Capítulo 6: "Lo único que puedes perder son tus cadenas"
Con otro salir del sol y otro sonido de las reparaciones improvisadas de Mike, se marcaba el inicio de un nuevo día y así, de una nueva jornada para John de explorar París y hacerse uno con las calles, las avenidas y los bulevares. Restaurantes, cafés, teatros, tiendas de antigüedades e infinidad de otros puntos de interés que encontró en sus paseos, pero con regularidad pasaba para ir a saludar a Dayton, y pasaba a la panadería Dubois para comprar pan para desayunar, aunque la cajera ya no era aquella muchacha, sino la madre, mucho más competente en el trabajo, así que asumió que tal vez decidieron que no era el mejor trabajo para ella, pero si vio que habían puesto la campanilla, como él le había recomendado. Y así pasaron los días de la semana, uno por uno, bastante pacíficos y despreocupados, lo que crearía un excelente contraste con las épocas turbulentas que se aproximaban por el horizonte. Y otra vez, llegó el día prometido.
-Ok: Aliento, de menta; Uniforme, a la medida y sin costuras; cabello, peinado y apuntando hacia a donde voy; cara, libre de ojeras e imperfecciones y con tiempo de sobra para desayunar en paz. Hoy estoy en mi zona (La verdad es que, en casa, sólo visto un delantal y lo que sea que lleve puesto en el momento, pero tener un uniforme para cocinar, todo blanco y con botones, me hace sentir como alguien súper importante...Aunque da un poco de calor por lo denso que es) O sea, ¡mírame! ¡hasta me hace ver más delgado en el espejo! (...¿O será que ya no como tantas hamburguesas?).
-Yo no me quedaría viendo tanto al espejo, no vaya a ser que pierdas la noción del tiempo, Adonis, jeje.
-¿¡Señor Mike, estaba aquí y escuchando desde el inicio?!
-Hmm, no sé qué considerarías el "inicio" pero si te daré un comentario: Si tu cabello apunta más hacia el cielo, terminará tocando los cables de alta tensión, jaja.
-Yep, escuchó desde el inicio (Y no sólo eso, también se burló de mi pelo, lo que era innecesario, para variar. Le diría unas cuantas cosas de la lista pero sería una estupidez meterme en problemas porque se burló de mi peinado...¡Pero mi peinado no es estúpido!) Tiene razón, señor Mike, tengo que apurarme e ir a desayunar; Tengo pan, mantequilla y queso, eso debería mantenerme con energías hasta el almuerzo. Así que, sí me disculpa...
-Antes de eso, toma una taza de café de verdad, muchacho.
-(Que bueno que lo aclaró primero, porque la porcelana seca no es de mis sabores mañaneros favoritos) Muchas gracias, señor Mike, un poco de café me caería bastante bien... ¡ARGHHH! ¡Señor Mike, el café no tiene azúcar!
-¿No te había dicho? Así podrás distinguir mejor los distintos matices en el sabor del café. Tu paladar se adaptará eventualmente.
-Ajá -Dijo John con todo el sarcasmo del mundo- (los tan especiales sabores del café como amargo, fuerte y fuertemente amargo ¿por qué no puedo ser feliz con una simple taza con leche y azúcar?).
-También te preparará para las amarguras que nos lanza el día a día. A diferencia del café, con la vida, no decidimos cuando esta es dulce o amarga; ella es caprichosa, a veces es negra, y a veces es de color rosa.
-Ahh...(Eso fue inesperadamente profundo viniendo de parte de él, pero ¿la última parte no era de una canción?)
-...¡Ah! Pero no te lo tomes tan en serio, jeje. Ve a desayunar, yo seguiré trabajando en la ducha.
-¡Por supuesto! Voy en seguida (Si llevas una semana trabajando en la ducha, uno esperaría que ya la hubiera reparado, o que ya le hubiera explotado en la cara. La verdad, "trabajando" suena más como una cuartada para este punto).
Y con un delicioso desayuno para quitarse la amargura de la boca y otro lavado de dientes para la precaución, John partió a la parada de autobús y de camino al instituto. Se puso un saco simplón que tenía para evitar que algo inesperado ensuciara su traje nuevo: El traje estándar del instituto, que le habían enviado. Con una camisa blanca por debajo, para absorber un poco el sudor, y así no tener que lavarlo tan seguido. Inmediatamente guardó el saco en su mochila y salió directo al portón, para presumir su atuendo, ya que ahora todos tenían que vestir lo mismo, así que estarían al mismo nivel, pensó el muchacho. Saludó de nuevo al guardia y recibió la misma condescendencia que la primera vez, pero al menos no le pidieron su carta de aprobación, aunque la verdad, fue más por el traje de cocinero que porque el guardia lo reconociera.
En el pabellón central, en la pizarra de avisos, estaban las listas para las aulas, y cómo estarían dividido los grupos. John buscó su nombre, algo que en Estados Unidos era una tarea titánica, al tener que comparar apellidos con un puño de otros Johns que estaban en lista, pero que aquí, fue bastante fácil de distinguir, sólo por su apellido latino en medio de tanto europeo. Le había tocado en el aula 108, al fondo del pasillo, pero no se molestó en ver quiénes serían sus compañeros. Mejor así, para poder sorprenderse.
-Ok, veamos. 101...102...103.
