¡Peligro!
Johnny hizo constantes sus idas a las terapias y a control, trabaja arduo para volver caminar. Había en él un poder que le hacía querer caminar, de a poco empezaba a retomar su vida, sin entender que le había hecho cambiar de opinión o no quería reconocerlo.
Y los frutos llegaron a los meses, su primer paso lo dio con rayo y Veca como testigos. La chica no dejó de aplaudir y el peludo en mover la cola sin entender la emoción de su dueña, quien sentada en una banca observaba cada mañana su evolución.
Lo que no lograba controlar era su enojo, le ofuscaba no levantarse de la silla de ruedas, el inicio del juicio del hombre que lo dejó en ese estado o los acercamientos de Aimme a Jeremy. Ella empezaba a visitar a sus amigos en común, hacer algún comentario sobre su estado, preguntar por Veca o si en realidad se veían enamorados.
Sostiene en sus manos todo el caso en contra del hombre que destruyó su vida. Sus dedos se entumecen al leer los testimonios de quienes presenciaron el accidente. Al igual que Johnny, el hombre resultó gravemente herido, perdió su pierna izquierda y parte de sus dedos índice, pulgar de la mano izquierda. Estuvo dos años dilatando el juego, se había válido de cuanta artimaña encontró para no ir a juicio.
Hasta el día de hoy, en que Johnny vería el rostro del hombre.
Sale de la casa en silencio su chófer lo espera en la planta baja. El presente y pasado se agolpan en su cabeza, entra al ascensor y presiona el piso uno. La soledad de la caja le permite pensar en lo que quiere de su vida. Aún tiene sus dudas, ha pasado por tantas cosas malas que no desea arriesgarse. Cuando las puertas se abren él ha tomado una decisión, cruza el lobby sin saludar a nadie y se acerca su chófer.
—¿La señora Verónica no vendrá? —pregunta Xavier al ver a su jefe solo en la entrada del edificio.
—Está en exámenes, y en dos horas tienen una reunión con el decano—responde y Xavier afirma.
Cuando salió del apartamento la dejó con la cabeza enterrada en los libros. Era buena estudiante, obtenía buenas notas y solía llegar con ellas y mostrárselas a Johnny como si fuera su papá. Se podría decir que tenían una amistad, habían logrado un vínculo fuerte. Cuando lo notaba enojado se alejaba a su habitación, eso sí haciendo muecas creyendo que él no las notaba. Había optado por no recibir su ayuda al vestirse, era incómodo cada vez más para él.
—Es una pena, —le responde —igual veré en la noche que la lleve a la universidad. —en respuesta, Johnny gruñe fastidiado.
Xavier sonríe porque logró su cometido, que su jefe sintiera celos.
Verónica encanta a casi todo el que cruza una sola palabra con ella, su sonría y aire inocente es producto de ello. Xavier sonríe al verle fruncir las citas mirando por la ventana en todo el viaje. Si ella estuviera a su lado haría lo posible por controlar su mal humor.
Llegar a la oficina luego de casi dos años sin asistir, era difícil. Su sueño era entrar por esa puerta caminando y no siendo arrastrado por su chófer. La silla de ruedas y el hombre que le ayudaba en esos momentos, eran desconocidas a los ojos de sus empleados. Se las arregló para controlar sus impulsos y no mandar al demonio a quienes lo veían con pesar.
—Buenos días señor es un gusto volver a verlo se le extrañó mucho...
—No mientas Fer, que estabas feliz con Jeremy —le responde a su asistente de mal humor.
Freda hace una mueca divertida y sin que su comportamiento le afecte le sigue. El tiempo que tiene Johnny Rov, como abogado es el mismo que Fedra, lleva trabajando con él. Le ha visto en innumerables ocasiones de muy mal humor, suele ser un hombre de temperamento fuerte, por lo que, no le teme.
Se instala frente al escritorio con la agenda en sus manos en espera que el termine de ubicarse. Johnny tiene un ritual antes de trabajar, se quitaba el saco que dejaba en el perchero, estiraba sus brazos y piernas, por último, meditaba sentado en la silla detrás del escritorio.
Siendo un hombre de casi 1,90mt, el perchero era de estatura considerable, por lo que su primer ritual era imposible hacerlo. Obstinado desde nacimiento y con la virtud de no rendirse nunca (solo cuando se lo proponían) Johnny insistía en hacerlo, quería retomar su labor tal cual era antes de estar en la silla de ruedas.
Freda sigue a distancia intentar ayudarle era un error, su jefe era orgulloso y vería en su acto de buena fe, un insulto. Contempla todo sus movimientos y parsimonia con dicha y sonríe con satisfacción al verle hacer cada cosa.
Aprieta la agenda que sostiene en sus manos con fuerza, al verlo insistir una y otra vez hasta lograrlo. John Rov era bastante alto, asistía al gimnasio, comía sano, pero no tomaba ningún tipo de sustancia para incrementar sus músculos. Su paso por la gimnasia, ballet y tenis, dejó en él un cuerpo atlético, bien formado. Era ese tipo de hombres que no necesitaba de grandes músculos para llamar la atención. Si no lo hacía su rostro o su estatura, de seguro lo haría su inteligencia.
Lo único que no hace es estiramiento, Fedra sonríe, tiene ante ella al Johnny Rov, que conoce. Una vez acaba con su último ritual se toma su tiempo para preparar su escritorio antes de invitar a su asistente a sentarse. Freda o Fer, como le ha dicho desde siempre, insistía en qué John solo necesitaba entrar a laboral para continuar con su vida.
—¿Y bien? dime ¿Qué hacías ayudando a Jeremy? —apoya ambas manos en su escritorio y la mujer sonríe —Es alta traición Fedra y lo sabes, por cosas menores he metido a maleantes a prisión.
Se sienta frente a él deja la agenda en sus piernas y sonríe. Esta bromeando, su cercanía con Jeremy, fue necesaria para mantener la oficina abierta y manejar la cadena de hoteles de la señora Salma.
—Estoy feliz de tenerte aquí Johnny, pero decepcionada por qué no me invitaste a tu boda, tampoco conozco a tu esposa. —Johnny no se inmuta, teniendo en cuenta que ni siquiera él o la novia estuvo presente.
Como esperaba su asistente, logra el deje el tema a un lado e inician el día acostumbrado. La gran mayoría de reuniones las dejó para la mañana y en su oficina, en la tarde Johnny debía asistir al juicio.
Perdió la noción del tiempo trabajando, su asistente le anunció que Verónica estaba esperando por él para ir al juicio. Aún le faltaba varias cosas por hacer, por lo que le pidió a Freda llevara a Veca a la sala de reuniones. Frente al TV, se le pasaría el tiempo y no se aburriría, además que, no miraría a las mujeres y vestimentas que parecía era su fascinación. Tenerla con él, era no poder concentrarse era mejor lejos de su vista.
—Usted no puede entrar...
Alza la cabeza al notar el escándalo y todo su cuerpo se tensa. Frente a sus ojos está Aimme, trae puesto un traje verde esmeralda ceñido al cuerpo, zapatillas altas y su cabello negro suelto cubriendo el escote en V, ocultado con ellos sus pechos
—Déjanos solos —la voz no da lugar a equivocaciones, pero Freda duda antes de obedecer.
—La señora....
—Dije... Déjanos solos —interrumpe despegando los ojos de Aimme y viendo a su asistente. La mujer sale cerrando la puerta tras de ella, sin dejar de verle decepcionado. —Han pasado muchos meses Aimme, me pregunto ¿Qué te hizo regresar?
Suelta un sollozo fuerte corriendo en su dirección, por un instante no sabe qué responder. Ha creído haber dejado atrás esa etapa de su vida, pero tenerla en sus brazos le hizo dudar.
—Necesito ayuda Johnny, te juro que no daré problemas —habla en medio del llanto —vació mis cuentas y me hizo firmar documentos, creí en él... Ahora está vendiendo todo con el poder que dice yo le entregué.
Su esposo, con el que se casó hace cinco meses atrás, la ha dejado en la ruina o próxima a ello. Necesita de la ayuda de un abogado, pero Jeremy se niega a ayudarle sin que él de la autorización. La aleja de sus brazos y le pide que se siente y le narré todo lo sucedido. Ella se niega a hacerlo y de rodillas le abraza por la cintura. Johnny mantiene sus manos lejos de ella, porque lo que está empezando a sentir lo está confundiendo.
Aimme le dice que su abuela le pidió terminar esa relación, la vio cierta tarde abrazada al que hoy era su novio que la consolaba por lo sucedido con su próximo esposo e imaginó lo peor en ella. Incómodo por los sentimientos contradictorios Johnny toma sus manos alejándola de su regazo, pero ella se resiste y continúa hablando.
—Amenazó con decírtelo, ella creía que yo te fui infiel eso no....
—No fue lo que te pregunté—interrumpe —soy un hombre felizmente casado Aimme, por favor... Concéntrate en lo que te trae aquí.
En la sala de juntas, Verónica mira la hora, ha esperado mucho tiempo a Johnny, llegar tarde es de mala educación. Apaga la TV y sale a los pasillos, la asistente de Johnny no está por ningún lado, así que decide entrar.
—Johnny debemos.... —calla al ver lo que tiene ante ella.
Una mujer de cabello negro, sentada en una silla con Johnny frente a ella se estaban besando. La mujer tenía ambas manos en el cuello de su supuesto esposo. Ante l interrupción quien se aleja espantado es él, ella solo la mira con sorna.
Verónica la conocía muy bien, la señora Salma le ordenó a Oliver y a Remy mostrarle fotos, dar detalles de lo que fue su noviazgo y posterior rompimiento. La dama sonríe limpiando sus labios mientras la mira como quien ve al insecto más insignificante.
— Johnny dijiste que ella no vendría a vernos... —dice mujer, mirándola con aires de grandeza — escuché de fuente muy cercana eras simple, jamás pensé que tanto.
Él no hace o dice nada y se queda con rostro espantado viéndola a ella que se esfuerza para no llorar.
—Lárgate Aimme ... Verónica espera....
No espera explicación, tampoco se detiene cuando le piden detenerse. No es una pesadilla, está sucediendo, la mujer volvió y Johnny se irá de vuelta a sus brazos. Deambula por las calles sin tener un sitio fijo, recordando que la señora Salma lo había advertido. Ella volvería cuando supiera Johnny estaba bien, lo que no nunca quiso fue lidiar con un minusválido.
Llega al parque que suele visitar con rayo, ese que está cerca de casa y se sienta en una banca. En casa nadie estará, porque todos quieren ir al juicio incluso ella pidió quería asistir. Oliver y Remy le habían comentado que el joven John, necesitaba el apoyo de todos, pero más el de ella. Supuestamente era la más importante y su inocente corazón lo creyó.
El parque está lleno de enamorados, parejas con niños o mascotas. Sonríe al ver a cada uno con tristeza, ella nunca tuvo un hogar común; aunque, si disfrutó del amor de su abuelo.
—¿Veca? ¿Qué haces aquí? —gira y se encuentra a George detrás de ella.
—Pienso—responde indiferente y su mirada regresa a bien, lo las parejas del parque —¿Y tú? Lejos de casa George...
—Papá me envió esta vez a mí, necesitamos algunas cosas —pregunta si puede sentarse y ella no le responde, así que lo hace igual—en el pueblo dicen que te casaste con el nuevo dueño de la casona Rov.
—Hace 14 meses. —responde distraída.
—Pensé que la casa del abuelo sería construida, todos lo pensamos —su comentario la obliga a verlo y el sigue —esta tal cual te fuiste, el rumor es que se casó contigo por las tierras y el río que nace de tu lado.
Sabe que hay un contrato de por medio de cinco años, que puede acabarse cuando el empiece a caminar. Algo que ya es muy obvio, pero ¿Ha donde iría? Le hace saber. La casa del abuelo no está construida, nadie ha ido a tomar medidas y han visto a hombres recolectando muestras del río.
Las palabras de George, no hacen más que incrementar su baja autoestima. Le ha visto con la ex novia, él empieza a caminar, ha vuelto a la sociedad. Se avergonzaba de ella, conoce a personas muy cercanas y a los otros la presenta sólo su enfermera.
—Deberías visitar al pueblo, —dice levantándose —el sheriff confirmará todo lo que acabó de decir porque sé que a mí no me crees.
(...)
Johnny estuvo en el juicio hasta que declaró, había solicitado por problemas familiares su declaración fuera de las primeras. Por fortuna, el juez se congració de su situación y accedió. Ver al hombre que lo dañó y saber que estaba próximo a ir a prisión no lo calmó. Siempre pensó que sería así, hoy se daba cuenta que eso perdía importancia cuando ella estaba perdida.
Nadie sabía de ella, no había regresado a casa y se Imaginó lo peor. Las siguientes horas las dedicó a buscarla con Xavier por toda la zona. Verónica, no solía llegar muy lejos, tampoco salir de la zona acostumbrada.
—Deberíamos ir al departamento —comenta Xavier, quien también está preocupado. —el último lugar es este parque y no está... No me gusta esto señor.
Ni a él, observa atento cada esquina, banca o sitio con mujeres. Veca suele entretenerse viéndolas caminar o hablar, Remy con quien suele hablar mucho asegura es su manera de aprender a comportarse. En más de una ocasión cree verla en alguna mujer, pero, no es ella.
Verónica Rov, su esposa es única...
—Tienes razón, —dice al fin y el auto da media vuelta en el siguiente semáforo cuando el móvil de Johnny suena.
—¿El señor Johnny Rov? —habla una voz detrás de la línea.
—Con él...
—Le estamos llamando del hospital central, la señora Verónica Rov ha ingresado al hospital ...
Rumbo al hospital se imaginó lo peor, un auto la habría arrollado, alguien la asalto y al no verle nada de valor la dañaron. Son muchas la historias que en como abogado a visto en muchos de sus clientes, él mismo fue víctima de uno. Xavier lo observa de vez en cuando con la mirada perdida viendo hacia los autos. Ha llamado a Oliver y le dio la dirección en donde la tenían.
Xavier detiene el auto y es ayudado a bajar, se fija como meta volver a caminata. Él no puede seguir dependiendo de Veca y los demás. Entran a la sala de urgencias y preguntan por ella a una enfermera.
—¿El señor es? —pregunta y él le muestra su identificación.
—Su esposo ¿Cómo está mi esposa? ¿Qué le sucedió?
—Ha sufrido una recaída, debido a su estado de salud es muy importante saber que tan grave es. El doctor la está atendiendo en estos momentos....
—A qué se refiere con su estado de salud —Le interrumpe y la enfermera le observa intrigada.
—Familiares de Verónica Rov —llama un doctor.
Johnny se acerca, Oliver, Remy y Jeremy que llegan en ese instante también. Sigue inconsciente, esta vez para controlar el estado nervioso en que llegó y su ritmo cardíaco. Verónica tiene lleva en su morral, el nombre de su cardiólogo y número de teléfono al igual que el de su esposo. Ambas cosas fueron importantes a la hora de lograr controlarla.
—¿A qué se debe la falla cardíaca? —el doctor le da la misma mirada que la enfermera, pero este si le responde.
—Me resulta difícil que usted como esposo no lo sepa, —comenta mirando la planilla que tiene en sus manos.
Oliver le dice que su historia clínica, fotos de su familia y los registros de su casa, era lo que guardaba con tanto recelo en ese cofre. Una copia de su historial clínico le fue entregada a su cardiólogo en la ciudad, otra le recomendó llevarla siempre consigo en su morral.
—Debió notar la cicatriz en su pecho, —entiende cada vez menos, sabe que está enferma pero las veces que le ha preguntado elude la respuesta —su esposa recibió una cirugía de corazón abierto cuando tenía dos años. —mira los registros encontrados en sus pertenencias y se los pasa a Johnny.
La pequeña había nacido con enfermedad cardíaca congénita. Los detalles de su enfermedad no llaman tanto la atención como quienes figuran como tutores de la niña en ese entonces, sus abuelos.
Y hay más.
Los señores Joshua y Penélope Rov, estaba también en los registros ellos costeado toda la cirugía, ellos eran sus padres. Mira a Oliver quién asiente y luego a Remy.
Verónica no podía estresarse, enojarse, fumar o tomar, llevar una vida sana, tanto en su alimentación como en él diario vivir. Escucha con sorpresa todo lo que le dicen con su rostro confuso.
—Su esposa es un milagro señor Rov y conservarlo hace parte de su responsabilidad. —es otro doctor quien sale y le dice aquello, Oliver le comenta que es el cardiólogo personal de Verónica — la discusión que han tenido, evite recordarla... Por favor, no tarde.
El hombre se hace a un lado y Johnny entra a su habitación, tiene los ojos cerrados y un catéter en su brazo. Al verla entiende porque él hombre supo que habían discutido. Verónica tenía la nariz roja y pestañas mojadas.
Su silencio cuando la vio entrar, fue por lo que acaba de darse cuenta al ser besado por Aimme.
Se estaba enamorando de su esposa y verla allí con él rostro dolido le había afectado. Él no besó a Aimme fue ella quien le forzó, ni siquiera correspondió al beso.
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