Capítulo 11: "La mariposa"
La nueva consigna de nuestro protagonista era ahora todo su universo. Todavía quería convertirse en un gran chef, pero ahora, había encontrado otro "camino" para llegar a esa meta. Para dejarlo en términos claros, el impostor en este caso no es alguien que pretende ser bueno en algo cuando en realidad no se tiene ni migajas de aptitud, sino alguien que engrandece su imagen por encima de los límites humanos realistas, he ahí la diferencia entre un buen chef y un dios entre cocineros. En este momento, la exaltación de imagen de John lo llevaba de un cocinero novato a uno decente, por lo que su tarea estaba todavía lejos de dar verdaderos frutos. Desde su epifanía, ya habían pasado poco más de mes y medio, donde sus notas habían empezado a mejorar, pero todavía no eran nada que mereciera el título de sobresaliente, sin embargo, se sostenía.
Mejor aún, su estatus había mejorado de manera considerable, había dejado sus harapos de leproso que le habían asignado el resto para ser ahora un estudiante ligeramente debajo de la media, una gran mejora. Hoy era fin de semana, y Dayton le había dicho a Harry y a él que Madda Shipton iba a tener algo especial en el menú ese día, así que los invitó...a venir, no a la comida, obviamente. Quedó con el británico para encontrarse en el restaurante a las dos de la tarde, así que tenía la mañana libre para distraerse, así que salió en otra de sus acostumbradas caminatas.
Salió temprano del apartamento, aunque no tanto por voluntad propia. Los incesantes sonidos de Michael reparando la ducha de nuevo no eran propicios para conciliar el sueño de todos modos, mejor aprovechar el día y salir. Llevaba tiempo ahorrando el dinero que la francesa le había dado, esperando a que se presentara la oportunidad de usarla, pero llegó a la conclusión de que ese dinero se perdería en la historia si se seguía postergando su uso, así que decidió que podía usar los fondos para darse uno o dos lujos, lo mínimo para no tener que resignarse a comer fideos instantáneos más de lo que quisiera, que a sus ojos habían bajado todavía más en calidad después de probar los que la señorita Aiko le donó hace tiempo.
Le Marais tenía bastante cantidad de actividades y lugares para experimentar. Hoy, se decidió a irse a un café bastante popular para desayunar; el Bar du Marché des Blancs Manteaux, o el bar del mercado de los abrigos blancos. Escuchó que no era el lugar más barato del mundo, pero él quería ver por sí mismo si realmente era tan bueno como dicen, no era como que iría a almorzar a un lugar caro más tarde, entonces podía ser un poco más permisivo con su desayuno.
-(Es curioso que un bar sea famoso por sus desayunos más que por sus bebidas. Aunque, si quedaras borracho y pasaras la noche ahí, daría algo de seguridad saber que la comida al amanecer es excelente, aunque ¿a qué clase de ebrio le importa que su desayuno sepa bien? Más bien, estoy seguro de que el paladar queda horrible después de una noche de copas. En el mejor de los casos, solo sabe al alcohol, en el peor, probablemente tiene el sabor de tu última comida de anoche ¡Arghh! ¿por qué pienso en esas cosas a esta hora? ¡ni siquiera he desayunado! ...Pensándolo bien, tal vez haya sido para lo mejor) Bueno, parece que este es el lugar. Es bastante lindo, con una tienta roja que la identifica y por adentro se ve relativamente elegante, pero no tanto para no que no pudiera pagarlo (¿por qué dije eso en voz alta?).
El lugar era relativamente más espacioso de lo que parecía por fuera, y en las paredes, una línea con patrón de ajedrez cubría todo el perímetro. El restaurante se sentía como un espacio de transición entre un establecimiento corriente y un restaurante de alta gama. Esto sería una experiencia de aprendizaje para el joven, ya que, si su meta era convertirse en un chef de alto nivel, debería empezar a acostumbrarse a lugares así, aunque la mayoría del tiempo pasara dentro de la cocina. Al entrar, fue recibido por un enorme mesero, o al menos, desde su punto de vista, que no es mucho decir. Este le pregunto si quería su mesa adentro del salón o afuera. Después de pensarlo un poco, decidió comer dentro del restaurante, porque le parecía más elegante, además, en el instituto siempre comía en el exterior entonces ya no era tan especial. Le dieron su menú y empezó a darle un ojo.
-Ok, veamos qué ordeno. Quiero un desayuno francés, entonces, si mal no recuerdo, aquí suelen desayunar con mucho pan y repostería. Podría pedirme unas tostadas francesas, pero la verdad eso es algo aburrido, o sea, ¿qué tan diferente puede ser de las de Estados? Mejor no.
-¿Qué tal una baguette? Con mermelada son deliciosas.
-Mmm sí, pero baguette si he comido mucho aquí. También no me da mucha confianza comer pan en un restaurante, porque nunca sabes que tan bueno puede ser.
-¡Te aseguro que es totalmente fresco y de la mayor calidad!
-Hmm, de todos modos, quisiera probar algo nuevo y...(¿desde cuándo mi conciencia tiene voz de mujer?).
-Bonjour, monsieur Ramírez! -Dijo Adeline, que se encontraba con su rostro justo detrás de la carta que el comensal estaba leyendo.
-¡A-ah, bonyu, señorita Adeline! Perdón por no saludarte, pero no te vi la cara por el menú...De hecho, ¿Cómo me viste tú, en ese caso?
-Tu copete sobresaliendo encima del papel es muy fácil de ver, monsieur.
-C-claro que lo hiciste...(Con mi peinado actual, no duraría mucho como espía, pero le facilitaría las cosas a la policía si yo terminara siendo el responsable de un crimen...o la víctima ¡ayy, qué miedo!)
-...¡Oye! ¿no habíamos quedado en qué me ibas Ada la última vez que nos vimos?
-Ah, s-sí cierto. Discúlpame, acostumbro a llamar a la gente así, jeje (Además, ha pasado algo de tiempo y se me había olvidado por completo esa promesa).
-Ah, bueno, ¡disculpa aceptada!
-(Tan despreocupada como siempre, eso sí) ¿A qué haces tú aquí, Adel-digo, Ada? ¿también viniste a desayunar?
-No, no, solo vine a dejar un encargo de pan. Usualmente lo hace mi madre, pero hoy se resfrió.
-Entiendo ¿y tú hiciste los baguettes?
-Oui, junto con mi mamá.
-¿C-cómo? ¡¿no estaba ella enferma?!
-Sí, pero se puso mal después de que terminamos. Me pregunto si habrá sido algo en la levadura que la enfermó.
-Ugh...(Parece que no entiende la gravedad de lo que pasa. Mejor me mantengo firme y dejo el baguette para otro día).
-Bueno, justo ahora no tengo más deberes hasta más tarde. Entonces, ¿qué dices? ¿te acompaño para desayunar?
-C-claro, no hay problema (Espero que, en Francia, "acompañar al desayuno" solo signifique eso y no invitar la comida porque no quiero pulverizar mi presupuesto).
-Trés bien! Voy a llamar al camarero.
-Por supuesto...¡! (¡Lo está haciendo en francés! bueno, duh, estamos en París y ella es francesa, pero me tomo por sorpresa. Más que, aquí entre nos, todavía no lo entiendo super bien...o del todo, no lo entiendo a veces).
-¿Y tú que vas a pedir, monsieur?
-Ehh, no sé todavía. Si pudieras recomendarme algo que no fuera tostadas o baguette, te lo agradecería.
-Hmm, ¿Qué te parece un croissant y un pain au chocolat?
-La verdad solo conozco el cruasán de nombre y el pan chocolat no lo había oído, entonces está bien.
-Ok, ¿y cómo te gusta el café?
-¡Oh! ¡con azúcar y crema, por favor! (para cambiar el ritmo de sólo café negro con Mike).
-¡Qué bien! ¡yo también lo prefiero así! En mi casa, solo les gusta tomarlo negro y es super molesto.
-¡¿Verdad?! Ahem, digo, y-yo también pienso bastante parecido.
El camarero escribió su orden en la libreta que llevaba en su mano izquierda, pero desde el punto de vista de John, pudo fisgar al cuaderno del sujeto, pero sin fruto alguno ya que la letra se veía igual a la receta médica de un doctor. Esto solo fue una manifestación de su manía de metomentodo, pero también un poco para tratar de averiguar qué fue lo que Adeline ordenó. Al final, tuvo que aguantarse y preguntarle qué pidió.
-Entonces, Ada, ¿Qué pediste?
-Yo me ordene unos pastelitos de manzana y un pain au chocolat, igual que tú. También pedí un poco de jugo de pomelo para nosotros.
-¿Jugo de pomelo? ¿no habías pedido también un café igual que yo?
-Los franceses siempre desayunamos con jugo y una bebida caliente.
-Entonces ¿no siempre toman café?
-También tomamos té de vez en cuando, pero ese sí siempre sin azúcar. Una vez le ofrecí una taza así a una amiga inglesa. Se le bajó la presión después del primer sorbo, tuve que ponerle la cara frente al ventilador, jajaja.
-M-me pregunto si esa amiga encuentra la historia divertida (No te metas con el té de un británico, al parecer...¿Será la forma de tomar el té la razón por la que Francia y gran bretaña no se llevan bien?) Yo casi no tomo té, no es que no me guste, pero usualmente es más caro en el supermercado que una bolsa de café.
-Sí, en eso tienes razón...Hey, ¿por qué me preguntas qué ordene si estabas a la par mía? ¿no me escuchaste?
-Ehhhh, es que me distraje cuando hablabas con el mesero, nada más jajaja (muy bien, tragedia evitada).
-Ah, ya veo...¡Hey! ¿No la pudiste ver en su libreta? Vi que le echaste el ojo varias veces, ¿o era al mesero?
-¡P-para nada! (Nota mental: debo tener cuidado en donde pongo la vista cuando estoy con esta sister).
-Mmm, en verdad eres distraído, monsieur Ramírez, jajaja.
-E-exacto, eso debe ser (espero que el francés no vuelva a salir en esta conversación) Por cierto, si quieres, puedes llamarme solo John.
-¡No, no, no! Todavía nos estamos conociendo y no es de buena educación llamar a alguien por su nombre, monsieur.
-Oh...(Ada parece que a veces le falta consciencia sobre sí misma, al punto de que parece vivir en tercera persona).
-...Pero pareces buena persona ¡así que puedo hacer una excepción!
-Muchas gracias (Ahora, solo escuchar "monsieur" me hace sudar frío). Oye, ¿qué-?
-¿Y qué has estado haciendo todo este tiempo? No te he visto tanto en la manoir con Day desde hace tiempo.
-(Ni lenta ni perezosa, directa al punto) Ah, bueno, el instituto es un lugar muy exigente, entonces me he quedado estudiando y practicando en casa más tiempo. Ya sabes, aprender a cocinar es cosa dura.
-Ehh, s-sí ¡seguro que lo es! Aun así, yo no podría decir mucho sobre ello, solo he hecho repostería desde pequeña entonces siempre me ha parecido fácil.
-(Y yo, hamburguesas mientras aprendía los colores del arcoíris. Por cierto, ella tuvo una reacción algo extraña cuando dije cocinar. ¿por qué será?) Entonces, además de preparar pan, también eres buena con los postres.
-¡No! ¡bueno sí, pero no como SUPER buena! ¿me entiendes? Si me comparas con el promedio, si soy mejor ¡p-pero ese el promedio de personas normales! con el promedio de reposteros si soy parte del promedio, aunque también soy del promedio de personas normales, pero cuando se refiere a hacer postres sí soy mejor al promedio, sí...
-...E-e-entiendo (creo, me perdí un poquito en el tercer promedio) ¿y te gusta?
-Sí, hago muchos postres de vez en cuando no tengo nada que hacer y...en otras ocasiones.
-Ajá, ya veo (¿cuáles serán las otras ocasiones?) Hasta, si quisieras, podrías quedarte trabajando en la panadería de tus padres y meter más postres.
-¡ARGH!
-¡Ahhh! ¿q-qué te paso? ¿estás bien?
-A-a-a-a-ah ¡n-no, nada! solo fue...¡un calambre, sí! Es que ayer dormí encima de mi cama-Digo, brazo, bueno, también encima de mi cama, pero con el brazo en medio de mí y mi cama y yo encima de él...
-...Ajá (Hablar sobre la panadería la pone super ansiosa, igual a cuando la conocí. Mejor dejo el tema, no vaya a desmayarse antes del desayuno) B-bueno, como sea. Cambiando de tema, ¿Has hecho más actos como aquel en la Manoir?
-Ah, sí, bien sûr! Mostramos nuestra coreografía por todos lados después de ese show y a la gente le gustó mucho, al parecer. Yo, en lo personal, siento que todavía pudimos haber afinado algunos aspectos mejor, pero nuestra siguiente coreografía ya está en proceso. Si todo avanza a buen ritmo, yo creo que podríamos terminarla a fin de mes, aunque todavía no estaría lista para presentarse. Debemos encargar trajes para la función y coordinar en qué lugar y a qué hora serán las funciones, pero eso tampoco debería durar mucho, yo siempre me aseguro con tiempo de que todos los preparativos queden perfectos.
-(¡Qué cambio más abrupto de ánimo! Si no la conociera, diría que la Ada anterior se ocultó debajo de la mesa y una nueva tomó su lugar mientras veía hacia otro lado...¿habrá sido eso lo que paso?).
-¿Hmm? ¿Se te cayó algo debajo de la mesa?
-Ah, s-sí, mi tenedor, pero ya lo junté (Nada de Ada debajo de la mesa...jejeje, nada de Ada...creo que hablar con Anastasia me va a ganar un tour pagado al manicomio uno de estos días si no dejo de pensar como ella) ¡Me encantaría ver un show así de nuevo! El que mostraron aquel día estuvo bastante cool, no conocía la danza interpretativa hasta ahora.
-Me lo imaginé. No es el tipo de danza más popular, pero siento que es la que mejor nos ayuda a expresarnos como bailarines. Es casi como las pinturas de pablo, creo yo.
-¿No era popular en Francia? (no sé cómo llegue a esa conclusión. Solo se me ocurrió que era algo como el tango o la salsa, pero de aquí).
-No, no es algo que todo el mundo conozca. La verdad es que yo empecé bailando ballet desde muy pequeña, fue hace como unos años que conocí la danza interpretativa. Me cautivó tanto que cambie inmediatamente a ella. Lo compartí con mis amigas de ballet y juntas formamos nuestra propia compañía de baile: Morpho.
-¿Cómo la mariposa? ¿por qué le llamaste así?
-Porque me parecen lindas.
-Claro...(no sé porque sigo esperando respuestas complejas de ella. Parece que el que se complica soy yo, como siempre) Bueno, formar una compañía de baile es una gran tarea, y la hicieron ustedes solas ¡eso es como si yo y mis amigos fuéramos a formar nuestro propio restaurante ahora mismo! (¡Eso no suena tan mal! No necesitaría ni siquiera que terminar el instituto...pero ¿con qué dinero lo harías, genio? Ok, fantasía tonta, esa quedará como un lindo sueño que no va a pasar).
-Gracias, pero la verdad, todavía no somos una compañía de baile completa. En total solo somos las seis que viste aquel día, además que todavía no tenemos un lugar fijo para practicar, usualmente lo hacemos en la manoir porque casi siempre hay espacio y es más barato que ir a rentar un espacio en otro lugar.
-¿Les cobran por entrenar en la manoir? Pensé que era gratis, porque nunca vi que me cobraran para entrar.
-Bueno, técnicamente lo es, pero el lugar no tiene fines de lucro, solo es un lugar cómodo y apacible para que los artistas compartan entre ellos, así que se sostiene por donaciones.
-Hmm, uno pensaría que con un modelo así, ya el lugar estaría en banca rota. (o tal vez solo soy yo que piensa así por tacaño).
-La mayoría amamos la manoir, queremos que se mantenga, entonces, los que pueden donar con algo, lo hacen en vez de aprovecharse del lugar.
-Ya veo (como dicen las personas, no muerdas la mano que te da de comer).
-Otra cosa que ha ayudado mucho son los cook-offs, de hecho.
-¿En serio? No pensaría que los cocineros fuéramos tan generosos (esa es mi billetera hablando de nuevo).
-La manoir es el lugar más popular de París para llevar a cabo los cook-offs y literalmente todo el mundo llega para participar: Chefs profesionales, extranjeros, estudiantes, cocineros aficionados y...etcétera.
-(Qué etcétera más pausado, ¿será que quiso decir otro ejemplo y se le olvidó?) Entonces, ellos dan dinero para que la cocina se vea bien, y así los duelos sean lo mejor posibles, ¿verdad?
-Exactement! ¿y tú por qué no compites en ellos? Todos los cocineros dicen que son super emocionantes.
-Ehh, n-no sé, todavía no me siento totalmente seguro de mis habilidades para cocinar, además-.
-¡¿Y eso qué importa?! -Interrumpió la muchacha, con los ojos bien abiertos y golpeando la mesa con la palma.
-¡AHH! ¿D-dije algo malo?
-¿Por qué tu habilidad en este momento te impide competir? ¡deberías tomarlo como una experiencia de aprendizaje! ¡no importa que hagas el ridículo!
-Ugh...(El rídiculo está justo al final de mi lista de "cosas por hacer") ¡P-p-pero tranquila! Si me meteré...no en el futuro inmediato, pero algún día.
-...¡C-c-claro, por supuesto! S-solo entra a los cook-offs si quieres. Perdón por hablarte así, pero...recordé a un amigo, tenía mucho talento, pero no creía en sí mismo, y eso le impedía tomar las oportunidades. Otra vez, no tomes en serio lo que dije y perdona.
-T-tranquila, no pasa nada, jaja (Esa reacción...su cara ha pasado de radiante a ansiosa y ahora, melancólica. Debajo de esa apariencia tan amable y despreocupada, hay una verdadera tormenta. Pero, mejor no meterme en lo que no me incumbe, al igual que un tornado, el ojo es más peligroso que los brazos de la tormenta...¿o era al revés?).
-¡Ah! ¡parece que nuestra comida ya está lista!
-¡Oh, muy bien, ya me moría de hambre! (y que esta conversación se hacía cada vez más incómoda) Ok, este sí sé que es el cruasán, entonces este debería ser el pan chocolat.
-Ajá, y aquí están mis pastelitos de manzana también. Bueno, mucha charla, bon appetit!
El croissant o como lo conocen en otros países, un cangrejo, es un platillo hecho tradicionalmente con masa de hojaldre con forma de medialuna, mientras que el pain au chocolat está también hecho de hojaldre, pero es en forma de cubo y tiene barras de chocolate adentro de él, a veces, negro, a veces, de leche. Ambos saben diferentes, aunque sean hechos de manera similar, así que muchos franceses suelen comer de los dos al mismo tiempo.
-Bueno, aquí vamos. Empecemos con el cruasán.
-¡Hey! ¿te lo vas a comer así como así?
-¿Cómo así?
-¡Así, sin café! Si quieres comer como un francés, no puedes hacerlo sin remojar un poco el croissant en el café.
-Ahh, ya veo (que costumbre más curiosa, de vuelta en casa no remojaba el pan antes de comerlo) Ok, entonces ¿así está bien?
-Mmm, sí, pero ten cuidado, si lo remojas mucho, se puede desmoronar un poco y algunos trozos acabarán en el café. A mí en lo personalmente, no me molesta, pero hay gente que sí.
-Tampoco le encuentro problema, de todos modos, al final me lo voy a comer (y siempre se van a combinar cuando lleguen a mi estómago) Mmm ¡la verdad sabe bastante bien!
-¿No lo comen así en Estados?
-Al menos yo no.
-¡Ayy, de lo que se pierden! ¡prueba el pain también!
-Ajá ¿y este también tiene alguna forma bastante francesa para comérselo?
-Oui. Primero, tomas un bocado y lo masticas un poco, justo después, tomas el jugo que estás tomando, te mandas un sorbo y ¡voilá!
-Ok, entonces probemos qué tal está...Mmm ¡este también queda delicioso! (el ácido del jugo de pomelos corta el dulce de pan y queda como una combinación asombrosa.)
-Je, ¿qué te digo? Los franceses tenemos un buen ojo, ehh, digo, lengua para los sabores. Yo creo que es parte de las cosas que nos enorgullecen como cultura.
-Qué curioso tener tanto orgullo por la cocina (aunque parece que hay gente que lo lleva un poquito al límite, o del todo escupe encima de este y lo transgrede tan sencillo como respirar, pero no voy a decir nombres).
-Y tú, John, ¿sientes orgullo por la cocina de tu gente también?
-Ah, claro, por supuesto. La cocina de México es una de las más variadas y profundas del mundo.
-Sí, a mí me encanta la comida mexicana. Siempre que las chicas y yo vamos al Taco Bell después de las prácticas.
-J-jeje, p-p-por supuesto (si hubiera dicho eso en frente de mi familia, hubiera tenido que usar lo que aprendió en ballet para evitar todos los cristales rotos que habría en el suelo después de que madre le empiece a lanzar la vajilla).
-Pero ¿tú no me dijiste que eras de Estados Unidos?
-Lo soy, pero en mi casa solo nos especializamos en comida mexicana.
-¿Y nunca has hecho algo más...ehh, americano? Aunque la verdad, la comida de Estados no es como muy apta para los cocineros, ahora que pienso. O sea, los chefs no andan ahí cocinando hamburguesas.
Esas palabras le provocaron un calambre al costado que apenas pudo disimular.
-T-tienes razón (Ouch, eso no debió doler tanto...pero lo hizo).
-Mmm...¿Has cocinado hamburguesas antes?
-(Le dije que estaba orgulloso de mi cocina, pero no puedo decirle la verdad, ahora, quiero pretender que soy más que un freidor ante todos. Desde el momento en que acepte ser un impostor, también decidí que ignoraría mi pasado y me concentraría en lo que tengo al frente. Lo siento, familia, pero...) Yo nunca he cocinado una hamburguesa, Ada. La verdad es que las detesto y prefiero cocinar otros platillos.
-Huh, me lo imaginaba. Estoy seguro de que el resto de los estudiantes del instituto piensan parecido.
-Sí, es como lo normal. Bueno, la comida estuvo exquisita, yo creo que es la hora de pagar.
-Si cierto, la cuenta. Ya se me había olvidado.
-(Típico...espera, ¡¿No sé le habrá olvidado que también que pagar por su comida o sí?!).
-Si, voy a llamar al mesero. Garçon, l'addition s'il vous plait.
-(Uff, no sé le olvidó eso al menos. Y mira qué tal, pude entender que pidió la cuenta. Mi francés mejora poco a poco) Ada, y por favor dile al mesero que haga las cuentas separadas, por favor.
-¿Por qué? Yo te iba a invitar.
-Ahh...(Mi padre me enseño que, al salir con una chica, uno siempre debería invitarle la comida. No creo que le sentaría muy bien que pasara lo contrario...Pero, por otro lado) Bueno, ¿Qué se la va a hacer? Tú mandas.
-Tenía un poco de dinero extra, así que decidí invitarte, como agradecimiento.
-Ahh, de nada...¿Y agradecimiento por qué?
-Por la jacket que me diste aquel día por la pintura de pablo. La puse de subasta en Internet y al parecer, era un artículo de colección bastante raro de una banda británica, así que un sujeto la compró a un super buen precio. Por eso te doy las gracias.
-Sí, la jacket...(Este desayuno ahora me sabe un poco amargo después de saber con qué lo pagó. También es curioso que ella crea que la jacket es mía, sé que me la regaló, pero al final, tuve que hacer treque con ella por la pintura. ¡Oh, bueno! no me voy a quejar de una comida gratis).
Los jóvenes se despidieron del mesero y salieron del lugar, tambaleándose de lado otro, ya que todavía faltaba tiempo para que se les bajara el desayuno. En la calle del frente, todavía se quedaron tertuliando un poco más, antes de despedirse y tomar distintos caminos, o eso planeaban.
-Y ahora, ¿Qué vas a hacer, monsi-digo, John?
-La verdad es que, mi próximo compromiso es a las dos, así que todavía falta mucho para esa hora, y como me invitaste al desayuno, ahora tengo dinero extra con el que no contaba. Así que voy a ir a comprar unos vegetales que necesito para la casa.
-Ya veo, ¿Y dónde los vas a comprar?
-Pues en el supermercado.
-¿QUEEEEEÉ? ¿el supermercado, en serio? ¡¿no eras estudiante de cocina?!
-Así es, y por eso necesito los vegetales.
-¡Pero no puedes comprar los de los supermercados¡ ¡quién sabe cuánto llevan ahí, congelados y expuestos, además que la mejor cosecha nunca llega ahí! ¿sabes?
-Claro que lo sé, pero no conozco una verdulería aquí en París (Además, que son más caros).
-¡Lo hubieras dicho antes! ¡Sígueme, sé adónde ir!
-¿E-en serio? ¿y adónde vamos?
-¡Al mejor lugar para conseguir ingredientes frescos aquí en le Marais, obvio!
Con un buen agarre del brazo, Adeline arrastró a nuestro héroe a una nueva prueba en su travesía para convertirse en un defensor digno de la buena cocina. Valga la redundancia decir que la buena comida se hace a partir de buenos ingredientes, no sólo por la habilidad del cocinero, pero John vivió en un restaurante pequeño, por lo que no se podían dar los lujos de tener siempre lo más sabroso y fresco que ofrecía el agricultor, más de una vez se tenía que cocinar con lo que se tenía y a partir de rituales antiguos, hacer que supiera los suficientemente parecido a como si tuviera mejores ingredientes.
Por esto mismo, John se desarrolló un poco tacaño, pero no al punto que siempre solo escoge lo más barato, sino que, está un punto intermedio, donde siempre revisa por calidad, pero el presupuesto nunca se le va de la mente, nunca sabes si esos veinte centavos que ahorraste te van a servir otro día. Después de caminar un rato, y con la circulación del brazo de John cada vez más cortada, Adeline anunció que llegaron a su destino.
-Bueno, aquí es. ¡Bienvenido a Le Marché des enfants rouges! Si quieres conseguir ingredientes frescos en la Marais, este es el lugar.
-Hmm, no sé por qué, pero me lo imagine al aire libre, por alguna razón.
-Vamos, no pensaste que te iba a llevar a un mercado de pulgas ¿o sí?
-¡P-para nada! (Contigo, nunca se está muy seguro) Entonces, ¿entramos de una vez?
-Bien sûr!
Le Marché des enfants rouges es un mercado en París que existe desde los 1600, siendo el mercado más antiguo de la capital y es bastante popular para conseguir productos frescos. Pero con la reputación, también a veces puede venir un poco de inflación de precios como impuesto de esta.
-¿Qué vas a comprar, entonces?
-Hmm, primero, necesito lechugas. ¿Ya sabes dónde venden?
-Más adelante, sigamos caminando.
En poco tiempo, ya estaban frente a un pequeño puesto con variedad de verduras, todas con un hermoso color y con gotitas en la superficie. Si eres del tipo de persona que come los vegetales al natural, probablemente no encontrarías mejor lugar para conseguirlos que ahí. El señor que atendía era un señor tal vez en sus cincuenta años, y se veía como tu típico agricultor europeo. El hombre, ni corto ni perezoso, notó al instante en donde estaba la mirada de los jóvenes, y después de introducirse con una cortesía, les dijo los precios.
-...¿No le vas a contestar? -Cuestionó Ada, por lo extraño de no responder a algo tan básico.
-E-estoy en eso, no te preocupes (¡No le entendí nada, pero me da demasiada vergüenza decirle que me lo repita!) Ejem, monsieur...salade...prix.
-No te preocupes, John, ¡vas bien!
-Si quieres, podemos hablar en tu idioma -respondió el señor.
.M-muchas gracias (no faltaría mucho antes de que dijera algo mal o por accidente, usara alguno de los insultos que aprendía al describir un rábano o algo así).
-¡John! ¡Si no practicas hablar con otras personas, no vas a aprender a hablar bien jamás!
-L-lo sé, lo sé, pero, preferiría no practicar en un lugar tan...público (Al menos, no todavía).
-¡La próxima vez, sólo hablaremos en francés! ¿trato? -Le respondió su acompañante, frunciendo el ceño un poco.
-¡O-ok, trato!...¡AHHH! (¡qué apretón de manos más fuerte!).
-Por cierto, el kilo de lechuga está a diez euros, amigo.
-¿D-diez euros? (¡Eso es casi más del doble que un supermercado!).
-Psst, John -Dijo Ada, susurrándole sutilmente a la oreja.
-¿Ah? ¿Qué pasó?
-Creo que este tipo te está viendo la cara de turista y cobrando de más.
-¿E-en serio? (realmente, yo también todavía me siento como un turista aquí) pero ¿cómo hacemos para que los baje?
-Ya te muestro, sígueme la corriente. Ahem, Señor, realmente mi acompañante y yo nos sentimos bastante ofendidos.
-¿Y en qué los ofendí, mademoiselle?
-Nos ofendió al ofrecernos vegetales de tal paupérrima calidad como si fueran cultivados en tierra santa. En ningún lugar esto valdría más de cinco euros por kilo, ¡Mi acompañante es el chef Ernesto Buenaventura, una celebridad en la cocina de México! y él puede dar fe sobre la calidad de la lechuga.
-Ehhh... (¿Ernesto Buenaventura? ¿por qué tengo nombre de villano de telenovela? ¿Y ahora quiere que juzgue estas lechugas? ¡¿qué digo?! ¡¿Que son verdes?!).
-¡Improvisa! –Le mencionó ella entre labios.
-(Ok, impostor, lúcete o nos quedamos sin lechuga) ¡A-ajá, así es como dice mi asistente! ¡estas lechugas tienen rasgos de descuidos! por ejemplo, eh...¡El color! ¡Véalo!
-...¿Es verde?
-¡Exacto! Eso es un problema porque...(De vez en cuando, quisiera meterme en situaciones que me den más tiempo para pensar. Ok, probemos esto) ¡debería ser más verde! Estás parecen decoloradas por el sol.
-B-bueno, a veces pasa que se quedan un poco expuestas al sol, monsieur. Podría dárselas en ocho euros, si eso le molesta.
-¡Pero eso no es todo el problema! ¿verdad, monsieur Buenaventura?
-(¿¡No lo es?!) ¡E-exacto! ¡no lo es! (¿Ahora qué farsa me invento para que nos baje más el precio?) Vea...¡aquí! ¿ve lo que hay aquí?
-...¿Una lechuga?
-Sí...(No, pos claro, John ¿qué más va a haber?).
-Se refiere a esa parte de la lechuga, ¿verdad, monsieur Buenaventura?
-(Parece que se enamoró del apellido que se inventó) ¡Exacto! porque está...eh...golpeada, ¡eso! ¡está golpeada! Por eso aquí está más plana de lo que debería (creo).
-P-perdón, monsieur, pero a veces eso pasa cuando transportamos las verduras. ¿qué tal si dejamos el precio en siete euros?
-Perdemos el tiempo aquí, monsieur Buenaventura -Interrumpió la asistente, con decepción en su tono- Este señor ni siquiera parece reconocerlo.
-¿Disculpe, mademoiselle?
-Bah ¿acaso no es obvio? El chef Buenaventura no sólo es un cocinero famoso, también es un invitado y amigo de Alphonse Brienne, monsieur.
-¿¡E-en serio?!
-Y también fue mentor de la magnifique prodige, Agnes Brienne. Monsieur Buenaventura vino por recomendación de los Brienne, pero al parecer tendrá que irse desilusionado, al ver que lo único que queda de este lugar es la fama. Tal vez en el Marché Beauvau encontremos mejor calidad. ¡Larguémonos, monsieur!
-¡Esperen! Les ofrezco el kilo por seis euros e incluyo unas zanahorias.
-Mmm, que sean cinco.
-¡P-pero mademoiselle!
-Bueno ¡al Beauvau entonces!
-¡Bien, bien, dejémoslo en cinco!
-Trés bien, monsieur.
-(Con un apretón de manos cerraron el trato, hasta el señor arrugó un poco la cara, aunque creo que fue porque Ada también le estripó la mano).
-Voilá! ¿Qué te pareció?
-¡No sabía que eras buena regateando!
-Mi padre me enseñó, y usualmente lo hago con él cuando vamos de compras, pero tú no lo hiciste nada mal para ser tu primera vez, monsieur.
-Pero ¿por qué metiste lo de Alphonse Brienne y lo de Buenaventura?
-Todo agricultor quisiera que te compre un restaurante reconocido y quién más famoso monsieur Brienne y su hija aquí en Francia. Y lo de Buenaventura, ehh...Je, la verdad ya se me olvidó. No sé, creo que sólo me pareció gracioso.
-Increíble...(¿Acaso mi nombre normal no hubiera sido suficiente? Decir "¡el famoso chef John Ramírez!" ...Sí, hasta en mi mente suena como un nombre de relleno) ¿Y vienen aquí a menudo a comprar ingredientes para la panadería?
-Venimos aquí con frecuencia, pero lo que es para la panadería lo conseguimos en otro lugar. Aquí solo compramos para llenar la alacena ¿me entiendes?
-Sí, ehh...Bien sûr! (¿Era así, verdad?).
-¡Eso, así es! Entre más lo practiques, más natural te va a salir.
-Supongo que sí, pero no quisiera hablar con un desconocido y decirle algo de lo que no tengo idea. Una vez eso me provocó...unos cuantos problemas.
-Ya veo, pero, de todos modos, eso ya está en el pasado. No te mortifiques tanto.
-Si tú lo dices... (Si limpiara de mi horario el tiempo que me paso mortificando, tendría suficiente tiempo para aprender francés y pensar sobre esto me hace mortificarme más; es un círculo vicioso).
-Entonces ¿Sólo viniste por las lechugas o quieres seguir probando suerte aquí?
-(Si regatear me permite comprar más de lo que planee ¡pos a darle!) ¿Quién será nuestra siguiente víctima?
La pareja de amigos se convertiría temporalmente en una dupla del mal, y fueron trotando por los pasillos del mercado, exprimiendo a los vendedores de cada rebaja que les pudieran dar, y sin afán a detenerse: Coles, rábanos, apios, echalotes, tomates, especias e inclusive, un poco de pescado y ostras. Casi como un milagro bíblico, las compras se multiplicaron por sobre las expectativas que había tenido John al llegar ahí. Encontró la manera de estirar su presupuesto a través de un agujero negro que pareció ser infinito, pero, al final, este, al igual que los agujeros, después de un tiempo se difuminó en el espacio.
-(¡No pensé que me tendría que ir con tantas bolsas! Debo de hacer una vuelta rápida al apartamento, dejar todo lo que compre, y salir disparado al Galleon) Te agradezco infinitamente, Ada. Sin tu ayuda, no hubiera salido tan premiado de estas compras.
-Ni lo menciones, monsieur John. También fue muy divertido pasar el rato contigo. Ya sabes, si necesitas ir de compras de nuevo, llámame y si estoy libre, llego para ayudarte.
-Lo tendré en mente, aunque hoy aprendí bastantes trucos de ti, así que no me debería ir tan mal si vengo sólo de vez en cuando, jaja (...Aunque, ella hizo la mayoría del trabajo hoy. Mejor, si lo vuelvo hacer, lo hago acompañado).
-...¿Sabes? Venir aquí contigo me causa un poco de nostalgia.
-Mmm, pero ¿no dijiste que vienes siempre aquí con tu padre?
-No, no del lugar, sino que, hace tiempo que también venía con otro estudiante de cocina.
-Ah, ya recuerdo, el amigo del que me hablaste (cuando le recordó, se alteró bastante. Y ahora, si dice nostalgia...) ¿Llevas mucho tiempo sin verlo?
-No tanto tiempo, pero llevamos como un año sin salir.
-Oh, un año sin salir, ¿era tu novio? (...¡¿Por qué pregunte eso?! ¡esa es la peor pregunta que le puedes hacer a una chica que apenas conoces! Es como decirle "¿estás libre?") ¡P-p-perdón! ¡e-es como dijiste salir, no sé por qué, pero lo entendí como salir de, ya sabes!
-Ah, no, no, no, nunca fuimos nada de eso. No hay necesidad de disculparse, jeje.
-(Sigámosle la corriente) ¿En dónde vive tu amigo ahora?
-Eh, n-no lo sé.
-¿No sabes? (Que extraño. Uno pensaría que los amigos cercanos siquiera se dirían si se van a mudar antes de tiempo) ¿y por qué se fue? ¿él te dijo?
-Él...él no me dijo, si te soy sincera.
-Eso es algo grosero, si me lo preguntas (Imagina dejar a todos tus amigos, largarte y ni siquiera decirles por qué. Hay que ser alguien bastante despreciable para hacer...Pero yo me fui de esa manera de Estados Unidos, ups...¡! ¡Si cierto! ¡yo no tenía ami-! Oh...)
-Aunque...
-¿Recordaste algo?
-Eh, no realmente. Era solo una tonta teoría que se me había ocurrido, nada más. Pero... ¡Él era buena persona, entonces supongo que habrá tenido sus razones para irse así!
-Sí, eso sería lo que también pensaría yo (mmm, si lo pienso, eso me deja dos posibilidades: Una, que el sujeto quería desaparecer por completo y se lo tragó la tierra. La otra es que Ada, por alguna razón o motivo, mintió sobre alguna de las cosas que me dijo, como a dónde se fue o por qué, ¡inclusive ambos! Pero no soy Agnes, así que no me voy a meter en sus asuntos...¡Aunque la curiosidad me mata!) Por cierto, ¿qué hora eeeeeeaaaaaaaaa? ¡Son la una y media! ¡D-discúlpame, Ada, pero ya tengo que empezar a correr! ¡un placer pasar el día contigo!
-Oh, ¡Igualmente! ¡Ah! Y antes de que se me olvide, ¿Quieres intercambiar número de teléfonos?
-¡Claro, claro! (espero que por la prisa no escriba su número mal por error).
Un rápido intercambio y una todavía más rápida y tímida despedida, John dejó a sus caballos de fuerza correr a toda máquina. Tomó un taxi para volver a su apartamento, pero con siempre el resentimiento de que se pudo haber ido a pie y ahorrar la tarifa. Cuando llegó, Michael todavía seguía haciendo de contratista y por el ruido, no notó que John había vuelto a casa. Con el reloj sonándole a la par de la oreja, la delicadeza y el orden se volvieron un cero a la izquierda, así que abrió el refrigerador de un jalonazo, y sin pensarlo, metió todas sus compras adentro a como cupieran, dejándolo todo como un desastroso juego de Tetris.
No tenía mucho tiempo para apreciar su obra cubista, tenía que partir. Con la misma fuerza con la que abrió el aparato, fue con la que lo cerró, haciendo un estruendo tanto afuera, por el golpe de la puerta, como adentro, por el nuevo "reacomodo" de sus contenidos. Rápido y sin demora, sprinteó desde su casa hacia el galleon, saltando y esquivando a los demás peatones, o al menos a la mayoría, tal vez uno o dos...o tres terminaron con una rodilla raspada y una patética excusa de disculpas por parte de un raro corriendo en la calle. Llegó al restaurante a las dos y quince de la tarde, lo que mucha gente llamaría "un elegante retraso", o eso trató de aparentar nuestro héroe, aunque es muy difícil disimular la respiración pesada, ya que sólo los muertos pueden hacerlo.
Vio el viejo Galleon de nuevo, no había cambiado nada desde su última visita. Al parecer, a Madda Shipton le gusta siempre mantener el lugar impecable, aunque John no pudo evitar pensar que de seguro era Dayton al que le asignaban las labores de limpieza más a menudo. Este mismo fue el que lo recibió en la puerta.
-Bah gwaan, bredren! Te estábamos esperando, amigo. Ya madda empezó a cocinar, así que pronto será nyam time. ¡Vamos, sígueme!
-Qué bien que me apuré, Day. No hay nada peor que comer algo que ya se enfrió (Aunque, obvio, no se puede decir algo así sobre las comidas que se comen frías o crudas, como el helado o el ceviche...Y supongo que las comidas congeladas van ahí, porque esas siempre se tienen que recalentar, y además ¿por qué estoy justificando estas cosas en mi mente?) ¿Y qué tiene madda preparado hoy para el plato fuerte?
-Supongo que conoces el gumbo, ¿verdad, mon?
-Lo conozco, pero nunca he tenido la oportunidad de probarlo.
-Oh, ¡te va a encantar, bredren! Madda lo aprendió de las mejores cucharas de tu tierra, de vuelta en New Orleans, ya hace mucho tiempo.
-¡Estoy totalmente seguro de que va a estar delicioso! (la última vez que probé algo de madda Shipton, tuve algo cercano a una experiencia extracorporal, así que debo prepararme para lo peor, digo, mejor).
-Por cierto, Harry llegó antes que ti, mon. Nos espera en esa mesa de ahí.
-Me lo imaginé (¿Harry siendo impuntual? Ja, cuando los cerdos vuelen...no mires el cielo, John) Hola, Harry.
-Hola, John. ¿Cómo es que te retrasaste quince minutos en llegar cuando vives a menos de diez de aquí?
-Bien, ¿y tú?...(parece que cometimos un error) ¿Q-que por qué llegue tarde? Bueno, tuve unas compras que hacer y perdí un poco la noción del tiempo.
-Hmm, perdiste la noción del tiempo...¿haciendo compras? No parecieras el tipo de personas a las que les apasiona irse de "shopping".
-Ah, n-no, no ese tipo de compras. Era para la comida de la casa.
-Entiendo, aunque todavía parece extraño perderse en los laureles con algo tan común como comprar víveres.
-Hmmm ¡mira que tienes razón, mon! Nadie dura tanto en un mercado, a menos que fuera muy grande...Bredren, ¿no te habrás perdido de nuevo? Jajajaja.
-Super simpaticón, Day. Y para tu información, no, no me perdí. (Aunque no lo culpo, la verdad. La primera vez, sí me perdí. Y luego, cuando lo encontré en la manoir, le dije que llegué ahí porque "me perdí").
-Siendo honesto, yo no contemple esa posibilidad, para empezar. No creo que John tenga los sentidos de la orientación de un infante.
-G-gracias...(ese es el alago más agridulce que me han dicho).
-Entonces, ¿qué pensaste, mon? ...¡! Espera ¡John! ¿¡Acaso se te olvidó que la invitación era hoy y te pusiste a almorzar en tu casa y por eso llegaste tarde!? ¿Cómo pudiste, mon?
Todos quedaron en un incómodo silencio, tratando de digerir la idea de Dayton
-(Hasta Harry quedó sin palabras. Asombroso).
-¿No van a decir nada, bredrens?
-...No creo que haya sido eso, ¿verdad, John? -Respondió Harry, como tratado de pasarle la papa caliente de vuelta a John.
-Ehhh ¡sí! no fue nada así.
-Oh. Entonces, me doy.
-(Dayton no le atinaría la cola al burro inclusive sin los ojos vendados con sus aproximaciones, pero Harry se nota que, si no es que sabe todo, está muy cerca de la verdad, así que es mejor decírsela...pero de una manera no tan directa) M-mi acompañante daba buena conversación.
-Oh, comprendo. Bueno, de todos modos, no fue un gran retraso. Discúlpame si soné un poco instigador, solo fue un poco de curiosidad, nada más.
-C-claro, no importa (Le dejó muy rápido, la verdad. ¿Tal vez sólo quería enseñarme a su manera a ser más honesto? Creo que eso será algo difícil, considerando mi "rumbo de vida" actual) Por cierto, muy buena jacket la que andas hoy.
-Muchas gracias por el alago, John. La compré hace unos cuantos días y la quise estrenar hoy.
-Me parece muy similar a una que me habían prestado, ¿VERDAD, DAY?
-Jejeje, no estaría muy seguro, mon.
-Ajá...(Pero en serio, esa jacket se ve muy similar, pero también es que no suelo ver mucha gente con chaquetas de cuero, así que no sabría distinguirla.) Por cierto, el restaurante hoy se ve como un poco, eh, no tan ocupado (casi totalmente vacío, además de nosotros, solo hay otras dos personas en las otras mesas)
-Ah, eso mon, sí. Como ya sabes, ha sido bastante difícil sobresalir aquí, y ni siquiera los fines de semana tenemos tantos clientes. Tal vez se llene un poco en la tarde, mon, pero no por mucho.
-¿Y cómo se mantiene el restaurante a flote?
-Por las personas que quieren visitar restaurantes con estrellas, bredren. Lo ven en la guía michelin y les llama la atención. Si no fuera por eso, hubiéramos tenido que volver a Jam-rock hace tiempo. Por eso madda es bastante fenky-fenky con todo aquí, porque nunca sabes cuando va a venir un juez de parte de Michelin y calificarnos.
-Eso suena bastante estresante, Day (supongo que con una estrella todavía no puedes hacerte de una fama y echarte a dormir. Tal vez con dos o tres ya puedes relajarte un poco, pero debe ser un trabajo brutal llegar hasta ahí).
-Lo es, bredren, pero no queda de otra. Si queremos seguir en el negocio, hay que estar siempre listos, aunque eso signifique estar fante fena all da time.
-John, ¿te importaría? -Preguntó el inglés.
-¿Ah? ¡oh! C-creo que significa estar preocupado.
-Gracias.
El olor al gumbo empezó a invadir sus sentidos. El caldo estaba casi listo, y el apetito del grupo esperaba con los brazos abiertos. La antelación de los comensales solo se acrecentaba exponencialmente con el tiempo, esperando a que saliera Madda Shipton de la cocina con los manjares encima de su brazo. La espera no fue larga, porque Madda sabía trabajar con velocidad y eficacia, como se debía esperar de un restaurante pequeño, pero con pedigrí, aunque lo que no saben tanto John como Harry es que, después de esta primera ocasión, la próxima vez que tengan que esperar será una tortuosa, al punto en que, si no son de un temple fuerte, fácilmente caerán en la locura.
-Well, bwois, hope you like it. It's nyam time!
-Thanks, Madda!
-No alarguemos más la espera. Buen provecho, caballeros.
-¡Igualmente! (Entonces, este es el famoso Gumbo, huh. Si lo ves, es como un guisado con mariscos. ¡Veamos que tal!).
El gumbo suele ser servido con una porción de arroz. Como las personas en New Orleans lo cocinaban con lo que tenían, es considerada a veces como una sopa de variedades. Puede llevar camarones, cangrejos, pollo, salchichas y cualquier otra carne que tengas. Pero lo que hace al platillo único es el ocra, una planta traída de áfrica y que le da gran parte del sabor y funciona para hacer la mezcla más espesa.
-Bueno, probemos...¡Mmmmm! ¡está exquisito! ¡Madda Shipton nunca falla en dejarme boquiabierto! (Es curioso que la mejor comida que he probado hasta ahora es de un restaurante jamaiquino, no uno francés).
-Te lo digo, mon. En lo que respecta a gumbo, Madda no tiene comparación. Hasta la señora Leah Chase le había dicho que su cuchara era excelente una vez que ella acompaño a Dada allá.
-¿La reina del gumbo? ¡increíble! (Quisiera que alguien dijera eso sobre mi comida. Alguien que también tenga el título del "rey" o "reina" de algo...Ahora que lo pienso, a mi padre a veces le llaman así y él ha alagado muchas veces mis hamburguesas, pero no sé si cuenta si somos familia).
-Y tú, Harry, ¿Qué opinas de la comida? ...¿mon?
-Hey, Harry, ¿sigues ahí?
-¡Ah! ¿q-qué?
-¿Te encuentras bien? Pareces un poco...desorientado. (más raro viniendo de él).
-Sí, mon, te ves como si te hubieras perdido en el tiempo y el espacio. Usualmente es al revés y es John el que parece una palomilla yendo hacia la luz, jajaja.
-Arghhh...(quisiera negarlo...quisiera).
-N-no, perdonen, yo también estoy confundido sobre lo que pasó. En el instante en que di mi primer bocado, fue casi como un exorcismo, sentí que mi alma flotaba en un campo etéreo, lejos de este mundo. Fue una experiencia tan vívida que por un momento creí que la comida contenía algún alucinógeno. Pero ahora, lo único que pasa por mi mente es...que quiero un bocado más.
-¡Tranquilo, mon, jajaja! Eso pasa todo el tiempo, más si es tu primera vez probando algo de Madda. Por eso, siempre tenemos una botella de alcohol lista por si alguien se desvanece.
-¡¿E-eso es en serio?!
-¡JAJAJA! Nah, mon, dats a Little card, jeje, no tomes a mal la broma.
-¡N-no lo digo por eso! Lo que más preocupa es lo que haría al restaurante tener esa reputación de "comida tan buena como para desmayarse" y esperar que los clientes lo interpreten literalmente. No sé si pondría algo así en un comercial... (¿O tal vez sí? Hay gente que les gusta esa clase de adrenalina y pagarían por una comida de K.O, pero seguro que después habría que lidiar con la gente de salud para ver que no clausuren el lugar).
-Jajaja, no me suena tan mal, la verdad. Pero una vez unos sujetos sí se desmayaron, de vuelta en Kingston. Eran unos lagga head, unos totales patanes, y siempre iban a los restaurantes con un enorme jarro lleno de Jerk, una salsa picante y le echaban un montón a la comida, hasta el punto de que la gente decía que comían más Jerk que comida normal.
-¿En serio? Qué cosas tan extrañas. Ya me imagino a esos sujetos yendo a una heladería para ponerle picante a un cono, jajaja. (Eso me recuerda, papá me contó que, en México, la gente adora el picante, hasta el punto de ponérselo a casi cualquier cosa, incluso caramelos. Me pregunto si algo como lo que dije ya haya pasado ahí...)
-Estos mons llegaron al viejo Galleon y justo pidieron el gumbo de Madda. Como siempre, sacaron su tarro y lo vaciaron en sus platos. Madda y Jamaar, que eran los que cocinaban, estaban bastante enojados por eso.
-Entiendo perfectamente, como cocinero ¡no puedo soportar cuando alguien arruina nuestra comida porque sí, aun cuando ya la hayan pagado! (Una vez, un sujeto llegó y le quitó el pan y le puso como medio litro de ketchup y mayonesa ¡NO HAGAS ESO! El pan va a ponerse aguado y arruinarás la hamburguesa. Nunca desarmes un sándwich listo. Mi padre se contuvo tanto como yo para no restregarle la cara en el plato y obligarlo a mirar lo que había hecho).
-Pero aquí viene la mejor parte: No contaban con la cantidad de sabor de la comida de Madda, tanto que opacaba al jerk. Los idiotas siguieron agregando, tratando de cambiarle el sabor, pero no se percataron de la cantidad que habían echado y colapsaron. Recuerdo que después de que recuperaron la conciencia, todos nos reímos de ellos, pagaron la cuenta, se fueron y nunca más le pusieron Jerk a nada. El fin.
-Excelente historia, Day. La verdad es que yo también me hubiera sentido super bien si alguien hubiera hecho eso con mi comida. (Wow, eso fue algo cruel. No pensé que los cocineros pudiéramos ser tan maliciosos...oh, claro, Agnes.)
-Me encanta contar esa historia siempre que la recuerdo, mon; más de una vez, si puedo...y hablando de más de una vez, parece que Harry va a necesitar más gumbo.
-No pienso que Harry sea de las personas que comen...(el plato está vacío) tanto...¡¿Ya acabaste con tu plato?! ¡Day y yo no llevamos más de la mitad!
-¡Uy! Tienes razón, bredren. Mejor acabarlo antes de que se enfríe.
-¡Q-qué falta de mesura la mía! ¡el plato estaba delicioso, y ahora me siento un poco mal por no haberlo deleitado por más tiempo gracias a mi impaciencia!
-(El pobre se puso tan rojo como Anastasia de la vergüenza).
-No problema, mon, Solo dile a Madda que te sirva una ronda más y-.
-Tendré que rechazar la oferta, gracias, Dayton, pero ya he quedado satisfecho, si pidiera otra porción, sería solamente por gula, y seguro no lo podría terminar, lo cual sería un insulto a la cocina de tu señora madre.
-Entiendo, entiendo, mon. Pero no te preocupes, tenemos servicio express. Si te quedaste con ganas, puedes llamarnos a la hora de la cena y yo mismo te traeré un gumbo hirviendo.
-Hmm...claro, lo tendré en cuenta.
-(Para estar hablando tantas maravillas del gumbo, como que no se ve muy entusiasmado con la idea. Yo, por otro lado, tengo hambre y dinero de más gracias a Ada, así que...) ¡Yo si quiero otra ración después de esta!
-¡That's da spirit, John!
El primer plato fue una delicia, una nueva y suculenta experiencia gastronómica para nuestro héroe, pero ya había abierto la boca y pedido más. No importa que sea tu segunda porción, muy pocos, sino que ningún cocinero se siente contento cuando ve que uno de sus comensales deja el plato a medio comer. No hace falta decir que John conoce muy bien este hecho y tampoco se puede decir que no lo considero antes de pedir más, pero, como cualquier otra persona, de vez en cuando se le es difícil distinguir entre hambre y antojo, y de lo único que estaba seguro es que algo en su interior le estaba pidiendo más y él escucho fuerte y claro, sin poder discernir si era para saciar una necesidad biológica o una espiritual.
Llegó el segundo, y al igual que un niño que estaba deseando subirse a su primera montaña rusa, el miedo llega a su punto máximo cuando eres el siguiente en la fila y ya no hay marcha atrás. Agarró fuerzas de su muy débil religiosidad y empezó a consumir. Todavía no estaba "lleno", sin embargo, "lleno" es un espectro, nadie tiene un medidor mental para decir "estoy al 42% de mi capacidad estomacal, ¡puedo seguir!", todos sabemos cuándo estamos llenos y cuando no, nada más. En su nueva deleitación, encontró una nueva serie de problemas, además de no saber si se va a poder acabar su comida. El primero era la pungencia; el gumbo de Madda shipton tenía suficiente picante para ser fácilmente distinguido entre el resto de los sabores, pero nada que pueda hacer a un fenotipo azteca llorar, pero cuando duplicas el gumbo, también duplicas la cantidad de picante que tienes retenida en la lengua, entonces tu primer bocado de esta ronda va a saber más ardiente en comparación al primer bocado de la anterior.
Otro problema es lo que los cocineros llaman "fatiga de sabor". El nombre delata su significado: Entre más pruebes algo, menos efecto tendrá su sabor. Tu última costilla de cerdo nunca sabe tan bien como la primera y los chefs lo saben. Para mitigar sus efectos, lo que se hace es dar platillos con estructuras de sabor complejas y brindar una comida completa de aperitivo, entradas, plato fuerte y postre.
Si son atentos, pueden imaginar que algunos problemas se pueden derivar al repetir el plato fuerte, por eso, ningún restaurante de alta gamma te va a servir de nuevo. Este es un caso especial de un negocio que no está en un momento de estabilidad económica y dos jóvenes que no conocen las reglas no habladas de los restaurantes. Comieron y comieron, poco a poco borrando trazas del gumbo. Dayton era el más glotón de entre los dos, así que él se mantuvo al inicio bastante contento. John, por otro lado, no era de comer tanto, ni siquiera sus hamburguesas son del tipo "taparterias", aunque de vez en cuando podía comer un sándwich de más, en especial durante su pubertad. Ahora, estaba a mitad del plato, y ya sentía que su cuerpo le estaba mandando señales de parar, pero, aunque no supiera de la existencia de la fatiga de sabores como concepto, la idea de que si pruebas mucho de algo ya no va a saber tan bien si la comprendía, así que usó varios trucos para terminar la comida.
Primero, usó una técnica similar a la que le había enseñado Ada en la mañana, tomando un sorbo de un jugo de mango que había pedido con la comida junto con un bocado de la cocción de Madda. También, tomó un poco de unos especieros que había en la mesa, tratando de no echar demasiado para que no se perdiera el sabor la comida y para no llamar la atención de Dayton y ofenderlo como los tipos del jerk. Con estas alimañas, pudo llegar a los últimos bocados, que en vez de una grata experiencia gastronómica, se transformó en un calvario.
-Arghh...solo...un poco más (siento que si como un poco más, me voy a hundir directo hacia el centro de la tierra).
-Mon...no puedo parar de sudar, y casi no siento la lengua. ¡Pero no nos podemos rendir!
-¿En serio? De que puedo, puedo (o más bien, quiero).
-Solo es un bocado más, sí podemos.
-Ayyyy, aquí voy...(por favor, no lo devuelvas) ¡LISTO! ¡LO HICE!
-¡Sí, lo logramos, bredren!
-Les diría que tomaran un poco de leche para ayudar con el picante, pero tal vez eso sólo acelere una inevitable indigestión -Comento Harry desde su posición de espectador
-Sí...sí, mon. Hey, John...¿pides el postre para llevar?
-Por supuesto...(Primero muerto antes que renegar del postre).
Después de reposar por diez generaciones y con apenas unas cuantas fuerzas para levantar sus regordetes cuerpos del suelo, llegó la hora de la despedida.
-¡Mon, espérate un momento! Debo darte algo ¡ya vengo!
-Claro, aquí te espero (me pregunto qué será.) Por cierto, Harry, tú que no comiste doble, ¿cómo estuvo tu postre? No vi cuál pediste (en mi lucha para terminar el gumbo, mi visión se nubló un poco).
-La verdad es que...no ordené un postre.
-¿E-en serio? ¿te cayó mal el gumbo? (¿será sensible al okra?).
-No, no es por eso, para nada está relacionado el gumbo en este asunto. La razón por la que no pedí postre es que...estoy racionando el dinero.
