Ser Protegido
Espero que les guste~
Nota: Avísenme si me equivoque con el nombre del robot pero en internet, decía 80-HD. Tuve que buscarlo porque no lo recordaba xD
Nota-2: Tengo una idea, basada en un gran dibujo de Instagram, que se trata de un cambio de lugares. Ya saben, Petey siendo el policía bueno en este caso (quizás con su madre viva y una figura paternal decente que no sea Grampa, lo estoy analizando) y aun siendo un gran inventor, mientras que Dogman es el malo en todo caso (quizás, él se vuelve así después de que su dueño muriera y se convirtiera a si mismo en "Dogman", también lo estoy analizando) pero bueno. Dejen ideas sobre esto en todo caso y si pueden, ayúdenme a terminar de armar esta idea así puedo desarrollarla :3
Nota-3: No tengo muy en claro aun como agregar a Li'l Petey a todo eso
Petey tuvo un accidente cuando era pequeño o bueno, más que una accidente, fue una de las pocas ocasiones en las que su negligente padre estuvo presente y se puede decir que las cosas no terminaron bien pero él no lo recuerda del todo al decir verdad, es algo borroso. En un momento, Gramp estaba diciendo algo que no estaba entendiendo del todo y al otro, sintió un horrible dolor que lo hizo gritar, luchando por alejarse de ellos, sintiendo que solo empeoraba con cada segundo que pasaba. Era pequeño y lloro, sollozo, gritando por su madre e ignorando la voz de su padre que lo dependía a favor de refugiarse en los brazos de Grace cuando no tardo mucho en correr en su encuentro y lo alzo sin dudar. Se aferró a la voz de ella, sintiéndose cansado y mareado pero aun adolorido, con su madre llevándolo a quien sabe donde, solo pudiendo detectar la preocupación y ligera desesperación en el tono de voz ajeno antes de quedar inconsciente.
Termino en el hospital, con una vía intravenosa en su pequeño brazo, y una venda que rodeaba la mayor parte de su cola, horrorizado por el tono rojizo que manchaba lo blanco en la punta, sollozando abiertamente cuando le dicen que había sucedido. Gramp, en un acto loco y estúpido como siempre, había decidido cortarle la punta de la cola por alguna razón pero lo hizo mal y termino por dañar lo suficiente como para que una parte de esta tuviera que sea removida. Nadie tenía muy en claro que rayos había pasado por la cabeza de ese loco en ese momento pero al diablo, a Petey no le importaba entonces y tampoco le importaba ahora.
Aunque no puede negar que fue una experiencia horrible, incluso si todo eso fue mayormente borroso, y a partir de allí es que esa rara sensación se hizo presente.
Una especie de dolor fantasma quizás, no lo tenía muy en claro, una sensación incomoda que empezaba con una ligera picazón que que en algún punto se volvía un dolor sordo y lejano que lo molestaba por horas o incluso por días, algo que solo iba y venía sin mucha advertencia pero que si empeoraba cuando veía la cara de ese viejo.
-¿No tienes otro lugar en donde estar, papá?- escupio con cierto desdén mezclado con cansancio y molestia, mirando al viejo que tuvo la osadía de aparecerse después de haberlos desvalijado por completo. Era su casa, con los pisos limpios y vacíos, cuartos en igual estado, menos el armario de la limpieza, y con unas pocas cajas que le habían pertenecido a su madre, la razón principal por la que estaba allí. Solo revisarlos, asegurarse que nada de su mamá se hubiera desvanecido, o sino, si que habría promesas grandes pero en serio no conto que ese loco se presentara de repente.
-¿Así recibes a tu padre?- bufo Gramp, desvergonzado ser que avanza como si fuera su propia casa, y mirando a su alrededor con expresión aburrida casi, como si estuviera juzgando el entorno vacío, a pesar de que todo eso había sido su culpa. -Que grosero- agrego con cierta burla que hizo que Petey apretara los dientes con fuerza para no insultarlo abiertamente. Su mamá lo había educado, no quiere faltarle el respeto, no ahora que esta dispuesto a empezar de nuevo y como alguien bueno.
-Como sea- tenerlo allí hace que su cola arda en este punto, como si su presencia trajera con ello recuerdos reprimidos y al mismo tiempo, el dolor de eso. Esa una sensación rara. -¿Vienes a rebotarte comida?- agradece haber dejado a Li'l Petey con 80-HD en la casa de Dogman, para mantenerlo lejos de ese viejo, y esperando que entre esos dos no se metieran en muchos problemas. -Porque no hay, te robaste hasta la heladera- agrego con burla, sintiendo una punzada de satisfacción al ganarse una mala mirada de parte del mayor.
