🌸 O2 ─ sᴏᴏʙɪɴ ˚᳝᳝ ⸱
Seis de la mañana, y curiosamente esta vez no fue Yeonjun quien apagó la alarma.
Soobin se despertó por el ruidoso aparato con un puchero entre sus labios, y se levantó de la cama únicamente para eso. Sin embargo no supo bien cómo apagar el objeto, sólo presionó los botones al azar, hasta que logró callar el objeto gracias a un pequeño interruptor.
Para ese entonces, un segundo objeto se hizo presente, indicando que eran las seis con quince minutos. Frustrado, el chico miró el aparato con la foto de Yeonjun y un niño, bastante felices.
Cuando Yeonjun se removió hizo lo que la pantalla del celular le dijo: "deslice para desactivar la alarma".
No entendía porqué su amigo Yeonjun usaba objetos tan ruidosos cuando dormía. Como sea, le estaba entrando el sueño nuevamente y acatando a su extraña voz en la cabeza, Soobin volvió a recostarse en la cama, envolverse como una oruga en las mantas y volver a dormir cómodamente.
Yeonjun dormía plácido, hasta que por extrañas razones terminó despertando e interrumpiendo su sueño.
Se sentó en la cama y trató de espantar lo que restaba de sueño al frotar sus manos en su cara, para luego mirar su reloj sin mucho reproche, hasta que se percató de que estaba apagado.
— ¿Mm? —Yeonjun lo tomó y lo revisó, dándose cuenta de que estaba apagado. Extrañado por el suceso volvió a encenderlo y vio que supuestamente eran las ocho.
El joven pelinegro parpadeó y decidió ignorar al objeto, pensando que se había desconfigurado por ser apagado; entonces fue que decidió revisar su teléfono para ver la hora.
Nada más y nada menos que las ocho, ahora con un minuto.
Alzó una ceja confuso ¿cómo fue posible que no oyera la alarma?
—Imposible —el joven lanzó su teléfono a la cama y se levantó de lleno para correr al cuarto de su hijo y despertarlo, inadvertido del chico que aún dormía en su cuarto.
Yeonjun despertó y arregló de la forma más rápida posible a su pequeño Ni-Ki, esta vez llegó adormilado al comedor y no prestaba mucha atención al apuro de su papá.
Mientras Ni-Ki comía el soso sándwich que su padre pudo preparar, Yeonjun corrió a su cuarto para sacar su ropa y vestirse en tiempo récord, sin embargo se detuvo en el umbral al ver un extraño y gran bulto en su cama.
Ni-Ki ya estaba lavando sus dientes cuando escuchó un grito provenir del otro lado de su casa, se acercó y lo primero que vio a su papá sosteniendo un palo y a un extraño hombre vestido de negro y rosa en el otro lado de la cama.
— ¡¿Porqué me golpeaste con ese palo?! —el pequeño Choi abrió los ojos como platos al ver todo de esa forma.
— ¿Papi? —Yeonjun se volteó con horror hacia su hijo, sin embargo no escatimó en tomarlo en brazos y seguir apuntando al hombre con dichoso palo.
— ¡Responde a mi pregunta!
— ¡Ya te dije que soy tu ju...! —el pobre Soobin retrocedió y cayó de la cama al ver que Yeonjun casi lo golpea nuevamente — ¡Ya, baja el palo! —contraatacó finalmente, con el ceño fruncido y un gran puchero.
Yeonjun dio esa mirada asesina que le dedicaba su madre a su padre cada que pudo y habló:
—Largo. O llamaré a la policía.
La expresión de confusión y ¿decepción? ¿Tristeza? Se hizo notar en el chico.
—Pero...
—Sin peros, largo —Sentenció el joven Choi.
—Yeonjun.
— ¿Crees que no soy capaz de llamar a la policía? Vete.
Ni-Ki no pudo evitar sentirse triste por la manera en la que el sólo agachó la cabeza y se levantó del suelo, dejando ver su gran altura y elegante traje.
Yeonjun retrocedió para darle el espacio suficiente, y cuando salió del cuarto, el pequeño hijo de Yeonjun se sorprendió.
—Papi, su traje dice Soobin, como tu muñeca —dijo apuntando y mirando a su papá, haciendo que el chico detuviera su caminar y mirara al pequeño.
Soobin lo reconoció, era el niño que aparecía con Yeonjun en el aparato extraño, y ahora que lo recordaba, fue quien lo sacó de esa fea y oscura caja.
