Capítulo Veintitrés: Curiosidad
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—No era necesario utilizar la violencia —reprocha Natasha.
—Tienes razón —coincide Falcone mientras llama a la bartender más cercana—. Tu hermana es una salvaje.
Yo hago una mueca paródica de su comentario. Provocando la risa de toda la mesa.
Es obvio que la camarera no estaba cerca por simple casualidad. Dios, que tanto Gio como Nick fácilmente podrían pasar por modelos de pasarela; claro, obviando la deficiencia de Gio. Y la chica también, no está mal. Lleva una blusa atada en el vientre con un delantal reglamentario para el trabajo, y debajo de éste un pantalón corto minúsculo de mezclilla. Toda su piel es morena pero tiene ojos verdes y una trenza desenfadada recoge su cabello oscuro.
—¿En qué puedo ayudarles? —Pregunta servicial, especialmente a Falcone y Gio.
Danielle gruñe. Yo río.
—La cuenta, preciosa, por favor —responde Falcone.
—Por supuesto, ahora vuelvo —y se vá, moviendo las caderas.
Gio levanta sus gafas para observar mejor. Falcone solo la mira un par de segundos alejarse.
Alexis golpea la cabeza de Gio.
—Babeas —le dice ella, señalándose el mentón y ofreciéndole una servilleta.
No es verdad, pero aún así, Gio se limpia.
Todos comenzamos a levantarnos y recoger nuestras pertenencias.
—Yo no veo lo malo en ello —comenta Tash, limpiando su copa de helado de té verde.
—No, porque tú eres... muy liberal, por no decir promiscua —dice alegremente Alexis.
—Sólo digo que si se siente bien no hay nada de malo en hacerlo.
—¡Gracias, Tash! Por cierto, ¿tienes planes para esta noche? —inquiere Gio, colocando un brazo sobre los hombros de mi hermana, gesto que encuentro sospechoso.
—Los tengo, Gio, pero estás invitado, si lo deseas. —Natasha no aparta el brazo de Gio, ni parece importarle.
—Déjame pensarlo, entonces. —Y se alejan a la salida, metidos en una conversación alegre.
Yo no aparto la mirada de ellos.
—¿Es normal que quiera sacarle los ojos a Giordano con esta cuchara? —Pregunto al aire mientras giro una cuchara pastelera en mi mano.
—Significa que de verdad identificaste a Natasha como tu hermana —comenta Falcone con un deje confidencial, tomando suavemente mi mano y quitándome la cuchara—. Ha sido rápido, lo cierto es que creí que la repudiarías.
—Aquí está. —La camarera llega antes de que pudiera replicar. Le tiende a Falcone una carpeta pequeña de piel con un boli y un papel impreso dentro, rozando un momento sus dedos con los de él.
Falcone ni siquiera lee la cuenta al firmar y colocar una tarjeta dentro. La chica toma la carpeta y con habilidad desliza el plástico en la terminal.
Danielle bosteza y se estira.
—Vittorio, Nick —anuncia Elle, mostrando la pantalla de su móvil—. El deber llama. Flirteas después.
Nick Falcone ignora a Danielle y le susurra a la chica algo al oído que la hace estremecer de placer. Yo ruedo los ojos alzando los brazos al techo y avanzo hacia la salida pasando de un empujón entre la chica y Falcone, Elle tira de Nick a su paso.
El calor es abrumador cuando salimos del antro y su calefacción. La tarde está en su ocaso pero aún así el sol abrasa.
El hombre que espera en la entrada al parecer identifica al instante a Falcone, porque se apresura a llamar por el intercomunicador y anunciarle que su auto está en camino.
No esperamos más de un par de minutos cuando un Cadillac descapotable de un divertido color rojo, aparece frente a nosotros.
Danielle silva.
—Menudo vejestorio te has robado del museo, Nick —comenta Gio, aún al lado de Natasha.
Y, sí, el coche estuvo de moda... en los 70's.
—Ni hablar, lo que ven es sólo la coraza, dentro es toda una máquina tecnológica. No es fácil conseguir un bebé de colección así en el mercado —explica Falcone, orgulloso—. Vamos, señoritas, que este vejestorio necesita hacer ejercicio.
El hombre que condujo el auto hasta nosotros sale de él un tanto abrumado, quizá sea que verdaderamente es espectacular por dentro y por fuera y yo no sé nada de coches o es demasiado excéntrico para salir con él de compras. Como quiera que sea, todos lo miran alucinantes.
Falcone abre la puerta del copiloto ofreciéndome la entrada. Su mirada burlona de siempre me observa con expectación. Es difícil describir el estallido de adrenalina que se lleva dentro de mí. De pronto me siento revitalizada, lista para saltar sobre alguien como en una pelea. Tal vez esté cometiendo falacia con esta analógia pero mi experiencia así lo compara. La naturaleza es injusta excediéndose con unos cuantos al otorgarles la pizca de la belleza. Nick Falcone rebosaba sensualidad.
