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•30•


  — ¿Ángel...?

...

Sintió como su boca se secó, entendiendo que era lo que Deku le había querido decir. Apretó sus puños, lo que menos hubiera querido era verla en medio del campo de batalla luego de todo lo que había pasado, pero Aiko continuaba avanzando sin ningún remordimiento sobre los arqueros y eso no era una oportunidad que planeara desperdiciar.
No le gustaba la mirada en su rostro, tan sólo un vistazo a esos ojos inyectados en sangre le ponían los pelos de punta y le daba mal sabor de boca. La presencia que emanaba no era la de serenidad y mesura que solía poseer y en aquellos ojos verdes que lo habían mirado con dulzura, no cabía nada más que ira pura.

Sus manos temblaban, la idea loca de haber producido esa explosión para desviar los proyectiles estaba repercutiendo en un profundo dolor en sus manos y antebrazos, no acostumbraba a utilizar su magia cuando se trataba de guerra, su rango tan extenso era peligroso para sus aliados y sólo la acostumbraba para defender la vanguardia y romper líneas enemigas.
En ese momento no pudo parar a quejarse, Deku se levantó al igual que él y como si hubieses leído los pensamientos del otro cubrieron a Aiko de los soldados que venían a derribarla intentando proteger a sus arqueros, pero fue inútil. Parecían estar los tres conectados en ese momento, en medio de la batalla; ella siguió avanzando causando bajas en los arqueros como si supiera que Deku y él estarían para cubrirle la espalda.

La cara de Monoma se transformó instantáneamente, sabía que la había hecho enfurecer y entre sus predicciones se hallaba el encontrarla en un campo de batalla totalmente furiosa buscando su cabeza, pero no esperaba que el Monarca de Bishajin fuera a respaldarla. Desde que se habían emitido los cargos en aquella plaza de ejecución, el nombre Aiko Himura se había convertido en una amenaza para el Reino Dragón, el intentar aliarse o ayudarla significaba que una guerra estallara pronto. Y así había sucedido. Aunque esperaba que el rencoroso Katsuki Bakugo no tuviera más que odio hacia la persona que había llevado todo hasta ese punto, sin importarle que ella había sido víctima y no victimario.
Dio un profundo suspiro de satisfacción, esperaba tenerla totalmente fuera de sí, eso hacía más fácil romper el sello de su mana ya que al caer en la ira descuidaría su sello por intentar asesinarlo.

Aiko continuaba ganando terreno sobre ellos, ninguna flecha le había dado pero en cambio ella no estaba fallando ninguna y uno a uno los arqueros fueron disminuyendo, la defensiva de Katsuki e Izuku se volvió un problema para el ejército de Musutafu, tanto que los soldados pertenecientes a la Liga de Villanos tuvieron que dejar por un momento al ejército contrario para ir a por esos tres.
Llegó un momento en que las flechas de Aiko se acabaron, sus ojos verdes barrieron toda la zona buscando más armamento para continuar peleando, mas habían llegado a una zona más allá del campo de batalla donde aún no habían cadáveres o armas perdidas. Escuchó a los lejos como un pelotón se preparaba para pelear y vio izada a lo alto una bandera que reconoció, ya la había visto antes hace algunos meses cuando había interceptado a los traficantes.

Ella había destruido sus campamentos, los había dejado sin mercancía y para colmo habían sido plenamente engañados por su actuación y disfraz, estaba segura que tendrían cuentas pendientes con ella. Una lanza fue disparada con fuerza desde un caballo, intentando darle en el corazón pero no llegó tan lejos, Aiko la tomó antes de que llegara a tocar su piel y en un parpadeo, utilizó esa misma lanza para seguir acabando con los arqueros, derribando a otros tres.

Monoma se sorprendió, lo que no esperaba de toda aquella situación era que una exgeneral pudiese matar tan a la ligera a los que antes habían sido sus aliados, tal vez se había sobrepasado matando a Kaminari y Hanta, ya que desde que ambos habían fallecido, parecía no tener límite. Sonrió complacido.
Tomó al mejor arquero que aún tenía disponible y sin que la afilada mirada de Aiko lo notara, lo ubicó en otro punto más a la izquierda de la general, rompiendo la línea.

  — Cuando yo te haga la señal y veas que algo resplandece en el cuerpo de esa mujer, perforalo con esta flecha— le indicó, apuntando a las flechas negras que aún conservaba.

Se apresuró a volver a su posición original y en cuanto echó un vistazo al campo de batalla, como esperaba ella y sus dos nuevos aliados casi habían arrasado con su ejército, teniendo que ser auxiliados por los extranjeros. No importaba, a fin de cuentas necesitaba una de tres cosas, o conseguir romper el sello, asesinar al rey vecino o deshacerse de Izuku Midoriya, el molesto héroe de guerra.

