V
Dominic no recordaba cómo, pero una noche de lluvia estaba frente a un teléfono de monedas, llevaba en sus manos el número de su tía Julia. Ella vivía al este de Nebraska en una ciudad llamada Crownless. Era el único familiar que le quedaba, y era el único lugar a donde podría ir. Ya no existía un lugar para él en Dorbent. Al marcar tenía miedo de ser rechazado, pero no fue así; su llamada fue bien recibida y acepto el acogerlo en su casa sin titubear. Fue cuestión de dos días para que Dominic llegara a la central de autobuses de la pequeña ciudad de Crownless. Su tía lo recibió con un abrazo y lo llevo a su apartamento en la Taranet Avenue. Era el apartamento 4C en el cuarto piso de aquel edificio tan coloquial y anticuado. Parecía como si un temblor, en su más mínima escala lo pudiera derribar.
Dominic no recordaba nada desde el día de la lluvia, ni siquiera recordaba que había pasado con la función de esa noche, solo sabía que tenía miedo y que sentía odio dentro de él; sentía como si su pecho fuera a reventar de respirar tan rápido.
La tía de Dominic se mostraba inquieta ante la idea de que su único sobrino estuviera atravesando momentos difíciles; pero le inquietaba el hecho de que no los recordara, por lo que se dio a la tarea de investigar su vida en la ciudad texana de Dorbent. Consiguió el contacto de una amiga de Dominic en Texas y le pregunto absolutamente todo. Asustada espero a que llegara Dominic del teatro de la ciudad para exigirle una verdad.
—Lo sé todo, Dominic. Ya descubrí porque huiste de Texas— Dijo al verlo entrar por la puerta.
— ¿De qué hablas? ¿Con quién pudiste haber hablado? — pregunto asustado
—José. Él me dijo todo.
Dominic sintió en ese momento como sus manos se mojaban de sudor. Se alejo de la puerta y camino hasta la cocina para servirse un vaso de agua. ¿José? ese nombre le sonaba
—No recibiré asesinos en mi casa. ¡LARGO!
Dominic temblaba en la cocina con el vaso en sus manos. Estaba a punto de estallar, podía sentirlo.
— ¿No me escuchaste, Dominic? ¡QUE TE LARGUES! ¡ESTE ES UN HOGAR DE GENTE DE DIOS!
— ¡CALLATE! — grito Dominic con una voz gutural.
Se giro hacia ella y arrojo el vaso de cristal a sus pies.
—Llamare a la policía —Murmuro asustada.
—No hagas esto, tía —Le amenazo Dominic.
—Eres un asesino. Un monstruo... mataste a...
— ¡Te lo dije!
Dominic se dejó ir sobre el cuello de Julia apretándola con sus dos manos tan fuerte que en cuestión de segundos se puso roja. Fueron inútiles todos los golpes y patadas que dio en su defensa pues Dominic no sentía nada.
La última cosa que vio antes de morir fue una furia infernal en los ojos del único sobrino que tuvo. Una furia que helo su último aliento de vida.
Cuando Dominic recupero la consciencia vio el cuerpo de su tía en el suelo, asustado lo envolvió en una alfombra y lo saco del pueblo. Condujo hasta los límites de Crownless, paso por el pueblo vecino y llego a una localidad llamada Silver Bullet, allí existían unos perros terriblemente grandes en el depósito de llantas abandonado, el recordaba a su madre diciéndole que lo arrojaría a los perros si se portaba mal o si volvía a matar a un animal indefenso.
No le tomo mucho tiempo conducir al depósito, el lugar era muy pequeño. Al llegar solo soltó la alfombra y el cuerpo se desenrosco cayendo sobre llantas de tractor. A lo lejos escucho los ladridos de la jauría hambrienta, sabía que devorarían el cuerpo, eran alrededor de veinte perros; seguro de eso tomo el carro y regreso a Crownless donde durmió tranquilamente por quince horas.
Al despertar corrió con el encargado y le comento que su tía había decidido volver a Texas con su familia debido a que su madre estaba en etapa terminal de cáncer. Dominic se haría cargo del apartamento, el pagaría el alquiler como siempre, que no tenía por qué preocuparse. El señor White, quien era un hombre asquerosamente gordo y ambicioso acepto el trato, en parte porque el edifico estaba casi vacío y porque Dominic era buen muchacho y Julia siempre hablaba bien de él.
Librado del problema Dominic comenzó a olvidar lo ocurrido. El señor White murió de un infarto tres meses después, y los últimos vecinos que conocían a Julia se fueron ocho meses después de la muerte del Señor White.
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