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Soongu respiró hondo, tratando de recobrar la calma. ¿En qué momento había llegado hasta ese punto? Frente a él, Leveo, el actual discípulo de Rafael e hijo de su hermano adoptivo, estaba inclinado sobre su cuerpo. Su piel rozaba su cuello con una intención que Soongu nunca había anticipado, y el calor de su cercanía se mezclaba con el embriagador aroma de sus feromonas. ¡Feromonas! Nunca antes había sido afectado de esta manera por un Omega, y menos por alguien como Leveo, quien, a ojos de todos, era prácticamente su sobrino. Pero ahí estaba, tumbado sobre la cama del hotel, su voluntad tambaleándose bajo el influjo de ese perfume que convertía su cuerpo en una masa de gelatina.

Horas antes, Soongu había ejecutado su plan con frialdad calculada. Con la ayuda de Jiwoon, enviaron un mensaje que aseguraba captar la atención de Rafael: "Peter aparecerá en el Hotel Paradise." Como habían predicho, no pasó mucho tiempo antes de que Rafael enviara a uno de sus discípulos a investigar. Todo estaba meticulosamente orquestado. Sin embargo, al recorrer los pasillos del hotel, algo extraño había comenzado a gestarse en su interior.

Era una sensación que no lograba identificar. No se trataba de peligro, un instinto que conocía demasiado bien. Esto era algo distinto, algo que se alojaba en lo profundo de su pecho y lo hacía sentirse inquieto. Aunque desconcertado, Soongu recordó su misión principal: rescatar a la nieta del Presidente Oh. No estaba solo en esta tarea; contaba con la colaboración de Yuna, una Omega de temple inquebrantable, y los hermanos Dokgo, dos Betas leales y altamente capacitados. Mientras ellos se encargarían del rescate en el sótano del hotel, él se ocuparía de enfrentar al discípulo y neutralizar el Club Glory.

Un altavoz interrumpió sus pensamientos:

—¡Peter está dentro del hotel! ¡Repito, Peter está dentro del hotel!—

Los ojos de Soongu, oscuros con un matiz carmesí, brillaron con una determinación feroz. Todo iba según el plan. Con la ayuda de Simón, ganaría el tiempo necesario para localizar al discípulo de Rafael. Mientras tanto, guió a sus compañeros hacia el escondite donde se llevaba a cabo la trata de Omegas, en los oscuros confines del sótano del hotel.

—Yuna, hermanos Dokgo… el objetivo está abajo. Encárguense de rescatarla. Yo tengo asuntos que resolver.—

Sin cuestionamientos, el grupo corrió hacia las escaleras de emergencia, confiando en que Soongu cumpliría su parte. Mientras ellos desaparecían de su vista, Soongu avanzó por un pasillo iluminado con luces artificiales. Cada paso resonaba como un eco pesado en su mente, y sus sentidos estaban alerta a cualquier movimiento sospechoso.

El joven Peter confiado en encontrar al discípulo de Rafael no se percató del olor que empezaba a entrar por sus fosas nasales, este camino varios metros hasta llegar al salón del hotel donde supuestamente los subordinados de Rafael y el discípulo de Glory estarían.

El ajeno a lo que se estaba gestando en su interior tomó aire y entró, el director del hotel informaba sobre que ya que estaba cerrado el hotel por supuestas remodelaciones, que trataran de hacer el menos daño a la infraestructura del lugar. Al ver a quien estaba junto al hombre se quedó estático, él tenía el pelo rojo como su hermano y aunque sus facciones no eran tan parecidas sabía con certeza que Rafael había encontrado al hijo del anterior discípulo; Tadeo.

Luego de la breve charla del director, el pelirrojo habló, no sin antes buscar con la mirada a alguien. Extrañado, Soongu avanzó hasta quedar a unos metros del escenario, camuflándose entre los otros asesinos. 

