4. Atsumu y Osamu
You, with your switching sides
And your wildfire lies and your humiliation
[...]
I just want to feel okay again
Mean- Taylor Swift
Atsumu vio como Shouyo salía corriendo y Kageyama le seguía gritando su nombre y rogándole que parase de correr.
Él solo podía quedarse ahí. De pie. Incapaz de dar un paso al frente para hacer algo.
Sintió como su pecho era picoteado por un dedo y al centrar la mirada vio el profundo ceño fruncido de Oikawa.
—Como se te ocurra acercarte a Shouyo, te juro por mi madre que una cachetada no será lo único que te llevarás de mi parte.
Lo vio alejarse junto al moreno que se había mantenido en silencio en todo momento. Caminaban con prisa, probablemente intentando alcanzar al pelinaranja y al estúpido ojiazul.
Miró a su alrededor para asegurarse que los poco estudiantes que quedaban en el estacionamiento no se hubiesen quedado como viejas chismosas a saber lo que pasaba. Y pudo respirar tranquilo cuando vio que solo quedaban ellos.
Se acercó a su hermano que seguía apoyado en el coche con la mitad de su cuerpo encorvado hacia el frente, y apoyó una de sus manos en el hombro del contrario. Sabia que la relación de ambos era algo tensa pero nunca había sido tan mala, y por eso no contó que su hermano diese un manotazo a su mano y le mirara con una mirada que no sabría interpretar.
—No me toques.
—Samu yo...
—Cállate. Cállate, cállate, cállate.- se abrazaba a si mismo con temor de que el rubio pudiese hacerle algo.— ¿Como pudiste... Hacerle eso a Shouyo?
—Samu... Eso no es verdad.
—¡No me mientas!- le gritó.— Lo vi en sus ojos. El miedo que te tiene.- dio un paso hacia atrás.— Ahora entiendo sus gritos de aquella noche. El como no quería que le tocasen... Abusaste de Shouyo.
—No abusé de él.- se cruzó de brazos.— Solo quise que supiese solo yo puede tenerlo.
—¡Abusaste de él!- volvió a gritar.— ¡¿Acaso no lo entiendes?! ¡Violaste a Shouyo! ¡Eso es un delito!
—¡¿Y que esperabas que hiciera?! ¡¿Ver como fornicaba con Kageyama después de lo que le hizo?!
—¡Eso no es tu problema! ¡Es su vida, no la tuya! ¡Pero se la has arruinado!- se acercó con rabia y le agarró de las solapas de la chaqueta del uniforme arrugándola.— ¡Dejaste a Shouyo! El te necesitaba en el peor de sus momentos y tu...- apretó los labios.— Tu te habías ido a follar con Suna y esnifar drogas.
—No hables de lo que no sabes.- se soltó de su agarre.
Osamu rió irónico.— ¡Por dios Atsumu! ¡Estuviste hospitalizado por consumo de estupefacientes! Todo... ¡por seguir a Suna en cada una de sus gilipolleces! Papá y mamá han estado a punto de separarse... ¡Y todo por tu culpa! ¿Y ahora le añadimos la violación de Shouyo?
—Yo no he violado a Shouyo.
—¡Si lo has hecho! ¡Deja de negarlo y admite la verdad! ¡Has violado a Shouyo!
Cansado de escuchar a su hermano de echarle las mierdas encima, cerró su puño lleno de ira y lo estrelló en la mandíbula de su hermano. Osamu dio un par de pasos hacia atrás y se llevó un par de dedos hacia su labio. Tocó el lugar con cuidado y al retirar sus dedos, pudo ver un poco de sangre en ellos.
Miró a su gemelo que tenia la boca entreabierta sorprendido por lo que acababa de hacer. Era normal, acababa de golpear a su hermano. Incluso podía ver como el puño con el que le había dado, temblaba.
Sonrió de lado sintiendo el dolor en su labio y se limpió la sangre que tenia con el dorso de su mano. Al menos ahora tenia una excusa para hacerle pagar a su hermano todo lo había pasado desde que se volvió un capullo integral. Por lo que de la misma manera cerró su mano derecha en un puño y le propinó el mismo golpe o quizás algo más fuerte que el recibió; a Atsumu.
