El despertador sonó a la misma hora de siempre (5:30am), Dominic abrió los ojos al primer sonido y se percató de lo bien que se sentía, parecía como si hubiese dormido por semanas. Estaba cargado de energía y vitalidad. No podía esperar a llegar al estudio y ponerse a ensayar. Se sentía feliz.

Al levantarse de la cama noto que la puerta del baño estaba abierta, él nunca hacia eso, siempre la cerraba; entonces recordó lo del día pasado. El gato, las cortadas... su tía. No hubo pánico, pero la sensación de felicidad se tornó en ansiedad creciente dentro de su vientre causándole nauseas.

Desnudo como se encontraba reparo en limpiar la cocina, lugar donde residía la sangre del gato; y el cadáver igual. El tiempo era más que suficiente para limpiar y darse un pequeño baño. Ahora más que nada debía de hablar con José.

El reloj marco las seis con veinte cuando Dominic terminaba de limpiar y quitar la última mancha de sangre sobre la pared. La temperatura era agradable, pero él estaba lleno de sudor. Asqueado retiro el cuerpo del gato, acto seguido lo arrojo a la bolsa negra de basura que tiraría al salir del edificio. Para las siete y diez ya estaba tomando su maleta para salir al estudio, únicamente tomo un segundo para levantar la bolsa negra y bajarla, deshaciéndose así del gato de los Winchester.

Una vez fuera levanto la tapa del basurero para finalmente deshacerse de la bolsa.

Un problema menos.

Dominic camino hasta la estación de taxis que estaba a cuatro cuadras del edificio donde habitaba, iba pensando en cómo acercarse a José, tenía que ser cuidadoso y fingir que no recordaba nada, aunque no era una mentira del todo; se ahorraría contarle la verdad sobre como llego a Crownless.

Después del ensayo hablaremos, pensó Dominic al recordar su papel, no le estaba dando la importancia que merecía. No podía dejar que estos problemas lo alejaran de su única pasión; primero era el ballet, después todo lo demás.

Al llegar al teatro y dirigirse al pequeño estudio montado detrás de este. Se pudo percatar de que todos estaban ahí, incluso la orquesta. Dominic esquivaba disimuladamente las miradas de José, sabía bien que lo estaba observando; solo necesitaba un momento de acercamiento para que este le hablase y lo volviera interrogar como en el baño. No podía permitirse distracciones en el ensayo.

El baile lo es todo.

—Vamos Dominic, tenemos una obra que montar; y necesitamos a nuestro demonio —Dijo Toumas sonriendo como siempre—. ¿Te sientes listo para bailar?

— ¿Para bailar? Siempre

Dominic emitió una carcajada, olvidándose de todos los problemas que parecían querer derrumbarlo. Bailar siempre le calmaba, lo transportaba a un lugar que no podría tener una descripción, simplemente no existía sensación terrenal que lo igualara.

Así que Dominic bailo, bailo y olvido todo, postergando su charla con José dos semanas.