— ¿Me reconoces, pequeño? —Preguntó el chico y Yeonjun frunció el ceño, parecía un león que fue encerrado en una jaula.
— ¡No te dirijas a mi hijo...!
—Te pareces mucho al juguete de mi papi —mencionó el pequeño y los ojos de Soobin brillaron con energía.
— ¡Exacto! Soy Soobin, el juguete favorito de Yeonjun y su mejor amigo~ —el chico sonrió radiante y con el pecho inflado mientras se apuntaba con el pulgar, sacando un "wow" del pequeño.
Ese Soobin lucía cool.
—Te dije que no... —Yeonjun se abstuvo de seguir hablando, ya que tenía los pequeños ojos de su hijo puestos en él y sentía una gran presión de no ser grosero.
No podía, menos cuando era el único ejemplo que podía ser útil en su vida.
Suspiró y pensó en una solución rápida, al menos hasta que fuera a dejar a Ni-Ki en la escuela.
—Ugh —hizo una mueca y bajó a su pequeño, sin embargo tomó su mano —Te dejaré en la escuela. Fin de la historia —Sentenció y su hijo hizo un puchero, luego miró al dichoso Soobin —Tú te quedas acá, tendremos que hablar con algún policía.
Soobin hizo un puchero y los siguió hasta la puerta de la casa, donde Yeonjun le hizo parar y una vez se puso un abrigo, el joven padre colocó un código en un teclado y finalmente ambos salieron del hogar.
15092015.
Soobin se cruzó de brazos como un niño pequeño. No era justo ¡El quería acompañarlos y disculparse con Yeonjun por lo que sea que hizo mal! No le gustaba que Yeonjun le mirara de forma no-amistosa.
En cambio, Yeonjun suspiró un poco aliviado, comenzó a caminar pensando que el tema se arreglaría pronto, con esa clave sería imposible que ese hombre los siguiera o se escapara en caso de ser un ladrón.
No sabía cómo fue que ingresó a su hogar, sin embargo no importaba porque ahora estaba pensando en colocar la alarma de noche, para que aquello no volviera a suceder.
—Luce como un idol —comentó Ni-Ki dentro de su inocencia mientras caminaban, y Yeonjun simplente suspiró.
—Por mucho que estén en tu casa no debes hablar con desconocidos, Nini...
— ¿Porqué no? Él realmente luce como tu muñeco también —el pequeño Choi miró confundido a su papá y este negó.
—Se parece, pero en realidad Soobin fue un juguete bastante popular en su época. Recuerdo que siempre tenía que esconderlo en la oficina de mi papá para que no buscaran comprarlo.
— ¿De verdad Soobin fue tan popular? —Ni-Ki hizo un puchero al ver la escuela agrandarse, estaban llegando a su destino.
—Eso creo —respondió el padre y finalmente llegaron, la portera de la escuela alzó las cejas sorprendidas al ver a Yeonjun y a Ni-Ki tan tarde.
Estaban a punto de ser las nueve.
Yeonjun comenzó a pedir que dejaran a Ni-Ki entrar, apeló con las buenas calificaciones y la actitud intachable de su hijo, pero su hijo no inflaba su pecho para que lo dejaran entrar.
Él estaba viendo a Soobin jugar con Dalkom, el gatito que su escuela cuidaba y mimaba.
—Uh —el niño jaló un poco la ropa de su papá para tratar de llamar su atención, sin embargo sólo recibió un "ahora no hijo, estoy hablando" —Papá, Soobin...
Yeonjun paró en seco y miró a su hijo, quien apuntó hacia donde se encontraba el más alto con su elegante traje negro y un fuerte rosa diciendo "SOOBIN" en su espalda, tampoco podía disimular lo brilloso que era su traje.
Decir que se sorprendió quedaba como una palabra muy pequeña.
—Y por eso creo que debería dejarlo entrar ¡Además! Ni-Ki es muy respetuoso —el joven Choi posó sus manos en los hombros de su hijo, para impedir que mirara al supuesto juguete ser rasguñado por el felino y comenzara a quejarse por eso. Ahora por los nervios tampoco podía hablar más lento.
—Ah, está bien lo dejaré entrar —suspiró la mujer, dándose por vencida y abriendo la gran reja para que el pequeño Ni-Ki pudiera entrar.
— ¡Gracias! Usted es una maravillosa mujer~ —Yeonjun le sonrió a la mujer y se acercó al oído de su hijo —No lo mires y sólo entra, corazón —el niño miró confundido a su papá, pero sólo asintió.
