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XII

Humberto estaba sentado en la oficina después de largo ensayo de esa noche; repasaba lentamente el itinerario de la orquesta y horarios de ensayo para el estreno, no estaba preocupado pues era la primera vez que el setenta por ciento de los boletos ya se habían vendido antes del estreno. Durante la mañana su esposa le había regalado lo que todo esposo podría desear, un buen sexo mañanero antes del trabajo. Su matrimonio funcionaba de un tiempo a la fecha de una manera perfecta. ¿Pero a que se debía? ¿Qué había hecho para salvar de nuevo su matrimonio?

Dominic, se dijo regocijado, sin duda Dominic.

Ya eran tres meses desde que mantenía una relación en secreto con Dominic, era un convenio que comprendía el buen sexo de amantes y la confianza, así como la hermandad de una amistad. Esto aporto a su matrimonio decadente una vía de escape para el estrés abrumador de Humberto. En todo el tiempo que llevaba con el lago de los cisnes, que era en consecuencia el tiempo que llevaba con Dominic, jamás se había portado de una forma distinta con su esposa, él la seguía tratando de la misma forma que antes, incluso mejor, esto se debía a que Humberto manejaba una filosofía que consistía en «separar la mente», en separar su vida marital de la vida con Dominic. Eran dos cosas distintas y no debían estar juntos.

Así nadie sale dañado, se decía siempre, todos somos felices.

— ¿Puedo pasar?

La voz de Dominic se abrió paso atreves de la puerta de su oficina.

— ¡Dimi! Tu siempre.

Dominic entro, y, sin pensarlo camino hasta Humberto plantándole un largo beso en sus labios. La oficina era un lugar muy privado, siempre estaba cerrado con llave por lo que no tendrían por qué preocuparse.

—Estaba pensando en salir a cenar—Dijo Dominic caminando hacia la silla frente al escritorio—; y tener un poco de sexo.

—Es muy tarde, Dominic.

Humberto sabía que era demasiado peligroso comenzar a levantar sospechas en su esposa. Era una mujer muy suspicaz.

—Está bien. Será otro día.

Se levanto de la silla dedicándole una sonrisa de comprensión. No podía exigirle más de lo que le daba; por el bien de los dos ser discretos y sobre todo actuar normal era vital para mantener todo aquello en silencio, y a salvo.

—Espera... Dimi —Humberto se levantó de su asiento para evitar la salida de Dominic—. ¿Qué hay acerca del sexo? Podemos hacerlo aquí.

Una sonrisa y un rubor emergió de las mejillas de Dominic.

— ¿Aquí?

—Sí. Aquí.

Humberto tomo a Dominic por la cintura, acerco sus labios a los suyos y le dio un beso tan cálido que les hizo a ambos erizar de pies a cabeza. Acto seguido comenzaron a desnudarse para finalmente tener sexo en el piso de la oficina.

Entre el placer que Dominic estaba experimentando al estar en cuatro y teniendo el miembro viril de Humberto dentro suyo, pudo escuchar que alguien abría delicadamente la puerta. Intento girar un poco la cabeza para cerciorarse de que no era así, pero antes de que pudiera siquiera mover el cuello Humberto tiro de su cabello hacia arriba, causando una euforia indescriptible en él.

Dejándose llevar por el placer olvido el asunto de la puerta.

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