YouRiko
La adolescencia es una etapa difícil en la vida de todos. Por donde sea que se lo mire, se trata de cambios a los cuales hay que adaptarse. Tu cuerpo comienza a definirse provocando muchas cosas vergonzosas, desarrollas otra forma de pensar y por ende otra forma de percibir el mundo, a las personas que lo habitan, como se comportan; todo se ve diferente. Cambiamos de escuela al entrar en al secundario o preparatoria, conocemos gente nueva, tanto como profesores como compañeros o hasta amistades diferentes...
Estas últimas son las que van dejando grandes huellas en ti, tanto para bien como para mal si resulta de algo toxicó.
"Este año tampoco conseguí estudiar en casa, pero voy a conseguir no encariñarme con nadie... Estoy cansada de todas esa personas que solo se burlan por que se creen mejores"
"Voy a entrar a un escuela nueva y espero que no me molesten por mis gustos 'particulares'... Si... Ya no me haré daño"
Lo que ninguna sabía era que se conocerían un día de primavera para destruirse mutuamente sin saberlo hasta terminar en el suelo con un rio rojo proviniente de su brazo.
— Uh gusto, You Watanabe.
—Riko Sakurauchi. Gracias por ayudarme.
— Descuida, es lo menos que podía hacer.
— Pareces muy acostumbrada.
— Lo... —una marca en el brazo de la contraria la enmudeció. Pero pronto dejó de verlo al ser tapado por la manga— Yo... No lo ocultes, hago lo mismo.
—Oh... Esta mal, ya no lo hago.
— Te lo hiciste anoche por miedo a que tenias miedo..
— Cállate, no sabes nada de mí.
Quiso voltearse pero sintió una punzada en el pecho al ver las gruesas lágrimas escapando de los ojerosos ojos azules. Al dejar de verlos no supo qué hacer, escucho un suspiro, la chica de espaldas a ella limpió sus cara con las mangas y alejandose por el pasillo. Mientras tanto la descripta se sentia una completa idiota por creer que si encontraba a alguien que pasara por lo mismo, sería un poco más feliz, pero estaba esquivoca, igual que siempre. La pelirroja era fuerte, no la necesitaba; eran muy diferentes, ¿Por qué la vio débil? Ella era lo era, no Riko.
¿Por qué el miedo te mueve cuando más necesitas estar tranquilo? Riko quería disculparse pero sentía no merecer el perdón de quién había lastimado por ser una idiota. Tan solo bastaron unas pocas palabras, pero debían ser solo sus afiladas palabras las que perforarian su corazón.
Lo que ninguna sabia era que a la que realmente lastimaban eran a sí mismas pero, ¿Cómo sabero? No volvieron a dirigirse la palabra, esa misma noche derramaron suficiente sangre para no despertar a la mañana siguente.
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Holas
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