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🌸 O4 ─ ᴄᴏᴍᴘᴀɴ̃ᴇʀᴏ ˚᳝᳝ ⸱

Era trece de septiembre del dos mil cuatro.

Yeonjun miraba con mucha emoción como su papá y su mamá preparaban las cosas para empezar la fiesta de cumpleaños.

No tenía muchos amigos a los que invitar más que a Lea, Kai, Bahiyyih y a sus hermanitos. Pero aún así estaba feliz, porque cuando su papá se descuidó, vio un regalo y era una muñeca.

Era una barbie muy linda, pero estaba seguro que la recibiría en secreto, ya que a su mamá no le gustaba que jugara con Soobin.

Jun, hijo ¿Qué tal si vas a tu cuarto a jugar? Aprovecha antes de bañarte y prepararte para tu fiesta —le ofreció Minho con una sonrisa -O ve a jugar con tus hermanitos, tu madre y yo nos demoraremos un poco.

¡Está bien, Papá! —corrió a su cuarto y cerró la puerta, miró el orden e hizo una mueca ¿Dónde estaba Soobin?

La pregunta duró poco, porque rápidamente recordó que antes de almorzar lo escondió en su closet. Corrió al mueble y abrió, siendo lo primero que vio a su mejor amigo.

Se adentró al mueble y cerró ambas puertas para luego comenzar a jugar con el muñeco.

En una selva llena de feroces tigres y astutos zorros. Yo, el gran explorador Soobin, he atravesado el mar en busca de... —Tomó un sonajero que le tomó a escondidas a San y lo alzó — ¡El martillo legendario!

Se entretuvo en la oscuridad de su cuarto, y a diferencia de Beomgyu o San, le perdió el miedo a la oscuridad por lo mucho que jugaba con Soobin en ese lugar.

Tal vez era injusto porque sus hermanitos tenían mucho espacio para jugar, y cuando él quería jugar con ellos, Beomgyu le decía que no porque no podían jugar con muñecas.

Pero no le importaba al pequeño, porque su mejor amigo siempre estaba con él, y su padre siempre estaba ahí para defenderlo.

¡Yeonjun, a bañarte! —El pequeño hizo un puchero cuando la voz de su madre retumbó en su cuarto y golpeó secamente a su closet, porque significaba que Soobin se tendría que quedar escondido en la oscuridad hasta que acabara la fiesta.

Cuando vio la película Toy Story, se sintió realmente mal por Soobin, ya que el juguete se la pasaba escondido por su dueño, y creía que eso ponía triste a su amigo.

¿Yeonjun? —El niño salió de su escondite cuando escuchó la voz de su padre, aún con Soobin en la mano, pero pronto estaba tallando sus ojos para acostumbrarlos a la luz del lugar.

— ¡Papá! —Minho sonrió y lo tomó en brazos y Yeonjun le mostró el juguete —Soobin se enfrentó a feroces tigres y muchos zorros malos ¡Pero los venció con el martillo legendario!

Minho sonrió al ver lo feliz que le contaba toda la aventura del muñeco y sobre como atravesó una selva gigantesca, aún mientras bajo la fulminante mirada de su esposa estaba sobre ellos.

Soobin tuvo una gran aventura ¿No crees, hijo? —el pequeño Yeonjun asintió energético, fuertemente aferrado a su muñeco y a su padre —Bueno, es momento de que Soobin descanse un poco y tú tengas una aventura en la tina, la fiesta necesita de un Yeonjun limpio y listo para jugar.

Yeonjun no era consciente del porqué, pero sólo sabía que en su padre tenía razón, no fue fácil para Soobin correr de un mapache gigante.

Sin embargo, no quería soltar a su muñeco, quería jugar con él en su fiesta de cumpleaños, nada lo haría más feliz que jugar libremente con él en ese día tan especial.

Porque los amigos eran fieles compañeros, pero Soobin era su mejor amigo, y no quería separarse de él nunca.

—Soobin.

— ¿Si, Junnie?

—Por favor, suéltame o nos caeremos los tres —Pidió el pelinegro al ver que se le estaba dificultando caminar hacia su camioneta por tener a Soobin abrazándolo fervientemente y llevar a Ni-Ki de la mano.