De pronto, un aroma inusual azotó su nariz. Era tan fuerte que cada uno de sus instintos pareció encenderse de golpe. El aroma dulce, como los tanghulu recién preparados, se aferraba al aire con una intensidad casi abrumadora. La mezcla de azúcar caramelizado y la frescura de frutas maduras le hizo detenerse un instante, sus sentidos atrapados entre la dulzura tentadora y la sorpresa que aquello le provocaba. 

Ese dulzor, hipnótico y tan particular, lo golpeó con una certeza instintiva: era el aroma de un Omega. La idea lo sacudió, su mente procesando con rapidez lo que eso implicaba. Su atracción hacia el origen de aquel olor fue casi inmediata, una necesidad primaria que lo empujaba a moverse, a buscar. 

Miró a su alrededor, intentando identificar entre la multitud quién era el portador de esa fragancia. Sus ojos escudriñaron cada figura, cada rostro, pero su búsqueda parecía inútil. El aroma lo envolvía por completo, llenando sus pulmones, desbordando su autocontrol. Un latido acelerado le martillaba el pecho mientras su cuerpo se tensaba, como si cada fibra de su ser respondiera a esa llamada silenciosa. 

No sabía si era una trampa o una coincidencia, pero cada paso que daba lo acercaba más al epicentro de esa dulce tormenta.

Sin darse cuenta el pelirrojo terminó de hablar y bajó del escenario, el olor cada vez parecía más lejano, Soongu por fin pudo pensar con claridad cuando los hombres se habían dispersado hacia sus lugares, entendiendo que tenían que encontrar a Peter.

—¿Qué pasa? —preguntó una suave voz. 

Soongu, completamente absorto en sus pensamientos, no se había percatado de la presencia del otro muchacho a su lado. Su corazón se aceleró al reconocerlo: el pelirrojo, el mismo que había estado buscando a alguien con la mirada momentos antes. Ahora estaba tan cerca que el aroma dulce, casi embriagador, era inconfundible. 

Como si su cuerpo estuviera en modo automático, el Alfa dio un paso adelante, acortando la distancia entre ambos. Sus movimientos eran lentos pero cargados de una tensión peligrosa, cada músculo de su cuerpo en alerta. Nadie más estaba allí para presenciar la escena; el salón se había vaciado, y el silencio que los rodeaba hacía que cada respiración pareciera ensordecedora. 

—¿Eres un Omega? —soltó Kim, su voz baja y cargada de intensidad, casi un gruñido. 

El pelirrojo parpadeó, sorprendido por la pregunta directa, pero no retrocedió. En lugar de eso, sostuvo la mirada del Alfa con una mezcla de desafío y desconcierto. 

—¿Y si lo soy? —respondió, su tono calmado pero con un filo apenas perceptible, como si midiera cada palabra. 

Soongu dio un paso más cerca, el aroma dulce del Omega envolviendo el espacio entre ellos. Lo que no esperaba era lo que sucedió a continuación.

—Hueles muy bien —ronroneó el pelirrojo, y sus palabras flotaron en el aire, cargadas de una atracción palpable.

Soongu sintió cómo el calor se extendía por su pecho, el aroma del Omega lo embriagaba, pero algo dentro de él se detuvo. Esa fragancia… no era normal. A pesar de lo intensa y cautivadora que era, algo en su mente daba vueltas, confundido. Algo no cuadraba. 

De inmediato, un pensamiento cruzó su mente, y una pequeña chispa de duda se encendió. ¿Cómo era posible que un Omega pudiera desprender un aroma tan fuerte, tan natural, cuando él siendo un asesino había usado supresores de olor durante años para evitar que alguien pudiera detectar su naturaleza? 

Se detuvo, observando al pelirrojo con una nueva cautela. Los supresores de olor eran una herramienta común entre los omegas y alfas, una barrera invisible que les impedía ser reconocidos por sus aromas. Soongu también los usaba desde hacía mucho tiempo, había perfeccionado la habilidad de ocultar su esencia, de ocultarse detrás de una máscara de neutralidad. Nadie debía saber qué era él. 

