Capítulo 2: "El primer guijarro en el camino"
John estaba a una hora de su destino y su transporte entró a una parte del trayecto que estaba en muy mal estado. Todo el bus empezó a saltar y moverse de un lado a otro, y algunos de los equipajes del resto de pasajeros cayeron al suelo. John solo llevaba una mochila con una hamburguesa, una coca, cincuenta dólares, la carta de la inscripción y una cobija por si le daba frío en el viaje de vuelta, además de su celular. Tras de todo, empezó a llover cántaros, y el paisaje que lo había tranquilizado se empezó a llenar de neblina y barro, como un presagio de algo maligno. No trajo sombrilla porque no pensó que fuera a llover, además que no vio el reporte del tiempo, pero para ser francos, muy probablemente no había ningún reporte que ver a las tres de la madrugada.
De todos modos, el viaje seguía en curso y sin señales de detenerse, sin embargo, antes de entrar a la ciudad, una presa apareció de la nada, parecía más bien un chiste de mal gusto por parte de alguna deidad cruel que un evento del chance y el azar. La fila de carros se extendía tan lejos que ni siquiera podía ver que la causaba. Aun así, no se exasperó, y se autoconvenció de que a lo mucho duraría diez minutos. Y pasó un minuto y uno más uno es dos, dos por dos, cuatro y cuatro a la dos es dieciséis más cuatro, veinte y veinte por tres, sesenta minutos pasaron y las matemáticas y la suerte volvían a traicionar a John. Se movió lo suficiente el bus para llegar a las orillas de la ciudad.
-(No. Puede. ser. La ÚNICA razón por la que me vine a esta hora fue para llegar una hora antes de la entrevista, ahora estoy a diez minutos de fracasar en la vida. No puedo dejar que termine así) Señor, necesito bajarme aquí, por favor.
La puerta se abrió y como si de un balazo se tratara, John salió sprinteando como si no hubiera un mañana. Inmediatamente, con el rabillo del ojo, ya que la lluvia dificultaba la visión, vio un taxi estacionado e inmediatamente puso su curso hacia este, cuando vio a otro peatón yendo hacia la dirección del taxi. En el estado de pánico en el que estaba, nunca se puso a considerar que esta persona iba solo a cruzar la calle, así que metió la mano en su mochila y con la fuerza de atlas, lanzó lo primero que su mano encontró, en este caso, su almuerzo hacia la cara del transeúnte sin pensarlo demasiado.
-¡Lo siento mucho! (bueno, tal vez no tanto) Señor, podría llevarme a...
-¿Adónde?
-A...(¿ADÓNDE?) A-a este lugar, claro, discúlpeme un momento (Tranquilo, John. estaba en la carta que te dieron) ...A la biblioteca estatal de Texas, por favor.
El taxímetro empezó a correr y el corazón de John no paraba de palpitar. Con cada minuto, sus músculos se tensaban más y más, y todavía no podía ver el lugar. Y otra vez, porque este día seguía siendo demasiado bueno para él, llegaron a otra presa en medio de la ciudad
-(Rayos, el taxímetro va por treinta, y quedarme sin dinero aquí, en este lugar que no conozco podría ser un problema. Voy a preguntarle cuánto tiempo nos falta) Ehh, señor ¿cómo cuanto cree que queda de camino?
-Como unos diez minutos más o menos.
-(¡Mi billetera no tiene diez minutos!) ¡P-perdón, pero necesito bajarme aquí!
Otra vez, el caprichoso destino lo obligó a correr en medio de una ciudad que no conocía. A punta de indicaciones de los pocos extraños que no huyeron al verlo correr hacia ellos con una cara que se podría descubrir como una interpretación cubista de la psicopatía, llegó a la biblioteca, absolutamente ahogado, tanto que tuvo que tomarse un minuto para hablar con el guardia del lugar y que lo dejaran pasar.
-Buenas...tardes (¿Es normal que me duela el pecho al hablar?) Vengo...vengo por la entrevista para el instituto superior de artes culinarias de la asocia-.
-Tranquilo, chico. Entendí en el momento que dijiste entrevista.
-Sí...claro. Entonces ¿Ya puedo entrar?
-Sí, pero te sugiero que vayas al baño primero, te seques un poco con las toallas de papel y te acomodes un poco el pelo. Parece un erizo de mar aplastado.
-(Otro golpe directo a mi frágil orgullo...) Gracias por el consejo...
John salió caminando hacia el sanitario, con solo el sonido de la lluvia acompañando al de sus propios pasos, cuando a sus espaldas, el guardia murmuró con una voz aguda "¿Me podría decir dónde queda la oficina de la entrevista?".
-¿Me podría decir dónde queda la oficina de la entrevista? (Qué raro, sentí un escalofrío)
-Tercer Piso, pasillo a la derecha del vestíbulo, la puerta al fondo.
-Gracias.
-Y te sugiero que te apures, todavía están entrevistando, pero estos europeos no son muy permisivos con el tiempo.
-(Si no supiera eso, no me hubiera venido tan temprano como lo hice).
Una vez que John se pudo arreglar lo suficiente para pasar de verse como un exadicto al crack a un simple desempleado de la crisis del 29, se dirigió con prisa a la oficina de la entrevista, donde se encontró al resto de aplicantes. No había que ser muy observador para inferir de que todos los que estaban ahí eran del estrato más alto de la sociedad. Todos, jóvenes de una edad similar a la de él, con uno o ambos padres acompañándolos, y sin mucho nerviosismo en sus facciones.
-(Esto es raro, uno pensaría que la gente rica no ocuparía una beca para inscribir a sus hijos a una institución prestigiosa...o tal vez sólo lo hacen para ahorrar dinero ¡qué tacaños!) Oye, disculpa ¿Verdad que aquí es para la entrevista para la beca del instituto?
-Pfft...Sí, podría decirse que sí. Aquí es para la entrevista para entrar al instituto, pero la beca solo la otorgan a aplicantes que realmente la requieran.
-Ah, entiendo (el desdén de este tipo me manda repelús. ¿Quién se cree que es? ¿Ricky Ricón?).
-Pero si te soy sincero, mejor ni te ilusiones.
-¿A qué se refiere?
-Eso de la Beca realmente es más un truco publicitario que un acto de caridad. El instituto ha estado metido en controversias por sólo responder a las élites y no buscar de manera profesional el talento que tanto promocionan en cultivar. Pero realmente, son muy pocos, sino que ninguno a veces. El año pasado, por ejemplo, no entro ningún nuevo estudiante becado.
John tragó profundo y dijo -B-Bueno, espero que yo tenga un poco más de suerte, jeje (¿Por qué te ríes del obvio insulto?).
-Hmpf, un "poco de suerte" es bastante infraestimado.
Las horas empezaron a correr y un silencio sepulcral empezó a correr por la habitación. Nadie llamaba al siguiente aplicante, simplemente en el momento que salía el que estaba adentro, entraba el siguiente en la fila. Nadie decía absolutamente ni demostraba emoción visible en sus caras. Era como si no les importaba, aunque probablemente sólo era para guardar las apariencias. Aun así, a John le fastidiaba irracionalmente esa falta de pasión para algo que el veía como ir a conocer al mesías o a Messi. De todos modos, el tiempo seguía pasando, la lluvia seguía cayendo y el sol empezó a bajar.
Cada vez había menos personas en línea, hasta que solo quedaba John, el joven rico y su padre. Entonces, salió el entrevistado y el joven rico procedió a entrar a la oficina. John había quedado sólo, así que aprovecho un poco para quitarse los zapatos y descansar sus pies, que estaban hechos añicos después de la prueba olímpica de atletismo que había realizado. Los minutos pasaron, pero la lluvia se mantenía, aunque con menos intensidad. Pasó lo que se sintió como una eternidad para el muchacho, hasta que el penúltimo aplicante salió de la habitación. Por más ridículo que parezca, lo más duro para John en toda esta odisea fue entrar a la entrevista. Sus manos temblaban, sus piernas también, ya se había secado por el tiempo que pasó esperando, pero en unos cuantos segundos se volvió a empapar por el sudor. La manilla de la puerta se sentía como carbón incandescente y creía que cuando finalmente abriera la puerta, sufriría una catatonia inducida por shock y despertaría en un callejón porque no tiene seguro social. Pero otra vez, agarró valor de la misma desesperación que lo había conducido a tomar esta entrevista en primer lugar...y abrió la puerta.