Soobin hizo un pequeño puchero y Ni-Ki los miró, algo confundido.

—Pero Junnie —el rubio apegó su rostro al cuello del pelinegro, y Yeonjun desvió la mirada, por el tacto estaba sintiendo escalofríos y su rostro estaba enrojeciendo —No quiero separarme de ti, nunca~.

—Soobin, debemos irnos —insistió Yeonjun y no pudo evitar estremecerse —Puedes darme abrazos estando en casa ¿si? Pero no ahora, podemos caer... —Soobin puchereó nuevamente y acatando la orden soltó al joven pelinegro.

Subieron a la camioneta y volvieron a su hogar, Ni-Ki le comentó a su padre que nuevamente no había tarea por ser los primeros días de clases, y eso Yeonjun realmente lo agradeció, porque estaba demasiado agotado como para sentarse con su hijo y cumplir el deber de ayudarlo a entender la tarea, realizarla y repasarla.

En esos momentos, cuando ingresó a su hogar, la necesidad imperiosa de darse un baño en tina y pedir cualquier cosa por delivery para comer con su hijo y su... ¿juguete? Era tan grande que de verdad estuvo a punto de hacerlo.

Pero cuando el rubio se quedó mirando las caricaturas con Ni-Ki, sorprendido por el cambio de animación y los estilos tan coloridos que atraparon sus ojos un buen rato... No pudo evitar pensar que era un poco tierno.

Sintió que recobraba un poco de energía al verlos tan ensimismados y decidió que prepararía la cena como era costumbre, al menos para darle chance a Soobin de probar algo hecho por su mano.

Se dirigió a la cocina y pensó que haría algo rápido pero reconfortante, quería ir a dormir pronto pero con el estómago lleno y estaba seguro que Ni-Ki y Soobin querrían lo mismo luego de un rato.

Cortó los vegetales mientras escuchaba a su hijo contarle toda la historia que había antes de un episodio a Soobin, y por lo que oía, parecía bastante interesado en lo que decía el niño.

Sin embargo luego de un rato sólo escuchó los comerciales y miró por la puerta hacia la sala, en donde pudo divisar que se estaban quedando dormidos. Negó mientras sonreía de lado, para luego volver a su labor y terminar con la cena.

Luego sirvió los platos y los llamó para cenar.

Se preocupó de poner un adaptador de los palillos a Soobin para que le fuera fácil usarlos, tenía un par desde que a Ni-Ki también se le dificultaba usarlos por su corta edad.

Luego de cenar, Ni-Ki fue a su cuarto para cambiarse a su pijama y Soobin se quedó con su dueño en la cocina, quien limpiaba los trastes. Soobin consideró que era buen momento para un abrazo, puesto que Yeonjun le prometió que habrían más abrazos en casa.

Se posó por detrás de él y apoyó su cabeza en el hombro del pelinegro, el cual se estremeció por sentirlo de la nada ahí. Luego los brazos de Soobin se enrollaron un poco más arriba de su cintura.

— ¿Uh? —Yeonjun trató de no mirarlo ni decirle nada, porque como no estaba acostumbrado a ese tipo de abrazos se sentía sensible ante la calidez de Soobin, mucho más cuando el rubio rió suavemente y acurrucó su rostro en la nuca del pelinegro.

Yeonjun se estremeció ante la sensación y sus mejillas se tornaron rojas, también sintiendo el calor en sus mejillas, el chico estaba haciéndolo sentir rarito.

—E-eres un poco meloso ¿no crees? —Comentó Yeonjun y Soobin sólo estrechó un poco más el abrazo mientras reía suave.

—Siempre quise darte muchos abrazos como los que tú me dabas. Y ahora voy a aprovechar cada instancia para ello —respondió Soobin con su más grande inocencia y sonrisa de pureza.

Yeonjun de pequeño siembre tenía en sus manos a Soobin, incluso en los recesos de clases porque lo llevaba a escondidas, también le daba muchos abrazos y dormían juntos cada noche sin falta.

—Cierto —Soobin soltó de golpe a su dueño, quien se afirmó del lavamanos porque por un momento había ajustado su equilibrio al abrazo y vio al rubio ir con el pequeño que apenas salía de su cuarto en pijamas.

El pelinegro tomó aire, tratando de recomponerse. Un abrazo así de repentino no debería de haberse sentido tan bien, mucho menos que volviera a dejar esa sensación de calidez y ese sentimiento en su pecho, el cual se revolvía en su interior y lo hacía sentirse cómodo.

Tragó saliva mientras tomaba un pañuelo para secar sus manos y una vez se sintió listo para salir de la cocina, vio como Ni-Ki le daba un libro y Soobin se lo agradeció, sin embargo no escatimó en detalles ya que era hora de dormir.

—Ni-Ki, vamos, a dormir —el niño asintió mientras tallada sus ojitos y luego se fueron de la mano hacia el cuarto del pequeño.

Yeonjun lo arropó y el pequeño se acurrucó mientras reía un poco, luego de que el pequeño estuviera en una posición cómoda comenzó a sentir el cansancio calar en sus ojitos, los cuales trataba de mantenerlos abiertos para no dormir y hacerle una pregunta importante a su papá.

—Papi —el pequeño tenía el sueño tiñendo su voz, dentro de nada se quedaría dormido — ¿Soobin de verdad va a acompañarnos?

Yeonjun sonrió y acarició uno de los traviesos y suaves cabellos que se posaban en la frente del niño.

—Eso creo —respondió y el niño sonrió, satisfecho con la respuesta.

—Buenas noches, Papi —dijo el pequeño luego de bostezar mientras se rendía ante los brazos de morfeo.

El joven padre acarició la mejilla de su pequeño y luego le depositó un tierno beso en su frente, dando por finalizado el día de Ni-Ki.

—Buenas noches, mi niño —guardó silencio unos segundos y finalmente dio a su hijo por dormido, encendió la lucecita de noche y apagó las luces del cuarto una vez estuvo en la puerta.

Miró a Ni-Ki por unos segundos más desde la puerta, luego la cerró con cuidado de no hacer tanto ruido y suspiró.

Caminó por el corto pasillo para luego ir a su cuarto y revisar su cajonero, en el cual tenía una gran gama de pijamas y ropas suaves. Miró con cierta duda y luego escogió dos pijamas, uno azul y muy grande para él; el otro era gris con pequeñas franjas blancas, ese sí que era de su talla.

Tomó el pijama azul y se fue con Soobin, quien de vuelta estaba viendo casi hipnotizado la televisión.

—Soobin —llamó el pelinegro y el chico lo miró, Yeinjun se acercó y le extendió el pijama azul —Debes cambiarte para dormir, debo lavar tu ropa mañana.

El rubio frunció el ceño, confundido. Sin embargo tomó el conjunto y lo miró poco antes de mirar nuevamente a su dueño.

— ¿Por qué debo cambiarme ahora? Se supone que vas a lavar mi ropa mañana.

Yeonjun lo guió al baño, como sólo tenían dos habitaciones debía pensar en una manera de acomodar al chico, sobre donde dormiría y su cabeza ya estaba pensando en cómo sería el día siguiente.

—Para dejarla junto a la otra ropa sucia, Soobin. Además, vas a dormir más cómodo con el pijama que con el traje —respondió mientras se acomodaba sus lentes y le sonrió al más alto.

El rubio le sonrió devuelta y asintió, por lo que luego el chico estaba cambiándose de ropa, mientras Yeonjun iba a su cuarto y hacía lo mismo.

Una vez su piel tocó la sedosa tela se sintió completamente en confort, pero unos suaves golpes en su puerta rompieron su pequeña burbuja. Yeonjun la abrió y vio a Soobin, quien le sonrió y mostró sus adorables hoyuelos de forma inmediata.

La camisa del pijama estaba abotonada perfectamente, pero la talla aparentemente también era un poco más grande que Soobin; y eso era mucho decir.

Perfectamente Yeonjun podía decir que Soobin mide dos metros.

—Hora del cuento —Yeonjun inclinó su cabeza, confundido. Sin embargo no duró mucho de esa forma, porque Soobin tomó su mano y lo acostó en su cama como si fuera un niño pequeño.

— ¿Hora del cuento? Soobin, Yo no... —El chico trató de levantarse, pero el rubio colocó suavemente su mano.