-Hey, John, buenos días.
-Oh, hola, Harry, buenos días. ¿Ya viste en que Aula te tocó?
-Si, ya pude adquirir esa información. Fui asignado al aula 108, sin duda alguna.
-¡Qué bien! ¡Somos compañeros de clases! (al menos no voy a estar en total soledad en las clases) Espero que Dayton también esté con nosotros.
-Ya me encargué de eso, Dayton está con nosotros también.
-Excelente, así podremos socializar entre nosotros... ¿Y a qué te refieres al decir "ya me encargué de eso"?
-No me malinterpretes, señor Ramírez, me refería a que inspeccione la lista para ver quienes están en nuestra clase. Nada más un manierismo de habla.
-Perdona, jeje, es que sonó un poco extraño, más como si hubieras hecho un trato o algo para que quedáramos juntos.
-Hmmm, tienes razón, debería ser más cauteloso al tratar con los demás -Dijo Harry, desviando la mirada.
-Bueno, ya no le pongamos tanta mente, vayamos al aula (aunque, "encargarse de algo" es más como jerga de...nah, estoy pensando demasiado).
-No perdamos más tiempo, sigamos.
-Por cierto ¿cuál es la primera clase que vamos a recibir hoy? Se me olvidó darle un vistazo al cronograma.
-Hmm ¿estuviste procrastinando tanto para no poder leer el cronograma, John?
-N-No, no, ¡sólo se me paso de largo, es todo! (Sí procrastiné, me puse a ver otra vez mis videos de cocina para hoy y me dio pereza leerlo).
-Jaja, sólo bromeo contigo, John. La verdad no importa, no es como tuviéramos labores asignadas para el primer día.
-Tienes razón, Harry, jajaja (Otra vez, se nota entre sus palabras que él sabe, sólo me lo deja saber de manera sutil. Si lo hace para no hacerme sentir mal, tuvo más bien el efecto contrario, es mucho más condescendiente).
-Bueno, sólo desvarío, la primera lección del día va a ser "Estética culinaria I" y la va a impartir el chef Gianluigi Alighieri. Espero que su aula sea más caliente que el Cócito, jeje.
-...¿Disculpa? (¿Tenía que reírme?)
-Ya sabes, el Cócito, de la divina comedia, porque su apellido es Alighieri -Dijo el forzado comediante, quedándose con una sonrisa tan natural como la del guasón, hasta que dejó la fachada y dejó salir un suspiro de decepción- Ignóralo, John. No fue un chiste muy hilarante para empezar. No le des relevancia.
-¡N-no te sientas mal, Harry! No soy muy culto, la verdad. Estoy seguro de que alguien más educado le hubiera causado gracia (tal vez). Entonces, un profesor italiano es el profesor de estética, huh. Debe ser artista o algo por el estilo.
-Por lo que había recabado sobre él, también trabaja en una firma de ropa y modelaje.
-Interesante, pero suena lógico. Aun así, parece un extraño campo de experiencia para un cocinero (Pero más extraño es ¿¡por qué Harry sabe estas cosas!? además, ¿"recabar" información? ¿qué eres? ¿un espía?).
Una corta caminata más tarde, y ambos estudiantes ya habían llegado al aula. Para su sorpresa, estaba relativamente vacía, con solo unas cuantas sillas ocupadas y todavía sin señal del profesor. Ambos jóvenes se sentaron en las sillas del medio: No tan lejos del escritorio para poder entender claramente las lecciones, pero no tan cerca para estar en una posición visible y más vulnerable al escarmiento del maestro. No faltaba mucho tiempo para el inicio de la clase, así que poco a poco empezaron a llegar el resto de los estudiantes, y fácilmente, John pudo reconocer a muchos de estos compañeros de clase, y un pulso en sus entrañas le decía que no serían tanto camaradas como más bien pruebas de espíritu.
-Ahí está Agnes, sentada en el frente (No es como que fuera difícil de distinguir, con su pelo rojo tan llamativo y su obvia tendencia a ser el centro de atención. No me sorprendería que llegara y se sentara en la silla del profesor, pero al menos así, no tendré mucho problema con ella...tal vez). También está la otra chica prodigio, Aiko (que probablemente cree que tengo escoliosis) Que coincidencia que ambos estudiantes estrella estén en la misma clase, ¿no crees, Harry?
-Demasiada, diría yo. Pareciera que el sector administrativo quisiera ver a ambas juntas para compararlas directamente y, quien sabe, provocar una tensión competitiva.
-Tal vez (Aunque la verdad, sería más para Aiko, no creo que sea difícil para la francesilla ser competitiva) De todos modos, podría ser pura suerte, o sea, tú, Dayton y yo también terminamos emparejados, ¿o no?
-Hay un poco de verdad en lo que dices, señor Ramírez -Respondió Harry, volviendo a desviar la mirada.
-(Tu cara no se ve muy convencida, señor Stafford, y entre más tiempo pasa, empiezo a creer que lo nuestro no fue una coincidencia tampoco) B-bueno, el aula está casi llena, entonces el profesor no debería estar muy lejos.
-Esa sería la conclusión más lógica, pero no la única. De todas maneras, deberías aprovechar este tiempo para relajar tus músculos faciales un poco, Sr. Ramírez.
