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🌸 O3 ─ ʀᴇᴄᴏʀᴅᴀʀ ˚᳝᳝ ⸱

Yeonjun suspiró una vez cerró la puerta de su oficina y se quedó en silencio, pensando qué hacer.

Según la estación policial, no hay registro de ningún Soobin con todas las características del hombre que estuviera ya sea perdido o prófugo.

Le dijeron que estarían atentos durante esos días y le darían aviso si reciben algún informe, pero que era improbable que fuera realmente una persona perdida.

— ¿Junnie? —se volteó para verlo, con una expresión bastante seria y en contraste de la tierna sonrisa que le dedicaba el chico, sin embargo su sonrisa se borró al ver la cara del más bajo — ¿Está todo bien?

El chico abrió la boca, pero no podía gesticular o decir nada, su cabeza estaba dando vueltas y estaba seguro de que estaba por sufrir un cortocircuito.

— ¿Quién eres? —Soobin lo miró por unos segundos, y luego agachó la cabeza.

El muñeco miró al suelo por un buen tiempo en total silencio. Eso hizo que Yeonjun frunciera el ceño.

《Lo sabía.》

—Contéstame —ordenó mientras se cruzaba de brazos, pero Soobin seguía sin responder. Detrás de él, Yeonjun colocó el seguro a la puerta, debía impedir alguna salida del chico hasta que confesara —No tengo todo el día, contesta.

Dió unos pasos hasta llegar a su escritorio, acomodando sus lentes y comenzar a revisar unos papeles; pero en lugar de palabras escuchó un sollozo.

Alzó la mirada con clara confusión y Soobin tapó su rostro con sus manos, eso enojó más a Yeonjun y se acercó al supuesto muñeco.

— ¿Por qué lloras? Sólo te pregunté quién eres.

— ¡Porque ya te dije quien soy! —Yeonjun se quedó sorprendido al ver la reacción de Soobin, genuinamente lucía triste y sus lágrimas caían por montones.

Rápidamente sus expresiones se suavizaron, viendo como Soobin comenzaba a llorar más fuerte.

—No lo entiendo ¿Qué se supone que tengo que hacer para que me creas? Pediste tener un compañero como yo y aquí me tienes, me tienes a mí pero no me crees y... —Soobin dejó de hablar al sentir las cálidas manos de su dueño en sus hombros.

Lo miró a los ojos por unos segundos, en los cuales quedaron en completo silencio.

— ¿Cuál fue el día que te recibí como juguete?

— ¿Qué? —Soobin sorbió su nariz, confundido por la pregunta.

—Si de verdad eres mi Soobin, deberías de saber esas cosas ¿no? —Los ojos del extraño chico brillaron y asintió, limpiando las lágrimas que caían por sus mejillas pero sin darse cuenta que dejó caer unas nuevas, y Yeonjun sólo suspiró —Anda, te escucho.

Yeonjun no lo recordaba bien, pero sabía que no pasaba de sus cinco años, ya que empezó a la primaria con el juguete escondido en su mochila. Y su padre lo sabía bien.

—Fue el cinco de Diciembre del dos mil tres —Yeonjun guardó silencio, era una pregunta muy tonta la que hizo.

—Bien —pero lo dejó pasar, de todas formas fue su error —Ahora ¿Por qué te llamas Soobin?

—Mi primera dueña se llamaba Soobin, y obtuve su nombre cuando pasé a las manos de su hija.

Bueno, eso sí que sería difícil de comprobar si no se lo hubiera preguntado a su padre antes. Recordaba perfectamente el "ese juguete perteneció a tu bisabuela, y como sabrás ella se llamaba Soobin. Y bueno, mi madre lo nombró así por ella" por lo que el chico tenía un punto a favor para creerle.

Yeonjun estaba pensando en una nueva pregunta, una la cual sólo él y su juguete sabrían responder bien.

— ¿Cuándo...? —el chico guardó silencio unos segundos más — ¿Cuándo te perdí?

Soobin limpió sus lágrimas una vez más tratando de hacer memoria. Hasta que el recuerdo vívido del polvo acumulado debajo del sofá ensuciando su ropa y Yeonjun saliendo de la oficina con su padre pero sin él se hizo presente.

