C A P I T U L O 1
Veinticuatro Horas Antes
EL PROSTÍBULO
"Bien, bien, irás a servir a la Diosa." Su tío Taehyung le sonrió, con una sonrisa que sin duda lo hacía lucir orgulloso y paternal. Para Jimin, la mirada en su delgada cara, era más lujuriosa que familiar. No obstante, se iría hoy, esperando nunca volver a verlo, así que trató de reprimir su disgusto.
"Sí, tío Taehyung," murmuró el con modestia, mirando hacia abajo a su larga túnica azul de viaje. No eran tan hermosas como las de puro color blanco que se daban en el convento, pero estarían bien por ahora.
"Es una lástima, querido. Cuando pudiste haber hecho a un hombre muy, muy feliz." Sus ojos deslizándose sobre su cuerpo tan descaradamente que Jimin se sorprendió de que no dejara un rastro de baba a su paso. "Muy feliz", repitió, todavía casi mirándolo de reojo.
"Estoy seguro de que serviré mejor a mi propósito como sacerdote de la Luz", respondió remilgadamente. Protegiéndose los ojos con la mano, miró a la distancia para no ver cómo lo desnudaba con la mirada. "¿El coche que me llevará al puerto espacial estará aquí pronto?"
"Muy pronto. De hecho, ya ha llegado." Por la forma en que estaba tocando algo en el bolsillo, -probablemente un chip de llamada- Jimin tuvo la idea de que su tío había estado posponiendo el momento de la despedida, tanto como pudiera. Estuvo más que un poco aliviado cuando el plateado coche en silencio se puso por encima del frente de la casa sus padres- no, la propiedad de su tío ahora, se recordó - y se deslizó hasta detenerse frente a ellos.
Se volvió para dar una última mirada a lo largo del verde pasto que dirigía hacia la alta casa blanca, donde había crecido. Por veintiuno de sus veintidós años había sido muy feliz aquí con sus padres. Habían sido estrictos pero justos, conmovedoramente dedicados el uno al otro y con Jimin. Tal vez a veces habían sido un poco sobre protectores - por lo que no sabía casi nada del mundo fuera de su aislado vecindario, pero los había amado a los dos con todo su corazón. Después de su muerte, la casa nunca se había sentido la misma, especialmente cuando su avaricioso tío había llegado a ocupar su lugar como su tutor legal. ¡Cómo los extrañaba! Pero sabía que no estaba dejando atrás nada más que recuerdos aquí, no quedaba nada para el en la alta casa blanca, que los ecos de los que habían sido. Ir al convento a servir como sacerdote no era su primera opción, pero al menos lo llevaría lejos de los fantasmas del pasado - y de su lascivo tío.
"Bueno" dijo, tomando el pomo de la puerta y colocando una maleta con su equipaje en el interior del afelpado coche. "Supongo que es hora de decir adiós tío Taehyung."
"Lamentablemente, sí. Ven aquí, mi querido dale a tu viejo tío un abrazo." Y antes de que Jimin pudiera protestar, lo había tomado en sus brazos. "¿Estás seguro de que quieres ir?" Respiró húmedamente en su oído. "Siempre te puedes quedar aquí... conmigo." Mientras hablaba, una mano se movía desde la parte baja de su espalda hasta la curva de sus nalgas y lo tiraba con fuerza hacia él.
Jimin casi se ahogó con la intrusión. "¡Tío Taehyung, por favor!"
Dijo bruscamente, luchando en sus brazos. Era duro y huesudo en todas partes a excepción de su rechoncho vientre y la hebilla de su cinturón se le estaba clavándose en su muslo. Pero ¿Pero si eso no era la hebilla de su cinturón? La idea lo hizo luchar aún más fuerte hasta que finalmente lo dejó ir con evidente desgana.
"Muy bien, entonces." Sus planos ojos azules se volvieron fríos ante la negativa tácita a su oferta carnal. "No me dejas elección."
Jimin no estaba seguro de lo que estaba hablando, pero estaba más que agradecido por alejarse de él. Su aliento olía a carne podrida y estaba cansado defenderse de sus no tan sutiles avances.
"Adiós, tío de Taehyung," dijo fríamente, subiéndose al coche con alivio. "Que la Diosa te cuide."
"Lo hará sin duda." Estaba burlándose ahora, como si hubiera un secreto desagradable que él no supiera. "Pero ciertamente no lo hará contigo. Otra persona se encargará de ello " Y antes de que pudiera contestarle, golpeó la puerta para cerrarla y dio la señal de seguir adelante. Estaba camino hacia el convento.
*****
Después de la tercera vuelta que el cochero dio, Jimin se vio obligado a admitir que no parecía estar llevándolo al puerto espacial. De hecho, el barrio donde se encontraban estaba tan arruinado y sucio que no podía imaginarse nada más lejano a los edificios de un blanco resplandeciente que albergaban los cohetes que llevaban a los turistas al espacio. En todas partes se veía el desmoronamiento de las estructuras grises que se apoyaban una contra otra como si se pudieran caer si no fuera de otro modo. Las pasarelas móviles a ambos lados de la carretera estaban rotas, y en algunos casos, lo estaban tanto, que aún si se hubieran podido usar, no habría peatones que los pudieran utilizar.
Se pasó una mano por su pelo rubio miel nerviosamente. ¿Dónde estaba y por qué tenía el chofer que llevarlo allí? No podía dejar de notar que, a medida que el coche pasaba lentamente el distrito se hacía más feo y más decadente, la gente que al parecer la habitaba se volvía más colorida. Mientras miraba, un joven no mucho mayor que él pasó con un contoneo de cadera que parecía diseñado a atraer la atención. Llevaba un par de pantalones cortos de cuero negro tan diminutos que la mitad de sus nalgas colgaban completamente fuera de ellos y una camiseta sin mangas, mostraba no sólo su cintura y abdomen, sino también una delgada y fina tela cubría apenas sus areolas de color rosa. Sus pies tenían zapatos con joyas incrustadas y tacones tan altos que era una maravilla que pudiera caminar.
Jimin volvió la cabeza para seguir viendo al doncel mientras el coche se movía silencioso. ¿Dónde podría ir vestida así? Jimin sabía que moriría si se veía obligado a usar tal ropa. Siempre se había vestido con largas y modestas túnicas, que lo cubrían desde el cuello hasta los tobillos y siempre llevaba guantes, para proteger sus manos.
Se ve como el doncel de uno de esos videos... que encontré escondidos en el ático. Pero Jimin desecho el pensamiento por ser inapropiado. Ahora iba a ser sacerdote y era hora de purgar su mente de todo pensamiento equivocado y perverso.
Pronto todo su encantador cabello dorado sería cortado como un sacrificio a la Diosa de la Luz y se pondría la tunica blanco virginal para siempre. Había oído rumores de que las mujeres y donceles sacerdotes en el convento al que iba eran obligados a llevar inhibidores, cinturones de castidad atados a la cintura y para contener cualquier sensación lujuriosa que se produjera en las zonas prohibidas. Jimin no se alarmó ante la idea de usar el dispositivo, sólo deseaba que aquél que lo hubiera inventado también hubiera inventado algo que trabajara en el cerebro para mantener los pensamientos lujuriosos al margen.
Cuando esté en el convento meditando en la bondad de la diosa y en la pureza de los pensamientos de luz, tales pensamientos serán expulsados sin esfuerzo, se prometió. Y nunca voy a pensar en las cosas malas y vergonzosas que vi en esos videos.
Mientras tanto lo que tenía que pensar era donde el cochero lo estaba llevando y cómo podía conseguir que diera la vuelta y se dirigiera al puerto espacial. Inclinándose hacia adelante, miró la variedad confusa de luces y controles en la parte delantera de la cabina vacía. Estas máquinas estaban programadas y Jimin había tenido siempre a alguien cerca para programarlas por lo que no podía hacer nada en este caso. Pensó en tratar de presionar algunos de botones o palancas, pero tenía miedo de empeorar las cosas. Sin embargo, las cosas ya estaban bastante malas, ahora que el coche parecía decidido a llevarlo cada vez más dentro de este barrio de mala muerte. ¿Podría realmente lastimarse para tener una oportunidad?
Justo cuando estaba revolviéndose hacia adelante para tratar de mover algunos de los controles, el coche se movió en silencio y se detuvo delante de un edificio en ruinas con unas particulares palabras, La Zona Erógena, parpadeando en neón. Chicas-Donceles-Chicos proclamaba un nuevo intermitente signo moviéndose en letras carmesí a tres pies en alto del aire justo encima de la entrada principal del establecimiento en lamentables condiciones.
El mensaje se alternaba con el aún más preocupante Calientes - Desnudas -Dispuestos - Nuestras Chicas y donceles satisfaceran sus deseos más oscuros. Mientras leía el anuncio, Jimin tuvo un repentino destello de reconocimiento.
Ah, mi Diosa - ¡Sé dónde es esto! Es el Estrella Roja del distrito, ¿Por qué el cochero se detendría aquí? Jimin nunca había estado en un lugar así en su vida, pero había oído hablar de ellos en las conversaciones en voz baja de sus amigos en la escuela. Era un tema prohibido de conversación y lo que hacía más jugoso el chisme.
Jimin debatió consigo mismo por un largo rato, pero no podía quedarse aquí todo el día. Debido a que el coche era automatizado y programado, no había nada que pudiera hacer, sino salir y buscar a alguien que lo ayudara a restablecer el protocolo del mapa. Dándose impulso con ambas manos, abrió la puerta y salió. Pero al momento que sus pies calzados con zapatillas tocaron el suelo fangoso fuera del coche este se alejó sin hacer ruido, dejándolo terriblemente asustado y solo.
"¡Espera, vuelve!" Jimin llamó inútilmente al coche en retirada. Su primer pensamiento fue llamar a su tío, pero todas sus pertenencias, incluyendo su teléfono vid y la poca ropa modesta que había traído con él durante su viaje al convento estaban encerradas en la parte posterior del transporte. Probablemente no estará dispuesto a ayudarme de todos modos, admitió para sus adentros. No después de la forma en que nos separamos. Y ciertamente no quiero pasar otra noche bajo el mismo techo con él. Incluso ir a un convento donde estaría condenado a una vida de celibato era mejor que aguantar sus lascivos guiños y palmaditas en su trasero. Así que estaba por su cuenta.
La primera cosa que iba a hacer era salir de esa zona, se dijo Jimin. Y entonces tal vez podría encontrar una persona buena y decente que lo ayudara. Todo lo que tenía que hacer era realizar una llamada interplanetaria al convento y hacerles saber lo que había pasado y estaba seguro que la sacerdotisa a la cabeza, enviaría a alguien a buscarlo. Lo esperaban para mañana, después de todo.
Será mejor empezar. No quiero estar aquí cuando se haga de noche. Sólo la idea le daba escalofríos. Se dio la vuelta y estaba a punto de empezar a caminar por el derrumbado y fangoso pavimento cuando alguien lo agarró por el brazo y lo hizo girar.
"Ahí estás chico. Me preguntaba cuando ibas a llegar." Un hombre con un chaleco de seda teñido de rojo estaba resplandeciente ante el. Era monstruosamente gordo y no muy limpio, con un hedor parecido a licor barato y a perfume aún más barato, como si hubiera estado hacía poco con alguien de mala reputación. No es que Jimin supiera nada de eso. Había vivido una vida muy protegida en el rico distrito Dongan de Beta Seis casi la mayoría de sus veintidós años. Tal vez demasiado protegido, pensó con cautela. ¡Si sólo su educación hubiera incluido algunas clases de defensa personal! Pero no lo había hecho, si una mujer o un doncel se quedaba donde pertenecía no tendría necesidad de defenderse. ¿Qué si un fugitivo coche lo llevaba a donde no pertenecía? ¿Qué se suponía que debía hacer en ese caso? Se preguntó Jimin.
"Bueno, ahora, ven conmigo", dijo el gordo, rompiendo sus pensamientos. Tenía una voz aguda, chillona y se limpiaba la calva cabeza con un pañuelo sucio mientras hablaba.
"Lo siento, señor, ¿Lo conozco?" Jimin lo miró dubitativo y luego miró deliberadamente su mano grasienta sosteniendo su brazo.
"Todavía no, chico. Pero no te preocupes, lo harás. Gordo Hyuk es mi nombre. Ven al interior para que podamos hablar."
"Pero... pero tengo que seguir adelante. Tengo que llegar al puerto espacial ", protestó Jimin.
"No te preocupes por todo eso. Gordo Hyuk te tiene en sus manos ahora", dijo. E ignoro sus protestas, lo arrastró dentro del lugar de mala muerte, La Zona Erógena, por un largo pasillo con la alfombra hecha jirones y entraron a una pequeña oficina privada y sucia. "Ahora bien", dijo cuando llegó a acomodarse en una silla giratoria de madera que crujía en protesta cuando bajó la mayor parte de su cuerpo en ella. "Me perteneces a mí y puedes comenzar a trabajar de inmediato."
"¿Perdón?" Jimin le miró sin comprender. "Creo que me debe haber confundido con otra persona", dijo mientras hablaba tan amablemente como podía. "Y parece un hombre muy agradable, estoy en camino hacia el Templo de la Luz, así que no tengo actualmente la necesidad de un trabajo." Miró a su alrededor, temblando ante la idea de tener que esperar en este sucio establecimiento. No podía imaginar que otro trabajo este hombre pudiera ofrecerle.
Gordo Hyuk tenía el ceño fruncido. "No soy un hombre agradable y no ha habido ningún error, chico", dijo, con la comisura de los labios regordetes movidos hacia abajo en una mueca de enojo. "Tu tío se llama Park Taehyung, ¿verdad?"
"Bueno, sí," dijo Jimin dubitativamente. "¿Lo conoce?"
"¿Qué si lo conozco?" La risa Gordo Sam fue un bufido. "¿Qué si lo conozco? El hijo de puta me debe seiscientos créditos. Y viendo la forma de obtener dos créditos extra, me envió a ti como forma de pago."
"No puede hablar en serio - ¡Debe estar bromeando!" Jimin se quedó sin aliento, no pudiendo asimilar la enormidad de la situación.
"No es broma, chico. Tu tío me debe mucho. El bueno para nada hijo de puta que es, no me pagó por varios meses. Diciéndome sobre su sobrino, sin embargo, me dijo que serías digno de pagar toda la deuda." Gordo Hyuk lo miró de reojo apreciativo. "No se puede decir que estaba equivocado, No."
"Pero... pero no importa lo mucho que le deba, yo no tengo la culpa", protestó Jimin. "Y él no puede... ofrecerme a usted como un coche viejo que ya no quiere para cubrir sus deudas. ¡No es mi dueño! "
"De hecho, por leyes de Beta Seis sí, chico. Es su tutor legal hasta que tengas veintitrés y viendo que acabas de cumplir veintidós no hace mucho tiempo, significa que pasarás unos buenos diez meses en la Tierra. Lo cuál debería ser tiempo suficiente para que me puedas pagar los créditos que me debe." Se rió, un sonido denso, codicioso que se arrastró en la piel de Jimin. "Un montón de tiempo. Sólo mírate, piel suave, cuerpo delgado, trasero relleno y firme, el pelo rubio, los ojos grandes y marrones. Además, soy mejor que irte a un convento, tu orificio esta apretado como un avaro con su bolsa y no toman nada más que a vírgenes en esos lugares, por lo que me dicen. Oh sí, los clientes te van a comer, chico. Comerte y rogarte por cada segundo."
"¿Los clientes? ¿Qué clientes? ¿De qué está hablando?" Jimin miró a su alrededor frenéticamente, ansioso, hombres hambrientos ya estaban haciendo fila detrás de él. Tragando saliva, pensó en la peor de las posibilidades que pudo imaginar. "¿Usted es... este es uno de esos lugares donde las chicas y donceles bailan sin... sin ropa?" No veía cómo podían subirse a un escenario y quitarse la ropa delante de un montón de hombres, pero ¿Qué otra cosa podría querer este sonriente gordo apestoso, que decía que él le pertenecía?
"¡Oh, no, chico - ese no es el tipo de negocio que tengo aquí!" Gordo Hyuk sacudió la cabeza, la barbilla sucia de su cuello rebotaba.
"Oh, bueno". Jimin sintió una oleada instantánea de alivio, pero duró poco.
"No, La Zona Erógena no es de strippers, es un burdel. Uno verdadero de clase alta también, debo añadir. No como los que están en el camino, el Palacio del Coño y La Polla Hábil". Se limpió las uñas ennegrecidas en el chaleco manchado de rojo, pareciendo satisfecho de sí mismo. "Y ahora que estás aquí, apuesto a que subirá aún más. Sí, creo que podemos empezar a recibir reales caballeros como clientes una vez que te anunciemos y que sepan que tu apretada entrada de convento está a la venta."
"¡Oh mi diosa!" Jimin se puso una mano en la boca para cubrir el grito que quería salir. Ciertamente no estaba diciendo lo que pensaba que estaba diciendo. Seguramente no lo quería para que fuera un... un... pero la mente de Jimin ni siquiera podía pensar en la palabra.
Gordo Hyuk pareció molesto. "No te preocupes tu lindo ser, todo va a funcionar, chico. No eres él primero que tiene que vender un pedazo de trasero para hacerse camino en la galaxia. Y te diré algo, si eres bueno en lo que haces te dejaré quedarte después de los diez meses que estés y hacerte un pequeño retoque. Puedes tener una vida agradable abriendo tus piernas, y proporcionándoles el trato adecuado a los clientes y darles lo que quieren."
"Pero-pero no puedo. Simplemente no puedo ", declaró Jimin. "Por favor, yo... nunca he hecho nada como esto antes. Estaba a punto de hacer un voto de celibato y convertirme en una sacerdote de la Diosa de la Luz. No puedo quedarme aquí en este lugar y hacer... lo que me está pidiendo que haga."
La frente del Gordo Hyuk se endureció como lo había hecho durante toda noche. "Puedes y lo harás, chico. No lo olvides, ahora me perteneces. Si te digo que atiendas a veinte clientes al día, lo harás. Chuparás penes, follaras penes y los tomara en tu interior, todo al mismo tiempo si decido alquilarte para fiestas. Y adorarás cada minuto de ello o al menos pretenderás lo contrario o más".
Jimin retrocedió ante sus crudas palabras y las feas imágenes que se plantaron en su mente. Diosa, realmente esperaba que hiciera eso, realmente esperaba que abriera las piernas a cualquier hombre que lo quisiera por dinero. ¿Qué iba a hacer? Jimin respiró hondo, tembloroso. Para empezar, tenía que alejarse de la codiciosa mirada de sus ojos, de sus diminutos ojos de cerdo que se arrastraban sobre su cuerpo, sin duda pensando en la cantidad de venta que ganaría.
"Necesito usar su sanitario, por favor" dijo con voz débil.
Gordo Hyuk frunció el ceño y acomodo su considerable volumen detrás del barato escritorio de madera. "El baño está allí, en la esquina", dijo, asintiendo hacia una estrecha puerta en la esquina de su oficina. "Y no creas que vas a escapar trepando por la ventana, no. Tiene barrotes y la única salida es la entrada."
Sin decir una palabra, Jimin se levantó de la silla de plástico duro, donde había estado sentado y caminó con las piernas temblorosas al pequeño y estrecho baño que Gordo Hyuk le había indicado. El interior no era más grande que un armario y un olor fétido salía desde la agrietada taza. Jimin puso la tapa y se derrumbó sobre ella, con el rostro entre las manos.
Todo es culpa mía. Todo es mi culpa. Es un castigo de la diosa y ¡todo es mi culpa! La idea se movía a través de su mente y Jimin sabía que tenía razón. La situación en la que se encontraba en ese momento era causa de sus malos pensamientos y deseos pecaminosos. Era porque no tenía muchas ganas de ir al templo y convertirse en un sacerdote y vivir una vida de humildad, pobreza y celibato. Secretamente había pensado que la parte de la humildad y la pobreza no serían tan malas, pero la idea de no casarse, de no tener un hombre entre sus piernas, aunque fuera una vez en su vida era terrible.
Jimin siempre había sido un niño curioso y en su adolescencia había descubierto un montón de videos porno en el extremo posterior del ático donde nadie iba. En el transcurso de los siguientes años, había visto y vuelto a ver cada uno de ellos. Al principio había estado sorprendido y ligeramente disgustado por las extrañas acciones que veía, pero con el tiempo se volvió intrigado y excitado. Se quedaba en la oscuridad de noche y pensaba en lo que había visto y soñaba que estaba haciendo las cosas que veía al hombre que él quería, un hombre que despertaba su cuerpo y lo dejaba dolorido por su toque.
Sería alto, moreno y musculoso, igual que el hombre de su video favorito, y estaría desnudo y le haría cosas indescriptiblemente deliciosas a su cuerpo.
Cuando sus pensamientos se volvieron insoportables, Jimin llegó hasta su entrepierna y se tocó en la zona más prohibida. Era el lugar que se suponía que debía evitar a menos que se estuviera lavando, su padre le había dado instrucciones severamente, y hasta entonces había tenido que lavarse rápidamente y no rezagarse. Pero a pesar de que sabía que estaba mal, Jimin no podía evitarlo. No podía dejar de acariciar su pene ni de tocar su entrada hasta tener sensaciones demasiado maravillosas y terribles de nombrar que se apoderaban de él poniéndolo rígido en su estrecha cama, de su miembro saliendo hilos blancos mientras se mordía el labio inferior para no gemir en voz alta.
