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🌸 O7 ─ ᴘʟᴀɴ ˚᳝᳝ ⸱

— ¡¿Quince?! —Yeonjun tapó rápidamente la boca del más alto cuando el grito escapó producto de la sorpresa.

—Shh —el pelinegro dirigió su mirada al pasillo, rogando por dentro para no haber despertado a Ni-Ki, luego de unos segundos suspiró y quitó su mano de los labios ajenos.

—Lo siento —murmuró Soobin una vez sus labios fueron liberados, viendo a su dueño negar con la cabeza, en señal de perder cuidado —Pero ¿en serio?

—Tú mismo sabrías si te estoy mintiendo o haciendo una broma —contestó, algo inseguro de lo que siga.

¿Le gritará? ¿Le cuestionará todo lo que haga de ahora en adelante? ¿Pensará lo mismo que el resto? El pecho del pelinegro comenzó a latir con más fuerza por la manera en la que asumió la molestia del chico, la manera en la que lo juzgaría y que seguramente ahora iba a pensar mal de él.

Comenzaba a pensar que no fue una buena idea haberle contado eso a Soobin, debió haber mantenido su distancia y silencio.

Desvió la mirada para repasar y contar las veces que pasó por lo mismo, el rechazo, las malas caras... Eran reacciones que siempre recibía cuando le decía a alguien la edad con la cual se convirtió en el padre de Ni-Ki. Estaba acostumbrado ya, pero la costumbre no impedía que siguiera doliendo.

Cerró los ojos cuando escuchó a Soobin tomar aire, como si hubiera planteado bien sus palabras, pretendiendo saber lo que diría.

—Tú... ¿Recibiste apoyo? —preguntó el rubio, sacando una mueca de confusión y haciendo que lleve su atención en él -Con la crianza de Ni-Ki, me refiero.

Guardó silencio, tratando de digerir la pregunta y tratar de darle una respuesta.

Soobin lo miró, preocupado por creer que hizo sentir mal a su dueño con la pregunta.

—No quería hacerte sentir mal —habló rápidamente y tomó la mano ajena —Quiero, de verdad, quiero entender tu situación, Junnie —no pudo evitar sentirse nervioso al ver que su dueño seguía sin responder —Pero, si no te sientes bien al decirlo, no lo hagas... No quiero que sufras con recuerdos así.

—El señor Nabil —contestó finalmente, con su voz algo temblorosa —La familia de Kai y el señor Nabil, fueron un gran apoyo, aún me siguen apoyando.

Soobin tomó aire, entendiendo finalmente el mayor actuar de su dueño, la madurez que desbordaba en su actuar a pesar de sólo contar con veintidós años, la nula comunicación con sus padres o hermanos...

Y su sentimiento de soledad.

Pero con aquellas respuestas también nacieron más preguntas en su cabeza, una más compleja que la otra, siendo más ruidosa la pregunta sobre la madre de Ni-Ki.

Soobin no sabe casi nada de biología, pero entiende perfectamente que los niños no vienen sólo de un padre o una madre, naturalmente vienen de ambos.

¿Acaso ella los abandonó? Le entristeció un poco pensar aquello pero, no dijo nada, se planteó la idea de que tal vez hubiera sido lo mejor, en especial por saber que Yeonjun aprendió a llevar una vida tranquila para Ni-Ki, sin total necesidad de una madre.

No era lo ideal, pero era lo mejor para el pequeño Ni-Ki de todas formas ¿no?

Confiaba en que Yeonjun decidió lo que era lo correcto, y esas dudas las guardó para poder brindarle apoyo a su dueño, en especial por la situación que se dio en la tarde con su hermano menor.

Pero otra duda nació en él, esta vez menos intensa que la anterior.

《¿Qué fue del señor Choi?》.

—Soo, a dormir.

Sacudió la cabeza al oír aquello y luego asintió.

—Bueno, Junnie —abrazó a su dueño y le dio un pequeño beso en la mejilla, sintiendo felicidad al ver que su querido dueño volvía a tener sus mejillas de un adorable rojo y finalmente se asomaba una ligera sonrisa.

Hizo feliz a su dueño y también que olvide el gran mal rato que ocurrió con Beomgyu, eso es algo que siempre llena su corazón de felicidad.

Se acostó a su lado -no- oficial de la cama y tapó sus ojos, dándole chance a su dueño de poder cambiarse a su pijama; sacando sus manos una vez sintió el peso y la quejumbrosa voz a su lado.

—Ven —pidió el rubio y confundido, Yeonjun obedeció y una vez estuvo abajo de las sábanas se acercó, siendo envuelto por los brazos de su compañero —Extrañé mucho abrazarte, Junnie.

