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•42•

La oscuridad absoluta engullía la vista, lo único fiel dentro de esa densa niebla negra eran las voces gritando piedad o nombres de Dioses susurrados en busca de clemencia o salvación, el ruido de la carne siendo separada de los huesos después del sonido del látigo partiendo el aire en dos hizo que se acelerara su corazón. El dolor se expandió desde su omóplato hasta su cintura, las lágrimas cayeron de sus ojos y los gritos quedaban atrapados en su garganta, el dolor explotaba cada célula de su cuerpo y su sistema obligaba a su estómago a vaciar lo único que tenía: bilis.
El sabor amargo en su lengua, la sequedad en su garganta, el hedor a sangre y óxido eran las sensaciones que predominaban, gritó por ayuda, a cada movimiento de sus manos el burlón ruido de las cadenas dando contra el húmedo suelo de tierra se repetía incesante, recordando como no podía escapar.

Se levantó de un salto, quedando sentada. Miró para todos lados, buscando algo familiar. El lugar estaba vacío, simplemente habían alrededor algunas pertenencias suyas, como la carbonizado espada de acero.
Tuvo que erguirse, caminar un poco lejos de la almohada, volvía a rememorar el dolor y sentía las cicatrices de su espalda escocer, como si hubiesen vuelto a abrirse. Clavó sus uñas en su hombro, esperando que el dolor detuviera a su mente. Los recuerdos siguieron pasando, comenzando a apretar su estómago.

Las arcadas fueron la peor parte de su ataque, su cabeza daba vueltas y su cuerpo la obligó a sentarse en el suelo hasta que consiguió disminuir los espasmos. Respiró profundo, controlando su respiración mientras trataba de detener los temblores de sus manos.

Hacían meses de no tener ninguna clase de pesadilla de ese tipo, había tenido la cabeza demasiado ocupada en otras cosas como para darse tiempo a recordar. Escondió su rostro entre sus rodillas y brazos, en una lamentable posición fetal. Trató de racionalizar, tal vez haberle comunicado sobre Touya a Shoto había causado un impacto demasiado fuerte para sus emociones.

El frío comenzó a traspasar su ropa desde el suelo, el sudor en su piel sólo ayudó a descender su temperatura. Como pudo, se puso de pie, aún no estaba del todo bien, a pesar de que sus temblores habían disminuido, era incapaz de pasar saliva por su garganta de lo seca que sentía su boca y cualquier sonido del exterior era completamente eclipsado por el ruido de sus latidos. Se mantuvo firme en sus respiraciones, mantenerse inhalando y exhalando era lo único que la salvaba de entrar en un completo y complejo ataque de pánico.

Luego de una tortuosa hora de dar vueltas como un tigre encerrado, pudo volver a sentarse en su cama. Ese ataque la había dejado mucho más cansada que cualquier herida o golpe que hubiese recibido nunca, siempre era así, aunque debía agradecer que fuese más corto que los que acostumbró padecer en un pasado, esa recaída había sido tan fuerte que aún sentía sus piernas temblar.

Evitó volver a acostarse en su cama, el sudor perlaba su piel y no sería muy higiénico volver a meterse debajo de las cobijas en esa situación. Sin pararse a hervir algo de agua, se quito la ropa, humedeciendo un paño en el cuenco de agua que solían dejar para aseo matutino, limpiando su cuerpo del sudor lo más que pudo y secando cada gota de humedad de su piel con una toalla y con el calor de las brazas que aún se rehusaban a apagarse. Miró al reloj de bolsillo que permanecía sobre su improvisada mesa de luz, eran las tres de la madrugada y aproximadamente amanecería en cuatro horas.

Se volvió a meter entre las colchas, al menos tenía un poco más tiempo para cerrar los ojos, no solía acostarse temprano pero agradecía haberlo hecho justo ese día. Odiaría hacer creer a Katsuki Bakugo que estaba subestimando su fuerza al presentarse desvelada y con pocas horas de sueño.

