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Al salir de SILDER caminaron todo Heaven Avenue en silencio.
Dominic iba tranquilo, pero seguía pensando en la causa por la que no recordaba toda esa historia tan dramática en la que su vida se había visto en vuelta. ¿Tenía sentido la explicación del tumor?, no, no la tenía. ¿Por qué no visito a un oncólogo después de haber visto al neurólogo? ¿Qué le había detenido?
Estoy perdido, se decía Dominic mentalmente, estoy putamente perdido.
Pero no estaba del todo perdido, lo sabía. José parecía sereno; no se asomaba en él indicio alguno de querer acabar con Dominic y toda su vida en Crownless. Tal vez era cierto lo que hacía unos instantes le había dicho a Dominic: «Pero tienes la oportunidad de redimirlo y protegerte de hacer algo similar». Tenía la opción de dejar todo aquello atrás, en ese lugar vacío de su mente y simplemente continuar con todo lo que Crownless le podía brindar. Incluso podría recuperar la amistad que alguna vez existió con José en Texas.
— ¿En qué piensas, Dominic? —pregunto José.
Dominic giro su vista hacia José y le dedico una sonrisa amable.
—Solo estaba pensando en lo mucho que perdería si abandono Crownless —suspiro lentamente—; pero me da miedo vivir con la culpa. Ahora que lo sé... ¿sabes? Siento como si fuera una culpa ajena.
No mentía de verdad sentía eso. Dominic de Texas era un Dominic que él de Crownless jamás hubiera podido imaginar. Sin embargo, eran la misma persona, y ambos eran responsables de tan terrible asesinato.
—Necesitas descansar, Dominic. Darte un baño y no sé... comer algo.
José miro a Dominic y no pudo evitar sentir ese viejo sentimiento de proteger a ese ser tan explosivo que de una forma u otra había llegado hasta su vida. Alguien por quien si preguntar daría su vida. Habían llegado a la central de taxis, y sabía que Dominic se marcharía.
— ¿Qué harás una vez que suba en el taxi? —Le pregunto Dominic, ignorando esa extraña mirada que José tenía sobre él.
—Ir a mi apartamento en el lado olvidado de Crownless..., supongo. ¿Por qué?
—Solo quería preguntar. Gracias por todo. Te veré mañana en el ensayo ¿Esta bien?
—Perfecto. Te veo luego, Dimi.
Dominic quedo desconcertado ante esa palabra, fue como un pequeño relámpago en su cavidad cerebral que le trajo una débil pulsada del lóbulo derecho al izquierdo.
— ¿Dimi? —La voz de Dominic sonó más nerviosa de lo que esperaba.
—Perdona —Paso su mano por entre su cabello y sonrió—. Así solía decirte en Dorbent.
Dominic no dijo nada. Devolvió la sonrisa e hizo un gesto de despedida antes de cruzar la calle para tomar un taxi. José realizo el mismo gesto, metió sus manos en sus bolsas y se dirigió a su destino.
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