Secuestro y Problemas #3
Espero que les guste~
Nota: Les dejare a imaginación lo que pudo haber sucedido pero les aseguro que no mate a nadie o bueno, en este caso, Petey no mato a nadie xD
-Papá- Li'l Petey observo a su papá moverse por la casa, retorciendo sus pequeñas patas mientras intentaba seguirle el paso lo mejor posible sin tropezar. -¿En serio no puedo ir contigo?- Petey hizo una mueca ante la pregunta llena de parte del menor, quien no era consiente por completo de la situación en si más haya de saber que el perro estaba en problemas y necesitaba ayuda. -No quiero quedarme aquí- siguió al mayor hasta la salida, soltando un maullido de queja al ser alzado y retorciéndose apenas entre las manos de Sarah, quien se había ofrecido a cuidarlo para poder ayudar aunque sea un poco.
-Oh, cariño...- la reportera pareció aprensivo, dolida ante los pequeños maullidos lastimeros que soltaba al retorcerse en su intento de escapar de ella, pero la mujer solo suspiro con tristeza y acomodo su agarre, sabiendo que no podía dejar al menor ganar esta vez.
-¿No confías en mi, chamaco?- al felino se le rompía un poco el corazón ante la sola idea de dejar a su hijo angustiado y preocupado en manos de alguien más pero no estaba dispuesto a ceder en este caso. Nadie sabia en que estado podía estar Dogman actualmente y si era sincero, lo que menos quería era a su hijo cerca de esos gatos, muchos menos deseaba que el niño estuviera presente para ser testigo de su ira protectora.
-¡Por supuesto que si!- el gatito hace un puchero, luciendo al borde de las lagrimas y con el pelaje algo erizado, sin gustarle la idea de quedarse atrás al decir verdad. -Eres el mejor, papá. Si alguien puede ayudar a Dogman, eres tu-
-Entonces, no te preocupes- se acerco con una suave sonrisa, extendiendo la pata para acunar el rostro de su hijo e inclinarse para dejar un ligero beso en la frente ajena, poco dispuesto a dejarse manipular por los grandes y brillantes ojos verdes que lo miraban en una clara suplica. No iba a retroceder esta vez. -Todo estará bien- se iba a asegurar de ello. -Así que quédate aquí y obedece a Sarah- lo miro con seriedad, logrando que el menor cerrara la boca con un chasquido ligero de dientes. -Y ni se te ocurra escapar-
-...esta bien- parece rendirse con un suspiro lleno de tristeza, dejando de luchar y acomodándose en el agarre de la mujer que parece suspirar de alivio. -¿Y 80-HD?- el robot se había ido hace unos minutos y el menor se sentía solo, acostumbrado a la constante compañía de este.
-Me temo que lo necesito- se enderezo, acomodando el bolso que había preparado con rapidez, con cosas que el menor apenas alcanzo a ver pero no tenía idea de que fueran realmente. -Nos vemos, te amo- le dio otro beso rápido, pudiendo sentir la mirada fija del jefe de policías que lo observa desde el auto no muy lejos de allí.
-¡Yo también te amo!- Li'l Petey grito, haciendo un puchero mientras veía al mayor alejarse con pasos rápidos y moviéndose para hundir su rostro en el hombro de Sarah con tristeza, mientras ella veía el auto alejarse a gran velocidad y les deseaba suerte en su mente antes de adentrarse a la pequeña casa del perro una vez más, dispuesta a cuidar del menor y esperar a que volvieran.
Mientras tanto, dentro del vehículo policial, Chief no puede evitar apretar el volante con fuerza. Se siente ansioso.
-¿Entonces?- rompe el extraño silencio que reina entre él y felino, quien mantiene los ojos fijos en su teléfono, luciendo impaciente mientras espera algo que el hombre no tiene muy en claro. -¿Cómo lo encontramos?- esta conduciendo a ciegas, odiando la sensación de estar perdido al decir verdad.
-Construí a 80-HD para ser un robot localizador- una de sus orejas se sacude cuando su teléfono emite un sonido, al mismo tiempo que una notificación aparece en la pantalla que logra que una sonrisa victoriosa se dibuje en el rostro del felino. -Y es el mejor en ello~- el hombre solo lo mira de reojo, pudiendo ver un brillo en esos ojos verdes que lo hace tragar en seco pero asiente y vuelve roda su atención en el camino, acelerando en cuanto el felino le da la dirección.