Pero este Omega… no parecía estar usando ningún supresor, o al menos no lo suficientemente efectivo. El olor era tan puro, tan directo, que se sentía como una declaración innegable. ¿Cómo podría ser? 

Aun así, la atracción fue instantánea, una necesidad primitiva que hizo que su cuerpo respondiera antes de que su mente pudiera procesarlo por completo. Pero la confusión lo acompañaba. Algo en este encuentro le resultaba extraño, incluso peligroso.

El pelirrojo, como si sintiera la tensión en el aire, levantó una ceja, casi como si estuviera esperando que Soongu dijera algo.

—¿cómo es que tú-?— intentó preguntar suavemente, pero fue callado por los labios del contrario. sin pensarlo Soongu agarró la nuca del más bajo y lo besó.

Como si todo se volviera en cámara rápida, Soongu y el pelirrojo avanzaron hasta salir del salón por el pasillo nada fue importante, ni aunque hubieran cámaras o posibles asesinos de Glory buscando a Peter. Sabiendo que los rumores se extenderían como pólvora ninguno pensó en ello, ¿desde cuando Soongu se dejaba llevar por sus instintos primarios? Era tonto si alguien tan solo pensara en que Peter, el discípulo más fuerte de todos los tiempos estuviera en esa situación, doblegado por un Omega, prácticamente a la merced de otro asesino derribando todas sus barreras defensivas.

Cuando recobró la conciencia, el pelinegro apenas pudo notar que estaba en una habitación, “¿cómo había llegado ahí?” podía ser una trampa, el discípulo si quería podría matarlo ahí mismo. Su cuerpo caliente no lo dejaba pensar, lo único que sentía era sus labios moverse unos con otros en un vaivén demasiado violento como para saborearlo correctamente.

El pelirrojo no podía explicar lo que sentía, ni cuando tuvo su primer celo fue tan desgarrador, su cuerpo ardía necesitado de tener dentro de sí al Alfa, “¿quien era ese pelinegro de ojos bonitos?” había perdido tan rápido su lado racional.

—¡Mierda!—exclamó Soongu, con un jadeo ahogado, cuando sintió las manos frías del chico deslizarse por la piel caliente de su cuello. El contraste entre el frío de los dedos y el calor febril que inundaba su cuerpo lo hizo estremecerse. Tumbados sobre la enorme cama King, la suave tela de sábana apenas era perceptible bajo el peso compartido de ambos cuerpos.

El pelirrojo lo tenía atrapado bajo su cuerpo, su aliento cálido rozando la piel desnuda detrás de su oreja. Sintiendo la corriente eléctrica recorrer su cuerpo y con su respiración agitada este respiraba el exquisito aroma del Omega. Leveo bajo su mano ligeramente rozando el borde de la camisa blanca, su miradas se encontraron cuando Soongu levantó su cabeza dejando ver un brillo fugaz en los ojos del pelirrojo. Una idea totalmente nueva y a la vez peligrosa tomó su atención, este miró la corbata del Alfa y sin dejar tiempo para arrepentimientos este desató la tela de su cuello, tentadoramente Leveo dejó que sus dientes sujetarán la corbata y con sus dos manos agarró las muñecas del contrario poniéndolas sobre su cabeza. Ya listo y viendo que el Alfa no tomaba resistencia ni mucho menos parecía disgustado por el pequeño juego que estaba ideando amarró sus manos a la cabecera de la cama, satisfecho Leveo soltó una sonrisa burlona.

los pensamientos de Soongu parecían ir y volver en círculos, su cuerpo tenso bajo su toque este sabía a qué estaba jugando Leveo, sin embargo, dejó todo lo que ocurriría a su merced. Su instintos de supervivencia le decían que era peligroso que otro hombre lo amarrara, pero viendo como el chico no poseía ni una pizca de maldad detrás de sus ojos dejó escapar un gemido al sentir como su pantalón era bajado hasta sus rodillas.

