•28•
— Me temo que no, Aiko-san, pero Kacchan de seguro está de camino.
...
Las palabras del que reconoció segundos después como Izuku Midoriya, un héroe de guerra, quedaron produciendo un molesto eco en su cabeza. Él trató de cuidar de sus heridas como había hecho con anterioridad con los heridos y enfermos crucificados, pero no había nada que hacer, aunque vendara sus cortes lo que más estaba afectando en ese momento era el agujero de hambre en su estómago.
Izuku continuó haciendo de enfermero mientras ella miraba a la misma nada, con la mirada perdida en la lluvia y ensimismada en su propia cabeza. Había sucedido mucho en muy poco tiempo, ese cambio tan abrupto de situación la dejó un tanto aturdida, sus oídos zumbaban y no podía pensar con mucha claridad, mas había algo que sabía bien y era que Katsuki Bakugo no podía atreverse a mostrar su rostro frente al ejército amenazando su frontera. Estaba segura de que sí Su Majestad pudiera escuchar aquel pensamiento persistente en ese momento refutaría todo con indignación y enojo, lanzándose a proteger su pueblo de todas formas.
Temió por Katsuki en cuanto oyó nuevamente el abrupto golpe contra la barrera repetirse, sabía que él era fuerte físicamente y que agregando su magia que nunca había utilizado contra ella, se volvía absurdamente poderoso, sumando su resistencia a cualquier ataque por su raza.
Pero aún no podía deshacerse de su preocupación, algo tendría Monoma entre manos, era evidente al haberse tomado la molestia de crear aquella distracción para ella, Monoma debía de saber que ella iría por ese camino con objetivo de simplificar las cosas para Bishajin, de alguna forma supo para poder tenderle esa trampa lo que significaba que había un traidor entre la gente de Bishajin. La sola idea le dio mal sabor de boca, todavía más sabiendo lo meticuloso que era Katsuki con respecto a todo, ya que si existía un traidor, significaba que era parte de su pueblo.
— ¡Aiko-san!— la voz preocupada de Izuku la sacó de su trance devolviéndola al mundo terrenal, el rostro del varón joven denotaba preocupación que Aiko no pudo apaciguar, el estado de su cuerpo no era el mejor, pero tampoco estaba en condiciones críticas. Los orbes verdes del mestizo recorrían con dolor cada corte nuevo en su piel y miraban con angustia las bolsas negras debajo de sus ojos.
— Aiko-san, debo llevarte de vuelta a la Capital, Uraraka-san puede curarte y-
Un atípico rostro severo de parte de Aiko y unas cejas curvadas que mostraban molestia silenciaron por completo las palabras que estaba por decir. Ella alejó las manos de Izuku con un ademán de las suyas y se puso de pie, tomando a Takeshi por el camino.
— Izuku Midoriya, dejé en claro mis intenciones de no volver a pisar la tierra de dragones, mi existencia ahí solo pone en peligro a las personas — sentenció en un tono de voz gutural, hablando desde el fondo de su garganta, provocando que Izuku se encogiera de hombros.—. Tienes dos opciones, o dejarme ir a defender ese pueblo inocente o meterte en mi camino y volverte un obstáculo que deberé derribar para hacer lo que es correcto.
Izuku curvó sus cejas en angustia, desde que la vio en la recamara de Katsuki, pidiéndole información aunque pudiera estar en peligro supo que iba a ser terca como su querido amigo.
Podía intentar obligarla a ir a la capital hasta que sus heridas y cansancio ya no estuvieran, mas la desalentadora noticia de que había derribado a Katsuki en un duelo y luego de verla luchar con tantos soldados a pesar de sus desventajas, le hicieron dudar de cual sería la verdadera fuerza de la mujer frente a sus ojos y de sí podría retenerla lo suficiente hasta la capital, él no era débil pero para su mala suerte la fémina frente a sus ojos tampoco.
— Aiko-san, si vas ahora mismo en este estado, tu cuerpo colapsará de agotamiento — trató de utilizar la lógica, poniéndose lentamente de pie bajo la atenta mirada de ojos verdes que esperaban cualquier movimiento brusco para atacar, Aiko mantenía bien agarrada a Takeshi y dedujo que cualquier movimiento que fuese a hacer ella respondería con un movimiento rápido de su espada.
— Prefiero mi vida a la de Su Majestad. Si muere aquí... Todo habrá acabado.
Dio su veredicto, sería ella quien entregaría su vida en vez del Sol brillante de Bishajin, si Katsuki fallecía allí significaba que el reino de los dragones se quedaría sin un rey ya que por su corta edad Katsuki no poseía descendencia alguna a la cual heredar su corona. La muerte del Rey también significaría que Musutafu se colocaría en la cima del continente y caería la invencible potencia milenaria, al caer Bishajin el balance se destruiría y los aliados o bien podrían cambiar de bando o bien podrían resistir para luego sufrir el mismo destino.
Caminó dando la espalda a Izuku, su cuerpo le dolía hasta la médula y la sequedad de su garganta era apaciguada por la fría lluvia, supo que si no se mantenía en movimiento, aprovechando la adrenalina sus acciones deliberadas con su cuerpo tendrían repercusión en el momento menos indicado. No quiso ni imaginar que sucedería si caía allí apenas al inicio de su viaje.
— ¡Iré contigo!— se apresuró a decir. Aiko ni se inmutó, sus pasos no bajaron ni subieron su velocidad frente a sus palabras.
— No. Izuku Midoriya es la luz de muchos reinos y sobre todo de Bishajin — giró un poco la cabeza hasta verlo por el rabillo del ojo—. Déjame tener algo que proteger por una última vez.
Izuku apretó su mandíbula con la frustración atorada en su garganta y con un poco de desesperación colándose debajo de su piel, cerrando sus manos fuertemente en puños y levantándose de golpe, alcanzando a zancadas a Aiko hasta estar apenas a un metro de distancia.
— ¡No puedes proteger a Bishajin tú sola! Lo sé... Lo intenté cuando apareció Bahamut y nada salió bien. Déjame ayudarte como tú lo haz hecho todo este tiempo, no desperdicies tu vida por tu terquedad, Aiko-san — sus palabras lograron que ella detuviera su paso, pero sólo para voltear a verlo con unos ojos abrumados, como si todo lo que Izuku le hubiera dicho le hubieran recordado a alguien más—. Que seas La Dama de Guerra no significa que vayas a luchar sola. Eres una heroína de guerra, no un mártir.
Al decir esas últimas palabras, el rostro de la fémina cambió su expresión, volteando para estar cara a cara con él. Izuku pasaba su metro setenta y dos de altura y se vio obligada a ver hacia arriba, pero miró fija y directamente dentro de los orbes esmeraldas del contrario. Algo había tocado dentro de ella, sus palabras habían llegado a una de las fibras más sensibles que poseía Aiko, haciéndola estallar.
— En algo te equivocas, niño. Yo no soy un héroe, no hay nada de glorioso en matar para ganar, la sangre que mancha tus manos no es ningún tipo de honor líquido que absorbe tu piel luego de que matas a alguien, solo es sangre y dolor manchando tus manos.
La expresión de Aiko perdió todo tipo de emoción cuando empezó a hablar, con un tono de voz igual de severo que antes pero aún más grave y gutural, caminando unos pasos hasta el frente hasta estar cara a cara con Izuku, mirándolo fijamente a los ojos.
— He visto y escuchado más plegarias honestas en un campo de batalla que en una iglesia, he visto a hombres ser abandonados por la fe y a jóvenes llorar por creer que no van a volver a casa — con su dedo índice, picó en el pecho de Izuku con fuerza, justo encima de su corazón a cada palabra que decía—. Dime, ¿que clase de héroe ha visto eso? De seguro uno maldito.
Izuku dio unos pasos atrás debido a la fuerza de los golpes, había cometido un error al llamarla heroína y lo admitía, el dolor en su rostro era una clara prueba de todo lo que había vivido en el pasado en los interminables y sombríos campos de batalla y aunque él también tenía sus manos manchadas de sangre, no creía que fuera hasta el punto de llegar a entender lo que ella decía. Izuku nunca había experienciado el ir a un campo de batalla con un pelotón de cincuenta soldados y volver solo o el ver el miedo en los ojos de tu adversario en el medio de la guerra cuando el último lugar en el que le gustaría estar a un hombre es ahí.
— Soy un soldado, Izuku Midoriya, soy un general. No te confundas conmigo —finalizó con la mandíbula apretada de rabia.
— Aiko-san...
Aiko suavizó su expresión, dejando sólo un rostro marcado por el cansancio y la lucha, su cabello caía incomodamente sobre sus ojos goteando lluvia. Destensó sus músculos sabiendo que ya había dicho lo que tenía para decir y mirando fijo a Izuku, quien la miraba con una mezcla de tristeza y empatía. Él tenía sus brazos levemente extendidos hacia adelante, parecía pretender detener su inminente caída cuando sus rodilla fueran a fallar.
— Ayúdame a proteger el reino que tocó nuestros corazones, Izuku Midoriya— dijo ofreciendo su mano titiritante, Izuku la tomó y enseguida Aiko volvió a hablar—. Aunque no esperes que deje que tu vida perezca en nombre del heroísmo. Si vas al campo de batalla conmigo, juro que vas a volver.
Finalmente su cuerpo cedió a la gravedad siendo atrapada por el varón frente a sus ojos.
Deku no pudo parar de pensar, mientras comenzaba su viaje hasta la pelea con aquel general en brazos en los rumores que a sus oídos habían llegado en el escaso tiempo que había parado en el Palacio de Bishajin antes de partir nuevamente, Mina Ashido le había contado entre entusiasmada y decaída como había sido las últimas palabras entre el Rey y el exgeneral en aquellos aposentos que hace algunos años le habría pertenecido a Mitsuki Bakugo, la anterior Reina de Dragones, predecesora a Katsuki.
