Capítulo Diecisiete: Refugio
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Danielle aún permanece sentada en la mesa y los tres hombres restantes de Vittorio y yo, de pie.
Yo ya no mantengo contacto con la realidad, mi mente se ha desconectado desde el momento en que respondí correctamente al deseo pronunciado por Vittorio:
«Che la famiglia permanere» —Que la familia permanezca, en italiano— «Ad multos annos» —Por muchos años, en latín—
Hago trabajar a mi consciencia para dilucidar cómo es que llegue al conocimiento de ese lema. Es como si, sencillamente, lo tuviera grabado en el cerebro. Mis labios la pronunciaron como según se sabe que dos y dos son cuatro: no lo pensé, lo dije de memoria.
Siento un hueco incómodo en el centro de mi pecho. Me frustra no comprender por qué escuchar ser llamada por el nombre de Zia DiMeo, me hace sentir más completa que nunca. ¿De verdad es mi nombre? Pareciera que encaja a la perfección en una grieta de mi ser; pero eso no cubre otras tantas que me siento tener. Ahora todo está más confuso por el hecho de saber algo que no sabía que sabía.
«Que la familia permanezca...»
Me siento más lejos de entender por qué todo esto se relaciona con Nego y conmigo.
Nego... Nestore Goracci.
Todo es una mentira, es lo único que sé.
Aunque nunca hubo un todo; mi vida siempre se ha reducido a la nada.
—Podemos arreglarnolas nosotras solas, chicos. Retírense —dice Danielle a los hombres que montan guardia.
—Tenemos órdenes de...
—¿Seguros que quieren tratar conmigo sobre órdenes? ¡Largo! —Elle empuja a los esbirros hacia la salida.
Y nos quedamos solas.
—¿Te encuentras bien? —Pregunta después de un par de segundos— Te vez del asco... Lo siento.
—¿Por qué?
—Por todo. Sé que es difícil de asimilar, pero puede ir bien, supongo. Yo también tuve que comprender muchas cosas al mismo tiempo cuando era más pequeña, es superable.
—¡Es que yo no sé nada! —Estallo—. ¡Nadie me dice algo! ¡Solamente me dan información aislada que no se relaciona una con otra. Nada tiene sentido para mí, Danielle!
Las palabras salen atropelladamente de mi boca, apenas puedo comprenderme. Ya era hora de que algo de la llama de ira que arde dentro de mí crepitara.
Danielle camina con paso tranquilo y elegante a la punta de la mesa que Vittorio acaba de abandonar. Toma asiento y disfruta del placer de estar en ese sitio.
—No estoy segura de ser yo la persona correcta para decirte ciertas cosas, pequeña DiMeo.
—Podrías intentar comenzar por el principio.
Danielle hace una mueca de duda, cruza una pierna sobre otra, une las puntas de los dedos frente a su pecho, apoyando los codos en los descansos de la silla y se mueve girando un poco. Piensa durante unos segundos agonizantes.
—¿Algo tiene que ver la muerte de Ana con esto? —Pregunto fríamente, temiendo la respuesta.
Elle me mira sorprendida.
—¿Te refieres a la niña que Edson...?
Asiento.
—No. Ha sido un accidente —continua, bajando la mirada y dejando de moverse—. Lo lamento, de verdad. Era tu amiga, ¿no? Te aseguro que si yo hubiera estado allí, ella seguiría viva. Lo siento.
No digo nada. La muerte de Ana no tiene justificación, ella simplemente no debió morir.
—Me seguiste para matarme a mí también.
—Sí y no. Yo seguí al novato que Edson envió a por tí. Si no lo hubiera hecho, él sí que te habría matado..., y hecho algo más. Me ofrecí a acompañarlo para informar a Edson qué era lo que hacías. Yo hice obvia la persecución para darte tiempo de enterarte y tomar medidas.
—Entonces, ¿fuiste tú quien inconscientizó al tipo?
Elle responde con un encogimiento de hombros.
—Era feo y exasperante —se excusa.
—¿Por qué desapareciste?
—Era parte del plan; necesitábamos enfocar la atención de Edson en tí para investigarlo. Es un tipo escurridizo.
—En realidad no perteneces a esa banda. ¿Por qué decidiste unirte de incógnito?
—Había que mantener vigilada a la pandilla más peligrosa e influyente del sitio. Además, me aburría como ostra metida aquí, necesitaba algo de acción.
Frunzo el entrecejo. Hay algo que se me escapa.
—El que yo llegara a involucrarme, aunque sea remotamente, con Edson, ¿también era parte del plan?
—Ah, nop. Eso se lo debemos a tu sorprendente capacidad para atraer problemas.
—¿Por qué Edson estaba tan desesperado por tenerme dentro? El pretexto de haberme ayudado con la poli me parece muy débil.
—Creeme, gatita, nosotros hacemos cosas peores con las personas que nos deben favores más insignificantes. Edson te necesitaba porque él tiene muchos problemas con gente peligrosa. —Su tono brusco impide que yo pueda preguntar por qué Edson me necesitaría.
Nos quedamos en silencio un momento. Después ella pregunta:
—¿No vas a preguntar por el chico?
—¿Nego?
Danielle arruga la nariz.
—No, el hermano de tu amiga Ana.
—¿Por Marco? —Bufo— ¿Debería?
—Es una pieza clave de que estés aquí ahora —comenta como si nada, mirándose las uñas.
—¿Por qué? —Pregunto con cautela.
—¿Es que eres idiota? ¿Para qué crees que el niño tenía un arma y dinero?
Le miro confundida.
—Creí que ustedes se lo habían dado como reconocimiento de su asociación.
—El dinero era una parte de la paga, la otra se la darían una vez cumplida la consigna.
—¿Qué consigna?
—La de matarte.
El alma me cae a los pies.
Dios. Marco se proponía matarme. El cuerpo me tiembla de pensar en lo cerca que había estado de hacerlo en más de una ocasión. Eso era lo que no había estado tomando en cuenta.
Me tranquilizo y pienso las cosas fríamente, como lo haría Nego... Por eso él se comportó como lo hizo cuando le conté todo... aún así, algo no encaja. ¿Cuánto tiempo llevaba esa arma allí antes de que yo la encontrara?
—Pero no lo hizo —murmuro.
—Exacto. No lo hizo —Danielle chasquea las dedos—. En cambio prefirió amenazar a Edson para que le consediera su liberación, lo que desencadenó una serie de eventos desafortunados... El crío te tiene un gran aprecio, no fue capaz de matarte porque tú fuiste quien lo sacó de la misería donde se encontraba al ofrecerle un techo y la posibilidad de comer algo más que de los cubos de basura; por haber cuidado de su hermana pequeña cuando él fue incapaz de hacerlo.
El nudo de mi garganta vuelve al recordar que yo tampoco fui capaz de cuidar de Ana. No creo poder sobrellevar esto en este momento.
—¿Edson lo envió?
—¡No! —Elle está horrorizada—. Para eso estaba yo allí, para evitar que él hiciera algo como eso.
—Entonces...
Danielle duda.
—Según lo que hemos logrado sacarle al pequeño idiota es que alguien más se lo pidió hacer. El chico está muy mal, le mantenemos en estado de abstinencia para que pueda hablar sin influencia de narcóticos pero ha sufrido un ataque de pánico cuando recuperó la consciencia, parece que ya se ha encontrado en situaciones así antes y no ha sido una bonita experiencia.
—¿Han secuestrado y torturado a Marco? —Exclamo. Por mucho que él merezca la peor de las penitencias, ser torturado por mafiosos no es lo que le desearía ni al propio Edson, aunque...
—Eh, tranquila. ¿Quién habló de torturas? Es un simple niño frustrado.
—¿Qué ha dicho? —pregunto, intentando mantener la calma.
—No mucho, pero lo que hemos deducido es que te han encontrado.
—¿Qué? ¿Quiénes?
—De ahí que hayamos adelantado el momento de tu captura, aquí estás a salvo. Siempre había sido cuestión de tiempo que supieran dónde encontrarte —dice Elle, una vez más, eludiendo mis interrogantes.
—¿Puedo ver a Marco?
—De momento no, un médico está haciéndole algunos análisis para determinar su nivel de adicción y aplicarle un tratamiento.
Danielle no va a decirme todo lo que quiero saber, ésto tengo que tratarlo con Vittorio, él es quién lleva la voz cantante en éste lugar.
Tomo algunas respiraciones profundas para relajarme y me desplomo en la silla más cercana. La sangre fluye por mis venas de forma punzante, me doy cuenta de que no he dejado de temblar y mi temperatura ha descendido drásticamente, apuesto a que mis labios están de un color azul o púrpura. Me doblego sobre mí y estrello el rostro en la madera de la mesa provocando un sonido seco, el impacto apenas lo siento.
Todo es tan irreal, aún conservo la esperanza de que esto sea una confusión para que yo pueda volver al edificio y buscar a Nego. Pero no, acabo de hablar con él y me dijo que confiara en estas personas y se ha disculpado.
Mi mente aún no comprende la magnitud de las mentiras de Nego ni de lo que está pasando, en general. Todo lo que percibo está envuelto en una especie de neblina que me proteje del verdadero significado de cada una de las palabras que he escuchado. Simplemente es cuestión de que la burbuja, en la que yo misma me he enclaustrado, se rompa o que los sonidos encuentren la manera de traspasar los muros invisibles que he colocado. Me he sumergido en un sopor anestésico desde la desaparición de Nego, que me proteje de todo lo que me rodea, una especie de corazón de hierro.
Desde entonces, nada me puede hacer daño.
De repente me doy cuenta de lo cansada que me siento, los hombros me pesan y la cabeza la siento embotada. Mis extremidades no responden, por mucho que me esfuerce en hacer algún movimiento, el sueño me puede. Lucho por mantenerme despierta.
—Vittorio dijo que hay una recompensa por mí. ¿Qué me garantiza que no estoy aquí porque a ustedes les interesa cobrarla a cambio de tenerme aquí? —Observo, sin levantar la cabeza.
Danielle ríe.
—Relajate. De haber querido esa recompensa ya te habríamos desmembrado y hecho un festín con tus intestinos —dice, jocosa—. Además, nosotros no necesitamos el dinero... Diez millones. Por favor, no me digas que no te sientes ofendida. Es una cantidad muy corta tratándose de tí.
Un escalofrío desagradable me recorre al escuchar su broma. Me asusta que sea real su comentario. Viniendo de personas como ellos, no lo dudo.
—Entonces, ¿ustedes son los buenos?
Elle vuelve a reír, esta vez con más ganas.
—Ni de lejos, cariño. Ni de lejos.
—Me alegra saberlo —digo con un bostezo.
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Nota:
¡Perdón, perdón perdón! ¡Uf! ¡Ya llegué!
...
Todos se han ido, ¿cierto? :'( :'( :'(
Bueno, para los que aún siguen aquí, les traigo un capítulo tranquilo pero significativo. Estamos conociendo el carácter irasible de Danielle, y el paradero de Marco. ¡Se vienen más noticias!
¡Si les ha gustado, voten y comenten!
¡Nos leemos a la próxima!
—🐿Sue.
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