-B-b-bueno, llegó la hora (Ayyy, que el cielo me ampare) B-buenos días-¡TARDES! ¿creo? ¡sí! perdón. Buenas. Tardes (Estoy perdido).
-Buenas tardes, Sr. Ramírez.
-(Eso no suena muy bien...) Disculpen, pero podría preguntar cómo saben mi nombre.
-Bueno, siempre pasamos lista para ver cuáles de los aplicantes llegaron y quienes no, y como vimos que tú eras el único que faltaba, era una suposición que tú fuiste el que llego de último.
-Sí...perdonen. Vengo de fuera de la ciudad y tuve algunos...inconvenientes para llegar aquí.
-Bueno, si entras al instituto algún día, debes saber que la impuntualidad es castigada severamente.
-(No sé si sentirme alentado o sin esperanzas por ese comentario) C-claro.
Había tres entrevistadores: el primero era un señor de entre treinta y cuarenta años, moreno, de facciones cuadradas, en resumen, un buen partido; la segunda, una señora de unos cincuenta años, se notaba que era alta, con nariz aguileña, con unos ojos de un celeste pálido y un aura poderosa; por último, un señor de sesenta o setenta años, calvo, con una barba de candado blanca, con una cara arrugada pero bastante amigable y brindaba confianza en un espacio que solo podía ser descrito como asfixiante y tenso.
-Bueno, John, espero que no te tomes a mal esto, pero es bastante obvio que vienes para la entrevista de la Beca también, ¿verdad? -dijo el primer entrevistador.
-(Sinceramente siempre me considere clase media hasta hoy así que no los culpo por suponer eso, más como veo ahora, como si no tuviera ni donde caer muerto) Sí, señor. Al inicio creí que solo venían también los que ocupaban becas
-Supongo que te quedaste algo desconcertado al principio, entonces, jajaja.
-Bueno, basta de postergar más la conversación casual y entremos de lleno en la entrevista -Interrumpió la segunda entrevistadora.
-Tanto el joven como nosotros estamos cansados, entonces es un servicio para todos ir al grano -Añado el tercero.
-Estoy de acuerdo (bueno, aquí vamos. Suerte o muerte).
La entrevista se enfocó en conocimientos teóricos de los aspectos de la alta cocina, historia, aspectos técnicos y culturales, conocimiento bastante básico en el mundo de la cocina, pero John notó que los entrevistadores ponían bastante atención a sus respuestas, hasta tomaban notas, así que supuso que era para sesgar quienes realmente habían visto fuentes serias y verídicas de las artes culinarias y quienes la sabían por yahoo respuestas. Aun así, hubo preguntas que no pudo responder, como técnicas extranjeras que eran ubicuas en la cocina moderna y ciertos principios de la estética en la presentación de los platillos, así que lo mejor que pudo hacer fue realizar conjeturas educadas o hacer del tin Marín de do pingüe.
-Ok, con eso concluimos la parte teórica, Señor Ramírez -Dijo el tercero. Ahora realizaremos una prueba práctica de una técnica ¿entendido?
-Sí, comprendo señor (Una prueba práctica, huh. Pero no veo como se podría hacer tal cosa en esta oficina sin que les reclamaran por ensuciar el lugar).
-Síganos por aquí, Sr. Ramírez.
Entraron a una habitación al lado de la oficina, que había sido preparada para realizar actos básicos de cocina, ya que era muy ilógico pensar que una biblioteca fuera a tener una cocina de nivel profesional, pero servía para los ejemplos. Le pidieron a John que tomara un papel de una caja de cartón, que denotaba que había sido improvisada hasta cierto punto.
-A ver, dice "Fileteo de salmón" (oh oh).
-Muy bien, Señor Ramírez, vas a realizar la técnica en frente de nosotros a lo mejor de tus capacidades, ¿ok? -Dijo el primero.
-E-entendido (Filetear un salmón puede sonar fácil, pero es una tarea de la que se espera bastante precisión. Debo asegurarme de extraer la mayor cantidad de carne del pescado).
El hombre sexagenario colocó en la mesa un cuchillo, un afilador y un salmón hermoso, del tamaño de un niño pequeño y mucho más grande y caro que cualquier otro pescado que John haya fileteado en su humilde vida.
-Bueno, empecemos...(Ok, hay que empezar por lo básico: quitarle las escamas, pero antes, asegurar que el cuchillo este afilado) muy bien...Wow, está pesado, jeje (Y muy caro, así que no se lo van a tomar muy bien que se desperdicie, incluso si solo es un ejercicio) Ok, listo, ya está sin escamas (Siguiente paso: el corte inicial. Levantó la branquia, corto detrás de ella, hasta sentir huesoooo...¡Ahí! Ok y el cuchillo hasta abajo. Muy bien, ahora, le damos la vuelta y cortamos a partir esta partecita que llamaba la dorsal, creo; Si escucho un sonido, son las costillas, y significa que voy bien. Colocamos bien la navaja y subimos el filete para ver que vamos bien y ¡Qué sorpresa! Vamos bien. Listo, limpiamos el cuchillo y volvemos a afilar) Ok, ahora, quitamos la cabeza (Odio esta parte, hay que encontrar un hueso específico para quitársela) muy bien, aquí vamos (Vamos huesito ¿Dónde estás? Estás... ¡Aquí!) ¡Y fuera cabeza!
Unos murmullos pequeños se escucharon detrás de él.
-¿Me dijo algo, señor?
-Ah, no, nada, Sr. Ramírez. Prosiga -Respondió el tercero.
-O-ok, señor (Dudo que sea una buena señal, pero debo seguir. Ahora, remover la columna y la cola. Pasamos el cuchillo por debajo, pero no muy profundo para no perder mucha carne...despacio, despacio...listo. Y con eso la cabeza y la columna están fuera, quitamos las costillas restantes de las aletas dorsales) Ahora, el gran final (Debo dividir el salmón en porciones lo más iguales posibles, pero el problema es que el salmón no tiene forma simétrica de la cola hacia la cabeza, entonces debo calcular a ojo cuánto debe llevar cada porción) Ok, una, dos, tres, cuatro y...cinco (última mitad, y acabo) ...Y cinco y cinco son diez porciones. ¡Listo! (Creo que lo logré, aunque viendo ahora, mis cortes no fueron los más finos que digamos, más parecidos a como cuando uno dibujaba montañas en la escuela).
-Muy bien, con eso termina la parte práctica -Dijo el primero- Volvamos a la habitación principal para discutir los detalles finales.
Volvieron a entrar a la habitación principal, con el cuidado de no dejar abierta la habitación continua para que no se metiera el olor de pescado en el estudio.
-Señor Ramírez, con esto ya tenemos suficiente información para realizar nuestra calificación acerca de su solicitud -Exclamó la segunda- Los resultados de esto se los vendríamos enviando en una semana. En el caso de ser aprobada su solicitud, le informaríamos de los detalles de su beca en una fecha todavía no especificada. ¿Quede clara?
-Sí, señora. Bueno, si eso es todo, significa que ya me puedo retirar ¿verdad?
-Discúlpame un momento- interrumpió el tercero, con un rostro bastante severo-Pero antes de que te vayas, quiero hacerte una última pregunta.
-C-claro. ¿Cuál es la pregunta? (Espero que no sea sobre el fileteo).
-¿Cuál es tu historial en el mundo de la cocina? ¿dónde has cocinado antes?