-¿Cómo? ¿racionando el dinero? (O sea, en bancarrota) ¡¿Cómo te quedaste sin dinero?! No pareces como la persona que despilfarra.
-Agradezco que tengas ese juicio sobre mi persona y sí, yo también me atribuiría el adjetivo de "austero" si tuviera que describirme. Pero hace poco, rompí esta cualidad mía, de cierta manera.
-Y esa manera fue...
-Esta Jacket, es una prenda de colección, de una de mis bandas de punk rock favoritas. Es un objeto relativamente viejo, así que encontrarlo no es sencillo, pero cuando encontré una, terminé desangrado por el vendedor.
-Wow, s-se nota que querías esa chaqueta (Estoy seguro de que hay muchos tipos que se pasarían hambre por un recuerdo así, pero ¿Harry, el caballero de la mesa redonda?).
-Y el vendedor también sabía eso. Traté de incitarle a disminuir el precio, pero el vendedor pudo neutralizar mis intentos de regateo. Al final, terminé pagando más del precio inicial.
-Alguien te sacó la partida, huh (¡Y Harry, de todo el mundo! Al tipo que es duro y frío como el hielo. Habría de ser un verdadero monstruo para negociar contra tal persona... ¿Por qué siento como Deja vú?) Harry, pregunta, ¿Compraste está jacket por internet?
-Exactamente.
-¿Me permites verla por detrás?
-No veo por qué no.
-Ah...(Oh, Dios mío, tiene el Union Jack por detrás. Esta era la chaqueta de Ada, y ella hoy me invitó porque "ganó un buen dinero con la venta de esta en internet". N-no puedo creerlo, ¡Ada se puso a negociar precios con Harry! ¡Y ganó! Todavía peor, Harry se quedó con hambre y yo técnicamente desayune gratis con su dinero. En verdad soy despreciable...)
-¿Huh? Tu cara se puso algo triste por un momento ¿estás bien?
-Ah, ¡si no! ¡claro! S-solo fue algo que recordé, nada más, jeje.
-¿Y qué fue?
-Ehhh, La verdad...(hace tiempo que no uso está, pero solo tal vez...) se me olvidó.
-Ya veo, de seguro no era nada de importancia, o algo que yo no necesitara saber.
-Sí, no te preocupes (aunque sabe que no le estoy diciendo la verdad, yo creo que ya no va a seguir el tema. Entonces, técnicamente, ¡volvió a funcionar! A veces, hasta me enoja un poco que sea tan efectiva).
-Listo, mon. Madda dijo que lleves esto a tu apartamento.
-¿Huh? ¿Llevarlo de vuelta a mi apartamento? ¿Para qué? (es una caja envuelta en papel de regalo. Pero ¿Por qué debo llevármela?).
-Ni idea, mon. Madda solo me dijo que debía dársela a la persona que vive contigo. Nada más.
-(Entonces, esto para el señor Mike. ¿Qué tendrá adentro?) Ok, veamos que tenemos aquí...¡OUCH!
-Abrir el regalo de alguien más es extremadamente irrespetuoso.
-Ayy, ya, ya entendí. La próxima vez, ¡sólo dilo! (O pega menos fuerte, o mejor aún, ¡no me pegues del todo!) No lo abriré mientras llego a mi casa.
-¡Bien dicho, mon! Bueno, yo ya me tengo que ir, tengo unas órdenes que ir a entregar por la ciudad.
-Ah, claro, claro, ya no te detenemos, Day. ¡Que te vaya bien! (Aunque, siento que decir "órdenes" en plural sea un poco exagerado, considerando la situación del galleon).
-Likkle me more, John!
-Yo también debo volver a casa, John. Al menos, mi alacena está bien surtida, así que no será difícil saciarme una vez ahí.
-Por lo menos. Aun así, sigue siendo una lástima que no pudieras darle otra probada al gumbo.
-Sí, yo también me siento bastante miserable por eso, pero una vez deje de estar en números rojos, ¡tendré mi revancha de hoy!
-¡Ese es el espíritu! (Aunque siga siendo raro verlo tan inyectado por una comida).
-Me despido, adiós, John.
-¡Hasta luego!
John dio media vuelta y caminó hacia su apartamento, con el paquete en mano. Al igual que el experimento mental del anillo de invisibilidad, nuestro protagonista se ve inclinado por abrir el regalo, su aciaga curiosidad lo jala cada vez más a cometer esta fechoría, y esto sólo es alentado por la falta de testigos. Pero, para sorpresa de todos, John se mantuvo fuerte y recordó que, por andar de metiche, muchas malas ocurrencias acaecieron sobre él, siendo estas totalmente evitables: "No vale la pena romper esto solo para ver qué es. Al rato, es algo que el señor Mike quiere que sea privado; Tal vez algo relacionado con su pasado, en el peor de los casos, se podría enojar y sacarme de la casa. Así que no, no esta vez". Finalmente, llegó al apartamento, pero había algo atípico con Michael, estaba en el sofá, viendo la televisión, como de costumbre, pero sin sus confiables fideos instantáneos.
-¡Hey, llegaste! ¿trajiste el regalo?
-Ehh, sí, (supongo que es la caja esta) aquí está.
-¡Excelente! ¡Veamos qué es!
-¡! (¡Sí lo va a abrir en frente mío!)
-Veamos... ¡Ajá! ¡justo lo que quería! ¡Una deliciosa taza hasta el tope de gumbo!
-Espere...¿Eso era todo? ¿Solo me mandaron a traerle su entrega?
-¡Claro! ¿Algún problema?
-¡MUCHOS! ¡Yo no soy el repartidor!
-Por favor, John. No estamos a casi nada del Galleon. Así, Madda Shipton ahorra en gasolina.
-¿P-pero por qué en una caja de regalos?
-Porque es un regalo, duh. De mí para mí, por mi cumpleaños.
-¿Su cumpleaños es hoy?
-No, es en diciembre.
-¿Y POR QUÉ LO CELEBRA HOY?
-¿Por qué no? Celebrar tu cumpleaños una vez al año es aburrido, por eso yo lo celebro diez veces al año.
-Wow...(yo inclusive he tenido años que no lo celebro del todo) Entonces, prácticamente me engañaron para hacer un trabajo de gratis. ¡Eso es explotación laboral!
Michael le movió el índice de un lado a otro y chasqueó con la lengua
-No lo es si no hay contrato.
-E-eso no suena bien (o legal. Quisiera preguntarle sobre esto a Anastasia, pero siento que, si se entera, vamos a terminar con una piedra atravesando alguna ventana).
-Pero, no te preocupes, justo pensé en eso, así que ya tengo tu paga.
-Al menos (La verdad, no fue como gran trabajo. Así que, cualquier ganancia la aceptaré con los brazos abiertos).
-¡Aquí tienes!
-Graci-...¿Fideos instantáneos?
-¡Ajá! Es un pago en especia, John. Considéralo como un treque, igual que en la ruta de seda.
-Claro...(Se me hace difícil imaginar viendo a alguien vendiéndome una cabra y unas telas a cambio de fideos en una taza. Pero espera, estos no son los fideos del super, son de aquellos fideos japoneses, como los que me dio Aiko aquella vez) ¿Dónde consiguió estos, Sr. Mike?
-Los importé, y los tenía preparados para uno de estos días, pero me dieron ganas de gumbo, así que decidí dártelos como paga.
-Bastante generoso (Espero que sea por tacaño que me pago con fideos y no porque está en la quiebra. Al menos son buenos fideos) Bueno, me voy a mi cuarto.
-¡Espera un momento! Todavía hay que pagarle a Madda.
-¿No le has pagado?
-Usualmente, el repartidor viene con el datáfono y ahí pago, pero el mío no lo tenía.
-Pobre repartidor.
-Así que...¿Podrías?
-...Bueno, me voy a mi cuarto.
-Creo que no...
-Podría pagarme por hacerle el favor, pero con Dinero.
-...Bueno, voy a dar mi caminata de la tarde. Te dejo la casa mientras no estoy.
-(Buen trabajo, yo. Derribamos al opresor. Ahora, a descansar, y después, a repasar la materia para la próxima semana).
Para cuando se ocultó el sol, una leve lluvia hacía melodía sobre su ventana, mientas que nuestro héroe se preparaba para sus clases, con un lápiz en una mano y una taza de fideos calientes en la otra, con la mente todavía en revuelo con todos los sabores que experimentó hoy.
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