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Seguía sin poder asimilar del todo lo que había pasado, miraba algo aturdido al campamento frente a sus narices que si no fuese por las antorchas, habría sido engullido por la noche. A lo lejos podía oír los aún perseverantes cánticos de victoria tanto de su gente como de los humanos.
Estaba justo frente a la entrada de la tienda de la exgeneral y como Katsuki había dicho, no había una sola alma pululando por los alrededore, las tiendas aledañas parecían haber sido vaciadas y Aiko había dormido largo y tendido sin interrupciones, eso le sumaría días de vida a Denki Kaminari.
Los únicos que sentía cerca era a Deku y Ochako Uraraka, la brujita se había tomado su tiempo curando a los heridos en la capital para llegar luego hasta allí, pero ambos eran demasiado respetuosos con Aiko y sabrían que necesitaba descansar.
El frío habría congelado hasta sus huesos si no fuera por su capa y su raza, aunque del lado de Musutafu no hacía tanto frío como en Bishajin. Calculó que serían como las tres de la madrugada, él había caído dormido a eso de las once de la noche y Aiko a eso de las doce del mediodía del día anterior. Nadie podía negar que merecía ese descanso.
— La luna está hermosa, ¿no cree?
Fue lo primero que dijo Aiko en cuanto salió de la tienda, con una abrigo de lana por debajo de una pesada capa de piel, seguido de una bufanda al rededor de su cuello.
Katsuki solo pudo notar su rostro rojo de haber estado en un ambiente tan cálido y luego salir fuera con ese frío, esperaba que no se enfermara.
Dirigió su atención al cielo, justo como ella había mencionado, una hermosa luna llena resplandecía en la noche iluminando gentilmente la oscuridad. Las estrellas igual brillaban, dando una espectacular vista de un cielo sin nubes.
— Sí, es una buena noche.
Sin mediar más palabras, comenzaron a caminar sin rumbo fijo, aunque eso creía Aiko.
Katsuki sabía a dónde se dirigían, a esas horas de la noche no quería que se cruzara con Shoto Todoroki, Tenya Iida ni mucho menos con Shota Aizawa, intuía que los tres la aturdirían a preguntas sobre toda la información que había recolectado a lo largo de su misión y en encuentros anteriores. No quería eso, por un rato, al menos hasta el amanecer, pretendía hacerle un favor y alejar a todos los perros de Todoroki que pudieran siquiera mencionar tácticas de guerra frente a la exgeneral.
Supuso que era su forma de redimirse ante ella, nunca había pasado por alto como veía desde el balcón del castillo al pueblo, los festejos eran fácilmente visibles desde aquella posición.
A medida se iban acercando al campamento, la música y las risas eran difíciles de ignorar, se había improvisado una pista de baile mientras que unos enérgicos soldados tocaban el violin, la flauta y violonchelo, generando un ritmo pegajoso mientras que algunos cantaban la letra.
Enseguida vio toda la celebración, Aiko giró a Katsuki quien desvío la mirada, esperando que no descubriera su intención.
— Los soldados están muy felices de haber ganado— le gritó por sobre la música y con una sonrisa de alegría, era bueno saber que el ejército mantenía una buena moral.
Se mantuvieron al margen, mirando como los hombres y mujeres, soldados, arqueros, cocineros e incluso herreros, bailaban al son de la música con una danza bastante simple pero divertida, que tenía a todo el mundo con una sonrisa en su rostro, Aiko no era la excepción.
Una mujer de cabello verde oscuro que muy notablemente era una ciudadana de Bishajin, se acercó hasta Katsuki, tomando su brazo y arrastrandolo para unirlo a la celebración. El monarca buscó los ojos de Aiko mientras era arrastrado, esperando algún tipo de desaprobación o mal humor, pero lo incitó a que siguiera la corriente y se divirtiera por un rato, hizo el intento de volver a ella para arrastrarla a la ronda de baile, pero las parejas ya formadas se interpusieron en su camino y fue nuevamente encerrado en el círculo.
