La traición nunca viene de un enemigo
Minutos antes...
—Te ves preocupado —le dice a su socio que responde un mensaje en ese instante —no era necesario que te quedarás.
Jeremy niega mientras saca de su bolsillo una carta que deja en manos de su socio. Atento, en silencio y con una media sonrisa lee la propuesta. Sonríe al cerrar cuidadosamente el documento y le entrega a su amigo.
—¿Cuál es el problema? Es el sueño de cualquiera...
—Era su sueño...
—¿Y qué? —dice encogiéndose de hombros —les gustó tu perfil y es lo que cuenta. Mereces ese puesto y mi oficina tomará prestigio al saber que saliste de allí.
—Eres un gran amigo...
—Sin llorar Jeremy, que solo te mudas a D. C. No te vas a otro planeta.
Sonríe al ver a su amigo y hacerlo alejándose a las afueras de las bodegas, mientras el sigue con su trabajo. Johnny estaba organizando las bodegas y haciendo el inventario de los productos. Estaban repletas algunos productos podían conservarse otros no tanto. Gracias a Xavier y al sexto sentido de su mujer, esos productos empezaban a ser vendidos.
Traer a su mente a su mujer, le hace ver que lleva horas sin verla y Verónica suele estar alrededor de él siempre. ¿Dónde está Verónica? Siente los pasos detrás de él y al girar ve a Xavier con una sonrisa en sus labios.
—Nos fue muy bien —comenta y le estira los documentos de entrega, facturas y registros se consignaciones.
—Esto no es tu trabajo, estoy muy agradecido contigo...
Apenado era la palabra correcta, le negó a su esposa dudar de él, pero lo cierto fue la primera persona que señaló como culpable. Todos los demás eran personas que llevaban muchos años a su lado y a los que era imposible ver en un plan de enemigos. Xavier sonríe mientras le dice que no hay nada que agradecer lo hace con mucho gusto.
—Se que le disgusta que le diga esto, pero quiero mucho a su esposa —y tiene razón, su cuerpo se tensa instantáneamente al escuchar eso —pero no como el señor Jeremy se lo insinuó a ella... Verónica es para mí como una hermana y usted me dio la mano en el peor momento de mi vida. Por cierto, ¿Dónde está?
—La misma pregunta me la hago yo.
Mira en todas las direcciones y al no verla encima de alguna caja o saco salen hacia los establos. No hay rastros de ella o de rayo, por más que preguntan por ella nadie la ha visto.
—La última vez que la vimos estaba allí —Remy señala un punto de las tierras y Johnny no le gusta esa dirección.
—¿No es el río esa dirección? —asiente a Jeremy sin perder de vista el sitio en el que dicen le ha ido.
—Espero que no tomara esa dirección —la voz de Oliver sale preocupada cuando lo dice —en el pueblo hablan de cazadores fortuitos.
—¿Hasta ahora lo dices? —se queja Jeremy. —debiste decirlo, ella seguro corre peligro allá afuera.
—Nadie sabía que ella saldría sola, —interviene Johnny. —me cuesta creer que se dirija a esa zona, ella sabe de la tormenta. Lo escuchamos juntos esta mañana.
Un grupo de cinco hombres entre ellos Xavier y Remy se han reunido alrededor de su jefe. Los demás la empiezan a buscar a los alrededores, siendo la antigua casa del abuelo, la primera en visitar. Jeremy es quien lidera esa búsqueda mientras Johnny intenta recordar si ella le dijo algo en la mañana.
—Será mejor ir por ella —la voz de Xavier de repente es un susurro y si Johnny estaría alerta hubiera notado ese gesto.
—Dividámonos —les dice a Remy, Jeremy y Xavier, este último se niega a dejarlo solo e insiste en ir a su lado.
El camino es escabroso y resultará difícil para él en algunos puntos, su esposa no le perdonará si le deja solo y le pasa algo. Johnny sonríe al notar que Xavier le teme a Verónica, aunque él le llama respeto.
