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01


Seúl era una ciudad llena de rincones mágicos que oscilaban desde pequeñas librerías secretas en las que te podías perder por horas leyendo tus libros favoritos hasta sonoros clubes nocturnos donde las luces de neón alumbran las fachadas. Pero más allá de las calles atestadas, de los bares y cafés, lejos de las grandes mansiones y lujosas tiendas, una chica se adentraba a diario en su propia aventura que no necesitaba de muchos lujos.

Bastaba tener una gran imaginación para hacer de una juguetería el lugar predilecto de una chica como Soojin.

Impoluta e inocente, de gran imaginación y entusiasmo inquebrantable, de mejillas rosadas y ojos pequeños, Soojin trabajaba en una juguetería y cada día convertía aquellos pasillos en su aventura particular. Su alegría contagiaba a los clientes, tanto grandes como chicos.

Todos los días llegaba radiante, llena de energía y se preguntaba qué clase de historias crearía hoy para los pequeños que elegían sus juguetes favoritos.

¿Será la de un dragón que ataca el castillo de una princesa o la de un soldado que aguarda para cumplir su misión en la cima de un volcán?

Lo cierto era que la juguetería Tororo ubicada en el distrito de Gangnam le había caído como anillo al dedo a Soojin.

— Dicen que las flores no hablan y que lo hacen a través de su belleza la cual es perfecta pero no eterna. Hay quienes no aprecian dicha belleza hasta que ya es tarde para ellas... Y mueren, mueren sin reconocimiento —Decía Mihyun, el compañero de trabajo de Soojin mientras leía un poema que había traído para compartirlo con ella.

Ambos estaban recostados en el mostrador de la tienda leyendo el poema puesto que durante día de había llovido muy fuerte en la ciudad y no tenían muchos clientes.

Mihyun era un poco distinto a Soojin.

Mientras ella siempre buscaba el lado positivo de las cosas e inventaba grandes historias, Mihyun por su parte prefería los poemas trágicos y las telenovelas con finales tristes. Sin embargo, físicamente los dos podrían pasar por hermanos pues tenían el mismo color de cabello acaramelado y la misma cara de niños pequeños que los hacía enternecedores pero daban aquella impresión de saber más de lo que aparentaban.

— ¿Por qué siempre traes poemas tristes? —Se quejó Soojin apretando los labios en una mueca —Me gustan las flores y ahora por tu culpa me entristece pensar en ellas y lo pronto que mueren.

Mihyun rió conmovido por la reacción de la menuda.

— Así es la vida, pequejin —Bramó llamándola por el sobrenombre que le había puesto uniendo la palabra pequeña con Soojin.

— ¿Triste y gris como este día? Pues no me lo creo —Bufó saliendo detrás del mostrador y dirigiéndose hacia el área donde estaban los balones inflables, tomó uno y se lo aventó a Mihyun.

— ¿Qué haces? —Preguntó éste atajando el balón en el aire.

— Estoy aburrida y no hay clientes. ¿Podemos jugar algo, al menos? —Hizo pucheros mientras unía sus manos en forma de plegaria.

Durante un rato estuvieron pasándose el gran balón inflable de color naranja de un lado al otro mientras hablaban de lo divertido que sería acampar en el río Han, comer pizza y escuchar música.

Finalmente los brazos de Soojin no pudieron resistir una lanzada más y se tuvieron que sentar en el suelo de alfombra azul celeste que adornada la tienda para tomar un respiro de toda la actividad física.

— Anímate —Musitó Mihyun al ver que la chica estaba desanimada porque no había clientes a los que atender ni aventuras de las cuales disfrutar —Cuando el sol vuelva a salir seguro vienen muchas personas.

— Ojalá sea como dices —Murmuró ella recostada sobre la alfombra con los brazos estirados poniendo su atención en un punto fijo del techo.

Como si su deseo se hubiese hecho realidad y sus plegarias al cielo escuchadas, la campanilla de la puerta sonó advirtiendo que un cliente había entrado.