Sus mejillas enrojecieron, pero luego estaba dando una suave risa y posó su mano en la mejilla de Soobin para acariciarla con cariño. 《Muy tierno, es muy tierno》pensó mientras lo veía con una sonrisa, más tranquilo.

—Sólo fue una noche, Soo.

— ¡Una noche terrible! —rebatió con un puchero —No pude abrazarte en toda una noche ¡Es como un castigo! Yo siempre quiero abrazarte y llenarte de besos y...

—A dormir. Ya puedes abrazarme así que duerme.

Soobin no lo captó, puesto que no podía evitar decir en voz alta lo que quería hacer o pensaba, pero, puso a Yeonjun realmente nervioso, ya que nunca se había dado la situación de que insinuara algo relacionado a los besos o cosas por el estilo, y en esos momentos quiso omitir el detalle que escapó de los rojizos labios.

Rojizos, perfectamente formados...

Será mejor si cierra los ojos y concilia el sueño, tal y como lo estaba haciendo su compañero.

Tomó aire y cerró los ojos, deseando fervientemente olvidar lo detallado que pudo describir los labios de Soobin y enfocarse en que mañana tendrá que iniciar un día riguroso.

Sin percatarse de que Ni-Ki estaba gateando e ignorando la extraña conversación, luego tomó el celular de Soobin y finalmente escapó del cuarto.

Ni-Ki veía su escuela hacerse cada vez más grande y su corazón comenzó a latir con una fuerza mayor a la que alguna vez pudo imaginar; demasiado nervioso, no quiso tomar la mano de su Papi o la de Soobin, le asustaba que se dieran cuenta de lo que se venía.

Aunque bueno, sabe perfectamente que a él se le viene un gran castigo, pero, hará que valga la pena.

Normalmente no le gustaba ver mucha gente, pero esta vez parecía un regalo. Había mucha gente que cuando ingresó, perdió de vista a Soobin. Como es alto, el único rubio del lugar y siempre está pegado a su Papi, le fue seguro asumir que ya se habían ido y por ende, su plan podía comenzar.

Caminó entre los alumnos para acercarse a la portera, listo para cumplir la primera fase, la cual consistía en que solamente dirá una mentira blanca y mostrar su mejor carita de bebé angelical, porque claro que es un niño bueno, su Papi siempre se lo dice.

Con aquello en mente, a un pequeño pero acelerado paso se acercó a la portera y jaló suavemente su pantalón para llamar la atención.

—Disculpe —la mujer finalmente se volteó a verlo —. Olvidé pedirle mi lonchera a mi Papi, ¿puedo ir a pedírsela?

La mujer alzó una ceja, dudosa. Aquel gesto sólo puso más nervioso al niño.

— ¿Y tú papá está cerca?

— ¡Sí, está por allá! —apuntó con su dedito al gran tumulto de padres y estudiantes —. Volveré pronto, ¿sí~? —el pequeño hizo gestos adorables y aniñados, haciendo que finalmente la mujer suspire ante la insistencia y asintiera, porque no es como si no tuviera más niños de los cuales preocuparse.

—Ve, pero debes apresurarte —advirtió —, las clases comenzarán pronto —dicho eso, el pequeño asintió y salió corriendo luego de haberse reverenciado en forma de agradecimiento.

Suspiró de alivio una vez logró atravesar el gran tumulto de gente y luego comenzó a caminar hasta llegar a la plaza que se encuentra cerca de la escuela, dió unos pasos más hasta que encontró una banca vacía y se sentó allí. Se acomodó un poco y sacó el celular de Soobin, lo encendió y sonrió al ver la foto que estaba usando de fondo, pero, pronto estaba sacudiendo su cabecita; es una bonita foto de su Papi y él, la vio también en el celular de su Papi y ambosnsalen muy bien, pero debía enfocarse.

Desbloquea el teléfono y se fue directamente a una aplicación, la cual mostraba un mapa y todos los métodos de transporte público de la ciudad. Su Papi la instaló porque sabe que Soobin aún no conoce bien Daegu, y ahora le va a ser una herramienta muy útil para su plan.

—Papi dijo que los martes el tío Beomgyu trabaja en una cafetería, pero Daegu es muy grande y hay muchas cafeterías... —hizo una mueca, entonces, una notificación hizo presencia.

Junnie💕
Cafetería Balomon.

El pequeño frunció el ceño y luego se exaltó al ver que había entrado una llamada de su Papi. Aterrado, tomó su mochila y corrió a un lugar callado, dudando si contestar.

Le aterraba la creativa idea de que su Papi haya descubierto su plan y sólo haya esperado para atraparlo con las manos en la masa, pero no podía desistir de su plan o lo vería llorar porque su tío Beomgyu y él estaban peleados Lo pensó un poco, pero cuando menos lo esperaba la llamada fue cancelada y se escapó un suspiro de sus labios.

—Estuvo cerca —comentó y rápidamente volvió a lo suyo, la curiosidad picó en el susceptible niño y rápidamente buscó la cafetería en la aplicación del mapa. No sabía si su Papi sabía, pero realmente la cafetería existe y hasta tuvo métodos para llegar al local.

Quedaba algo lejos, de hecho debía subirse a un metro y caminar muchas cuadras, y ya ni siquiera sabía por qué se mentaliza en ir a esa cafetería, al menos hasta que su cabecita conectó una situación con la otra.

Tal vez su tío se encuentre en esa cafetería.

Dudaba un poco, pero luego asintió mientras alzaba un puño como si estuviera aceptando un reto y guardó el celular; no era suyo así que debía cuidarlo muy bien. Con nuevos bríos comenzó el largo camino que debía tomar hacia la estación de metro que le fue indicada en el mapa, olvidando por completo el hecho de que sus clases ya habían empezado.

Estaba muy nervioso, ya que estaba haciendo muchas cosas malas y buenas que nunca antes había hecho, era la primera vez que visitaba a su tío por su cuenta, la primera vez que se escapaba de clases o incluso la primera vez que caminaba solito por las calles de Daegu. Todo aquello aún cuando sabía que si era descubierto podrían castigarlo hasta el año dos mil veintidós.

Calculó un poco, y pensó que no debía preocuparse, se convenció que será más rápido de lo que cree y que incluso podrá volver a la escuela y seguir con sus clases como si nada hubiera pasado.

Sería un final feliz para todos, su Papi estaría en buenos términos con su tío Beomgyu, nadie habría notado su ausencia y finalmente podrá devolverle el celular a Soobin ¡Es el plan perfecto!

Nada podría salir mal en ese poco tiempo ¿No?

Kim Sunoo apenas llevaba unas semanas, pero ya fue tiempo suficiente para haber hecho buenas migas con Choi Ni-Ki.

Razones no había, solamente le caía bien.

Es algo natural que quisiera volverse amigo de su compañero de banco, y con lo amable que es su compañero, realmente pensó que tenía muchos amigos. Pero fue extraño ver que en verdad es un niño bastante solitario.

Solamente llevaba unas semanas en esa escuela, y en todo ese tiempo nunca había visto faltar un solo día a Ni-Ki, pero ahora se notaba su ausencia.

—Choi Minji.

— ¡Presente!

—Choi Ni-Ki.

La sala se sumió en silencio por unos segundos, luego el amigo de Sunghoon, Kim Seungmin, comenzó a reír en voz baja y susurró algo que el pequeño consideró de muy mal gusto.

—Seguro se fue a buscar a su mamá.

—No tiene, ni siquiera sabe cómo es.

Sunoo en realidad no tenía idea de la situación de Ni-Ki, pero estaba seguro que si Sunghoon lo sabía era porque confiaba en él, no debería de burlarse con algo que tal vez era muy importante para su amigo.

— ¡Maestra Roh, Sunghoon y Seungmin están molestando a Ni-Ki! —acusó el pequeño y la maestra frunció el ceño, sin terminar de entender.

— ¡Ni-Ki ni siquiera vino hoy! —se defendió Seungmin mientras se levantaba de su asiento.

—Seungmin, asiento —ordenó la maestra y el niño obedeció aún con el disgusto pintado en su cara —Sunoo tiene razón, ya hemos hablado esto muchas veces con ustedes —aclaró la mujer y Sunoo se molestó más, incluso cruzando sus bracitos.

—Maestra Roh —todos se voltearon para ver a Yang Jungwon — ¿Ni-Ki está enfermo? Él nunca falta a clases...

La mujer se fijó en el libro, dándose cuenta que era verdad, incluso cuando llegó tarde a su segundo día, y recordaba bien haberlo visto en la entrada de clases; entonces se preocupó un poco.

—No, su padre no me ha dicho nada —contestó y se encaminó tranquilamente a la puerta para llamar a la inspectora y pedirle que cuide a los niños, luego se acercó al pizarrón y cuando la inspectora ingresó todo el salón la saludó.

Realmente deseaba que sus suposiciones fueran ciertas.

—Niños, la inspectora los cuidará por un rato, yo tengo un tema que resolver, así que deben portarse bien en lo que yo vuelvo ¿sí? Ah, y hagan la actividad del libro en la página 34.

Todos los niños accedieron y la maestra finalmente abandonó el salón de clases.

Sunoo no captó del todo las preocupaciones de la adulta, puesto que su mirada estaba puesta en el asiento vacío de su compañero, preocupado de que realmente le hubiera pasado algo y a su vez preguntándose porqué sus compañeros eran tan ariscos y crueles con el niño.

La maestra caminó por los pasillos mientras miraba por fuera a las ventanas de los salones, viendo si el pequeño Choi se encontraba en alguno de los salones hasta que su cabeza hizo clic.

El año pasado tuvo otra maestra la cual era igual de amable que ella según las palabras del pequeño: Lee Chaeryeong. Rápidamente se encaminó hacia el salón de la mujer y golpeó la puerta, interrumpiendo la clase y siendo recibida por la maestra en la puerta.

— ¿Jeong-eui?

— ¿Puedo pasar? Creo que uno de mis alumnos está en tu salón.

—Pero mis niños son de segundo grado...

—Le hiciste clases a Ni-Ki, quizá se confundió de salón y acabó aquí.

Chaeryeong guardó silencio, creyendo que era algo impropio del niño, pero aún así dejó que su colega ingrese a su salón y la dejó ver desde más cerca.

Por supuesto que Lee se acordaba del niño. Se caracteriza mayormente por ser más bajito que el resto de su clase, muy educado y algo solitario. Claramente que también su rostro era muy diferente, suponía que serían los genes de su madre, puesto que no lo encontraba tan parecido a su padre.

A pesar de ser algo callado, rápidamente podría ser reconocido y eso es lo que Jeong-eui deseaba. Algo que no pasó.

Jeong-eui miró a la mujer y negó, entonces la preocupación empezó a contagiarse. Ambas salieron, intentando buscar alguna solución.

—Es raro, lo vi en la entrada de la escuela, y no noté su ausencia hasta que comencé a pasar lista —comentó Jeong-eui.

—Yo también lo vi, incluso saludé a su padre.

Entonces, la preocupante suposición se plantó en la mente de las dos, haciendo que Chaeryeong detenga definitivamente sus clases y comenzaron a dar aviso a todos los docentes e inspectores.

Al cabo de un rato, entre tanta búsqueda fallida y llamados al niño, Roh estaba llegando hacia la portera acompañada de Chaeryeong y el director, todos con intenciones de saber si al menos el niño ingresó al establecimiento.

La mujer les explicó que el niño le había pedido volver con su padre para pedirle la lonchera.

Entonces el plan del niño se derrumbó. Chaeryeong inmediatamente indicó lo inusual, puesto que el niño nunca llevaba lonchera y Jeong-eui concordó al mencionar que el realidad almuerza en el comedor de la escuela con todos sus compañeros, y que el único alumno de su salón que llevaba lonchera era Yang Jungwon.

La portera se exaltó al saber aquello y rápidamente comenzaron a revisar las cámaras para salir de dudas y saber finalmente qué fue del pequeño.

Jeong-eui se fijó en una esquina, soltando un jadeo al divisar claramente al pequeño caminar lejos de los padres y alumnos hasta desaparecer de la pantalla.

En otra parte, Yeonjun estaba haciendo sus deberes, extrañamente bien a pesar de que el día anterior estaba tenso, con su cabeza enfocada en el trabajo y sin preocuparse mayormente de Soobin, quien rondaba la tienda entera con tal de encontrar su celular.

Se encontraba en un tranquilizador silencio, por lo que fue fácil notar que entraba una llamada en su celular. Quedó extrañado al notar que se trataba de la maestra Roh, entonces detuvo lo que estaba haciendo para responder, tratando de no pensar en que podría tratarse de que algo malo ocurrió con su hijo.

¿Señor Choi?

Frunció el ceño al oír a la maestra agitada, pero no pensó mucho en ello cuando ingresó Soobin a la oficina.

—Sí, con él.

El rubio se le acercó con una sonrisa, pero su mundo pareció ensordecer después de escuchar a la docente.

Su mente quedó en blanco y su cuerpo de la nada parecía pesarle de una manera que incluso perdió el equilibrio, Soobin se le acercó y lo ayudó a mantenerse de pie, ni siquiera sabe qué fue lo que dijo, pero sabía que fue lo suficientemente notorio como para preocupar a Soobin.

Una vez la llamada acabó, el corazón del pelinegro comenzó a latir dolorosamente, pidiendo que aquello fuera una terrible pesadilla.

Conocía su vida sin Ni-Ki, pero no si algo le pasara a su hijo y no pueda ser capaz de hacer nada.

—Junnie...

—Ni-Ki desapareció.

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