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Perfectamente, se podría romper la tensión que se formó en la habitación con una simple aguja. Los rostros de los presentes solamente hacían que se notara el desagrado y el fastidio. 

La suave voz, pero fuerte y concisa, de una mujer se escucha. —El motivo de esta reunión es porque Dairy Styles así lo solicitó como último deseo en su testamento. —La abogada habla leyendo los papeles, Violeta pasa las hojas con profesionalismo.

Cinco personas estaban frente a la mujer, escuchando atentamente lo que se leía —… Encontrándome en mis plenas facultades mentales, yo Dairy Styles dejo como único heredero a mi nieto Harry Styles.

El mencionado cierra los ojos preocupados, lo que se avecinaba no era nada bueno. 

Una de las mujeres arremetió, poniéndose de pie de inmediato; su descontento era evidente. —No puedo creerlo. —Era su tía, Halana una alfa altanera y orgullosa.

—No me sorprende, esa maldita vieja, ¿el manejo de la empresa?, ¿las sucursales…? ¿Todo quedó con él? —El hijo mayor rechistó. Su tío Ethan era un alfa malhumorado y adicto; sus malas decisiones lo llevaron a la quiebra.

La abogada asiente —En efecto, la fábrica y cada una de las tiendas.

—Supuse que todo este teatro de hacernos venir era porque nos pertenecía algo… —escucha la voz de su madre. 

—¿Algo cómo qué? —inquirió Ethan sonriendo con burla—. Tu jodido hijo arruinó todo, Marie.

—Por derecho nos pertenece algo, nosotros somos sus hijos, no él. —Halana alzó la voz.

—Es suficiente, esto es protocolo, la señora Dairy dejó estipuladas unas cláusulas que lamentablemente ninguno cumplió. —La abogada se quitó los lentes dejándolos sobre el escritorio de madera. 

—Esas son tonterías, madre murió hace tres años, ¿por qué hasta ahora? —Martín, su otro tío, pregunta desesperado. 

—Es su deseo y se debe respetar. —Violeta dijo sin darle oportunidad a que continuara. 

—Harry… —La abogada llamó y por primera vez el omega alzó la mirada.

—¿Sí? —Los alfas en la habitación rodaron los ojos con exasperación.

—Mañana iremos, estaré contigo en todo momento. Ve a preparar tus cosas, pronto iré por ti, además de lo anterior, tu abuela dejó esto para ti. —tendió un sobre y una carta.

—Gracias. —Sonrió tímidamente, no estaba acostumbrado a que los alfas de su entorno le hablaran con la delicadeza que ella lo hacía.

Los familiares salieron bajo murmullos dejando al omega sentado, pasaron frente a él sin hablarle, apestaron el lugar con sus fuertes aromas. 

—Siento eso. —El omega habló casi en un murmullo, estaba tan avergonzado.

—No te preocupes, tengo experiencia con tu familia, tu abuela fue una gran mujer, mi mentora era su antigua abogada. Harry, lamento todo lo que pasaste.

—Está bien. —interrumpió, no queriendo traer los amargos recuerdos.

La abogada se puso de pie para escoltarlo fuera, el omega suspiró aguantando el llanto que amenazaba con salir desde que puso un pie en el edificio. Se había prometido no volver, intentó negarse; sin embargo, la abogada suplicó acatar la última orden de su querida abuela. Además, ella era la única que realmente lo quiso.

Buscó un taxi para que lo llevara al hotel en que se hospedaba. Al llegar fue directo a su maleta sacando una vieja fotografía, era él y su abuela.

—Me odian más, nana, ¿por qué yo? —abrazó el desgastado papel y se dejó ir sobre las cobijas. Estos últimos años intentaba olvidar todo su pasado, ya no deseaba recordar nada, si lo hacía era como volver a vivirlo. Tomó aquella carta y la leyó detenidamente.

Querido, Harry

Al terminar, con su dedo índice trazó el rostro de Dairy. —Siento, no haberme despedido de ti, no sabes cómo te extraño. —habló dejando salir sus lágrimas. La abogada le comentó que su abuela hizo lo imposible por encontrarlo y cuando dio con su paradero, le negaron la oportunidad de verlo o tan siquiera contactarlo.

Se puso de pie de inmediato para terminar de acomodar todo, pensó que lo mejor era tener una actitud positiva, ¿qué más podría hacer? —Regresar a la mansión será como estar a tu lado de nuevo, ¿no es así? —sonrió a la vieja fotografía.