“wow” Pensaba Leveo al ver semejante imagen, su polla rígida era más grande que su propia erección, sintiendo cómo sus mejillas se ponían rojas debido al calor siguió con lo suyo.

—¿debería de meterlo en mi boca? O ¿podría jugar con él un poco?— susurró en voz baja, pensativo.

“¿Por qué elegir? ¿Si puedo hacer las dos?” Se respondió y con un dejó de emoción en su sonrisa, acercó su cara a su entrepierna y abrió sus labios dejando que la gran polla del Alfa entrara, un jadeo sonoro dejó aturdido al Omega, si seguía escuchando los sonidos que emitía el muchacho realmente dejaría mojados sus pantalones. Leveo tomó aire y lo introdujo aún más en su boca, cuidando de no tocar sus reflejos nauseosos cerró los ojos imaginando cada centímetros que sentía en su paladar, aunque estaba un poco más de la mitad dentro de su boca este sería incapaz de tener entera la excitación del pelinegro. Sabiendo que todo estaría pronto dentro de sí un burbujeo torpe se instaló en su vientre. Succionando de arriba hacia abajo, pasando por su glande y longitud lentamente causando que el otro hombre se desesperara debido que no podía mover sus manos. Entendiendo perfectamente la función del amarre Soongu apretó los dientes frenando sus propios sonidos.

Leveo jugó con sus muslos y bolas hasta que sintió como con la ayuda del movimiento de su cintura, cada pulgada parecía embestir el fondo de su garganta, aguantando la respiración lo único que podía escuchar eran los sonidos obscenos de la saliva y su polla fusionándose entre sí.

Los minutos pasaron y dejando sin aire al pelirrojo este se alejó un momento, chupando la punta antes de alejarse un “pop” se escuchó resonando la habitación mientras la respiración agitada de Soongu luchaba por volver a la normalidad.

—¿te gusta?— preguntó el pelirrojo al notar las hermosas expresiones de placer que marcaban sus masculinas facciones. —Sí— sin alcanzar a decir nada más la mano pálida y cálida del Omega envolvió su polla, moviéndola rápidamente haciendo que la fricción se volviera exquisita. No esperando que cambiará la velocidad, un jadeo sonoro escapó de sus labios rojos.

De tanto morderse sentía que pronto saldría líquido carmesí de ellas, pero ignorando aquello este sentía que en cualquier momento podría venirse. Dada las emociones que estaba sintiendo, no era capaz de reconocer las creciente preocupación que inundaba su pecho.

Los intensos espasmos que empezaron a dar su piernas, el pelirrojo sabía que estaba por llegar así que detuvo abruptamente, abriendo los ojos y respirando pesadamente Soongu percibió el peso del contrario sobre su abdomen, bajo su mirada, viéndolo tan cerca Leveo acercó sus labios y como si fuera su fuera su primer beso rozó sus labios moviéndose en un vaivén demasiado acalorado. Él con sus manos acercó por la nuca al joven ampliando el beso, abriendo un poco su boca Peter lo tomó como una invitación y sin más exploró con su lengua cada rincón. Al ver sus manos desatadas pensó;

“había hecho un buen nudo, entonces, ¿cómo se había desatado?”

Señalo vagamente hasta que recordó que quizás este había tenido ese tipo de entrenamiento por sí sufrían un secuestro, etc. Sin tomarle más importancia de la necesaria se dejó llevar por sus delicados besos.

Soongu sin soportarlo más, decidió tomar el control, terminando por completo con su propia tormenta moral, al mirar a Leveo, recordaba sutilmente la imagen de Tadeo, su pareja y el bebé, en la única foto que se sacó con su familia estando vivo.