—Ha sido un día largo, Junnie —el pelinegro suspiró y acomodó sus lentes.

—Exacto, si quieres mañana puedo leerte el cuento, pero hoy no. Por favor —Soobin dejó que su sonrisa cambiara a una mueca de confusión mientras el joven padre se quitaba sus lentes y los dejaba en la mesita de noche.

—No es para mí, yo voy a leerte un cuento —Yeonjun lo miró nuevamente y el rubio le mostró el libro, ciertamente emocionado, pero Yeonjun tuvo que forzar un poco su vista para leer el título –Es el del Príncipe sapo, tu cuento favorito —las mejillas del contrario enrojecieron rápidamente.

Hacía años que Ni-Ki dejó de pedir que le leyera cuentos antes de dormir, en especial ese porque cree que ya está grande para esas cosas.

Pensó en la posibilidad de que Soobin tal vez mantenía esa idea de que seguía necesitando esos cuentos para dormir por lo que suspiró rendido. No podía decir que no cuando Ni-Ki le hacía ojitos de cachorro, y ahora se sintió menos capaz al ver la ilusión iluminando los ojos del rubio.

—Está bien, pero sólo ese y a dormir. Mañana hay que levantarse temprano —Acordó el pelinegro y el rubio saltó de felicidad para luego arroparlo, una vez lo hizo, abrió el libro y comenzó a leerle el cuento.

Mientras Yeonjun escuchaba el cuento se acomodó ya que la manera en la que Soobin lo contaba en cierta parte era interesante y tranquila, a pesar de saber perfectamente cada palabra del texto se sentía bonito.

Si fuera otro hombre, seguramente se habría sentido herido en el orgullo.

—Entonces, se enamoraron y vivieron felices para siempre ¡Fin! —Soobin miró a Yeonjun con con intenciones de preguntarle como lo hizo, pero en cambio se encontró con que Yeonjun se había rendido ante el sueño y ahora estaba dormido.

El rubio sonrió con ternura al ver lo adorable y delicado que lucía su dueño estando dormido. Se levantó de la cama y dejó el libro en el cajonero donde estuvo él, luego volvió a la cama y se acomodó en el lado disponible de la cama, una vez estuvo cómodo bajo las sábanas, extendió sus brazos y abrazó a su dueño, quedando frente a frente.

Estaba feliz de que ahora su Junnie le creyera y lo haya aceptado nuevamente en su vida.

Dejó unas cuantas caricias en la mejilla de su dueño, pensando como lo vio el día anterior, no podía creer que había crecido tanto, su voz, sus manos y sus ojos...

Yeonjun había crecido bien, y tal vez no le tocó en su totalidad verlo convertirse así, sin embargo estaba orgulloso de ver que de un niño dulce se haya convertido en un adulto responsable, bonito, amable y juicioso.

Le dolió los golpes y también le puso triste el hecho de que Yeonjun no haya confiado en él al principio, pero luego Taehyun le explicó que no es normal que un hombre aparezca dormido en tu cama, por lo que entendió finalmente que no era odio, era desconfianza y sentido de protección.

Su Junnie era fuerte y muy valiente, y por supuesto que estaba muy orgulloso de ser su compañero antes y ahora.

Se desarrollaba una jornada normal en la casa de antigüedades, Yeonjun revisaba unos papeles en su oficina.

Jisung entró con un bebé en brazos, llamando la atención del pelinegro, y según recordara él Jisung no tenía sobrinos o primos que fueran tan pequeños como ese bebé, lo mismo aplicaba con Kai.

—Yeonjun, ya llegó —el chico alzó la ceja al ver la sonrisa del castaño y se levantó de su silla, confundido.

— ¿Llegó? —Park asintió y Yeonjun salió de la oficina, encontrándose con que el pasillo tenía menos puertas y también lucía un poco distinta pero no le tomó mayor importancia, caminó por el pasillo y cuando salió a la tienda la vio más distinta, no entendía que es lo que o quién había llegado.

Vio su vieja camioneta a través de las puertas de la casa de antigüedades y se acercó, dándose cuenta de que llevaba los vidrios polarizados.

Su corazón casi se detuvo cuando el conductor bajó y se le acercó, revelando que era su padre.

Lucía algo despeinado, pero a diferencia de como lo vio por última vez, estaba sano e incluso un poco más joven. Su pecho se había apretado, sintió que iba a llorar al verlo después de tanto tiempo.

— ¿Pa-papá? —Su garganta se anudó cuando lo vio y Minho rió.

—Hijo, aquí está —Yeonjun frunció el ceño, confundido, hasta que abrió la otra puerta de la camioneta y de ella bajó Soobin.

El cabello del chico era negro nuevamente y llevaba unas ropas más modernas en lugar de su traje negro y rosado, luciendo emocionado aquella sonrisa con sus hoyuelos.

—Como cuidaste muy bien de él, es su turno de cuidarte y acompañarte —Yeonjun sintió las cálidas manos de su padre, estaba aturdido pero no molesto ni irritado como creyó.

No entendía para nada que era lo que estaba pasando.

— ¡Ya llegó Papá! —Se volteó hacia las puertas de la casa de antigüedades, de donde salió Ni-Ki corriendo con mucha emoción.

Fue Ni-Ki quien había gritado aquellas palabras, sin embargo en lugar de abrazar a Yeonjun, se lanzó sobre los brazos de Soobin, quien gustoso correspondió y lo cargó en sus brazos.

Yeonjun retrocedió unos pasos y volteó su mirada para ver a su padre, sin embargo este ya no estaba en ningún lado.

En cambio, un cálido brazo que envolvió su cintura lo despertó.

Lo primero que vio al abrir los ojos fue a Soobin, rubio y dormido plácidamente.

《¿Qué acaba de pasar?》

Movió su cabeza para ver la hora, vió que en el reloj marcaban las cuatro de la madrugada y suspiró.

Estaba en su cuarto, en su cama envuelto en los brazos de Soobin y debajo de las sábanas.

Trató de librarse del abrazo ya que quería revisar a Ni-Ki, pero contrario a lo que buscaba, logró que Soobin estreche más el abrazo y terminó presionando suavemente su rostro en entre el cuello y el pecho.

Su rostro estaba enrojeciendo nuevamente por la posición, se suponía que cuando alguien estaba dormido debía ser fácil librarse del agarre de esa persona porque no podía ejercer ninguna fuerza, pero pareciera ser que Soobin estaba empeñado en ser meloso incluso cuando duerme.

Suspiró mientras separaba su rostro como le era posible de ese cálido lugar y lo miró con detalle. Debía admitir que Soobin como muñeco y como humano era bastante atractivo.

Llevó su mano hacia el cabello de Soobin y lo acomodó un poco mientras su cabeza comenzaba a dar vueltas en el extraño sueño, preguntándose mil y una veces en su cabeza por la repentina y efímera presencia de su padre en él, el bebé que Jisung estaba cargando en sus brazos y lo más importante; el hecho de que Ni-Ki le haya llamado Papá a Soobin.

Se prometió muchas veces a sus quince que si encontraba alguien que estuviera dispuesto a ser padre o madre de Ni-Ki no se pondría celoso y lo agradecería, pero como esa situación nunca tuvo oportunidad de darse, era extraño que soñara con su propio hijo ignorándolo para ir a los brazos de otro hombre que apenas conocieron -de forma humana- el día anterior.

Tal vez fue por lo cercano que Ni-Ki percibió a Soobin como para hablar tan tranquilo y no sentirse cohibido en el proceso, en cómo a escondidas veía la manera en la que Ni-Ki le enseñaba los juguetes que tenía en la casa de antigüedades al rubio, y como su niño le contaba toda la historia de su caricatura favorita.

Tal vez si estaba celoso de que a Ni-Ki le haya caído bien Soobin, tal vez.

—Mm —Detuvo sus caricias cuando Soobin frunció un poco el entrecejo y sus labios se abultaron un poco, la piel en la espalda de Yeonjun se erizó al sentir como la mano de Soobin bajaba a su cintura, así se dio cuenta de que el chico se estaba despertando.

Tragó saliva y los ojos del rubio se abrieron vagamente con un adorable puchero en los labios, sin embargo de inmediato se transformó en una tierna sonrisa cuando vio los ojos bien abiertos de Yeonjun.

— ¿Ya es hora de levantarse? —la ronca voz del rubio caló en su interior y miró el reloj nuevamente, eran las cuatro y media de la mañana, miró inmediatamente cuando Soobin retiró su mano de su cintura para tallar sus e intentar espantar el sueño.

—Duerme, aún falta para levantarse —dijo Yeonjun mientras se sentaba en la cama, mirándolo por unos segundos más antes de levantarse —Veré si todo está bien con Ni-Ki —Soobin asintió mientras se acomodaba en la cama y Yeonjun salió de su cuarto.

Aún se encontraba oscuro, comenzaba a amanecer en unas horas más y luego comenzaría oficialmente su día. Pero cuando se levantaba en horas como esa, siempre echaba un ojo en su hijo.

Muchas veces se cuando despertaba a esa hora porque algo le pasaba a su niño, después de tantos años aún no sabía si llamarlo instinto paternal o qué.

Abrió la puerta con el mayor silencio posible y metió su cabeza para revisar a su hijo en silencio. Luego suspiró de alivio cuando vio que su hijo seguía durmiendo plácidamente en su camita.

Sonrió y cerró la puerta para volver a su cuarto, sintiendo algo de frío por el hielo de la madrugada.

Sin embargo cuando se recostó dejó de sentir ese frío, gracias a que Soobin volvió a abrazarlo esta vez lo acurrucó en sus brazos.

No le dijo nada, porque el chico parecía realmente feliz por mimarlo de esa forma, y ciertamente no se sentía tan mal. Sólo que se recordó que no debía acostumbrarse.

Se volteó para quedar en dirección a su mesita de noche, donde reposaba su reloj, su teléfono y el cuento. Sin darse cuenta volvió a quedarse dormido entre las inocentes caricias y las tibias sábanas.

El rubio lo abrazó nuevamente, y también se quedó dormido con la perezosa sonrisa que tuvo al estar mirando cada acción de su dueño.

— ¿Y ya te decidiste? —Yeonjun miró a Kai, sin entender a lo que se refería con la pregunta —Sobre si creerle a Soobin o no.

Yeonjun miró la pequeña vasija entre sus manos y la dejó en el mesón, pensando en qué responder exactamente.

—Tuve un sueño —contestó Yeonjun —En él estaba Jisung, Ni-Ki, Soobin... Y mi padre —Kai alzó sus cejas y su cara de sorpresa no se hizo esperar.

— ¿El señor Minho? —Yeonjun asintió.

—Fue un sueño demasiado extraño —continuó el pelinegro —Y se sintió muy real. Estaba en mi oficina y Jisung entraba con un bebé, era niño —Kai trató de hacer memoria, recordando que ni Park ni él tenían bebés cerca suyo.

Yeonjun no omitió ningún detalle mientras le contaba el sueño, le dijo todo lo que pasaba y que incluso se sintió tan real que no se dio cuenta de que era un sueño hasta que se despertó y vio a Soobin en frente suyo.

Quedaron en silencio mientras Kai pensaba un poco y luego rió.

—Yeon ¿no será que tu padre te está diciendo que Soobin dice la verdad? —Las mejillas de Yeonjun enrojecieron un poco, recordando cómo Soobin pudo atraparlo leyéndole el cuento que tanto le gustaba de niño y le comentaba cosas tan íntimas y secretas como la manera en que mimaba a su muñeco.

—Soobin me terminó demostrando por sí mismo que es mi muñeco. Aunque debo admitir que me sorprendió bastante —Confesó Yeonjun y Huening sonrió, enternecido.

—Mira, hay muchas cosas que han de estar como mensajes escondidos en tu sueño, voy a investigar y luego discutimos lo que pueda significar tu sueño ¿bien? —Yeonjun asintió, contento por el apoyo de su socio y amigo en esta situación.

—Muy bien —Tomó nuevamente la vasija para limpiarla y luego de un rato la colocó en los estantes de la tienda.

Al menos las cosas por ese día parecían ir bien, pero le estaba siendo algo dificultoso mantener a Soobin en un punto fijo. Resultó ser un chico bastante curioso y atento a los detalles de la tienda, varias veces lo escuchó decir que le parecía mágico.

Ah, y tampoco se podía olvidar sobre el tema de los abrazos.

Soobin a veces se la pasaba pegado a Yeonjun como un chicle, quien no estaba acostumbrado a tanto contacto físico, y ya varias veces se sorprendió a sí mismo tratando de sacar los brazos de Soobin, a este paso el chico se volvería su abrigo o una nueva piel.

Tuvo que pedirle que no lo abrazara mientras estuviera en la bodega, en el taller o hablando con clientes. Soobin hizo un puchero, pero obedeció de todas maneras porque entendió los riesgos.

Era miércoles, y aquel día su hijo saldría un poco más tarde, pero como Ni-Ki no parecía desanimado ante la idea no se preocupó. Lo tomó como una señal de que tal vez esté haciendo nuevos amigos a parte de la maestra que lo cuidaría el presente año.

Perdió la noción del tiempo y no se había dado cuenta cuando llegó la hora del almuerzo, solamente se dio por enterado porque Kai irrumpió en su oficina con pollo frito y diciéndole que a Soobin le había encantado probarlo.

Y mientras comía con su amigo y charlaban un poco sobre trivialidades, Kai pasó a los sueños y le explicó lo que había encontrado sobre su sueño.

—Cuando sueñas con un bebé significa que viene un nuevo comienzo, y dependiendo de si es niña o niño es bueno o malo —Comentó Kai mientras untaba su trozo de pollo en la salsa de chili dulce.

— ¿Y qué significa que sea niña? —Preguntó el pelinegro, mirando expectante a Huening por la posible respuesta. Se moría si era un mal augurio.

—Que es bueno —El castaño comió del trozo y el mayor suspiró de alivio.

El joven se quedó un poco pensativo. Tal vez lo que quería decir su sueño era que venía un nuevo comienzo con Soobin, y que ese comienzo era algo bueno.

Sólo hasta que el corazón de ustedes quiera que me quede.

Eso quería decir que Soobin estaría un buen tiempo con ellos.

Pero ¿Hasta cuando?

Su mente estuvo barajando mucho las posibilidades de que las cosas salieran mal, y Yeonjun debía admitir que era un experto en alejarse de la gente que lo rodea, exceptuando a las personas de su trabajo.

Su madre, sus hermanos y básicamente todos los amigos que pudo tener en la secundaria ahora con suerte formaban parte de la lista de sus contactos.

La mayoría de esos círculos en algún momento fueron traicioneros o crueles con él y por no seguir recibiendo aquel trato se alejó, así sólo mantuvo como círculo cerrado y bien marcado al personal de su trabajo y a su pequeño hijo.

Creyó que estaba pensando ridiculeces por un momento y simplemente se limitó a decirse "Que sea lo que tenga que pasar".

Pero su cabeza trabajó aquello por el resto de la tarde, estuvo tan distraído que cuando estaba haciendo la cena terminó lastimando su mano por error.

—Mierda —maldijo por lo bajo y rápidamente limpió su herida con agua.

Soobin escuchó la mala palabra, pero antes de regañarlo se dio cuenta de lo que pasaba y dedicó a cuidarlo, limpiando y cubriendo su herida con la bandita de colores que tenía el botiquín.

—Junnie, hoy has estado muy distraído —comentó el rubio con cierta preocupación — ¿Seguro que no quieres que te ayude aunque sea a cocinar?

Y es que, maldita sea, Yeonjun no se sentía con el mismo coraje del día anterior para decirle que no y ordenarle que se quedara en su sitio.

Así que ahí estaba, con Soobin metido en la cocina y mirándolo atento para no perderse ningún detalle. Si bien no le ayudaba físicamente, mentalmente lo tenía en un "No quiero traumarlo con verme cortarme por un descuido".

Y ya tras pensar varios días con Soobin a su lado, llegó a la conclusión de que no debía enfocarse en el futuro con Soobin, si no mantenía su cabeza en el presente entonces las cosas si que terminarían mal.

Y que debía agradecer que Soobin haya estado con él a pesar de que lo primero que hizo en su regreso fue golpearlo con un palo.

Tenía que admitir que Soobin era un valeroso compañero, muy tierno y agradable.

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