Un ladrido repentino y que resuena a su alrededor impide que el gato mayor pudiera decir algo, Petey suspirando de ligero alivio al ver a Dogman aparecer por el pasillo, sus pasos ligeros y saltarines mientras se acerca a donde está, ignorando al otro de momento. El felino no puede evitar sonreírle al otro, agradecido ante la insistencia ajena por acompañarlo y ayudarlo.
-¿Qué...?- Dogman ladra con orgullo y una especie de victoria, alzando triunfante lo que había logrado encontrar, el gato enarcando una ceja. -¿Un patito de goma?- lo agarra, un poco extrañado, sin recordar haber tenido uno de esos. -¿Por qué esto llamo tu atención?- lo aprieta y una de sus orejas se sacude ante el sonido chirriante que sale del juguete, con el perro ladrando, luciendo animado y contento. Si tuviera cola, se estaría sacudiendo con emoción, esta seguro de ello. -Ah, ya entendí- bufo, divertido de repente, sintiendo que cierta tensión en su cuerpo se desvanece y la molestia en su cola se calma un poco. Dogman tiene esa rara capacidad de hacerlo sentir mejor, incluso si no tiene muy en claro cual es la situación en si. -Te lo regalo- se lo devuelve y la sonrisa que recibe a cambio es brillante, el perro luciendo como un niño con juguete nuevo, y el gato solo puede observar, bufando para si mismo ante el sonido que se repite unas cuantas veces. Esta seguro de que eso lo sacara de quicio en algún momento pero por ahora, dejara que el otro disfrute.
-¿Tienes una mascota nueva?- Grampa no pudo quedarse mucho tiempo en silencio, su odio a los perros notable en su expresión y tono de voz. Dogman solo ladeo la cabeza, soltando un sonido ligero y lleno de confusión porque no había estado prestando real atención a las palabras ajenas, pero Petey hizo una mueca, molesto ante eso.
-Eso no te interesa- gruño con los dientes apretados, sacudiendo bruscamente la cola cuyo dolor estaba en aumento al igual que su molestia. El perro frunce apenas el ceño, sin entender aun, pero sabiendo que su amigo estaba molesto e intentando pensar en que podría ayudar. -Y lárgate de una vez, ya no tengo nada de valor para que me robes- fue brusco, haciendo un gesto con la pata en una clara señal de su entorno carente de muebles y cosas. -Dogman- decidió centrar su atención en este en vez de su padre, con el perro rápido en mirarlo con los ojos bien abiertos y atentos, mientras el gato mayos se eriza con ira apenas contenida, furiosos de ser ignorado con tanta facilidad al parecer. -Tengo una caja de mantas y cosas por el estilo en alguna parte, seguro que tu y Li'l Petey lo pueden usar como parte de ese fuerte de almohadas que quieren hacer o algo así- el perro se ilumina ante eso, asintiendo con entusiasmo, y Petey le regala una pequeña sonrisa, retrocediendo un paso apenas al ver las intenciones del otro de saltar. -Sin lamer- fue una orden poco sería que solo logro que el perro soltara una risa llena de diversión y el gato tenía la extraña sensación de que no quedaría libre por mucho tiempo. -Venga, que ya quiero volver con mi hijo- y como debía haber hecho antes, le dio la espalda a su padre, dispuesto a alejarse y no volver a tener contacto con él en lo que le queda de vida, incluso si su pequeño aun tenía una cierta esperanza porque el viejo cambiara.
Y eso, solo avivo más la llama de ira en el pecho de Grampa, lo suficiente como para sus garras se asomaran ajenas.
-¡Ni se te ocurra ignorarme!- esa furioso, odiando la sensación de ser ignorado y olvidado a pesar de que muy en lo profundo de si sabe muy bien que esa es la decisión más sabía que cualquiera puede tomar contra alguien como él, pero aun así, extiende su pata y avanza un paso, logrando agarrar la cola ajena, y antes de pensarlo mejor, da un fuerte tirón, lo suficiente para arrancarle un grito de dolor y sorpresa al gato más joven entre ellos. Grampa es muy consiente que esta atravesando una linea, una más de las tantas que cruzo a lo largo de su vida, y sabe que no tiene forma de retroceder.
-¡Changos!- Petey hizo una mueca, apretando los dientes con tanta fuerza que la mandíbula le dolía solo para no dejar escapar ningun sonido más y miro al mayor, furiosos ante el viejo, quien le devolvía la mirada con un brillo de superioridad y algo más en sus ojos. El odio por ese viejo solo creció en ese instante, porque le recordó y demostró una vez más que el otro no sentía nada por nadie que no fuera si mismo.