No había entendido muy bien el porqué de poner a Aiko justo en esos aposentos, Katsuki siempre habría sido reservado, sobre todo con lo relacionado a sus padres y nada había sido tocado antes, hasta ahora. Intuyó que se habían vuelto cercanos y poseían afectos mutuos ya que dudaba que Aiko fuese a expresar un deseo tan exponedor a alguien ajeno y sabía con certeza que Katsuki no mostraría esa hospitalidad y cuidado a cualquier persona.
No quiso sacar conclusiones apresuradas, pero al mismo tiempo también se preguntaba si ese amargo sentimiento que lo invadía desde lo que la fémina en sus brazos le había dicho había sido lo mismo que sintió Katsuki la última vez que él y la general se vieron, porque Aiko Himura prometió que él volvería de su próxima batalla, olvidando incluirse ella en el trato.
...
El aleteo para aterrizar del enorme dragón escarlata alarmó a la servidumbre, apenas arribó todos vieron a la gente herida y vendada de manera precaria que yacían en su espalda aferrados a no caer, por más cuidadoso que hubiese sido Eijiro. Los sirvientes inmediatamente comenzaron a bajar a los heridos, quienes ahora un poco más calmados, aún estaban abrumados por todo el infierno que habían tenido que pasar.
La lluvia en la capital apenas eran gotas leves pero la helada era lo que amenazaba cualquier forma de vida débil.
En cuanto Kirishima volvió a su forma diaria, halló en lo alto de un balcón los ojos rubíes de Su Rey, mirando todo con total seriedad y el ceño profundamente fruncido. Podía adivinar que era lo que haría Katsuki en sus siguientes movimientos tan sólo con ver la ropa que llevaba, apenas era una cota de malla y sus dos espadas gemelas, acompañado de su ondeante capa roja que nunca abandonaba. Katsuki iría al frente.
Nuevamente el intenso golpe contra un lado diferente de la barrera se oyó, pero a diferencia de con Aiko, la barrera no cedió. Kirishima supuso saber lo que había sucedido, habían transcurrido dos horas entre que Aiko había conseguido romper un pequeño agujero de barrera, los magos de la Corte del Rey habían tenido tiempo suficiente para rehacer la barrera y para reforzarla muchísimo más que antes. Eso quería decir que Aiko no sería capaz de traspasar nuevamente la barrera con su espada.
Los ojos de Katsuki y Eijiro se hallaron en medio de todo el revuelo, pero Eijiro no tuvo la oportunidad de avisarle que era lo que halló del otro lado de la frontera, el monarca volteó entrando nuevamente a su castillo, determinado a ir a dar la cara por su pueblo.
Sabía que la guerra se aproximaba sobre su reino, pero no esperaba que fuese tan abruptamente ni que los humanos irían directamente a provocarlo golpeando su frontera. Ahora era diferente a hace un rato, la fuerza de lo que sea que estuviera golpeando el otro extremo de su barrera era formidable, pero Deku y Kirishima habían sido capaces de lidiar con ello. Quién fuera que estuviese golpeando alocadamente su frontera no parecía tener relación al ejército que estaba tratando de pasar a sus tierras. De todas formas, debía agradecer ese primer ataque, sin él su barrera estaría cediendo en ese momento al ejército de Musutafu.
Debía partir lo más pronto posible, estaba seguro que inhabilitarían de alguna forma su magia por lo que debía dejar también gente capacitada a cargo de la capital. Sus soldados más experimentados ya estabas con sus armaduras y llevando el emblema del rey, puestos con sus espadas, yelmos y escudos esperando tan solo a sus órdenes. Mil soldados era poco comprado con lo que de seguro lo esperaba, aunque su presencia y la de seguramente Deku en el frente de batalla equilibraba bastante las cosas.
No evitó pensar en la persona que había dejado ir y de lo aliviado que se sintió por haberlo hecho. Ángel, como él inconscientemente la llamaba, era fuerte en muchos aspectos pero él únicamente deseaba solicitar su asesoría en su ejército, nunca podría curzarse por su mente pedir que se enfrentara a su pueblo; hubiese terminado de esa manera si ella no hubiera reclamado su libertad, peleando contra el pueblo que por años protegió. Admitía que también habría sido cruel el pedirle asesoría, pero nunca fue su intención ponerla en el frente de batalla, no podría.
Ya era una semana desde que ella había abandonado esas tierras con su equipaje y caballo, quería creer que ya estaba lejos de todo el caos, tenía sus propios asuntos que atender como para seguir inmiscuyendose en asuntos de Bishajin.
Bajó hasta el campo donde lo esperaban, subiendo a su caballo y ordenando que ayudasen a la gente a evacuar temporalmente al refugio subterráneo. Tendrían que pasar sobre su cadáver si creían que cedería Bishajin a asquerosas manos humanas.
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👁️👁️🤙🏻
Buenasss, ¿qué les pareció el capítulo?
Gracias por leer, votar y comentar. ❤️❤️❤️
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