—No recuerdo bien la fecha —respondió —Pero tenías once años cuando jugamos por última vez, en la oficina de tu padre —Yeonjun guardó silencio, estupefacto.

— ¿Dónde? —Soobin miró un poco el ambiente y comenzó a caminar, viendo la decoración minimalista y lo monocromático que era todo.

Todos los muebles lucían nuevos, pero había algo que le provocaba una sensación extraña. Como si conociera la ubicación de los muebles.

Cuando entrabas a la oficina del señor Choi, en frente había una mesita de café y abajo de la ventana se encontraba un largo sofá. En frente de eso, a su izquierda se encontraba una pequeña plataforma y en esa plataforma se encontraba el preciado escritorio marrón del señor Choi, decorado con una pc negra y los pequeños cuadros donde se encontraban sus queridos hijos y una pequeña planta decorativa.

A la derecha de la oficina, se encontraban unos pocos muebles y una gran alfombra, con el paso del tiempo esa alfombra contenía los juguetes de Beomgyu, San y Yeonjun.

La oficina del señor Choi era bastante acogedora y podías ver que era un hombre cálido por su propia oficina.

La oficina de Yeonjun en cambio, tenía muebles negros o grises. Todo era muy pulcro, simétrico y no se veían juguetes a pesar de que tuviera a Ni-Ki. Las oficinas del señor Choi y su hijo eran muy distintas, pero la distribución de los muebles era la misma.

Soobin miró a la puerta y Yeonjun alzó una ceja.

—Aquí estaba yo, en el suelo —comentó Soobin y luego apuntó a la puerta —Te vi irte con tu padre.

Yeonjun frunció el ceño y se acercó a la puerta, la abrió y vio la placa con su nombre.

"Choi Yeonjun.
Socio co-fundador."

Cerró la puerta en silencio nuevamente, sin mirar al hombre que yacía parado.

— ¿Cuánto tiempo estuviste ahí? —Soobin frunció el ceño —En el suelo —El tono suave pero grave en la voz de Yeonjun ocultaban algo.

—No mucho, al día siguiente tu padre me encontró y me dejó en el cajón de su escritorio —respondió y se acercó a su dueño —luego de eso pasó mucho tiempo antes de que me sacara de ahí y me dejaran en esa caja —Yeonjun lo miró, aun más abrumado.

— ¿Cuánto tiempo? —Soobin alzó sus hombros.

—No lo sé, todo ese tiempo sólo vi negro. Lo que sí, el señor Choi lucía distinto, tal vez más delgado —Yeonjun se alarmó y alzó su mano, en signo de que guardara silencio. Pero Soobin no lo entendió y siguió —También recuerdo que llevaba un...

—Cállate —ordenó Yeonjun, había oído suficiente, se mantuvo en la puerta, con la mirada agachada y un gran nudo en su boca.

En su cabeza se cuestionaba, no quería creerle, se negaba a creer que conociera eso.

Inspiró hondo y miró al chico, quien lucía preocupado.

– Junnie —Soobin se acercó al chico, pero este le negó la cercanía — ¿Pasa algo?

—No pasa nada —se quedaron en silencio, Yeonjun necesitaba saber qué es lo que haría.

—Luces triste —Soobin tomó la mano del bajito y la acarició, luego le sonrió para tratar de animarlo.

Llevó sus manos al rostro del chico, cohibiéndolo.

No duraron mucho así, ya que Yeonjun lo alejó y desvió la mirada; Soobin hizo un puchero nuevamente, sin terminar de entender el comportamiento de su dueño.

— ¿Ahora me crees? —El silencio se instaló luego de que Soobin lanzara esa pregunta.

Yeonjun no sabía qué decir. Algo tan importante y privado como los últimos recuerdos de su padre era algo que Soobin tenía. Siempre pensó que unas pocas personas lo vieron así.

— ¿Junnie?

—Debo pensarlo —Soobin frunció el ceño sin entender, pero aún así asintió —Quédate aquí, yo debo trabajar. Si necesitas ayuda o algo puedes ir a la puerta verde, allí se encuentra Kai —aconsejó mientras abría la puerta, pero se detuvo antes de de volver a salir y miró al chico —Pero por favor, si te dice algo como "no entres allí" debes obedecer —dijo y finalmente salió, dejando a Soobin dentro de su oficina.

