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Capítulo 4: "Debutando a lo pequeño"

Al primer rayo de luz del amanecer, John saltó de la cama y empezó a arreglarse para la introducción. Se metió al baño para ducharse sólo para recordar que Mike le había dicho la noche anterior que no funcionaba; aun así, trató de probar su suerte, pero justo en el momento que le dio vuelta a la llave, una muy pequeña chispa salió del calentador, a lo que él reaccionó como su hubiera visto una cucaracha volar. Después de salir despavorido, puso un muy débil frente de valentía como una extraña manera de lidiar con lo que pasó, y para no levantar sospecha de que había entrado a la ducha, se fue a hacer otra cosa para que no descubrieran su cuartada, inclusive cuando nadie había visto tan patética actuación.

De aquí, surgió una nueva idea: pasarse agua en las axilas, comprar unas mentas de camino para el aliento y actuar naturalmente por el resto del día. Tomó el traje que él consideraba más apto para dar una excelente buena impresión entre toda la disponible, osease, la que aún quedaba seca, lo que podría decirse agilizó su decisión, ya que en lo que menos quería perder tiempo era pensando en que ponerse. Usualmente era Valerie la que lo ayudaba a ajustar su desafinado sentido de la moda, pero esta vez estaba sólo, así que se vistió de una manera simple pero inofensiva: una camisa de un verde claro a botones, una corbata y unos pantalones negros, y un cinturón de cuero, pero sin broches, como los que le había regalado Don Ramírez, porque no cree que sea necesario que todos sepan que es de Texas por el momento. Se peinó con mucho esmero, con su copete tan grande como le diera la cera para cabello, totalmente ignorando la cantidad de miradas que naturalmente le traería tener tremendo cuerno de marfil encima.

-Y con eso, ya todo está listo. Es ahora de partir, no hay tiempo que per-.

-Hmmm, a mí me parece que algo se te olvida algo, para ser sincero.

-¡AHHH! ¡Señor Mike, me asustó! Pensé que estaba dormido (Espero que mi grito en la ducha no lo haya despertado. Si me pregunta, fingiré demencia) ¿Qué es lo que se me está olvidando?

-Pues la comida más importante del día, el desayuno. Creo que eso te lo enseñaban en el prescolar, hasta con canciones. Además, no creo que la primera impresión que deseas que tenga la élite sobre ti es que te desmayaste al ver las instalaciones porque de dónde vienes todavía no han descubierto el concreto.

-N-no realmente (Pero si soy de Estados Unidos, todos saben que somos civilizados...¿verdad?).

-Compré un poco de pan e hice unos huevos revueltos, para que no te quite mucho tiempo.

-Sí, tiene razón, no he comido en todo un día. Por cierto ¿qué es "la élite", señor?

Michael tomó un sorbo de su taza y dejó salir un suspiro de satisfacción.

-La verdad es, chico, que si los otros estudiantes entraron con un cien en la nota y su misión es mantenerlo, tú entraste con un cero y tienes que trabajar para pasar.

-E-eso suena increíblemente injusto (Ideal para que me pase a mí...)

El ex-chef sorbió de nuevo, un poco más fuerte.

-Aunque no lo sepas, el resto de los estudiantes ya sabe de tu llegada y no les tomará tiempo darse cuenta de quién eres en realidad. Tendrás los ojos de todos encima tuyo desde el primer momento y anhelan ver el momento en que caigas.

-¿Q-q-qué caiga? (¿Me van a hacer zancadillas desde el primer día o solo esperaran que la vida tome su curso y me caiga solo?).

De nuevo, volvió a tomar un trago todavía más sonoro que los dos anteriores.

-(¿Siquiera queda café en esa taza?)

-Pero tranquilo, si logras demostrar talento...o no demostrar mediocridad, te irá bien, lo prometo.

-Sí...Gracias por el consejo, señor Mike (No sé si sentir confianza o desesperación porque mi ídolo haya afirmado y dicho todos mis miedos) Por cierto, estos son los mejores huevos revueltos que he probado, como ninguno que había probado antes ¡apenas si se ven como huevos!

-Me alegra que te gustaran, no son los huevos más comunes de este lado del charco, son del estilo cantonés, en mi opinión, superiores a los occidentales. Incluso, una vez me gané la confianza de una tribu de bosquimanos con ellos. Nunca habían probado tal cosa y quedaron maravillados...Muy buenos recuerdos. Pero hey, no todos los críticos son tan impresionables como una tribu, jajaja -Dijo el hombre, volviendo a tomar todavía más fuerte.

-¡Qué historia más asombrosa, Sr. Mike! ¿y ese café suyo tiene una historia parecida?

-¿Cuál café?

-¿El que tiene en su mano...?

-¿Esto? Para nada, chico, esta taza ya está vacía.

-S-sí, claro, pero es que ya lleva buen rato sorbiendo entonces pensé que estaba muy buena la bebida.

-La taza nunca estuvo llena para empezar.

-...¿Qué?

-Ya te había dicho, mis suministros están bastante bajos y todavía no he ido a comprar más.

-¡¿P-pero por qué tomar de una taza vacía?!

-Tener una taza entre mis labios me facilita imaginar el sabor de un buen café. Te aseguro, yo no puedo funcionar sin una taza al día mínimo, así que tengo que recurrir a autosugestionarme mientras no tenga para tomar.

-...(Estoy empezando a creer que me recogió otra persona haciéndose pasar por Michael Philippe) Y-ya me tengo que ir, muchas gracias por la comida.