Ignorando la creciente culpa que crecía en su pecho, agarró los hombros del más bajo y con avidez movió sus cuerpos hacia un lado girando hasta estar sobre Leveo, el pelirrojo entre sus piernas sentía su excitación desbordar cada rincón de su pantalón.

—¿Así que te gusta esta posición?— preguntó suave el pelirrojo, dejando que su voz cargara todas las emociones que estaba sintiendo. Las palabras resonaron en sus oídos como una mantra que consentía cada acción que haría después.

Por primera vez en muchos años pudo dejar de contenerse, dejó de pensar y solo se dejó llevar. sentir, algo que jamás había probado, el solo hecho de vivir el momento sin tener que pensar en si saldría vivo o no era reconfortante.

Sin dejar tiempo para arrepentimientos este abrió los botones de lo que parecía ser una chaqueta azul oscuro con diseños de dragones y nubes, al hacerlo deslumbró la figura delgada del joven, su cintura firme que delineaba cada línea de los músculos de su torso. Era increíble la vista, poder ver como la camiseta sin mangas de color blanco resaltaba cada parte de su pecho era un deleite, y más cuando el pelirrojo se ponía rígido por cada toque que le proporcionaba con sus dedos fríos, Soongu rozó levemente los pezones endurecidos sobre la tela.

El solo tacto del pelinegro sentía que algo se movía en el interior de Leveo, las manos del discípulo se movían de arriba hacia abajo, desde la espalda hasta sus muslos, apretando suavemente. Soongu tomó un segundo por si el hijo de Tadeo sí quería podía retroceder, dejando de mover sus manos Leveo abrió sus ojos conectando sus miradas por primera vez.

Este quien tenía las orejas rojas lo miró con curiosidad.

—¿quieres seguir?...— murmuró Soongu y sus ojos oscuros lo miraron con cautela, sabiendo que aunque era difícil controlarse debido a la feromonas del Omega jamás haría algo que no quiera y menos cuando era hijo de su hermano.

—¿Cómo te llamas?— soltó Leveo de repente.

—P-... Kim Soongu— dijo sintiendo cómo su piel hormigueaba, el calor no se había ido, mordiendo su labio inferior agarró con su mano las sábanas que estaban al costado del pelirrojo.

—Soongu Songdi— repitió y bajo la mirada —¿por qué tantas dudas, ¿temes que aparezca Peter o…?— preguntó pensativo.
—Dios... —su voz resonó baja y grave, cargada de una advertencia —Si seguimos, no podré detenerme. Y lo cierto es que... no querré hacerlo.— Confesó, dejando que sus palabras flotaran en el aire, como una amenaza velada. Al sentir la mirada penetrante de Leveo recorrer su cuerpo, una tensión palpable se apoderó de él, y un sutil, casi desafiante, rastro de sonrisa curvó sus labios.

—entonces, no te detengas.— suspiró, dejando que los labios del más alto tomarán los suyos en un beso profundo, subiendo la temperatura de la habitación.
Tomando entre sus manos las caderas del chico, Soongu retrocedió unos segundos para tomar aire, luego acercó sus labios hacia el cuello y la clavícula del chico. Las respiraciones agitadas de los jóvenes resonaban en la habitación. Soongu decidió avanzar por su pecho, el Alfa harto de la ropa que obstaculiza su visión con un solo tirón la camiseta fue rota en dos.

Quitándole la chaqueta que traía la prenda fue tirada a un lado, observando detenidamente los músculos de sus brazos y hombros no pudo evitar sentir su cuerpo calentarse, como si eso fuera posible. Leveo no se quedó atrás, él no era sumiso como para dejar todo el trabajo al Alfa, al contrario de lo que uno piensa normalmente de los omegas, Leveo era fuerte y podía acabar con cualquier persona, sea Alfa, Beta u Omega.

El pelirrojo desabrochó la camisa blanca de Peter tirándola a un lado, mostrando sus fornidos brazos, su espalda ancha era tan firme como si fuera una pared y sin embargo, cada músculo se tensaba bajo el toque del discípulo. Cada agitación, cada escalofrío, cada fricción se volvían segundos en los que literalmente nada más importaba. Siguiendo con lo que quería hacer Soongu, bajó su mirada hacia abdomen plano y con abdominales del Omega que eran de esperarse, pero lo que más le llamó la atención fue su piel, como si fuera hecha de porcelana Leveo tenía una piel blanquecina con un leve bronceado en sus antebrazos.

El más alto frotó sus labios por su pecho y lamió sus pezones provocando un gemido del contrario. Mientras Soongu se preguntaba cómo era posible que alguien gimiera tan lindo comparándolo como si fuera una melodía.

Con la respiración entrecortada Leveo cerró su ojos concentrándose en sus otros sentidos, las manos del discípulo bajaron lentamente por los costados de su torso desnudo hasta llegar a su destino, tocando los bordes del pantalón de tela y al estar tan cerca de su clara excitación Soongu se detuvo. sin poder soportarlo, este necesitaba dejar marcas evidentes, sabía que ellos no eran nada ni mucho menos, pero sus incesantes ganas de marcar lo que era suyo emergía como malas hierbas, por más que uno las intente erradicar, su instinto Alfa no se lo permitía.

Los sonidos que emitía el chico al morder su piel era demasiado, Peter solo queria follarlo, anudarlo y hacerlo suyo, pero eso no seria posible, sus dientes no se clavaron tan fuerte pero lo suficiente para que sean visibles por unos días. Aturdido por el olor que desprendía el Alfa, disfrutando cada momento como si fuera el último, Soongu le quitó los pantalones azules que combinaban con la chaqueta dejando ver su cuerpo casi desnudo,

“¿acaso era posible tener esa vista del actual discípulo Tadeo?”
Peter jamás hubiera previsto que algo así pasaría, que terminaría follando con alguien 40 años menor. Pero para nada estaba arrepentido de ello.

El olor de la habitación era realmente impresionante, el olor dulce del Omega contrastaba visiblemente con la relajante y fresca del Alfa, terminando por ser tan empalagosa que afectaría a cualquier otra persona.Los jadeos de los jóvenes apenas eran un susurro apagado, completamente sofocados por el grosor de las paredes, que parecían diseñadas para enterrar cualquier sonido en su interior.
Peter agarró el pelo del chico jalandolo hacia adelante para tomar nuevamente sus labios, sin medir su fuerza, tanto fue el impulso que creyó romper el labio inferior del pelirrojo, sintiendo que el sabor metálico en su lengua. sorprendiendo a Soongu el sabor era increíblemente excitante, saber que quizás solo él había probado la sangre de Leveo, lo hizo realmente sentir orgulloso.

Bajo sus manos ansiosas por tocar su intimidad y sin decir nada le arrebató la ropa interior, dejando ver su polla, el glande parecía tener líquido preseminal pero no queriendo terminar tan rápido con la diversión, esté retrocedió hasta tener su polla frente a su cara, provocando al contrario, Soongu abrió más sus piernas, dejando ver su entrada ya húmeda, decidió ignorarlo y con suavidad acarició el interior de sus muslos viendo atentamente cómo su polla se movió al ritmo de un espasmo.
Sonriendo por lo bajo, el pelinegro delineó el muslo derecho hasta el muslo izquierdo del otro hombre rozando la base de su intimidad que deseaba ser atendida.

—mierda-

Gimoteo el pelirrojo, impaciente por querer sentir cada uno de los centímetros de la longitud del Alfa.

Soongu sintió cómo su cabeza se apagaba, no podría detenerse aún si el Omega quería, las feromonas lo estaban llevando más allá de su límite. con franqueza dejó caer su dedo índice entre sus piernas, lentamente bajó por su base hasta presionar su húmeda entrada, un empujón fue suficiente para dejar entrar todo su dedo.