-¿E-eso crees? Debe ser la emoción del primer día, nada más (también, yo creo que mi emoción por default es la ansiedad y mi cara sólo es el resultado de ello).
Ya habían pasado mínimo unos cinco minutos de la hora de inicio indicada, y justo antes de que la cara de John quedara inevitablemente deformada a la de una muñeca Barbie puesta en una estufa de gas, finalmente se abrió la puerta y de ella, emergió un hombre alto, moreno, con un torso ancho, unas facciones bien definidas en su cara y en un todo, divino. Y curiosamente, este también fue el entrevistador de John, el cual terminó con una hamburguesa estrellada en su casco gracias al salto de conclusiones de nuestro protagonista, memoria que todavía persigue su conciencia nocturna de vez en cuando. De manera voluntaria, John trató de evitar entrelazar su vista con la del profesor. Con un solo silbido, el profesor llamó la atención de toda la clase.
-Buenos días, muchachos. Bienvenidos al instituto y a este curso de Estética culinaria I. Mi nombre es Gianluigi Alighieri y voy a ser su profesor durante este y tal vez el próximo semestre. Hoy tengo la responsabilidad, para su mala suerte, de introducirlos a lo que, probablemente, serán los próximos tres años de sus vidas, y la verdad sea dicha, los discursos no son mi especialidad, y no los van a encontrar en mi menú, tristemente, pero bueno, peor es nada.
-(Uno se imaginaría que un chef profesional fuera como un poco menos relajado, una cocina suele ser un lugar bastante ajetreado y estresante...¿por qué escogí esto como mi carrera?).
-Lo que aquí se espera de ustedes es que salgan chefs integrales que puedan sobresalir en el mundo de la cocina actual, no solo cocinar, porque, la verdad sea dicha, nosotros trabajamos con la suposición de que ustedes ya pueden a un nivel aceptable, o que al menos aparentan muy bien cocinar.
-¿A-aparentan? -Dijo el pobre joven en una voz baja y temblorosa, pensando que el comentario iba para él.
-Cualquiera sea el caso, la verdad es que les falta mucho para que algún restaurante les encargué una cena de cien personas, todos ricos y famosos y con un paladar más refinado que la media, así que todos vengan con mentalidad abierta para este y todos los cursos, ¿entendido?
Todos respondieron rápido y al unísono al profesor.
-Y como muchos suponen, o al menos los que ven mucha televisión de cocina, ya podrán imaginar cómo se responde a nosotros, los profesores.
-(¿Será...?) ¿Oui, che-?
No tuvo ni tiempo para terminar cuando el coro de la clase explotó en un ¡OUI, CHEF!
-¡AHHHHH! (Bueno, sí era eso)
-Muy bien, jóvenes. Vamos a empezar con una pequeña introducción al te-
-Wah gwaan, everybody! Perdón, profe, el bus me dejó, ¿me perdí de algo?
-No realmente, en resumen, solo fue un poco de motivación. Toma asiento por allá, a la par del chico de cara nerviosa.
-Oh, wah gwaan, John!
-Uff (Un nuevo apodo en menos de cinco minutos de empezada la clase. Por si hubieran tenido dudas al inicio, Dayton diciendo mi nombre se encargó de eso).
-Bueno, volviendo al punto, voy a introducir la materia. Primero, ¿qué es la estética, en general?
-La interpretación propia de las artes y la belleza- Respondió instantáneamente Agnes, moviendo el cabello de su frente y con el brazo en un ángulo de noventa grados.
-Bastante certero, bambina. Pero sí, la estética es cómo interpretamos qué es bello para nosotros. Podría ser en una pintura, o en una forma de vestir o en lo atractivo de una persona. Entonces, si entendemos esto, ¿Cómo se manifiesta la estética en la cocina?
-Ehhh...tal vez en cómo hacer que un plato se vea delicioso -Dijo John.
-Hmmm sí, esa es una de las manifestaciones, pero, además de eso, ¿qué más?
-La manera más concisa de demostrar a un comensal la calidad del platillo, la manera en que debe ser degustado y la personalidad única del restaurante, Monsieur Alighieri.
-Muy bien estructurada su respuesta, mademoiselle Brienne. En términos más simples, queremos que nuestra comida se vea bien, que el cliente sepa cómo debe comérselo y que tenga un toque único para distinguirlo.
-Ya veo...(Que bueno que lo repitió en cristiano, porque la verdad no le entendí nada).
-Wow, mon, no han pasado ni media hora y pareciera que la gyal ya se ganó al profe
-No me digas ¿en serio? (La chica tuvo su propio espacio para hablar cuando entró. Más bien me sorprendería ver un profesor que NO tuviera buenas referencias de ella en este lugar. Probablemente Dayton no note el sarcasmo, pero Harry sí...ya me está dando una mirada de hielo).
-Totalmente, bredren. Esta gyal es un cerebro para cocinar. Si trabajara en el Galleon, tendríamos clientes viniendo como tsunamis.
-Deberías hacerle una propuesta de trabajo después de clases, no creo que cobre caro -Dijo el celoso estudiante, dejando escapar una risilla entre la comisura de los dientes- (Tal vez te quede medio riñón después de darle su salario del primer mes)
-Señor Ramírez ¿viniste a tertuliar y perder el tiempo en clase o a aprender?
