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Presencias Frías #2

Espero que les guste~

Nota: Dogman en si no esta asustado de los fantasmas pero no aun no esta acostumbrado al frío que siente en su nuevo estado y por ende, la sensación helada de los espíritus no le termina de gustar

Dogman es obligado a cambiarse el uniforme empapado por otro limpio que empujaron a sus manos y volver al trabajo sin mucha queja, teniendo que completar su turno al parecer, aunque huele a perro mojado incluso después de secarse pero bueno, así era su nueva vida. Por suerte, lo que queda de día pasa volando ante la tranquilidad que inunda la ciudad después del ataque de la aspiradora gigante y pronto, todo termina. Así que él sale de la estación, acunando su uniforme anterior envuelto en una bolsa contra su pecho y empezando su largo camino a casa.

Camina con paso lento y tranquilo, añorando acostarse en su cama pero sin ganas de correr todo el camino hasta allí, ignorando las voces de los fantasmas que salen ahora que los vivos se adentran a sus casas a descansar. Bosteza, contento de haber podido gastar la energía suficiente para tener una larga y bonita noche de sueño ininterrumpido, doblando la esquina y entonces...

-Hey~- el perro salta al encontrarse cara a cara con la felina fantasmal de ojos verdes, aferrándose a su uniforme y mirándola con los ojos bien abiertos, intentando que su corazón se calmara. A diferencia de los vivos, los fantasmas no tiene ningun tipo de aroma, y el perro es incapaz de saber que están lo suficientemente cerca de si, más allá de esa sensación fría que los acompaña. Aunque esta cansado, lo suficiente como para ni siquiera haber notado ese detalle. -Lo siento mucho, no era mi intención asustarte- se endereza, juntando las patas a la altura del pecho, luciendo arrepentida de manera genuina pero hay una sonrisa dibujándose en su rostro, todo siendo opacado con una emoción apenas contenida. -Yo solo...estoy emocionada- admite y Dogman se relaja un poco en su lugar, ladeando apenas la cabeza hacia ella, preguntándose porque esta allí y no con Petey. Era su madre, según lo que escucho y recuerda. -Es la primera vez que un ser vivo puede verme desde que...bueno, morí- hace un gesto ligero, con su larga cola moviéndose, soltando una especie de risa ansiosa.

El policía ladra, logrando llamar la atención ajena, y se asegura de mostrarle la sonrisa más grande que tiene, haciendo un gesto con una de sus manos. Espera que ella pudiera entender el mensaje de "no hay problema, no estoy enojado" sin mucho problema.

-Oh- y ella asiente, entendiendo para su alivio, jugando apenas con sus patas. -Eres Dogman, ¿no es así?- él asiente ante eso, mirándola con curiosidad. -Mi nombre es Grace, soy la mamá de Petey- se presenta y es casi un alivio para el perro poder ponerle un nombre al rostro. -Sé que estás cansado, acabas de salir del trabajo pero...- dudo pero hizo como si respirara profundo, armándose de valor de cierta manera para poder continuar. -...¿Podemos hablar, por favor?- hay una suplica suave en su voz, con ligera esperanza en sus ojos.

Dogman hace una mueca para si mismo, pensativo por unos segundos pero termino por asentir con una ligera sonrisa, pudiendo ver como ella se animaba con alivio notable. Su nuevo hogar quedaba lejos, a las afueras de la ciudad en una zona apartada y bien tranquila, y aun le quedaba un largo camino por recorrer pero aun era relativamente temprano, así que supuso que detenerse a hablar con ella por un rato no podía causar ningun problema. Así que hizo un gesto ligero, empezando a caminar en dirección al parque más cercano para poder tener donde sentarse y algo más de iluminación, con ella flotando a su lado.