Harry, un omega de veintidos años de edad, estaba próximo a cumplir los veintitres. Suspiró rogando que nada malo sucediera; no se sentía lo suficientemente listo para confrontar su pasado.

En una familia donde predominan los alfas y las dos únicas omegas mujeres eran la adoración de todos, Harry fue como una mancha para el apellido. Era el primer omega varón nacido y por su puesto repudiado por todos.

Había oscuros secretos que aún no eran de su conocimiento.

Nacido de dos alfas, un varón y una mujer, todo se fue en pique cuando el alfa quien según era su padre intentó abusar de él, al momento en que su madre supo lo golpeó diciendo que era culpa suya, Harry no tuvo una infancia buena, solamente recordaba golpes, gritos, y cosas que jamás fueron de su agrado.

Creció como un niño tímido, callado y temeroso, no sonreía y el único momento que lo hacía totalmente feliz era cuando su abuela lo visitaba, era la única que lo amaba y cuidaba. Le encantaba tenerla cerca porque peinaba sus rizos y besaba sus mejillas con cariño.

Casi a los ocho años de edad, su padre se fue de casa abandonando a su madre. Ese día le gritó que era un bastardo y fue cuando entendió por qué portaba el apellido de su madre y no el de su padre.

—Eres un ofrecido, tal como tu madre, una puta ofrecida… —Le había gritado cuando él se puso una prenda que su abuela le obsequió, era un overol de color celeste con algunas nubes blancas, para nada una vestimenta adecuada según ellos, pretendían que vistiera de traje con colores neutros, Harry los odiaba—. Estoy tan agradecido que no lleves mi sangre —escupió tirándolo al piso, Harry intentó defenderse y funcionó, ya que personal de la casa llegó junto al niño.

Parpadea intentando no sumergirse en el pasado, ha intentado olvidar, aunque siempre ha sido difícil. Las cosas siempre están presentes como si hubiesen pasado hace un par de meses. 

En resumen, dos años después del enlace de sus padres, la madre de Harry entró en celo en la oficina de su trabajo y la pasó con uno de los socios. De ese encuentro tuvo como fruto un embarazo. Ella lo vio como una oportunidad porque sentía que su matrimonio iba a la deriva, un hijo salvaría lo que estaba destruido, fue entonces dio la noticia a su alfa, al fin estaban a la espera de un cachorro. 

El tiempo pasó y por cuestiones del destino, Dairy descubrió la verdad, estaba tan decepcionada Marie quien era su madre. 

No era la misma persona que ella un día crio, en primer lugar porque nunca estuvo de acuerdo con el enlace, había algo en ese alfa que no le agradaba. 

Un día la anciana confrontó a su hija para que digiera la verdad al alfa, pues ella veía la forma que observaba al pequeño omega, era una especie de mirada lasciva, obsesionada y extraña. 

—¿Por qué no traes a Harry a la mansión? Sabes que lo amo con todo mi corazón, es mi nieto más pequeño.

—Es un niño muy desobediente, tú lo mimas y no sabes realmente cómo es. 

—Tú sabes cuál es el verdadero problema de todo esto, Marie. No entiendo cómo es que desprecias tanto a Harry, es tu hijo maldición, compórtate como una alfa y afronta la situación. 

Marie da una risa amarga, niega, al inicio claro que ella quería mucho a Harry, pero cuando se enteró de que sería un omega varón algo cambió y aún más cuando él fue creciendo y su alfa demostró más interés en él. Se odia tanto por haberse metido con aquel hombre, llegó a pensar que fue una maldición que le fue lanzada como castigo. 

—No sabes nada, mejor cállate. 

—No sé mucho, porque me lo prohíbes, y diablos hija, sabes que no soy de meterme en su vida personal, yo les fui clara al decir que si veía que todo marchaba bien tendrían mi bendición, pero en tu familia no hay nada bien. La última vez que vi a Harry apenas habló, lo vi tan cansado, preocupado y cuando estuvo conmigo lo único que hizo fue dormir porque parecía que no lo hacía desde hace mucho. 

—Deja de ser tan exagerada, de seguro se pone a hacer otras cosas y es por eso que no duerme. 