El muñeco bufó mientras su dueño desaparecía y tomó asiento en el sofá.

—Creo que es obvio que no me creyó —se cruzó de brazos y miró la nula decoración alrededor.

¿Qué se suponía que hiciera allí si no había nada? No podía jugar con nadie, no podía jugar con Junnie.

—Yeonjun, una seño... —El chico rubio entró a la oficina, captando inmediatamente la atención de Soobin — ¿Quién eres?

Soobin sonrió, al parecer no estaría sólo en su espera.

—Soy Soobin, el juguete de Yeonjunnie.

El chico guardó silencio, y simplente se fue de la oficina, sacando una tierna mueca de frustración en el muñeco.

Yeonjun revisaba el tocadiscos de su abuela, quería repararlo y llevarlo a su casa o dárselo a su tío Siwon, estaba seguro que él lo amaría.

— ¡¿Choi Yeonjun?! —se exaltó y miró a Kang Taehyun entrar al taller, totalmente exagerado.

Era algo impropio del chico.

— ¿Qué pasa? Sabes que detesto que me desconcentren de esa manera —Yeonjun miró confundido al rubio de ojos grandes, quien se acercó y lo tomó de la camisa — ¿Tyun?

— ¡¿Qué dijimos de traer ligues?! —el pelinegro acomodó sus lentes y frunció el ceño con confusión.

—Creo que nada, de otro modo Jisung no podría trabajar aquí. Aunque de todas formas ¿Porqué lo preguntas? —Taehyun alzó una ceja y sonrió de lado.

—Ay Yeonjun, tienes gustos bastante singulares —Taehyun lo soltó — ¿Qué hace tu juguetito aquí y en tu oficina?

La sonrisa pícara de Taehyun y el claro mensaje de su pregunta en doble sentido provocaron que su rostro se volviera tan rojo como los tomates.

— ¡No se refiere a ese tipo de juguete! —el más bajo dejó salir una fuerte carcajada.

— ¿No? —Yeonjun negó efusivamente —Yeyo, tu juguetito está bastante orgulloso de serlo eh ¿Qué tipo de juguete se supone que es?

—S-se refiere a las muñecas —el joven Choi trató de defenderse.

—Mmm ¿muñeco? Si, bueno tiene cara de un muñeco —comentó haciendo una supuesta pose pensativa —Pero que se considere un juguete en frente de otros... ¿Yeyo, le das al roleplay?

— ¡Vuelve al trabajo! —Yeonjun lo empujó fuera del taller — ¡No dejes la caja desatendida! —cerró la puerta para no dejar que Taehyun volviera a decirle alguna tontería, pudo escuchar como retumbaban las carcajadas del chico.

— ¡Soobin te espera~!

Yeonjun tapó su rostro y comenzó a quejarse sonoramente, tratando de apaciguar su vergüenza.

Tomó aire y miró el tocadiscos nuevamente, para luego suspirar y salir del taller. Tal vez quien lo pueda ayudar con todo el tema del supuesto muñeco sea Kai.

Se dirigió a la oficina de Kai, golpeó un par de veces y abrió la puerta luego de un "Pase".

Tal vez a quien menos quería ver en ese día era a Soobin, pero ahí estaba, con sus labios formando un tierno triángulo que expresaban su curiosidad ante la interrupción del chico.

—Hmm ¿interrumpí algo? —Soobin sonrió al ver que Yeonjun no lucía enojado por verlo ahí, mientras que Kai suspiraba y apoyaba sus manos en su escritorio.

—No, no. ¿Qué ocurre? —Kai le sonrió a su amigo, quien cerró la puerta detrás de él y se acercó a los otros dos.

—Necesito hablar algo privado contigo, Kaining —El castaño asintió, aceptando la propuesta —Así que, uhm, Soobin ¿podrías dejarnos solos un momentito?

La sonrisa del muñeco duró poco, sin embargo asintió y salió de la oficina.

— ¿Qué querías hablar conmigo, Hyung? —Yeonjun se volteó a mirarlo y suspiró, entrando y tomando asiento en la misma silla en la que estuvo Soobin.

—Necesito tu ayuda para encontrar el origen de ese chico —Kai frunció el ceño, totalmente confundido.

— ¿No lo conoces? —Yeonjun suspiró, sin saber por dónde empezar —No entiendo, cuando lo atendí lo primero que hizo fue preguntar por ti.

Yeonjun procedió a contarle todo, desde el inexplicable fallo en sus alarmas hasta el encontrón con la vieja ruca. Kai sólo lo escuchó y meditó un poco sus palabras.

—Wow, si que fue una mañana extraña —comentó el castaño —Ahora que lo pienso ¿no hay algo en su piel que indique que pueda ser de verdad el muñeco? Lo de las preguntas pudo haber sido mera suerte.

—Si, pensé lo mismo cuando terminé con las preguntas. Y lo último que recuerdo sobre el muñeco fue que lo dejé en mi cama y no volví a verlo —Trató de hacer memoria, hasta que un recuerdo vino a su mente.

¡Papi, papi! ¿Puedo hacerme el tatuaje que tiene Soobin? Ese corazón que tiene en el brazo~.

— ¡Tatuajes! —se levantó de la silla, exaltando a su amigo.

— ¡Dios, no me asustes de esa manera!

—Kai, el muñeco tenía un corazón en su brazo derecho —Yeonjun se abrió paso hasta la puerta y la abrió, encontrando al muñeco ensimismado en hablar con Taehyun sobre su cabello.

Lo tomó del saco negro y de un jalón lo atrajo a él, dejando al chico con una sonrisa confundida.

— ¿Junnie? -poco le importó el hecho de que Taehyun iba a molestarlo luego con eso, pero debía sacarse esa duda de la cabeza ahora ya  —Junnie mi saco está limpio, no debes... —le quitó el saco, dejando ver la camiseta sin mangas negra y los perfectos y blanquecinos brazos.

—Quédate quieto —ordenó el chico mientras intentaba revisar sus brazos, en el izquierdo no había nada, pero se quedó de una pieza al ver el tierno corazón rosa en el brazo derecho, tal cual lo tenía su Soobin.

Kai salió de su oficina y se acercó al brazo de Soobin, viendo el tatuaje.

El pobre muñeco no entendía que pasaba, y Taehyun menos.

— ¿Yeyo?

—Junnie, ¿no recordabas eso? Decías que cuando tuvieras edad te harías ese corazón como tatuaje —comentó Soobin, viendo la cara estupefacta de Yeonjun.

El reloj de péndulo que se encontraba en uno de los talleres se hizo oír junto a los que se encontraban en la tienda para anunciar que era la una de la tarde.

— Hyung, Ni-Ki ya salió de clases —le recordó Kai a su amigo, quien se exaltó, y sin decir nada salió corriendo a la puerta que dividía la tienda de las oficinas.

— ¡Junnie! —Yeonjun se detuvo en seco al oír la voz de Soobin y se volteó, dando un brinco por el susto que se llevó al verlo tan cerca suyo —Te acompaño —Soobin le sonrió.

— ¿Qué? No, quédate aquí —se recordó el saco y se lo entregó al chico —Taehyun y Kai pueden cuidar de ti por mientras —comentó y salió a paso apurado hacia su camioneta, dejando nuevamente al muñeco solo con un puchero y el ceño ligeramente fruncido.

Estaba molesto, ahora sí se sentía molesto.

— ¿Entonces todo el show nudista de Soobin fue por nada? —Preguntó Taehyun, obteniendo un zape por parte de Kai.

—Necesitaba comprobar algo, eso es todo —Kang alzó la ceja y el castaño soñó alzó sus hombros.

El muñeco los miró, en especial a Taehyun.

— ¿Taehyun? —El rubio lo miró, atento a cualquier palabra del chico — ¿Puedes llevarme a ese lugar donde te pintaron el cabello?

Cuando Yeonjun creyó que el día se pondría normal por apiadarse de su hijo, las cosas se volvieron más extrañas.

La vieja ruca no tuvo decencia en simular aunque sea un poco de vergüenza y tal cual un entrenador pokemón le lanzó a su esposo. A pesar de que su hijo no estaba en esos momentos, la vergüenza crispó hasta la última fibra de su cuerpo.

Pero no vergüenza por él, claro que no. Vergüenza por el matrimonio; en definitiva mantendría un ojo en las próximas amistades de Ni-Ki para que no se tenga que cruzar con Yang Jungwon.

Afortunadamente el hombre sí entendió, pero el historial quedaba marcado igual.

Luego al volver a su trabajo se dio cuenta de que solamente Jisung y Kai estaban atendiendo en el lugar.

Estaba bien que Taehyun desapareciera de la nada, el pobre tenía dos trabajos y tenía el permiso especial de amigo que le permitía saltarse unos momentos en la casa de antigüedades.

Pero su preocupación inició cuando notó que Soobin no estaba.

Esta bien, al principio pensó que su delirio acabó y se marchó a su hogar, pero las palabras de Kai y las dudas de Ni-Ki hicieron que él se preocupara y pensara que tal vez en un descuido lo siguió y al perdió.

Claro, al menos hasta que los vio entrar por la puerta de vidrio, entonces cuando lo miró bien casi se desmayó.

No era normal ver a Taehyun con el cabello plateado, se le veía bonito pero no lo usaba muy seguido. El verdadero problema fue Soobin.

Estaba rubio.

Estaba seguro de que si el chico no volvía a su hogar pronto, le sacaría canas verdes a Yeonjun.

— ¡¿Qué te hiciste en el cabello?! —Soobin se crispó ante el regaño de Yeonjun.

—Pensé que te gustaría —sonrió algo nervioso ante el latente enojo del pelinegro —Como te gusta escuchar mucho esa canción... —Ni-Ki miró desde el mostrador cómo su papá terminaba perder lo poco de cordura que le quedaba.

A pesar de que no era normal para él ver a su papá de esa forma su rostro le pareció divertido, como el gato que pareciera estar enojado siempre que vio en Internet.

—Se ve muy lindo, Papi —defendió el niño y ambos adultos lo miraron, el rostro de Yeonjun enrojeció y se lo tapó —Ahora si parece un idol de verdad.

Soobin sonrió al pequeño y este se la devolvió, antes de que fijaran su atención en Yeonjun nuevamente, quien ya había recuperado un poco de su postura.

—No puedes venir, hacerte pasar por un juguete y... —Jisung apareció por la puerta que dividía la tienda con las oficinas, interrumpiendo todo.

— ¿Yeonjun? Kai y Taehyun te llaman —El pelinegro suspiró y asintió.

Mordió su labio una vez Jisung cerró la puerta, pensando en qué hacer.

—Ni-Ki, si pasa algo, cualquier cosa; vas a la oficina del tio Kai y me avisas ¿si? —El niño asintió energético y Yeonjun, desconcertado se fue a dicha oficina.

Soobin se quedó en silencio y Ni-Ki lo miró un poco.

Cuando lo vio en la mañana, el rostro se le hizo parecido al muñeco de su papá, pero no podía estar seguro.

Era su momento de hacer su cuestionario.

— ¿De verdad eres el juguete de mi Papi? —Soobin lo miró y rió un poco.

—Sipi —respondió para luego guiñarle el ojo.

— ¿Pero cómo? Si ayer te saqué de la caja y eras, hum —Ni-Ki con sus manos trató de medir el tamaño anterior de Soobin, hasta que se aproximó y prosiguió — ¡Eras así de pequeño, y no hablabas!

—Hmm, eres bastante curioso —comentó Soobin y se acomodó al lado del niño, para poder hablar con él y pensar en su respuesta, hasta que se dio cuenta de que no entendía bien la pregunta del niño —Uh, no sabría decirte.

El niño hizo una gran mueca ¿cómo descubriría que no era como los señores que se disfrazaban de Santa Claus y le decían que eran el verdadero? Entonces se le prendió el foco.

Su abuelo.

— ¡Espérame aquí! —el niño se bajó del mostrador de un salto.

— ¡¿Tú también?! —el muñeco hizo un puchero y Ni-Ki inclinó su cabeza, confundido.

—Sólo voy por un libro ¡Ya vuelvo! —el niño emprendió pasos rápidos hacia la puerta por donde su papá se dejó de ver y Soobin bufó.

Aparentemente todos querían dejarlo solo ese día.

Jugó con sus dedos unos minutos, y luego el niño volvió, borrando los pensamientos negativos del ahora rubio y sacándole una sonrisa, luego el niño le pidió poder subirlo al mostrador nuevamente.

—Si eres el verdadero Soobin ¡Vas a decirme quién es este hombre! —El niño abrió el libro, demostrando que habían fotos pegadas ahí.

Ni-Ki nunca conoció a su abuelo, por lo que quería saber quién era en las fotos viejas de Yeonjun.

Apuntó una foto específica, en donde un hombre muy parecido a Yeonjun tenía a un niño en brazos y otros dos más pequeños cerca, todos sonrientes y de forma casi imperceptible se veía entre el niño más grande y el adulto a quien era Soobin.

Un lindo muñeco pelinegro.

— ¿Quién es el señor? —El rubio miró con atención la foto, y luego sonrió con nostalgia.

—Es el señor Minho y Junnie —Ni-Ki miró la foto y frunció el ceño.

— ¿El señor Minho? —Preguntó mientras miraba nuevamente a Soobin.

—Choi Minho, el padre de Junnie, Beomgyu y San —el niño abrió los ojos en grande examinó con sus ojitos la imagen, detalle por detalle.

El señor Minho miraba con una gran sonrisa a quien era Yeonjun e ese entonces, quien estaba riendo con alegría.

Su Papi en esa foto no llevaba sus lentes, pero si un lindo gorrito de fiesta y en sus mejillas tenía crema del pastel, su tío Beomgyu y su tío San estaban ensimismados, pero también lucían muy felices.

Aparentemente su abuelo y su papá fueron muy cercanos.

—Soobin ¿Mi abuelo realmente te regaló a mi Papi o te encontró en una caja como yo te encontré? —Preguntó el pequeño mientras inclinaba su cabeza.

—Tu abuelo me regaló a Junnie, antes era el juguete de su mamá y antes de ella fui el juguete de la abuela de su mamá —El pequeño pensó un poco las palabras de Soobin.

— ¿Por eso tu nombre es de una niña? —El rubio asintió y la puerta de las oficinas fue abierta, sin embargo Ni-Ki no quería dejar de hablar con Soobin.

Se sentía inexplicablemente bien, como cuando hablaba con su papá sobre todas las cosas divertidas que podrían hacer el fin de semana.

—Mi nombre le perteneció a mi primera dueña, y su hija me lo puso a mi en su honor.

Yeonjun se quedó quieto y callado, escuchando la charla de Soobin y Ni-Ki.

Ni-Ki no solía relacionarse tanto con los adultos, el pequeño muchas veces le dijo que no se sentía cómodo por cómo lo miraban o que le decían cosas y lo hacían sentirse cohibido.

Lo mismo pasaba con los niños se su edad. En el kinder no tuvo amigos ¿en primero de primaria? Sólo uno, Sunghoon.

Algo había en Soobin, algo hacía que su pequeño se sintiera en incluso una mayor confianza que son Kai, Taehyun, Jisung o sus hermanos.

¿Qué había en alguien que conocieron de la manera más bizarra posible?

—Soobin ¿Porqué te convertiste en humano?

— ¿Hm? Me convertí en humano para ser el compañero de Junnie y Ni-Ki —El pequeño rió un poco y luego acomodó el gran libro en su regazo.

— ¿Y vas a quedarte con nosotros para siempre?

—Sólo hasta que el corazón de ustedes quiera que me quede —Yeonjun tuvo la misma reacción que Ni-Ki de confusión, pero luego el pequeño sonrió.

— ¿Vas a acompañarnos hasta entonces? —Yeonjun sintió un cosquilleo en su pecho cuando vio a Soobin asentir.

Yeonjun estaba acomodando los engranajes del reloj que alguna vez perteneció a sus abuelos.

Silencioso, en su momento para pensar en lo que ocurrió ese día, en especial como Ni-Ki confió tan rápido en el supuesto muñeco.

— ¿Qué haces? —Yeonjun se detuvo al escuchar la voz del aire rubio, dejó de poner su atención en el reloj para dirigirla al chico.

—Arreglo este reloj —Soobin se apoyó un poco en la mesa donde estaba el reloj – ¿Pasó algo? —El chico negó, causando que el pelinegro se confundiera.