  — ¡General Aiko! ¡Nos volvemos a encontrar! — apenas pronunció esas palabras, tres miradas de repudio se situaron sobre él, no sólo era Aiko quien pretendía asesinarlo con sólo verlo, sino que Katsuki Bakugo e Izuku Midoriya lo clavaron sus ojos en él como queriendo arrancarle el corazón con sus manos. Siguió con su discurso, ella era susceptible a algunas palabras y estaba seguro de saber a cuáles.

Mientras Monoma continuaba con su parloteo, Aiko, Katsuki e Izuku continuaban peleando espalda con espalda, la general ya había desfundado a su reluciente Takeshi y los enemigos parecían no disminuir con cada minuto que pasaba. No podía distraerse, en cuanto se centraba demasiado en su lucha actual, los arqueros volvían a tomar protagonismo lanzando unas cuantas flechas destinada a ella y sus compañeros.
Katsuki parecía estar cansado, no había dejado pasar que sus manos temblaban levemente y su respiración estaba un tanto agitaba, respirando con sus labios levemente separados. Él estaba cubriendo cada brecha que la general dejaba, Aiko tampoco se encontraba en el mejor estado, pero ambos impedían que el otro cayera. Izuku se sintió un poco fuera de lugar, aunque estuviera en medio de una guerra, el ambiente entre esos dos no parecía incluirlo a él.

  — Su Majestad, ¿está bien?— logró preguntar cuando chocaron espaldas. Katsuki echó su cabeza atrás por un segundo reposando su cabeza en el hombro de la general, encontrándose de costado con los ojos detrás del yelmo, dio una leve inspiración y volvió a la pelea. Fue por un segundo, ambos encontraron suavidad en la mirada del otro y energía para seguir luchando.

Comenzaron a arrasar con los enemigos con más fuerza, pero cuando menos lo esperaron, más y más enemigos fueron llegando, dejándolos rodeados y encerrados, con los arqueros que aún seguían vivos apuntandoles.
Hubo un leve momento de quietud, los bandidos que jugaban a soldados se rieron de haberlos arrinconado por fin, ignorando que estaban parados sobre los cadáveres de sus compañeros. El sol comenzó a caer, reflejando un rayo de sol en la espada de Aiko cuando la bajó para usar de bastón por un momento, trababa de regular su respiración, la armadura pesaba al igual que el yelmo, pero debía llevarlos si pretendía ganar sobre los arqueros.

El dolor se extendió en su muslo derecho en un punzante pinchazo, fue Katsuki quien primero se dio cuenta alertando a Deku después. Una flecha negra como el carbón se hundió profundamente en su carne, el dolor que sintió era indescriptible ya que, al entrar en contacto con esa flecha, sus pulmones se cerraron al aire.
Katsuki observó como su piel se tornó oscura, gris, no dejando pasar la mueca de dolor que había hecho; apretó con fuerza su mandíbula y sin que nadie pudiera detenerlo, arrancó una espada de un cadáver en el suelo y en un certero tiro, atravesó la cabeza del arquero que había disparado a Aiko.

Monoma se halló a si mismo sorprendiendose por Aiko habiendo bajado su guardia y más por el arquero disparando antes de tiempo, entendió la situación unos momentos después luego de ver la espada de la exgeneral reflectar unos de los últimos rayos del sol. No pudo evitar soltar una carcajada por lo absurdo de la situación, el arquero había confundido sus indicaciones y había creído que el sol era el mana de Aiko. Podía notar que el soberano de Bishajin estaba enojado y como lentamente Izuku Midoriya estaba dejando salir su mana. Eso sería problemático, debía acabar con alguno de esos tres en cuanto antes.

Aiko bajó la cabeza adolorida, arrancadose descuidadamente aquella flecha. Reconocía esos síntomas y signos, era un mal momento para ella para comenzar a padecer de una deficiencia mágica, pero podía soportarlo, notó como alguien se puso en frente a ella y detrás, dándole la espalda. Subió un poco la mirada para hallar a Katsuki Bakugo protegiendola del enemigo, esperando a que volvera a recobrar la compostura.

  — ¡Aiko-san! ¿Estás bien?— la dulce voz de Izuku llegó desde sus espaldas, preocupado. Apenas pudo murmurar una afirmación cuando desde la altura en la que se estaba refugiando, se oyó la voz de su enemigo.

  — ¿Estar bien? Eso no importa— dijo con sorna, esperando que ella lo hubiese oído—. Después de todo, tu final será el mismo que esos patéticos soldados: asesinada por unas flechas en un claro del bosque.

El silencio se hizo en el campo de batalla de forma abrupta y Monoma tuvo que dar la señal al ejército de la Liga de que era hora para los grandes de intervenir. La mirada que los tres le dedicaron luego de su comentario era algo que jamás había visto, algo se había desconectado simultáneamente en la cabeza de los tres y sobretodo en Aiko. El brillo había desaparecido en los ojos de Izuku Midoriya y el rey de Bishajin agradeció para sus interiores que la única persona capaz de detenerlo en ese momento estaba igual de furioso que él.