-Ahhh, sí, e-esa parte, jeje (¡Houston, tenemos un problema! No quiero mentir, pero no imagino un mundo en donde decir que trabajo en el establecimiento de hamburguesas de mis padres me ayude aquí, voy a tratar de ser lo más ambiguo posible) Bueno, he cocinado en variedad de lugares, algunos pequeños y otros más grandes. No he cocinado nunca en un restaurante Michelin, pero son lugares relativamente famosos en donde vivo.
-Pregunta ¿De casualidad no has trabajado en algún Burger joint o algo de ese estilo? -Interrumpió el primero de improvisto.
-¡Garghhh! (¿QUEEEEE? ¿CÓMO SE DIO CUENTA? ¿Tan obvio soy? ¡di algo, demonios! ¡finge ignorancia o algo así!) ¿P-p-por qué la pregunta?
-Bueno, hoy cuando venía de camino en mi motocicleta, alguien me lanzó una hamburguesa a la cara. No pude ver quién era, pero sonó como la voz de un joven.
-E-e-e-este...(NO PUEDE SER ¿FUE A ÉL A QUIEN LE LANZÉ LA HAMBURGUESA? Esto...no está bien. Estoy sudando cántaros) N-n-no me p-p-parece.
-Bueno, era una hamburguesa muy buena, de las mejores que he probado. Lástima que se estrelló en mi casco.
-¡¿LO ERA?! ahem, d-discúlpenme ¿lo era? (yo la hice como mi almuerzo...ahora que me la recordó, que hambre tengo).
-Tan buena como puede ser un sándwich estrellado, pero sí.
-Interesante -Comentó el tercero- Bueno ¿Has trabajado en establecimientos de este tipo?
-(No creo que valga la pena no decirles para este punto) Sí, señor. En el de mis padres, de hecho.
-Ya veo. Bueno, Creo que eso sería todo, señor Ramírez. Un placer.
-Oh ¡el placer es mío, señor! Muchas gracias por su tiempo.
Después de un apretón de manos con los entrevistadores que duró mucho más del límite en que las personas se sienten cómodas, John salió del lugar y se fue a tomar el bus devuelta a casa, con la frente en alto, con una fe fuerte pero cautelosa y con mucho que pensar en el camino. Para cuando volvió, todos ya estaban dormidos, así que se quitó su ropa mojada y pudo conciliar el sueño. Los siguientes días fueron igual de tensos que esperar a la entrevista, y John tenía la cabeza en las nubes pensando en el resultado de su solicitud, si había hablado de manera comprensible, si había fileteado tan bien como en los videos de Roger, si el entrevistador no lo habrá guardado rencor por lo de la hamburguesa, inclusive si había tenido buen aliento durante la sesión. Pero esas sensaciones culminaron cuando finalmente la carta de respuesta llegó.
-John, te llego algo en el correo.
-¿En serio? (¿Podría ser...?)
-Dice "del comité del Instituto superior de las art-".
-¡Lo es! ¡Pásamela, ma! Ok, es la hora de la verdad...
-...¿No la vas a abrir?
-Bueno...Sí, solo necesito entrar en la zona ¿sabes? Captar mi energía interna y todo eso.
-...Si quieres, la abro yo, mijo
-No no no, esto es algo especial y sí tú la abri-Ya la estás abriendo, ok (buena idea, en realidad).
-Bueno, veamos qué dice.
-¡Ay, no quiero ver! (o escuchar, más bien).
-"De parte del comité administrativo del instituto superior de las artes culinarias, queremos avisar al aplicante John Ramírez que su solicitud ha sido"...¡BOOO!
-¡AAAHHHHH! ¿QUÉ DEMONIOS, MA? (¿De qué me serviría entrar si me mandas con la abuela Lupe? ...Ay, abuelita).
-JAJAJAJA, solo quería joderte un poco, mijo. "Su solicitud ha sido...APROVADA".
-Ahh...(Este es el momento más feliz de mi vida. Me hubiera encantado no haberme desmayado para disfrutarlo mejor).
Y mientras la conciencia de John se difumaba, un nuevo amanecer se levantaba en la vida de nuestro joven curioso, y mostraban una tierra distinta que pondría al fuego el temple de nuestro protagonista.
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