— ¿Puedo ver?

Yeonjun se lo pensó un poco antes de responder, pero luego se recordó que Soobin era el único que estaba rondando como alma en pena por todo el local, ya que Ni-Ki se encontraba en la tienda con Taehyun y Jisung, mientras Kai se encargaba del papeleo.

Mantenerlo dentro de su casa o en la oficina no ayudaba en nada al chico.

—Ah. Está bien —respondió y Soobin acomodó una silla, donde se sentó y se dedicó a observar.

Yeonjun lo miró y luego siguió con su labor.

Soobin guardó silencio, recordaba cómo el señor Choi le decía a sus hijos que en silencio se trabajaba mejor. Y aparentemente su dueño seguía fervientemente las palabras de su padre.

Duraron un rato así, en donde Yeonjun tomaba, limpiaba y acomodaba unos engranajes hasta que acomodó el último en su disposición.

—Y ahora... —los dos miraron expectantes a que comenzara a correr el reloj, sin embargo no pasaba nada.

A veces los relojes tardaban un minuto en demostrar que estaban funcionando, sin embargo esta vez no fue así.

—No lo entiendo —Yeonjun, indispuesto a desechar aquel reloj comenzó a revisar su mesa de trabajo — ¡Debería haber funcionado!

—Falta un engranaje —Señaló el muñeco y Yeonjun revisó el mecanismo, dándose cuenta de que el rubio tenía razón.

—Pero... —Yeonjun juraba tener toda lo necesario a mano, sin embargo solamente se limitó a levantarse y buscar algún repuesto.

Soobin siguió a Yeonjun con la mirada, hasta que la llevó al suelo y encontró el engranaje que faltaba.

— ¡Lo encontré! —Yeonjun se volteó y vio a Soobin incorporarse en su lugar con el engranaje entre sus dedos.

—Huh —el pelinegro volvió a su lugar anterior y el muñeco le extendió el engranaje con una sonrisa.

Yeonjun miró el engranaje en silencio y se le ocurrió una idea.

Incluso si era mentira lo que dijo Soobin, en esos momentos el chico estaba ahí por él.

El rubio prometió compañía, así que se prometió por lo menos cuidarlo hasta que pueda volver a su verdadero hogar. Con la única condición de no acostumbrarse.

—Ponlo tú —dijo Yeonjun y le extendió el pañuelo con el que estaba limpiando los engranajes —Tú lo encontraste, sería bueno que lo coloques tú.

Soobin se mostró confundido en un principio, sin embargo luego le sonrió, radiante y recibió el pañuelo.

Limpió el engranaje con cuidado y una vez estuvo seguro, lo llevó y colocó en el reloj. Acomodándolo para que encajara con los otros engranajes.

El rubio alejó su mano y esperaron por lo menos un minuto, y luego suspiraron de alivio cuando el reloj comenzó a funcionar.

—Soobin ¿me harías el honor de ajustar la hora del reloj? —El chico asintió energético y Yeonjun abrió la ventanilla donde estaban las manecillas y Soobin giró de ellas hasta dejarlas como el reloj que se encontraba colgado en la pared del taller.

El rubio miró a su dueño, orgulloso de su acto y Yeonjun le sonrió en aprobación.

—Lo hiciste bien —Soobin abrazó al más bajo, sorprendiéndolo un poco, sin embargo en lugar de alejarlo como lo hizo más temprano, le correspondió débilmente, dejando suaves palmaditas en la espalda del rubio.

Yeonjun recibía muchos abrazos por parte de Ni-Ki, y algunos gestos informales por parte de sus amigos. Sin embargo, jamás creyó que un abrazo se había sentido tan bien como el de Soobin.

El rubio lo había soltado ya hacía un rato, sin embargo Yeonjun seguía sintiendo el calor de Soobin y aquel sentimiento de sentirse extrañamente cómodo y bien.

No tenía idea de cómo, pero Soobin con un simple abrazo lo hizo dejar de dudar y buscar alguna manera de sacarle "la verdad".

Sin darse cuenta, ahora era como el reloj de sus abuelos, dejando de ser vacío.

Tal vez, y sólo tal vez recibió el último engranaje de su reloj y ahora sólo debía esperar a funcionar.

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