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⁵ 𝘴𝘦𝘤𝘳𝘦𝘵𝘰.

DOLLFACE.
JULIO 2017, DOMINGO 9.
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PETER PARKER:

Escuché el tono en mi celular sonar por tercera vez, esperando a que la persona a quien había llamado, contestara. Mientras, me subí a la pequeña terraza en el techo de la casa de Emma y Liliane, para que nadie pudiera verme.

—¿Sí?

—¡Happy, me acaba de ocurrir la cosa más rara! —dije a penas contestó. Puede que me arrepienta luego de haberlo llamado ya que Tony podría rastrear mi número si Happy le cuenta sobre mi llamada, pero no podía permitir que esas personas estuvieran sueltas en la calle con ese tipo de armas—. ¡Unos ladrones comenzaron a robar un cajero con alta tecnologí-

—¿Quién es éste?

Bufé.

—Peter Parker.

—Oh, sí, tú —sonó algo distraído—. Mira, no tengo tiempo para robos con ladronzuelos detrás, ni mucho menos para ti. Tengo una fábrica para vaciar en menos de una semana, y si le cuento a Tony que llamaste, me va a tener varios días intentando localizarte y Pepper me mataría si no termino esto en el tiempo que me dio.

—¡Pero esto es una noticia importante!

—¿Quieres noticias? —gruñe con fastidio—. Tony está mudándose por completo a la sede de los Vengadores y se venderá la torre a Reed Richards. Y espero que en las Instalaciones de los Vengadores, el servicio de venta sea mucho peor para hacerlo sufrir tanto como él a mí en éste momento.

—Pero, ¿qué hay con lo que te dije?

—¿Qué hay con lo que me dijiste? —suspiró exasperado—. Mira, Peter, agradece que no ando de buen humor y no le diré a Tony que me llamaste. La única manera de que él se entere de lo ocurrido en los cajeros es que yo le cuente qué pasó, y él va a enterarse de que tú estuviste allí. Puedes agradecerme después.

—Happy, ¿pero podrías al menos hacer un inten-

—Fue un gusto hablarte, Parker. Tengo muchas cosas que hacer. Adiós.

Solté un bufido guardando mi teléfono en uno de los compartimientos de telarañas ya vacío que Tony le había agregado a mi traje meses atrás, cuando ocurrieron los sucesos de los Acuerdos de Sokovia y me ayudó a mejorar mi traje. Ahora tenía mejores disparadores, al igual que muñequeras para usar los disparadores sin el traje de una manera bien disimulada, y tenía cartuchos de telarañas alrededor de la cintura. Dentro de mi máscara habían grandes características como el traje de Tony, era casi igual, sólo que no tenía a una inteligencia artificial como lo era Viernes.

Fui escalando por la pared hacia la ventana de la habitación de huéspedes ya que Sebastian no estaba en casa, y al llegar, abrí la ventana con mucho cuidado y entré a la habitación en silencio, sosteniéndome del techo para después cerrar el vidrio de la misma manera como la abrí, sólo que con el pie. Al notar que la puerta estaba abierta, fui por el techo hacia allá, lo más silencioso que pude quitándome la máscara para dejarla caer en el suelo.

Lancé una telaraña a la puerta y moví mi brazo de manera en que cerrara la puerta, al no lograrlo, aterricé en el techo con cuidado y caminé hacia la entrada, tomando el picaporte para así lograr cerrar la puerta sin hacer ningún ruido.

Suspiré con alivio, dándome la vuelta para quitarme el traje y darme una ducha, pero me paralicé al ver a Sebastian sentado en la cama con una caja de Legos en sus manos, mirándome boquiabierto.

Del asombro, dejó caer la caja, la cual estaba abierta y provocó un ruido que se escuchó posiblemente hasta en el pasillo.

—¡¿Qué fue eso?! —escuché la voz de Emma desde la otra habitación. Yo reaccioné de inmediato.

—¡Nada! ¡Nada, nada! —exclamé en respuesta, haciéndole una seña a Sebastian para que callara. Él se levantó con asombro.

—Eres el Hombre Araña. —Murmuró—. El de los Vengadores.

—No lo soy —me apresuré en decir, apretando la araña en mi pecho para que así mi traje se desprendiera de mi cuerpo, quedando en calzoncillos. Negué—. No lo soy.

—¡Estabas en el techo!

—¡No, no lo estaba! ¡¿Qué haces en mi habitación?!

—¡Es mi habitación también!

Al sentir que la puerta se abría, tomé mi traje y lo lancé al techo, pegándolo con una telaraña. Sebastian me miró perplejo.

—Oigan, nerds, ¿quieren ayudarme a llamar al pizzero? No sé cuál es el nú- —Michelle cayó al ver mi poca vestimenta, estando sólo en calzones. Nos miró entrecerrando los ojos con extrañeza—. ¿Qué están haciendo?

—Estamos recordando todas esas cosas que vimos en las clases de química en la escuela —me apresuro en contestar.