El rubio cayó al suelo y miró hacia arriba. Podía notar el enfado de su hermano. Se lo merecía. Él había comenzado, pero por orgullo no se iba a dejar golpear así. Se puso de pie y corrió hacia Osamu hasta que ambos cayeron al suelo haciéndose raspones y ensuciándose el uniforme. Ambos hermanos forcejeaban para ver quien tomaba el control siendo primero Atsumu quien golpeó lastimando una ceja del contrario. Dieron la vuelta quedando Osamu encima esta vez y con rabia golpeaba los costados de su hermano.
Continuaron así por varios minutos que parecían horas. Golpeándose. Descargando su enfado en el contrario como si fuese un saco de boxeo. Tampoco supieron como fueron separados pero por un leve vistazo pudo ver a Hitoka Yachi, una chica de segundo año algo asustada mirándoles. Ukai sostenía a su hermano mientras que Takeda le sostenía a él o lo intentaba.
—¡Dejen de golpearse! ¿Acaso son niños de primaria?- decía Ukai.
—Él dio el primer golpe.
—Pero la violencia no resuelve las cosas, Osamu-kun.
Osamu frunció el ceño mirando a su gemelo. Tenia sangre bajando por la comisura de sus labios y un golpe que dejaría un moratón demasiado feo en el pómulo derecho. Uno de sus ojos posiblemente se hincharía y estaba seguro que los golpes de los costados deberían de dolerle como el demonio. Y sin contar pequeños golpes que se irían pronto.
Pero seguro que él no estaba mejor que Atsumu. Sentía su ojo izquierdo doler como una mierda. Lo más seguro es que ya estuviese hinchado y a nada de quedar cerrado por la hinchazón. Su mandíbula dolía como uno de sus hombros, y puede que exagere, pero podría tener una costilla rota. El dolor en su costado no era normal y no quería hacer un movimiento brusco y morir porque la maldita costilla le perforó el pulmón.
—Solo fueron unos golpes, Takeda-sensei.- dijo Osamu soltándose de su débil agarre y caminando hacia su mochila tirada en el suelo.— Pero dudo que un par de golpes le hagan más hombre.
—Tu pedazo de...- dijo Atsumu intentando volver a abalanzarse contra el castaño.
—¡Ya está bien Atsumu!- Ukai hizo más fuerte su agarre.— Sigues dentro del limite del instituto. No me obligues llevarte junto al director y te expulsen.
El rubio apretó labios y puños; y lanzó dagas a través de sus ojos hacia su hermano.
Ambos profesores junto a una aún asustada Yachi, se alejaron de los gemelos cuando vieron que no tenían intenciones de seguir golpeándose.
—Me voy.- dijo Osamu.
—¿No piensas subir?- preguntó aún enfadado el rubio.
—¿Me ves la cara con ganas de estar a tu lado?- devolvió la pregunta girándose a verle.— Me voy con Shinsuke.
—Pero la cena de...-
—Dios, ¡me importa una mierda la cena!- le gritó.— ¡Comprende que no puedo estar en una misma habitación que tu sin que me entren ganas de golpearte por lo que hiciste!
Atsumu apretó los labios y vio como Osamu se dio la vuelta y fue caminando lejos del estacionamiento dejándole completamente solo.
Recogió su propia mochila y caminó hasta su coche. Le quitó el seguro y se sentó en el lado del conductor. Dejó su mochila en el asiento de al lado y miró al frente el enorme muro de ladrillo que rodeaba el estacionamiento. Soltó un suspiro pesado y golpeó el volante con rabia un par de veces hasta apoyar en él la cabeza. Cerró sus ojos y sintió como sus hombros empezaban a temblar sin control alguno.
Se mordió el labio sintiendo el dolor en él; evitando que sus patéticos sollozos se escuchasen pero era en vano. Era el único allí dentro y los podía escuchar a la perfección.
—Eres un estúpido.- se dijo a si mismo.