-P-perdón, señor (me lo busque por joder tanto a Dayton...pero sigue siendo divertido).
-Jeje, te zarandearon, mon.
-Ahora les voy a mostrar unas imágenes y ustedes me van a decir cuál les parece que puede saber mejor- Dijo Gianluigi.
El profesor pasó tres sets de imágenes: el primero mostraba una primera imagen de unas papas fritas en una bolsa de papel y un filete de lo que parecía ser pescado encima de una hoja de papel aluminio, la otra, mostraba un plato de fish n'chips, con unas papas doradas rodeando la porción de pescado como si fuera una estrella y al costado, un cuarto de limón rebanado. El siguiente set mostraba un corte de res, con una ensalada de lechuga, tomate y cebolla morada y un poco de pan al costado, y la siguiente diapositiva, una hamburguesa. Por último, mostró la imagen una taza de fideos instantáneos y en la siguiente, un ramen bastante estándar. Los estudiantes no tuvieron muchos problemas en decidir cuales platillos se veían de mejor calidad, aunque John sí tuvo un mini conflicto moral con el segundo set.
-Tal como esperaba, todos tienen opiniones bastantes similares acerca de qué se ve rico y que no. No obstante, la verdad acerca de estas fotos es que yo las tomé y todo lo que aparece en ellas, fui yo quien lo preparó. Pero, más importante que eso es lo siguiente: en todos los sets, ambas fotos son de la misma comida, nada más presentado de otra manera, por ende, saben igual. Bastante loco, ¿verdad?
Los estudiantes emitieron un suspiro de sorpresa al unísono tras tan controversial revelación del profesor, pero John se sentía indirectamente revindicado por el hecho de que la hamburguesa no era una opción incorrecta.
-Mi favorita de hacer fue el ramen, ya que sólo compré los fideos del supermercado, y luego vertí sus contenidos en un bowl, le añadí un huevo hervido, unas algas, y unos camarones tempura y la ilusión quedó, jajaja.
-(¿Por qué todos los chefs parecen tener un punto débil por los fideos instantáneos? ¿realmente son buenas en su opinión o es algo irónico, como cuando la gente dice que el reggaetón es bueno?).
-Es...increíble. La verdad es que nunca fui de darle su debida relevancia al aspecto y la presentación de mi comida -Exclamó Harry asombrado.
-Yo tampoco, bredren. Mientras se viera comestible, para mí era un éxito. Todo estaba en el sabor.
-Sí, es demasiado impresionante (Yo tampoco le daba mucha importancia al look de mi comida, la verdad es que, nunca me interese en hacer que se viera diferente, en especial las hamburguesas, o sea, ¿qué tanto puedes cambiar una hamburguesa hasta que se deje de parecer a una?).
-Pero el punto es eso, jóvenes. Nosotros como cocineros, antes que juzguen nuestra maestría al cocinar, debemos pelear contra los prejuicios que la apariencia de nuestra comida pueda indicar a un comensal. En esta clase, haremos que todo lo que ustedes cocinen siempre sea digno de que alguien le tome una foto y la suba a Instagram.
-Eso suena como un caso bastante específico (Además, ¿qué tal si la comida se ve bien, pero sabe a níquel con salsa tártara? Al menos deberías probarla primero, pero eso tal vez arruine la foto).
-Bueno, el profesor está dentro de la esfera de la moda, para él, usar redes sociales para compartir tu arte, tanto en lo culinario, como en la creación de ropa debe ser tan natural como respirar -Dilucidó Harry.
-Eso parece, pero eso no explica que la gente comparta fotos de algo que ni siquiera cocinaron (No veo el interés en que el resto de la humanidad sepa que tuve para comer ese día. No es como que en unas cuantas horas no se vaya a ver exactamente igual a lo que otro pecador comió).
-Deja a la gente disfrutar las cosas, mon.
-¡S-sólo dije que no le veo la gracia! (¿Acaso tener opiniones distintas me hace un amargado?).
La lección siguió y el profesor pasó bastante rápido por conceptos básicos que serían necesarios para el resto del curso, y una que otra analogía con su experiencia fashionista. Uno nunca puede imaginarse que tantas comparaciones podrías hacer entre un corte de lomo y un vestido de noche, pero el maestro parecía bastante cómodo en tener tales sincretismos en sus lecciones, mientras que John solo se sumía más en la realidad de que él tenía tanto sentido de la moda de un gorila daltónico. Tal falta de sofisticación era el resultado de no tener que combinar prendas ya que el delantal las cubría.
-Hmm, yo creo que podemos dejar la lección hasta aquí. Para la próxima clase, por favor lean de la página once a la treinta y siete del libro que está en el sitio virtual. Si tuvieran problemas para tener acceso, me pueden enviar un correo y les enviaré el documento por ahí, ¿Entendido?
-¡Oui, chef!
-Aprenden rápido ¿eh? Muy bien, disfruten el resto del día.
-Bueno, ya es hora del almuerzo, muchachos. Al parecer, el comedor está bajando el pasillo.
-You're right, mon! Ya me está sonando la tripa.
-Estoy de acuerdo, no suelo comer mucho en la mañana así que mi organismo también me pide combustible a esta hora. Guíanos tú, John.
-Por supuesto (Si lo dices así es como si fuera un pastor llevándolos a la tierra prometida, en vez de dar, ya sabes, unos treinta metros directo y una vuelta a la derecha, así que debería tardar menos de cuarenta años en llevarlos ahí).
El comedor, al igual que todo el instituto, tenía un diseño moderno, con mesas redondas, anchas y translúcidas. Además, había trípodes y sillas afuera del lugar, que miraba directo a un bosque aledaño y una de las hectáreas de cultivo para extraer vegetales frescos para las actividades académicas. El lugar ciertamente emanaba clase, como si se tratara de una extensión de un restaurante de tres estrellas, y, por ende, era un secreto a voces que aquí, tenías que comer al mismo nivel del lugar, lo que significaba, nada de comida rápida, nada de comida de microondas y nada que se viera barato, bueno, al menos la mayoría sabían esto, excepto una pobre alma marginada.
-Bueno, ¡Hora de comer!
-Nyam time, me bredren!
-Buen provecho, caballeros. Dayton, perdona mi impertinencia, pero ¿qué trajiste para comer?
-Ah, ¿esto? Esto es el ackee y bacalao especial de me madda, mon.
-¿Ackee?
-Fruta, típica de Jamaica, puede ser tóxica, sorprendentemente rica con bacalao -Respondió John de forma concisa.
-Huh, entiendo. Nunca lo había escuchado, pero la verdad no conozco mucho de la comida del caribe. Yo solo me preparé unos espaguetis con albóndigas para almorzar. Bastante simple, pero creo que me quedo bastante decente.
-Se ven bastante bien, Harry (había un restaurante de comida italiana cerca del nuestro allá en Texas. Era muy bueno, pero papá y mamá no nos dejaban comer ahí, así Steven, de vez en cuando, nos pasaba un poco de la comida por contrabando durante el lunch break). Bueno, yo aproveché que ya me llegó un poco de dinero de parte de mi familia, así que pude prepararme algo para recordarme a casa así que...
-Bredren, wait! ¿no me digas que trajiste una...?
-¡John, espera! ¡estás cometiendo un craso error!
Lentamente, tanto Dayton como Harry presenciaban en terror lo que John, de manera ignorante, estaba realizando en ese momento. Sentían como si estuviera abriendo una caja de Pandora y ellos solo podían observar, paralizados e inhabilitados para actuar e impedir tal tragedia, hasta que...
-¡AHHHH! (¡Alguien puso su mano encima de mi lonchera!)
John miró hacia arriba, no sabiendo que presenciarían sus ojos al levantar la mirada; talvez a su padre, aparecido como un fantasma de la navidad futura para llevarlo de vuelta a EUA, o Agnes, con un guion de extensión comparable a la biblia sobre cómo su comida no era ni siquiera apta para que las bacterias lo descompusieran; ambos escenarios representaban infinitas cantidades de sufrimiento, sin embargo, ambos escenarios fueron expuestos por las ridiculeces que serían para cualquier persona con sentido común, ya que al levantar la nuca, cruzo miradas por unos instantes con los fríos y negros ojos de la señorita Aiko, y esta dijo:
-No coma aquí.
-¡O-ok! (¿Hice algo mal? ¿mi nivel de cocinero no es suficientemente alto para comer en público? Para este punto, no estaría sorprendido).
La señorita no traicionó la reputación que le precedía, y se fue caminando sin ninguna preocupación a comer su almuerzo, dejando al trío anonadado hasta la décima potencia.
-¿P-pero adónde vamos a comer?
-Hay unas mesas viejas en el edificio principal, cerca del almacén de carnes frías en el sótano -Irrumpió Takashi, el guardaespaldas
-Ok pero...¡Hey! ¿de dónde salió usted? Y principalmente, ¿por qué debo comer oculto como un leproso?
-Con la primera pregunta mis deberes incluyen tener bajo mi vigilancia a Aiko-sama en todo momento del día y atender cualquier otra necesidad que ella me solicite, y con la segunda, estoy seguro tus camaradas te pueden explicar más a profundidad, Ramírez-dono.
-¿Por qué nadie nunca quiere explicarme las cosas desde el principio? ¿no es eso más fácil? (Este sujeto ciertamente puede sonar y parecer un personaje siniestro, pero es fácil de percibir que lo que hace viene con buena intención, pero, a lo que entendí, todo eso lo realiza por comando de su señora. Ciertamente llamé su atención, pero ¿de qué forma?).
-¡John! ¡¿cómo puedes ser tan temerario para intentar algo así?!
-¡¿Es que quieres perder el poco respeto que el resto te tiene, mon?!
-Argh...(¿Alguien en esta ciudad me respeta?)
Los muchachos emprendieron su camino de nuevo hacia el edificio central, y con un poco de preguntar indicaciones a los conserjes, llegaron a su destino. Las mesas estaban en el sótano, bajando por unas escaleras relativamente escondidas por la infraestructura del lugar. Aquí estaban bodegas donde estaban guardada carnes, vegetales, frutas y utensilios necesitados por todas las clases. Obviamente, aquí se resguardaba los patrimonios del instituto, para poder controlar los materiales que cada clase tenía y evitar robos. Los profesores y estudiantes enviaban un correo a la proveeduría, los encargados de las bodegas, lo que necesitaban para sus clases o proyectos y ellos llevan lo solicitado a las aulas durante el día. El lugar estaba solo iluminado por unas luces que habían visto mejores días, ya que brillaban de manera intermitente, y las mesas que estaban ahí era fácil deducir que ya habían sido declaradas inutilizables desde la época del Matusalén, y el único sonido que había era la estática de un parlante que sonaba ahí y que de vez en cuando, sonaba una canción de blues sin letra alguna, solo melodía, para dar entender lo lejos de Dios que estaba ese lugar.
