•38•
Nadie volvió a poner un pie dentro de esa tienda luego de que el soldado hubiese salido hacía cinco minutos, la energía que desprendía desde el exterior era incomoda, incluso cerrando los pulmones del último desgraciado que había tenido la responsabilidad de avisar a la Ex General y al Rey Dragón.
Cualquier indicio de movimiento dentro de la tienda se detuvo para quienes observaban desde fuera, el tiempo transcurría y ninguno de los dos parecía estar dispuesto a acatar las órdenes del Príncipe Heredero, los soldados se acobardaban apenas ponían un pie cerca de las lonas, la energía era capaz de poner a cualquiera de rodillas.
Aiko continuaba en el mismo lugar, sentada en su silla luego de degustar un delicioso desayuno, pero con Katsuki frente a sus ojos, dirigiéndole una mirada penetrante y calculadora, con sus brazos cruzados y recostado sobre la mesa, muy hundido en sus pensamientos. El ambiente se había vuelto raro desde que ese soldado había interrumpido el intento de Katsuki de hablar, el aire se tornó pesado, pero ninguno bajó la mirada.
— Deberíamos ir, Su Majestad.
No hubo respuesta, la fidelidad con la que miraba fijo dentro de sus iris era admirable, como si quisiera develar hasta el último secreto que su boca rosa pudiera guardar, manteniendose firme en su lugar y sobrepensando lo que quería preguntar.
Aiko soltó un suspiro, el tiempo no esperaría por ellos por más que pudieran mantenerse estáticos en sus posiciones durante horas, el deber llamaba y no era algo que pudieran ignorar. Ya había sentido las pisadas de múltiples soldados intentando volver a entrar en la tienda, entendía que la pesada presencia mágica de Katsuki se había vuelto más densa desde que se había disgustado por su verdadera misión.
Por otro lado, Katsuki se había hundido demasiado en sus propia cabeza, buscando que información más podría ser relevante en su investigación sobre la mujer frente a sus ojos, sentía que estaba perdiendo un detalle. No permitió que la idea de esa mujer tratando de asesinar a Kirishima lo envenenase, era algo a hacer en el peor de los casos y ella había aclarado que su objetivo era el Duque Giran y no su amigo dragón carmín.
Volvió a repasar toda la historia, desde el primer encuentro, los enfrentamientos, las inútiles despedidas, las veces que había rozado su piel, terminando con las imágenes de la batalla pasando como flashes frente a sus ojos, rememorando como el recuerdo del fuego azul le ponía la piel de gallina, pero peor aún, ese fuego azul que había puesto a Aiko de rodillas.
— Su Majestad, por más que me mire, eso no cambiará el pasado— decretó ignorante a lo que pudiese estar pasando por su cabeza, ya sintiéndose un poco cansada de la punzante presión mágica que ese hombre podía ejercer, un incómodo dolor se comenzaba a situar en sus hombros como si estuviera cargando dos troncos de árboles sobre ellos y una dolorosa punzada atravesaba su diafragma, comenzando a dificultar su respiración. Era algo bestial sin duda, digno de un rey, pero si se mantenía en ese lugar con Katsuki hundido en sus pensamientos y manteniendo una presión mágica tan sofocante, no podría asegurar el salir ilesa.
— Siento que hay algo más que quiero preguntarte— soltó finalmente volviendo al plano terrenal, disminuyendo la presión mágica y dejando a Aiko respirar.
— Por supuesto, ¿que desea saber?
Sin previo aviso, tomó su mano quemada, dejando ver la aún latente cicatriz de una dolorosa quemadura por acero incandescente, tirando de ella hasta obligarla a pararse de su asiento, no haciendo doler sus heridas como anteriormente. Confundida, siguió sus movimientos quedando ahora si cara a cara, con sus rostros nivelados y con el ceño fruncido del monarca como Juez. No apuró sus palabras, aguardó a que Katsuki finalmente dejase salir sus dudas, mientras más sincera fuese con él, estaba segura más percances se ahorraría en el futuro.
— El hombre que te hizo esto, ¿es el mismo que atravesó tu abdomen?— preguntó, manteniendo un tono de voz severo y la mandíbula apretada, hablando entre dientes.
Había llegado a esa conclusión uniendo sólo un par de puntos, sabía que esa persona pertenecía a la Liga ya que se había enfrentado a ellos en ese campamento y había resultado así de herida, no fue difícil suponer que, conociendo un poco más la personalidad de Aiko, las reacciones que había tenido frente a ese desconocido y toda la interacción, fuera la misma persona.
Aunque le faltaba el detalle más importante, Aiko no bajaba la guardia de forma tan excesiva con nadie, nunca lo había visto hasta la noche anterior con sí mismo o en el reencuentro con sus "amigos difuntos", ni siquiera las pequeñas sirvientas que estaban encantadas con la exgeneral se salvaban de su excesiva desconfianza. Debía de existir una persona importante para ella detrás de la máscara de la Liga.
Aiko no pudo esconder la sorpresa que le causó su pregunta, posó su mano libre sobre su abdomen, donde yacía la rugosa y blanca cicatriz de la espada de Dabi que casi le había costado la vida. Hizo un puño sobre la tela, estrujando sus ropas, atormentada un poco por los últimos eventos, pero no echándose atrás en su decisión de ser sincera.
— Si, Su Majestad, lo es— dio su respuesta con firmeza, sin bajar la mirada en ningún momento, siendo testigo de cómo los labios de Katsuki se apretaban en una fina línea.
— ¿Quién es?— volvió a preguntar, tratando de ahondar más, se había mantenido al margen del tema adivinando que para ella era delicado, pero no podía imaginar que haría si esa teoría tan descabellada que se le estaba cruzando por la cabeza terminaba siendo la verdad.
Aiko dio un paso atrás, dando la parte detrás de sus rodillas contra su asiento, sin poder romper el contacto visual y físico, su voz tembló al igual que sus manos. No podía decir que era cobardía lo que la inundaba, el pasado miserable que la respaldaba a veces hacía temblar sus piernas, y luego de la sobreestimulación que había padecido en esa guerra, no le extrañaba la reacción de su cuerpo.
— Él es... Dabi— murmuró, tratando de decir la verdad a medias.
Katsuki no desistió, aunque estuviese conteniendo sus manos y su agarre fuera lo único que la privaba de poder volver a caer sobre la silla, le dio un pequeño apretón, dando un paso al frente.
— ¿Quién es Dabi, Ángel? ¿Quién es ese maldito que puede hacerte temblar así? No imagino que un simple bandido sacado de una Liga de mierda pueda meterse debajo de tu piel de esa forma— volvió a preguntar, punteado cada mínima sílaba, sacando finalmente su preocupación. No quería adivinar cuál sería su respuesta, quería oírla de sus labios, si daba la casualidad de que existiera alguien que pudiese doblegarla de esa forma siendo un desconocido, estarían en problemas.
— Es... Es...— las palabras no lograban salir de su boca, su garganta se cerró a respuestas y de repente se encontró a la merced del pasado, y así mismo, del presente.
Katsuki se dio cuenta de lo que estaba haciendo, sabía que pedía demasiado pero necesitaba esa respuesta, no podía obtener un silencio o algo corto, su alma necesitaba oír eso, para buscar justificaciones, para seguir atesorando la imagen de la guerrera que había hecho que él mismo se pusiera de rodillas. No le cabía duda de que ese mercenario no era uno normal, ¿que tantos sentimientos podría tener Aiko por él?
— Dime su nombre... Por favor...
Se sorprendió hallándose a sí mismo suplicando, su orgullo gritaba y maldecia mil infiernos sólo por dos palabras, su voz saliendo traicionera como un murmuro le jugó la verdadera contra en ese juego donde parecía tenía todas las de ir perdiendo.
— Touya.
Soltó repentinamente, como un disparo sin olor a pólvora, el nombre familiarizado con esos labios y con esa voz dejó un silencio entre ambos luego de aparecer.
— Ángel...
Trató de llevarle la contra, de decirle que ese no era momento de bromear, pero Aiko había separado su mirada de la suya y tenía sus ojos clavados en el suelo, sus manos temblaban como si tan solo ese simple nombre hubiera envenenado su cuerpo. Finalmente cedieron sus rodillas a la gravedad y Katsuki le permitió tomar asiento.
Katsuki no lograba encontrar las palabras, se sentía abrumado por la información, él había insistido con todas sus fuerzas pero no se terminaba de creer la verdad. Se debatía sobre que debería decirle, si darle su pésame o hacerle preguntas, pero la mujer frente a sí, que no había temblado ni de cara a la muerte, tiritaba como un animal con frío.
Optó por permanecer en silencio, cualquier cosa dicha sin pensar podría afectarla aún más o peor, generar una situación donde ella terminase en contra suya. No sabía exactamente cuánto tiempo había pasado desde que habían sido convocados, pero estaba seguro de que ya estaban llegando demasiado tarde.
Aiko por su lado, trataba de controlar el desorden de emociones que estaba experimentando, los últimos seis meses habían sido un desastre para ella y para sus sentimientos, tanto que estaba aprendiendo desde cero como regularse.
— ¿Cree usted que sea bueno ocultarle esto a Su Alteza Shoto?— preguntó con la voz trémula, un poco dudosa de cómo proceder.
Katsuki suspiró, podía adivinar sus razones para guardarse aquello para si misma, pero la situación ameritaba diferentes acciones a las que ella tuvo que tomar con anterioridad.
— Él tiene derecho a saber que su hermano sigue con vida, no puedes privarlo de eso, Ángel, por más que sea un loco enfermo.
Sus palabras sonaron anormales, Katsuki no era del tipo de dar consejos y aún así, sus palabras no estaban equivocadas. Aiko dio una profunda bocanada, calmando los latidos de su corazón y finalmente volviendo a encontrar los orbes carmines del Rey, quienes la observaban con suavidad, pendientes a cualquier mínimo movimiento.
— Debes dejar que él decida que hacer, no trates de proteger con mentiras a un hombre adulto— volvió a hablar con su voz típicamente grave y ronca, ofreciendo su mano como escolta para finalmente ir a la Asamblea juntos—. Ya no es tu trabajo protegerlo, él seguramente entenderá tu posición.
La mujer miró desde su mano hasta la expresión estoica en el rostro del varón, no estaba enojado y alerta, ofrecía su palma con sus hombros destensados, en total naturalidad. Deslizó sus dedos desde las yemas ásperas que le eran ofrecidas hasta la cálida palma, irguiendo su postura y poniéndose de pie.
— La sabiduría de Su Majestad es abrumadora en ocasiones.
Katsuki la miró alzando una ceja, había conseguido con éxito deshacerse de la expresión afligida que curvaba su ceño y endurecía la comisura de su boca. Miró a la salida, indicándole a Aiko de volver a usar su abrigo.
— Mi sabiduría se llama sentido común.
El comentario que hubiese sonado totalmente ofensivo a oídos de otros, al principio provocó una expresión desconcertada en Aiko, quien tuvo que voltear a verlo para confirmar las intenciones de sus palabras. Apenas lo vio, rio entredientes entornando sus ojos, tapándose la boca con un brazo.
— Sí, a veces se me olvida que también debería tener algo de eso.
Katsuki sonrió de medio lado, era extraño conseguir a alguien que entendiera su escaso sentido del humor. Apenas quito los ojos de ella, sintió como volvía a entrelazar sus dedos y alzaba ambas manos, dándole un apretón.
— Creo que ya esperaron lo suficiente.
Salieron de la tienda, no sin antes Katsuki asesinar con la mirada a cada persona que se atreviese abrir la boca en su presencia de camino a su destino.
...
A medida que avanzaban, más caras nuevas iba descubriendo Aiko. Sabía que desde que la habían declarado traidora de Musutafu se habían reabierto las puertas del ejército, por lo que habían soldados con los que aún no se encontraba familiarizada, incluso después de haber tratado de reconocer los más posibles en la semana que casi se había llevado a cabo su ejecución en esa plaza. Katsuki caminaba a su lado, erguido con orgullo y obteniendo el respeto merecido a medida iba avanzando, todos lo saludaban de forma formal, dedicándole pronunciadas reverencias dentro de lo posible. Aun podían oler el hedor a alcohol salir de sus bocas.
— ¡Aiko-chan! ¿Pudiste descansar?— la voz cariñosa de Denki rompió con cualquier formalidad que pudiese haber, sacándole una sonrisa.
Llegaron ambos a donde se encontraban aún reunidos fuera algunos de los miembros convocados a la Asamblea: Denki Kaminari, Izuku Midoriya, Ochako Uraraka y otra cuarta presencia de la que aún no tenía conocimiento, era un hombre bajo con un extraño corte de cabello.
— Sí, Denki, tuve buen sueño gracias a ustedes y a Su Majestad.
Las miradas inmediatamente se dirigieron a Katsuki, quien con su ceño malhumorado miraba alrededor en busca de algo que seguramente no encontraría. Ignorando los ojos sobre él, tomó rumbo hasta su amigo Izuku quien creía saber que había sucedido.
En cambio, Aiko y Ochako se sonrieron de oreja a oreja, siendo la brujita quien dio el paso a darle un profuso abrazo, clavando el rostro en el pecho de la exgeneral.
Aunque no habían tenido muchas oportunidades de hablar mucho, el afecto se mantenía intacto, para Aiko la brujita era como un linda hermana pequeña de mejillas regordeta y sonrisa dulce, con un tono de voz suave y con unas palabras capaces de tocarte el corazón.
— ¡Aiko-San! Estoy tan feliz de verte nuevamente— exclamó, rodeando con fuerza su cintura, sin saber de las heridas debajo de la ropa.
La fémina palmeó un par de veces sus cabellos castaños, tratando de que suavizara su agarre, optó por no decirle nada ya que lucía demasiado emocionada de verla. El carraspeo de Katsuki llamó la atención de Ochako, quien miró por sobre el hombro de la general, aún abrazándola por su cintura.
— Oh, Su Majestad Katsuki, usted también estaba aquí— dijo, burlona y con una sonrisa divertida. Izuku le había contado hasta el último detalle de todo lo que había visto y deducido y no parecía haberse equivocado, el tic nervioso en el ojo del monarca al darse cuenta de que lo estaba molestando le confirmaban tanto a Ochako como Izuku sus sospechas.
Katsuki caminó a paso firme hasta la general, tomando la mano de Uraraka y separando a ambas, dando por terminado el abrazo. Se fijó en Aiko y como sus ceño levemente curvado había desaparecido.
Una vena de enojo se hinchó en la frente de Ochako, pero Katsuki con su natural semblante serio y cejas fruncidas, no la dejó hablar.
— Tiene heridas de flecha, no la estrujes, cara redonda.
Fue lo único que dijo antes de dirigirse a Deku e ignorar a todos los demás. Todos quedaron en silencio, incluso Izuku no supo cómo reaccionar a la situación y Denki soltó una carcajada, caminando los pocos metros que lo separaban de Aiko.
— Al final conseguiste que solo curasen tus manos— soltó un profundo suspiro, resignado—. Si que eres terca, Aiko-chan.
— No te preocupes, Denki, con todos los heridos que hubo seguramente estén agotados los curadores— sus palabras fueron reconfortantes, aunque no lograrían que ni Ochako ni Denki se olvidasen de que había huido a drede de los curadores.
Se dirigieron finalmente a la tienda donde se daría lugar al Consejo de Guerra. Shoto Todoroki estaba sentado en una glamurosa y tallada silla de madera que destacaba del resto, frente a una mesa redonda de madera donde varios de los convocados ya iban ocupando sus lugares.
Cuando los ojos del príncipe la encontraron, inmediatamente se levantó de su silla caminando hasta ella, obligando a los Generales y demás soldados a levantarse también en señal de respeto.
— Aiko, es un alivio— dijo Shoto con un tono de voz calmo, tomando las manos de la exgeneral entre las suyas frente a todas las miradas—. Estuvimos esperando por ti.
El rostro de la fémina no parecía incómodo en lo absoluto con el contacto, pero si con la informalidad del príncipe. Separó sus manos, tomando un poco de distancia e hizo una leve reverencia, dejando confundido al varón.
— Su Alteza, Príncipe Shoto, Aiko Himura lo saluda oficialmente— habló casi mecánicamente, manteniendo una expresión estoica y firme frente a él.
Katsuki se dio cuenta de inmediato de que Aiko parecía tener automatizado el respeto y la formalidad con el príncipe. Shoto, por otro lado, lucía un poco conmocionado, esperaba que con todo lo que había oído que ella cambió, por lo menos sus viejas costumbres no saldrían a flote, se notaba como sus hombros se habían caído y casi con pena, volvió a su asiento, sabiendo que ella no se sentaría a menos que él lo hiciese primero, como lo indicaba la etiqueta de Musutafu.
— Por favor, toma lugar— pidió suavemente, a lo que Aiko acató, tomando el asiento libre entre Shota Aizawa y Tenya Iida y quedando cara a cara con Katsuki Bakugo. El primer general fue quien comenzó con las explicaciones, desplegando un mapa con tantos dibujos como dobleces en su longitud, ocupando inmediatamente todo el centro de la mesa. Tenya comenzó con una explicación fácil y simple de la situación actual, poniendo al tanto a Ochako e Izuku quienes no se suponían tenían conocimiento previo de lo que sucedía. La voz monótona del Primer General hizo bostezar a Katsuki, quien no fue pasado desapercibido por el recto duque, quien le dedicó una mirada filosa antes de continuar con su cháchara.
— Aunque mantuvieramos las tropas de esta manera, aún así no sería sencillo para nosotros lidiar con Monoma, su alianza con la Liga complicó las cosas de forma abrupta, pudimos recolectar muy poca información sobre los miembros, estuvieron inactivos durante años hasta ahora, la noticia de que All Might falleció ya comenzó a extenderse.
Oyendo en silencio, Aiko mantenía su atención en un punto fijo en el mapa. El palacio de Musutafu seguía en poder de Neito Monoma, al igual que el palacio de la reina, aunque se había enterado que los únicos miembros de la familia real que aún pertenecían bajo el poder de Monoma eran Enji Todoroki y Reí Todoroki. Supuso que lo mejor que podían hacer era utilizarlos de rehenes, ambos permanecían convalecientes en sus respectivos palacios, no habría mucho provecho más allá de la extorsión.
— Ya descubrimos que la influencia que Monoma tiene sobre el palacio estaba relacionada de alguna forma con Shinsou Hitoshi, aún no conocemos de nadie que sea capaz de replicar la magia, por lo que tal vez Monoma Neito este relacionado con All for One— dictaminó el Primer General. Algunos suspiros ahogados de sorpresa y terror se oyeron a lo largo de la mesa, los únicos que no parecían sorprendidos en lo absoluto eran Katsuki, Izuku y Aiko, pero no interrumpieron la exposición de conjeturas a las que habían llegado.— Fuimos produciendo bajas en cuanto a materiales para Monoma, no le será sencillo lidiar con nosotros con tantas bajas en materiales.
Katsuki prestaba atención a todo en silencio, Tenya Iida estaba llevando a cabo y explicando el plan que Aiko le había dicho haría hace algunas semanas ella sola, suponía se había adelantado un poco a la milicia de Musutafu.
El primer general siguió con su cátedra, siendo ayudado de vez en cuando por los aportes de Shota Aizawa, dos tediosas horas pasaron para todos los presentes muy lentamente, aunque las explicaciones del Duque Iida eran detalladas, no eran tan concisas, se tomó su tiempo en explicar cada mínimo punto para que no hubiesen dudas luego. Aiko por primera vez en su vida fue contagiada por los bostezos de Katsuki, aunque su mente seguía a su máxima potencia y continuaba procesando todo lo que Iida decía y explicaba, sus ojos comenzaron a cerrarse. El desayuno había sido hacía algunas horas y con las heridas de su cuerpo, comenzaba a añorar poder tener un buen almuerzo y que se le brindase el beneficio de poder tomar una siesta antes de seguir cada quien por su camino.
Tenya culminó las explicaciones, dándose cuenta de que su público cabeceaba del sueño, algunos siendo más disimulados que otros.
— Espero sus aportes— dijo, aclarando su garganta en un intento de despertar un poco a su público. Katsuki Bakugo había utilizado todas sus fuerzas en no caer dormido, a diferencia de Denki Kaminari que se encontraba de brazos cruzados y recostado cómodamente en su asiento, durmiendo profundamente desde el inicio de la Asamblea.
— No estoy segura exista tal cosa como una afiliación a All for One en Neito Monoma; está claro que tiene aliados por fuera de la liga, pero no afirmaría de alguna familiaridad entre él y AFO— comentó ésta vez Aiko, siendo de las más lúcidas de los presentes y con su voz despertando a Denki, quien se irguió en su asiento fingiendo haber oído toda la conversación—. Neito es un arcano, ya lo he comprobado, su característica de poder obtener naturalezas mágicas ajenas viene de un raro contrato familiar con un Cambiaformas, pero él no es capaz de copiar apariencias físicas.
La mujer se levantó de su silla, tomando el lugar que Iida había ocupado las dos últimas horas, palmeando el hombro del Primer General, poniendo su foco de atención al gran mapa sobre la mesa que aún no había sido revisado. Casi abruptamente todos se enderezaron en sus sillas, comenzando a prestar verdadera atención al tema, ganándose todos y cada uno el ceño fruncido del Duque.
— Extender nuestras tropas es tonto, el hecho de separar nuestras fuerzas le daría oportunidad a la Liga de poder doblegarnos, no conocemos aún todos sus ases bajo la manga, recomiendo aguardar y observar— dirigió su dedo a la única brecha de llanura entre la cadena montañosa de Musutafu y Bishajin, comenzando a marcar a todo al rededor del mapa diversos puntos dentro del reino—. El punto más sensible es aquí, he marcado todas las zonas donde el Primer General ha mencionado la Resistencia no tiene poder, me gustaría que fuésemos evaluando uno por uno para saber como proceder.
La Asamblea prosiguió con fluidez, con Aiko oyendo atentamente los reportes, sugiriendo y anotando en un papel de forma rápida, casi sin mirar a su mano escribir por prestar atención a su alrededor. Dos horas más continuaron, está vez con más dinamismo, sin la necesidad de los extranjeros de intervenir, en un punto Aiko se hizo a un lado cuando las labores de Primer General se mostraron, dando paso a Iida para continuar. Ese lugar ya no le pertenecía a ella, no tenía ningún derecho de interponerse entre Tenya y lo que debía hacer.
— Sería bueno contar con la ayuda de Su Majestad Katsuki Bakugo si se trata de evacuar civiles, en Musutafu no podemos asegurar que estén protegidos— acotó Momo Yaoyorozu, cuidadosa de sus palabras. Sin embargo, aunque todos giraron al Rey, él sólo estaba fijo en un objetivo.
Los orbes verdes se alzaron hasta su dirección, olvidando por un segundo el mapa y las tácticas, frunciendo el ceño ante el pedido de la futura Duquesa. Una petición complicada, la gente de Bishajin era susceptible y delicada, generaría problemas y sobretodo, algo que había notado, Katsuki tenía un profundo desprecio a los humanos. Podía no notarse en ese momento, en medio de una asamblea rodeado principalmente de la raza objeto de su ira, había que tener un poco más de ojo.