Y ahora esto... este era su castigo por tales pensamientos y acciones, estaba seguro. La Diosa de la Luz veía todo, vio todo lo que había hecho, a pesar de que lo había hecho en la oscuridad de la noche, y ahora Jimin tendría que pagarlo. ¿Cuántas veces había deseado en secreto a un hombre entre sus piernas? Un grueso pene que abriera su entrada virgen y lo llenara de esperma caliente ¿Cuántas veces había imaginado el tacto, olor, sabor del cuerpo duro de un hombre? ¿Con qué frecuencia se preguntaba qué se sentiría derramarse y qué lo penetraran? Y ahora iba a conseguir su deseo, sólo que en lugar de un hombre sería sometido a cientos de personas. Mejor debía matarse ahora antes de que muriera de humillación y dolor.
Mientras Jimin buscaba en el estrecho y sucio cuarto de baño algún instrumento de auto-destrucción, oyó una voz que venía desde el otro lado de la delgada pared. Al principio pensó que era Gordo Hyuk, pidiendo que saliera y para que sirviera a su primer cliente, o tal vez sus primeros veinte, pero para su alivio pronto se dio cuenta que la voz era más ligera y más culta que la del dueño del sucio burdel.
"Por favor, mi señor está en una desesperada necesidad. El tiempo de su cambio se acerca y un doncel tiene que aplacar su sed."
"No, no voy a enviarle más a mis chicos." La voz del Gordo Hyuk era truculenta. "Ya he enviado a tres y no he visto a ninguno de regreso - y es lo mismo en todo el distrito. Sé muy bien que Sal del Palacio del Coño no le va a vender más y estoy bastante seguro de que ninguna de las otras casas están tampoco interesadas. No vale la pena el precio, incluso si su oferta es de trescientos créditos."
"Entonces voy a duplicar el precio a seiscientos créditos por uno de sus chicos" la voz fuerte y culta suplicaba.
Los oídos de Jimin prestaron atención. Seiscientos créditos - era la suma exacta que el Gordo Hyuk había mencionado que su tío le debía, ¡La misma suma por la que había sido vendido! Con cuidado de no hacer ruido, abrió un poco la puerta estrecha y se asomó con cautela.
El hombre que usaba un uniforme azul oscuro adornado con rojo se paseaba por la alfombra sucia delante del escritorio desordenado del Gordo Hyuk. Parecía algún tipo de funcionario de gran categoría y cuando se volvió hacia él, Jimin alcanzó a ver una insignia de color rojo y negro en el pecho de su chaqueta. Era un escudo de armas de algo, estaba seguro, aunque no era como ninguno que hubiese visto en la Beta Seis.
"¿Por qué el doncel que quiere tiene que ser de aquí, de todos modos?" Gordo Hyuk gruñó, obviamente, listo para que su visitante se fuera. "Hay un montón de prostíbulos alrededor de la galaxia - diablos, un montón en Rigel Nueve de dónde vienes. No tienes que estar regresando a Beta Seis o al barrio Estrella Roja para conseguir un doncel que satisfaga a tu amo, quien quiera que sea."
"¡Pero debo!" El hombre hizo un gesto con agitación. "Es parte de la profecía. Sólo un Doncel proveniente de dos estrellas rojas alineadas en el sexto planeta desde el Sol Beta puede ayudar a mi amo."
¿Dos estrellas rojas alineadas? Jimin se mordió el labio, pensando mucho. El Sol Beta sí era una estrella gigante roja y sí estaba en el distrito de Estrella Roja, suponía que tenía sentido. ¿Pero por qué el hombre de uniforme azul estaba tan desesperado por llevarle un doncel a su amo que incluso estaba rogándole al Gordo hyuk por uno de sus prostitutos?
"No sé de lo que estás hablando y tampoco quiero saberlo", gruñó el dueño del burdel. "Lo único que sé es que no tengo nada para ti."
"Oh, ¡Sí lo tiene!" Apenas sabiendo lo que estaba haciendo, Jimin se encontró saliendo del pequeño cuarto de baño y caminando hasta el criado de uniforme azul. Su mente había estado trabajando con rapidez mientras escuchaba la conversación y, aunque las matemáticas nunca habían sido su tema favorito en la escuela, la aritmética era evidente. Si estaba condenado a una vida de sumisión forzada, por lo menos hasta que cumpliera los veintitrés años, al servicio de un hombre, no importaba quién fuera él, era infinitamente preferible que servir a cientos.
"¡Ah, qué bonito!" El siervo sonrió con gusto hacia él y se dirigió al Gordo Hyuk. "¿Quién es esta encantadora criatura? Esta realmente por encima de lo habitual de tu personal."
La cara del Gordo Hyuk palideció haciendo un petulante ceño fruncido. "Es mi última adquisición, amigo, y no está a la venta. Voy a hacer un montón de créditos con él en los próximos diez meses, así que no lo enviaré con gente como tú."
"Pero seiscientos créditos, era el precio a mi tío le debía", declaró Jimin. "Y usted dijo que no le había pagado en meses por lo que era una deuda pendiente. ¿No sería mejor tener todo ese dinero en sus manos ahora, junto, en lugar de esperar a que yo de nuevo haga... para ganarlo?" Apenas podía forzar las palabras, pero sabía que esta era su única oportunidad para escapar. La tenía que tomar.
Gordo Hyuk frunció el ceño. "Mi objetivo es hacer mucho más que seiscientos créditos vendiendo ese culo virgen tuyo, chico," gruñó. "Así que no trates de hablar-dulcemente para salirte del trato. Me perteneces y voy a hacer que mi dinero valga."
"Mil doscientos créditos." La voz del criado fue baja y seria. "Seguramente no puedes dejar pasar esta suma, señor. Se trata de un insólito precio por una sola noche con un doncel de la noche. ¿Qué dice?"
¿Sólo una sola noche? La mente de Jimin se tambaleó ante la idea. Así que ¿Podía estar libre de esta terrible obligación de servicio por una noche? Por supuesto, el convento no lo querría después de que su virginidad se hubiera ido, pero estaba seguro de que podría encontrar alguna manera de hacerse camino en la galaxia una vez que fuera libre. Miró al sirviente de uniforme azul con agradecimiento y se prometió a sí mismo que no importaba lo que su amo pareciera, iba a hacer su mejor esfuerzo para servirle. Pero las siguientes palabras de Gordo Hyuk destrozaron su felicidad.
"Sí, una sola noche de la que nunca vuelven," se burló él. "Pero, bueno, ¿Lo quieres? Puedes tenerlo. Mil doscientos entonces y sin devoluciones."
"En realidad no. Creo que este doncel es exactamente lo que mi señor requiere y el precio lo vale." El siervo le sonrió a él de nuevo pero esta vez Jimin no fue tan rápido para devolverle el gesto. De pronto se preguntó qué había pasado con todos los otros chicos que habían pasado la noche con su misterioso maestro.
¿Y qué iba a ser de él?
*****
Por fin llegaron a la base espacial, mucho más tarde y en circunstancias muy diferentes de las que hubiera creído, pero Jimin estaba agradecido, no obstante, por ver las altas blancas torres que se levantaban sobre su cabeza.
"Por aquí, mi señor" dijo el criado con deferencia. Lo trataba muy bien, como si fuera un jarrón delicado que se pudiera romper, un objeto valioso que tenía que ser protegido. A Jimin le gustaba eso, era cómo estaba acostumbrado a ser tratado. Sin duda, después de haber visto los videos, había soñado a menudo con el rudo tratamiento, de un hombre que lo tomaría a pesar de lo que dijera o hiciera. Pero apenas había acabado de escapar de las garras de Gordo Hyuk, no estaba dispuesto a ser ingrato con los buenos modales del sirviente.
"Gracias," dijo, siguiéndolo en la pasarela móvil. "Quiero que sepa que estoy más que ansioso por estar al servicio de su amo. Espero que me encuentre aceptable para cumplir con sus... sus necesidades."
El criado, que tenía facciones suaves y oscuros ojos marrones, le sonrió un poco triste, Jimin pensó. "Espero que así sea, mi señor. Es mi mayor deseo ", dijo. "Ah, pero aquí estamos."
El cohete que lo llevó tenía los mismos colores que su uniforme azul oscuro con toques rojos. El interior del sofá era afelpado y cómodo y Jimin se hundió con gratitud en el que se le indicó.
"Permítanme informarle al piloto y estaremos en camino." el siervo se tocó la tapa y asintió.
"No puedo esperar." Jimin trató de no bostezar, pero los acontecimientos del día hasta el momento habían sido agotadores. Ahora que se encontraba en un lugar cálido y seguro, sin el gordo malvado que le exigía servir a sus clientes sexualmente, sólo quería descansar. Por supuesto ¿Quién sabía lo que le esperaba en Rigel Nueve? Pero estaba decidido a no pensar en eso.
"Estará en Hipersueño antes de que lo sepa, mi señor", dijo el sirviente, correctamente interpretando de su reprimido bostezo. "Lo mejor es estar fresco y listo para su encuentro con mi señor."
"En efecto" murmuró Jimin mientras otro bostezo se le escapaba. Oyó que el siervo se iba, seguido por el murmullo de voces masculinas mientras hablaba con el piloto y el pensamiento de que debía tratar de mantenerse despierto durante el despegue. Pero a pesar de sus buenas intenciones, sus párpados caían de agotamiento e incluso antes de que la órbita del cohete apareciera a su izquierda, ya estaba en un profundo sueño.
Soñaba con el hombre de cabello oscuro que había visto en los videos. El hombre que era casi pero no del todo el hombre de sus sueños. En los vídeos, el hombre, que era alto y musculoso, tomaba a un chico con el pelo del color de Jimin y lo ataba a la cama. Pero mientras soñaba, era Jimin, él mismo quien estaba atado...
"Por favor" murmuró él mientras el hombre se inclinaba para apretar las cuerdas en sus muñecas. "Por favor, no puedo... Nunca he hecho esto antes."
"¿Nunca lo has hecho?" Sonrió a él, sus dientes blancos y brillantes en su moreno rostro. "¿Nunca has estado atado o nunca has sido follado, mi señor?"
"Nunca", exclamó Jimin. Mirando hacia abajo. Se dio cuenta que estaba completamente desnudo, sus pezones rígidos, de color rosa y su pene erecto, expuesto. Para su sorpresa vio que el montón de suaves rizos rubios que habían decorado su entrepierna desde la pubertad habían sido afeitados.
"Así que ¿Eres virgen?" Le susurró la pregunta en su oído mientras tomaba sus pezones y los manoseaba suavemente.
"Lo soy", confesó Jimin, retorciéndose para tratar de alejarse de las sensaciones intensamente placenteras que sus manos estaban causando en su cuerpo.
"Pero no quieres serlo más, ¿verdad? Soñaste que un hombre tocándote... tomándote." Lo miró como si lo conociera, pellizcando su miembro hasta que gimió por las agudas sensaciones de placer que enviaban a su entrada.
"S-sí", susurró, sintiendo que era inútil mentir. Él sabía sus secretos de alguna manera. Sabía lo que realmente deseaba.
"Pero tus deseos no son los de un joven tímido, inseguro por su virginidad. Tú quieres hacerlo todo", la acusó el hombre. "Quieres sentir una lengua dentro de tu culo, así como una polla." Se sentó de nuevo por un momento y se acarició su propio eje duro del que caían gotas de líquido pre-eyaculatorio, como perlas diminutas. "Y quieres hacer una mamada también. Quieres ser tomado con las manos y rodillas, forzadas en sumisión, incapaz de correr o esconderte cuando llegue a ti, incapaz de cerrar las piernas para su asalto. Incapaz de hacer nada más que abrir tus piernas y someterte a su polla dentro de ti, para entregarte rendido a él por completo cuando te folle."
Sus palabras enviaron un profundo escalofrío de necesidad a través de todo el desnudo cuerpo de Jimin. "Sí." Sintió vergüenza al admitirlo, pero no pudo evitarlo, todo lo que dijo de él era cierto.
"Un virgen con el alma de un puto." El hombre asintió como si confirmara algo que había sospechado por mucho tiempo.
"N-no sé lo que quieres decir" protestó él con una voz que temblaba de deseo.
"Lo sabrás. Y no te preocupes." Pasó sus grandes manos, calientes por su desnudo y tembloroso cuerpo lentamente, con una luz brillando en sus oscuros ojos. "No vas a ser virgen por mucho tiempo. No a dónde vas."
"Eres..." Jimin lo miró con temor. "¿Me vas a tomarme? ¿A follarme?", Preguntó obligándose a decir las palabras.
"No." Lo negó mientras acariciaba su entrada resbaladiza con un dedo suavemente. "Sólo estoy aquí como un mensajero, mi señor. Para decirle lo que puede esperar." De repente metió dos dedos en su esfínter y Jimin se arqueó en la cama, gimiendo de dolor y de placer ante la sensación de tener finalmente a un hombre tocándolo de la forma en que había deseado durante tanto tiempo...
¤Mily¤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro