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Kazutora había olvidado el motivo del porque estaban caminando hacia la casa del menor, solo queria un lugar para descansar luego de lo que sucedió, sus ojos estaban un poco hinchados y no tenía cabeza para nada, en silencio se dejaba llevar por el menor, Baji caminaba enfrente mientras lo tomaba de la mano respetando el silencio en el que estaban, no queria molestarlo y no tardaron mucho en llegar, como dijo anteriormente el menor, su madre estaba trabajando por lo que no habría problema en que se quedara a descansar y por si llegaba antes su madre iba a explicarle la situación.
—Kazutora-san, por aquí.— Con voz baja habló, siendo cuidadoso en no perturbar su tranquilidad, ya habían llegado a su vivienda y ahora lo dirigía a su habitación para que descansara, sus ojos rojizos le hacían preocupar.
Kazutora asintió dejándose llevar, al llegar a la habitación fue hacia la cama del menor y se echó en ella, curvando su cuerpo en una posición fetal, estando tan cómodo no tardó nada en cerrar los parpados y quedar dormido, Baji se encargó de cubrir su cuerpo con su sábana, acomodando su almohada en la cabeza del mayor y terminando por recoger sus mechones para que no le estorbara en su frente, estuvo un corto tiempo viendo como dormía y acariciando su rostro, iba a cumplir en protegerlo, ahora debía de ser más bueno en el dōjō que Mikey.
—Que descanse bien, Kazutora-san.— Susurró saliendo de la habitación, iba a buscar un botiquín para curar las heridas que se hizo en sus brazos el mayor, luego de curarlo haría la cena.
En su trayecto, se puso a recordar algunos momentos en su clase, por ejemplo el tema de los lazos y destinos, su profesora de tutoría les estuvo explicando el significado de los lazos y el cómo era utilizado, este poder solo lo tenían los alfas, que marcaban el cuello de un omega y estos rechazaban a cualquier otro que no fuera el alfa que los marco, afectando sus feromonas que ahora solo eran notables para el alfa, el lazo era tan fuerte que al ser roto, ambos podrían llegar a la muerte, por desgracia el más afectado era el omega, que no podría hacer nada a pesar de que el alfa lo haya cambiado por otro, por ello era tan mal visto los omegas que tenían lazos rotos, siendo juzgados culpándolos a ellos y no a los alfas irresponsables que solo los utilizaron para su propio beneficio.
—El ser alfa no te da derecho hacer lo que desees, esa jerarquía es de tiempos antiguos, debemos de cambiar esas horribles acciones.— Dijo su profesora tratando de hacer reflexionar a los menores. — El lazo es algo importante, que debe ser hablado y hecho con consentimiento en ambas partes.— En la pizarra escribía y juntaba todo lo que hablaba, resaltando en donde estaba la glándula de olor de los omegas y dándoles prevención de cuidarse con un collar, también tachaba la jerarquía de alfa, beta y omega para que dejaran de tener esa idea de quien tiene más poder. —Pero no todo es así de desagradable, también existen los destinados.
En toda la clase casi no prestaba atención, él mismo se había informado de todo cuando su madre le explicó que tenía un lazo roto, además de haberla visto en su ciclo de celo, definitivamente estaba obligado a informarse y tratar de ayudar a su madre, pero esto de los destinados no lo escucho de nadie más y despertó su interés, dejó los garabatos que hacia para mirar a su profesora.
—Los destinados también esta conformado por alfa y omega, siempre terminaran encontrándose en cualquier momento, tal vez no se den cuenta en un buen tiempo, pero el destino terminara juntándolos a donde sea que vayan, los destinados son más probables en alfa y omega porque suelen adelantarse sus ciclos de celo aunque no sea el día correspondiente, sin embargo también betas u otros que no sean este par, también pueden encontrar a su pareja destinada.
Parejas destinadas que terminan encontrándose a donde sea que vayan, luego no pudo prestar más atención a su profesora porque la única persona que llegaba a su mente y se llevaba su atención era Kazutora, de algún modo siempre lograba encontrarlo, pensar en que talvez ambos se complementaban hizo que sus mejillas se ruborizaran, su rostro ardía tanto que se golpeó su cabeza con su pupitre.
Recordar aquel día hizo que volviera avergonzarse, pensar en Kazutora como su pareja destinada hacía que su pecho doliera de los latidos desenfrenados, se salpicó el rostro con agua fría y luego fue a su habitación para curar las heridas del mayor, el de tatuaje seguía durmiendo, siendo cuidadoso en no despertarlo, tomó con delicadeza su brazo y comenzó a desinfectar sus rasguños y a limpiar la sangre seca, escucho quejidos por parte del contrario, se detuvo para acariciar su frente y hacer que dejara de arrugar sus cejas, ya había terminado de desinfectar y limpiar las heridas, ahora solo las vendaba y ponía pequeñas curitas, realmente le preocupó verlo lastimarse, estaba por levantarse pero Kazutora lo detuvo.
El de orbes dorados veía al menor, estuvo despierto manteniendo sus parpados cerrados, estaba un poco tímido por haberse visto débil, pero el día estaba por acabar y ya no le importaba que lo viera buscando algo de calidez, lo jaló hacia la cama y lo envolvió con sus brazos, Baji era tan cálido que queria volver abrazarlo y dejarse llevar por esa comodidad tibia.
—Kazutora-san...— Confundido y sonrojado no se quejo de su acción, pero temía a que el contrario sintiera su pecho latir desesperadamente, respiró hondo y trató de calmarse, no queria que sus expectativas subieran por las palabras de su maestra y las acciones confusas del mayor, solo iba a disfrutar del momento, giró un poco su cuerpo, abrazándolo del cuello mientras le daba caricias a su cabellera. —Kazutora-san es tan lindo.— Pensó en voz alta.
No sabía si el mayor estaba despierto o no, pero siguió mimando su cabello hasta que sus parpados se hicieran pesados.
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