qué hablas? —pregunto sin interés Marcus. A estas alturas ya no me tomaba de forma personal su poca atención. Felix y Demitri, que estaban en una de las esquinas del salón, levantaron también su cabeza.

—Como lo escucharon. Iris reprogramo sus mentes para que esas bestias creyeran que siempre nos han servido. Que está en su naturaleza protegernos, que nunca hemos sido enemigos naturales. Solo tienen recuerdos de su legendaria e inquebrantable lealtad hacia los Volturi.

Por mucho tiempo desee ver a Caius sin palabras, y fue mucho, mucho más satisfactorio de lo que imagine. Me obligué a mí misma a no sonreírle con presunción y me mantuve quieta, mi cuerpo haciéndoles reverencia.

Una pizca fugaz de lo que imaginé era curiosidad se reflejó en los ojos rubí de Marcus, para luego apagarse con la misma rapidez. Para ninguno en la guardia era un secreto que Marcus tenía el nivel más bajo dentro de la jerarquía de la tríada de líderes del submundo, por ende, para ninguno de nosotros era importante ganar su aprobación. Aunque definitivamente mentiría si dijera que esa pequeñísima muestra de aprecio no alimenta mi ego... aún más de lo que ya estaba.

Oh, y Jane.

Jane, Jane, Jane. La maldita enana no paraba de taladrarme con su mirada. No hacía falta tener el don de Aro para saber que deseaba hacerme arder de dolor en mi lugar. Pero no podía, nuestro Señor no le permitiría lastimarme, jamás.

—¡Imposible! ¿Estás seguro, hermano?

—¿La crees capaz de engañarme? —Esa sutil referencia a un fallo en su regalo hizo que Aro se erice molesto y todos nos dimos cuenta. Caius se retrajo en su trono, pensando sus siguientes palabras.

—En lo absoluto, Aro. Debes de entender que es difícil que lo crea, los Hijos de la Luna han sido responsables de muchas bajas en la guardia. Uno solo basta para acabar con diez de los nuestros —Hizo una pausa, sus grandes ojos rojos me recorrieron de arriba hacia abajo. De nuevo, tomó todo de mí mantener mi rostro neutro, cuando lo que ansiaba era arrancarle la cabeza—. ¿No puedo mostrar ingenuidad? ¿Acaso no puedo dudar que su biología fue modificada de manera tan simple?

—Tal vez... —No me gustó interrumpir a mi Amo, pero ante su asentimiento continué: —Una muestra valga más que lo que pueda decir al respecto... —Alce mi mano, sacudiendo mis dedos en dirección a Caius.

Aro aplaudió, y su sonrisa se le acrecentó de oreja a oreja, estaba sumamente divertido por mi propuesta. Él esperaba un show, y vaya que iba a dárselo. Después de todo, mi única felicidad era complacerlo.

Y si en el proceso podía humillar a Caius...

El clic de los tacones de la humana que el trío mantenía como asistente, por ahora, me detuvo de acercarme al rubio vampiro. El efluvio que la acompañaba nos indicaba que una vampira desconocida venía con ella.

Con un ligero gesto de su cabeza Aro me indico que me colocará junto a Demetri y Felix, que eran los más cercanos al trono de Marcus.

—La hija pródiga nos honra con su presencia —Formuló con los labios Felix, sin emitir ningún sonido. Solo le dedique una sonrisa coqueta.

Renata salió de entre las sombras, detrás de los tres tronos, y se colocó cerca de Aro. Alec y Jane también se movieron cerca de Caius. Solo era una fachada para complacer a nuestro Amo. Podíamos competir por su atención como las bestias salvajes que éramos, pero teníamos un acuerdo tácito: nuestra única prioridad y preocupación era el vampiro de cabellos oscuros que actualmente se preparaba para recibir a la visitante inesperada.

El único ser por debajo de Aro era Sulpicia.

Las grandes y ostentosas puertas se abren solo un minuto después mostrando a una nerviosa mujer humana, tuve que carraspear para intentar calmar la quemazón en mi garganta. Demetri hizo lo mismo. Detrás de ella, entró una vampira con cabello rubio plateado, lacio, hasta la barbilla. Su belleza etérea resaltaba aún entre los nuestros, aunque no tanto como Heidi. Empero, lo más impactante era su mirada: dos orbes dorados grandes y enmarcados por largas pestañas rubias.

Dorados como el oro.

Sólo se conocían dos clanes que poseían ese tono de ojos.

Los Cullen y los Denali.

Yo no había estado en Volterra hace un año, pero Heidi y Chelsea se habían encargado de mantenerme al tanto de todo lo que pasaba, por lo que sabía que lo más relevante hace un año fue la visita de dos vampiros de ojos dorados, que suplicaron por la vida de una humana. Ellos se alimentaban de sangre animal.

Era ridículo que negaran sus instintos básicos.

De no ser porque estos dos vampiros del clan Cullen, y la propia humana, resultaron ser de interés para Aro, eso no hubiera terminado bien.

Una vidente y un lector de mentes, había dicho Heidi.

El telépata sería útil, pero no era una necesidad importante para la guardia, al contrario, no me agradaba la idea de que un extraño supiera lo que pasara por mi mente en cada momento. Una vidente era sin duda intrigante, sí, pero la humana, por otro lado, a mi me pareció más impresionante. Un escudo mental. Bloqueo a Jane siendo una simple mortal.

Me pregunto si sería capaz de bloquear las defensas de Renata, o inclusive a mí. Si, la humana sería útil, pero no una amenaza para mi posición dentro del círculo íntimo de Aro. Cuando mi amo se saliera con la suya, porque era un cuando no un sí, y fuera transformada en una de nosotros, el capricho de Aro duraría unos años, tal vez una década si bien le iba a la pobre, y luego sería desplazada a ser una segunda sombra para él, tal y como lo era Renata. Yo, en cambio, podía proporcionarle ejércitos enteros, dispuestos a dar su vida por él, que adorarán el piso por el que caminaba. A mi jamás me dejaría atrás.

Metamorfos, Hijos de la Luna, vampiros, cazadores. Todo lo que pidiera podía dárselo con un simple toque de mis manos. Modificar la mente, los recuerdos, para crear una nueva persona era tan fácil para mí como respirar.

—Tengo que denunciar un delito. Los Cullen, han hecho algo terrible —La vampira extiende una mano, paciente y sumisa, esperando que mi Señor la tomara para adentrarse en su cerebro. Todas las cabezas giraron en torno a mi Amo, ávidos de su reacción.

—Permíteme, querida.

Sonreí. Tal y como dije, era un cuándo.

¹ Mi amor, en italiano.
² ¿De verdad? ¡Qué noticia!, en italiano.

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