-¿Es aquí?- llegaron casi a las afueras de la ciudad, en un barrio de los más antiguos y de aspecto abandonado que tenían allí al decir verdad pero tenía luces, de seguro puestas por uno de los tantos robots del felino que ahora se encargaban del mantenimiento general, y frente a lo que parecía ser el difícil más grande entre todos con aspecto de haber sido más un lugar de trabajo, estaba 80-HD, parado cual soldado y manteniéndose alejado de las ventanas. Petey se acerco con pasos silenciosos y las orejas en alto, escuchando con atención. Puede oír voces lejanas, risas molestas que se mezclan con sonidos metálicos y una orden firme que los calla.
-Están aquí- avanza, adentrándose a ese lugar, con el policía haciendo gestos de indecisión y ligera frustración antes de decidirse a seguirlo con cierta aprensión. El gato avanza con confianza, sus pasos silenciosos por naturaleza mientras su sentido de la audición lo guía hacia las voces, mientras el hombre hace un esfuerzo consístete de mantenerse lo más en silencio posible y con sus dedos ansiando alcanzar el paralizador que siempre carga consigo, siguiendo al otro casi a ciegas.
No tardan mucho en llegar a donde están. Una especie de zona grande, donde se notaba de lejos que era donde iban muy a menudo debido a todo lo que había a su alrededor entre muebles y demás.
-¡No puedo creer que lo logramos!- Bomb parece eufórico, con el pelaje erizado por la emoción, agitándose en el lugar en el que esta sentado y soltando una carcajada que resuena un poco. -¡Secuestramos al gran Dogman!- Petey aprieta los dientes ante eso, asomándose apenas, buscando con la mirada al perro pero no pudiendo verlo de momento, de seguro escondido en alguna parte o algo así.
-¡Somos asombrosos!- Tank su pata desnuda hacia el otro, ambos chocando puños al parecer, mostrando una sonrisa y luciendo tan emocionado como un niño de cierta manera.
-Y todo con la ayuda de Petey- Scratch habla con una sonrisa de orgullo en su rostro, moviendo la cola con toda la tranquilidad del mundo al darle una palmada a las enormes manoplas metálicas que están en una esquina, sin saber que las orejas de dicho felino se enderezan ante eso. -Les dije que todo sería una gran inversión~- se alejo de ello, pasándose una mano por el pelaje de su cabeza, sin poder alisarlo al decir verdad.
-Quizás pero sigo creyendo que ese viejo era un maldito estafador- el de pelaje verdoso bufa con fastidio y el felino de pelaje naranja rueda los ojos, maldiciendo en su mente una vez más al maldito viejo descarado, prometiendo en su mente una venganza.
-Aunque ese perro es salvaje- el de pelaje azulado hace una mueca ligera. -Nos pateo el trasero casi por completo- los tres se ven muy golpeados, en una clara señal de que el policía no cayo con tanta facilidad como les hubiera gustado pero incluso entonces, cuando están golpeados y adoloridos, aun se sienten victoriosos.
-Imbéciles- bufo el felino para si mismo, molesto, pudiendo ver de reojo como Chief le hacia un gesto brusco con las manos, confundido y algo desesperado. Ninguno quería estar escondido realmente pero antes de siquiera mostrarse, necesitaban saber donde estaba el perro. Él era su prioridad en todo ese desastre.
-También pero bueno, conseguimos lo que queríamos- asintió el líder con satisfacción. Un sonido llama la atención, una especie de gemido que se convierte en quejido en segundos, y es cuando Petey es capaz de enfocarse en aquello que esta encima de la gran mesa de allí, algo cuadrado cubierto por una saba que ahora mismo, parece removerse apenas. -Y nuestro invitado despertó~- tarareo con diversión ligera, acercándose allí y quitando la tela para revelar lo que hay debajo.
Allí hay una jaula, de esas que son para perros de raza grande, y dentro, encerrado, esta Dogman. No se ve nada bien, acurrucado en el pequeño espacio pero teniendo suerte de ser de baja estatura y contextura pequeña al decir verdad, con el uniforme tan maltratado y roto que muestra la piel humana de su cuerpo, llena de moretones y rasguños. Sus muñecas parecen estar atadas tras su espalda y sus tobillos también pero lo peor sin lugar a dudas es el bozal. Parece apenas despierto, algo atontado al decir verdad y como si le costara concentrarse en su entorno pero eso no impide que gruña con toda la fuerza que tiene en ese momento, aunque eso solo logra que los felinos presentes se burlen.
-Oh, cielos...- Chief esta entre lucir horrorizado y furioso, su mano apretando con fuerza el paralizador que agarro de manera inconsciente, dispuesto a salir de allí para atacar a esos gatos que se ríen a carcajadas con burlas en contra del perro pero algo lo detiene en seco y apenas puede reprimir el violento escalofrió que recorre su espalda cuando nota el aura del felino que esta a su lado. Lo ve de reojo, pudiendo ver la expresión de ira apenas contenida en el rostro ajeno, con una llama ardiente que ilumina sus ojos de cierta manera y cualquier promesa de piedad parece estar al borde de ser lanzada por la ventana. El hombre duda, retrocediendo unos pasos por seguridad propia al notar como la pata del felino se mete en ese bolso que trajo de su casa y sacaba una extraña arma.
-Pobre y triste perrito- Scratch habla, con un tono empalagoso lleno de burla, pareciendo divertido al ver al perro policía retorcerse en su lugar. -Ya no eres tan rudo, ¿no?- su cola se mueve, agitando apenas una de sus orejas cuando el perro le muestra como puede los dientes con un gruñido profundo. -Oh, cállate- golpeo la parte superior de la jaula, brusco.
Y hasta ahí llego la paciencia de Petey.
-Ustedes...- sale de su escondite con paso lento, ganándose la mirada del trío, quienes lucen sorprendidos e incrédulos al parecer, obviamente sin haber esperado ver a ese felino en particular de seguro. -...se creen muy listos, ¿no es así?- el policía se mantiene en su lugar, observando como las patas de pelaje naranja parecen hacer algo con el arma que sostiene, sin entender del todo pero aun así, temeroso y desconfiado.
-¿Petey?- el líder parece tensarse, analizando al otro con la mirada, ansioso pero sin demostrarlo abiertamente más allá de la forma ligera en la que su pelaje se eriza y sus patas tiemblan. Los otros dos se enderezan en sus lugares, haciendo el amague de levantarse solo para detenerse en seco al ver el arma que el felino que recién se muestra, pudiendo notar las luces de estas se encienden en señal de que eso estaba en plena función.
-¡N-Nosotros no te robamos nada!- el más pequeño levanta las patas en una especie de gesto de inocencia, empujando apenas el bolso que se asomaba por tras de donde esta sentado, como si intentara esconder la bolsa que aun contiene algunas de esas esferas metálicas que usaron contra el perro.
-Lo sé- y a pesar de su tono frío, hay un aire lleno de peligro alrededor del felino que no permite que ninguno de los tres se relaje al decir verdad, algo que los eriza y los hace tragar en seco, aprensivos. Su nerviosismo se convierte en ligero miedo cuando el arma es levantada, la expresión del gato delatando que estaba dispuesto a usarla si alguno se movía. Dogman parpadeo, sorprendido de ver a su familiar allí, solo pudiendo hacer un sonido ligero y lleno de confusión ante su incapacidad de ladrar abiertamente. Tiene tantas preguntas en ese momento pero lo que más lo toma con la guardia baja es la expresión ajena, es la primera vez que lo ve de esa manera y escalofriante. -Eso realmente no me importa- sus ojos se fijan en Scratch, quien se endereza un poco más en su lugar mientras el perro se acurruca un poco más, pudiendo ver la cola de pelaje naranja erizada y sacudiéndose bruscamente tras su dueño.
-Entonces, ¿Qué haces aquí?- el líder se atreve a preguntar al ver que sus compañeros se mantienen estáticos en su lugar, mirando de reojo a su alrededor, como si intentara planear algo rápido o algo por el estilo.
-Vine a recuperar lo que es mío- mantiene su arma levantada y usa su pata libre para alcanzar su teléfono, tocando la pantalla sin apartar la vista de ellos. De la única ventana que hay allí aparecen manos de tonos naranjas que le pertenecen a 80-HD, que usa sus brazos extensibles para llegar hasta allí, alcanzando la jaula ante la ateta mirada del trio de criminales. Dogman se queja, se remueve y lucha contra sus ataduras, sintiéndose vulnerable mientras su encierro es alzado y alejado de allí, siendo sacado por la gran ventana, incapaz de hacer mucho más. -Y van a lamentar lo que hicieron~- hay una gran y macabra sonrisa que se dibuja en su rostro, algo que el humano aun escondido toma como una especie de señal para alejarse de allí, dispuesto a llamar a una ambulancia en todo caso para que revisaran al perro y a algunos refuerzos para que se encargaran de lo que sea que quedara de ese pobre trio de tontos, prefiriendo centrarse en su amigo herido.
También, decide ignorar los gritos que llega a escuchar que es casi ahogado con una risa llena de maldad. Si, fue una buena decisión, prefiere no saber nunca que sucedió allí.
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