—Por favor, bella. —Su voz es un susurro itálico grave y enervante.
Le miro un par de segundos más de lo sugerido con los ojos entrecerrados, gesto que le hace sonreír. Enarco una ceja y relamo mis labios con intención para ocultar mi torbellino de emociones y eso amplia más su altivez. Dirijo mi mirada de sus ojos a la mejilla donde un moratón salta a la vista. Le dedico una sonrisa maliciosa que se puede interpretar de diferentes maneras, no me recreo en su reacción.
—Desde luego, signore. —Entro al auto con actitud soberbia.
Tash, Alexis, Danielle y Gio se acomodan en el asiento trasero, las niñas en la parte superior y Elle y Gio, sentados. Alguien había manipulado los controles de audio y ahora suena una canción que no deja de decir que la gente está muy loca a todo volumen.
Alexis y Natasha cantan el coro y se mueven con los brazos en el aire, entonces me pregunto si no estamos siendo un blanco fácil en este momento. Incluso Alexis toma fotografías de nosotros, supongo para sus redes sociales.
Antes, Falcone ha dicho que he identificado a Natasha como mi hermana. No es verdad. En estos últimos seis días me siento como si hubiese envejecido seis años, y no es una hermana a quien veo en Natasha, sino a Ana. Probablemente no haya alguna diferencia en ello, quizá no haya parecido entre ellas, o tal vez sea mi desesperada necesidad de ocupar el vacío que han dejado Nego y Ana que me hace aceptar la entrada de Natasha en mi vida, así como la de todos en el coche.
Falcone me sonríe desde su posición en el asiento del conductor. Me siento extraña al encontrar reconfortante su mensaje. Se ha colocado unos anteojos de sol, su cabello ondea a causa del viento y la velocidad que ha cogido el auto en la carretera. Me relajo, decidida a disfrutar del momento... mientras siga con vida.
—Vittorio nos necesita a Giordano, Nick y a mí —comunica Elle casi gritando—. Zia, tú quedas a cargo de las chicas.
—¡No necesitamos niñera! —Exclama Tash.
—Apenas puedo cuidar de mi persona, Elle, ¿cómo quieres que vigíle a un par de chavalas? —Observo.
Una fuerza inexplicable me obliga a mirar el espejo retrovisor, sólo para poder ver la mirada asesina que Danielle me dirige.
—Tenemos planes para esta noche, estaremos bien. Además, ¿no está ese grandulón que me sigue a todas partes? —Argumenta Tash refiriéndose al esbirro que enviaron a vigilarla—. Y apuesto a que Zia está cansada por el viaje, ¿no es cierto, hermana?
Yo me apresuro a asentir.
—De acuerdo, Gio estará con ustedes en dos horas. Mantengan sus móviles encendidos —ordena Elle, rendida.
Falcone detiene el auto frente al hotel. Todos a excepción de Gio y Elle, salen. Antes de que pueda abrir la puerta Nick ya ha saltado sobre la suya, rodeado el coche y llegado a mi lado. Abre mi puerta con exagerada elegancia... Mi intuición me advierte de un peligro inminente... Ignoro la mano que me ha tendido y salgo del auto.
La noche ha llegado, las lámparas de iluminación pública ya están encendidas, la temperatura aún es alta y todavía hay flujo de turistas en las calles.
Miro a Falcone. El brillo de sus ojos azules es impresionante. Es como ver los astros infinitos en un firmamento de noche prematura. Dejando a la vista todo lo que oculta pero conservando sus misterios, incitando a quien ose desvelarlos. Y al mismo tiempo su arrogancia es un repelente de los que intentan ir más allá de la superficie. Todo él es contradictorio, es inexplicable. Todo él grita peligro. Un mal destino. Es como poner a la curiosidad frente al gato... Y entonces comprendo que por aquello podría morir. Y aún sabiendo eso, en estos instantes, no me importaría perder otra vida si es por saciar la curiosidad de saber qué hay detrás de aquel rostro insidioso.
—Gusto en conocerte. —Le tiendo una mano.
—El placer ha sido todo mío. —La toma para llevarse mis nudillos a sus labios.
El juego ha comenzado. Me pregunto si Nick Falcone también trama algo y si yo seré el gato o el ratón.
Ambos sonreímos.
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Nota:
¡Me encanta esta última parte! ¿Y a ustedes, qué les parece?
Me siento enamorada😍 —con Nick Falcone.
(¿Vieron eso? Es como un estado de Facebook. Jajajaja)
Quiero pedirles un favorcito, sólo a los lectores más fieles de Dolce Vita. Ok, no, a todos ustedes:
Necesito ponerles rostro a las personalidades que aparecen en esta historia y quiero sus opiniones. ¿Qué actores y actrices del cine les gusta para cada personaje que aquí aparece?
¡Estaré leyendo sus sugerencias!
¡No olviden comentar y votar!
Ciao!
—😍Sue.
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