-Ya no puedes ignorarme, ¿o si?- sonrío, burlón, algo que se convirtió en una mueca con cierto miedo ante el gruñido profundo que de repente estaba haciendo eco a su alrededor. Dogman se veía más allá de molesto, algo que no sucedía muy a menudo al decir verdad, con una expresión salvaje que mostraba los dientes que ahora parecían afilados y ojos brillantes con una clara advertencia dirigida al viejo. Era extraño como ese rostro amigable y juguetón lograba verse intimidante y un poco aterrador al decir verdad pero Grampa solo frunció el ceño ante él, su orgullo era grande y se negaba a retroceder ante un perro. -¡Lárgate, chucho!- hizo un gesto con su mano libre, al mismo tiempo que apretaba el agarre en la cola ajena hasta el punto en el que Petey no pudo evitar quejarse en voz alta, y ese fue el limite para Dogman.
Aunque no lo pareciera usualmente, Dogman era protector, y hacia lo que fuera para cuidar a quienes consideraba de los suyos, incluso dejarse llevar por puro instinto animal.
Su boca se abrió y no dudo en lanzarse, mordiendo con fuerza el brazo ajeno, ignorando los gritos y reclamos, asqueado por el repentino sabor metálico que pronto llego a su boca y el fuerte olor a algo que inundo su nariz, sus ojos encontrándose con los ajenos por unos segundos. Grampa lucia sorprendido y horrorizado por igual, también furioso, su pata soltando al fin la cola ajena y haciendo fuerza por alejar su brazo de los dientes clavados en su piel.
-¡Suéltame, ahora!- ordeno y el perro obedeció, solo porque su amigo ya estaba libre, y retrocedió unos pasos.
-¿D-Dogman?- Petey lo miro con preocupación, ajeno a la imagen algo inquietante de un perro con la boca manchada de rojo después de que este mordió a su padre, más concentrado al verlo escupir a un lado con asco. -Ni se te ocurra- lo detuvo antes de que el otro pudiera hacer amague de intentar limpiarse con la manga de su uniforme, ganándose un sonido lleno de queja, pero al menos, el perro no lo volvió a intentar, su vista fija en el gato mayor que se había alejado unos cuantos pasos al ser liberado. -Oh- El brazo ajeno estaba herido, con una marca de mordida que apenas se escondía entre el pelaje naranja que empezaba a mancharse de rojo pero Petey no pudo evitar que a pesar de que el rostro de su padre estaba retorcido por la ira, la pata de este temblaba, con la cola erizada, mostrando un gran nivel de miedo que estaba intentando ocultar y para el gato, era la primera vez que veía un sentimiento más allá de la arrogancia y el orgullo del viejo.
-¡Ese maldito perro me mordió!- Grampa reclamo, su voz haciendo un eco que hizo que las orejas del felino más joven se agitaran bruscamente igual que su cola. -¿Y eso es lo único que vas a decirle?- parece ofendido, aunque su pata sigue temblando, y parte de su pelaje se eriza, como el de un felino asustado.
-Vete- Petey lo mira fijamente. La base de su cola esta sentida y le duele debido al tirón, la punta de esta arde ante el recuerdo que viene cada vez que ese inmundo ser muestra su cara en su vida, y en este punto, esta arto. No quiere verlo, no quiere aguantarlo, y por sobre todo, no lo quiere cerca de su familia. -Haz lo que mejor sabes hacer, vete y ni se te ocurra volver- Grampa parece furioso y Dogman lo mira con cierta cautela, apretando los labios, alzando su mano para tocarse el rostro y sintiendo una punzada de algo ante la punta de sus dedos manchada de rojo. Parece darse cuenta de lo que hizo.
-Tu...- parece querer discutir pero Dogman interviene, sintiendo el peso del ambiente, y avanzando un paso con un gruñido profundo. Las manchas de rojo en su boca parecen hacerlo más aterrador que antes, lo suficiente como para que el gato mayor se de media vuelta y huya cual cobarde, con el brazo y el orgullo heridos.
Y Petey se permite suspirar con alivio en cuanto desaparece de su vista, sintiendo que cierta tensión en su cuerpo se desvanece.
-¿Dogman?- se volteo al escuchar pasos ligeros, parpadeando ante el perro que se alejaba y frunció apenas el ceño, confundido y preocupado por igual, siendo rápido en seguirlo. Terminaron en el baño, donde Dogman se paro sobre una especie de banquito para llegar al lavamanos y así lo rojo que lo manchaba. -¿Estás bien?- acaricia su cola con patas cuidadosas, queriendo apartar la sensación del agarre de su padre, aun la base de su cola y su espalda baja están algo adoloridos por el bruto tirón, tiene en alivio de saber que solo será temporal, no como esa mordida que el otro se llevó.
Dogman lo mira de reojo antes de juntar agua con sus manos y llenarse la boca como pudo, haciendo algo parecido a gárgaras antes de dejar caer todo al desagüe y repitiendo el proceso un par de veces, quizás para quitarse del todo el sabor de la boca a falta de un cepillo de dientes. Petey lo observa, en silencio, dejando que el perro terminara. Este giro las canillas para detener el flujo de agua, secándose las manos en su pantalón de uniforme e ignorando los reclamos ante el gesto, usando su manga para secarse lo mejor posible la boca.
-¿Estás bien?- Petey pregunta una vez al tener toda la atención del perro, quien parpadea. Parece sorprendido y luego confundido, terminando por fruncir apenas el ceño, negando y haciendo un gesto con las manos, a lo que el gato duda pero termina por acortar la distancia entre ellos. Con el perro sobre el banquito que el felino esta seguro había obtenido en algún momento para su hijo, están casi a la misma altura, y una vez que esta lo suficientemente cerca, Dogman no duda en estirar sus mano. Toca el pecho ajeno, con su expresión suave y llena de preocupación, soltando un ligero ladrido que logro sonar como una pregunta, y a pesar de la falta de palabras, Petey cree que aprendió a entenderlo, aunque sea un poco.
-E-Estoy bien- tiene la sensación de que tendrá pesadillas en la noche, recuerdos que se retuercen y deforman para que logran que todo sea peor de lo que fue de alguna manera pero más allá de eso, se siente alivio, y un poco satisfecho al decir verdad. -Me preocupas tu, lo mordiste- nunca había visto así a Dogman, con expresión salvaje y ese comportamiento, ni siquiera se había puesto de esa manera cuando fueron enemigos. Fue extraño y un poco chocante pero también, lleno su pecho de calidez, porque él se puso así para protegerlo. Es una sensación nueva y rara, ser protegido, nadie lo hizo desde que su mamá murió.
El perro lucio culpable por unos segundos pero frunció el ceño a los pocos segundos, ladrando con molestia y haciendo gestos ligeros con las manos. Petey lo observó, sintiendo que las esquinas de su boca se elevaban apenas, divertido por alguna razón ante la expresión ajena. Parecía molesto, ofendido quizás, y todo en contra del gato anciano. En serio, eso era algo nuevo para el felino, pero aun así, la sensación cálida de su pecho solo crecía. Dogman bufo al final, aun molesto por la actitud del anciano al parecer y un poco frustrado, volviendo a mirar al otro, casi como si le estuviera reclamando una respuesta.
-Estoy bien- y si, la situación fue horrible, la presencia de ese viejo trago malas sensaciones y su acción solo la empeoro pero incluso entonces, no quería dejarlo que lo afectara demasiado. El perro bufo una vez más, aunque esta vez sonando como una especie de burla o algo así, levantando sus manos para acunar el rostro ajeno. Petey se quejo, aun no del todo acostumbrado a todo eso de los toques amable, pero no lucho realmente, solo cerro los ojos por un momento al ser acercado al otro de repente y pronto, sintió una nariz fría rozando su rostro en general, olfateándolo al parecer. -Que estoy bien, en serio- bufo, casi riendo por la sensación ligera de cosquillas que le daba esa acción, intentando retroceder pero al hacerlo, se encontró con el ceño fruncido del perro, cuyos ojos se estaban entrecerrando. -Oh- parpadeo, recordando entonces el buen sentido del olfato del can. Seguro había llegado a oler su miedo desde el momento en el que el viejo gato había agarrado su cola y ahora, quizás, solo se estaba asegurando de que eso había desaparecido. -Si, bueno, me asuste un poco- admitir eso es raro y algo vergonzoso pero logra calmar la expresión ajena al menos. -Pero ahora estoy mejor- tarareo, sincero, colocando sus patas sobre las manos ajenas para apartarlas de su rostro pero dándoles un apretón, sonriendo sin problema. -Gracias a ti. Lo espantaste-
Dogman hace una ligera mueca, una punzada de culpa llegando su pecho por haber lastimado a alguien al decir verdad, pero no hay arrepentimiento alguno al decir verdad. Grampa se metió con su amigo, con alguien de su familia, y él lo defendió, es algo de lo que no se iba a arrepentir nunca. Suspiro, aliviado de ver que el felino estaba más tranquilo, y safo sus manos de las patas que lo acunaban a favor de alzarlas y rodear al felino para obligarlo a inclinarse la poca diferencia de altura que tenían gracias al banquito. Lo abrazo, contento de que el aroma a miedo se hubiera desvanecido por completo, y Petey tarareo ante el gesto, aliviado de no tener que agacharse demasiado, pero contento de tener un amigo como Dogman en su vida.
Ser protegido es un sentimiento extraño pero dulce y cálido, solo espera poder hacer sentir así a Dogman alguna vez.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro