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•40•

Trataba de no lucir confundida, pero no podía negar que sentía el cuerpo y la boca entumecida, había hablado con el Príncipe, le había explicado la situación con lujo de detalle y Shoto lo había entendido, pero no podía quitarse de la cabeza el rostro de pavor y tristeza que le había dedicado con sus primeras palabras. La pesadumbre en su pecho y el picor en sus ojos le estaban suplicando que por favor buscase un lugar donde esconderse un rato del mundo, el nudo en su garganta avisaba con desespero que no hablara, sus palabras tenían riesgo de romperse.

Caminaba con rapidez, tratando de huir de cualquier contacto humano, en ese momento más que nunca necesitaba hallar un lugar seguro donde poder estar sola, necesitaba procesar correctamente sus sentimientos. De camino a su tienda, esquivando a tantos soldados como podía y limitándose a asentir con la cabeza como un saludo corto, sus esperanzas de poder estar sola se derrumbaron al ver a Izuku Midoriya, Ochako Uraraka, Tenya Iida y Denki Kaminari frente a la entrada del único lugar seguro que estaba segura tenía. Abrumada y con la mandíbula apretada en un inútil intento de suprimir el nudo en su garganta, dio una rápida media vuelta huyendo a algún otro lugar.

  — ¡Hey, Aiko-chan! ¿Qué sucede? ¡Aiko-chan!— la voz de Denki llamándola solo hizo todo más difícil, decidió comenzar a correr a pesar de las heridas de su cuerpo, pero eso no detuvo a su amigo—. ¡Aiko-chan! ¡No huyas, háblame de tus sentimientos!

A pesar de que la condición física de la exgeneral no era la mejor, aún así Denki no conseguía alcanzar su velocidad, fue un largo trayecto en el que no se creía que con todas esas heridas de flecha que necesitaban más tratamiento no conseguía siquiera sacarle un poco de ventaja. Fue suficiente que Aiko se metiera entre unas tiendas y comenzara a mezclarse entre la gente para que la perdiese de vista. Dio un largo suspiro, rendido y con una presión en el pecho que le decía que tal vez debería darle algo de tiempo.
 

  — Aiko-chan... ¿Por qué parecía que ibas a llorar?

Entró tienda por tienda, pidiendo permiso y preguntando por su amiga, perdiendo a cada segundo la esperanza de encontrarla a medida que nadie le daba una pista de su paradero. La última de la fila era una gran tienda ornamentada con la bandera de Bishajin, las dos cabezas de Dragón de color rojo sobre un fondo blanco le avisaron que sería insultado apenas llamara para pasar. Pidió permiso, hallando al imponente Rey del reino vecino de espaldas a la entrada, con su infaltable capa roja.

Katsuki lo miró por encima del hombro, sin siquiera darse el trabajo de voltear.

  — ¿Qué quieres?— cuestionó con un tono gélido, perforando al no invitado con sus orbes carmines.

Kaminari tuvo el impulso de echarse para atrás, pero no podía quitarse de la cabeza la expresión que estaba en la cara de su amiga, podría soportar lidiar con ese temperamental rey por ella.

  — ¿Haz visto a Aiko-chan? En serio necesito encontrarla— exclamó casi suplicante, poniendo más énfasis en sus palabras con sus manos.

  — Que tontería, ¿qué haría Ángel por este lado? Lárgate si pretendes seguir diciendo idioteces.

Ante la voz de irritación y el lenguaje corporal agresivo que le estaba mostrando Katsuki, rendido, Kaminari decidió seguir buscando por otros lados, no sin antes darse cuenta de los cabellos rubios que apenas sobresalían por el costado de la capa roja del Rey. Pudo sacar el aire de sus pulmones y destensar su cuerpo finalmente.

  — Sí la ves, ¿podrías decirle que quiero hablar con ella? Se veía triste— apenas si recibió un chasquido de molestia por parte del monarca—. Gracias Kaachan.

Denki huyó con rapidez de ese lugar, pero ya más tranquilo. Katsuki era un bruto, mal hablado, irritante y gritón, pero sabía que si se había tomado el trabajo de esconderla y mentir por ella, Aiko estaría bien. La seguía dando repelús la delicadeza que el monarca había demostrado para con la exgeneral, incluso se había enterado de la salida en caballo y del desayuno que habían compartido, sin hablar de la danza de la noche anterior, lucían como dos amantes apasionados y Denki tan solo era un observador de como se estaban dando las cosas, sin siquiera pensar en irrumpir.
Ya a una distancia segura para su vida, puso las manos en sus bolsillos y se encaminó de vuelta a donde estaban sus amigos.

  — Hah, más vale que aprecies el hermoso corazón de Aiko-chan, Kaachan.

...

Seguía sin poder procesar del todo lo que estaba sucediendo, pero gracias a lo ocurrido en la brevedad, el nudo de su garganta dejó de ser tan doloroso.

Había sido demasiado rápido, estaba huyendo de Kaminari para evitar hablar, algo muy inmaduro de su parte, pero de un momento a otro estaba dentro de una tienda, rodeada por unos brazos y siendo cubierta por una conocida capa color carmín. Por segundos las respiraciones agitadas de ambos llenaron el espacio, levantó la mirada para tener una plena vista inferior del rostro del monarca vecino y de cómo miraba hacia atrás esperando a su perseguidor.

Oyó a Kaminari entrar luego de unos minutos de silencio, sonaba preocupado y no pudo evitar sentirse culpable, lentamente sentía el nudo de su garganta volver. ¿Era egoísta por huir de alguien que había extrañado tanto solo por querer un momento a solas? Pensó que tal vez no habría sido tan malo contarle a Denki todo lo que rondaba en su cabeza y las palabras atascadas en su garganta, pero ya sabía que su amigo trataría de hacerla reír antes de dejar fluir sus lágrimas y no era lo que creía necesitar en ese momento, no era de risa fácil y menos cuando sentía ese dolor en el corazón.

Los brazos masculinos la mantenían pegada a su cuerpo, sin un gramo de separación y con una mano enredada levemente en sus cabellos, tratando de mantener su cabeza baja, pero manteniendola pegada a su pecho, dejándola oír el ritmo acelerado de su corazón y dejando que se embriagara de su aroma a almizcle. Accidentalmente su rostro había quedado piel a piel con Katsuki, su camisa no cerraba del todo, dejando su mejilla pegada a su pecho. Su piel estaba caliente a diferencia de Aiko que siempre parecía tener frías sus manos.
Era una situación inusual para ambos, mas agradeció desde el fondo de su corazón que a pesar de la incomodidad él le estuviera dando una mano, aunque eso no evitó que se sorprendiera luego de que mintiera por ella.

Cuando Denki Kaminari huyó del lugar para evitar algún que otro golpe, Katsuki se separó desenredando casi con pena sus dedos de entre los cabellos rubios, buscando su mirada verde luego del último mensaje del último no invitado. No hizo ninguna pregunta, siquiera hizo un intento de iniciar diálogo, cuando ambas miradas se encontraron Aiko fue testigo de las facciones suaves y una mirada con un sentimiento que no pudo explicar, se sintió desnuda y vulnerable frente a la mirada rubí del dragón, pero su vulnerabilidad no estaba siendo visto por ese hombre como algo malo, sintió como el nudo en su garganta volvía para romperse frente a él.

Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas sin aviso alguno, sin palabras previas ni charlas sinceras, sucumbió al llanto como si ese momento de quietud fuese lo único que necesitaba para finalmente llorar.

Katsuki solo la podía observar, ¿qué podría entender de su dolor más que unos ojos que gritaban mil sentimientos? Era la tercera vez que era testigo de cómo esa alma liberaba su dolor por medio del llanto y esa vez no quería quedarse de brazos cruzados, pero él no era un hombre de palabras, con un simple movimiento de su mano, deslizó sus dedos desde sus mejillas hasta su nuca, apoyando su rostro en su pecho y quedando inmóvil. Sintió como las manos de Aiko tomaban su camisa con fuerza mientras hipaba presa de los sollozos que con todas sus fuerzas trataba de reprimir inútilmente.

Solo pudo pensar en cuan dolorosa habría sido esa charla, no pediría detalles, el estado emocionalmente delicado de ese momento confirmó sus sospechas. Sólo esperaba que a ningún ser vivo se le ocurriera cruzar por esa puerta, el sentimiento que las lágrimas de Aiko estaban causando en su ser era un fuego en su garganta que juraba podría escupir a cualquiera que se atreviera a interrumpir su pesar. No le hizo falta más motivos para saber que si en algún día futuro ella pedía explícitamente que asesinara al anterior Príncipe Heredero para quitarse ese dolor, Katsuki Bakugou sería capaz de convertirse en la muerte misma con tal de sanar su cicatrizado corazón.

Para su desgracia, ya era demasiado consciente de sus sentimientos como para dar vuelta atrás.

No contó cuanto tiempo transcurrió con ella entre sus brazos, pero solo dio un paso atrás cuando los dedos que tomaban con fuerza su camisa se aflojaron para pena suya, perdiendo completo contacto con Aiko. Apenada, ella refregó sus mejillas con su ropa, pidiendo disculpas una y otra vez por haberlo infortunado de tal manera. Katsuki ignoró sus disculpas, pasando de ella hasta el cuenco de agua a sus espaldas, donde tomó un paño húmedo.

  — Lávate el rostro.

No dijo más, extendió hasta ella el paño, pero al ver como las manos femeninas temblaban y como aún algunas lágrimas furtivas seguían descendiendo de sus orbes, se tomó el atrevimiento de hacerlo él mismo. Volvió a cortar la distancia que los separaba de una zancada, tomandola por el mentón y con delicadeza comenzó humedecer sus mejillas, no siendo agresivo con su piel. Aiko no dijo nada, fue refrescante sentir la humedad de algo frío, luego de haber intentado inútilmente secarse el rostro con su ropa y de haber sido tan agresiva, sentía la piel hinchada y enrojecida.

A Katsuki no parecía importarle que su ceño seguía tristemente fruncido ni que las manos de Aiko estaban apoyadas en sus antebrazos, en su único y débil intento de pedirle que no se rebajara de su rango de rey a hacer algo tan bajo como limpiar el rostro de una traidora. El rey no cedió su trabajo, de a pequeños toques iba humedeciendo la piel hinchada siendo demasiado consciente de los ojos que observaban casa facción de su rostro sin escrúpulos.
Cuando finalizó, paso la llena de su pulgar por su mejilla, comprobando finalmente que la hinchazón de sus mejillas y ojos había mejorado.

Con tranquilidad, la llevó hasta el hogar que mantenía cálido allí dentro, tomando asiento frente a ella mientras seguía con lo que estaba haciendo antes de que un impulso hiciera que la metiera para dentro de su improvisado dormitorio. La quemadura en su mano derecha prevalecía, era un tanto complicado de curar ya que era típicamente diestro, pero apenas era una quemadura de segundo grado, sería fácilmente desvanecida luego de visitar a algún curador.

  — Permitame.

Levantó la mirada al oír su voz suavizada, se puso de rodillas frente a sí, tomando delicadamente su mano y evaluando la herida, no notando la aceleración del pulso del monarca solo con un roce de su piel. Tomó lo necesario de entre las cosas que Katsuki tenía esparcidas por sobre el sofá, sin chistar ni cuestionar comenzó a curarlo, al igual que él había hecho con ella.
El silencio no fue incómodo, era agradable y cálido, las sobrevaloradas palabras no hacían falta para entender lo que el otro sentía. Aiko dio una larga inhalación antes de comenzar.

  — Yo... Le dije.

  — Sí, lo supuse— murmuró en respuesta—. ¿Qué planeas hacer? No creo que solo haya sido una charla sobre el pasado.

Aiko se detuvo un segundo, procesando la pregunta, parecía que con ese Dragón era imposible esconder cuál sería su próximo movimiento, siempre se le adelantaba.

  — Ahora que la situación está bajo control del Príncipe Shoto, podré dejar el relevo—  comentó bajo la atenta mirada rubí—. Necesito aprender a controlar el mana de mi sello, si continuo acumulando significa que seguiré siendo una útil bomba para Monoma y la Liga, no puedo permitirme seguir poniendo en peligro a Musutafu o Bishajin.

Katsuki permaneció en silencio unos segundos, parecía el unico nervioso de que sería lo próximo que saldría de sus labios mientras trataba de concentrarse, las manos de Aiko recorriendo su piel a medida desinfectaba lo estaban haciendo respirar profundo mientras trataba de prestar atención a todo lo que ella decía.

  — Planeo ir al Reino Rojo a hacer el reconocimiento, el príncipe Shoto ya sabe de esto, además necesito descubrir como controlar este poder, debe de quedar algo en esa desolada tierra que me indique como tener un familiar.

Sonaba decidida en lo que decía, sin levantar su atención de su trabajo, limpió con suavidad la piel quemada con un paño al igual que él había hecho, comenzando a lavar amablemente con agua fresca siendo delicada con cada movimiento de sus manos alrededor de su brazo. Terminó con prolijidad luego de aplicar un ungüento, mas su mente pareció irse a otro lado, divagando un poco.  

  — Necesito... Necesito dejar de ser débil.

Las palabras salieron con sinceridad de sus labios, había algo extraño en Katsuki que le hacía querer contarle todo lo que pasaba por su mente, hasta la más mínima cosa. El monarca respiró hondo, ella se iría otra vez, por cuarta vez. Miles de eventos pasaron por su mente, siempre era malo que ella se fuese, la primera vez había terminado en una ejecución, la segunda en la muerte de dos personas que quería y la tercera la terminó luchando en una batalla. Algo dentro de sí le dijo que evitase que eso volviera a suceder con todas sus fuerzas.

  — ¿Débil? No hay nada débil en ti.

Sus pensamientos y su boca no estaban de acuerdo ese día, su honestidad le jugó una mala pasada e inmediatamente su mano sana se dirigió a tapar su boca, no era momento para dejar salir su admiración. Sintió el suspiro de Aiko y bajó la mirada, apenas terminaba de curar su brazo y se quedó unos momentos mirando la piel herida, aún tocando con delicadeza sus manos.

  — No tendrías que estar peleando esta guerra si no fuera por culpa de mi debilidad— aseveró con firmeza, levantando la mirada para dar cara a Katsuki—. Si hubiese sido lo suficientemente fuerte, esa noche, en ese campamento, habría acabado con la Liga y no me hubiesen herido.

  — ¿Qué? No es un pasado que puedas cambiar, no tienes control sobre lo que hacen o dejan de hacer otras personas, deja de cargar innecesariamente tus hombros, Ángel— exclamó Katsuki, un poco enojado e incrédulo. No podía creer lo que sus oídos estaban escuchando.

  — No, todo esto fue desencadenado desde que fui a esa misión hace medio año, si hubiese matado a Touya en ese instante... Que tú y tu gente estén sufriendo es culpa mía.

Algo se zafó en la mente del monarca, a su cabeza vino la ocasión en la que ella había consolado su ser quitándole toda culpa y responsabilidad de la presunta muerte de Denki y Hanta, pero nunca habría imaginado que todo ese peso ella había decidido cargarlo.

  — La culpa no servirá de nada, no podrías haber adivinado todo lo que vendría después. No te vas a convertir en un monstruo solo por haber dudado, así que deja de decir tonterías.

Dijo, fuerte y claro, con la voz un poco grave por sus inútiles intentos de no sonar amenazador. Era malo consolado gente y era aún peor intentando hablar con delicadeza, pero por primera vez quiso hacer todo su esfuerzo.

  — Si tienes la oportunidad de hacerte más fuerte, hazlo, pero no mueras en el camino. Si no quisiste dar tu vida por Musutafu, tampoco la des por Bishajin, no quiero que los cimientos de mi paz sean construidos por tu tumba.

Los ojos de Aiko volvieron a hallar los suyos luego de que inútilmente Katsuki tratase de desviar la mirada lejos de ella, no sabía que podría decir a continuación si miraba fijo dentro de sus orbes a esa corta distancia. Las palabras salían de su boca, su filtro estaba completamente destrozado, su cerebro parecía adorar la idea de compartir hasta el último ápice de conocimiento que poseía con tal de que ella continuase mirándolo o tocando sus manos como en ese momento.

   — Y si quieres vivir, hazlo. Ten una familia, niños, compra dulces, baila en fiestas, haz pan. Nadie te puede culpar por querer disfrutar un poco de la paz que tú misma diste a muchas tierras.

Culminó su discurso, nervioso y a la vez hastiado, juraría que si existía alguien a quien golpear y que fuese responsable de que constantemente tuviera ese comportamiento de siempre llevarse todo lo negativo para ella, lo golpearía hasta cansarse.

  — ¿No me haría egoísta hacer eso?— preguntó con voz suave, a pesar de que ya no estaba dispuesta a morir por esa tierra, sentía extraño no dar tanto como lo había hecho en toda su adolescencia. Katsuki sonrió de medio lado.

  — Hagas lo que hagas, serás tachada de inmoral y egoísta, al menos hazlo por una razón buena para ti.

Las cejas de Aiko se alzaron en desconcierto por unos segundos, analizando lo que le había dicho el monarca. Negó con la cabeza un par de veces, recuperando un poco el buen humor y ofreciéndole una suave sonrisa a su acompañante.

  — Creo que estás en lo cierto una vez más, Su Majestad nunca deja de sorprenderme.

Al momento en que vio los labios de Aiko curvarse, pudo respirar. La siguió fiel con su mirada hasta que tomó lugar a un lado suyo, estando extremadamente cerca una vez más. Ella parecía cómoda con su contacto, le permitía tomarla de la mano, tocar su rostro e incluso su cabello, se sentía especial saber que hasta ese momento, nunca había visto nadie que ella le permitiera esa cercanía.

  — Su Majestad, ¿le importa si me quedo aquí? Afuera está muy bullicioso y cuando usted está cerca, siento que todo es más tranquilo— preguntó dudosa, sintiéndose tímida y mirando de reojo, evitando el contacto visual.

  — Con una condición— respondió Katsuki casi de inmediato, sin titubeos—. Deja que los curadores te sanen.

El impulso inmediato de replicar fue más veloz que Aiko, quien se detuvo apenas con la protesta en la lengua, echándose para atrás en el último segundo. Dio un suspiro largo, asintiendo a sus condiciones.

Había huido de Kaminari para hallar a alguien más exigente con su salud que su propio amigo.

***

👁️👁️
Buenas, ¿qué les pareció el capítulo?

Sorpresa, dos capítulos en un mes, espero sea el cumpleaños de alguien.

Gracias por leer!!!!

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