-Ya entiendo. Entonces, ¿nada de comida rápida o instantánea?
-Exacto. Perdón por no decirte, pero quede paralizado, no sé qué me pasó, baje mi guardia y por ello me disculpo.
-P-para nada, no importa (lo dice como si me hubiera visto ser apuñalado en la calle o resbalar de un precipicio).
-Si te hubieran visto, seguro que ya no podría dejar que nos vieran en público juntos, mon, jaja.
-Qué bueno saber que tengo tu apoyo incondicional, Dayton... ("invaluable regalo de la amistad" dicen ¡ni empeñando el mío podría comprarme una chupa chupa!)
-Estoy bromeando, bredren, jajajaja. Pero sí, tener una imagen decente es necesario si quieres graduarte aquí.
-Dayton está en lo correcto tristemente, John. Esta institución exige excelencia y refinamiento en todos los aspectos de la vida de sus estudiantes. Y también, hay rumores bastante creíbles y difundidos de una élite de lo más alta entre estudiantes que tienen como misión mortificar y obligar por medios coercitivos a aquellos que encuentren como indignos de convertirse en chefs a abandonar la carrera, seas becado o de una familia pudiente.
-¿Pero no es que todos son de la élite menos los becados como yo y Dayton?
-Que puedas costear entrar a este lugar no te hace élite aquí, solo hay una minoría de estudiantes cuyas familias son relevantes en el mundo de la cocina.
-Ya veo (entonces la jerarquía de aquí es más compleja de lo que aparece a simple vista...no cambia mucho el hecho de que sigo al final de la cadena alimenticia de aquí).
Entonces, una voz se entrometió en la conversación, con un aura siniestra y fría.
-Los poderosos realizaran cualquier actividad, de manera casi totalmente impune para acabar con nosotros, los marginados, menesterosos y olvidados por Dios, recluidos en este profundo y horrible lugar.
-Como que suena medio feo si lo dices así...(espera ¿eso fue mi conciencia, verdad?)
-¡Detrás de ti, bredren!
-(No mires atrás, por favor)...¡AHHHHH! ¡un fantasma (¡¿Por qué lo hiciste?! ¡¿acaso las películas no te enseñaron nada?!)
-¿Nos conocemos, señorita? -Dijo Harry, sereno.
-Los archivos oficiales dirán que no, ya que yo no existo según ellos.
-¡Piedad, por fa-? Espera un momento ¿registros oficiales? -Preguntó John, apenas recuperando el color de la cara
-Mi mera existencia es un crimen en cuarenta y nueve países, y en veinte de ellos, la sentencia sería la pena de muerte.
-Ok...(¿Por qué alguien crearía una ley para que fuera un crimen ser una persona en específico?) Entonces ¿no eres un fantasma?
-No en el sentido que tu mente imagina, pero fantasma sería una buena forma de describirme.
-Ajá...
-Refiéranse a mí como...X, en el poco tiempo que vamos a encontrarnos.
-Como usted desee, señorita Anastasia Petrov.
-¡¿Qué?! ¿Cómo?
-Te hemos buscado un largo tiempo, "X" pero ahora, cometiste un minúsculo pero desencadenante error.
-¿Cuál? -exclamó sorprendida la histriónica recién conocida.
-La cinta con tu nombre sobresaliendo de la parte de atrás de tu mochila.
-Justo lo acabo de ver. Dudo que un espía sea tan descuidado -Dijo John, mirando sutilmente al británico.
-Esta gyal está crazy, mon.
-Wow...ciertamente he sido superada por profesionales.
-Podría decirse, he estado viendo cosas desde aproximadamente 17 años, podrías decir que soy un maestro en mi técnica -Respondió John.
-Nos llaman "los tres observadores" -Complementó Harry.
-¡Suficiente con el sarcasmo, perro inglés! ¡y tú también, oveja Yankee!
-Ok, con Harry lo entiendo, por su acento. Pero ¿Cómo...?
-No creo que sea difícil adivinar que un americano sería la única persona que comería una hamburguesa aquí, mon -Dedujo Dayton.
-E-eso tiene mucho sentido...(Parece que no he hecho el mejor de los trabajos rompiendo los estereotipos de los estadounidenses).
-Volviendo al tema ¿qué negocio vienes a tratar con nosotros, señorita Petrov? -Dijo Harry.
-¡No sacaran nada de mí, aunque corten mis arterias una por una y las cautericen con un soplete!
-E-eso suena demasiado violento saliendo de una chiquilla. No somos espías ni algo por estilo (Bueno, mínimo dos de tres) Pero es bastante sospechoso que alguien que se acercó a nosotros de la nada y ahora, no quiera introducirse a nosotros.
-Eso se puede explicar -Respondió la pálida joven- Ya que la única explicación posible es que ustedes también pertenecen a la causa en contra de la ponzoñosa élite, que nos ha enviado aquí, en lo más profundo de la tierra, en este oscuro y bajo lugar...