La atención de Aiko siguió al Dragón, sus movimientos eran ágiles y pulidos, no era de extrañar que fuese un gran bailarín y que en un minuto ya hubiese tomado el ritmo siguiendo lo que los demás hacían, aunque aún no sacaba esa cara de malhumorado. Tenía la corazonada de que por más que él estuviera molesto de tener que bailar, no iba a arruinarle la fiesta a nadie, sería solo una noche para dejar toda diferencia de lado.
Terminó la canción y Katsuki por fin logró zafarse de las garras de las féminas y los soldados que lo admiraban, mientras que Aiko simplemente permanecía en un asiento cruzada de brazos, en un intento de mantener el calor de su cuerpo.
— Su Majestad es increíblemente talentoso con el baile, ¿disfrutó de la canción?— preguntó, mirando fijo al monarca con una expresión suave, esperando cual sería su respuesta. Pero el silencio colmó de parte del contrario provocando un cambio del semblante de la exgeneral—. ¿Su Majestad...?
Fue en ese momento en el que se percató de cómo una mano de él estaba siendo extendida en su dirección, esperando que fuera aceptada, mientras que otra mano estaba detrás de su espalda y su cuerpo estaba inclinado en su dirección, poniendo sus rostros a la misma altura.
— Oh, no... No soy muy buena bailando, no deseo arruinar la velada y-
Sus palabras fueron cortadas en el momento en que el rey tomó su mano a pesar de su negativa, alzando la mirada y aún con su otra mano detrás de su espalda. Katsuki fue suave con ella, tomándola con la delicadeza que se le daría a la flor más frágil, deslizando sus dedos por la piel de su palma hasta llamar su atención.
— No tienes que saber bailar, yo me haré cargo.
El rostro serio del varón y el calor que comenzó a trasmitirle su tacto le impidieron negarse por mucho tiempo más.
Katsuki entrelazó sus dedos justo cuando la próxima canción estaba por comenzar, llevándola consigo a la ronda donde las parejas lentamente iban ocupando algún puesto, preparándose para la próxima canción que iría a sonar. Puso una mano de Aiko en su hombro derecho a la par que su mano derecha la tomaba por la cintura, manteniendo sus cuerpos cerca, e irguió sus manos entrelazadas hasta la altura de sus hombros, quedando cara a cara en esa posición de baile.
— No sé si podré, no quiero pisarlo...— susurró un poco avergonzada, no es que fuera un completo desastre en el baile, sabía lo básico de danzas de salón que normalmente se bailaban en los banquetes que daba la Familia Imperial de Musutafu, pero ya hacía tiempo de haber bailado en un salón y supuso que no sería lo mismo.
Comenzó la música y Aiko tomó con fuerza la mano de Katsuki, mirando sus pies y tratando de seguir sus pasos. En una vuelta, donde ella debía girar y volver con su pareja, él la sostuvo más cerca de su cuerpo, no dejando separación e impidiendo que ella se centrara en sus zapatos.
— Ángel, nadie presta atención a tus pasos, yo seré el guía— susurró en su oído, ignorando la fuerza de agarre que del nerviosismo la exgeneral estaba poniendo sobre su mano izquierda—. Diviértete, aquí no hay aristócratas que vayan a criticar si pisas mis pies.
Trató de hacerle caso, un poco temerosa de lo que podría salir mal. Los pasos parecieron coordinar luego de que sin querer pisara a Katsuki unas reiteradas veces, y a medida que iba entendiendo como era y la música subía su ritmo, sus temores disminuían y aflojaba el agarre en la mano de su acompañante, relajanda y dejándose llevar.
La letra era pegadiza y repetitiva, ambos se hallaron cantando al son, mientras daban saltos entre risas y eran animados por los aplausos de quienes no bailaban, girando y riendo.
Katsuki observó a la mujer entre sus manos y admitió para sí cuán hermosa se veía, riendo y con el cabello alborotado de los giros de la coreografía que se habían inventado, saltando y con sus dedos enlazados, dándole una calidez a su piel que sólo ella parecía brindarle. Se halló a sí mismo sonriendo, soltando carcajadas cuando Aiko parecía tropezar y era él lo único que evitaba que cayera al suelo, parecía que en el mundo sólo estaban ellos dos, sin interrupciones, y no quería saber que sería lo próximo a ocurrir a ese momento.
...