—O será que no duerme por miedo que alguien le haga daño, dile la verdad a ese alfa, no me gusta cómo lo observa. Hay algo en el que no me gusta, Marie, por favor. Puedes venir conmigo, hija, yo te daré todo mi apoyo. 

—Basta madre, deja la estupidez, él es un buen alfa. 

—Un buen alfa no haría que su hijo moje los pantalones, o que tiemble cuando él se acerca. 

—Son estupideces tuyas. 

—Por el universo dile que Harry no es su hijo, protégelo, ese es tu deber…

Marie suspiró pesado, gritó fuerte, argumentando que ella estaba loca, que su alfa jamás podría hacer tal cosa, y si lo hacía era porque al final Harry era una aberración de la naturaleza. 

Ambas quedan en silencio cuando ven al alfa parado en la puerta, tira el puro que tenía en manos viendo con furia a Marie. Ella intenta detenerlo, pero el alza la mano para que se detenga, Dairy llega impidiendo que la lastime y es así como él da un portazo y se va para jamás regresar.

Harry sintió alivio, pero los golpes y los gritos de su madre fueron peores.

En una de las visitas a la mansión, Marie escuchó a Dairy hablar con una de las personas de servicio diciendo que ella tomaría a Harry para cuidarlo.

Dairy era astuta, inteligente, rápidamente se dio cuenta de que algo no marchaba bien con ellos, contactó a su abogada para preguntar cómo podría proceder legalmente, Marie enfureció tanto que mandó a su pequeño a un internado en escondidas para alejarlo de todo, tanto ella como sus hermanos le tenían cierto recelo al omega porque Dairy parecía tenerle un gran aprecio.

Se habían cumplido dos años desde que su madre lo encerró en aquel lugar, durante ese tiempo no supo nada de su familia, ni una llamada o mensaje, no hasta que un día la rectora comentó con una de las docentes que en la mansión Styles había ocurrido una tragedia catastrófica, una terrible matanza que arrebató la vida de la mayor y algunos empleados de la mansión.

Harry no supo que su abuela, después de tantos esfuerzos supo dónde estaba, Dairy intentó ir a visitarle, pero su madre negó todo contacto con alguien que no fuera ella.

El omega cumplió 18 años en el internado y, al ser mayor de edad, podía salir de ahí sin necesidad de algún pariente. Decidió ir a Irlanda durante dos años, pues en el internado conoció a un alfa de quien se hizo muy amigo. Sus padres eran importantes y para protegerlo lo tenían en ese lugar.

En muchas ocasiones recibió correos y llamadas que ignoró. Hasta que un día un alfa fue a su encuentro diciendo que él se encontraba en el testamento de su abuela y, como estaba pronto a cumplir veintiuno, podría reclamar. 

A medida que fue creciendo, se enteró de que los pagos de sus gastos eran tomados de una cuenta bancaria que tenía a su nombre. Al salir, casi se va de espaldas al ver la fuerte cantidad de dinero que tenía en ella. Supuso que fue su abuela quien se lo otorgó, pues nadie más se preocuparía por él.

Para Harry fue difícil conciliar el sueño, veía la hora a cada cierto tiempo, estaba intranquilo. Cuando por fin pudo cerrar los ojos, eran las cinco de la mañana y su alarma sonó cuarenta minutos después. 

Se levanta y se apresura a arreglarse, se siente cansado y solamente quiere dormir. No logra comer, pues hay algo en su estómago que lo inquieta. Toma algo de medicina y sale cuando recibe una llamada. Es Violeta, se apresura a subir al auto, saluda cordial. Cuando está sentado, suspira nervioso. 

Durante todo el trayecto, ambos estuvieron en silencio. 

—Llegamos. —informó Violeta—. Harry asomó la cabeza por la ventana, observando la enorme mansión. Tenía pocos recuerdos de ese sitio. Sonrió recordando los buenos momentos que pasó con su abuela en aquel lugar, ahora parecía descuidada, vieja y algo tenebrosa.

Bajó del auto con la maleta que llevaba, la abogada arqueó una ceja. —¿Qué es eso?

Harry se hizo pequeño. —Solo es mi maleta.

—¿Y por qué la trajiste?

—Bueno, es necesario para que pueda vivir aquí y…

—Alto, ¿cómo que vivirás aquí? —Ella camina para estar frente a él. 

—Bueno, yo creí que… —Harry frunce el ceño intentando encontrar la oración correcta para decir que él estaría viviendo en la mansión. 

—Es tuya, claro que sí, pero, Harry… es la mansión del terror, no creo que sea buena idea. Mi plan era que la vieras, tomarás lo que creas necesario y luego busquemos un comprador o lo que tú quieras.

—No podría venderla… ¿Qué dices? Era algo preciado para mi abuela, es como volver a estar con ella, además, hay tanto que quiero hacer aquí. —La alfa lo observa con terror, Harry se alarmó por la expresión en su rostro.

—He escuchado muchas cosas referentes a este lugar, Harry, no son nada buenas. El otro día encontraron un cadáver cerca de aquí, y los habitantes juran que está embrujada y por la noche se escuchan cosas extrañas.

—Bueno, no creo que sea posible, no creo mucho en todas esas cosas, ¿sabes?, pero ¿lo del cadáver se resolvió? —preguntó subiendo las gradas mientras sacaba la llave de su saco listo para abrir la puerta. La maleza abarcó gran parte de los acabados. 

—No lo sé, ya no leí más.

—Pudo ser algún incidente, no temas. —Él avanza decidido, hay algo extraño que lo atrae.

—Harry… —Violeta intenta retenerlo.

—Tranquila, Violeta, todo está bien. —habló escuchando el chirriar de la muerta mientras era abierta, por alguna extraña razón su corazón palpitó frenético. 

El olor a polvo azotó en sus rostros, todo estaba oscuro y lleno de telarañas. —Por la luna, esto es terrible… —La luz entró hasta que Violeta abrió las cortinas del enorme ventanal.

Harry creyó percibir el aroma distintivo de su abuela, rosas. Bajó la mirada, notando las gloriosas alfombras que se extendían sobre el piso de madera, era una mansión lujosa, detallada, con adornos de piedra, madera y algunos metales que parecían terminaciones de oro.

Suspiró acercándose a las imponentes escaleras que se encontraban frente a él. Todo parecía tan oscuro y lúgubre; sin embargo, el toque de su abuela se podía distinguir a kilómetros. Era tan sofisticada, elegante, y su mansión era el reflejo de ella.

Escuchó balbucear a Violeta, no puso mucha atención, pues su vista se fijó en aquel enorme cuadro con el retrato de Dairy. Era ella, su abuelo, su madre y sus tíos. Todos sonreían.

Pasó la mano por el dorso de las barandas de madera que adornaban las escaleras, estaba dispuesto a dar un paso para subir cuando sintió un fuerte escalofrío recorrer su piel, levantó su mano frotando su índice y pulgar entre sintiendo la gruesa capa de polvo. 

Por un momento se quedó paralizado, suspiró, parpadeando, elevó su mirada, pues sentía que algo lo estaba observando. 

—Harry… ¿estás bien? —sintió el toque de Violeta en su hombro, volteó de inmediato.

—Si lo siento, es solo que… olvídalo, quizás solo sean cosas mías. 

—Sigo creyendo que es mejor, no te quedes. Si gustas, puedo brindarte una habitación en casa. Mi omega no se molestará, lo juro.

—Tranquila, todo está bien, solo quiero estar en casa. Desde ayer llamé a un equipo de limpieza y llegarán pasado el almuerzo.

La alfa lo observa intranquila, Harry le sonríe para calmarla —Quiero quedarme, no te preocupes. 

Ella traga fuerte y suspira pesado —Te juro que estoy que muero de miedo, ¿puedes pensar bien si te quedaras? —súplica nerviosa.

—Hagamos algo, esperaré que vengan los de limpieza y, si me siento incómodo, entonces te llamaré o buscaré una posada donde pasar la noche, ¿está bien?

—Harry…

—Basta, no te preocupes, al final, si pienso quedarme aquí, debo empezar a acostumbrarme, nada puede salir mal. Confía en mí. —sonrió para tranquilizarla.

Justo en ese momento el celular de la alfa sonó, ella atendió la llamada y por lo que decía Harry supo que se retiraría, pues parecía ser algo urgente del trabajo, al terminar de hablar ella se mordió el labio —Yo aprecié mucho a mi mentora y a tu abuela, me alojaron sin ser experta, Dairy parecía que me veía como una hija y no puedo permitir que algo le suceda a su más grande tesoro. 

Los ojos del omega se cristalizaron. —Estaré bien, créeme. Yo llamaré si necesito algo.