Katsuki hizo un movimiento leve de cabeza, dando una señal física de que esperaba su opinión, ignorando por completo a los demás.
— Yaoyorozu-san, los peligros de Bishajin son inmensos para simples humanos— expresó finalmente Aiko, leyendo las expresiones del rey—. Y si quisiéramos llevarlos a la ciudad, los ciudadanos son reacios a cualquier contacto... La historia hace más complicada cualquier interacción.
Katsuki Bakugo destensó los músculos de su rostro por primera vez en la Asamblea, estirando sus brazos hasta apoyar sus palmas en la mesa.
— Bishajin está resguardado ahora mismo, los ciudadanos fueron puesto fuera de peligro y los pueblos están vacíos en sus mayoría— dijo en voz clara, apuntando en el mapa las zonas sin marcar de su reino, alegando a las zonas de pueblos—. Al no estar mi gente, la exposición a bestias y monstruos del territorio que sólo son limitados por ellos se torna mortal, los saben controlar para que sus vidas no corran peligro y ellos ya no están. Bishajin no es viable para vidas humanas.
— ¿Qué tal el territorio de Arthinea? Esta deshabitado desde hace años, los arcanos no vuelven a su tierra natal por miedo a que los vuelvan a capturar.
Izuku Midoriya fue el de la idea, apuntando en el mapa la enorme isla apartada en el sur del continente y que había conformado un poderoso reino algunas décadas atrás, lo que otrora habría sido la tierra natal de la exgeneral. Deku miró a su pareja, Ochako, para luego dirigirse a la fémina rubia frente a sus narices, no parecía conmocionada por la idea y lucía como si estuviese considerando la opción.
— Es buena idea, aunque arriesgado, ¿qué tal enviar algún tipo de reconocimiento de terreno? Buscar alguna llanura o ruinas que no sean inestables podría ser suficiente para alzar un campamento— habló finalmente Aiko, rompiendo con la tensión y dirigiendo su vista a Shoto—. Su Alteza, la tesorería de Musutafu debería de poseer algún mapa antiguo de Arthinea, eso sería de ayuda en la exploración.
— Sí, lo tengo en mi poder, pero bien sabes que Arthinea no está muy alejado de peligrosidad de Bishajin— dictaminó luego de dar la orden de que le trajesen el mapa—. Los Cambiaformas tan solo son autóctonos de Arthinea, las Hidras, las esfinges, sirenas, sirenas de bosque, minotauros, no es exagerado decir que debe ser igual o más peligroso.
— Es cierto, el trayecto hasta Arthinea por barco es peligroso de por sí, ahora que ya no existe el sello de Bahamut, los monstruos marinos no dejan de azotar las costas y alrededores— murmuró Ochako, fijándose en Aiko e Izuku. Las campanadas que indicaban la hora de comer sonaron, haciendo que Denki se levantase de su silla.
— ¡Que buena asamblea! Ahora, si me disculpan, vamos a ir todos a comer algo o moriré de hambre.
Fueron todos levantándose de sus sillas luego de que Shoto diera el visto bueno, siendo la ultima en levantarse Aiko, quien esperó a que el príncipe se irguiera de su asiento.
Katsuki siguió cada uno de sus movimientos, inconscientemente la estaba esperando para salir, pero Aiko se detuvo a hablar con el Príncipe Heredero, por lo que decidió salir. Iría a hacer algo productivo, a él no le incumbía lo que ella iba a decirle, aunque ya sabía. El secreto de que Touya Todoroki seguía con vida había sido ocultado por mucho tiempo.
***
Buenas, buenas, ¿cómo están?
Tiempo sin leernos.
Encontré un tiktok que me hizo muy feliz, de una creadora de contenido en tiktok recomendando dominio de bestia, esta en mi perfil si lo quieren ver jjsjsja
Ignoro el manga para mantener mi estabilidad emocional.
¿Qué les pareció el capítulo?
Gracias por leer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro