🌸 O5 ─ ᴄᴜʀᴀ ˚᳝᳝ ⸱
Soobin abrió los ojos y se levantó algo confundido del sofá, aparentemente se quedó dormido mientras veía caricaturas.
Se levantó y se dio cuenta de que tenía una manta encima cuando la vio caer al suelo, por lo que rápidamente la tomó y miró bien la sala de estar. La televisión estaba apagada pero la lámpara grande y larga -pero más bajita que Soobin- estaba encendida, y todo parecía estar en silencio.
¿Su dueño estará durmiendo? Caminó hasta el cuarto de Yeonjun y notó que aparte de tener la puerta abierta, su cama estaba intacta. Soobin hizo un puchero al notar aquel gran detalle y se dio la vuelta, buscando nuevamente el estudio, porque estaba seguro de que Junnie se encontraba ahí.
Abrió con cuidado la puerta y se adentró para mirar directamente al escritorio, donde efectivamente su dueño estaba durmiendo. Soobin bufó al saber que estaba ahí nuevamente, pronto se acercó y rodeando sus brazos sobre el cuerpo del pelinegro trató de llevarlo a la cama y este pueda dormir más cómodo.
Era la tercera vez que lo encontraba así, el rubio comenzaba a preocuparse por la espalda del chico y a cuestionarse si era tan bueno que se quedara trabajando a altas horas de la noche, le enojaba un poco, debe admitirlo.
— ¿Qué...? —el rubio se exaltó al ver que despertó a su dueño, quien lo miró con ese tierno y enfurruñado puchero por interrumpir su sueño junto al ligero ceño fruncido por la confusión en su rostro.
—Junnie, vamos, a dormir —susurró mientras acariciaba el cabello ajeno y sonreía con tranquilidad, sin embargo aquella sonrisa se transformó en una suave mueca al ver cómo negaba.
—No, debo terminar este... —movió el ratón que estaba conectado a su portátil, el cual hizo que el objeto mostrara el documento que estaba realizando —Papel.
—Está es la cuarta vez que me dices lo mismo ¡Vamos! —Insistió pero volvió a recibir una negativa.
El chico frunció el ceño algo molesto, sabía que debe trabajar y todo pero no puede deponer sus horas de descanso. El trabajo en la oficina y el tiempo libre fuera de ella.
Rascó su nuca nuevamente mientras pensaba en alguna solución, no quería que la espalda de su dueño se lastimara por estar durmiendo incómodamente en el escritorio, hasta que una idea llegó a su mente.
— ¡¿Qué...?! —el joven padre se exaltó cuando la mano ajena le cerró el portátil, se volteó a verlo aún más enfurruñado, pero aquello duró poco ya que pronto se vio siendo cargado como si solo fuera un costal de ¿harina? ¿Papas? La cosa era que Soobin esta vez volvió a ganar.
Se removió un poco, las mejillas las tenía ardiendo por el rubor y la vergüenza sumando a cómo el chico simplemente caminaba por la pequeña casa hasta llegar al cuarto que comenzaron a compartir y lo tumbó con el mayor cuidado posible en la cama.
—Ya no estás trabajando ¡Ahora a dormir! —exclamó el rubio y se levantó, pero resbaló con su propio pie y cayó sobre su dueño, quedando peligrosamente cerca del rostro ajeno.
La cara de Yeonjun termina por tornarse roja al punto que sus lentes se empañan un poco, y el más alto sólo sonríe sin terminar de entender los nervios ajenos.
—Lo siento —Susurró en disculpa y se acomodó para deshacer la posición en la que cayeron, una vez el chico cumplió su pequeño objetivo su dueño se sentó en la cama rápidamente y se quitó los lentes, bastante avergonzado por lo ocurrido. Unos centímetros y pudo haber terminado en un beso.
Es decir, ¿siquiera tenía el derecho para quejarse sobre ello? Compartían la cama, se daban abrazos bastante melosos y muchos mimos a la hora de dormir, pero besarse los labios era otra cosa completamente distinta. Eso daba señal de otro rumbo en una relación; podrían hacer las cosas más incómodas o empezar algo.
Eso podía estar bien, pero ni siquiera sabe si siente algo así, si era correcto o si acaso se estaba volviendo loco.
¿Qué diría la gente de ello?
—Junnie —llamó la atención su voz, y se volteó para verlo, tenía una expresión de preocupación — ¿Estás molesto? —preguntó con cierto arrepentimiento, el cual fue aliviado en menor medida al ver que su dueño negaba.
—No lo estoy, tranquilo —el rubio se le acercó y comenzó a acariciar sus negros cabellos con cuidado, como si buscará calmar la ruidosa mente que lo atormentaba ahora.
Si ese era su plan, pues funcionó de inmediato, porque tan pronto como los dedos rozaron su cabello, sus pensamientos abandonaron por completo su cabeza, conectándose únicamente en las caricias.
Soobin amaba dar afecto físico, amaba darle abrazos a Yeonjun y por supuesto que amaba cuidar la mente de su dueño de personas que consideran "curarlo", él ya tenía una manera más efectiva y segura de lidiar con el mundo.
Ni-Ki miraba por la ventana del salón que daba hacia los pasillos de su pequeña escuela, sin tener a nadie con quien conversar o jugar.
Llevó su mirada a Park Sunghoon, quien parecía estar bastante entretenido con sus nuevos amigos, tanto que no lo miraba de vuelta.
Suspiró el pequeño por su aburrimiento mientras tomaba su cuaderno y sus lápices para comenzar a dibujar un poco, antes de que llegue su maestra y comiencen las clases, pasando así sus mejores minutos antes de que la silueta de la maestra Roh pasara por la ventana, haciendo que los niños fueran a sus lugares y Sunghoon por sus cosas.
Ni-Ki miró con atención y mezcolanza al ver que su amigo ni siquiera le dijo a donde iba, pero pronto lo supo cuando lo vio sentarse con otro de sus compañeros.
Aturdido, dejó de dibujar y la maestra Roh ingresó al salón de clases, esta vez llamando más la atención por traer a un niño de su mano. Los niños comenzaron a murmurar por lo tierno y tímido que lucía el niño.
—Buenos días, niños —saludó la maestra y esta recibió un "Buenos días, maestra Roh" por parte de todo el alumnado —Quiero presentarles a su nuevo compañero, Kim Sunoo —el tierno niño soltó la mano de la maestra para hacer una reverencia a sus compañeros, sacando risas en la mayoría, menos en Ni-Ki.
No entendía por qué se reían, si hacer una reverencia es un lindo gesto de respeto, su Papi se lo enseñó desde pequeño y saluda a todos así.
—Sunoo, que tal si te sientas al lado de... Choi Ni-Ki —el silencio se armó cuando escucharon aquel nombre y el pequeño asintió, mirando a sus compañeros.
—Uh, maestra —iba a protestar, se supone que el asiento a su lado era el de Sunghoon.
—Ni-Ki, alza tu mano para que Sunoo sepa dónde estás —el niño mordió su labio y alzó su bracito, eso hizo que Sunoo caminara con cuidado de no caer hacia su nuevo compañero.
—Hola Ni-Ki —saludó con una radiante sonrisa, haciendo que el niño se la devuelva y lo ayude a acomodarse en el asiento que le tocó. Una vez Sunoo estaba cómodo, la maestra asintió aliviada y dijo que comenzaría con la clase.
Fue un alivio que Sunoo se hubiera sentado a su lado, por que ese día la maestra Roh pidió hacer una actividad en parejas, de preferencia con sus compañeros de asiento.
Fue muy entretenido poder conversar con el chico, ya que a él también le gustaban las películas de Disney, tanto como a él. Incluso coincidieron en sus personajes favoritos de La Sirenita: Sebastián y Ariel.
La clase entera estuvieron realizando la actividad y charlando, fue muy ameno, ya que incluso cuando tocaron la campana, si bien no pudo ir con Sunghoon por lo rápido que se fue, si pudo jugar con Sunoo.
Estaba tan feliz por hacer un nuevo amigo que radiante se lo contará a su Papi y a Soobin cuando los vea en la salida de clases. Le dirá alo muy feliz que estaba por haberse curado de su timidez.
Los niños jugaban sin darse cuenta de que otro niño los miraba, uno que no le gustó ver a Sunghoon dejar solo a Ni-Ki, pero que no se atrevía a decir nada.
Como era usual, el pelinegro se aseguraba de hacer un inventario en su casa y ver qué es lo que puede faltar.
Creó una lista con ciertos víveres, algunos útiles de aseo que estaban por acabarse y por sobre todo ropa o ciertos útiles para Soobin ya que debía llenar un armario entero para ese chico, y apenas llevaba la mitad de las cosas.
Una vez anotó todo, tomó sus llaves, billetera, a su hijo y a su compañero para ir al centro comercial.
Soobin amaba ir escuchando canciones, por lo que no dudó en encender la radio para luego echarse a cantar desordenadamente todas las canciones que pudieran reproducirse y siendo ayudado por la tierna y energética voz del niño.
Yeonjun no cantaba junto a ellos, pero movía la cabeza al ritmo de la música y les celebraba cuando terminaban. Siempre eran así los caminos, aquello le agradaba.
Cuando llegaron el rubio ayudó al pequeño para bajar de la camioneta y luego de asegurarlo se encaminaron a la gran edificación del centro comercial. Varias tiendas llamaron la atención del rubio mientras caminaban.
— ¿Iremos al cine, Papi? —la pregunta del único menor captó la atención de los dos, sin embargo Yeonjun negó con la cabeza.
—Tenemos que comprar algunas cosas para la casa y un poco de ropa para Soobin —caminaron un poco más hasta encontrar la gran puerta de una tienda de ropa, el rubio hizo una ligera mueca al ver que toda la ropa que se veía en las vitrinas y dentro de la tienda era muy descolorida, siendo el mayor destaque el beige.
Ingresaron a la tienda y el rubio miró las monótonas prendas, notando que su dueño a veces se acercaba para revisar si podía ajustarse alguna de ellas a su cuerpo y talla.
Sólo hasta entonces el rubio se dio cuenta que Ni-Ki estaba vestido con colores bien combinados, pero el pantalón era como los muebles en la oficina renovada. Nuevo, pulcro, minimalista y negro.
Muy acorde con la camisa blanca que resaltaba un poco por ser lo único pálido a parte de su piel.
Se preguntó por dentro sobre aquello y cuando miró a la tienda que se encontraba enfrente, podía distinguir prendas masculinas y femeninas, a la moda, bastante acorde a los colores de la primavera y con el negro en ciertos detalles de las prendas, nada muy serio ni descuidado.
Recordó su traje negro y rosado, el cual sigue guardado entre las prendas de su dueño, y tras conectar algunas pistas con otras decidió pedirle que fueran a la tienda de enfrente y comprar prendas allí.
Pero fue un poco tarde cuando se percató de que ya estaba pagando, por lo que sólo suspiró y los tres pronto abandonaron la tienda.
Se formuló una pregunta en su cabeza, la cual no dudaba en responder ahora, pero pensó que tal vez Kai le daría una respuesta más completa a ello.
Estuvo algo confundido cuando entraron a la una tienda con muchos teléfonos, según él todo estaba bien con el teléfono de su dueño, aunque no sepa como usarlo, siempre estaba haciendo llamadas y se supone que eso era señal de que estaba bien ¿no?
Los tres caminaron hacia un mostrador, donde Ni-Ki se pegó a la vitrina del mueble, viendo con curiosidad cada uno de los aparatos que se encontraban ahí. Mientras, Yeonuun se dedicó a platicar con la chica que estaba atendiendo en la tienda.
¿Era amiga de su dueño? Lucían muy animados con la charla, sonrió al ver aquello y se dedicó a ver las fotos que tenían de sus productos con ciertos modelos o incluso idols. Eran muy atractivas para el ojo del chico.
—Soobin —una vez captaron su atención se acercó a ellos —Escoge uno —indicó el joven padre mientras señalaba los teléfonos en el mostrador y Soobin los miró.
No había mucha diferencia entre ellos, pero hasta que vió había uno bastante colorido y como un cuadrado no le había llamado la atención, por unos segundos miró la pantalla, donde habían unos siete idols masculinos posando con ese mismo teléfono.
Miró nuevamente el teléfono y la foto, le recordaba a los teléfonos que habían en el ático del señor Siwon.
—Este —señaló el teléfono y la chica detrás del mostrador tomó el modelo para enseñarselo mejor al muñeco —Sip, este.
El padre mordió ligeramente su labio, entendiendo que debe ser un poco más específico con sus indicaciones, pero lo dejaría pasar al no haber tomado eso en cuenta antes. Le costaría algo caro pero son detalles que más adelante pueden ser anécdotas.
—Yo... ¿Acepta pago en cuotas? —preguntó a la empleada, quien asintió y suspiró, luego le indicó a su hijo y a Soobin de quedarse en donde estaban para ir a la caja con la empleada y definir las cuotas, luego de un rato recibió la caja con el teléfono y finalmente salieron de la tienda.
No se atrevió a decirle nada en el momento, ni cuando ingresaron al supermercado, porque además de eso le fue de mucha ayuda manteniendo entretenido a Ni-Ki, quien parecía haberse aburrido con el corto paseo al centro comercial.
Así que mientras ellos estaban en el pasillo de los juguetes, él estaba revisando y comparando los precios de los distintos productos, tratando de conseguir buenas cosas a un precio justo.
《Subieron mucho los precios, mierda.》hizo una mueca al ver aquello, pero no pudo hacer otra cosa más que suspirar y echar los productos al carrito de compra.
Hacer las compras era una actividad bastante relajante para él, apesar de que era su rutina de cada dos semanas y no siempre su hijo se encontraba de buen humor en esos momentos, le relajaba y lo hacía sentirse normal, dentro de algo.
Aunque lo que odiaba de los supermercados es que a veces resulta ser un lugar bastante pequeño, trayendo a gente algo... Indeseada.
Como su hermano, por ejemplo.
Cuando reconoció la cara de Beomgyu, inmediatamente desvió la mirada a las cajas de leche, fingiendo estar escogiendo a pesar de que notoriamente ya tenía las que necesitaba en el carrito. No quería cruzar palabra alguna con él.
— ¡Papi, mira que lindo peluche había en el pasillo de los juguetes! —Yeonjun tragó en seco al escuchar la voz de su hijo, el cual venía en los brazos de Soobin y cargando un gran peluche de un conejo, el cual a su vez entre sus adorables y felpudas patitas cargaba una gran y redonda zanahoria.
—Qué lindo —Mencionó mientras trataba saliva y rezaba por no haber llamado la atención de Beomgyu.
— ¿Puedo llevarlo? —iba a decir que no, pero pensó en las prendas y el teléfono que compró. Eran cosas necesarias para Soobin, pero no dejaban de ser cosas compradas por él y para alguien más.
Suspiró rendido y asintió, sacando una gran exclamación de felicidad en el niño, luego se volteó un poquito para saber por qué de repente se sentía observado, y maldijo por lo bajo al ver la mirada de su hermano fija en él.
—Ya tengo todo lo de la lista, vamos a pagar ¿Bien? —el rubio y el niño asintieron, luego tomó nuevamente el carrito y se encaminaron -muy- rápidamente a la caja para pagar los víveres que acababan de adquirir.
El muñeco quería saber porqué su dueño estaba tenso, pudo notarlo en su rostro cuando llegaron al pasillo de los lácteos y cuando estaba pagando, como si tuviera prisa en irse.
Quiso preguntarle cuando llegaron al estacionamiento y entre los dos cargaron las bolsas a la camioneta, pero fue con tanto apuro que no tuvo la oportunidad, por lo que debió esperar a llegar a la casa.
Una vez llegaron Ni-Ki se mantuvo en su cuarto para comentar a jugar con Tobin, para presentarlo al resto de sus juguetes.
El rubio ayudó con las bolsas y una vez Yeonjun terminó de acomodar las cosas fue que finalmente tuvieron la oportunidad de hablar las cosas que sucedieron en ese día.
—Aquí tienes —Yeonjun le entregó la caja con el teléfono —Lo usarás un rato en el día para que aprendas a usarlo, pero debes prometer cuidarlo —Soobin asintió confundido.
— ¿No es para ti? Escogí este porque pensé que lo usarías tú —las mejillas del más bajo enrojecieron al saber aquello, sin embargo sólo le sonrió y negó.
—No, este es para ti ¿bien? —el rubio miró la caja del teléfono y luego a su dueño, asintiendo energéticamente.
—Por cierto ¿Qué pasó en el supermercado? Estabas muy tenso y nervioso —inclinó un poco su cabeza al ver cómo el rostro de su dueño perdía un poco de color y enserió.
—Y-yo —tomó aire antes de continuar —No fue nada, sólo quería volver a casa rápido —mintió, y el rubio se dio cuenta.
—Junnie —dejó la caja del teléfono en la mesa y tomó las manos del más bajo —Sé que me estás mintiendo ¿alguien te dijo algo malo?
El silencio se instaló entre ambos, poniendo al pelinegro más nervioso.
Iba a mentir nuevamente, pero era un poco claro que Soobin iba a darse cuenta, y no creía que fuera correcto ocultarle el tema y preocuparlo.
De todas formas sólo era su paranoia ¿no?
—Bien, tú ganas —sintió un par de caricias en su mano, dándose cuenta de que el chico estaba acariciando ahí para darle confianza y tranquilidad —Vi a Beomgyu en el supermercado.
— ¿Tiene que ver con que vistas con ropa gris y negra, no? —el chico levantó la mirada, sorprendido por la conclusión ajena.
Iba a negarlo, pero no pudo decirle nada a través de nada. Simplemente no pudo responder. En cambio, Soobin jaló las manos ajenas para abrazarlo y acariciar tanto su espalda como su cabello, buscando calmarlo y hacerlo sentir seguro.
No tuvo que decirle nada, y estaba anonadado por lo inteligente que fue el actuar del torpe chico, nuevamente logró sacarle los malos pensamientos sobre lo ocurrido.
Suspiró nuevamente mientras se dejaba abrazar y a su vez correspondía al acariciar suavemente la espalda del muñeco.
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