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La primera piedra

Feliz, así se vio a Verónica en lo que duró la ceremonia. Sus hermosos ojos brillaban de felicidad al ser tomada de la mano de Johnny y escuchar los votos. Varias lagrimas salieron al dar los suyos, las emociones del día la habían superado. En algún momento él creyó, lo mejor era abandonar la boda y dejarla para otra ocasión, pero era darle el poder a Aimme para dañarlos y no se los permitiría.

Uno de los testigos de la boda parecía ser rayo, su fiel mascota. Sentado al lado de ellos, no se separó en lo que duró la ceremonia. En ese instante, saltaba alrededor de su dueña. Brincaba en un pie y luego en otro, iniciando ese lento baile que él rememoró en la época en que las espiaba.

—Debo admitir eres un hombre listo Rov —la voz de Hardy, el padre de George lo hace girar.

Sonríe estirando la copa para brindar con la que Johnny sostiene, pero el abogado se niega a mover la suya. Dotado de un gran descaro, que Johnny no pensó el hacendado poseía había acudido a la boda, sin tener una invitación. Sin prestar atención al rostro de enojo de Johnny choca su copa con la de éste y sonríe aún más.

—Se lo que está pensando Rov, "Yo no te invité" —habla en tono jocoso —pero, tampoco dijo que no llegara. —sin dejarse tentar por su provocación Johnny inclina la cabeza y acaba por brindar con él —porque su matrimonio sea real y no el nido de mentiras que usted se está creyendo doctor.

La ceja oscura de Johnny se arquea, sus labios esbozan una sonrisa y sus nudillos se tornan blancos al sostener con fuerza la copa. Aún no ha hablado con el sheriff, sin embargo, este le ha dado un resumen escueto de lo que lleva de la investigación.

—¿En realidad soy yo el del nido de mentiras Hardy? —le pregunta risueño sin dejarse provocar —intentaste sacarla fingiendo ser un suegro preocupado y tu hijo ¿Qué hay de él? —el anciano se acerca amenazante, pero él está lejos de haber terminado. —mucho antes le envías a que le pida matrimonio. Olvidé mencionar que insistías en comprar sus terrenos, menos de 24 horas después de tu última oferta y al no obtener la respuesta indicada ¡pum! Su casa explota ¿Le suena familiar?

Convencido que ese infeliz tuvo que ver con el incendio de la casa de su esposa lo ve descomponerse ante él. No está dispuesto a permitir que dañen a su mujer, nunca más. Desconoce las razones por las que ese pedazo de tierra es importante, más allá del hecho que el rio nace en ese lugar.

—¿No hizo tu abuela lo mismo? —increpa dejando la copa a un mesero que pasa en el momento —se la llevaron lejos engañada por un supuesto trabajo y acabó casada contigo... insinúas que fui yo quien causó ese incendio Rov, pero ¿Quién se benefició de ese siniestro?

Johnny niega buscando a su mujer dentro de la multitud, sonríe al ver que se ha quitado los zapatos. Está al lado de Xavier quien parece enseñarle a bailar, ríen ante las pisadas que Verónica le da y esta le golpea en los brazos por algo que el chofer dice.

—Solo fuimos la piedra en el zapato Hardy, tú nunca esperaste que algo así sucediera —responde tras una larga pausa —¿Por qué ese rio es importante? —cuestiona y el hombre le mira fijamente.

—Solo quería ayudarla Johnny —le aclara en calma —no tenía a nadie, vivía sola en ese lugar expuesta a los imbéciles como tú que se aprovechaban de su inocencia. ¿Me dirás que te ama Rov? ¡Mírala! —le señala discreto, pero Johnny no cae en su juego —su comportamiento es el de una niña, la conozco desde que estaba pequeña, Verónica Dumas, es demasiado inocente. Está confundiendo "Agradecimiento" con amor, tú lo sabes y te estas aprovechando de su falta de malicia Rov ... —ríe fuerte llamando la atención y niega —¿Y yo soy el malo?

—¡Johnny! —le llama ella y Hardy le sonríe con satisfacción —Hola señor Hardy.

—Verónica —saluda viéndola un instante —me alegra ver que la ciudad no te ha dañado...nos vemos señor Rov.

—¿Por qué estás enojado? ¿Qué te dijo?

—No estoy...

Rueda la vista al verla y se queda en silencio al ver su rostro, cejas juntas, labios apretados y torcidos. Esta imitando su gesto a la perfección y sonríe atrayéndola a sus brazos. Pueda que ese miserable tenga razón en una cosa, Verónica era demasiado inocente, pero abrigaba la esperanza que sus sentimientos hacia él eran genuinos y el agradecimiento no tenía nada que ver.

—Pensé que estabas cansada, te dolían los pies y querías dormir —le dice recordando sus palabras hace unas horas. Alzar su rostro hacia el e empinar sus pies en búsqueda de sus labios. —¿Evade la pregunta con un beso señora Rov?

—¿No tengo acaso derecho? —pregunta con rostro inocente.

—¿A besar a su esposo o a evadir preguntas incomodas? —replica y la ve sonreír haciendo un guiño —La respuesta es Si, a ambas.

—En ese caso, quiero mi beso —ordena.

Sonríen al inclinarse uno hasta el otro, olvidando las palabras del hombre. Sintiéndola estremecerse en sus brazos o susurrar su nombre ante el primer rose de sus labios confirmó que le amaba. Él no había sido el mejor de los hombres, Dios, Remy y Oliver, son testigos de todo lo que Veca le tocó sufrir a su lado.

Es probable que no merezca el amor que le profesa y no contribuyó mucho a ese sentimiento, pero podría lograr que en adelante eso cambiara. En lo que restó de su boda hizo muchas promesas en silencio, hacerla feliz, cuidarla, alejarla de Aimme y en caso que no lo amara, hacerse amar. Cuando se sentó con ella y la vio cabecear adormitada, recordó que faltaba una cosa por hacer.

—Necesito hacer una última cosa —le pide y asiente sin hacer preguntas —Ven, vamos y luego te llevaré a descansar.

Recibe de Remy un cofre que toma en manos y juntos avanzan hacia las ruinas de su hogar. Necesita hablar con el sheriff antes que este se vaya y de preferencia, Veca no debe estar allí.

La noche empieza a caer y la pareja que avanza por el sendero solo las iluminas la luna y algunos faros de la casona. Las flores silvestres se han ido por la pradera, han quedado cubiertas por centímetros de capa blanca. Con los días esos centímetros van a aumentar, pues mientras caminan tomados de la mano la nieve cae en sus trajes.

Los acompaña rayo quien camina abriéndose paso y sacudiéndose cada cierto tiempo. Recorrer ese camino les llena de nostalgia, en ella le embarga el recuerdo de su abuelo y a él a la chica que bajaba en bici cuya risa le perturbaba. Lo primero que se ve es el enorme cerezo sin hojas y con pequeños montículos de nieve en sus ramas más gruesas. La antigua casa de rayo que está cayéndose por el paso del tiempo y es en ese sitio en donde se detienen.

—¿Qué hacemos aquí? — pregunta bostezando.

—¿Sabes de donde viene el ritual de la primera piedra en una construcción? —le pregunta a una somnolienta Veca y esa pregunta capta su atención olvidándose por un instante del sueño.

—No, pero tu si —responde con suficiencia y mira el cofre —y me lo dirás ¿Verdad?

Afirma tomando el cofre y entregándoselo a ella que lo abre sin mayor ceremonia. Dentro encuentra el contrato de trabajo y el matrimonio, aquel que firmaron ante el juez amigo de su abuela, una foto de la anciana abrazada a él a días de morir su familia, otra de ellos dos juntos, y varios objetos más.

—Inició siendo un acto religioso y se dice que parte de lo dicho por Jesús —explica mientras ella saca cada cosa de la caja de madera —"y yo a mi vez de digo que tú eres piedra, y sobre esa piedra edificaré mi iglesia" (Mt 16, 17-18) —continua —una ofrenda a los dioses que protegerían y ayudarían al crecimiento de la ciudad para mayor gloria de Roma. Los sacerdotes daban el visto bueno a la ubicación, imagino que pactado previamente.

El acto en sí consistía y consiste, pese a que hoy día se le da un tinte político (una lástima a los ojos de Johnny) enterrar algunos objetos en un punto que ocupe la futura construcción para que permanezca indefinidamente en el subsuelo. Los objetos varían significativamente según la cultura donde se realice.

—Entiendo —dice ella y Johnny puede ver la duda en sus ojos marrones —Esto es la primera piedra en la casa del abuelo ¿Estoy mal? —niega y ella afirma —pero... hay algo más ¿Voy bien?

—Remy y Oliver, han terminado su tiempo con nosotros, la casona Rov, será su hogar en adelante... —el rostro de Veca se entristece al escuchar aquello y él decide continuar—Aquí se iniciará a construir nuestra casa de reposo —le dice señalando la construcción —vendremos en verano o siempre que desees. Quiero o mejor, deseo hacerte una promesa aquí en el sitio en el que te vi innumerables veces. Protegerte, amarte y hacerte feliz hasta el último de nuestros días.

Es un acto simbólico, la primera piedra no solo de la casa que prometió construir, sino, el del hogar que están a punto de formar. Enterrar los contratos que los unió es la manera de dejar atrás esa época en sus vidas.

—Aquí no hay nada mío —se queja esculcando dentro de la caja de madera —salvo la foto, lo demás es tuyo —insiste y él sonríe al ver sus ojos inquietos buscar algo suyo dentro de la caja, una vez encuentra algo lo alza sonriente —¡Esto es mío! Y esto de rayo. —y el mencionado empieza a ladrar lejos de ellos.

Ha estado olfateando aquí y allá, probablemente alguna liebre se dejó ver de él y no cesara hasta que no la encuentre.

Eran dos horquillas para su cabello, unas que llevaba puesto el día que se fueron de la casona, y la correa que llevaba rayo. Casi todo lo que había allí, hacia parte de los días cuando se conocieron. No quería olvidarse de esos días, deseaba recordarlo como las bases de su relación.

—¿Fui muy difícil? —le pregunta al verla sacar cada cosa de la caja y sonreír.

—Un poco, pero ame domesticarte... tengo mucho trabajo por hacer, eres un hombre muy rebelde —las palabras la suelta tan fácil y con tanta seguridad que no puede más que reír ante ellas.

—Sepultemos esto, que no es sano para ti estés en este frio—le dice sin dejar de reír y buscando el sitio en donde dejaron el terreno removido.

Antes de cerrar el cofre, Verónica toma los documentos y los hace pedazos segundos después los devuelve a su lugar. Lo deja cuidadosamente en el orificio y entre ambos lanzan tierra encima del lugar. Johnny va hacia el cerezo, se apoya con el bastón y recoge una roca cuadrada.

Pidió formar y mandó a labrar con sus nombres y regresa con el objeto en sus manos. Hace todo ante la atenta mirada de Verónica que lo ve llegar con la roca en sus manos y lo deja encima de la tierra recién removida.

Regresaron a casa en silencio, escuchando cada vez más el ruido de la fiesta de boda que aún se llevaba a cabo. Verónica se pega a su brazo y bosteza ya cansada.

—¿Qué te dijo ese señor? —sin mencionarle quien es, sabe a quién se refiere.

—Que te casaste conmigo por agradecimiento y yo por las tierras —responde sin dudar pues no quiere que entre ambos existan secretos.

—Es estúpido, las tierras son nuestras—responde con tanta seguridad que se detiene en mitad de camino para verla a los ojos —y mis sentimientos son claros Johnny ¿Le creíste? —pregunta con indignación.

—Por un instante...

—Eres un tonto Johnny y la inocente soy yo —sonríe al escucharle decir aquello y la abraza siguiendo su avance.

(...)

Johnny baja por las escaleras con pasos lento y observa al sheriff esperándolo en los muebles de la sala. Una vez nota su presencia se incorpora quintándose el sombrero y mirándolo un instante.

—¿Está dormida? —le pregunta al verle llegar.

—Fue demasiado para ella —confiesa y el hombre sonríe. —George le dijo a Verónica que había personas tomando muestras del rio ¿Qué hay de cierto en ello?

—¿No fueron ordenes suyas?

—¡Por supuesto que no! ¿Por qué motivo? —responde sin poder evitar alzar el tono de voz. —No son mis tierras en todo caso son de Verónica, seria ella quien ordene algo así.

—Existió el rumor que el rio tiene oro y que en su yacimiento esta la beta —le dice y Johnny le mira intrigado —nunca pude verlos por más que los busqué, el rumor hablaba que los Rov los habían enviado, pero no puedo afirmarlo.

—¿Oro? Nunca he escuchado algo así—insiste— imagino el revuelo que esos rumores han creado.

El sheriff asiente y le aclara que en un comienzo fue así, pero que a nadie encontrar nada los rumores se han ido calmando. El hallazgo de oro en el riachuelo que nace en las tierras de Verónica Dumas, acabó, así como inició y le fue difícil al sheriff encontrar a quien estuvo detrás de todo eso.

—Lo que dejó a su paso fue la historia que los Rov quieren vender sus tierras para la minería —el sheriff luce un poco incómodo al seguir —sabe lo que eso traería señor Rov.