-No te metas en muchos problemas, no quieres que el dinero que tu familia te manda se use sólo en fianzas, jajaja.

-¿Jaja...? (¿Muchos?)

-Ah y perdón por no ofrecerte una taza de café, pero creí que la ducha te había dejado más que despierto, jeje.

-Oh...(Sí sabía, claro que sabía ¿qué me iba a dar para empezar? ¿una lección de cómo el café está en la mente?).

Y con la frente en alto y la cara colorada, John salió del edificio dispuesto a empezar la faena, lleno de tanta determinación que hasta se notaba en su cara, con el ceño fruncido. Para un espectador cualquiera, parecería que iba a decirle a su novia que descubrió a su amante o que tenía un terrible dolor de estómago y necesitaba un baño, pero en la mente del joven, él tenía el ojo del tigre encima del instituto. Más temprano que tarde, sus facciones se volvieron a relajar cuando otra vez se dispuso a contemplar la belleza arquitectónica de París, por lo que su look de chico rudo ni siquiera duró hasta la acera. Él mejor que nadie sabía que no era tiempo para turistear, sin embargo, tendría que haber perdido su alma de artista si no fuera maravillado por lo que le mostraba la ciudad.

La parada del bus estaba cerca del apartamento de Mike, este duraba diez minutos en llegar a su destino y lo dejaba a cincuenta metros del Instituto, así que tenía tiempo para divagar un poco en sus pensamientos y emociones, gracias a que acostumbraba a madrugar para realizar sus deberes en el restaurante. Con su celular tomó infinidad de fotos, incluso de lugares que no tenían nada de especial, pero en su mente lo asombraban. Finalmente, se encontraba de camino al instituto, pero llegando a las cercanías, empezó a notar muchas limosinas y autos finos entrando al instituto y dejando a los estudiantes. Aunque pueda sonar algo trivial, las palabras de Mike resonaban en su cabeza, y no quería mostrar "debilidad" en su primer día, así que bajo casi agachado del bus para que no lo vieran y de manera disimulada se acercó al punto de control del instituto, por un momento dudó entrar, tal vez solo hablaría un poco con el guardia, haría un chiste tonto sobre el clima y se devolvería a la casa a llorar, pero con un pellizco de lo más sabroso, se dio el valor para entrar. Finalmente, le habló al guardia, y este tenía un tono muy antipático y cara de pocos amigos.

-¿Puedo ayudarle?

-Ehh, sí, vengo a la introducción.

-Ya veo...¿y con quién vienes? -Dijo el guardia, que tenía ese hábito de muy mal gusto de chasquear los dientes cada vez que empezaba a hablar.

-¡S-sólo yo! E-e-es que tenía entendido que t-todos los estudiantes debían venir a la introducción.

-Estudiante, huh...¿Me mostrarías tu carta de aprobación?

-¡Claro, claro! Aquí tiene (¡Gracias al señor la trajé! ¡no venía en las instrucciones, pero algo me decía que llegar al instituto el primer día y no pasar de la entrada está en la lista de "cosas malas que solo me pasan a mí"!)

-...Ramírez, eh. Ok, puedes pasar. Dirígete al auditorio, sigue las indicaciones.

-Ahh...ah, ¡sí, muchas gracias! (Me desconecté por un momento viendo al instituto. Es un edificio muy moderno).

-Buena suerte, la necesitarás.

-¡G-gracias! (Uff, ya alguien me mira como un alien y técnicamente ni siquiera he entrado al instituto).

Caminó directamente hacia la entrada principal, pero por mera coincidencia, decidió ver hacia atrás, y vio a otro estudiante cualquiera llegar a la entrada. Cuando el guardia se acercó a ver, no pasó ni un momento y el guardia ya había abierto la puerta y no estaba lo suficientemente lejos para no darse cuenta de que no le habían pedido la carta de aprobación. Trató de auto animarse un poco pensando que tal vez el guardia ya sabía quién era esta persona y por eso lo dejo pasar tan rápido. No obstante, la verdad era mucho más simple y obvia; el de trato especial era él. El edificio era mucho más grande por dentro, parecía una fortaleza, con un vestíbulo principal que llevaba al resto de las instalaciones, había jardines, mesas, inclusive lobbies con sillones y televisores, John no podría haber imaginado estar en un lugar así antes a menos que se colara ilegalmente. El auditorio estaba en el primer piso, pasando la zona recreativa, donde ya vio a los estudiantes, pero, mucho más importante, los estudiantes lo vieron a él.

Tal como Mike le dijo, no tardaron tiempo en entender que no era uno de "ellos", de alguna forma que todavía él no entendía. Simplemente lo sabían, casi como cuando dos imanes se repelen sin interferencia de alguien más, se notaba que algo los separaba. Entonces, para complementar las miradas perjuiciosas, empezó el cuchicheo de las masas ¿hablaban de él o de otra cosa? Él no podía saber y tampoco era importante, porque una persona paranoica siempre iría a llenar los vacíos informativos con sus propios miedos. Después de eso y respirar un poco, entró al auditorio. Era enorme, como todo en ese lugar, y tenía una forma de arco que rodeaba el escenario principal. En otras palabras, era intimidante y sólo imaginarse tener que dar un discurso ahí o algo parecido estimulaba la imaginación y la vejiga de John. No había todavía muchas personas porque la mayoría estaba de seguro en los espacios de recreación. Era seguro que la mayoría se conocían entre sí, con la excepción de John, que experimentó por unos momentos lo que es la verdadera soledad, al estar separado por miles de kilómetros de cualquier apoyo emocional de un familiar y amigos. Se quedó parado un momento, con los hombros caídos y dejando salir un suspiro desanimado.

