El departamento de Dominic era un lugar demasiado limpio, los muebles estaban sutilmente acomodados para hacer un espacio muy amplio en medio de todo, José supuso que era el lugar donde Dominic ensayaba. La luz en ese lugar entraba directa y daba un aire de sofisticación.

Llegaron hasta la cocina, donde una cocineta color pistache se imponía sobre todo el color blanco de los demás componentes. Dominic tomo de uno de los compartimientos una bolsa color negra y la vertió en la cafetera, acto seguido abrió el refrigerador y saco una leche baja en calorías. José observaba sentado en uno de los bancos cada movimiento que Dominic hacia, no podía evitar recordar haciendo lo mismo en Dorbent, incluso tomaba la misma marca de leche.

—¿En Dorbent era igual de adicto al café que aquí? —Pregunto Dominic haciendo una mueca.

—No lo eras tanto —Contesto José.

—Buenos, dos años es mucho tiempo. Las personas cambian.

—Supongo.

José miro detenidamente a Dominic y volvió a darse cuenta de que su mirada no estaba transmitiendo nada de lo que su cuerpo y voz expresaban. Giro su cabeza hacia el poste donde una mancha extraña decoraba la pared, imagino que algo había sido derramado... ¿Pero a esa altura?

Quizás aventado, dijo mentalmente. Pero la pregunta seguía siendo la misma ¿Qué?

—Estas muy pensativo —Expreso Dominic, dirigiéndose a José—; pareciera que estas planeando matarme.

Grazno una risa que erizo a José y se giró para tomar la cafetera.

—Solo veía esa mancha —Señalo a la pared con un gesto—. ¿Paso algo? —Dominic no se volteó, ni siquiera pareció hacerlo caso—. Dominic... ¿Paso algo?

José se levantó del banco y camino hasta donde estaba Dominic. Lo vio y se percató de que su mirada estaba clavada en la pared, no había servido el café, solo mantenía la jarra sujeta del mango.

—Dimi...

No obtuvo respuesta.

—Dimi... —José toco por el hombro a Dominic—. Domini...

—Eran dos niños, ambos fueron asesinados por un psicópata en el mismo cuarto —Murmuro Dominic en un tono que apenas y fue percibidle para José—; eso significa que uno de los dos chiquillos vio morir al otro.

—No entiendo —Dijo José con voz temblorosa.

—Queme la casa... ni siquiera sé por qué —Volvió a murmurar Dominic—. ¿Tú sabes por qué?

—Creo que mejor me retiro.

José se alejó de Dominic sin darle la espalda, sabía que estaba ocurriendo. Vio esa mirada en Dominic hacia dos años en Dorbent. Tenía que huir de aquel lugar antes de salir herido.

—Lo recordé todo, José —Amenazo Dominic—. Tu y yo, yo y Humberto...— Exhalo un suspiro y miro hacia los ojos de José—... Tú y los asesinatos.

—Dominic, no vayas a hacer algo estúpi...

Antes de que José terminar su oración, la jarra de la cafetera se impactó en su rostro, causando que cayera de espalda sobre el suelo. El café caliente se derramo en su cara, causando quemaduras inmediatas, el ardor dentro de sus parpados parecía insoportable, los tallaba con todas sus fuerzas sin dejar de arrastrarse hacia atrás en busca de la salida.

—¡ME MENTISTE! —Vocifero Dominic con voz gutural.

José tenía todos los sentidos alertas, su vista estaba entorpecida, pero sentía a Dominic, aún estaba frente a la pared, y parecía no moverse. Escuchaba sus respiraciones agitadas y hechas por la boca. Dominic sabia la verdad, lo recordaba, eso era motivo suficiente para terminar lo que no pudo en Dorbent.

Aniquilarlo.