—¡Lógico! Contaminación, desvío del rio y que los lugareños no puedan usar sus aguas, ni siquiera para riego —el sheriff asiente y Johnny sigue viendo en él la incomodidad —¿Ese rumor sigue?

El hombre asiente y se queda viendo a Johnny antes de seguir. Llama al encargado de la hacienda que se acerca a ellos y escucha que las cosas no están bien en la casona. La situación no es la mejor, pero dado que él no depende económicamente de ese lugar no le ha prestado mucha atención a ello.

—Usted no depende económicamente de sus tierras señor Rov, pero hay muchos que si —le aclara el hombre —algunos compradores se han retirado y otros se niegan a hacer negocios con nosotros hasta que usted no salga de estas zonas.

—¿Es broma verdad? —incrédulo mira al sheriff y este niega.

—El valor de sus tierras en el mercado están por debajo de las demás...

—Se pueden quedar a un dólar si les da la gana...pero estas tierras han sido de los míos por décadas... ¡No voy a vender! —asevera mirando a su empleado directo a los ojos.

—Nadie le ha insinuado que venda señor Rov —comenta el sheriff intentando controlar el enojo del hombre en mitad de la sala.

Sus empleados se han quedado alrededor en espera de lo que su jefe decida, su salario y medio de vida depende de las decisiones que el hombre tome.

—El miedo de todos es a quedarnos sin trabajo —el empleado retira el primer botón de su camisa y suelta su corbata —no tendríamos a donde ir señor en caso que usted decida vender.

—Algo que para todos es inminente si las ventas siguen bajando —afirma al sheriff y mira a todos aquellos rostros tristes viéndolos con añoranzas.

—Los proveedores viejos se irán, siempre habrá alguien a quien ofrecerles nuestros productos. —les calma y poco a poco ve como sus rostros empiezan a cambiar —estaré con mi esposa un tiempo desde mañana ella y yo, trabajaremos en desechar ese rumor. Verónica conoce más está zona. No se preocupen, aclararemos este mal entendido.

Johnny nunca ha sido consciente de cuantas personas dependen económicamente de la casona y sus cultivos. Hasta el día de hoy el sitio solo era el lugar perfecto para vacacionar y su escondite cuando estuvo en silla de ruedas. Uno a uno se dispersa hasta que queda solo con el sheriff, que al parecer no ha acabado con sus confesiones.

—Aún no hemos hablado del incendio doctor... hay quienes aseguran su abuela tuvo que ver con ese incendio —suelta una maldición y el sheriff alza los brazos para calmarle —pienso que la denuncia en contra de Verónica era para impedir que usted llegara al pueblo.

Estuvo hablando con el investigador a cargo de esa denuncia y no hay nada real en el relato de Aimme. Además, que hace unas horas llegó a reclamarle por que Johnny y Verónica salieron de la ciudad. Johnny guarda silencio y el sheriff igual solo por unos segundos antes de preguntar.

—¿Confía en sus empleados señor Rov? Porque aquí es obvio alguien dentro de la casa está pasando información —recalca y Johnny asiente —de otra manera, cómo sabe su ex de su matrimonio aquí si era secreto.

Apoya todo su cuerpo en la silla y descubre que el sheriff tiene razón, alguien dentro de su círculo de amigos está pasando información. Por su cabeza pasan los rostros de todos ellos, Jeremy, Remy, Oliver, Xavier y Freda. Solo ellos sabían del contrato de matrimonio inicialmente, ya que ni siquiera el juez lo tenía claro.

—George y Hardy tienen el detalle cómo fue inicialmente la boda entre usted y mi ahijada, cuando yo me entere solo hace unos días. —apoya sus manos en la pierna pasándola por ella insistente al empezar a sentir calambres. —recuerde lo que Veca asegura le dijo en ese parque...

—Que había un contrato de por medio por cinco años y que me casé con ellas por las tierras —susurra más para él.

—Le aconsejo señor Rov, en adelante, sepa en quien confiar, que pase feliz noche...—diciendo esto último se aleja de él.

Se queda sentando en la sala observando el crepitar de la madera encendida en la chimenea y las chispas que lanzan una con otras.

—Señor Rov ¿Necesitas algo más?

—Puedes irte a descansar Xavier —responde y lo piensa un poco más —puedes tomarte los días libres...

—Si usted lo desea me puedo quedar...

—No es necesario... no saldré a ningún lugar y Oliver conduce bien. —le interrumpe—te llamaré al llegar a la ciudad y gracias por todo.

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