Mientras que Aiko permaneció inmóvil, su cuerpo se adormeció desapareciendo el dolor de sus heridas y toda sensación externa se apagó. Se irguió, levantando la cabeza mirando fijamente a quien acabada de decir las palabras incorrectas frente a la persona equivocada. Algo quemó en su garganta y en su pecho, sus manos hormiguearon y se halló a sí misma apretando con violencia la mandíbula.
Inevitablemente, sus manos temblaron recordando, volviendo a saborear la importencia y frustración, avivando la llama que quemaba en su pecho, dándole leña a un fuego que amenazaba con ser un desastre ambiental.


— ¿Qué sucede? ¿Te enoja que haya hablado sobre Denki Kaminari y Hanta Sero? Eres igual de patética que ellos.— Monoma se mofó de los difuntos esperando provocar aún más su ira y ordenando disparar. Quería ser testigo de lo que era un Primer General sin ningún tapujo, solo dispuesta a matar a todo lo que estuviera frente a sus ojos.
Las flechas cayeron sobre la tierra y cuando fijó nuevamente su mirada en la general, no pudo evitar notar que varias flechas habían acertado en su cuerpo, mas la mirada en sus ojos únicamente dirigida a él no había desaparecido.

  — Aceptaste tu destino más rápido de lo que pensé— su tono de voz decepcionado no fue ignorado, lucía aburrido frente a la situación actual. Apartó la mirada del campo de batalla dando la espalda, con tantas flechas negras habiendo entrado en contacto con Aiko, la deficiencia mágica la mataría dentro de unos minutos, a diferencia de la primera vez que la había padecido, tener tantas flechas incrustadas en el cuerpo intensificaba su utilidad de bloqueador, siendo plenamente mortal.

  — Que desperdicio— no dejó de quejarse, un poco molesto. Aiko Himura era una parte esencial de su plan, pero moriría por unas tontas flechas. Tenía que empezar a ver que otras opciones tenía a mano, aunque aún podría usar su sello si recogía el cadáver apenas muriera.

Dejó de oír los ruidos de la pelea e intuyó naturalmente que al menos su objetivo de matar a Deku o al Rey habría sido exitoso. Volteó esperando ver por el barranco como iba ganando.
Su mandíbula tembló y tuvo que dar unos pasos atrás, una mezcla de ira, rabia y admiración se situó en su pecho y con sus ojos como testigos, vio como cada uno de los soldados que rodeaban a la exgeneral habían perecido. Buscó al culpable, encontrándose a sus dos enemigos erguidos esperando a que más soldados fuesen a intentar derribarlos, parados con orgullo y sin siquiera jadear, tal como si todos esos mil hombres tan solo hubieran sido un calentamiento.

Admiró por unos segundos sus dos figuras en la campo de batalla, pensando que así eran dos de los hombres más poderosos del mundo.

Buscó a Aiko con su mirada, no encontrándola junto a sus compañeros. La sangre goteando en el suelo y que subía la escarpada colina donde estaba le dio un escalofrio, oyó los gritos de dolor y agonía de sus hombres y el ruido de las cuerdas tenzadas intentando defenderse.
No fue difícil encontrarla, era fácil hallar unos orbes verdes resplandecientes en medio de tanta sangre carmín, mas cuando lo único a lo que estaban mirando era a él.
Ella dio unos pasos adelante, pisando los cuerpos en el suelo y deshaciendose de quienes aún se levantaban a tratar de tomar su vida. La distancia se reducía, pero Neito no pudo apartar la mirada. Después de todo, no todos los días se tenía la suerte de ver una escena así.
Ella caminaba como si las heridas de su cuerpo fuesen simples raspones, no le sorprendía a Monoma esa bestial resistencia al dolor, antes le habían informado de su inhumana travesía a través de los bosques y valles de Bishajin, algo como unas flechas parecía serle poco.

  — Yo no tengo flujos de mana estable en mi cuerpo, Neito Monoma. Por más que anules y anules mi magia, por más que claves mil flechas en mi cuerpo, yo no me retorceré— cada palabra salió de su boca meticulosamente articulada, sin dejar a dudas que era lo que estaba diciendo. Movió con rapidez a un lado su espada, deshaciendose del exceso de líquido que escurría en ella, estando a tan solo unos pocos metros, volvió a hablar—. Ya no más.

Alzó a Takeshi apuntando directamente al cuello de su enemigo.

  — Terminaré con esta absurda guerra de una vez por todas.

***

Voila

Feliz año banda❤️ espero hayan disfrutado de las fiestas.

¿Qué les pareció el capítulo?
Gracias por leer!!

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