Dentro del bosque y a pocos pasos del río empiezan a llamarla. Los gritos hacen eco en el lugar, cada que pronuncian su nombre y no hay respuesta los nervios de Johnny van en aumento. —"Ella conoce este sitio, es imposible que se haya perdido". Se repite una y otra vez, junto con la frase "ella está bien, solo se ha distraído con rayo".
—¡Verónica!... ¡Vero... —el segundo llamado queda inconcluso al escuchar los ladridos desesperados de su mascota y el disparo que le sigue!
—¡Aquí está! —escucha la voz de Jeremy decir.
—Adelántate Xavier —le pide, pero a su chófer se abre camino en medio de la espesa vegetación.
Él no puede llegar primero y de hacerlo, es poco lo que puede hacer. Se siente inútil, no es un hombre completo tiene limitaciones que le llevarán años en recuperar. El bastón se hunde en la nieve y sus zapatos no son acordes a ese terreno, eso y la frustración de no saber que sucede le hacen sentirse más inútil aún. La luz es cada vez más evidente y la cercanía del río también.
El corazón de Johnny late con violencia al llegar al claro Xavier que se dirige a donde está Jeremy, rayo está en el suelo y con rastros de sangre. Pero no es eso lo que le hace detener el corazón, su amada está en el suelo y Remy al pie de ella revisándola.
—¡Veca! —la llama fuerte y avanza a pasos rápidos hacia ella.
—Tiene un golpe en la cabeza, no parece de cuidado, pero lo mejor es descartar —asiente arrodillándose ante ella y tomando sus manos.
—Preciosa ¿Qué sucedió? —pero ella no deja de llamar a su perro.
Johnny mira a Xavier en búsqueda de respuesta, preocupado su chófer niega tomándolo en brazos y yendo a la casa. Jeremy decide ayudarle con su mujer y de nuevo la sensación de ser inútil le embarga.
Siente la distancia de regreso la siente más larga, maldice al sentir los calambres en la pierna. Su avance disminuye quedando ahora él solo en el bosque pues todos los temas han corrido. Con la cabeza baja y desechando con el bastón ramas y algunos obstáculos sigue avanzando. Unas manos en su brazo le hacen alzar el rostro y se encuentra con Xavier.
—Ella está bien, algo desorientada, pero está bien —le calma y Johnny asiente —rayo necesita un veterinario, tiene una herida en el abdomen, el señor Jeremy está llamando a uno.
Avanza más rápido con ayuda del Xavier con más calma y orando internamente por el bienestar de rayo. Antes de él Johnny odiaba animales en casa, su apartamento era un santuario y solía pensar que las mascotas sólo eran una pérdida de tiempo y de dinero. Como en muchas otras cosas, Verónica le hizo cambiar de opinión. La cercanía con rayo y la devoción que el animal le tenía fue suficiente para entenderlo.
Que recibiera una bala por proteger a su dueña, fue la graduación de rayo como mascota y el paso a ser parte de la familia. Una cosa tenía clara, rayo había impedido lo que sea pretendían con Verónica. La mansión se empieza a vislumbra y la figura de Jeremy que se acerca les hace detener.
—No hay línea telefónica, la tormenta empieza a hacer estragos —les dice. —lo mejor es esperar que pase, salir es casi un suicidio, hay la posibilidad de quedar atrapado en la carretera.
Avanzan en silencio hasta llegar a la casona y observa a su esposa sentada en la el sillón con el perro en sus piernas.
—Rayo no soportaría un día... —se queja Remy —Hay que hacer todo lo posible para que despedirte...
—¿Para que rinda declaración? —Interrumpe Jeremy visiblemente divertido —Hay que agradecer que fue él y no Veca. Lo importante dar aviso a las autoridades, hay dos personas allá afuera que peligrosas.
Tiene razón, pero es solo ver a su esposa bañada en llanto y a su perro inconsciente para saber qué es lo que hay que hay que hacer.
—Se necesita llamar al alguacil, Jeremy encárgate de solucionar esto. —exige Johnny caminando en dirección a la casa en búsqueda de su esposa.
—Ya escucharon hay llevar a rayo al veterinario, buscar un doctor para Veca y entregar el último pedido. —escucha a su amigo ordenar y siente alivio porque él este aún allí —hay cuatro vehículos, ustedes verán cómo se dividen, pero quiero a ese perro en las mejores manos y a una patrulla buscando a esos infelices.
Entra a la casona y consuela a su esposa, quien no deja de llorar por su mascota. Rayo recibió un disparo en el afán por salvarle, no puede creer que deba morir. En vista que han quedado solos, entra a la cocina en búsqueda de hielo. Regresa a la sala minuto después y la encuentra acostada en uno de los sillones en posición fetal.
—Es mejor si vamos a la habitación, esperamos noticias allí...
—No—responde firme —no me moveré de aquí hasta que no llegue.
—Veca, —le llama sentándose a su lado y tomando su cabello —tienes un golpe en la cabeza que necesita revisión, lo mejor es que estés en reposo.
—Debí obedecer a los vecinos o aceptar su ayuda, —la escucha hablar más para sí.
Aprovecha ese instante en que se reclama así misma por desobedecer y empieza a narrarle lo sucedido para ponerle hielo en la cabeza. Las bombillas empiezan a titilar y de pronto se apagan dejando gran parte de la casona en la semi oscuridad.
—No es cierto —se queja Jeremy en algún lugar, porque Johnny solo escucha su voz —¿Qué otra cosa puede suceder?
(...)
Freda entraba a la oficina esa tarde le habían dado quince días de descanso. Sin embargo, había cosas que requerían su atención antes de cerrar las oficinas del todo. Ese descanso era quizás su premio de consolación por no poder ir a la boda de su jefe. Johnny insistió mucho en que fuera, ella era muy importante para él y llegó a hacerla dudar por un instante en dejar a sus hijos con su madre.
Le fue imposible, por más que ella y su esposo intentaron hacer un agujero en su agenda. Ser madre de tres adolescentes los convertía a ambos en lacayos de sus hijos. Toda su vida, trabajo, goce y reuniones giran en torno a ellos.
Saca la llave de su bolsa, la ingresa en la ranura, hace lo mismo con las demás. La alfombra gris que cubre el piso de madera sin un papel o fibra fuera de lugar. Tres plantas cuidadosamente en sitios estratégicos sembrados por la propia Salma y que son la adoración de Johnny ambientan el lugar.
—No toques nada —advierte a su hijo de doce años que entra como quien llega a su hogar. —¡Jacob! —insiste.
Su hijo la ignora, lleva puestos sus audífonos con esa música estridente, ingresa a la oficina y se acomoda en una de la silla de la sala de espera. Tiene en sus manos el móvil con el que chatea con alguien y Freda suspira frustrada. Hoy no viste en negro como suele hacerlo, el día de hoy lo hace en traje color marrón con un gorro del mismo color que cubre su cabellera rubia pintada de rojo (porque es el color de moda), aro en su nariz y ceja y uñas pintadas de negro.
Fue uno de los motivos de no ir a la boda, nadie quería hacerse cargo a un adolescente en plena época de rebeldía, ni siquiera por unas horas y pagando el triple de lo normal.
—Jacob —le llama y agitando las manos frente a él.
Solo así logra captar su atención, aleja los cascos de sus orejas y le mira atento. Le pide recoger la correspondencia de la oficina de Jeremy y asiente algo aburrido. Ella va por la de Johnny y la dejará en los buzones de sus respectivos apartamentos.
—Todo lo que uno debe humillarse para recibir la mesada completa —le escucha quejarse —a Kamil le permiten todo.
—Kamil está con papá ¿Te gustaría estar con papá? —sonríe al escuchar solo silencio —eso creí. Deja de refunfuñar y apresúrate o no llegaremos a tiempo a las prácticas.