Habia alejado a la persona que más amaba en ese cochino mundo para conformarse con una que lo que hacia era llevarlo por el mal camino.
Bebía hasta casi estar a punto de tener un coma etílico. Tenia sexo con quien le abriese las piernas y con posibilidades de contraer alguna enfermedad. Había tomado drogas solo porque el resto lo hacia y no quería ser diferente a los demás, y ahora como sustituto, usaba la nicotina que tenían los cigarrillos para tranquilizar a su cuerpo. Se había vuelto un maldito que quería monopolizar a Shouyo solo porque no estaba con él... ¿Y que es lo que hace?
—Y-yo... Yo...- lloró y cubrió su boca intentando acallar su llanto.— Lo violé... Soy de lo peor.
Al día siguiente cuando estacionó y bajó del coche, pudo escuchar los claros murmullos que había alrededor de él.
Pero era normal cuando su cara tenía moratones que los parches no podían cubrir. Su hermano tenía el puño realmente pesado. Su costado había quedado con feos moratones que dolían en cada uno de sus movimientos.
Cuando llegó a su casa, su madre se puso histérica al verle con la cara magullada. Ignoró sus gritos de preocupación y se encerró en el baño. Miró su estúpida cara golpeada y sus ojos rojos de haber estado llorando como un niño pequeño. Se curó como pudo sintiendo como sus lágrimas volvían a caer por sus ojos y retuvo sus sollozos para no preocupar aún más a su madre.
No bajó a cenar, y ni siquiera tocó la comida que su madre le había dejado afuera junto a su puerta. Se pasó toda la noche tumbado en su cama mirando a la habitación de enfrente. Shouyo en ningún momento encendió la luz de su habitación y eso le hacía tener una presión horrible en su pecho.
Esa mañana cuando despertó, se dio una ducha y se volvió a curar los moratones que ese día habían cambiado a un color violáceo. Salió en silencio de su casa y condujo hasta el instituto.
Abrió su casillero y sacó los libros que necesitaría en la siguiente clase guardándolos en su mochila. Cerró la puerta y pegó un bote del susto al ver Suna apoyado en el casillero al lado del suyo.
Cerró los ojos y soltó un disimulado suspiro. No tenía los ánimos de lidiar con Suna.
—¿Qué le ocurrió a tu cara?- preguntó acariciando el golpe en su pómulo.— Es un delito que arruinen una cara como esta.- le sonrió.— Espero que el otro haya quedado peor.
Atsumu alejó la mano de Suna con algo de brusquedad y dio un paso atrás.
—Peleé con Samu.
—Oh... Bueno.- le sonrió y le abrazó por el cuello y le acarició el pelo de la nuca.— Puedo suponer que ganaste la pelea.
El rubio frunció el ceño.— Nadie ganó nada.- quitó las manos de Suna de su cuello haciendo que este le mirase confuso.— Estás hablando de mi hermano. Deja de hablar de él como si lo hubiese usado como un saco de boxeo.
—Pff, cariño. ¿Y eso no es lo que hizo él contigo?
Atsumu abrió la boca para hablar cuando vio a la persona de su actual pelea y le siguió con la mirada.
Volvió a centrar su mirada en Suna y le frunció su ceño.
—Tuvo sus razones para golpearme. Y se lo agradezco.
Suna estalló en carcajadas haciendo que las personas que allí habían les viesen, incluido su hermano.
—¿Que vas a agradecerle a un ratón de biblioteca como él?
—Ese ratón de biblioteca, es mi hermano.- pinchó el pecho de Suna con su dedo.— Y le agradezco que me haya golpeado, porque me ha hecho abrir los ojos para darme cuenta... Para...- miró a su hermano quien no le había quitado la mirada de encima.— ... Para darme cuenta de quienes son las personas que necesito en mi vida.- volvió a mirar a Suna.— Lo siento, pero esto se ha acabado.
—¿Qué?
—Que no te quiero en mi vida. ¿Como te lo explico? ¿Con peras o con manzanas?
Su cara giró hacia la izquierda sintiendo un corriente de dolor atravesar su mejilla derecha.
Aquello no habría dolido tanto si no tuviese un golpe previo en aquel lugar.