Como pudo, ignoró los pensamientos relacionados a su sueño y logró dormir profundamente, aunque no de forma prolongada, fue un respiro para su mente y su cuerpo cansado por la no grata experiencia de pánico. Cuando sus ojos volvieron a abrirse, el sol aún no pretendía elevarse, aprovechó para vestirse con ropas cómodas y abrigadas, añadiendo como último su capa de piel. Peinó su cabello, había deshecho las lindas trenzas que la sirvienta le había hecho el día anterior y se arrepentía, eran cómodas para pelear pero no eran convenientes para dormir. Ató en una coleta alta su largo cabello, mirándolo aún por unos momentos. Tal vez debería volver a la comodidad del cabello corto, ya no tenía necesidad seguir con los gustos y preferencias de los príncipes y la princesa de Musutafu, ellos parecían felices de ver que conservaba algo de femenidad con  sus largas hebras.
Tomó a Takeshi, poniéndolo en su cintura.

Cuando salió, el aire frío acarició sus mejillas, pero no se sentía tan mal como días anteriores. El tamborileo en su pecho mantuvo a sus pies andando hasta encontrar las dianas y muñecos de trapo y paja dañados por las prácticas y el clima. El sol se estaba tomando su tiempo en asomarse por el horizonte, sentía sus mejillas congelarse y apenas con su aliento lograba detener el frío de meterse en los huesos de sus dedos.

El sol finalmente comenzó a tornar el cielo de un bonito color anaranjado, iluminando las pocas nubes en el cielo y para Aiko, iluminando a la nueva persona frente a sí. Su postura era apenas encorvada, al igual que siempre, con las manos en los bolsillos de su pantalón y con más ropa de la que lo hubiese visto nunca.

 — Eres más puntual de lo que esperaba.

El nudo en su garganta y el malestar en su pecho se apaciguó con sólo oír su voz, se irguió caminando unos pasos hasta quedar cara a cara, a diferencia de ella que lucía unas oscurecidas ojeras, Katsuki tenía una apariencia fresca, como si esa hubiese sido la mejor noche de sueño de su vida.

  — Debo decir lo mismo de Su Majestad.

No hubo respuesta de su parte más que una mirada de soslayo, dándose la vuelta y brindando una de las dos espadas que había llevado consigo. El agradecimiento silencioso y que comenzaran a deshacerse de la pesada ropa sobre sus hombros comenzaría a dar pie a su pactado enfrentamiento. Quedaron cara a cara, respirando ambos con tranquilidad y con solo el sonido de los pájaros irrumpiendo en el silencio del inicio. El ruido llegó tarde, puesto que lo primero que se vio de ese enfrentamiento fueron las chispas provocadas por la fuerza de ambas espadas chocando.

El ruido metálico fue en aumento, en esa llanura donde los sonidos fuertes viajaban lejos, el estruendo de ambas armas impactando producía eco y comenzaba a llamar la atención.

Ni Katsuki ni Aiko lucían posturas que subestimaran al oponente, tomando el arma con ambas manos y respondiendo en un ida y vuelta a los ataques. Para los que tenían la mala suerte de haber sido atraídos por el ruido del acero siendo desgastado, la violencia era abrumadora, ambos con rostros serios que sólo estaban concentrados en el rival hacían sentir que no existía ningún sentimiento de amistad entre medio y peor aún, parecía que no le darían importancia a la vida de cualquier criatura se se atreviera a interrumpir ese encuentro.

La sensación de deja vu impedía a los soldados del reino dragón apartar la mirada, no sólo porque para algunos esa sería la primera vez que veían a su Rey pelear de forma seria físicamente sin respaldarse en su magia, sino que para otros, era la repetición de un duelo que había terminado con una ganadora y un sentimiento de amargura.

Nadie se atrevía a emetir ni un sonido, esquivar, mantenerse y atacar se volvía una danza violenta entre ellos dos, las manos, brazos, piernas y torso de ambos iban ganando pequeñas heridas causada por los roces de la espalda, poniendo aún más tensos a los espectadores. Todos ahogaron un grito cuando la espada de Aiko rozó la mejilla de Katsuki, abriendo un pequeño corte que derramó un hilo de sangre, la incomodidad colectiva hizo que varios se retiraran, si alguno de los dos moría en ese encuentro no querían tener que cargar con la responsabilidad de haberlos detenido.

  — Oye... ¿No debería intervenir alguien?— murmuró un soldado a otro más longevo en la milicia. El superior tragó grueso, dando un paso atrás y haciendo retroceder también a quienes estaban a sus lados.

  — La única persona capaz de detenerlos es el señor Izuku Midoriya o el señor Eijiro Kirishima, el señor Midoriya nunca se mete en los entrenamientos de Su Majestad y el señor Kirishima permanece en la capital.

El miedo tras el veredicto desalentador del soldado hizo que más y más hombres optaran por mantener la distancia, pero aún con unos cuantos metros de seguridad de por medio, el choque de las armas seguía sonando como si estuvieran peleando a un lado de la muchedumbre.

La agresividad no se limitó a ese desenfrenado enfrentamiento con armas de acero, cada que uno de los dos dejaba una brecha, el otro le acertaba una patada, un rodillazo o un golpe a puño cerrado. Los moratones comenzaron a ser más visibles en Aiko, quien tenía sus brazos descubiertos a causa del calor del enfrentamiento.

   — ¿Peleaban así cuando Aiko se hospedó en Bishajin?— preguntó una nueva voz a espaldas de los aparentes comentaristas del enfrentamiento.

  — Sí, en el reino eran aún peores, parecían dos animales luchando por sobrevivir— volvió a responder el mismo soldado veterano, sin dar cuenta a quien le había dado esa información.

Shoto Todoroki e Izuku Midoriya habían sido atraídos por lo ruidoso que se había vuelto tan solo con el choque de dos espadas, las muchedumbres se amontonaban en un radio de diez metros para tratar de salir del alcance de esos dos monstruos.
Deku encontraba gracioso y hasta tierno que Katsuki tuviera alguien con quien medir su fuerza en el arte de la espada, al haber nacido plebeyo poco podía lucir del manejo del arma, no era malo pero tampoco excepcionalmente virtuoso como aquellos dos.

Quienes estaban implicados en dar un espectáculo de habilidad para quienes se asomaban, ni siquiera eran conscientes de las presencias alrededor, Aiko sólo tenía atención para Katsuki y Katsuki sólo para Aiko, respondían a los golpes, sin desgastarse en hacer el inútil diálogo que los soldados acostumbraban cuando se daban los duelos. Para ellos, eso dejó de ser un entrenamiento al momento en que pisaron el campo de tiro.
Aiko encontró la brecha en las piernas del rey, tenía un lenguaje corporal que hablaba por sí sólo, la forma de pelea de Katsuki generalmente constaba de hacer uso de la magia, las cuales generaba sólo con las palmas de sus manos, centrándose demasiado en la pelea cuerpo a cuerpo del tren superior, protegiendo órganos vitales, a diferencia de Aiko que al no poseer ninguna habilidad mágica de la cual depender, la defensa de su cuerpo estaba distribuida de forma más equitativa.

Fue un salto bajo, en acecho como un gato salvaje, dirigió toda su fuerza a su arma e intentó darle en las piernas en un golpe horizontal, fue detenida de llegar a la piel por el arma de su contrincante, la cual no pudo resistir su fuerza y provocó que la onda de choque despegara los pies del varón del suelo. Cayó de costado, tratando de recomponerse, sin darle tiempo a respirar Aiko peteó su brazo derecho con el cual mantenía la espada, lanzandola al otro lado de su cuerpo, sentándose sobre su abdomen inhibiendo más movimientos y apuntando su espada al cuello.

No cantó victoria, sintió como una hoja de espada le acarició el cuello, pegada debajo de su mandíbula. Katsuki no había desistido al momento de perder su arma, rápidamente alcanzó a tomarla pero con su mano izquierda.

Era un empate. Ambos apuntaban con la punta de la hoja al cuello del otro, Katsuki desde el suelo y Aiko desde encima de él. Respiraban de forma entrecortada, dando grandes bocanadas de aire, solo concentrados en el rival.

Pasaron varios segundos antes de que Aiko se percatase de su atrevimiento e indecencia, se había posicionado sobre el abdomen del monarca a horcajadas, mientras mantenía una mano sobre su esternón y con la otra mantuvo el filo de la espada firme a un centímetro de su piel. Trató de disculparse, saliendo de trance en el que había entrado apenas chocaron armas, pero la mano apretando su muslo no hizo más que empeorar la imagen.
Katsuki apretaba su pierna mientras al igual que ella, mantenía con su otra mano el filo de su hoja a una distancia prudente. Él también parecía haber caído en esa especie de limbo mental mientras entrenaban, ya que al ver cambiar el ceño de Aiko, destensó sus músculos e hizo a un lado el filo.

  — ¿Estás cómoda, Ángel? Porque no veo que te muevas.

La burla del monarca hizo que hasta sus orejas se pusieran de color rojo, disculpándose, se puso de pie, tomando la mano de Katsuki para levantarlo también y sacudiendo torpemente sus ropas en un intento de agrandar su disculpa.

  — Fue empate, creo que la apuesta lo será válida, ¿verdad? — le comentó Aiko entre risillas, palmeando sus manos para intentar deshacerse del polvo en ellas—. Si quiere, puedo darle lo que quiere, de todas formas no tengo mucho.

El Rey chasqueó la lengua, no sabía cuando detener su generosidad.

  — Sí decides hacer eso entonces yo debo hacer lo mismo, ¿no crees?

Inmediatamente las cejas de la fémina se curvaron, molesta.

  — Ya mencioné que no es necesario, Su Majestad.

Katsuki refunfuñó, no le gustaba el giro que estaba tomando esa conversación, tampoco encontraba bueno que su voz se hubiese vuelto tan dura ni que agregase los formalismos. Una idea maliciosa se le cruzo por la mente, ya que no tenía más opción. Debería utilizar la nobleza de Aiko en su contra.

  — ¿Oh? ¿Entonces harás que un Rey quede en deuda contigo?— dijo de forma socarrona, con una sonrisa de medio lado y una mirada desafiante.

Esa pregunta hizo que Aiko de inmediato se tensara. Tampoco le gustaba el curso que había tomado la conversación.

  — Su Majestad... Le pido que no-

El sonido de varios gritos de alegría seguido por suspiros de alivio interrumpieron las palabras de la exgeneral, obligandola a buscar de donde provenía tanta euforia repentina.
Inmediatamente Katsuki frunció el ceño al seguir la mirada de Aiko, decenas de soldados celebraban alrededor de ambos, algunos llegando al punto de haberse quitado las chaquetas o abrigos de piel que los resguardaban del frío para revolotearlos por los aires en señal de festejo.

El suspiro de cansancio de Aiko fue suficiente para Katsuki para ir a enfrentar a esa parda de tontos, impulsado aún más luego de haber visto a Izuku Midoriya y Shoto Todoroki aplaudiendo y siendo cómplices de esos molestos festejos. Sobretodo por Deku, su amigo sabía muy bien como odiaba toda clase de acto similar a ese y peor aún el mitad-mitad, que se suponía que debía saber que ella tampoco disfrutaba de la atención innecesaria.

  — Su Majestad, por favor, no les haga nada, son solo hombres buscando una razón para festejar luego de la estresante batalla de hace dos días.

La voz de Aiko, nuevamente, hacía que pensara en frío, pero no quitaba el enojo que le producía esa falta de respeto. No llegaba a oír a quien estaban alentando, no quería saber tampoco. Volvió su atención a la fémina, volviendo a preguntar.

  — ¿Qué deseas, Aiko? — preguntó, en un tono gutural que trataba de mantener su enojo a raya.

  — ¿En serio?— dijo, por última vez, con una expresión afligida.

  — Sí.

Ya derrotada, queriendo terminar eso lo antes posible, se tomó un pequeño momento para pensar. ¿Qué podría querer de él? Le había dado recuerdos maravillosos tanto como aquel baile al rededor del fuego como grandes enseñanzas, había tendido una mano en ayuda, entendido su situación y la había considerado una potencial aliada cuando su reino entero le había dado la espalda. No había nada que quisiera pedirle más que siguiera siendo la persona brillante con la que podía sentirse vulnerable.

No pudo creer lo que estaba pasando por su mente, se palmeó ambas mejillas, diciendo la primer excusa que se le ocurrió.

  — Dulces... Por favor.

Katsuki elevó una ceja, pero no iría a cuestionar su deseo, asintió dando por entendido que tenía su deseo y comenzó a caminar al lado opuesto a ella.

  — ¡Espere! ¿Su Majestad? ¿Cual es su deseo?— preguntó siguiéndole un poco el paso.
Katsuki la miró de soslayo, con una sonrisa burlona en sus labios.

  — Mañana sabrás lo que quiero.

  — Su Majestad, pero mañana...

La dejó con las palabras en la boca, marchándose a algún lado.

***

👁️👁️

Buenas, ¿les gustó el capítulo?

Q dicen q sea el deseo del kachan, de seguro algo como "revivanme en el manga" ajsjajj
Asecrean, seguimos trustes

Gracias por leer❤️❤️

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