Ella nos miró inconvencida—. ¿Y por qué no traes casi nada puesto?

—Iba a ducharme —apreté mis labios, impaciente. Sebastian seguía en estado de shock.

Michelle nos miró fijamente por unos segundos, pero después se encogió de hombros.

—Ustedes son raros, así que no voy a preguntar. —Dice antes de cerrar la puerta.

Sebastian me volteó a ver, yo negué, sin querer más preguntas de su parte.

—¿Entonces lo que decías en la escuela de Stark era- ¡Eres un vengador! —siseé para que bajara la voz. No quería que ni Michelle ni Liliane escucharan. Caminé hacia él, quedando a pocos centímetros del moreno.

—No puedes decirle esto a nadie, es un secreto.

—¿Y por qué entre ellas también? —cuestiona en voz baja, al igual que yo.

—Sólo Emma lo sabe, pero ni tía May ni nadie más lo sabe. ¡Soy un fugitivo, Seb! Nadie puede enterarse —pausé—. Tiene que permanecer así. No puedes decirle a nadie, por favor.

Él bufó—. Está bien, estoy contigo. Pero, ¿cómo puedes mantener en secreto lo mejor que te ha pasado?

—Sebastian, por favor. Perdí a- —callé al notar que iba a mencionar a Gwen, lo que provocó que un nudo se formara en mi garganta—. Perdí a varias personas por éste secreto, y no quiero que vuelva a pasar.

—¿Pero cómo no a tu tía y sí a Emma? Explícame eso.

—Con Emma no tuve elección, ella me descubrió al igual que tú. Y tía May... —suspiré—. Es lo más importante en mi vida, y desde hace aproximadamente dos años ella tiene leucemia. No voy a hacerle preocupar por mí en el estado que está, no lo voy a hacer —el moreno suspiró—. Prométeme que no lo vas a contar.

—Está bien.

—Júralo —supliqué, a lo que él me sonrió a medias.

—Lo juro —sonreí.

—Gracias —fui hacia el baño y abrí la puerta decidido a tomarme una ducha, pero Sebastian me interrumpió.

—Entonces, los poderes, ¿cómo funcionan? ¿Es el magnetismo? ¿Cómo las telarañas son tan largas? —Me pregunta emocionado, recogiendo las piezas de lego para meterlas en su caja.

—No puedo creer que ésto esté pasándome —murmuré en un quejido—. ¿Qué te parece si te cuento todo luego de cenar mientras armamos la réplica de tu estrella de la muerte? No creas que la he olvidado, eh.


LILIANE WILSON:

Crucé la calle dando grandes zancadas, dirigiéndome a mi casa. Al llegar, me encontré con el repartidor de pizza caminando hacia la puerta.

Fui hasta él y le arrebaté las tres cajas, para después mirarlo con furia.

—Vete. —Murmuré, y al ver que él no se movió de su lugar y sólo me miró confundido, repetí mi acción—. ¡Vete! —le grité.

Segundos después, el muchacho corrió hacia su bicicleta con miedo, desapareciendo de mi vista casi de inmediato.

No había podido sacar dinero del banco, y los policías nos tuvieron más de media hora haciéndonos preguntas a mí y al Sr. Diammond.

Cuando entré a la casa, me topé con Peter, quien bajaba las escaleras con el cabello húmedo y vistiendo aparentemente su pijama, haciéndome soltar un grito en mi interior.

—¿Te ayudó con eso? —Me pregunta caminando hacia mí. Nos sonreímos luego de haberle dado las tres cajas de pizza, que él cargaba como si se tratara de una almohada, ya que para él no eran nada pesadas.

Ambos entramos a la sala de estar, encontrando a Sebastian, Emma y a Michelle platicando.

Emma sonrió emocionada al vernos mientras tocaba frenéticamente el hombro de la morena, quien nos miró con inderencia, para después regresar su vista a su cuaderno de dibujo. Ella no había cambiado casi nada de como estaba en la escuela, y me encantaba.

—Hoy me topé con el Idiota Araña. —Comenté en un gruñido para hacer conversación, sentándome en la alfombra junto a la mesita de la sala, abriendo la primera caja para que todos tomáramos un trozo.

Emma, Sebastian y Peter alzaron sus cejas con asombro, mientras que Michelle comía con tranquilidad, sin prestarnos mucha atención.

—¿De nuevo? —asentía ante la pregunta de la castaña—. ¿En dónde?

—Hace un rato en el banco. Intentó detener a unos ladrones de que robaran el dinero de los cajeros pero falló, como siempre —puse mala cara—. Me llama 'Srta. Gruñona' —digo poniendo una voz grave para intentar imitar la voz del arácnido al decir el apodo que tenía para mí.

—Y no la culpo —ríe Jones, mostrando un dibujo que había hecho de mí, con mala cara. Puse los ojos en blanco mientras negaba.

—Eres el único ser en el universo que odia al Hombre Araña. —Murmura Sebastian sonriendo de forma socarrona.