Denki Kaminari y Hanta Sero tuvieron que ver dos veces hacia la ronda de baile, no supieron si fue todo el ron que estaba en sus sistemas o los veinte metros de distancia entre ellos y los festejos, pero casi desearon haber visto mal.
— Oye, ¿ese no es...?— murmuró Kaminari a su amigo, deseando tener su otro ojo para confirmar lo que estaba mirando.
— Sí, ¿y esa no es...?— respondió de igual forma Sero, arrepentido de haber terminado con un galón entero de alcohol y sin poder estar concentrado en el nuevo tema de interés de la noche.
— Sí...
El silencio se situó entre ambos, quieren observaron con súbita seriedad el panorama, cruzando sus brazos.
Hanta comenzó a pensar, Katsuki y Aiko habrían tenido mucho tiempo para pasar juntos desde la primera vez que se habían conocido hasta cuando ellos casi murieron a manos del ejército. Ni en sus más locos sueños habría esperado que Bakugo mirara con tal anhelo a nadie.
Cruzaron miradas, casi que leyendo los pensamientos de su amigo. Hicieron un pacto silencioso en lo que volvieron a servirse otro jarrón de ahora cerveza, el ron no había dado a basto para esos dos. No hablarían de la deducción a la que habían llegado ambos sin excepción, Kaminari no se atrevería a abrir la boca por el miedo de enfadar a Katsuki y Sero por el miedo de poder enfadar a Aiko, sea quien fuese, enojar a alguno de ese dúo era una idea suicida.
Cuando Kaminari estuvo a punto de dar un profundo sorbo a su cerveza, su jarra le fue arrebatada, en una profunda queja y dispuesto a golpear a quien le había quitado su alcohol justo antes de que pudiese degustarlo, tuvo que parar sus acciones al hallar a un lado suyo al Príncipe Heredero de Musutafu.
Shoto miraba muy fijamente lo que ambos soldados antes ya se habían percatado, tomó un profundo trago y devolvió a Kaminari la jarra, no despegando sus orbes del panorama.
No pudo permitirse ir a hablar con ella y romper su momento, Aiko bailaba entre los brazos de Katsuki, siendo sostenida por él y sonreía, soltado risas a medida avanzaba el baile y cambiaban de canción. No supo cuánto tiempo estuvo mirando ni contó cuántas canciones bailaron esos dos, observó todo de forma silenciosa, tomando un lugar entre los dos soldados y uniéndose a la ronda de alcohol.
— Príncipe, ¿sucede algo...?— se atrevió a preguntar Hanta al ver el rostro estoico que se traía Shoto.
— No, es que... No puedo recordar cuando fue la última vez que vi sonreír así a Aiko.
El comentario, dicho con una inquietante tranquilidad, hizo que los tres prestasen más atención, buscando simultáneamente recuerdos donde la hubiesen visto tan radiante, despreocupada y con la guardia tan baja que ni siquiera traía a Takeshi encima.
Los tres se deprimieron, pensando en que sucedería a partir de ese punto.
— No puedo vivir sabiendo que ese dragón tosco y amargado hizo reír a mi adorada Aiko-chan— susurró Denki, hundiéndose en su jarra de cerveza.
— Sí, es que a Aiko-chan no le gustan tus chistes de mierda, se reía por compromiso— contestó Hanta como si fuese una obviedad. Kaminari dio un respingo, indignado por lo que su amigo le acababa de decir.
— Cállate, Aiko-chan nunca haría eso.
Entre las peleas que los soldados estaban librando, Shoto se perdió un poco en sus pensamientos. Kaminari y Sero le habían informado el reaccionar de su ex primer general luego de encontrar que seguían con vida, esperaba que simplemente estuviera feliz de que no murieran, pero que se largarse a llorar parecía algo muy atípico que de Aiko que había dejado Musutafu hacía medio año.
Dedujo con un poco de tristeza que no la conocía tan bien como habría creído, pero a pesar de todo lo malo, si Aiko podía volver a sonreír así, como solo reía cuando Touya seguía con vida, todo el sufrimiento valdría un poco la pena.
***
Messiento soft.
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¡Gracias por leer!
(No olviden que en tiktok con el user _Nynia._ subo videos de Dominio de Bestia cada tanto jajsjasja)
Besitos
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