—Eres un ser despreciable, Miya Atsumu.
Suna se alejó de su lado con lo que le quedaba de dignidad, mientras que él con la mano temblorosa se tocó su mejilla golpeada.
En serio dolía. Sentía una constante punzada en el lugar y era realmente incomodo.
Suspiró otra vez, y al alzar la vista vio a su hermano frente a él con una cara inexpresiva pero igual de golpeada que la suya. Uno de sus ojos estaba hinchado pero no como para que se cerrase por ello. Movía su mirada por todos lados evitando la de su gemelo. Se sentía demasiado vulnerable como nunca antes.
—Estás...- se aclaró la garganta.— Estás mejor de lo que pensé.- murmuró incómodo.
—Shinsuke curó mis heridas con hielo y alguna que otra pomada.- se encogió de hombros.— Pero tuvimos que ir al hospital. Me rompiste una costilla
Atsumu se mordió el labio inferior sin llegar a hacerse más daño y bajó la mirada totalmente culpable.
—Lo siento.- dijo con voz temblorosa.
Osamu lo escaneó con la mirada varios segundos realmente largos para acabar suspirando.
—Tranquilo. Solo necesito algo de reposo y no hacer movimientos bruscos.- sonrió de lado al ver como los hombros de su hermano temblaban sin control.— Supongo que has vuelto.
Atsumu subió su llorosa mirada mientras sorbía sus mocos que amenazaban con salir de su nariz; y Osamu no pudo resistir el impulso de abrazar a su hermano y resguardándolo en su pecho en un reconfortante abrazo.
El castaño parpadeó varias veces evitando que sus propias emociones lo traicionasen.
—Se supone que eres el mayor de los dos.- dijo Osamu.
—Por cuatro minutos.- replicó el contrario.
—Pero sigues siendo un niño pequeño.- pellizco su costado dañado escuchando un jadeo de dolor por su parte.— Y todo lo que te está pasando te lo mereces por comportarte de ese modo.
Atsumu se separó del abrazo y bajó su mirada.— Estás siendo un poco duro.
—Tsumu, mírame.- los ojos del rubio se aguaron de nuevo y alzó la mirada con rapidez.
Hacia años que no escuchaba a su hermano llamarle por aquel mote cariñoso que Shouyo les puso a ambos para poder diferenciarles de pequeños, y que al ir creciendo se quedó en ellos.
—Tengo que hacerte entender lo que has hecho.- agarró sus hombros.— Tsumu, aunque vuelvas a ser tu, tienes problemas y necesitas ayuda.
—Yo no...-
—Los tienes.- reafirmó.— Necesitas ayuda médica Tsumu. Dependías de las drogas y ahora lo haces de la nicotina, aunque me alivia un poco. No digo que sea bueno que fumes, pero deberías de dejarlo poco a poco. Tienes que dejar el alcohol. No es bueno para tu cuerpo siendo tan joven y...- tragó saliva.- No puedes pasar por alto lo que pasó con Shouyo.
Atsumu bajó la mirada y se abrazó a su mismo.
Su hermano tenia demasiada razón, pero era mucho más fácil decirlo que hacerlo. ¿Ayuda médica? Bueno, si, tenia algún que otro problema. Pero no como para consultar con un especialista. Su hermano exageraba un poco.
Aunque podría tener razón.
Ya había dado su primer pequeño pero gran paso. Y ese había sido romper lazos con Suna. Él había sido el culpable que lo había metido en todo este desastre durante tres años y él como un imbécil le había seguido.
Habia dejado a Shouyo, a Osamu, a sus padres... A todos.
Pero lo que no quiere admitir pero sabe que es verdad y le duele, es haber roto a Shouyo. Todavía puede escuchar su llanto en el día de su cumpleaños. Habia hecho llorar a su pequeña mandarina y luego había abusado de ella.
No puede recordar nada de aquel día en el almacén. Su mente solo gritaba que tenia que mantener al chico a su lado y si eso significaba hacer lo que hizo, su mente decía que estaba bien.
No se dio cuenta de su terrible error hasta el día anterior cuando su hermano le golpeó y le gritó las verdades a la cara.
—N-no creo ser capaz... De hacerlo solo.
—Tranquilo.- abrazó al rubio.— Habrás sido un capullo todo este tiempo, pero eres mi hermano. Yo siempre estaré ahí para ti.
Atsumu enterró su cabeza en el hombro contrario y asintió.
—Gracias Samu.
Atsumu tamborileaba sus dedos por encima del volante y miraba a cada rato la hora de su teléfono.
Su mirada iba de la pantalla del teléfono a la entrada del hospital al otro lado de la calle. ¿Cuanto tardaba su hermano en averiguar lo que había pasado?
Después de haberse puesto a llorar como un niño a mitad del pasillo antes de las clases, todos los alumnos fueron llamados hacia el gimnasio. Sin saber que ocurría, se sentaron en una de las gradas del medio y esperaron a que el director hablase. Los profesores estaban allí también lo que los extrañaba aun más.
Pero las pocas neuronas vivas que le quedaban se fundieron al escuchar "accidente" "hospitalizado" y "estado grave".
Eso le hizo pensar seriamente que a Shouyo le había pasado algo grave cuando había salido corriendo el día anterior. Nunca lo vio llegar a su casa. La habitación de enfrente estaba apaga y sin signos de que hubiese alguien allí. Incluso esa mañana al despertar, todo seguía igual. Tampoco había visto a Kageyama por algún lado, y eso le hacía seguir creyendo que Shouyo sin duda estaba en el hospital por su culpa; y que como buen amigo, novio, amante lo que Kageyama fuese del pelinaranja; lo estaba acompañando en uno de sus mayores peores momentos.
Un fuerte trueno se hizo eco haciendo salir de sus turbios pensamientos; haciéndole dar un pequeño bote del susto.
La repentina lluvia caía con fuerza haciéndole imposible el ver hacia la calle. Estaban en diciembre y las lluvias eran poco frecuentes, pero cuando las había, eran torrenciales. Probablemente la nieve también estuviese a punto de llegar cubriendo las calles de su blanquecino color.
La puerta del copiloto fue abierta haciéndole mirar como su hermano entraba con la chaqueta del uniforme completamente empapada al haberla usado como paraguas para evitar mojarse.
Se dejó caer en el asiento y miró hacia el frente. Eso le hizo poner ansioso. Parpadeó varias veces y mordió el labio.
—¿A-averiguaste algo?
Osamu tragó saliva y miró sus dedos para jugar con ellos. Eso solo hizo que los nervios de Atsumu se crispasen más.
—Samu, por favor. Dime algo.
—Shouyo no es el que está hospitalizado.- le dijo mirándole a los ojos.
Al oír eso, el rubio soltó un suspiro de alivio y apoyó su cabeza en el asiento relajando cada uno de sus nervios.
Pero eso solo le hizo preguntarse quien sería la otra persona hospitalizada.
—Espera. Entonces...-
—Según Oikawa- le cortó su gemelo.— Shouyo no miraba por donde iba corriendo y casi es atropellado.
—P-pero dijiste que él...
—Shouyo fue salvado por Kageyama.- Atsumu miró al frente viendo el cristal totalmente bañado por las gotas de lluvia.— Oikawa no sabe muy bien las cosas, pero según personas que presenciaron el accidente, Shouyo fue jalado por Kageyama evitando el choque. Cuando él llegó vio a Kageyama tendido en suelo rodeado de sangre y Shouyo encima suyo.- se restregó la cara con ambas manos.— Shouyo no ha querido hablar con nadie y se mantiene junto a Kageyama esperando a que despierte.
El rubio parpadeó varias veces y tragó saliva.
De repente, un enorme peso fue puesto en sus hombros. Aquel accidente había sido totalmente su culpa. Involuntariamente, había provocado que un pobre inocente estuviese en estado grave en un hospital.
Si no hubiese hecho lo que hizo, nada de esto habría pasado.
—¿Como...?- se aclaró la garganta al sentir su voz temblar.— ¿Como está Kageyama?
Sitió la mirada de Osamu encima suyo, y le escuchó suspirar.
—¿Sinceramente?- el rubio asintió sin mirarle.— Mal. Según los médicos, no saben cuando despertará. Y cuando lo haga no saben si pueda volver a caminar. Su médula fue dañada y no tienen esperanzas de que recupere la movilidad de las piernas. Podrían intentar con una terapia intensa durante un tiempo, pero creen que sería inútil.
—¿Qué...?
—Sin embargo...- eso le hizo mirar al castaño.— Oikawa les propuso trasladar a Kageyama a Estados Unidos. Allí la medicina está más avanzada y podría haber posibilidades. Los médicos se niegan a poner en riesgo la vida de Kageyama, pero su hermana está de acuerdo.
—¿Entonces...?
—Van a esperar unos días a ver si despierta. Si no lo hace, se irán del país.- Atsumu asintió aún sintiendo el peso sobre sus hombros.— Y... Shouyo irá con ellos.
Abrió la puerta de su casa y dejó las llaves en el pequeño cuenco que había en la entrada. Colgó su abrigo y se quitó los zapatos dejándolos a un lado.
Pudo ver como la grisácea cabecita de su chico asomaba por la cocina y le sonrió cansado recibiendo otra sonrisa algo más pequeña y comprensiva. Se dejó abrazar por el cuerpo contrario, y enterró su nariz en la cabeza del mayor.
Aspiró suave y sintió como su cuerpo se relajaba.
Sin duda, Shinsuke olía a hogar.
Se separó un poco y le dio un pico en esos adictivos labios. Acarició su nariz con la contraria para volver a enterrar su nariz en la cabeza del otro.
—¿Como está?
Kita suspiró y negó con la cabeza.
—Sigue encerrado en su habitación. No ha tocado la comida que le llevé y no hace nada más que mirar por la ventana.- se separó un poco para verle a la cara.— Temo que haya desarrollado depresión.
—Dios...
—Te amo, y lo sabes. Pero esto no puede seguir así.- Kita le acarició la cara con cariño.— Ha pasado un año desde que Shouyo se fue y seis meses en los que tus padres murieron en ese atentado. Atsumu cada día está peor y me duele verle así.
—Lo siento yo...- se restregó el pelo frustrado y cansado.— Ya no sé que hacer.- dijo tembloroso.
—Tu hermano necesita ayuda. Ambos, la necesitan.- el castaño le miró asintió.
—Iré a hablar con él.
Kita besó su mejilla y se la acarició.— No tardes en bajar, la cena ya está casi lista. Y... haz que venga a comer con nosotros.- el menor asintió.— O al menos, que salga de su habitación.
—Lo intentaré.
Kita le dejó y él se encaminó hacia las escaleras. Las subió despacio y con pesadez. No quería ver a su hermano. Sentía que con solo verle le drenaba la poca energía que le quedaba en el cuerpo.
Pero eso era ser un poco duro.
Caminó por el pasillo hasta llegar a la puerta de la habitación de su gemelo y la tocó dos veces. Como era de esperar, no recibió respuesta del otro lado y suspiró cansado. Abrió la puerta y su corazón se estrujó al ver a su hermano.
Atsumu tenía la ventana abierta y miraba como la nieve caía afuera. Estaba sentado en un pequeño banquito que habían comprado especialmente para él, y se abrazaba las piernas. Tenía puesto su pijama de manga larga y calentito al ser invierno, y en sus pies se podían ver unos calcetines con dibujitos de pelotas de voleibol.
Osamu parpadeó varias veces y soltó el aire de forma lenta.
—Tsumu, he vuelto.
El castaño giró su cara y le sonrió pequeño.
Levantó su mano y le saludo cual niño pequeño, pero... ¿ Eso no era lo que parecía? Le vio moverse y señalar que se sentase a su lado.
Tragó saliva y entró. Caminó hasta llegar junto a su hermano y sintió como el contrario le abrazaba y enterraba su cabeza en su pecho.
—Llegas tarde Samu.
—Lo siento.
Osamu miró hacia el techo y parpadeó varias veces para que sus lágrimas no saliesen de sus ojos.