Los siguientes minutos ambos recogen la correspondencia, su hijo le ayuda a seleccionar que va para qué lugar y hasta le colabora en responder correos. Son buenos niños cuando se esfuerzan, piensa al verle tomar la correspondencia que de Jeremy.
—Esta es del señor Rov, pero está abierta y es de hace mucho tiempo...
—No la abras —demasiado tarde, pues lo ha hecho y hasta lo lee.
Nota la sorpresa en los ojos de su hijo y el silbido que sigue le hace ubicarse al lado de él. Lo que lee le produce alegría, pero también un poco de intriga. Es una propuesta laborar hecha por el propio fiscal a nombre de Johnny Rov y para trabajar con él.
—¿No estaba en silla de ruedas en ese momento? —pregunta su hijo y Freda hace cuentas. —aquí hay más —le dice mostrando las otras de fechas más recientes.
En las siguientes son los detalles que supuestamente Johnny a pedido sobre el cargo. Siendo su asistente, es apenas lógico que ella supiera un acto de esa naturaleza o él le pidiera responderlos, ambas cosas no hay sucedido.
—Antes del accidente y las demás recién casado con Veca —recuerda al fin y su hijo toma las demás.
—¿Por qué no te han dicho nada? Creo que te quieren sacar sin indemnizar —ignora a su hijo e intenta entender esa situación.
—Johnny no sabe nada de esto.
Sin perder tiempo entra a la oficina de Jeremy con su hijo siguiendo sus pasos. Jeremy al igual que Johnny confía en ella, a tal punto que pocas cosas están bajo llave. Sin responder las preguntas de su hijo que insiste en saber que buscan exactamente pues ni ella misma lo sabe registra el escritorio. Una de las gavetas tiene seguro, pero su hijo logra abrirla con un abre cartas.
—Creo que lo que buscas es esto —Jacob sostiene en sus manos una amplia carpeta que abre a los ojos de su madre.
Lee cada hoja que pasa de forma desesperada cada que lee. No hay palabras para describir lo que siente en ese instante y no se imagina lo que esto puede ocasionar en Johnny.
—Ellos causaron el accidente de Johnny... Él ese hombre, Aimme. —susurra cerrando la carpeta y levantándose.
Había entre otras cosas copia de la transferencia hecha por Aimme a Jeremy, y otra de éste a ese hombre. Esa mujer no había sido engañada por su novio, ella perdió el todo el dinero para hacerlo callar.
—Mamá —se detiene a mitad de la oficina y su hijo le entrada otro documento que ha sacado de la caja fuerte —él firmó como si fuera el señor Rov.
Lee el contenido de la carta y suelta una maldición. Johnny sugiere el nombre de su amigo como asistente del fiscal.
Sale de la oficina y busca el móvil, marca a Johnny una y otra vez, pero su celular se va directo a buzón y el teléfono de la casa nadie contesta. Ni el de Verónica y solo le queda llamar a Xavier, ya que ni Remy, ni Oliver responde tampoco.
—Xavier ¿Dónde estás? —se apresura a preguntar sin rodeos.
— ¿Por qué? —narrar lo que tiene en sus manos le es difícil, pero se las arregla para hacerlo y es escuchada atento.
El silencio que sigue a su relato le dice que algo malo pasa y escucha del otro lado lo sucedió esta mañana. Y no es lo peor, Johnny y Verónica están solos con Jeremy, no hay electricidad, teléfono y la tormenta ya empezó.
—Estás segura de lo que dices? —pregunta Xavier...
—Tengo las pruebas en mis manos Xavier. —responde y le hace señas a su hijo que cierre todo saliendo a las afueras de la oficina. —Debes ir con ellos, ese asalto a Verónica no es al azar.
—Iré a la casona Rov...lleva todo eso a la policía allí estará seguro. —escucha antes de colgar.
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