Su húmedo y caliente interior se contrajo ligeramente al introducir el segundo dedo, dejando que se acostumbre un momento y mirando como las cejas de Leveo se fruncen retrocede unos centímetros para volver a entrar subiendo la velocidad.

—¡justo ahí…mmh!— dijo el hombre luego de que sus dos dedos rozaran su punto dulce. La forma en que sus paredes se contraen al separar un poco sus falanges haciendo estirar su entrada era algo totalmente difícil de ignorar o de siquiera olvidar.
Peter al ver que su culo estaba preparado para tomar su polla, este se quitó los pantalones por completo y se posicionó delante de su orificio, como si todo ocurriera en cámara lenta, Leveo agarró fuertemente las sábanas al sentir como su entrada se estiraba, no tanto para ser doloroso pero si lo suficiente para hacerlo soltar más de un gemido.

Su longitud entro lentamente, sintiendo cómo sus paredes toman libremente cada centímetro hasta el fondo, Soongu jadeó.

“¿estaba en el cielo? ¿cómo era posible tener tal oportunidad?” Pensaba Peter.

«Ojos oscuros».

«Pelo negro cenizo».

«Alto».

«Delgado y fuerte».

«Kim Soongu».

Leveo enumeraba cada detalle del hombre que se fundía en su interior. No entendía cómo era posible que jamás lo hubiera visto en ninguna misión...

«¿Acaso eso era posible?» Este se enorgullecía fácilmente de su increíble capacidad para recordar las caras de las personas. Era obvio que, siendo un joven apuesto, recordaría aún más su cara. Pero ahí estaba, como si hubiera aparecido de la nada; parecía que su cuerpo fuera suyo y que fueran perfectos el uno para el otro.

A medida que la gruesa polla de Peter se deslizaba más profundamente en el apretado cuerpo de Leveo, este no pudo evitar gemir en voz alta por la sensación. Sus paredes se cerraron alrededor de la longitud invasora, tratando de adaptarse a su grosor. «Joder», jadeó, con la respiración entrecortada mientras luchaba por mantener el control.

Mientras tanto, Peter estaba sumido en una bruma de placer, saboreaba cada centímetro de su conexión. Nunca antes había sentido algo así; la forma en que Leveo lo sujetaba como un vicio de terciopelo era puro éxtasis. El alfa empezó a moverse con lenta deliberación, sacando hasta que solo quedaba la punta antes de volver a meterla con un gruñido de satisfacción.

—Joder— Leveo ladeo tentativamente su cuello hacia el costado dejando expuesta su nuca. Su cuerpo ardía tanto. El Alfa ya no pensaba en nada más que en el Omega que tenía delante, con sus manos sujetando la cintura del pelirrojo hundiendo sus dedos en la carne de su costado, luego acercó su mano derecha y acarició su mejilla sutilmente tentando si debía o no hacerlo.

Al sentir la cálida piel del chico y las marcas evidentes de su cuello no dudó más, derritiendo su cerebro Soongu abrió su mano y la dejó caer en su tráquea.

Sujetando fuertemente pero no tanto para matar a alguien, sabiendo específicamente como estrangular al ser asesino por más de 50 años. Al principio Leveo trató de decir algo pero su voz fue apagada por las embestidas que seguían subiendo su velocidad. Al sentir que su respiración se entrecortaba, los segundos pasaron y la desesperación se mezcló con el placer.

Sintiendo cómo su cuerpo se volvía pesado y la vista se volvía borrosa, soltó el agarre en la muñeca de Soongu, viendo que ya era suficiente su mano rápidamente se retrajo dejando que el aire entrara de golpe a su pulmones. Con sus latidos acelerados Leveo abrió sus ojos aún más conectando con los del Alfa, su iris oscura que traía un leve brillo fue suficiente para cautivar al Omega

“fue increíble” susurró, mientras aspiraba y soplaba tratando de controlar su propia respiración agitada. El trasero apretado de Leveo provocó a Kim, deseando acabar dentro de su cuerpo marcando el cuerpo del joven.