¿Como habían acabado así?
Una semana después de que fuesen al hospital para saber si era Shouyo quien estaba hospitalizado, les llegó la noticia que sin ver mejoras en Kageyama, se irían del país.
El día en el que irían en un avión medicalizado, Osamu fue al aeropuerto a despedirse se Shouyo. El pelinaranja incómodo se despidió. Cuando regresó al coche junto a su hermano para decirle que finalmente Shouyo, junto a Kageyama, la hermana de este, Oikawa y su chico, finalmente se habían ido; vio como algo dentro de su hermano se rompía.
Él solo pudo abrazarle y consolarlo. Por un lado, sentía que se merecía aquello por todo lo que había hecho, pero por otro lado, no quería ver como su hermano sufría.
Se graduaron del instituto y ambos comenzarían una vida de jóvenes adultos. Él ingresaría en una escuela de gastronomía mientras que su hermano iría a una universidad local gracias a una beca deportiva por voleibol y tal vez, a un equipo profesional en un futuro.
Sin embargo, seis meses después de que el pelinaranja dejase el país, sus padres murieron en un atentado donde hubieron centenares de muertes y heridos.
Eso hizo que Atsumu se derrumbase por completo. Se perdió a si mismo después de haber estado yendo a terapia. No había nada que pudiese sacar a Atsumu de su habitación, y parecía que su mecanismo de defensa era comportarse como un pequeño niño. No sabía si lo hacia a propósito o que de verdad había tocado fondo para acabar así.
Kita se mudó con ellos, sobretodo para que le ayudase con Atsumu cuando él no estaba. Pero era inútil.
Y sentía que si no hacia nada, él sería el siguiente en acabar de la misma forma.
—Shinsuke me contó que no comiste lo que te trajo.
—No tenía hambre.- giró su cara.
—Tienes que comer algo Tsumu. Estás muy delgado.
Atsumu no dijo nada y volvió a ver la nieve caer.
—Sé... Sé que te causo mucho problemas Samu.- habló Atsumu.— Y quisiera evitarlo pero... No puedo.
—Hey... no digas eso.
—Pero es la verdad.- le miró con ojos llorosos.— Os oigo a Shinsuke y a ti hablar de mi cuando creéis que no estoy.- eso hizo tensar al contrario.— Quiero evitarte a ti a él que os sigáis preocupando por mi. No valgo la pena.
Osamu jaló a su hermano en un fuerte abrazo y dejó que llorase en su pecho.
—No digas eso. Somo una familia, y la familia siempre se apoya.
—Pero yo...-
—Nada.- le cortó.— Encontraremos la manera de seguir adelante. Entre los tres, encontraremos la solución.
Atsumu asintió y se sorbió los moscos.
—Te dije que no tardaras en bajar- dijo Kita con los brazos cruzados y una ceja arqueada.
—Lo siento.- se disculpó apenado Osamu.
—Y tu también vas a bajar.- señaló con su dedo.— Hice tu comida favorita.
Atsumu sonrió tímido y asintió.
Vio como el mayor se daba la vuelta y se alejaba de su habitación murmurando a saber que cosas. Miró a su hermano y ambos rieron bajito. Sabían que si Kita los escuchaba, se iba a enfadar más de lo que estaba.
Puede... que todo no estuviese tan mal, y si valiese algo.
Aunque fuese solo para Osamu y Shinsuke.
Porque la persona más importante para él, ya no estaba.
Se podría decir que este sería como el final de toda esta tragedia.
Atsumu al final se arrepintió de los errores que cometió, y quiso enmendarlos pero no pudo. Fue algo tarde para eso.
Sinceramente, el capitulo estuvo algo raro. Empieza con la pelea de los gemelos, luego se arreglan, se enteran del accidente y acaba con un Atsumu depresivo y sin padres. Fue algo loco este final del capitulo pero como pasa conmigo, fue inesperado mientras escribía.
Sin embargo, falta un solo capitulo para finalizar esto.
Espero que les haya gustado esta locura de capitulo.
Nos leemos pronto.
~Zeni13~
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