— ¡Adiós Papi! —Yeonjun recibió un beso en su mejilla y el pequeño corrió dentro del establecimiento.
Una vez lo perdió de vista, suspiró y fingió una gran y radiante sonrisa, para luego voltearse y caminar en dirección a su casa. Debía comprobar que Soobin siguiera en la casa, seguro era un mal sueño. Oh, estaba seguro de que lo era.
— ¡Junnie! —Yeonjun ensanchó su sonrisa y aceleró el paso, mientras menos le haga caso estaría venciendo al sistema.
— ¡Oh, Choi Yeonjun! —una mujer lo detuvo, y para su desgracia provocó que Soobin lo alcanzara.
—Y en estos momentos me gustaría no serlo —habló entre dientes, sin dejar esa tensa sonrisa.
—Verá, soy la madre de Yang Jungwon —Yeonjun sólo asintió, no le interesaba en lo más mínimo que su hijo se llamara así —Va en la misma clase que su pequeño.
Soobin inclinó su cabeza y sonrió, pareciera que Ni-Ki era bastante popular entre sus compañeros y los padres de estos.
—Ya veo ¿qué ocurre al respecto? —la sonrisa de la mujer le pareció sospechosa bajo la perspectiva de Yeonjun, no era común que los padres se dirigieran a él; al menos los padres que no fueran la directiva de esa junta de padres.
—Pues, queríamos saber cuanto de descuento nos podría hacer por darles un objeto —Yeonjun alzó ambas cejas, pero sin borrar su sonrisa.
— ¿Perdón?
Soobin miró son una sonrisa al joven padre y luego a la mujer.
—Sí, como supimos de un descuento que nos harían en una casa de antigüedades si lo intercambiamos por un objeto, pensaba con mi esposo que sería buena idea intercambiar con ustedes por ser el padre de Ni-Ki.
La mujer sonreía sin vergüenza, como si estuviera realmente segura de qué era lo que decía. Y el joven Choi no tenía la paciencia para lidiar con una mujer como ella.
—Disculpe el malentendido. Entiendo que la oferta existe en la casa de antigüedades "Choi" ¿no? —la mujer asintió, extasiada por la gran oferta que estaba por hacer, sin embargo Yeonjun se rió de forma exagerada —Bien, entonces se equivocó porque la casa de antigüedades, la cual en parte soy dueño es "ChoiNing", y nosotros no hacemos esos intercambios.
Inmediatamente la sonrisa de la mujer se deformó hasta volverse una mueca de confusión.
— ¿Qué? Debes estar bromeando.
—Ah, en realidad no. La casa de antigüedades "Choi" es nuestra competencia, y creen que lo hacen bien por este tipo de oferta —Soobin hizo una perfecta "o" con sus labios por la respuesta del joven padre —Nosotros no hacemos intercambios ¡No somos una casa de empeño! Nosotros compramos, restauramos y revendemos.
La mujer bufó, sin embargo sonrió y eso hizo confundir a Soobin ¿acaso la mujer estaba molesta o feliz? No lo sabía pero le recordaba en parte a la madre de Yeonjun cuando discutía con su esposo.
—Ya veo —la señora miró de arriba abajo a los dos presentes y prosiguió con sus palabras —No me sorprende que ustedes tengan tantas irresponsabilidades como esta, si en parte eres el dueño.
Eso enojó a Yeonjun, oh eso si que enojó a Yeonjun.
— ¿Perdón? —Preguntó Yeonjun y Soobin frunció un poco el ceño, esas no eran palabras apropiadas para decir cuando alguien está feliz.
Esa mujer quería decirle cosas malas a Yeonjun. Por eso estaba sonriendo.
—Claro, si tu eres el dueño obviamente todo ha de ser caótico en esa tienda de cachivaches —Yeonjun contuvo la respiración, mentalmente estaba contando hasta diez, si llegaba a once explotaría —No me sorprende que hasta con Ni-Ki seas tan descuidado. ¡Já! No se podría esperar más de alguien como tú.
Oh, contó hasta veinte. El joven Choi tomó una bocanada de aire, estaba más que listo para devolverla ¿que se creía esa vieja ruca? Ni que su hijo fuera la mitad de buen niño como Ni-Ki o su trabajo fuera bueno, estaba seguro que ni su esposo...
—Disculpe que me entrometa, señora —Yeonjun miró a Soobin, confundido —Pero debo indicar que sus palabras son erróneas y recalco las palabras de mi jefe.
《¿Jefe? 》
— ¿Qué...? —Soobin le guiñó al ojo a Yeonjun.
—Nosotros nos privamos el derecho de intercambiar objetos. Tememos la posibilidad de que sean objetos malogrados a propósito o de lleno sean falsos —Explicó el muñeco —Yo, como asistente de Yeonjun le recomiendo que no haga enojar demás a mi jefe. Esa oferta no existe y no existirá en nuestra casa de antigüedades.
La mujer y Yeonjun quedaron en absoluto silencio, mirando a Soobin con mezcolanza. Él en cambio sólo se limitó a seguir sonriendo.
—Además, creo que se ganó el título de persona no-grata en el local. No se atreva a insultar a alguien si no quiere pasar una vergüenza peor —la mujer no pudo hablar ni una sola palabra, el rostro lo tenía rojo de la vergüenza y enojo — ¿Tiene alguna otra duda, señora?
Yeonjun sólo rodó sus ojos y tomó la muñeca del más alto, estaba atrasado y hastiado de la situación.
—Bueno, en vista de que no quedan más dudas yo me retiro, debo trabajar y no voy a perder mi tiempo en estas tonterías —declaró Yeonjun y salió de esa situación, arrastrando a Soobin consigo.
De ser por él lo hubiera dejado ahí, si no fuera por cómo fue que lo conoció.
Además ¿cómo se le ocurría decir que era su asistente? La cabeza de Yeonjun comenzaba a doler por el claro enfado que sentía y por el mar de pensamientos. Primero un lunático en su casa y luego la ruca esa. ¿Qué seguía, un simio? ¿Su hermano? Seguramente su hermano para molestarlo, aunque el simio y su hermano son similares.
Aparentemente ese no sería su día de suerte.
—Junnie —Soobin trataba con todas sus fuerzas de seguirle el paso, pero a medida que caminaban parecía acelerarse todavía más. Sus piernas eran largas, pero no lo suficientemente rápidas —Junnie —además, estaba comenzando a sentir algo extraño en su muñeca, no sabía que era pero no se sentía bien — ¡Junnie!
— ¡¿Qué?! —Soobin agachó la cabeza como un pequeño niño y apuntó su muñeca, precisamente la que Yeonjun estaba sosteniendo —Ah ¿esto? Es lo que te pasa por andar siguiéndome —el joven Choi apretó la mano aún más y en consecuencia Soobin no pudo evitar soltar un quejido.
No fue hasta que lo soltó que se dio cuenta de lo fuerte que había sido su agarre. La muñeca del chico pasó de ser blanca a un rojo totalmente sofocante en su piel, sin olvidar las marcas de sus dedos en ella.
Yeonjun no pudo evitar sentirse mal. Sin embargo esta vez lo agarró de la mano. Estaba seguro de que su rostro lo vio en algún lado, y lo necesitaba ahí para entregarlo a la policía.
—Escucha, iremos a mi casa para que pueda cambiarme, luego nos iremos a mi trabajo y después de eso te llevaré a una estación de policía para entregarte.
Soobin inclinó su cabeza, no se oía muy feliz la parte de ir a la policía. Pero si eso iba a dejar tranquilo a su Junnie entonces iría.
—Está bien —El joven Choi suspiró y luego de eso escucharon un rugido. Se trataba del estómago de Soobin —Creo que tengo hambre —comentó mirando y tocando su abdomen.
Sería un día muy largo para Yeonjun, y no daba pronóstico de un buen día.
Yeonjun no podía mirar a Soobin, estaba muy enfadado y su café también había quemado su lengua.
Aparte ¿Porqué el chico ese no sabía usar cubiertos? Podía entender que le dificultara usar tenedor o los palillos, independiente a si es extranjero o no ¡Pero usar una cuchara era lo básico!
Parecía que tampoco comía cosas tan solidas, empezó a creer que el chico entró en una especie de infantilización un tanto nociva, gracias a ello sólo se le ocurrió darle algo de avena.
Luego, su muñeco.
Está bien, él ya no lo usaba para jugar, no tenía ni tiempo ni imaginación -y mucho menos valentía-, pero estaba molesto por haberlo perdido nuevamente.
El pobre Choi suspiró, para su infortunio nada de eso era un sueño. Ya lo intentó de todo.
Pellizcarse, caer directamente al suelo, tirarse agua y por supuesto, darse un gran golpe con el palo.
Afortunadamente ya estaba por llegar a su zona de confort, su preciado trabajo. Pero estaba llegando muy atrasado y estresado, esto no le agradaba para nada.
— ¿Qué significa 'blonde'? —Preguntó Soobin al escuchar la letra de "Barbie Girl" a través de la radio de la camioneta. Podía entender algunas partes, algo de las clases de inglés a las que Yeonjun lo llevó a escondidas se quedó en su cabeza, pero habían pasado más de quince años desde la última vez que el chico hizo eso.
Y aparentemente el tiempo también desgastó el buen humor y temperamento de su dueño.
—Es rubio —el tono grave y casi en un gruñido hizo que Soobin dejara de mirar al más bajo y decidió mirar la carretera.
—Okey —respondió y se mantuvo callado mientras escuchaba la canción. Sin embargo no le duró mucho, ya que no tardó en comenzar a tararear la melodía.
Yeonjun miró de reojo al chico, parecía un niño cuando tarareaba, hablaba o incluso cuando no hacía nada. Pero no podía sacarse de la cabeza la manera en la que lo defendió hace un rato.
Él de verdad se preguntaba si acaso todo estaba bien en la cabeza de ese hombre.
Se detuvieron en un semáforo ya que cambió de color, fue ahí donde el más alto habló nuevamente.
— ¿Qué significa 'Dolly'? 'Doll' recuerdo que era muñeca... —Preguntó el chico nuevamente, sin mirar a Yeonjun y jugaba con sus dedos.
Yeonjun lo miró confundido, ¿cómo fue que el chico hablara con formalidad y con tanta confianza, pero ahora resulta que es incapaz de recordar un diminutivo? Mientras más intentaba entender la mente de ese chico, mayor era el revoltijo en su propia cabeza.
Se mantuvo así un momento, no terminaba de entender ninguna conclusión a la que llegaba.
¿Little space? Perturbante. ¿Infantilización extrema? Podría ser. ¿Y si en realidad actúa de esa manera porque intentó robarle pero no esperaba que las cosas salieran de la forma en la que lo hicieron? Es seguro.
— ¿Junnie? —llamó el chico —Junnie, el semáforo está en verde -El joven sacudió su cabeza y comenzó a avanzar, sin saber qué hacer o decir —Y tampoco me dijiste qué significa 'Dolly'.
Probablemente sólo era un tonto que quería salirse con la suya.
—Mira, no hagas tantas preguntas que me desconcentrás —Alegó el más bajo —Podemos tener un accidente si no tengo la atención suficiente en el camino.
Este chico no sabía que Choi Yeonjun siempre encuentra una manera de ir cinco pasos adelante.
Cuando finalmente llegaron, Yeonjun le prohibió bajar de la camioneta hasta que él se lo indicara, ya que se dedicó a descargar unas cajas de un camión ajeno y entrarlas a la casa de antigüedades.
Soobin lo miró con un gran puchero ¿porqué su dueño no quería que él bajara de la camioneta?
Pensó en bajar por su cuenta, pero Yeonjun siempre estaba observándolo cada que entraba y salía del local. Si antes le fue posible salir de la casa fue porque Yeonjun no estaba ahí para detenerlo.
Estiró sus pies un poco luego de llevar un rato ahí, mientras seguía viendo a su dueño entrar y entrar cajas, en algunos momentos con dos chicos más, otras por su cuenta y...
¿Porqué de la nada Yeonjun ya no salió?
El muñeco se quedó confundido y esperó por un largo rato hasta que notó como el sol estaba sobre el cielo. Era mediodía ya.
Su parte baja comenzaba a sentirse igual que su muñeca y como su cabeza cuando Yeonjun le dio con el palo.
Suspiró y se acomodó otra vez, pero falló y miró la manija de su puerta.
Yeonjun se iba a enfadar mucho, pero era eso o su parte baja dolería y le sería incómodo caminar para cuando él volviera y le dejara bajar.
Tomó la manija y la jaló de la misma forma en la que el joven Choi lo hizo -pero sin tanta fuerza- y bajó de la camioneta, sintiendo al fin la libertad en sus piernas y el aire fresco de esa tarde primaveral.
Se aseguró de dejar con seguro la camioneta y se acercó a la gran vitrina, encontrándose con voluptuosos objetos y con bellas decoraciones. Parecían nuevos.
La edad de esos objetos podía variar, desde los ochenta hasta los cincuenta, sin embargo era la apariencia de como si los hubieran presentado al mercado ayer... Era inigualable.
—Wow~ Junnie, el señor Nabil y el señor Choi hacen maravillas —dijo mientras sus ojos brillaban por la admiración.
Sin darse cuenta, captó la atención de Kai, quien al verlo entre las cosas que estaban en exposición decidió salir y ver si podía ayudarlo.
—Uhh, hola ¿Puedo ayudarte en algo? —Soobin dejó de mirar hacia al interior y se fijó en el castaño. Por el contrario de su dueño, el chico parecía ser muy amable ¡incluso le sonrió!
Y también es muy parecido con el señor Nabil.
El pelinegro le devolvió la sonrisa y miró una vez más adentro, antes de contestarle.
—Estoy buscando a Choi Yeonjun. Supe que trabaja aquí.
Huening se quedó de una sola pieza, el chico parecía venir con las manos vacías y su vestimenta no le daba a entender que fuera un hombre de negocios como tal.
Oh dios ¿acaso su amigo de toda la vida estaba ocultando una cita?
—Uhm ¿se encuentra aquí? —Preguntó Soobin, confundido por el silencio del chico ¿acaso dijo algo mal? Su boca se acentuó en un adorable puchero y el castaño sacudió su cabeza.
— ¡Claro! Entra, haré que te atienda en un momento —Soobin volvió a sonreír y le agradeció al chico, luego ingresó al local cuando siguió por detrás a Huening.
El muñeco quedó asombrado al ver el interior, los pasillos se encontraban llenos de diversos objetos y decoraciones. Las murallas blancas sostenían bellos cuadros y cerca de un espacioso lugar se encontraba el mostrador, en él estaba la caja registradora y un chico rubio atendiendo.
Todo estaba tan bien cuidado, tan limpio y meticulosamente decorado, parecía que su mente viajaba a través del tiempo al reconocer tantos objetos; simplemente estaba maravillado.
El cabello rubio y la tienda entera eran algo nuevo y lindo para él.
—Yeonjun se encuentra ocupado en la oficina, pero puedes espe... ¿Chico? —En cuanto Soobin escuchó la palabra "oficina" asumió que se refería a la oficina del señor Choi, por lo que no pensó más y se dirigió a la puerta que lo llevaba a esas oficinas. Y el pobre Huening se dio cuenta cuando el chico estaba atravesando la puerta — ¡Hey, ahí no!
Tal vez la tienda lucía diferente por dentro, pero su infraestructura era la misma por lo que fue fácil recordar el recorrido.
— ¡O-oye, detente! —Soobin no hizo caso a los llamados de Kai, estaba viendo la gran decoración del largo pasillo de murallas marfil.
No recordaba muy bien lo que tenían todas las puertas, sabía que unas eran oficinas -al menos la verde oscura era la del señor Nabil, eso lo recordaba bien por lo destacable que era al ser la única puerta que mantenía su color original-, también habían unas cuantas bodegas y seguramente por ese mismo lugar se podía acceder al taller.
Pero más importante era encontrar la oficina del señor Choi.
Caminó viendo los letreros plateados de las puertas marrones, sin detenerse a pesar de tener los constantes jalones de Huening en su traje. Sin embargo detuvo su andar una vez escuchó una puerta abrirse y la voz de Yeonjun se hizo escuchar.
—Sí, lo entiendo. Muchas gracias —Yeonjun estaba saliendo de la única puerta que se encontraba al final del pasillo, cerró la puerta con calma y luego alzó la vista.
Fue primera vez que Soobin pudo ver en los ojos de Yeonjun una forma relajada, sin sus pupilas tan dilatadas por el enojo y sin su ceño fruncido. No sonreía, pero en su aura podía sentir la tranquilidad que reinaba en esos momentos.
Lástima que hubieran durado sólo unos segundo, por que luego de mirarlo por un poco de tiempo y escuchar al chico castaño caer, el ceño de Yeonjun volvió a arrugarse en ese gesto de molestia y enojo.
— ¿Qué haces aquí?
—Me estaban molestando las piernas. Y Junnie no llegaba —Yeonjun alzó sus cejas, recordando sus propias palabras.
—Oh.
— ¡Agh me rindo! —el castaño se levantó del piso y sacudió sus ropas, acercándose a la puerta de la oficina del señor Nabil —Intenté retenerlo en la tienda, pero vino aquí como si nada. Tu ligue es extraño, Choi —comentó el castaño con esa rara expresión y finalmente entró a la oficina, cerrando la puerta.
— ¿Ligue...? —Yeonjun sacudió su cabeza, y jalando del traje hizo que Soobin entrara a la oficina de la cual había salido.
Tenían que arreglar este tema ahora ya.
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