-(El peso social que siento es demasiado...pesado. Solo faltaría una guillotina encima de mi cabeza, y siendo franceses, no descartaría que eso llegara a pasar. ¡Ya sé! Voy a ser lo más imperceptible posible, casi un mito, hasta al punto que la gente empiece a dudar que alguna vez existí, no pueden juzgar lo que no es real. Si logro mantener un bajo perfil, estos tres años serán llevaderos).

-Hey, mon ¿Este asiento está ocupado?

-¡Sí, eso es!

-Oh, iré a buscar otro asiento.

-¡AH! ¡p-perdón! No estaba poniendo atención...¿Cuál era la pregunta otra vez?

-Jajaja, era sí este asiento estaba ocupado, mon.

-No, no está ocupado...mon (¿será así como los franceses dicen "dude" o "bro"?).

-Jajaja, excelente, amigo. Al inició me sorprendió que me dijeras que estaba ocupado. Pensé que había otro becado además de ti.

-Sí, tienes razón. La verdad, no he visto a otros becados y...¿Cómo sabes que soy un becado?

-¡Entonces lo eres!

-Sí, digo no, digo...sí, sí soy.

-La verdad, sólo lo supuse, mon. Pero creo que le di al clavo, jejeje

-Uff...¿Tan obvio es?

-Umm, realmente si te veo de frente, no sé nota, pero no creo que los ricos se vistan de traje y anden con tenis casuales, mon.

-Con...¡¿Con qué?! (¡NO PUEDE SER! ¡ME PUSE MIS TENIS DE ANDAR EN VEZ DE MIS ZAPATOS FORMALES! ¡¿Era a eso a lo que Mike se refería de que se darían cuenta de inmediato?!).

-Jejeje, eres bastante gracioso, mon.

-(Créeme que no lo hago a propósito).

-La verdad es que seguro se iban a dar cuenta, tarde o temprano. Yo por eso vine con mi ropa normal.

-Seguro que sí -Exclamó el muchacho, pensando en lo dura que es la vida para los limpios de plata- Entonces ¿También eres un becado?

-Exacto, amigo. Mi Nombre es Dayton Shipton, mi familia y yo somos de Jamaica, pero vivimos aquí en Francia desde hace dos años.

-Mucho gusto, yo soy John Ramírez. Vengo de Texas, pero mi familia es mexicana.

-¡Que grande! ¡Un bredren mexicano! Esto es excelente.

-Pregunta: ¿Qué es Bredren?

-Amigo, mon. Creo que, por mientras, vamos a estar bastante conectados tú y yo como camaradas becados, jejeje. Perdóname si a veces se me sale el acento, pero creo que tú también entiendes sentirse orgulloso de la sangre.

-Hmm, la verdad muy pocas pienso en ello, pero me gusta tener descendencia mexicana (La verdad sólo lo digo porque el mundo en general no ve tan bien a los "gringos").

-¡Oh, mira, mon! ¡Yo creo que ya va a empezar!

-¿Qué cosa va a empezar?

-Los discursos de inauguración. Mira, mon, ese de ahí es el director Le Brun, él va a dar el primero.

-Ya veo (desde aquí se ve como alguien imponente. No quisiera que me llamara a su oficina en el futuro cercano).

En esos momentos, el auditorio cayó en un profundo silencio, casi sepulcral, mientras todos los ojos se centraban en el escenario donde había un micrófono en el centro, y una mesa con los profesores y el director y al lado, un pequeño podio para la anunciadora, que John pudo reconocer como una de las entrevistadoras de aquella vez. La señora llamó de primero al director del instituto, el señor Víctor Le Brun. Era un hombre bastante grande, con un torso enorme, con un pelo gris y peinado hacia atrás y facciones de un señor mayor, pero, aun así, intimidante. Este era la persona que más emanaba respeto en la institución, seguramente.

-Buenos días a todos los nuevos ingresos de nuestra digna institución. Mi nombre es Víctor Le Brun, el actual director al mando del instituto. Les digo que sólo estar aquí, escuchando este discurso es un logro en sí mismo, esto debido a que nuestros requisitos de admisión se encuentran entre los más elevados de cualquier institución de enseñanza culinaria. Desde hace ya treinta y cinco años, nuestra institución ha sido el estándar dorado para el resto de las escuelas a nivel global, lo que no sólo implica el orgullo que significa ser aceptado, sino también la responsabilidad que carga cada uno de ustedes como individuos de mantener el nombre de su alma máter en lo más alto. La mediocridad no puede ser parte de ninguno de nosotros, tanto estudiantes como profesores, y nuestra visión siempre ha sido y siempre debe ser de hacer que cada generación de graduados sea mejor que la anterior. Por esto último, es un inmenso orgullo que este año, dos de los aplicantes hayan tenido calificaciones perfectas en sus exámenes de admisión.

-¿Exámenes de admisión? ¿No era sólo la entrevista?

-Las entrevistas son los exámenes, bredren, pero no les llaman así para que sólo la gente aplicada se prepare.

-Un coladero, entonces (Algo en el estómago me dijo que tenía que ir preparado, que bueno que le di atención).