Para ser una ciudad, la gente cerraba sus locas y se adentraba a sus hogares a una hora temprana, por ende, el parque estaba en su mayor parte vacío, sin contar a los fantasmas por supuesto. Había ardillas fantasmas que parecían tener deseos de molestar a las vivas, quitando las nueces y demás cosas que estas habían escondido en los huecos de los arboles. Gatos fantasma, con algunos pareciendo acurrucarse en sus lugares y otros con más energía, persiguiendo pájaros fantasma que no podían llegar muy lejos al decir verdad. Pero Dogman se esforzó en ignorar todo aquello, sentándose lo más alejado posible de las ardillas y sus sonidos, dispuesto a darle su atención a ella.

Ladra, como para decirle que esta listo para escucharla, y balancea sus pies de manera distraída, viendo como ella parece luchar un poco para encontrar las palabras que quiere decir.

-Lamento tanto lo que te sucedió a ti y a tu dueño- Grace al fin se animo a disculparse, llena de arrepentimiento mezclado con tristeza y ligera culpa, mientras el perro solo pudo parpadear, sin haber esperado eso en particular. -En serio, lamento mucho lo que mi hijos les hizo...el oficial Knight y tu no se merecían lo que les sucedió- Dogman no puede evitar desviar apenas la vista ante la mención de su dueño fallecido, siendo una herida muy fresca que aun no empieza a sanar siquiera, y duele. -Mi hijo no a tenido la vida más fácil y en este momento, no esta en un buen camino, pero eso no justifica lo que hizo- se acerca y el perro observa las patas fantasmales que de alguna manera, son capaces de tocarlo, acunando sus manos con mucho cuidado. Su toque es extraño, frío y no realmente concreto como lo sería con alguien vivo pero aun presente de cierta manera y suave. -Lo siento, mucho- lo mira directo a los ojos, con ojos brillantes llenos de angustia y arrepentimiento por acciones que no son de suyas al decir verdad.

Dogman suspira con cierto cansancio. No a pensado mucho en lo sucedido o en su dueño que ya no esta, es una herida que arde y duele todos los días desde entonces pero que puede ignorar hasta cierto punto cuando se enfoca en su trabajo y en ayudar a los de su alrededor. Se siente dolido, triste y quizás un poco enojado pero no resentido. No sabe si es por esa parte perruna suya o es solo su buen corazón pero sentir rencor nunca se le paso por la cabeza. Por alguna razón, cree con firmeza que a pesar de que Petey tenía intenciones villanas sobre el tema de la bomba y demás, no estaba que todo sucediera como sucedió. Las heridas fatales que llevaron a la muerte de un oficial, una loca cirugía y el nacimiento de algo completamente nuevo, esta bastante seguro que eso no estaba en los planes del felino.

-¿Eh?- él ladra, suave y ligero, mostrándole una pequeña sonrisa, un poco sorprendido de que sus propios dedos pudieran aferrarse un poco a las patas ajenas. Espera que ella pueda entenderlo, que sepa que no hay necesidad de disculpas cuando no fueron sus acciones la que causaron todo aquello pero que aun así, no hay rencor alguno en contra del felino, solo una pequeña rivalidad que venía con su trabajo y demás. -Oh- y de alguna manera, Grace lo entiende, sintiendo que su cuerpo fantasmal se relaja con alivio puro y sonriendo con puro cariño sin poder evitarlo. -Eres un buen chico, Dogman- aleja sus patas para acunar el rostro del perro, quien se endereza con cierta sorpresa ante la sensación fría. -Un buen buen chico~- canturrea, rascando justo detrás de las orejas, soltando una suave risa al verlo sonreír y disfrutar del toque.  -Y también, muchas gracias- se alejo, mostrando una gran sonrisa, el policía quejándose un poco pero mirándola, ladeando la cabeza y emitiendo un sonido ligero lleno de confusión. -Lograste que mi hijo mostrara un poco de si mismo, así que gracias- ella le sonríe enormemente, a pesar de que él aun luce perdido ante eso. -Así que espero que tu y él puedan ser amigos, a pesar de las circunstancias-

Dogman no duda en animarse ante eso, ladrando en un acuerdo que hace que la fantasma luzca encantada y contenta. El perro aun no tiene idea de la historia en si de Petey e incluso con todo lo que hizo, quiere poder acercarse y extender su mano, ser su amigo quizás. Eso sería genial.

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