-Hmm, bastante convincente, pero propongo una antítesis -Exclamó el británico- John quería comer una hamburguesa en privado, y nosotros vinimos para acompañarlo.
-La segunda suena mejor, bredren.
-Los que apoyen la moción, levanten la mano (Uno, dos, tres... ¿cuatro?)
-Ok, pensándolo mejor, la segunda teoría suena mejor ¡p-pero yo creo que cualquier persona en mi posición hubiera pensado algo similar!
-(Yo no creo que conozcas a muchas personas, sister).
-Petrov, Petrov...¡Ajá! ¿De casualidad no serás parte de la familia pesquera Petrov?
-Qué deducción más agarrada de los pelos, perro británico. "Petrov" es uno de los apellidos más comunes en la Madre Rusia.
-Te ganó ahí, Harry. Asumir algo de un nombre tan común puede ser problemático (Más viniendo de mí, que tuve que numerar mi nombre para que me reconocieran en primaria).
-Perdona mi impulsividad, pero fue un lapso en mi mente, recordé a esta familia, muy poderosa en lo que respecta a la exportación de productos del mar y que había estado en una controversia, ya que salieron informes diciendo que la unión soviética habría enviado suministros a la guerra en Afganistán, camuflados como exportaciones a través de sus buques pesqueros durante los tiempos de la guerra F-.
-¡ESO NO ES MÁS QUE UNA MENTIRA! -Explotó súbitamente la ofendida muchacha- ¡Nuestra compañía nunca participó en actos sanguinarios! Cuando la unión cayó, los competidores nuestros inventaron esos rumores para que perdiéramos votos con el nuevo régimen.
- ...¿Entonces si eres de esos Petrov, gyal?
-No me digas, Sherlock ¡OUCH! (Nota mental: No molestar a Dayton cuando Harry está presente, tiene una buena derecha).
-Al inicio, solo parecías bastante faasti, ¡pero eres de familia con funds, mon!
-...No quiero parecer grosera, pero ¿qué me dijiste?
-La verdad, yo tampoco estoy muy seguro -Prosiguió Harry.
-Dijo algo así como pensó que solo eras una impertinente pero que también eres millonaria (Me puse a buscar en internet algunos regionalismos de Jamaica para poder hablar mejor con Dayton. Mi ardua labor rinde frutos).
-Bastante oportuno con la clarificación, John.
-Aun así ¡no siento ningún apego con la burguesía! En la familia Petrov buscamos siempre la calidad de vida de cada uno de nuestros empleados, eliminando los estragos de la enajenación obrera y la acumulación de capital en manos de pocos, una verdadera comuna diría yo. Estoy aquí por todo el dinero que yo misma he ahorrado trabajando.
-Y entonces ¿por qué te metiste al instituto para empezar? (¿No estarías mejor estudiando, no sé, ciencias políticas o teatro?).
-Que visión más reducida tienes, oveja yankee. La buena cocina ha sido arrebatada del pueblo y acaparada totalmente por las oligarquías nacionales, sirviendo a estos parásitos y sus despilfarros, mientras que los trabajadores si tienen que contentar con comida mediocre para mantener un ritmo optimo en el sistema productivo actual, tratados más como ganado que humanos. Yo me encargaré de derribar esta corrupta estructura desde adentro y empezando desde la joya que más le trae orgullo, ¡El instituto Superior de arte culinario! ¡JAJAJA!
-...(Te dejó solo en esta, campeón. ¡PEACE!) ¿Eh?
-¡¿Acaso no estás de acuerdo conmigo?! Mira que tú también fuiste alejado solo porque lo que cocinaste no va con sus estándares clasistas...Aunque la verdad, ver que alguien comiendo hamburguesas me causó un reflujo hasta la garganta.
-En eso tiene razón ella, bredren. Nadie debería juzgarnos por lo que comemos o cocinamos.
-Tal vez ella no aparezca en el póster de "calma bajo presión", o tenga una capacidad de discurso público mayores a las de un chihuahua con hipertensión...
-¡SUFICIENTE, PERRO INGLÉS!
-Pero no hay ningún argumento para decir que su discurso carece de espíritu, además, lo que dice, en un sentido menos...dramático, es verídico. La alta cocina está reservada para aquellos que puedan pagarla, es la realidad.
-Buen punto. Ni siquiera puedo ver a través de los vidrios de los restaurantes finos sin que me pongan mala cara los meseros (No tengo lo que la gente llamaría una "brújula política" o similar. Lo más que he pensado de cualquier candidato a presidente en mi país es "por favor, no nos deporten" pero esta chica es obvio que sabe en dónde está parada...pero tal vez está pisando tan fuerte ahí que solita se hunde) Por cierto, ¿Qué edad tienes?
-Unos quince años ¡pero si piensas que mi juventud invalida mis posiciones, eres solo una oveja más caminando al matadero!
-¡No, no, no! N-no estaba pensando en eso, en serio (De hecho, me siento algo avergonzado de que alguien más joven tenga posiciones sobre estas cosas más firmes que las mías) Ahora que ya pude pensarlo mejor, tienes razón. Inclusive, en mi entrevista para la beca, me sentí como si estaba entrando a un mundo prohibido para gente como yo.
-Oh...¡ENTONCES, ACEPTA MIS DISCULPAS EN NOMBRE DE LOS PETROV!
-Ok, ok, pero baja un poco el tono de voz.
-Perdona, quería que sonara sincera...
-Entiendo...(Ese personalidad estoica y misteriosa que pone es mero teatro, parece que es bastante insegura para hablar con otras personas, así que pone esta fachada para no ponerse nerviosa. Hasta en su apariencia se nota: tiene el pelo negro pero alborotado, con ojeras notables y unos ojos café, además de que se ve algo pequeña, pero como anda muy encorvada, no sabría decir que tan alta realmente es).
-Ahora comprendo porque te nos acercaste en primer lugar -Comentó Harry, con su índice en la frente- La primera conclusión lógica es que rechazas al resto de estudiantes de aquí, y sería certero decir que ellos también sienten repulsión hacia ti.
-Sí, se podría decir que fue algo mutuo -Dijo la joven, con la mirada hacia el suelo y con las manos juntas cerca de la cintura.
-Entonces, el siguiente paso fue buscar el sitio más aislado de la muchedumbre, por lo que el sótano parecería el lugar más apto, pero cuando viste que nosotros también estábamos aquí, supongo que pensaste que teníamos una historia similar a la tuya, por lo que tomaste la oportunidad para buscar aliados entre nosotros.
Permaneció silenciosa unos momentos, cuando entonces, levantó la mirada, le devolvió una sonrisa presumida y dijo.
-Bastante astuto, perro británico, o tal vez, "zorro inglés" sería mejor. Pero tienes razón, sería una idiota si quisiera llevar a cabo tal ardua labor sola. La revolución bolchevique un hubiera llegado a nada si solo hubieran participado como tres donadies.
-Y el resto de students se burlarían de ti, right?
-Las burlas no me afectan en nada, las escucho todo el tiempo, tanto en la calle como en el internet, pero no quiero que el alto comando de aquí conozca mis intenciones.
-Bueno...en ese caso si vamos a ser "camaradas", al menos deberíamos presentarnos (para no tener que escuchar oveja yankee o perro inglés de nuevo). Mi Nombre es John Ramírez, él es Harry Stafford...
-Saludos, un placer conocerla.
-Y él es Dayton Shipton.
-I-ney!
-Ok, en ese caso -La rusa tomo aire con los ojos cerrados, apretó los puños y exclamó- ¡Mi nombre es Anastasia Petrov, y mi misión es colapsar la estructura clasista y opresiva de la alta cocina de una vez por todas! ¡Espero que podamos ser camaradas en armas!
-¡U-un gusto! (Siento es como lo que diría un líder mongol antes de cargar en batalla hacia el enemigo. Aunque, siendo sincero, no sonaría tan mal presentarse así: ¡Mi nombre es John Ramírez, hijo de Don Ramírez, y soy el encargado de su cena esta noche! ...Creo que podría usar un poco más de trabajo).
-Yo creo que esa fue una excelente introducción -Añadió Anastasia- Y todavía nos queda tiempo antes de la clase de cultura e historia culinaria.
-Espera ¿"Nos"? ¿Estás con nosotros en nuestro grupo?
-¡Precisamente, camarada Ramírez! Una de mis habilidades más poderosas es pasar desapercibida en la mayoría de los aspectos de la vida cotidiana del resto de las personas.
-¿E-en serio es una habilidad? (¡ENSEÑAME!)
-Ahora, me retiró, pero recuerden ¡esta reunión jamás pasó! Pero estaremos en contacto.
-Ah, claro, si quieres te paso mi número de teléfono (espera, eso no suena como una buena idea).
-¡Jamás!
-Oh...(Gracias, señor).
-¡Podrían rastrear nuestras llamadas y después, liquidarnos en el pabellón central como advertencia!
-Es suficiente imaginación, señorita Petrov. Tal vez la élite del instituto sea algo coercitiva, pero no son la Gestapo. No deberías tener pensamientos tan paranoicos, o tu paz mental quedará obliterada.
-Perdona, camarada Stafford, pero no quiero que terminemos como el chef Michael.
-¿El retirado chef Michael Philippe?
-¡! (¿El señor Mike...?).
-Él también compartía mis visiones acerca de la élite culinaria, pero de un pronto a otro perdió una de sus estrellas Michelin, y desapareció de la luz pública. De seguro lo arrojaron de un helicóptero hacia el mar abierto.
-No hiperbolices la situación, señorita Petrov. Hubo al parecer un escándalo en su restaurante, pero el instituto movió cielo y tierra para ocultarlo.
-Eso siempre me sonó fishy, mon. En la calle dicen que la policía estuvo involucrada y así, bredren. Nadie sabe dónde está el man ahora.
-(¿Qué habrá detrás del señor Mike que todavía no sé? Y parece que solo yo sé que él todavía vive aquí en París) B-bueno, la clase empieza en diez minutos, apurémonos para llegar a tiempo.
-Al parecer, la clase va a impartirla la señora Richter. ¡A conmigo, camaradas!
-No es una batalla campal, no seas tan ruidosa...
La clase pasó, siendo prácticamente un diálogo entre Agnes y la señora Richter, con la ocasional pregunta de John. El sol se puso, y John ahora tenía un poco más de interés de llegar al apartamento esta vez.
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