El celular volvió a sonar, y ella se despidió recalcando que llamaría a cada hora. Al verla salir de ahí, Harry suspiró admirando todo el lugar. 

Gracias a los grandes ventanales, la luz del día iluminaba toda la estancia. Así que decidió recorrer todo el lugar, encontró la cocina, se sorprendió un poco al escuchar el grifo gotear, cerró bien la llave para luego continuar su recorrido, llegó hasta la sala principal, lo que parecía ser una oficina y una pequeña estancia que a lo lejos recordaba, era donde su abuela solía tomar el té.

Subió por las escaleras, y una serie de estornudos atacó, haciendo que su nariz se tornara totalmente roja. Siguió su camino y se detuvo observando la serie de puertas; no recordaba que aquello fuera tan enorme.

—Diablos… necesitaré tomar vitaminas. —dijo a la nada rascando su nariz.

Había ventanas que daban al jardín, sacudió las cortinas y las abrió para iluminar, no se dio cuenta de que al caminar una sombra oscura pasó por fuera.

Pasó por una de las puertas y abrió. Era un baño. Siguió su recorrido encontrando habitaciones, una mini sala, otros baños y el dormitorio de su abuela; lloró cuando entró en él. 

Todas sus pertenencias estaban cubiertas por mantas blancas y están con una ligera capa de polvo. Quitó todas las cubiertas y acomodó los cojines y almohadones. Quiso llorar de nuevo, le hubiera encantado compartir más tiempo con ella, acarició la tela y sonrió.

Su corazón se sintió cálido, en realidad se sentía perteneciente a la mansión, como si fuera su hogar.

Luego de limpiar un poco la habitación, salió para continuar, pasó por todas las puertas hasta que se detuvo en una que estaba cerrada con llave. Forcejeó intentando abrirla. —Porque no abres…

Recordó que tenía un juego de llaves en su gabardina, las sacó e intentó buscar la correcta, pero pasó por una, otra y otra, ninguna funcionó.

—Vamos, ¿qué hay aquí? —se encontraba tan concentrado que da la nada un enorme escalofrío que recorrió su cuerpo, pudo notar los bellos de sus manos, erizarse, traga fuerte e intenta respirar. Da un brinco de susto con el revoloteo de unas aves en la ventana.

—Hola… —Habló con voz temblorosa, pues creyó escuchar un resoplido. 

—Diablos… me estoy volviendo loco. —giró para seguir intentando abrir la puerta, el ambiente tenebroso de la mansión estaba empezando a volverlo algo paranoico.

Harry dejó salir una bocana de aire al escuchar un leve sonido, madera rechinar y algunos pasos, de pronto sintió unas fuertes ganas de llorar, se dio vuelta, su corazón dio un vuelco, no era creyente de los sucesos que se relacionaran con fantasmas y esas cosas. 

—Hola… —habló, volteó apresuradamente al escuchar que una de las perillas giraba lentamente—. —¿Qué diablos pasa, quién eres? —volteó, pues otra giró, y luego otra y otra más, se sujetó la cabeza con temor. Una de las puertas hizo un sonido chirriante, en ese preciso momento el timbre sonó, haciéndolo saltar del susto.

Bajó rápidamente las escaleras, volteando atrás con temor, y se quedó parado por unos segundos. Cuando su corazón se calmó fue a la puerta, al darse vuelta una puerta se cerró.

Harry sonrió de alivio, era el equipo de limpieza quien estaba afuera, dio el paso a los alfas y omegas que venían. Al ser un lugar tan grande, tardarían algunos días; iniciarían en el piso de abajo. 

El dueño de la empresa se acercó con una cálida sonrisa. —Soy Liam, un gusto.

—El gusto es mio, soy Harry.

—Bien, Harry, no quiero ser grosero, pero mi omega te admira. Su nombre es Zayn. Vivimos en el otro pueblo y hasta allá se sabe de lo terrorífico que es esta mansión.

—No hay nada terrorífico, supongo que son solo cuentos. —dijo con un leve temblor en la voz. Él estaba ahí por una razón y no se iría hasta tenerla en manos, notó como un omega se acercaba con temor en su mirada.

—Li… ¿Por qué aceptaste esto? Quiero ir a mi nido. —El alfa se volteó para prestarle atención a su omega. 

—Cariño, no seas grosero, él es Harry, el dueño de esta mansión. —El omega abrió los ojos con sorpresa.

—Hola, perdón por eso, es que… esto es tan espeluznante y lo que pasó con la antigua dueña fue tan…

—Zayn… —Su alfa habló con tono acusador.

—Perdón, es que no logro entender por qué estás aquí.

Harry sonrió —Era de mi abuela, era lo único que tenía, supongo que este sitio es especial para mí… todo fue… 

—Espantoso, solo espero que esos ladrones estén pudriéndose en el infierno, mira que robar y luego matar a una anciana…

Liam abrazó a su omega para hacerlo callar, pidió disculpas a Harry. Él le hizo una seña haciéndole saber que todo estaba bien.

Luego de casi cinco horas trabajando, los de la empresa partieron de la mansión. Harry admiró todo, sintiendo un poco de tranquilidad, pues ahora lucía menos terrorífica. 

Aprovechó el tiempo y pasó por cada recámara buscando aquel cofre que su abuela mencionó en la carta, en él había algo muy especial para él, recorrió cada una de las habitaciones y no pudo hallarlo en ningún lugar, se refregó el rostro sintiéndose realmente frustrado, sentía impotencia y ganas de llorar.

Suspiró dirigiéndose a su habitación, con suerte tendría una noche reparadora. Necesitaba relajarse y quitar todos los pensamientos extraños en su cabeza. Tomó su celular y buscó el número de Niall. El hablar con su amigo le hizo sentir un poco más tranquilo. Al anochecer bajó buscando algo de comida, puso un poco de música para quitar todo el silencio. 

Harry odiaba la soledad.

Después de limpiar, decidió tomar una ducha. Había una tina y una regadera. Como se sentía tan agotado, optó por tomar la tina, se sirvió un poco de vino, ambientó el cuarto con algunas velas aromáticas, puso algo de sales en el agua y se sumergió, buscó algo de música y se colocó auriculares.

La suave melodía, lo relajante del agua mezclado con el vino, empezaron a hacer efecto. Harry pestañeó pesado cerrando los ojos, no supo cuánto tiempo había pasado hasta que de fondo sintió nuevamente algunos pasos, se incorporó de inmediato visualizando el lugar, las velas casi estaban totalmente derretidas. Parpadea desconcertado.

A lo lejos escucha el tenue sonido de un violín, una gota de sudor resbala por su mentón, sale de la tina poniéndose su bata. Camina dejando gotas de agua por todos lados, las huellas de sus pies quedaron en la madera del piso, la música se escuchaba más y más de cerca, guiándolo frente a aquella puerta que no logró abrir, la madera dio un leve movimiento. 

Suspiró empujando para adentrarse una leve luz iluminaba la estancia, el omega no entienda cómo era que su cuerpo seguía moviéndose a pesar del gran miedo que sentía, la música empezó de nuevo a un costado, Harry giró y ahogó un grito al tonar la figura de una mujer vestida de blanco, en el suelo yacía una caja musical, y otros objetos que no logró distinguir.

Todo su cabello estaba cubriendo su rostro, tenía un arco de violín en su mano derecha, la izquierda estaba dañada, ya que la usaba como si fuera instrumento, tenía sesgada la piel a punto de verse el hueso. Los movimientos que emitía eran como si estuviera interpretando una canción, que de un momento a otro fueron más intensos.

Harry dio pasos vacilantes hacia atrás, tropezó consigo mismo cayendo de espaldas, ahoga un grito, ya que algo cayó de uno de los estantes. Era un pequeño muñeco que se le hizo familiar, era como el que él tenía de niño, pero este era de cabello castaño y ojos azules.

El sonido del arco arrastrándose le hizo volver la vista; la mujer se acercaba. Levantó la mano para golpearla, quería gritar, pero no tenía voz, su cuerpo se sentía pesado, cerró los ojos con fuerza cuando ella se acercó.

Harry se incorporó abruptamente de la tina abriendo los ojos, era una pesadilla, todo fue solamente un sueño. Llevó su mano al pecho, el agua se sentía algo helada. Se puso de pie tomando su bata y se envolvió. 

Caminó fuera del cuarto de baño, estaba tan consternado por la pesadilla que no se percató de las pisadas de agua que estaban en el piso.

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Hola de nuevo. Me cuentan si les interesa :)

Nalgadas cariñosas ✨️

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