Soojin dio un brinco y se levantó de inmediato mientras Mihyun la seguía y se situaba detrás del mostrador luego de darle la bienvenida al chico que había hecho sonar la campanilla.

— ¡Pero si es el señor T! —Exclamó Mihyun emocionado al ver al cliente que ya conocía.

De hecho, los dos conocían a este cliente, iba regularmente a la juguetería desde hacía casi seis meses y desde entonces se habían encariñado con él a pesar de no saber si quiera como lucía su rostro o cual era su nombre real. Lo que sí sabían es que cada vez que se aparecía por el lugar cargaba una cámara fotográfica en el cuello y su vestimenta habitual que lo volvía intrigante.

Kim Taehyung era ese chico que siempre usaba tapabocas negro, gorro y chaquetas de cuero marca Gucci. Visitaba la juguetería una vez a la semana para comprar un juguete de colección.

Para Soojin era un chico misterioso del que no sabía nada. Taehyung siempre pagaba en efectivo y les había pedido que lo llamaran T. Lo poco que podían alcanzar a identificar de su rostro era que tenía unas cejas muy pronunciadas y una voz gruesa y varonil que a la menuda le encantaba escuchar aunque por supuesto esto último era un secreto.

Si a ella le gustaban las aventuras era lógico que T fuera una de ellas. Una en la que todavía no había podido adentrarse. 

— ¿Ha venido por otro juguete de colección? —Preguntó la castaña tímidamente mientras repasaba con la mirada la mojada chaqueta de T.

— Así es —Respondió él sonriendo tras el tapabocas.

A pesar de ser un joven con tanto secretos e identidad desconocida, Taehyung era amable y muy dulce con las personas, en especial con la chica que le gustaba desde hacía unos meses atrás y la misma que estaba ante sus ojos con las mejillas sonrojadas.

Soojin lo había cautivado desde la primera vez que la vio cuando vino a la juguetería buscando un regalo para su hermano. Allí estaba ella, menuda y con el alma de una niña brincando de un lado al otro con una sonrisa radiante.

Él pensó que era tan linda que estuvo a punto de pedirle el número de teléfono pero luego se arrepintió por miedo. De igual forma y atraído por aquella chica tan particular, siguió yendo cada semana buscando un juguete de colección que le encantaba con la excusa de poder verla y hablarle.

Cada semana se le hacía más bonita ante sus ojos y las ganas de confesarle que quería conocerla más crecían, sin embargo, siempre que estaba a punto de dar un paso adelante terminaba arrepintiéndose.

Tanto le gustaba que la había apodado doll* en su cabeza porque lucía tan bonita y delicada como una.

— ¿Ha tomado muchas fotografías hoy? —Preguntó curioso y con entusiasmo Mihyun quién se sentía atraído por aquella cámara y que había inferido que Taehyung era fotógrafo.

— He tomado una que me ha encantado.

— ¿Nos la muestra? —Preguntó Soojin algo nerviosa pero obtuvo la misma respuesta de siempre por parte de T.

— Es un secreto —Dijo con su profunda voz y se dirigió hacia su pasillo predilecto seguido por ella.

Aquellas fotografías que él llamaba secretos no eran más que capturas de Soojin. Cada vez que él la visitaba le tomaba una foto antes de entrar a la tienda, las que más le gustaban eran en las que sonreía y jugaba. Taehyung se sentía mal consigo mismo porque sabía que fotografiarla sin su permiso era algo inadecuado pero se prometía así mismo que pronto se las enseñaría. Tenía unas pocas polaroids de ella pero era especiales.

Esos eran sus secretos. Soojin era su secreto.

Lo cierto era que Kim Taehyung era un famoso cantante de la ciudad y que junto a seis chicos más conformaba una de las bandas más reconocidas de todo el país. Es por ello que siempre se camuflaba con aquella vestimenta cuando salía a la calle, ya que corría el riesgo de ser reconocido y quizás nunca más podría acudir a la juguetería.