-En breve, estas dos estudiantes compartirán algunas palabras con nosotros. Para finalizar, deseo que todos pongan el esfuerzo máximo para perfeccionar su arte durante los próximos tres años, y que puedan salir como los cocineros de la más alta calidad que pueda haber en el mercado; el instituto les da las herramientas, pero ustedes son los que deben demostrar que tienen las aptitudes para usarlas. Muchas Gracias.

-Wow, ciertamente ese fue...un discurso (Tantito pretencioso, si me lo preguntas, pero es de esperarse. Este lugar EN VERDAD es lo mejor de lo mejor) ¿Eso fue todo?

-Todavía no, faltan los discursos de las dos chicas, después de eso nos van a dar un tour en el edificio y luego veremos a los profesores mostrar una lección práctica

-¿Podrían bajar la voz, caballeros? ya va a empezar el discurso de la señorita Brienne

-D-disculpe, no queríamos molestarlo, solo quería saber qué es lo que falta.

-Le aseguro, señor Ramírez, que el cronograma del señor Shipton está correcto, aunque algo escueto, diría yo.

-¿Y cómo sabes nuestros nombres, mon?

-Perdonen mi impertinencia, escuché sus nombres en su conversación anterior al inicio del discurso de Monsieur Le Brun, no fue mi intención espiar su conversación, no obstante, el nivel de sus voces no reflejaba intenciones de querer mantener detalles en privado.

-(Es la manera más bella de decir que estábamos hablando tan alto que cualquiera podía escuchar, ¿qué onda con este sujeto).

-Para acelerar formalidades, creo que yo también me presentaré. Mi nombre es Harry Stafford, es un placer conocerlos, caballeros.

-¿Cómo el príncipe? ¿Eres de la realeza, mon?

-No, señor Shipton, no tengo sangre noble en mis venas, pero si soy británico, por si de algo les compete esa asociación con su majestad.

-¿Eres un becado, señor, este, Stafford?

-No, señor Ramírez, podría decir que mi familia es bastante acomodada.

-Creo, entonces, que sería el primer estudiante "normal" en al menos dirigirnos la palabra.

-¡Exacto, Bredren! Nos miran como si tuviéramos la peste negra.

-La verdad, aunque ciertamente vengo de una casa perteneciente al último quintil económico, admito que no conjugo bien con esos esnobistas.

-Ah, ya comprendo (No lo aparenta tanto, pero parece que también está bastante sólo como nosotros...creo, no sé qué significa "esnobistas". Lo que sé es que nos somos eso y tal vez sea por eso que nos está hablando) Por cierto, mencionaste a una tal señorita Brienne ¿quién es ella?

-Agnes Brienne es una de las dos estudiantes que sacó calificación perfecta en el examen de admisión, como comentó monsieur Le Brun en su discurso hace unos momentos.

-¡Sí, bredren! Salió en el periódico, la llamaban "la magnifique prodige".

-Exacto, es la hija del actualmente considerado mejor chef de Francia; Alphonse Brienne. Al parecer es muy dedicada a la cocina, y posee una inconmensurable cantidad de conocimiento sobre la gastronomía mundial.

-Hmm, ya veo, parece que tiene bastante bien encaminada su carrera (Si hay gente que nace con estrellas, esta chica nació con la vía láctea entera).

-Ahora, le damos la palabra a la estudiante Agnes Brienne.

-Parece que ya va a hablar la señorita Brienne. Señor Ramírez, yo creo que el discurso va a dar a entender mucho más de ella que con cualquier información que yo o alguien más pueda darle.

-¿Por qué?

-Es mi fe que usted podrá dilucidar el significado de lo que dije una vez el discurso haya concluido.

-("Averígualo tú, hermano").

-Miren, bredrens, ya subió al escenario, es muy bonita la gyal, muchachos

La muchacha parecía algo pequeña en estatura, acentuado aún más con todo el espacio vacío detrás de ella. Limpió su garganta un par de veces, hizo un único ciclo de inhalación y exhalación y comenzó a hablar.

-Listo. Bonsoir, queridos compañeros y docentes. Mi nombre es Agnes Brienne, y fui una de las estudiantes que logró calificación perfecta, además de ser la hija del reconocido chef francés Alphonse Brienne. Hoy, el instituto superior de las artes culinarias me ha dado esta oportunidad de venir a este escenario y darles algunas palabras. La verdad, siempre me gusta pensar como un modelo estándar de cómo una aprendiz de cocinero debe verse, por lo que llena de felicidad mi corazón cuando mis compañeros se elevan a nuevas alturas, por eso exijo siempre perfección de mí y de mis camaradas, sin excepción. Tal como dijo el magnánimo director Le Brun, no es posible aceptar la mediocridad en algo tan importante como la alta cocina. Cada día veo a más y más jóvenes yendo a viles restaurantes de comida rápida e inmundas pocilgas que osan servir comida preparada sin ninguna pizca de respeto por nuestro arte, tanto que me llena de un tremendo coraje, pero con mi-digo, con la tutela de los profesores, podremos erradicar esta mediocridad y volver a introducir a las masas la buena cocina. Merci beaucoup pour votre attention.

Para la sorpresa de John, un estruendoso aplauso llenó el auditorio. La verdad, es que era un mundo ajeno, donde el estatus social que precede a alguien puede dar ciertas libertades y beneficios; en el caso de Agnes era poder decir con casi total honestidad lo que ella pensaba y, aun así, recibir todo los halagos y aplausos usualmente reservado para premios nobel de la paz y personas que avisaban que no iba a haber clases.

-Bueno ¿fue mi predicción certera? ¿qué opinan sobre la señorita Brienne?

-Bah, insufrible la gyal, mon. No podría pasar en una cita más de una hora con ella...pero sigue siendo guapa.

-¿Y tú, John?

-Hmmm, bueno, tres cosas: la primera, es que ciertamente es un prodigio (...Porque ella no nos va a dejar olvidarlo al menos cada dos oraciones suyas. Sale cuarto de libra francés con extra ego y sin rebanadas de modestia) lo segundo es que para ser francesa, no tiene mucho acento.

-Ella fue criada sus primeros diez años en Inglaterra, por eso su acento es natural.

-Por último, después del aplauso, creo que ya sé que significa "esnobistas" (yo simplemente los llamaba lamebotas, creo que el mensaje se entiende mejor).

El caballero británico dio una suave sonrisa y dijo:

-No hay nada de malo en no conocer ciertas palabras, más las que tienen usos bastante específicos.

-Jeje, aun así, me gusta aprender nuevas palabras tanto como nuevas recetas (más por el miedo de que me digan un insulto y no me dé cuenta).

-¡Hey, Bredren! ¡Ahí viene la segunda gyal! ¿No creen que se ve todavía más pequeña?

-(A como vamos, cada persona que habla aquí es más baja que la anterior. Si hubiera una tercera estudiante, tendrían que ponerle una caja de zapatos para que el podio no le tape la cara) ¿Sabes algo de ella, Harry?

-Muy poco, pero sé que es asiática y entre rumor y rumor, oí que la llaman "la chef más fría del oeste".

-¿Pero Asia no está al este? (O eso creo, porque geografía no era mi fuerte en el colegio).

-Valga decir que ese pseudónimo no fue hecho por mí, señor Ramírez.

Justo después de decir esto, se escuchó un pequeño golpe en el micrófono. Seguido a esto, la niña dio el saludo inicial en una voz muy suave.

-Buenos días.

-La señorita ya va a empezar. A callar ambos.

-¡S-sí, señor!

-Mi nombre es Yamada Aiko, soy la segunda estudiante que logró calificación perfecta en la prueba de admisión. Es un placer conocerlos y espero que seamos buenos compañeros.

También hubo un aplauso, pero no tan retumbante como para Agnes, no tanto porque no gusto el discurso, que podía caber con facilidad en una de esas notas adhesivas de colores, sino también por la sobriedad del emisor. Si el discurso de Agnes era digno de un rally político, el de Aiko era una clase magistral de la universidad, directo al punto y sin añadidos inútiles y algo que también era notable al contrastar ambos discursos es que el inglés definitivamente no era la lengua materna de ella, naturalmente; el acento lo dejó muy en claro.

-...¿Es todo? (Esta chica apenas habló por un minuto, ni siquiera parece que ha pasado la escuela primaria, menos "la chef más fría del oeste") ¿Recordaste algo, Harry?

-El apellido activó mis recuerdos, sí.

-Pues entonces ¿quiénes son los Aiko?

-Discúlpeme un momento, señor Ramírez, pero creo que hay una confusión. El apellido de la familia es Yamada, no Aiko.

-¿C-cómo?

-En japonés, se suele decir el apellido primero, seguido por el nombre.

-¡Q-qué curioso! (Curioso sería que nadie adivine inmediatamente que no soy de la alta sociedad con lo inculto que soy).

-La familia Yamada proviene de Japón y es la dueña de la cadena de restaurantes michelin más grande de Asia. Es relativamente moderna, con treinta años en el negocio, pero decir que la expansión de la marca ha sido exponencial sería infraestimado.

-Wow...(Otra chica más rica que cualquier fantasía mía al parecer también es un prodigio. Comparándome con ellas, ellas son un Beef Wellington y yo una cajita feliz).

-Hmm, no sé bredren, me sigue pareciendo bastante pequeña esa gyal. Yo creo que solo es cosa mía, pero siento que es más joven que nosotros.

-¡Ajá! tu comentario me activó otro recuerdo, señor Shipton. Y tienes razón, ella es menor que la mayoría de los estudiantes, no sabría decirte la edad exacta, pero se tuvieron que hacer condiciones especiales para que entrara aquí.

-Pero ¿por qué? No parece como el tipo de persona que se tome las cosas muy aprisa.

-Al parecer, fue solicitud del padre de la familia Yamada.

-Ya veo (Me pregunto qué tan joven será y por qué tenía que entrar al instituto más temprano de lo normal).

-Oigan, vean, hay un man en el fondo del escenario esperándola. ¿Tal vez es su hermano? ¿O su novio?

-Hmmm, se ve bastante serio. ¿Tal vez un guardaespaldas? (que raro tener un guardaespaldas que te persiga a todo lado, pero debe ser bastante necesario para esta gente que atrae bastantes enemigos).

-De todos modos, el tour de las instalaciones ya va a empezar. ¿Partimos, cabelleros?

-Muy bien, vamos, bredren.

-Gracias a Dios ya podemos levantarnos, mis piernas empezaban a dormirse (Y mis nalgas, a tomar la forma de la silla... ¿o al revés?)

Saliendo del auditorio, afuera habían puesto una mesa con variedad de bocadillos, de muy alta calidad y sabor. En ese momento, los tres jóvenes tuvieron una ligera discusión acerca de cuántos bocadillos tomar.

-¡Por más deliciosos que se vean, es una cortesía básica para el resto de los invitados sólo tomar uno! Sería una total falta de respeto y de etiqueta atiborrarnos con ellos.

-Por favor, bredren ¡míralos! Todos distintos y suculentos bocadillos que hay. Son como seis tipos diferentes, y si sólo probamos uno, ¡Nos perderemos los otros cinco!

-John, debes ayudarnos a llegar a una conclusión satisfactoria a este predicamento tan peculiar.

-¿Quién, yo? Mmm...(La verdad, en cualquier otro lugar, estaría del lado de Dayton, pero Harry tiene razón, y tras de todo, si el resto me ve tragando como cerdo, solo pensarán todavía peor que ahora. Debe haber algún modo...¡lo tengo!) ¿Qué tal si...cada uno toma dos bocadillos de distinto tipo y los compartimos entre todos? Yo creo que eso no rompería de enorme manera la etiqueta y así, todos ganamos.

-¡Gran idea, mon! Así no habrá problema con comer de todos.

-Una excelente solución a nuestro predicamento, señor Ramírez.

-Jajaja, vamos, estás exagerando; no fue nada (Nada más la mejor idea que alguien se la haya ocurrido jamás, ¡Booyah!).

Cuando el insignificante conflicto fue resuelto, se dirigieron hacia el salón principal, donde todos los estudiantes estaban reunidos. Desafortunadamente, por pasarse tanto tiempo degustando los bocadillos, llegaron casi de últimos y no les quedó remedio más que tratar de ver desde atrás de la multitud. La presentadora de la reunión al parecer iba a ser la que iba a realizar el tour por la escuela. De un momento para otro, tocó el micrófono para llamar la atención de todos y empezó a hablar.

-Muy buenas tardes, muchachos. Mi nombre es Emilia Richter y soy una de las profesoras que imparte los cursos de historia de la cocina. Hoy, yo les daré un tour por las instalaciones para que se familiaricen un poco con los edificios y las aulas. Por favor, síganme.

-Esto va a estar interesante, espero que nos muestren las cocinas (Deben tener todo tipo de utensilios fascinantes y súper caros ¡y sin necesidad de tener hermanas que se los roben de tiendas departamentales!)

-Este es el edificio principal, aquí están la mayoría de las aulas en las que van a estar durante su carrera, los de primer año tienen sus aulas y cocinas en el primer piso, los de segundo año, en el segundo y así. Es bastante difícil confundirse con ese orden.

-Ciertamente habría que ser muy distraído o un papanatas para perderse... ¿qué te pasa, John? te ves algo pasmado.

-N-no es nada (Cuando alguien dice eso, usualmente soy yo el primero que termina haciéndolo).

-Las cocinas que tenemos en este lugar son bastante básicas y están diseñadas para practicar conjuntos de habilidades específicas; carnes, repostería, pastas, etcétera. Aun así, se les requiere que las mantengan limpias y ordenadas, cada estudiante tendrá asignado un set de utensilios y un casillero para guardarlos, si los pierden o los dañan, la escuela les cobrará el costo a ustedes.

-Nunca había visto tanta limpieza en una cocina, mon. Pareciera como que un ángel escupió aquí.

-B-bella forma de decirlo, Dayton (Como el camionero más poético de la carretera).

-No creo que pudiera pagar alguna de las cosas que están aquí.

-Tampoco yo (Estoy seguro de que el cobro iría directo a mi pobre beca. Ouch. Hmm, ¿qué es eso que está al fondo?) Pregunta, señorita, ¿qué es esa...cosa de vidrio al fondo?

Fue aquí, justo este momento la primera ficha en la línea de dominós, el aleteo de la mariposa que provocaría la avalancha de situaciones que encontraría nuestro héroe en su aventura.

-Ah, ¿esto? Esto es-.

-Mon Dieu. ¿Nunca habías visto una cámara de ahumado en tu vida?

-(¡Esa es la señorita Agnes la que me está dirigiendo la palabra) ¿De ahumado? ¿Ahumado de qué?

-¡De los platillos, crétin! ¡¿Para qué más lo tendríamos en una cocina?!

-P-por supuesto, disculpe...(Tiene razón, no tuve que preguntar qué ahumaba esa cosa ¡D'oh!).

-Así es, como dijo mademoiselle Brienne, esto es una cámara de ahumado. Esta se cierra al vacío y se agrega humo desde una manguera, y así, cualquier platillo puede tener un sabor ahumado.

Casi de inmediato empezaron los cuchicheos de los espectadores, desde los incomprensibles hasta los más claros. "Vaya plebe la que dejan entrar estos días", "De seguro pensaba que iba a ser como los programas matutinos de cocina", "¿De cuál Mcdonalds salió este bicho?"

-Ugh, la próxima vez, deberías venir preparado para RESPONDER preguntas, en vez de venir preparado para hacer el ridículo.

-Sí, señorita...(Uff, la primera vez que trato de abrir la boca y me mandan directo a hablar con las carnes frías. Tuve que haberlo visto venir. Fui un tonto).

-Mantén la cabeza en alto, John -Dijo Harry, con una mirada estoica.

-¿Ah?

-Por mucho que el resto lo olviden, todos vinimos a esta institución a aprender y si ellos creen que lo saben todo, algo me dice que el futuro les depara una cruel realidad, incluso a la prodigiosa señorita Agnes.

-Y la verdad, yo también quería preguntar qué era esa cosa desde el principio, mon, pero me dio mucha vergüenza, así que recibiste una bala por mí, bredren. Thanks!

-¡M-muchas gracias, chicos! (¡tienen razón! ¡No me voy a quedar callado cuando en realidad no sé de qué hablan!).

John mantuvo su palabra, y cada vez que veía algo ajeno a lo que él sabía, preguntaba, y cada vez que preguntaba, Agnes levantaba su voz para darle a saber que tan desubicado estaba, sin embargo, su ego siempre la obligaba a responder la pregunta, lo que al final, era una victoria para John, ya que conseguía lo que necesitaba; en otras palabras, la francesa estaba jugando ajedrez y el muchacho, gato. Llegó un punto en el que Agnes se aburrió y dejó a la señora Richter responder, o tal vez ella tampoco sabía la respuesta. De todos modos, el joven salió con valiosa información de la introducción.

-Por último, tenemos el salón de simulación.

-Madame Richter ¿Qué es este salón?

-Mademoiselle Brienne, me sorprendió que fuera usted quien preguntara primero, esperaba más bien que fuera el señor Ramírez.

-(¡! Se me ocurrió algo, como una manera de darle una probada de su propio chocolate a esta "magnific prodij") Je...la verdad es que esta vez SÍ sabía que era el salón de simulación. ¿No era que debíamos venir a responder preguntas en vez de hacerlas? (Obvio que no sabía, pero ya Agnes preguntó, entonces no hay manera que sepan. ¡Chúpate esa, francesilla!).

-¡Eres toda, mon! ¡Yo no tenía ni la menor idea!

-Bueno, después de todo lo que has pasado hoy, mereces fanfarronear un poco -Exclamó Harry, con una sonrisilla de "te vi".

-¿De qué estás hablando, Harry? Jajaja (Wow, notó mi mentira casi de inmediato. Nada se le escapa a este sujeto...Agnes pareciera que me está mirando disimuladamente y pareciera que tiene un poco fruncido el ceño. Ahora que lo pienso mejor, no es muy buena idea ponerme en el lado malo de ella y, por ende, de la mayoría del instituto).

-Bueno, mademoiselle Brienne, este lugar es una instalación hecha para recrear un verdadero restaurante, con todo lo que eso implica. Lo usamos usualmente para los exámenes finales de los estudiantes senior, pero también lo usamos para variedad de eventos, como las graduaciones. De hecho, tenemos la costumbre de invitar a algunos de los mejores estudiantes del año a que vengan a cocinar para las graduaciones. Si son escogidos, más estando en primer año, siéntanse bastante orgullosos de estar a tal nivel a tan corta edad. Esto es todo lo que hay que ver aquí. Por favor, síganme de vuelta al edificio principal.

Ya el sol empezaba a ocultarse y el majestuoso arrebol bañaba de anaranjado las paredes del instituto y las caras de los estudiantes. La señora Richter les dio la despedida y les deseó el mayor de los éxitos a todos en las clases que empezaban la próxima semana. Todos empezaban a salir de ahí y se iban directo a las limosinas o carros finos en los que venían, mientras que John tenía que esperar cuarenta minutos a que llegara su bus.

-Bueno, caballeros, creo que es hora de despedirme.

-Sí, hasta luego, Harry. Por cierto, ¿en qué te vas? ¿o alguien te viene a recoger?

-Yo me voy por mis propios medios, en mi motocicleta.

-Ah, claro... ¡¿Motocicleta?! ¿Siquiera tienes la edad para conducir una?

-Claro, tengo veintiún años.

-Ah, ya veo. Eres 4 años mayor que yo (No lo aparenta mucho, la verdad. Se lo diría, pero, eso se puede tomar como un halago o un insulto, como esa vez que le pregunte a mi mamá por qué llevaba teniendo treinta y seis años durante los últimos seis).

-Te llevaría a casa, pero sólo tengo un casco.

-Tranquilo, ya tengo mi propia forma de irme a casa. ¿Y tú, Dayton?

-De hecho, bredren, yo también estoy esperando el mismo bus tuyo para volver a casa.

-¿En serio? no recuerdo haber dicho que me iba un bus (Tampoco es que recuerde muchas caras de esta mañana).

-Sí, pero la verdad es que te vi esta mañana saliendo del bus como agachado, se veía muy gracioso, jajaja.

-¡¿Q-qué hice qué?! (Creo que en este país he descubierto un nuevo talento mío: Hacer el ridículo en público. Y apuesto a que Dayton no fue el único que me vio salir así).

Harry arrancó su moto y desapareció en la lejanía. Pero de repente, el sujeto aquel que había esperado a la señorita Aiko durante su discurso se le acercó. Era un hombre muy alto y de una contextura bastante fuerte pero refinada, y una cara bastante seria pero relajada a la vez, con la vaina de una espada colgando de su cintura, y un tono de voz tan profundo como el trecho de las marianas.

-¿Es usted Ramírez-dono?

-Ehhhh...¿Creo que sí? (¿Qué diantres significa el dono? La duda me mata. ¿Y si es un insulto? Rayos y centellas, ¡Hubiera estudiado insultos en japonés también!).

-Disculpe el honorífico. Mi nombre es Takashi Sakurai, y soy la escolta de Aiko-sama.

-Y-ya veo (Es el guardaespaldas que vimos durante la presentación. ¡Mira lo que anda cargando! ¿habrá una espada de verdad ahí adentro? Si es así, no creo que sea para rebanar rábanos solamente. ¡Qué miedo!).

-Espero no ser una molestia, pero vengo a darle un mensaje de Aiko-sama para usted.

-¿Para mí? (Pero ni siquiera hablamos del todo hoy. ¿Cómo sabe mi apellido, para empezar?)

-Le manda sus agradecimientos por las preguntas que realizó durante el tour, ya que ella también tenía sus dudas. Aiko-sama es bastante reservada en lo que a hablar frente a multitudes se refiere.

-N-no tenía idea (no me sorprende, en realidad. Su discurso fue bastante corto, y ella no se veía super cómoda que digamos parada en el podio).

-Además, como agradecimiento, Aiko-sama me pidió que le entregara esto.

-¿Qué es esto? (parece que es una botella de pastillas para el dolor).

-Aiko-sama dijo que lo vio que hoy usted se bajó de su bus bastante encorvado y con una cara agobiada, así que supuso que tenía dolor de espalda.

-¡Argh! (¡¿Ella también?! Pareciera que mis pensamientos sólo atraen la desgracia sobre mí. Mejor solo acepto el regalo y ya) D-dígale a la señorita Yamada que muchas gracias, que no era necesario.

-Será un placer. Con esto, me despido. Muy buenas tardes, Ramírez-dono.

-Hasta luego, señor Sakurai.

-Jejeje, al parecer la chinita te puso los ojos encimas, bredren.

-Estoy seguro de que, si el tipo aquel te escucha llamar a su señora "chinita", te hará como sushi caribeño y te venderá al mayoreo. Todos saben que todos los asiáticos odian que los llamen chinos...Bueno, excepto los chinos.

-Jejeje, tranquilo, mon, sólo te estoy molestando.

-Hmph, claro (Hasta se puso a sudar el muy bocón, pero lo entiendo, yo tampoco quisiera estar en la lista de objetivos de aquel sujeto. Se ve pacífico, pero si su señora lo ordena, seguro no dudará en filetearnos).

Finalmente, el bus llegó, y ambos jóvenes miraron a la ventana para despedirse del instituto por hoy y esperar con fe que la próxima semana empezaran con el pie derecho. Aunque John realmente solo quería descansar un poco, el parlanchín de Dayton empezó a tertuliar con él.

-No me has contado que haces en tu país, mon. ¡Vamos, dime!

-Yo trabajo en el restaurante de mis padres. Ahí hacemos variedad de hamburguesas y comida mexicana.

-Wow, bredren ¡Adoro las hamburguesas! Lo malo es que no hay muchos lugares buenos para comer aquí en parís. Hay mucho estigma con la comida norteamericana en general, muchos solo lo ven como comida rápida y basura. Por cierto ¿Cómo se llama el restaurante, mon?

-La soda de Don Ramírez.

-Ese es tu papi, ¿Verdad?

-Sí, él fundo el restaurante antes de conocer a mi madre, en ese entonces sólo vendía hamburguesas y papas fritas. De vez en cuando, aros de cebolla también.

-¡Qué interesante! El restaurante de mis padres se llama Shipton's Galleon.

-Un juego de palabras ¡qué divertido! (Ciertamente ayuda tener un nombre pegajoso para tu restaurante, pero no se me da bien, la verdad. De seguro lo heredé de mi padre).

Primero, llegaron a la parada de Dayton. Él se despidió, pero no sin antes decirle la dirección de restaurante a John, por si quería venir a visitarlo, sin embargo, no solo lo gritó afuera del bus, no sólo fue su acento que dificultó más entender las palabras que decía, sino que John no conocía parís, y no sabía las direcciones, por lo que fue un esfuerzo inútil, que hubiera sido fácil de solucionar si uno le hubiera preguntado al otro por su número de teléfono. Unos pocos minutos después, el bus llegó a la parada del joven, y este volvió al apartamento, deseando tirarse a la cama a descansar un poco.

-(Finalmente, llegué. No cocine absolutamente nada hoy, pero esta ha sido uno de los días más cansados de mi vida) ¡Estoy en casa!

Mike estaba ahí, con una copa de fideos instantáneos en su mano derecha, viendo la televisión.

-¡Bienvenido! ¿Cómo te fue en la introducción?

-Bueeeno, ciertamente hubo obstáculos, pero creo que salí bien parado al final de todo.

-Muy bien, me alegro por ti. La verdad, por un momento creí que la presión te destruiría y volverías corriendo a Estados, pero no preocupe mucho, después de todo, ibas con tenis deportivas, jajaja.

-¡ENTONCES SÍ SABÍA! ¡¿POR QUÉ NO ME DIJO?!

-Pensé que era un fashion statement.

-(¿Acaso me veo como alguien que haría un fashion statement?) Bueno, me voy a descansar un poco antes de cenar.

-Ok. Por cierto, ¿eso que tienes en la mano son unas pastillas para la espalda?

-Ah, ¿esto? Sí, son para el dolor.

-Son justo las que el doctor me recomendó y son muy caras.

-(Me lo imagino, la chica que me las dio es de una familia rica, no creo que me vaya a dar pastillas marca patito) Si quieres te las doy, no las ocupo realmente.

-Excelente, pero espero que la hayas conseguido por medios legítimos, no quiero lidiar con la policía.

-Las conseguí por medios legítimos que no voy a discutir.

-Good enough for me.

Y con esto, John se fue a relajar con un poco de música a su cuarto, y a digerir todo lo que había experimentado ese día, al final, el cansancio le ganó y se le olvidó cenar.

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