—eres mío, Leveo… cada parte de ti me pertenece.— con voz ronca Peter le susurró al oído, frunciendo el ceño, el Omega no sabía si había escuchado bien, “¿acaso había dicho su verdadero nombre?”

—te cuidare como si mi vida dependiera de ello.— continuó. al profundizar la embestida, el discípulo gimió y sin pensarlo dijo;

—…Por favor S-Soongu hazme tuyo.— exclamó el hombre mientras sentía que pronto llegaría a su límite.

Este no dudó ni un segundo, Peter agarró los hombros del Omega y lo atrajo a sí mismo sin dejar de follarlo, agarró su cabello rojizo y ladeo su cabeza, antes de morderlo el pelinegro beso su clavícula suavemente. Sabía que dolería, sabía que la marca jamás se iría, ni aunque otro Alfa lo marcará. Sin embargo, cada fibra de su ser respondía a que marcará como suyo al Omega, su cabeza doliendo debido al calor y el olor cada vez más dulce que entraba por su fosas nasales era imposible pensar con claridad.
Abrió la boca y clavó su dientes en la piel desnuda y pálida de su ahora Omega. el omega sintió una sacudida de dolor que rápidamente se transformó en una intensa oleada de placer. A pesar de la ternura con la que Peter lo sujetaba, Leveo no podía evitar la sensación de ser reclamado -incluso poseído- por aquel desconocido que tan repentinamente había tomado el control de su encuentro. Era estimulante y aterrador a la vez, y la emoción corría por sus venas mientras se entregaba indefenso a su Alfa.

Al movimiento de sus caderas, la fricción que provocaba dentro de sí, el calor de su interior, a gritos le hacían pedir más. Los gemidos del pelirrojo se mezclaron a los jadeos bajos del Alfa que salían desde el fondo de su garganta. Un estremecimiento fue suficiente antes de que él hombre bajó de él y se viniera manchando sus abdominales de semen, unos leves movimientos más de caderas y el líquido cálido inundó su interior.

(...)

Cuando sonó el intercomunicador del hotel anunciando la llegada de Peter, Leveo salió de su sensual estupor. Todavía estaba atrapado bajo el alfa, con sus cuerpos entrelazados en una maraña de miembros y piel empapada de sudor.

Con un suave jadeo, se separó del abrazo de Peter y se incorporó, frotándose los ojos como si quisiera despejarse de la niebla persistente.Su pecho subía y bajaba rápidamente con cada respiración, tratando aún de recuperar el ritmo acelerado de su corazón.

Peter le observó con una sonrisa perezosa, aparentemente imperturbable por su brusca interrupción: "Deberíamos asearnos", sugirió en voz baja, apartando un mechón de pelo de la cara de Leveo.

Leveo asintió en silencio, luchando aún por procesar todo lo que acababa de suceder. Aún confundido el Alfa se levantó y con una mirada tranquila habló:

—Hay que apurarnos si queremos atrapar a Peter— dijo a lo que el pelirrojo recordando la misión por la cual había venido al Hotel, se levantó casi corriendo al baño. Una sonrisa burlona se deslumbró en sus labios mirando al bello Omega.

“Jamás me arrepentiré de esto” se dijo a sí mismo…

(Fin)















Hola! Este es mi primer OS de esta pareja así que espero que les guste💓😭

Desde que leí/leo Killer Peter no e podido dejar de imaginar diferentes escenarios con ellos como protagonistas!! Si gustan de entrar al grupo de WhatsApp para hablar sobre KP y mis aus no duden en entrar al link ✨️👉

—Ayan💐

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