Peter se estiró para tomar una rebanada, en silencio. Yo hice lo mismo.

—Y enserio que no entiendo porqué —Completa el moreno.

—No lo "odio" —hice comillas con los dedos de mi mano libre al hablar—. Simplemente pienso que él no es nadie sin los Vengadores. Además, Daily Bugle siempre saca artículos de él y jamás dice algo bueno.

—Yo trabajaba como fotógrafo en ese periódico y J. Jonah Jameson odia al Hombre Araña —se apresuró en decir Peter algo acelerado, dejándome un poco confundida. Sebastian y Emma se miraron con una expresión que no pude entender.

Me encogí de hombros—. No lo sé. No le veo la gran cosa, y enserio que no lo soporto. No creo que sea tan agradable así como... Como tú —lo tomé de ejemplo, a lo que él sonrió.

No es que me interesara la vida del compañero de equipo de mi hermano, la verdad es que me daba muy igual, pero sé que sí tiene buenas intensiones para ayudar al mundo.

Cuando terminamos de cenar, Emma fue a darse una ducha en su habitación, y Sebastian en la habitación de huéspedes, donde dormiría con Peter. Michelle estaba en mi habitación hablando con su madre, y yo me encontraba limpiando la sala.

—De verdad lamento que te hayas tenido que enterar de esa forma que soy esa Liliane Wilson. —Las palabras salieron de mi boca por sí solas, haciendo que me arrepintiera de hablar casi al instante. No sé porqué me sentía algo nerviosa a su lado.

—Pues, la verdad es que yo te conocía como 'Wilson', ¿sabes? Me molestaba que insultaras mucho a Sebastian, a Emma, a Michelle y a Alicia, así que sólo te llamaba así —explica jugando con sus manos—. Tal vez por eso no te reconocí.

—Entonces... ¿No hay rencor? —dudé en preguntar.

Su risa me aceleró el corazón. Se sentía extraño.

—No, no lo hay. A-Además eres la hermana de mi mejor amigo —sonrió a medias—, sé que debes de ser una muy buena persona en el fondo. Sé que es así.

—Oh... —murmuré—. Wade te mencionó sobre los encargos, ¿cierto? —él asintió.

—Supongo que está bie-

—Pero yo ya no lo hago —lo interrumpí de inmediato. Mierda— Lo dejé hace ya casi un año —mentí.

—¿E-E-Enserio? —tartamudeó, dando unos pasos hacia mí con una gran sonrisa. Asentí.

—Wade y yo pasamos por muchas cosas desde niños, y él pasó por mucho para poder ayudarme en los estudios y darme todo lo que necesitara. Yo debía ayudarle —pausé, pero desde que conseguí el puesto como enfermera y secretaria del Dr. Williams, ya no necesito hacer nada de eso. Además, ya me gradué hace bastante gracias a mis buenas calificaciones.

—Oh, que-que-que bueno —tartamudea nuevamente, con una gran y preciosa sonrisa.

—Debes de tener ya una opinión sobre mí, ¿verdad? —susurré, con él ya a dos pasos frente a mí.}

El castaño hizo una mueca—. Pues, todos esos "negocios" dicen mucho de ti, pero algo dentro de mí sabía que hay una parte de ti que no dejas ver, al igual que lo era Wade. Recurrir a esas cosas de matar personas o torturarlas no es algo que se hace porque te gusta, sino que lo haces porque no te queda opción.

Jamás había conocido a una persona tan comprensiva como él, exceptuando a Emma, pero en su caso tuve que sedarla ya que había enloquecido.

—¿Wade no te ha contado todo lo que nosotros pasamos? —Él niega.

—No me ha hablado mucho sobre sus padres, y al mencionarlos, cambia de tema de inmediato. Es por eso que nunca pregunto qué ocurrió —susurra—. Emma tampoco lo sabe.

—Les contaré luego, lo prometo —bostecé—, pero ahora iré a dormir.

Él pareció haberse hipnotizado un momento, mirándome fijamente con una pequeña sonrisa en los labios. Reí.

—¿Peter? —Lo llamé.

—¡Oh! ¡Sí! Dormir —Exclama, ladeando la cabeza y jugando con las mangas de su suéter. Era jodidamente tierno, de verdad que sí.

—Gracias por ayudarme. —Digo con las cajas de pizza ya vacías en mis manos para ir a la cocina. Sentí como él me seguía bastante rápido, como si no quisiera irse de mi lado.

—No tienes que agradecerme.

Dejé la basura en su lugar y me lavé las manos en el lavaplatos para después voltearme y verlo con media sonrisa.

—Voy a dormir, Peter —él asiente con rapidez—. Duerme bien.

Inconscientemente, fui hasta él y me puse de puntillas para dejar un beso en su mejilla. Fue demasiado tardo cuando me había dado cuenta de eso, así que me separé con lentitud y subí las escaleras para encerrarme en mi habitación, rogando en mis adentros de que ni Michelle ni mucho menos Emma, preguntaran por mi rostro enrojecido.

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