No podía permitirse eso.

Aquella juguetería no sólo le daba la oportunidad de mirar a la chica hacer lo que más le gustaba o comprar su juguete sino que también le permitía escaparse por un rato del trabajo y la excesiva atención que recibía.

— ¿Cuál será el elegido el día de hoy? —Preguntó la chica repasando la estantería con la mirada.

Taehyung adoraba verla concentrada en su trabajo pero sobre todo le gustaba que ella inventara una historia acerca del juguete que él elegiría. Siempre lo hacía y él se enamoraba de aquellas historias o de sus palabras.

—Me llevaré el... —Meditó por unos segundos —El verde —Tomó el juguete y se lo apretujó al pecho mientras sonreía. Se emocionó por la anticipación.

Sabía lo que vendría, Soojin le contaría una historia.

Sin embargo, esta vez ella se quedó muda y en lugar de empezar a recitar con entusiasmo como siempre hacía, lo miró con cierta tristeza en el rostro.

— ¿Hoy no hay historia para el elegido?

Ella negó con la cabeza varias veces.

— ¿Y eso por qué? —Frunció el ceño mientras la miraba confundido y su corazón se entristecía.

— Porque yo siempre te cuento historias pero tú nunca me has mostrado una de tus fotografías —Murmuró ella con vergüenza palpable en su voz y la forma en la que sus mejillas se sonrojaron notoriamente.

A Taehyung casi le explota el corazón de lo linda que se veía recriminándole aquello, apretó los labios tras el tapabocas para evitar sonreír en exceso y soltó una risa leve que llamó la atención de la castaña.

— Es que temo que si te muestro mis secretos ya no me mires con los mismos ojos —Confesó un poco incómodo.

¿Y qué ojos eran esos? Pues los de una chica que le sonreía siempre y le alegraba el día. Incluso las nubes que se cernían en el cielo no eran capaces de ocultar el brillo que ella emanaba.

Sin embargo, al decirle que le gustaba tendría que terminar mostrándole su identidad y a Taehyung le aterraba que al descubrirlo ella comenzara a tratarlo diferente debido a su posición. 

Era el precio que pagaba por ser quien era.

— Entonces no podré contarte nuevas historias.

— ¿Y cómo haremos? —Taehyung le sonrió con dulzura —Vengo aquí sólo para escuchar una nueva, no puedes hacerme esto —Le desbarató el cabello gentilmente y luego miró al juguete con tristeza.

— Ya he puesto mis condiciones —Dijo ella sin ceder —El pequeño súper héroe verde tendrá que irse sin una historia por lo que, eso lo hace nómada y huérfano.

T sonrió con total sinceridad y luego meditó buscando una alternativa para salirse del embrollo y lograr que Soojin cediera.

— Hagamos un trato —Comenzó haciendo que los ojos de la chica brillaran con entusiasmo.

¿Sería esa la nueva aventura que estaba buscando? Estaba por averiguarlo.

— ¿Cuándo es tu cumpleaños? —Preguntó él. Su corazón empezó a latir con rapidez porque la idea que se le había ocurrido era un poco arriesgada.

Pero era ahora o nunca.

Taehyung prefería el ahora.

— Es dentro de un mes —Respondió la castaña sin comprender a dónde quería llegar con eso.

— Pues bien... Dentro de un mes a partir de hoy te diré mis secretos.

Ella abrió los ojos sorprendida. ¿Sería capaz de descubrir esos secretos y mejor aún, conocerlo mejor?

— Es decir, ¿me enseñarás tus fotos? —Preguntó aún confundida enarcando una ceja mientras ignoraba la creciente emoción en su pecho.

— Es un trato —Asintió él con rapidez —Ahora, creo que me debes mi historia —Dijo divertido.

Y como de costumbre Soojin se encargó de adentrarlo en otro mundo, en otra aventura a través de sus palabras y su sonrisa que no dejaban de cautivarlo.

Si la pequeña tan sólo supiera la forma en la que Kim Taehyung sonríe por ella tras aquel tapabocas.

***

Como las promesas se cumplen y los tratos son sagrados para Taehyung, luego de pasar exactamente un mes era hora de que el chico le mostrara a la castaña que cosa lo hacía dormir feliz por las noches. Su más preciado secreto: El quererla tras las polaroids que había coleccionado de ella con el recuerdo de cada momento que logró capturar en ellas.

Esa mañana Taehyung había tenido mucho trabajo y estaba muy cansado, pero aun así estuvo sonriendo sin parar porque sabía que por la tarde pasaría por la juguetería.

— ¿Por qué estás tan feliz? —Le preguntó uno de sus compañeros al ver su estado de ánimo que parecía no opacarse por nada.

— Creo que hoy es el día —Respondió nervioso mientras mordía su labio inferior —Lo haré.

— ¿Te refieres a lo de la chica de la juguetería? —Intervino otro de sus amigos quien había escuchado la conversación de casualidad —¿Te le vas a confesar?

— Eso es totalmente lo que tengo en mente —Dijo mirando detenidamente la caja que tenía en sus manos. Aquella caja contenía el regalo de cumpleaños de la castaña y en el cual Taehyung había invertido mucho esfuerzo y dedicación.

Parte de su corazón estaba allí.

— Mucha suerte, espero que te diga que sí —Dijo su amigo palmeándole el hombro para alentarlo —Y luego le das la bienvenida a nuestra chica.

***

El corazón le latía con fuerzas y sus manos sudaban sosteniendo aquella caja de color lila rodeada por un lazo blanco. Estaba de pie delante de la juguetería luchando contra sí mismo y pensando en las miles de posibilidades que había para que Soojn le dijera que no lo quería de vuelta cuando él se le confesara.

Respiró profundo, se aclaró la voz y justo cuando estaba a punto de abrir la puerta de cristal la vio detrás del mostrador sonriendo como de costumbre recibiendo un gran abrazo de su amigo Mihyun.

Taehyung palideció al pensar que quizás Soojin no lo querría ver más nunca si se enteraba que estuvo haciendo polaroids de ella durante tanto tiempo.

¿Y si en realidad siempre le ha gustado aquel chico?

Empezaba a retroceder sobre sus pasos aterrado.

Si ella lo rechazaba entonces ya no podría venir ni siquiera a verla o escucharla contar alguna historia increíble. Sin embargo, no pudo escapar de su destino. En el momento que pensaba correr de vuelta a la compañía, Soojin escudriñó sus ojos hacia la puerta y lo vio allí inerte con el corazón en la garganta.

— ¡Señor T! —Gritó saliendo a toda velocidad del mostrador.

Ella no podía perder esta oportunidad, había contado los días con esmero para que Taehyung le mostrara sus fotografías.

— Hola —Dijo tan nervioso que su voz sonaba extraña.

— Estuve esperando mucho por este día —Intervino ella emocionada. Sus ojos radiantes secaron la garganta de Taehyung —Y bien, ¿dónde están?

Los secretos de Taehyung estaban por ser revelados el día de hoy.

Todos y cada uno de ellos descansaban dentro de la caja lila convertidos ahora en un lindo álbum que el mismo había hecho. Las fotos estaban ordenabas por fecha, desde la primera hasta la última que había tomado la semana pasada.

Pero no se sentía seguro de seguir con todo lo que había planeado durante el último mes en su cabeza. Estaba aterrado y ansioso por lo que terminó mintiendo.

— No las he traído —Mintió escondiendo la caja tras de sí —Lo siento, lo he olvidado.

— Pero... —La alegría se esfumó de los ojos de la chica y atacó con un comentario mordaz que le dolió —Yo creí que usted mantenía sus promesas.

— Y lo hago es sólo que ésta es muy difícil —Aquellas palabras le habían sentado muy mal en el pecho. Nunca rompía sus promesas.

— Un trato es un trato señor T y usted... —Agachó la mirada y sintió ganas de echarse a llorar.

¿Cómo le decía que quería conocerlo más y desentrañar lo que estaba detrás de todo ese camuflaje? Había estado esperando un mes en vano. Su cumpleaños ya no le parecía tan alegre ahora que Taehyung le había fallado.

— Debo irme —Dijo ella buscando una razón para correr lejos de él y llorar con libertad junto a Mihyun —Lo siento —Giró sobre sus talones.

A Taehyung se le rompió el corazón al darse cuenta que él era la razón por la que Soojin tenía aquellos ojos tristes. Así que no esperó a que ella entrara a la tienda, la tomó de un brazo y la giró hacia él colocando la caja delante de su rostro en un impulso de hacerle entender que tenía su corazón en sus manos.

— Aquí... —Murmuró nervioso a punto de echar a correr —Estos son mis secretos, todos y cada uno de ellos —Confesó.

Ella no entendió inmediatamente lo que pasaba pero la mirada de sorpresa fue rápidamente reemplazada por una gran sonrisa que hizo derretir la cordura de Taehyung. Cuando ella clavó sus ojos en la caja el castaño volvió a palidecer.

¿Debería correr para no ver como la chica lo rechazaba o debía quedarse y ser valiente hasta el último momento?

—Sabía que podía confiar en tus palabras —Dijo ella desatando el lazo.

El pecho de Taehyung casi dolía a causa de los frenéticos latidos de su corazón. Soojin abría meticulosamente su regalo y en menos de diez segundos ya tenía el álbum en sus manos.

La chica sintió como sus pulmones perdían el aire cuando leyó la inscripción del álbum.


Tú eres mi secreto.

Kim Taehyung.


Miró con incredulidad y emoción cada polaroid que Taehyung había incluido y se llevó una mano a la boca para que él no viera lo sorprendida que estaba. Casi lloraba de la felicidad y su cerebro aún no entendía que aquel chico la quería muchísimo.

Tanto como ella a él.

— Este ha sido el mejor regalo de mi vida —Murmuró levemente mientras levantaba la mirada para conseguirse con que el contrario le estaba mostrando su verdadero rostro.

Se había desecho del gorro y el tapabocas dejando ver quién era en realidad. Él estaba a punto de perder la fuerza en sus piernas a causa de los nervios y Soojin sintió un puñetazo en el estómago al ver que Kim Taehyung estaba delante de ella confesándole sus sentimientos.

Era totalmente apuesto y sacado probablemente de un cuadro de arte. Absorbió cada uno de sus rasgos en un intento por retenerlos ahí en ese momento.

Taehyung soltó un largo suspiro y luego tomó una bonacada de aire. Tenía que dar el último paso de su plan.

— Mucho gusto, Soojin. Me llamo Kim Taehyung —Dijo él con una sonrisa nerviosa —¿Te gustaría que a partir de hoy nos conocieramos mejor? Y... quien dice, ¿salir conmigo en un futuro?

Y fue así como ella comprendió que Taehyung se convertiría en su nueva aventura. Específicamente su primera aventura de amor pues él la había hipnotizado desde antes de saber de quién se trataba.

Soojin le había querido conocer incluso desconociendo su realidad y su verdadero nombre y, ahora que lo sabía quería adentrarse en su corazón durante mucho tiempo y quererlo por quien era más allá de lo que representaba.

Ella por supuesto deseaba lo mismo de él.

Sin saberlo ya lo había hecho. Se había ganado un lugar especial en él y era muy difícil sacarla de ahí. De hecho, casi imposible.

Porque para Kim Taehyung no había chica más bonita que su muñeca de la que quería escuchar cientos de historias y capturar su rostro en una linda fondo para guardarlo en el cajón de sus preciados recuerdos.

Ojalá que para siempre y si no, hasta donde el destino los llevara.  




este es un one shot que escribí hace años como regalo a una lectora, pensé en subirlo porque estaba abandonado en mis carpetas. es algo muy sencillo pero espero que lo hayan disfrutado.

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